Claude Gabriel | El
pasado mes de diciembre, el sindicato de la metalurgia (NUMSA) celebró un
congreso de ruptura con la central histórica COSATU acusándole de apoyar la
política liberal de la coalición en el poder formada por el ANC y el Partido
Comunista. Este 11 de febrero, la dirección de la COSATU acusa recibo de esta
ruptura y pone en el orden del día la expulsión del sindicato disidente. En su
declaración, se destaca un argumento muy particular para ratificar la escisión
sin otra tentativa de mantener la unidad sindical: el NUMSA ha decidido
suspender su cotización económica
(levy)
al COSATU... y al Partido Comunista.
Una extraña relación
La llegada al poder del ANC en 1994 se hizo bajo la
cobertura de una “coalición” con el Partido Comunista sudafricano y la central
sindical mayoritaria COSATU. La aceptación de esa combinación por la clase
dirigente blanca y sus apoyos internacionales parecía justificarse por el alto
nivel de conflictividad social que había conocido el país desde el fin de los
años 1970. Los largos años de negociaciones que habían precedido habían dado el
tiempo necesario a los protagonistas para alcanzar un acuerdo de fondo sobre el
sistema económico, el mantenimiento de la propiedad industrial y sobre el
programa de
“reconstrucción”. Pero había que vender el cambio a las poblaciones
negras en nombre de la “revolución democrática” e incluso del socialismo,
terminología masivamente utilizada en las luchas obreras y en las de los
townships (Las barriadas depauperadas en
las que vivía la población negra: Ndt). Proclamando la existencia de una
coalición tripartita en la que el sindicato y el PC proclamaban a voz en grito
su defensa del socialismo, la ilusión estaba garantizada.
Pueden existir todo tipo de coaliciones. Pero ésta tiene su
particularidad: el PC está financiado por los sindicatos. Los locales del
partido están situados en el edificio del COSATU y pagados por éste. La ósmosis
entre direcciones sindicales y estado mayor del PC es total, todo ello bajo el
paraguas benevolente del ANC y por tanto también del gobierno, que se
aprovechan de esta relación orgánica con la “clase obrera” y “su partido”.
El cálculo se reveló rápidamente caduco. En algunos meses,
la corrupción se tragó a dirigentes sindicales y cuadros del PC: eran
incontables los antiguos secretarios generales convertidos en business man, dirigentes de fondos de
pensiones o felices propietarios de acciones de las empresas mineras. Pero el
aliento de la libertad y la esperanza nacida de las luchas precedentes
limitaban la lucidez de la gran mayoría. Fue preciso esperar al reemplazo de
Mandela por Mbeki y sobre todo la llegada de Zuma a la presidencia para que los
hechos se impusieran a una parte importante de la población. Lo que refleja,
por lo demás, la decisión de ruptura del NUMSA.
Esa política está a punto de fracasar y es una oportunidad.
Ha sido demasiado para un país entregado a las políticas liberales. Cada vez es
más difícil pretender gobernar en nombre del pueblo y de los oprimidos, en
particular tras el asesinato por la policía de 34 mineros huelguistas en
Marikana en 2012. Todo el montaje burocrático hace aguas. Con la salida del
NUMSA, otros van a seguirle. Pero, ¿cómo se ha llegado a esa situación? La
historia es vieja y se confunde con la del estalinismo.
Una larga trayectoria
estalinista
El PC sudafricano fue fundado en 1921. Muy rápidamente se
sumará a las tesis políticas estalinistas. Durante treinta años, en su mayoría
estuvo compuesto de blancos, pero no exclusivamente. Cuando, tras la segunda
guerra mundial, las luchas de emancipación estallan en todo el mundo, se acerca
al movimiento nacionalista negro, el African National Congress; hasta el punto
de morder en sus filas e influenciar en su elaboración política. De ese modo,
varios temas van a pasar del PC hacia el ANC. En primer lugar (comienzo de los
años 1960) fue la muy discutible decisión de la “lucha armada” (con su parte de
mimetismo del modelo argelino entre otras cosas). Esta decisión, que se redujo
muy rápidamente a una simple propaganda armada (esencialmente, puesta de
algunos explosivos), tenía dos consecuencias que interesaban directamente a
Moscú en esta región (muy cerca de las luchas armadas del MPLA en Angola y del
FRELIMO en Mozambique): de una parte posicionarse como proveedor de armas y de
otra como prestador de entrenamiento militar y político en los campos situados
en el exterior de África del Sur y alimentados por la llegada constante de
militantes que venían del interior.
La segunda aportación, si se puede decir así, de Moscú vía
PC fue la de la teoría del “colonialismo de un tipo especial”, especie de apaño
local de la teoría de la “revolución democrática”. Puesto que África del Sur no
era, según el PC, más que un país colonial tardío, aunque con la presencia de
una real clase dirigente blanca local, primero había que luchar por un Estado
democrático libre de leyes raciales, antes de plantear la cuestión social. La
Carta de la Libertad, el programa del ANC, participaba de este planteamiento
aún si a ciertas miradas podía aparecer más radical planteando la
reivindicación de las nacionalizaciones y de la reforma agraria.
