Nicolás Iñigo Carrera | Este trabajo aborda el tema de la definición
de clase obrera desde la perspectiva de la producción de conocimiento sobre la
realidad, pasada y presente, es decir, desde la perspectiva de la
investigación. Hago esta afirmación porque no me siento convocado a los debates
teóricos sobre las distintas lecturas o interpretaciones que se han hecho y
hacen sobre distintos “marxismos” (uno de ellos el de Thompson). Ni tampoco a
hacer un relato sobre cómo ni cuándo se incorporó la obra de Thompson al conocimiento
de los historiadores argentinos; este camino, bajo la apariencia de historizar
los usos de Thompson, sólo conduce a centrar la mirada en los historiadores,
sus agrupamientos (o camarillas) o sus historias de vida, sin ocuparse o, peor
aún, eludiendo asumir los instrumentos teórico-metodológicos con que realizan
sus investigaciones. Considero, a la vez, que la condición de investigador
permite valorar la envergadura de una obra como
The Making of the English Working Class, que es una monumental investigación,
sin por eso dejar de señalar sus falencias.
Este trabajo está centrado, pues, en algunas consideraciones
teórico-metodológicas. En mi perspectiva lo que Engels denominó la teoría del
socialismo científico constituye un conjunto de herramientas de conocimiento,
construidas desde la investigación científica de la realidad, en especial de
las sociedades capitalistas. Es decir conocimiento acumulado que nos permite
encarar con mejores armas la tarea de conocer la realidad en la que estamos inmersos
y sus procesos de génesis y formación, esto es su historia.
Como todo cuerpo teórico científico, y así fue desde su
mismo origen, el socialismo científico incorpora conocimientos producidos desde
otros cuerpos teóricos, pero a partir de una lectura crítica de esos
conocimientos. Es bien conocida la referencia a las tres vertientes del
conocimiento de los que partieron Marx y Engels en la construcción de su cuerpo
teórico: la economía política clásica inglesa, la filosofía de Hegel y sus
continuadores, y el socialismo francés. Claro que no se trató de una
yuxtaposición (ecléctica) de esos tres cuerpos de conocimiento sino de su
articulación y superación mediante una lectura crítica que partía del
reconocimiento de la determinación de las ideas por la producción de la vida.
En el mismo sentido la teoría del socialismo científico puede incorporar, e
incorpora, conocimientos producidos desde otros cuerpos teóricos o referidos a
diversos campos de relaciones (por ejemplo, étnicas o de género), pero no yuxtaponiéndolos
sino mediante su lectura crítica. Algo bien alejado del eclecticismo predicado
hoy por la moda en el mundo académico.1
Uno de esos instrumentos conceptuales, que nos permite
adentrarnos en la concepción de cómo analizar los procesos históricos en
Thompson, es el de “clase obrera”. ¿Cómo define Thompson “clase obrera” en The Making of the English Working Class? 2
La clase ocurre [se
hace observable] [aparece] cuando algunos hombres, como resultado de
experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y articulan sus
intereses tanto en la relación entre ellos como en la relación contra otros
hombres cuyos intereses son diferentes de los de ellos (y generalmente
opuestos).3
Es decir, la clase es un proceso que surge directamente
vinculado a la articulación y contraposición de intereses.
En esta definición, que está en el Prefacio del libro,
Thompson hace referencia a tres campos de relaciones vinculados entre sí: 1)
las relaciones productivas; 2) la experiencia; 3) la articulación de intereses
(que puede asimilarse a la conciencia de clase, como denomina al último
capítulo, donde analiza las experiencias de lucha). Esto es lo que él plantea
en el Prefacio. Pero siendo nuestro interés la aplicación de instrumentos
metodológicos es importante observar cómo los aplica a lo largo del libro, es
decir la exposición de sus resultados de investigación, y apreciar qué valor,
qué peso le asigna a cada uno.
Las
relaciones productivas
Si bien en The Making…
hay constantes referencias a la fábrica y a los oficios, no hay una descripción
exhaustiva de las relaciones productivas. Quizás porque Thompson da por sentado
que, existiendo abundante investigación sobre la fisonomía y la naturaleza de
la Revolución Industrial y de las relaciones productivas que con ella surgen no
es necesario detenerse en describirla.
Sin embargo, a medida que desarrolla su argumento, las
relaciones productivas y las condiciones objetivas en general van perdiendo
espacio. Cada refutación de una mirada economicista parece confirmar que el
movimiento de la producción material es secundario para explicar los procesos
históricos. Si bien la referencia a las condiciones objetivas está presente
siempre en su crítica al marxismo vulgar, al mecanicismo, (“la formación [making] de la clase obrera es un hecho de historia
política y cultural, tanto como de historia económica”) Thompson termina
enfatizando el aspecto político cultural.
