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Karl Marx & Friedrich Engels en la imprenta de la Rheinische Zeitung, en la ciudad de Colonia | Museo Marx & Engels, Moscú ✆ E. Chapiro |
Roman Rosdolsky | El
pasaje en cuestión se refiere a la actitud de los trabajadores hacia su país.
Dice: “Además, se acusa a los comunistas de buscar la abolición de los países y
la nacionalidad. Los trabajadores no tienen patria. No podemos quitarles
aquello que no tienen. Dado que ante todo el proletariado debe obtener la
supremacía política, constituirse a sí mismo en nación, es, hasta este punto,
nacional en sí mismo, aunque no en el sentido burgués del término.
Día a día se desvanecen las diferencias nacionales y los
antagonismos entre los pueblos, debido al desarrollo de la burguesía, a la
libertad de comercio, al mercado mundial, a la uniformidad del modo de
producción y a las condiciones de vida que corresponden al mismo. La supremacía
del proletariado las hará desaparecer aún más rápidamente. Una de las primeras
condiciones de la emancipación del proletariado es la acción unida de por lo
menos los países civilizados líderes.
En la medida que se ponga término a la explotación de un
individuo por otro, también se pondrá término a la explotación de una nación
por otra. En la medida que el antagonismo de clases dentro de la nación se
desvanezca, llegará a su fin la hostilidad de una nación a otra”. (1) Y en una
página anterior, el “Manifiesto” afirma: “La lucha del proletariado con la
burguesía es ante todo, en forma aunque no en sustancia, una lucha nacional. El
proletariado de cada país debe, por supuesto, arreglar cuentas ante todo con su
propia burguesía”.
(2) La literatura socialista ha citado estos pasajes en
innumerables ocasiones, generalmente para justificar la actitud negativa del
movimiento obrero socialista hacia el patriotismo burgués y el chauvinismo. Sin
embargo, a menudo se ha intentado atemperar el fuerte lenguaje de estos
pasajes, para darles un sentido opuesto, un sentido nacionalista.
Podemos citar como ejemplo a H. Cunow, el bien conocido
teórico de la socialdemocracia alemana. Analiza los pasajes arriba citados en
su libro sobre: “Las teorías de la historia, la sociedad y el estado en Marx”.
Según Cunow, todo lo que Marx y Engels pretendían afirmar era que: “Hoy (1848),
el trabajador no tiene país, no forma parte de la vida de la nación, no tiene
participación en su riqueza material y espiritual. Pero llegará el día en que
los trabajadores obtengan el poder político y adquieran una posición dominante
en el estado y la nación; y entonces, cuando por así decir [?] se hayan
constituido en la nación, también serán nacionales y se sentirán nacionales,
aún cuando su nacionalismo será [!] tipo diferente al de la burguesía”.(3)
Esta interpretación de Cunow (4) tropieza con una frasecita,
la frase “hasta este punto” (“Dado que ante todo el proletariado... debe
constituirse así mismo en nación, es, hasta este punto, nacional en sí
mismo”), indicativa de que ni Marx ni Engels esperaban que el proletariado se
mantuviera “nacional” para siempre...
La interpretación de Cunow se convirtió en la interpretación
normal de la literatura reformista; pero después de la Segunda Guerra Mundial
también encontró aceptación en el campo comunista. Así, leemos en la
“Introducción” a la edición del “Manifiesto” vienesa de la Stern-Verlag (1946):
“Cuando en el Manifiesto Comunista Marx afirma que ‘Dado que ante todo el
proletariado debe obtener la supremacía política, transformarse en la clase
dirigente de la nación, constituirse a sí mismo en nación, es, hasta este
punto, nacional en sí mismo' debemos entender que en nuestra época la clase
trabajadora actúa como clase nacional, como columna vertebral de la nación en
el combate contra el fascismo y por la democracia. La clase trabajadora de
Austria lucha hoy para ganar su patria austriaca, para crear una Austria
independiente, libre y democrática”. (5)
Esta interpretación no solamente equivale a la de Cunow,
sino que va más allá aún. En completa contradicción con estas interpretaciones
nacionalistas se encuentra lo que Lenin escribió en su famoso ensayo ‘Karl
Marx': “La nación es un producto necesario, y la forma inevitable, en la época
burguesa de desarrollo social. La clase trabajadora no puede fortalecerse,
madurar y consolidar sus fuerzas sino constituyéndose en la nación', sin ser
'nacional' ('aunque no en el sentido burgués de la palabra'). Pero el
desarrollo del capitalismo tiende a derribar las fronteras nacionales, desecha
el aislamiento nacional, reemplaza los antagonismos nacionales por antagonismos
de clase. En los países capitalistas más desarrollados es perfectamente cierto
que 'los trabajadores no tienen patria' y que la 'acción unificada' de los
trabajadores, al menos en los países civilizados, ‘es una de las primeras
condiciones para la emancipación del proletariado’”. (6)
Pero ni siquiera la interpretación de Lenin termina de ser
satisfactoria. Mientras que, según “El Manifiesto”, el proletariado, incluso
después de obtener la supremacía política, será “hasta este punto, nacional en
sí mismo”, Lenin restringe este “ser nacional” a los inicios del movimiento de
la clase trabajadora, antes de su 'mayoría de edad'. En una sociedad
capitalista completamente desarrollada, dice Lenin, los trabajadores tendrán
menos patria que nunca...
