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Facsímil de una página manuscrita de El Capital
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Antoni Puig Solé | Marx señala, en primer lugar, que el
capítulo inaugural de El Capital, es
la actualización del escrito “Contribución
a la crítica de la economía política”, publicado en 1859. Luego, en relación
con este mismo capítulo, dice:
Los comienzos son
siempre difíciles, y esto rige para todas las ciencias. La comprensión del
primer capítulo, y en especial de la parte dedicada al análisis de la
mercancía, presentará por tanto la dificultad mayor. He dado el carácter más
popular posible a lo que se refiere más concretamente al análisis de la
sustancia y magnitud del valor . La forma de valor, cuya figura acabada es la
forma de dinero, es sumamente simple y desprovista de contenido. No obstante,
hace más de dos mil años que la inteligencia humana procura en vano desentrañar
su secreto, mientras que ha logrado hacerlo, cuando menos aproximadamente, en
el caso de formas mucho más complejas y llenas de contenido. ¿Por qué? Porque
es más fácil estudiar el organismo desarrollado que las células que lo
componen. Cuando analizamos las formas económicas, por otra parte, no podemos
servirnos del microscopio ni de reactivos químicos. La facultad de abstraer
debe hacer las veces del uno y los otros.
Aquí ya nos anticipa que la comprensión de la mercancía
obliga a desvelar tres elementos del Valor:
1. Su sustancia,
2. Su magnitud y
3. Su forma.
En cuanto a la explicación de las dos primeras (sustancia y magnitud del valor)
considera que ya la ha popularizado. Por contra, sobre la tercera o sea, la
forma del valor, advierte que la figura más acabada es la forma de dinero y que
es justamente la más sencilla y al mismo tiempo la más difícil de estudiar
“Porque es más fácil estudiar el organismo
desarrollado que las células que lo componen”. Por otra parte, su estudio,
y el de todas las formas económicas, debe abordarse con la abstracción.
Muchos creen que cuando una cosa es abstracta, entonces no
es real sino vaga o poco clara. Esta opinión ha sembrado la idea de que lo que
Marx explica en El Capital, es
incomprensible para la mayoría de los comunes. No esconderemos que El Capital presenta dificultades para el
lector, como el mismo Marx reconoce, pero estas dificultades son compartidas
por la mayor parte de las obras científicas y no deberíamos atribuirlas a la
utilización de la abstracción.
Entonces, ¿qué es para Marx la abstracción? Algo que permite
observar minuciosamente los fenómenos (reales) prescindiendo de sus contenidos
no esenciales. La abstracción debe hacer lo que en otros casos hace el
microscopio o el experimento químico.
Ya hemos visto como Marx ha hablado de las dificultades del
estudio de la célula, pero, ¿de qué célula nos habla? Lo explica a
continuación:
“Para la sociedad
burguesa la forma de mercancía, adoptada por el producto del trabajo, o la
forma de valor de la mercancía, es la forma celular económica.”
Aquí ya nos indica que de entrada está interesado en
estudiar la mercancía como producto del trabajo y que eso, ni más ni menos,
obliga a tratar de la forma de valor y que ésta es la forma económica celular.
A quien crea que esto es una sutileza, le advierte:
“Se trata, en efecto,
de minucias y sutilezas, pero de la misma manera que es a ellas a que se
consagra la anatomía micrológica.”
La anatomía micrológica de la que habla Marx, no tiene que
ver con la construcción teórica que la economía convencional ha hecho bajo el
nombre de “microeconomía”. Hace justamente lo contrario: descubrir lo que a
primera vista no se ve pero que forma parte del cuerpo (la mercancía en este
caso) y que es esencial.
Una vez nos ha aclarado que recurre a la abstracción y por
qué lo hace, Marx vuelve a comparar su modo de proceder con la del análisis
científico y nos dice:
“El físico observa los
procesos naturales allí donde se presentan en la forma más nítida y menos
oscurecidos por influjos perturbadores, o bien, cuando es posible, efectúa
experimentos en condiciones que aseguren el transcurso incontaminado del
proceso.”
Pero, ¿cuál es el proceso que quiere analizar? ¿Cuál es el
lugar adecuado para hacerlo? Lo aclara a continuación:
“Lo que he de
investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones
de producción e intercambio a él correspondientes. La sede clásica de ese modo
de producción es, hasta hoy, Inglaterra. Es éste el motivo por el cual, al
desarrollar mi teoría, me sirvo de ese país como principal fuente de ejemplos.”