Al afirmar que “dado
que las relaciones de clase y la conciencia de clase son formaciones
culturales, nunca son tan definidas o de hecho”4 deja de lado la
existencia de una clase para el capital (o en sus palabras “hombres que están
en una cierta relación con los medios de producción”). Porque implícita o
explícitamente, para él no existe la “clase en sí” o “la clase con respecto al
capital” (como la denomina Marx en Miseria de la Filosofía). Thompson realiza en el Prefacio
el artilugio de asimilar la existencia objetiva de la clase obrera con
considerarla una “cosa”: “Se asume que ‘ésta’, la clase obrera, tiene una
existencia real, que puede definirse casi matemáticamente —tantos hombres que
están en una cierta relación con los medios de producción”.5 Al afirmar
que la clase no es un número, lo que es correcto, rechaza a la vez dos
posibilidades: 1) la existencia de una parte de la humanidad que tiene en común
la condición de expropiada de sus condiciones materiales de existencia y que
sólo puede obtener sus medios de vida bajo la forma del salario (lo obtenga o
no) y que, en ese sentido, es una clase social, constituida por y para el
capital aunque no para sí. Cuando afirma que si no es en el momento de la
articulación de intereses lo que se encuentra son distintos trabajadores (u
oficios) que nada tienen en común, no está tomando en cuenta la común situación
objetiva de expropiados. 2) La posibilidad de una medición rigurosa del peso
que objetivamente tiene esa parte de la humanidad en una sociedad determinada,
y por tanto el grado de desarrollo del capitalismo, medido en términos de
relaciones sociales, en una sociedad determinada.6
Con el argumento de evitar la “sustitución” política de la
clase por el partido, la secta o el teórico, Thompson abre la puerta
para la negación de las condiciones objetivas en que se encuentra la clase
obrera (explotación y opresión) como asiento de su toma de conciencia posible.
Aunque él mismo no caiga en esa negación, por ejemplo cuando afirma: “ahora
podemos ver algo de la verdadera naturaleza catastrófica de la revolución
industrial, así como algunas de las razones por las que la clase obrera inglesa
tomó forma en esos años. La gente fue sometida simultáneamente a una
intensificación de dos formas de relación intolerables: las de la explotación
económica y las de la opresión política”.7
La
experiencia
En la definición de Thompson citada más arriba, la
experiencia (las experiencias compartidas) son las que articulan los intereses
y así es como la clase “ocurre”. La “experiencia” es central en su cuerpo
teórico:
La experiencia de
clase está ampliamente determinada por las relaciones productivas en las cuales
los hombres nacen o entran de manera involuntaria. La conciencia de clase es la
manera en que estas experiencias son manejadas en términos culturales:
encarnadas en tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas
institucionalizadas. Si la experiencia aparece determinada, la conciencia de clase
no. Podemos ver una lógica en las respuestas de grupos ocupacionales similares
que pasan por experiencias similares, pero no puede postularse ninguna ley. La
conciencia de clase surge de la misma manera en diferentes tiempos y lugares,
pero nunca exactamente de la misma manera.8
Las experiencias median entre la situación en que se
encuentran los trabajadores y la aparición de la clase. ¿En qué consisten esas
experiencias? En el desarrollo del libro las hay de todo tipo pero en su
mayoría remiten al mundo de las ideas, de las ideologías, ideas políticas
(incluyendo las religiosas); incluso el libro comienza con “El árbol de la
libertad”, que remite al ámbito de las ideas políticas y religiosas que existen
en el momento de la Revolución industrial. En una primera impresión, pues, la “experiencia”
parece remitir a las formas ideológicas. Pero también hay referencias a las
condiciones de vida y de trabajo: el capítulo que se llama, justamente, “Standards and experiences” trata sobre
condiciones de vida, o quizás sea mejor decir condiciones en que se desarrolla
la vida.
La
articulación de intereses (conciencia de clase)
|
Foto: Edward P. Thompson |
A medida que se desarrolla el libro Thompson va
describiendo distintos hechos que hacen a la rebelión de los obreros. Pero
nuevamente aquí el énfasis está puesto en el mundo de las ideas. Lo que
pensaban los distintos líderes y organizaciones. Las acciones mismas, aunque de
ninguna manera ausentes en la descripción, están presentadas en un plano
secundario a las ideas. Más que lucha de clases lo que presenta el libro es la
historia de pequeños grupos, o incluso individuos. Las masas, la clase misma,
aparecen ocasionalmente, pero el grueso del libro es una historia de sectas,
religiosas o políticas, triunfantes o derrotadas, que son el hilo conductor de
las ideas de cambio que irían formando la conciencia de la clase obrera.