Hasta aquí las diversas interpretaciones de los pasajes
citados del “Manifiesto”.
No puede parecer extraño que cierta cantidad de autores socialistas
hayan intentado encontrar su verdadero significado. Mucho más extraño es que a
lo largo del tiempo estos pasajes se hayan transformado en una especie de
Credo, que se hayan deducido de ellos consignas programáticas de largo alcance
incluso cuando no se terminan de entender las palabras del “Manifiesto”... Esto
se aplica especialmente a la afirmación de que los trabajadores “no tienen
patria”. Era mucho más fácil repetirla mecánicamente que explicar esta oración
tan simple en apariencia y ponerla de acuerdo con la práctica cotidiana de los
partidos socialistas (y luego los partidos comunistas).
Y, desafortunadamente, esta práctica parecía desmentir cada
vez más a los autores del “Manifiesto”...
II
¿Qué significan, entonces, en realidad, las proposiciones
del “Manifiesto”?. ¿En qué sentido “no tienen patria” los trabajadores, y cómo
es que, pese a todo, aún después de obtener la supremacía, seguirán siendo “hasta
este punto, nacionales”? Parecería que para responder esta pregunta debemos
ante todo examinar la terminología del “Manifiesto”. Es bien sabido que los
términos 'nación' y 'nacionalidad' no tienen siempre y en todas partes el mismo
sentido. En inglés y francés, por ejemplo, se suele entender por una 'nación'
la población de un estado soberano, y se toma el término 'nacionalidad' sea
como un sinónimo de 'ciudadanía' o como designación de una mera comunidad de
ascendencia y lenguaje (un 'pueblo'... como el 'Volk' alemán); en cambio, en
Alemania y Europa Oriental ambos términos hacen referencia ante todo a
comunidades de ascendencia y lenguaje. (7)
Marx and Engels, especialmente en sus escritos tempranos,
seguían casi siempre el uso francés e inglés. En primer lugar, utilizaban la
palabra 'nación' para designar a la población de un estado soberano
(excepcionalmente, también aplicaban este término a pueblos 'históricos', como
los polacos, que – temporalmente - habían sido privados de su propio estado).
‘Nacionalidad’, por el otro lado, significaba para ellos: sea (a) perteneciente
a un estado, es decir, un pueblo que poseía un estado; sea (b) una mera
comunidad étnica. Coherentemente, este es prácticamente el único término que
usan para los así llamados 'pueblos sin historia', como los eslavos austriacos
(checos, croatas, etc.) y los rumanos o para los 'restos de pueblos' como los
gaélicos, bretones y vascos... ¡Y precisamente este concepto de 'nacionalidad',
en fuerte contraste con el de 'nación' (por el cual Marx y Engels entendían un
pueblo que poseía un estado propio y por lo tanto su propia historia política),
era muy característico de su terminología. Citamos algunos ejemplos: Los
gaélicos de las Tierras Altas (Highland Gaels) y los galeses [escribía Engels
en el periódico “The Commonwealth” en 1866] son sin duda de nacionalidades
diferentes a lo que son los ingleses, aunque nadie daría por estos remanentes
de pueblos que hace mucho han perdido el título de naciones más que por los
habitantes célticos de la Bretaña francesa... (9)
Y en el artículo “Alemania y el paneslavismo” (1855) dice
que: “Podemos distinguir dos grupos de eslavos austriacos. Uno consiste de
remanentes de nacionalidades, cuya propia historia pertenece al pasado y cuyo
desarrollo histórico actual está atado al de naciones de raza y lengua
diferentes... En consecuencia, aunque estas nacionalidades viven exclusivamente
sobre suelo austriaco, en modo alguno se constituyen como naciones diferentes”.
