Julio Boltvinik | [Paul] Sweezy (basándose en ideas de J. Steindl) se
percató de que el exceso de capacidad instalada es eliminado en una rama
competitiva a través de la competencia de precios hasta que se hace necesaria
nueva inversión, y que, en cambio, en ramas oligopolistas, donde no hay
competencia de precios, el exceso de capacidad se vuelve permanente y se
desalienta la inversión, lo que para Steindl explica el estancamiento a largo
plazo de la acumulación de capital. También dijimos que todos estos elementos
estaban presentes en la
Teoría del
Desarrollo Capitalista (TDC) de Sweezy. Hay que añadir, siguiendo a
Michael Lebowitz (ML), que estos elementos no estaban integrados. La tarea de
integración habría sido, dice ML, tarea central del libro
El capital monopolista (edición en
español de Siglo XXI editores), de Paul Baran y Paul Sweezy (ByS), quienes
dicen que escribieron este libro por su insatisfacción con el análisis marxista
existente sobre todo por lo que se refiere a la estructura de los mercados
(incluida sus propias obras:
Teoría
del Desarrollo Capitalista de Sweezy y
La economía política del crecimiento de Baran). Fundamentan así el
término monopolista:
“Creemos que ha
llegado la hora de remediar esta situación y hacerlo de una manera radical y
explícita. Si hemos de seguir el ejemplo de Marx y hacer uso pleno de su
poderoso método analítico, no podemos contentarnos con parchar y modificar el
modelo competitivo que subyace a su teoría económica. Tenemos que reconocer que
la competencia, que era la forma predominante de relaciones de mercado en el
siglo XIX en Inglaterra, ha cesado de ocupar tal posición, no sólo en
Inglaterra sino en cualquier otra parte del mundo capitalista. Hoy, la unidad
económica típica en el mundo capitalista no es la pequeña empresa que produce
una fracción despreciable de un producto homogéneo para un mercado anónimo,
sino una empresa de gran escala que produce una porción significativa del
producto de una rama (o incluso de varias) y es capaz de controlar sus precios,
su volumen de producción, y los tipos y montos de sus inversiones. La unidad
económica típica tiene, en otras palabras, los atributos que se pensaba eran
exclusivos del monopolio. Es, por tanto, inadmisible ignorar al monopolio al
construir nuestro modelo económico y continuar considerando la competencia como
el caso general. Si intentamos entender el capitalismo en su etapa monopolista,
no podemos abstraer esta forma dominante ni introducirla como un mero factor
modificador: tenemos que incluirla en el centro mismo del esfuerzo analítico”
(pp.5-6, edición original en inglés, Monthly Review Press, Nueva York,
1966).
Las consecuencias teóricas de la adopción de esta postura
son enormes. En TDC (capítulo XV), Sweezy había manifestado su acuerdo con
Hilferding que la realización de la teoría de Marx de la concentración, de
las fusiones monopolistas, parecen resultar en la invalidación de la teoría del
valor de Marx. Sweezy añade que en condiciones de monopolio, las proporciones
de intercambio [entre mercancías] no coinciden con sus proporciones de tiempos
de trabajo incorporados. Esto requeriría mucha discusión. Por lo pronto, aclaro
que en la sección 6 (Precio de monopolio) del capítulo III (el problema del
valor cuantitativo), Sweezy había citado a Marx (vol. III de El Capital) al respecto: Cuando hablamos
de precio de monopolio queremos decir, de manera general, un precio que está
determinado sólo por el afán de los compradores de comprar y su solvencia,
independientemente del precio que es determinado por el precio general de
producción y por el valor del producto. Comenta Sweezy y añade:
“En otras palabras, el
control de la oferta por el monopolio, lo habilita para sacar ventaja de las
condiciones de demanda. Por tanto, la demanda adquiere una significación
especial, y tanto el precio como la cantidad producida (y la asignación del
trabajo) son diferentes de lo que hubiesen sido en un régimen de competencia.