Se trata de registrar, aunque a veces críticamente, lo que
los protagonistas dicen más que lo que hacen, y esto limita el campo de
observación. No es, por cierto, lo que hizo cuando postuló la noción de “economía
moral de la multitud”,9 que resulta riquísima para el análisis de las
concepciones del mundo que se expresan en las luchas populares, sobre todo si
se la complementa con el aporte de “Ideas inherentes” e “Ideas derivadas” y su
combinación que hace Rudé.10
La clase
social (y la clase obrera) en Marx
En una primera mirada parecería no haber gran diferencia
entre la definición de clase obrera (y, más en general, de clase social) de
Thompson y la que plantea Marx. Es bien conocida la caracterización que hizo
Marx de una parte del campesinado francés, el “campesino parcelario” en que se
apoyaba Luis Bonaparte:
En la medida en que millones
de familias viven bajo condiciones económicas de existencia que las distinguen
por su modo de vivir, por sus intereses y por su cultura de otras clases y las
oponen a éstas de un modo hostil, aquéllas forman una clase. Por cuanto existe
entre los campesinos parcelarios una articulación puramente local y la
identidad de sus intereses no engendra entre ellos ninguna comunidad, ninguna
unión nacional y ninguna organización política, no forman una clase.11
Es decir que sin intereses contrapuestos y organización y
disposición a la lucha no hay clase social en sentido pleno, lo que reafirma en
los párrafos siguientes cuando se refiere por contraste al “campesino
revolucionario (…) que pugna por salir de su condición social, (…) que,
con su propia energía y unida a las ciudades, quiere derribar el viejo orden (…)”.12 Es
decir que lucha.
Esta definición de clase social, escrita en 1852 en El 18 Brumario de Luis Bonaparte y
refirmada en la reedición de 1869 (es decir por el Marx “maduro”, que
ya había publicado el primer Libro de El
Capital), no hacía más que repetir lo que el mismo Marx había
planteado en 1847 respecto de la clase obrera:
Las condiciones
económicas, transformaron primero a la masa de la población del país en trabajadores.
La dominación del capital ha creado a esta masa una situación común, intereses
comunes. Así, pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero aún
no es una clase para sí. En la lucha (…) esta masa se une, se constituye como
clase para sí. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase.
Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política.13
Incluso antes, en 1845, Marx y Engels habían señalado, a
propósito del surgimiento de la burguesía, que
Los diferentes
individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una
lucha común contra otra clase, pues por lo demás ellos mismos se enfrentan unos
con otros, hostilmente en el plano de la competencia.14
Es decir que Marx (y Engels) señalaron que
las clases sociales se constituyen en la confrontación; sólo existen plenamente
si, tomando conciencia de sus intereses, luchan contra otras clases.
Aquí encuentro la primera diferencia con la definición de Thompson,
en la que la lucha como tal está ausente y sólo hay referencia a articulación
de intereses “diferentes (…) y generalmente opuestos”. Para Marx y Engels el
motor de la historia es, explícitamente, la lucha de clases; no queda eso claro
en el caso de Thompson, aunque en su libro describa varias luchas. Esta es
una primera brecha entre las definiciones de uno y otro.
En la definición citada Thompson introduce, como
dijimos, el elemento que es central en su cuerpo teórico: la “experiencia”, las
“experiencias comunes”. Tampoco aquí parece alejarse mucho de Marx, cuando
éste dice por “su modo de vivir, por sus intereses y por su cultura” y remite
éstas a las condiciones económicas. Sin embargo Marx y Engels plantean
que
(…) la clase se
sustantiva, a su vez, frente a los individuos que la forman, de tal modo que
éstos se encuentran ya con sus condiciones de vida predestinadas, por así
decirlo; se encuentran con que la clase les asigna su posición en la vida y,
con ello, la trayectoria de su desarrollo personal; se ven absorbidos por ella.