(10)
En otro sitio, Engels afirma: “Ni Bohemia ni Croacia poseían
la capacidad de existir por sí mismas. Sus nacionalidades, minadas gradualmente
por factores históricos que provocan su absorción por razas más vigorosas, sólo
pueden esperar la recuperación de algún tipo de independencia si se vinculan
con otras naciones eslavas' (aquí Engels se está refiriendo a Rusia)”. (11) El
artículo citado de “The Commonwealth”, revela cuánta importancia asignaba
Engels a la diferenciación terminológica de los conceptos de 'nación' y de
'nacionalidad'; hace allí una tajante distinción entre las cuestiones
'nacional' y 'de nacionalidades', entre el principio 'nacional' y el principio
de las 'nacionalidades'. Aprobaba solamente el primero y rechazaba
vigorosamente el segundo. (Como se sabe bien, Marx y Engels se equivocaban al
negar futuro político a los 'pueblos sin historia': checos, eslovacos, serbios,
croatas, eslovenos, ucranianos, rumanos, etc. (12))
III
También en el “Manifiesto Comunista” encontramos diversas
instancias de este uso terminológico. Por ejemplo, cuando habla de que 'el
desarrollo del capitalismo mina las industrias nacionales'(13), es evidente que
hace referencia a industrias confinadas al territorio de un estado dado. Por
supuesto, deben entenderse en el mismo sentido las ‘Nationalfabriken’
(‘fábricas propiedad del Estado’, en la versión inglesa) a las que se hace
referencia al final de la segunda sección. Y cuando en la oración ‘Provincias
independientes, o apenas si conectadas tenuemente, con intereses, leyes,
gobiernos y sistemas impositivos distintos, terminan agrupadas en una nación,
con un gobierno, un código de leyes, un interés nacional de clase, una frontera
y una tarifa aduanera’ (14), las palabras 'nación' y 'nacional' hacen evidente
referencia al estado, al pueblo que tiene un estado, y no a la nacionalidad en
el sentido de la ascendencia y el lenguaje. Finalmente, cuando en el
“Manifiesto” Marx y Engels hablan de la lucha 'nacional' del proletariado, lo
hacen en un sentido bastante diferente al que le dan las interpretaciones
reformistas o neoreformistas... El siguiente párrafo, que retrata el origen de
la lucha proletaria, lo aclara: “Al principio la lucha la llevan adelante
trabajadores individuales, luego los trabajadores de una fábrica, más adelante
los miembros de una rama de la producción, en una localidad, contra el burgués
individual que los explota directamente... Era precisamente este contacto el
que hacía falta para centralizar las numerosas luchas locales, todas del mismo
carácter, en una lucha nacional entre clases”. (15) Aquí, la lucha 'nacional'
del proletariado, es decir el combate planteado a nivel del estado entero, se
hace directamente igual a la lucha de clases, dado que sólo semejante
centralización a escala del estado podía oponer los trabajadores como clase a
la clase de la burguesía, dándole a estos combates la marca de combates
políticos(16). Volviendo al párrafo citado al inicio, cuando Marx y Engels
afirman que la lucha del proletariado contra la burguesía es “ante todo
nacional”, lo que tienen en mente es, con toda evidencia, una lucha que se
lleva a cabo en primer lugar en el marco de un solo estado, como lo prueba la
razón ya dada de que “el proletariado de cada país debe, por supuesto, arreglar
cuentas ante todo con su propia burguesía”. Pero desde este punto de vista la
afirmación de que el proletariado debe elevarse a “clase dirigente de la
nación”, de que debe constituirse como “la nación”, toma igualmente un
significado muy definido. Afirma que al principio el proletariado debe guiarse
por las fronteras existentes, llegar a ser la clase dirigente dentro de
los estados existentes. Es por eso que al principio será “hasta ese punto,
nacional...”, aunque “no en el sentido burgués de la palabra”; porque el
objetivo que se impone la burguesía es la separación entre los pueblos y la
explotación de las naciones extranjeras por la propia. Por otro lado, la clase
trabajadora victoriosa laborará desde el principio por la eliminación de las
hostilidades y antagonismos nacionales entre los pueblos.