Ahora bien. Marx alerta de que lo que ocurre con los
trabajadores industriales y agrícolas ingleses, no es un fenómeno aislado, y
dirigiéndose a los trabajadores de otros lugares les dice “¡A ti se refiere la historia!”.
Marx tiene interés en dejar claro que su análisis no es
coyuntural sino que quiere investigar las leyes de una forma de producción que
va a marcar todo un periodo de la historia de la humanidad y ya anticipa que el
desarrollo del capitalismo será desigual pero que se irá imponiendo por todas
partes.
“En sí, y para sí, no
se trata aquí del mayor o menor grado alcanzado, en su desarrollo, por los
antagonismos sociales que resultan de las leyes naturales de la producción
capitalista. Se trata de estas leyes mismas, de esas tendencias que operan y se
imponen con férrea necesidad. El país industrialmente más desarrollado no hace
sino mostrar al menos desarrollado la imagen de su propio futuro.”
Refiriéndose precisamente a la situación de Alemania, donde
entonces el capitalismo estaba menos desarrollado que en Inglaterra, explica
los perjuicios que puede comportar este retraso en el desarrollo.
“Donde la producción capitalista
se ha aclimatado plenamente entre nosotros, por ejemplo en las fábricas
propiamente dichas, las condiciones son mucho peores que en Inglaterra, pues
falta el contrapeso de las leyes fabriles. En todas las demás esferas nos
atormenta, al igual que en los restantes países occidentales del continente
europeo, no sólo el desarrollo de la producción capitalista, sino la falta de
ese desarrollo. Además de las miserias modernas, nos agobia toda una serie de
miserias heredadas, resultantes de que siguen vegetando modos de producción
vetustos, meras supervivencias, con su cohorte de relaciones sociales y
políticas anacrónicas. No sólo padecemos a causa de los vivos, sino también de
los muertos.”
Hay una consideración que merece una atención particular. Es
la siguiente:
“No debemos
engañarnos. Así como la guerra norteamericana por la independencia, en el siglo
XVIII, tocó a rebato para la clase media europea, la guerra civil
norteamericana del siglo XIX hizo otro tanto con la clase obrera europea. En
Inglaterra el proceso de trastocamiento es tangible. Al alcanzar cierto nivel,
habrá de repercutir en el continente. Revestirá allí formas más brutales o más
humanas, conforme al grado de desarrollo alcanzado por la clase obrera misma.”
No creo que valga la pena hablar de la diferenciación que
Marx hacen entre lo que llama la “clase media” y la “clase obrera”. En cambio,
vale la pena hacerlo sobre las razones por las que dice que se tocó a rebato.
Se trata de advertir que la clase obrera debe estar alerta y saber lo que le
viene encima con el desarrollo del capitalismo. Pero también insinúa que es, a
la vez, la clase llamada a cumplir una gran misión histórica.
¿Cómo trata
Marx la figura del capitalista?
“No pinto de color de
rosa, por cierto, las figuras del capitalista y el terrateniente. Pero aquí
sólo se trata de personas en la medida en que son la personificación de
categorías económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de
clase. Mi punto de vista, con arreglo al cual concibo como proceso de historia
natural el desarrollo de la formación económico-social, menos que ningún otro
podría responsabilizar al individuo por relaciones de las cuales él sigue
siendo socialmente una criatura por más que subjetivamente pueda elevarse sobre
las mismas.”
Para Marx, por tanto, no se trata de criminalizar al
personal o de buscar “los responsables”, sino de poner al descubierto las
características del sistema. Todo lo contrario de lo que se suele hacer hoy en
día, cuando se atribuye la explotación, las crisis, las guerras o los crímenes
que genera el capitalismo, a tal o cual persona, movida por la codicia, la
corrupción, la incompetencia… o la maldad y se pretende arreglarlo todo
sustituyéndolas por personas “honestas”.
En la parte final del prólogo Marx reconoce que el terreno
de la economía política es peligroso y que mueve “las más violentas, mezquinas y aborrecibles pasiones del corazón
humano: las furias del interés privado.”. Es evidente que ya era consciente
del odio que sobre él caería y los intentos de ignorar o tergiversar su obra a
los que se debería enfrentar. Sin embargo, Marx se muestra optimista y
considera que el sistema se verá afectado por la lucha de clases.
“Son signos de la
época, que no se dejan encubrir ni por mantos de púrpura ni con negras sotanas.
No anuncian que ya mañana vayan a ocurrir milagros. Revelan cómo hasta en las
clases dominantes apunta el presentimiento de que la sociedad actual no es un
inalterable cristal, sino un organismo sujeto a cambios y constantemente en
proceso de transformación.”