(…) Esta absorción de los individuos por la clase se desarrolla hasta
convertirse, al mismo tiempo, en una absorción por diversas ideas, etc.15
De manera que, en la teoría del socialismo científico, el
concepto de “clase social” remite a dos ámbitos inescindibles en la realidad,
pero distinguibles a los fines del análisis: 1) el de las relaciones
establecidas en la producción y reproducción de la vida material, signadas por
la división del trabajo, la posición respecto de la propiedad de las
condiciones materiales de existencia y la función en la producción; 2) el de la
lucha por realizar los intereses de los grupos sociales conformados por
aquellas relaciones, de la que los individuos toman conciencia —diferentes
grados de conciencia—, es decir, de un conocimiento más o menos aproximado de
algún aspecto o de la totalidad de su situación objetiva.16
De manera que yo plantearía las siguientes críticas fuertes
a Thompson, porque retrocede con respecto al planteo de Marx y Engels,
tanto si se compara la definición de clase obrera en The Making of the English Working Class con las que acabamos
de citar, como si se compara el desarrollo del libro con los análisis de casos
concretos de luchas realizados por Marx y Engels: La lucha
de clases en Francia, El 18 Brumario
de Luis Bonaparte y La Guerra de Campesinos en Alemania.
Primero: en su exaltación de la experiencia deja de lado la
clase en sí.
Segundo: la lucha es para Thompson una resultante
y no motor del movimiento. No es generadora sino consecuencia.
Tercero: en mi opinión la experiencia, que resume todas las
experiencias, es la experiencia de lucha. Porque es allí donde se pone de
manifiesto toda la historia de una clase y cómo la conoce —su conciencia—, cómo
la procesa como conocimiento. De nada sirve saber qué leen los obreros, si no
observamos cómo luchan y si ése no es nuestro observable principal.
Por el contrario Thompson afirma que los momentos
de crisis no son buenos para observar porque son excepcionales: es difícil
observar los pensamientos de las mayorías desarticuladas [“the inarticulate”]
(probablemente por eso se centra tanto en las organizaciones y en los sistemas
de ideas): “Tenemos vistazos en los momentos de crisis, como los Gordon Riots,
pero no son la situación típica” [“We
catch glimpses in moments of crisis, like the Gordon Riots, and yet crisis is
not a typical situation”17]. Justamente esto es lo que pierde de vista Thompson:
los momentos de crisis, como lo advirtióEngels, son los momentos de síntesis,
en que la historia se acelera y se concentran todos los procesos. Cuando se
agudiza la lucha se hace observable lo que hasta ese momento permanecía
encubierto y podemos conocer la conciencia de las clases sociales en acción, y
no sólo en el discurso. Lo que hacen los sujetos en esos momentos es lo que
están dispuestas a hacer, lo que su conciencia de la situación les indica como
el camino a seguir, no importa lo que digan ni, incluso, lo que crean que hacen.
Puede agregarse una cuarta crítica, que se desprende de la
anterior: al considerar a la lucha como un resultado y no como el elemento
constitutivo de la clase, Thompsonpierde de vista los procesos de
constitución, descomposición y recomposición de las clases. Para él hay un
momento en que “en un sentido la clase no se está formando sino que ya está
formada”.18 Y allí, paradójicamente, cosifica a la clase. Mientras haya capitalismo
la clase obrera no ha terminado de constituirse, al menos en su sentido pleno,
que significaría, a la vez, la desaparición de todas las clases. Cuando, según Thompson,
la clase obrera inglesa está ya constituida como tal, en 1831-1832, adquiere continuidad,
existencia en el largo plazo, apenas en el sentido de tomar conciencia de su
condición de asalariada, lo que la lleva a luchar por reformar el sistema
político y mejorar su situación como asalariada dentro de él. La toma de
conciencia de su condición de expropiada, que la llevaría a buscar la
eliminación de la propiedad privada individual y la imposición de la propiedad
colectiva, es un proceso que lejos de ser continuo se hace presente y
desaparece a lo largo de la historia.
Una quinta crítica es que no explicita, aunque por momentos
describe, que la lucha de clases siempre se da entre alianzas sociales, fuerzas
sociales que son alianzas de fracciones de distintas clases, en las que aquella
fracción social que logra presentar su interés como si fuera el interés del
conjunto de la alianza es la que conduce la fuerza.
Hay muchos otros temas que podrían abordarse a partir de
este libro, entre ellos el de la relación individuo/clase y el de la
libertad/necesidad en los procesos históricos. La relación entre necesidad y
voluntad en el proceso histórico y la necesidad de aprehender esa relación para
reconstruir ese proceso histórico mediante el conocimiento científico (“Los
hombres hacen su historia, pero la hacen en condiciones determinadas”), está
presente como problema alrededor del cual gira la obra historiográfica de Thompson y
también The Making of the English
Working Class: cuando analiza cómo se construye la conciencia de clase Thompson se
plantea el problema que tiene todo análisis marxista de la realidad: ¿en qué
medida las condiciones objetivas están determinando la conciencia (el
conocimiento) que de su realidad tienen quienes producen el proceso histórico?