Ejerciendo su hegemonía, creará las condiciones bajo las
cuales “en la medida que el antagonismo de clases dentro de la nación se
desvanezca, llegará a su fin la hostilidad de una nación a otra”. Desde este
punto de vista, y solamente desde él, se puede entender lo que quería decir el
joven Engels cuando escribía sobre la 'abolición' o 'aniquilación' de la
nacionalidad: no por cierto la 'abolición' de las comunidades étnicas y
lingüísticas existentes (¡esto hubiera sido absurdo!), sino de las
'delimitaciones políticas de los pueblos.’(17) En una sociedad donde (en las
palabras del “Manifiesto”) “el poder público perderá su carácter político” y el
estado como tal se marchitará no puede haber lugar para 'estados nacionales'
separados...
IV
Creemos que nuestro análisis de la terminología del
“Manifiesto” es más que un intríngulis filológico. Ha demostrado que los
pasajes en cuestión se refieren ante todo a la 'nación' y la 'nacionalidad' en
el sentido político, y por lo tanto no se compadecen con las interpretaciones
anteriores. Esto se aplica especialmente a la sumamente arbitraria y sofística
explicación de Cunow, quien trató de deducir del “Manifiesto” un 'nacionalismo
proletario' específico y de reducir el internacionalismo del movimiento
internacional de la clase trabajadora a un deseo de 'cooperación internacional
entre los pueblos’ (18).
Pero el “Manifiesto” tampoco predicaba la indiferencia
proletaria frente a los movimientos nacionales, la práctica de una especie de
'nihilismo' en cuestiones de nacionalidad. Cuando el “Manifiesto” afirma que
los trabajadores “no tienen patria”, está haciendo referencia al estado
nacional burgués, no a la nacionalidad en el sentido étnico. Los trabajadores “no
tienen patria” porque, según Marx y Engels, deben tomar al estado nacional burgués
como una maquinaria dirigida a su opresión (19); ¡y después de haber tomado el
poder seguirán sin 'tener patria' en el sentido político, en la medida que los
diversos estados-nación socialistas serán solamente una etapa de transición en
el camino hacia la sociedad sin clases y sin estado del futuro, dado que la
construcción de semejante sociedad solamente es posible a escala internacional!
De este modo, la interpretación 'indiferentista' del
“Manifiesto” tan usual en los círculos marxistas 'ortodoxos' carece de
justificación. El hecho de que esta interpretación haya causado, en general,
poco daño al movimiento socialista, y de que en cierto sentido hasta lo haya
promovido, se debe a un hecho circunstancial: que -aún cuando de un modo
distorsionado- reflejaba la tendencia inherente del movimiento obrero al
cosmopolitismo (20), su esfuerzo por superar la estrechez de miras nacional y
las “separaciones y antagonismos nacionales entre los pueblos”. En este
sentido, sin embargo, estaba mucho más cerca del espíritu del marxismo y del
“Manifiesto” que la interpretación nacionalista de Bernstein, Cunow y otros.
Notas
1) Marx and
Engels, The Communist Manifesto (International Publishers, 1948), p.28.
2) Ibid.,
p.20.
3) Die
Marxsche Geschichts-, GeseIlschafts- und Staatatheorie, vol. 2, p.30.
4) Cunow no fue el primero en interpretar el “Manifiesto” en
este sentido. Esta innovación reformista, al igual que muchas otras, se origina
en el fundador del revisionismo, E. Bernstein. En un artículo sobre 'La
socialdemocracia alemana y el embrollo turco'(“Neue Zeit”, 1896-7, no. 4, pp.
111ff) afirma que: “La proposición de que el proletario no tiene patria se
corrige donde y cuando puede participar como ciudadano de todo derecho en el
gobierno y la legislación de su país, y puede modificar las instituciones según
sus deseos, y en la medida en que puede hacerlo”.