Aún más, y éste es el más grave aspecto del monopolio desde el punto de vista
analítico, las discrepancias entre el precio de monopolio y el valor no están
sujetas a ninguna regla general, como sí es el caso de las discrepancias entre
precios de producción y valores…Las relaciones cuantitativas de valor son
perturbadas por el monopolio, pero las relaciones cualitativas de valor no lo
son. En otras palabras, la existencia del monopolio no altera las relaciones
sociales básicas de la producción de mercancías…Ni cambia la conmensurabilidad
esencial de las mercancías. Esto es, el hecho que cada una representa una
cierta porción del tiempo de la fuerza total social de trabajo. Esto es
importante, pues significa que incluso bajo las condiciones monopólicas,
podemos continuar midiendo y comparando mercancías en términos de unidades de
tiempo de trabajo, a pesar del hecho que las relaciones cuantitativas precisas
implicadas en la ley del valor ya no prevalecen”. (p. 55, edición en
inglés; en español, pp. 75-76
Sweezy es contundente al decir que el capitalismo
monopolista sigue siendo, en esencia, el mismo capitalismo, pero es ambiguo en
cuanto a la dimensión cuantitativa. En el capítulo XV de TDC resume los más
importantes efectos del monopolio en el funcionamiento económico capitalista:
1) suben los precios de las mercancías monopolizadas;
2) la tasa de ganancia única de la competencia es sustituida
por una jerarquía de tasas de ganancia: más altas en los sectores más
monopolizados;
3) aumenta, en general, la tasa de acumulación y se acentúan
las tendencias a la baja de la tasa promedio de ganancia y al subconsumo;
4) se bloquea la inversión en las industrias monopolizadas y
se aglomera el capital donde hay mayor competencia, lo que lleva a que la tasa
de ganancia pertinente para las decisiones de inversión sea más baja;
5) se fortalece el sesgo de la tecnología capitalista a
ahorrar mano de obra;
6) Los costos de venta suben, lo que crea puestos de trabajo
improductivo y lleva a la baja de las ganancias monopólicas extraordinarias, al
aumento del consumo y a la baja de la tasa de acumulación.
Lo anotado en el punto 6 tiende a compensar lo anotado en
3), 4) y 5), pero lo hace llevando no al desarrollo de las fuerzas productivas
sino desviando los recursos a usos socialmente innecesarios y al desperdicio.
En 1971, Sweezy impartió las Marshall
Lectures en la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, y volvió al
tema del capitalismo monopolista:
“¿Qué pasa si
insertamos el monopolio en este modelo [de acumulación de Marx]? Si tomamos el
valor de la fuerza de trabajo como magnitud irreductible, el único efecto del
monopolio será la redistribución de la plusvalía de los sectores más
competitivos a los más monopólicos. Incluso esto puede aumentar la tasa de
acumulación, puesto que concentra plusvalía en menos manos, y los que reciben
más acumulan una mayor proporción que los que reciben menos, acelerando la
emergencia de problemas de sobreacumulación. Kalecki dio un paso más, argumentó
que el monopolio no sólo concentra la plusvalía sino también aumenta el monto
de plusvalía a expensas de los salarios… Si el monopolio se introduce no en una
única ocasión, sino como una fuerza secular creciente, entonces el proceso de
acumulación en su conjunto puede sesgarse permanente y crecientemente hacia la
sobreacumulación y el estancamiento… El tema fue retomado por Steindl. La
pregunta que éste se propuso contestar fue por qué la economía de EU permaneció
en un estado profundo de depresión durante toda la década de 1930… Demostró que
el crecimiento del monopolio… debe tener un importante efecto retardador en el
proceso de acumulación de capital, lo que sólo puede significar una tendencia
creciente al estancamiento … Con esto, me parece que los fundamentos de una
adecuada teoría, esencialmente marxista, del capital monopolista fueron
firmemente sentados”. (Paul Sweezy, On the Theory of Monopoly Capitalism, revista Monthly Review, abril,
1972, pp. 14-15).