Finalmente una referencia al tema con que comienza esta
exposición: la utilidad de estos instrumentos teórico-metodológicos para el
investigador, a partir de mi propia experiencia.
La historiografía argentina sobre la clase obrera en la
década de 1930 sostenía (y quizás algunos todavía lo sostengan) que las décadas
de 1920 y 1930 fueron momentos en que menguó o desapareció la lucha y la misma
conciencia de clase de la clase obrera, diluida en los sectores populares. Si
uno siguiera el camino de Thompson y buscara conocer la conciencia de
la clase obrera en ese período debería ver qué decían sus líderes, cuáles eran
sus organizaciones e instituciones. Si uno sigue el camino de Marx,
buscaría conocer qué luchas protagonizó, cuáles fueron los enfrentamientos, las
confrontaciones, las batallas que libró, cómo lo hizo y qué se constituyó a
partir de esos enfrentamientos, cuál fue su estrategia. Siguiendo este último
camino es que la investigación hizo observable la huelga general del 7 y 8 de
enero de 1936, y todas las batallas libradas antes de ella en la década de
1930, que muestran que si algo no fue la década de 1930 es un período sin
lucha.
El éxito de Thompson como modelo en Argentina
parece exagerado en relación a su aporte: la economía moral de la multitud.
Quizás sólo es explicable si se lo toma dentro de los márgenes de la
corporación académica que, en general, desconoce prolijamente los escritos de Marx, Engels y
sus continuadores. Quizás también por la formación economicista que tendió a
predominar entre los historiadores vinculados con los partidos de izquierda en
las décadas de 1950 y en el economicismo caricaturesco que atribuyeron aMarx los
enemigos del socialismo.
Notas
1 Ejemplo de ese eclecticismo de moda es la obra de Charles
Tilly, y en particular su libro From
Mobilization to Revolution, Nueva York, Random House, 1978. Tilly atribuye
(erróneamente) a Marx un análisis de las clases en términos exclusivamente
económicos y sobre esa definición meramente económica de las clases sociales,
adosa una construcción inspirada principalmente por el liberalismo (John Stuart
Mill), articulada sobre la movilización de recursos y la oportunidad de grupos
de “gente común”. Partir de conjuntos de individuos (gente) como constituyentes
de los actores colectivos, y no de las clases sociales como constituyentes de
los individuos, permite explicar la “confianza en Mill” que manifiesta Tilly
(p. 48), lo que se refleja en la observación de motivaciones individuales más
que en las tendencias que rigen el movimiento de la sociedad.
2 Los textos corresponden a Thompson, E.P.: The Making of the English Working Class,
Londres, Penguin, 1991. La traducción es propia.
3 Ibid., pp. 8-9.
4 Ibid., p. 937.
5 Ibid., p. 9.
6 Es interesante contraponer a la concepción de Thompson,
los “cánones prácticos de investigación y
de observaciones particulares” propuestos por Gramsci para el análisis de
situaciones, en los que “la relación de fuerzas sociales (…) objetiva,
independiente de la voluntad de los hombres (…) puede ser medida con los
sistemas de las ciencias exactas o físicas”. Gramsci, Antonio: “Análisis de
las situaciones. Relaciones de fuerzas”, en Cuadernos
de la cárcel: Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el Estado moderno,
México, Juan Pablos, 1986, pp. 65-76.
7 Thompson, 1991, p. 217.
8 Ibid., pp. 9-10.
9 Thompson, E.P.: “La
economía moral de la multitud en la Inglaterra del siglo XVIII”, en
Tradición, Revuelta y Conciencia de Clase, Barcelona, Crítica, 1979, pp.
62-134.
10 Rudé, George: Revuelta
popular y conciencia de clase, Barcelona, Crítica de Grijalbo, 1981, pp.
32-48.
11 Marx, Karl: El 18
Brumario de Luis Bonaparte, Moscú, Progreso, s.f; p. 100-101. El subrayado
es nuestro.
12 Ibid.
13 Marx, Karl: Miseria
de la Filosofía, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, p. 158.
14 Marx, Karl y Engels, Friedrich: La Ideología Alemana, Montevideo, Pueblos Unidos, 1968, pp. 60-61.
15 Marx, Karl y Engels, Friedrich: La Ideología Alemana; Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos, 1968;
pp. 60-61.
16 Es la capacidad de conocer lo que, en principio,
distingue a la especie humana del resto del reino animal. No existe acción
humana que no involucre algún grado de conciencia de la realidad, con un grado
mayor o menor de aproximación a la realidad en la reconstrucción de ésta por el
pensamiento. No hay acción humana carente de algún grado de conocimiento
(conciencia) de la realidad.
17 Thompson, 1991, p. 59.