5) La idea de que los trabajadores austriacos podrían haber
querido luchar por el socialismo en su país ni siquiera parece habérsele
ocurrido al autor de la ‘Introducción’...
6) V.I.
Lenin, The Teachings of Karl Marx (International Publishers, 1930), p.31.
7) Sobre el tema, afirma K. Kautsky: “El concepto de nación
es igualmente difícil de delimitar. Y el hecho de que la misma palabra denote
dos formaciones sociales diferentes, y que dos palabras diferentes denoten la
misma formación no disminuye, precisamente, la dificultad. En Europa
Occidental, con su vieja cultura capitalista, el pueblo de cada estado se
siente estrechamente unido al mismo. Allí, se denomina 'la nación' a la
población de un estado. Es en este sentido que, por ejemplo, hablamos de la
nación belga. Cuanto más nos internamos hacia el Este europeo, son más
numerosas las porciones de la población de un estado que no desean pertenecer
al mismo, que constituyen comunidades nacionales dentro del mismo y por sí
mismas. También se las llama 'naciones' o 'nacionalidades'. Sería recomendable
aplicarles solamente el últim término.”(Die materialistische
Geschichtsauffassung, vol. 2, p.441.)
8) Compárese con el discurso de Marx sobre Polonia, fechado
el 22 de febrero de 1858: ‘Los tres poderes [o sea Prusia, Austria y Rusia] siguieron
el curso de la historia. Cuando en 1846 incorporaron Cracovia a Austria,
confiscaron las últimas ruinas de la nacionalidad polaca...” (MEGA, vol. 6,p.
408; see also Gesammelte Schriften, vol. 1, p.247). También aquí, como en
muchos otros pasajes de Marx y Engels, no se entiende por 'nacionalidad' otra
cosa que el gobierno.
9)Grünbergs
Archiv, vol.6, p. 215ff.
10)Gesammelte
Schriften, vol.1, p.229.
11)
Revolution und Kontrerevolution in Deutschland, pp.62ff.
12) Véase mi monografía: ‘Fr. Engels und das Problem der
“geschichtslosen” Völker’, in Archiv für Sozialgeschichte vol. 4, pp. 87-282.
[Publicada ahora como; “Engels and the ‘Nonhistoric’ Peoples: The National
Question in the Revolution of 1848” (n. pub.: Critique Books, 1986).]
13) The
Communist Manifesto, p.12.
14) Ibid.,
p.13.
15) Ibíd., pp. 17-18.
16) Compárese con “La ideología alemana”: “Precisamente
porque la burguesía ya no es un estamento sino una clase, se ve obligada a
organizarse nacionalmente y ya no
localmente, dándole a sus intereses promedio una forma
general”.(MEGA, vol. 5, p.52).
17) En el mismo sentido, Engels escribía en 1846: “Solamente
los proletarios pueden abolir la nacionalidad; solamente el proletariado en su
despertar puede permitir la fraternización de varias naciones” (MEGA, vol. 6,
p.460). DE un modo similar, en “La
ideología alemana”, se hace referencia al proletariado como
una clase que “ya es la expresión de la disolución de todas las clases,
nacionalidades, etc., dentro de la sociedad del día de hoy... dentro de la cual
ya está abolida la nacionalidad” (Ibíd., vol. 5, pp.60 y 50; y cf. Ibíd., vol.
5, p.454).
18) El máximo error en la lectura del “Manifiesto” que hace
Cunow es quizás el contenido en la siguiente cita de su libro: ‘Y es igualmente
irrazonable sacar de la consigna "¡Trabajadores del mundo, uníos!" la
conclusión... de que Marx pretendía afirmar que el trabajador está afuera de la
comunidad nacional. No lo es menos deducir de la consigna "¡Periodistas,
médicos, filólogos, etc., uníos en sindicatos internacionales para llevar
vuestras tareas adelante!" que los miembros de estas asociaciones
profesionales deberían sentirse desvinculados de su nacionalidad...’ (Op. cit.,
vol. 2, p.29). Compárese con la “Crítica al programa del Gotha” hecha por Marx
en 1875, en cuyo punto 5 puede leerse que: “La clase trabajadora lucha por su
emancipación en primer lugar dentro del marco del estado nacional actual,
conciente de que el resultado necesario de sus esfuerzos, que son comunes a los
trabajadores de todos los países civilizados, será la hermandad internacional
de los pueblos”
Sobre el mismo tema, Marx afirmaba: 'Lassalle, en oposición
al “Manifiesto Comunista” y a todo el socialismo anterior, pensaba el
movimiento obrero desde el punto de vista nacional más estrecho. En esto lo
continúan -(¡y eso después de todo el trabajo realizado por la Internacional!).