Cuando el movimiento de masas salió a la ofensiva a
comienzos de los años 1980, el PC se había convertido más o menos en una
especie de pez piloto del ANC, principalmente en las bases exteriores de
Angola, Zambia y Londres. El futuro presidente Mbeki, por ejemplo, fue miembro
de su Comité Central. El PC se planteaba como representante, único
evidentemente, de la “clase obrera” en el seno del futuro dispositivo
democrático. Fue en nombre de ese monopolio proletario como, entre 1982 y 1986,
apareció en primera línea para denunciar (ya entonces) a los sindicalistas
independientes que se atrevían a desafiar la línea del ANC defendiendo una
perspectiva socialista y la idea de un partido de los trabajadores bajo la
influencia del ejemplo brasileño. “Economicistas”, “izquierdistas”,
“revolucionarios de salón” constituían el arsenal de caracterizaciones del PC a
propósito de esos sindicalistas.
Pero las cosas se fastidiaron puesto que el movimiento
popular adquiría amplitud. El renaciente sindicalismo sudafricano ganaba en
influencia planteando la cuestión de la explotación social de los negros. El PC
dio entonces un viraje radical para presentarse como el defensor del
socialismo. Autoproclamándose el único partido de vanguardia y representante
del proletariado, cubría así el flanco izquierdo del ANC cuando se
multiplicaban las huelgas en las minas y las empresas.
Sin embargo, la ironía quiso que este viraje oportunista se
realizara cuando comenzaban las negociaciones entre Mandela, en prisión, el ANC
en el exilio y los grandes patronos sudafricanos, en un entorno mundial marcado
por la perestroika de Gorbachov y las grandes negociaciones Este-Oeste. El PC
jugó entonces un papel poco lúcido. En el interior, existía una campaña de
boicot escolar con la consigna de “no hay educación sin liberación”. Ese
movimiento, encuadrado de forma diferente según los lugares, tomó rápidamente
un curso muy anárquico y numerosos padres comenzaron a refunfuñar viendo a sus
niños ir así al asalto del sistema en medio de un gran desorden político y
organizativo. El PC mantenía entonces una propaganda totalmente delirante:
hablando de “zonas liberadas” y de doble poder, evocando la existencia de
tribunales populares en los barrios... Posición extraña, cuando estaba
implicado en negociaciones en las alturas que apuntaban sencillamente a poner
en pie una transición pacifica, muy alejada incluso de las reivindicaciones de
la famosa Carta de la Libertad.
El fin de una historia
Fue en este contexto que el PC accedió al poder al lado del
ANC, con múltiples afiliaciones cruzadas entre las dos estructuras. Por un
lado, participaba en los compromisos con la patronal y el antiguo partido en el
poder y, del otro, se aprovechaba del aliento socialista nacido en el
movimiento popular de los años 1980. Y con él, aportaba el control total de la
dirección del COSATU. El PC autoproclamaba el lazo indefectible y orgánico
entre el “partido de vanguardia” del proletariado y el sindicato. ¡Razón de
más, realmente, para hacerse financiar por las cotizaciones sindicales! Esta
postura altamente estaliniana, burocrática y corruptora ha dado lugar a una
crisis abierta.
Sin embargo, sería muy interesante para la dirección del
NUMSA, ya fuera de esta trampa, no reproducir el mismo esquema, entre el futuro
partido obrero que llama a construir y la recomposición sindical en curso. Debe
sacar las lecciones de su historia reciente por ella misma, no simplemente
explicarla por la traición del PC y de la dirección de la COSATU. Es necesaria
una evaluación profunda de los fenómenos burocráticos, así como de la relación,
autodenominada orgánica, entre partido y sindicato. ¡Atención a las
autoproclamaciones “marxistas-leninistas” cuando se dirige a centenares de
miles de obreros con poca relación con la historia del comunismo europeo!
Por el momento, la dirección del NUMSA invita a las fuerzas
-que podríamos calificar de izquierda radical- a discutir sobre el futuro y la
reconstrucción de un movimiento obrero. Lo hace sin sectarismo, incluso si en
sus escritos la frontera entre sindicato y partido sigue siendo muy vaga. Por
tanto, no llamará a votar por la coalición en el poder y también deja de
financiar al PC. Todo el mundo está de acuerdo en decir que el ANC saldrá
vencedor, pero esta vez por poco, debido a la gran desilusión y la consiguiente
abstención.
Esta ruptura es un acontecimiento de una gran amplitud que
se acumula con la masacre de Marikana. Cualquiera que sea su dinámica futura,
ilustra anunciado el fin, lamentable y tortuoso, de un partido estalinista.
Traducción del francés por Faustino
Eguberri