Sin embargo es evidente por sí mismo que, para poder siquiera dar la lucha, la
clase trabajadora debe organizarse como clase en su propia casa y que la arena
inmediata de su lucha es su propio país. En la medida que su lucha de clases es
nacional, no en lo substancial, pero como dice el “Manifiesto Comunista” 'en lo
formal'. Sin embargo, el 'marco del estado nacional actual', por ejemplo el
Imperio Alemán, se encuentra, en sí mismo y a su vez, 'en el marco del sistema
de estados' desde el punto de vista económico. Cualquier hombre de negocios
sabe que el comercio alemán es al mismo tiempo comercio extranjero, y que la
grandeza de Herr Bismarck consiste, de seguro, precisamente en que persigue un
tipo de política internacional. ¿Y a qué reduce su internacionalismo el partido
de los trabajadores alemán? A la conciencia de que el resultado de sus
esfuerzos será la 'hermandad internacional de los pueblos', una frase tomada en
préstamo de la burguesa Liga de la Paz a la que se trata de hacer pasar
po equivalente de la hermandad internacional de las clases trabajadoras
en la lucha común contra las clases dominantes y sus gobiernos. ¡Por lo tanto,
ni una palabra sobre las funciones internacionales de la clase trabajadora
alemana!' (Selected Works, vol. 2, p.25f).
19) En uno de sus cuadernos de notas, Marx extrajo lo
siguiente de Brissot de Warville: “Hay una noción que sospechan solamente
aquellos que preparan planes educativos para el pueblo: que no puede haber
virtud desde que las tres cuartas partes del pueblo no tienen propiedad; porque
sin la propiedad la gente no tiene país, sin un país todo está en contra de
ella, y por su parte deben armarse contra todos... Dado que este es el lujode
las tres cuartas partes de la sociedad burguesa, se deduce que estas tres
cuartas partes no pueden tener religión, moral, ni apego al Gobierno...” (MEGA,
vol. 6, p. 617).
(20) En su carta a Sorge del 12 al 17 de septiembre de 1874,
Engels hablaba de los “intereses cosmopolitas comunes del proletariado”. Esto
contrasta vivamente con la connotación despreciativa que adquirió la palabra
'cosmopolita' en el vocabulario político de la Unión Soviética.
(*)[* “The Workers and the Fatherland: A Note on a Passage
in the Communist Manifesto”, International 4.2 (Winter 1977).] Este texto
–bastante olvidado- apareció publicado en la revista “Viento Sur”, y está
editado en pdf en alguna Web como “Andalucía libre”.
Nota del Editor
Roman Rosdolsky, autor de
diversas obras de historia, descubrió en una biblioteca neoyorquina un ejemplar
de los manuscritos de 1857-1858 de Marx reunidos bajo el título de ‘Grundrisse
der Kritik der politischen Okonomie’ (Elementos fundamentales para la crítica
de la economía política). Sabemos que esta obra, dada a conocer por vez primera
en 1939, permaneció prácticamente en el olvido hasta su reedición en 1953. A
partir de entonces los Grundrisse comienzan a ser tomados en cuenta por los
estudiosos del marxismo. Ya en los años sesenta se ubicaban en el centro de los
debates sobre la relación del Marx "maduro" con Hegel, el problema de
la enajenación, etc.
Desde que descubrió el libro
hasta la fecha de su muerte Rosdolsky dedicó una buena parte de sus esfuerzos a
redactar la obra ‘Génesis y estructura de El Capital de Marx’, que es una guía de lectura de los Grundrisse.
Contiene además importantes ensayos sobre los sucesivos planes que Marx tuvo en
mente para su "crítica de la economía política" y sobre diversos
problemas teóricos y políticos que pueden ser resueltos a juicio de Rosdolsky a
partir del estudio de los Grundrisse.