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Foto: Ernest Mandel |
Eric Toussaint |
La crisis que sacudió la RDA en 1989-90 y su
desenlace constituyen sin género de dudas un momento importante de la historia
del siglo XX [1]. Esta contribución
tiene por objeto formular comentarios sobre el análisis y la acción de Ernest
Mandel y de la IV Internacional respecto a la reunificación alemana, o más bien
respecto a la crisis política en Alemania del Este y su desenlace bajo la forma
de la reunificación alemana [2].
Ernest Mandel y las luchas políticas en Alemania
Sin querer escribir aquí la biografía de Ernest
Mandel, hay que señalar que siempre atribuyó a la lucha de clases en Alemania
un papel de muy primera importancia a escala europea y mundial. Fundaba esta
convicción en un análisis objetivo de la situación mundial, de las
correlaciones de fuerzas entre las grandes potencias, de la importancia de la
clase obrera alemana. Se implicó en el plano militante e intelectual en
la vida política alemana aunque su compromiso político principal se
desarrollara en Bélgica sobre todo desde finales de los años 1930 hasta
comienzos de los años 1970. Por otra parte, desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial, sus actividades de militante y luego de dirigente de la IV
Internacional ocuparon cada vez más lugar en su vida y le llevaron a recorrer
todo el planeta.
Su historia personal está ligada directamente a la
evolución de Alemania en el siglo XX: su padre era un espartakista alemán de origen judío. Trabajó en Berlín con Karl
Radek, miembro de la dirección de la Internacional Comunista, antes trasladarse
con su esposa a Amberes a comienzos de los años 1920.
Ernest Mandel nació en Frankfurt en 1923 donde su
madre había acudido para dar a luz. Pasó toda su juventud en Amberes donde se
hizo militante trotskista a la edad de 16 años (1939). Luchó, desde el comienzo
de la ocupación nazi, con su familia, para organizar la resistencia de los
judíos frente al genocidio. Participó activamente en la lucha contra el
ocupante nazi y contribuyó a reclutar para la IV Internacional en Bélgica a
soldados alemanes que habían desertado. Fue detenido en varias ocasiones por
los nazis, una de ellas cuando distribuía panfletos a los obreros de la
siderurgia de Lieja en 1943. Estuvo preso en Alemania donde su conocimiento del
alemán y su compromiso político le permitieron ligarse directamente a la
población, comenzando por sus carceleros excomunistas o exsocialistas. Fueron
ellos los que le ayudaron la primera vez a evadirse del campo nazi en el que
había sido internado.
Siguió de cerca el movimiento de 1953 en Berlín
Este. Durante el invierno de 1960-61, cuando jugaba un papel significativo en
la huelga general en Bélgica a la cabeza del semanario La Gauche,
tuvo que repartirse entre Bélgica y Alemania donde se desarrollaba un congreso
mundial de la IV Internacional.
Tras mayo 1968, fue objeto de una prohibición de
entrada en el territorio alemán (como consecuencia de las limitaciones de los
derechos fundamentales individuales adoptadas en la RFA contra los
simpatizantes y militantes de la extrema izquierda). Esto no le impidió
responder a la invitación de la Universidad Libre de Berlín Oeste donde dio
cursos en 1970-71. Fue entonces cuando escribió una de sus obras más
importantes Der Spätkapitalismus (publicado en español con el
título de El Capitalismo Tardío). Una docena de libros de Mandel
fueron publicados en Alemania (ver bibliografía al final). Algunos de ellos
fueron escritos en alemán y su primera edición fue alemana. Citemos Der
Spätkapitalismus (1972), Trotzky als Alternative (1992).
En 1989-1990, Ernest Mandel acudió en numerosas
ocasiones a Alemania para participar en importantes mítines públicos (en
particular con Gregor Gisy, exdisidente del SED, convertido en el curso de la
crisis en presidente del PDS. Más de un millar de personas asistieron a su
debate el 25 de mayo de 1990 en Berlín Este). No dejaba pasar nunca una ocasión
de intentar ayudar al desarrollo de la organización de los partidarios de la IV
Internacional en la RDA. Esto no le impedía mantener relaciones con activistas
del Neues Forum, intelectuales comunistas o cuadros de la izquierda
antiburocrática y anticapitalista del PDS.
Ernest Mandel mantuvo una correspondencia continua
con militantes alemanes/as antes y después de la reunificación. Esta
correspondencia se encuentra en el Instituto de Historia Social de Amsterdam.
La gran prensa alemana consagró una cantidad apreciable de artículos a la obra
de Ernest Mandel cuando se produjo su fallecimiento el 20 de julio de 1995 en
Bruselas donde había instalado su domicilio tras la Segunda Guerra Mundial.
Ernest Mandel: la crisis alemana de 1989-90 como un
comienzo de revolución política
Ernest Mandel consideraba en el otoño de 1989 que
una revolución política había comenzado en Alemania del este. En la primavera
de 1990 comprendió que la situación había girado y, en octubre de 1990, tomó
acta de la unificación alemana como una derrota para la clase obrera de ese
país.
De forma muy esquemática, quiero intentar precisar
en algunas frases lo que Ernest Mandel entendía por “revolución política”. Se
trata de un proceso en el curso del cual la clase obrera en el sentido amplio
desarrolla su autoactividad, gana en conciencia de clase, se dota de órganos de
poder (lo que abre un período de dualidad de poderes) y acaba por derrocar la
burocracia que dirige el estado, sus diferentes aparatos, el partido-estado,
los sindicatos. La revolución política, a diferencia de la revolución social,
no implica un cambio fundamental de las relaciones de propiedad (ver más
adelante).
La salida positiva de un proceso de revolución
política implica que la clase obrera en el sentido amplio se presenta como
candidata al poder y lo conquista. El ejercicio del poder se basa en una muy
amplia autogestión con órganos de poder popular estructurados de forma
piramidal, un control permanente de los delegados y delegadas por sus
electores, con posibilidad de revocación de los primeros por los segundos. El
pluripartidismo, el sufragio universal, son indispensables. Para Ernest Mandel,
no hay que oponer de forma alguna elección de consejos (“soviets”) a la
elección de una asamblea constituyente. Hay que concebir un sistema político
con varias cámaras de representación. Sobre el debate que había opuesto a Rosa
Luxemburg y la dirección bolchevique a finales de 1917 a propósito de la
disolución de la Asamblea Constituyente y la necesidad del sufragio universal,
Ernest Mandel estaba del lado de Rosa Luxemburg.
Por volver a la crisis en la RDA de octubre de
1989, Ernest Mandel consideraba que se había puesto en marcha un proceso de
revolución política, ni más ni menos.
La revolución política y la restauración capitalista
Me falta espacio para desarrollar aquí el concepto
de revolución política en sus diferentes acepciones.
Me limitaré a una cita de León Trotsky.
“La historia ha conocido, además de las
revoluciones sociales que sustituyeron al régimen feudal por el burgués,
revoluciones políticas que, sin tocar los fundamentos económicos de la
sociedad, derriban las viejas formaciones dirigentes (1830 y 1848 en Francia;
febrero de 1917, en Rusia). La subversión de la casta bonapartista tendrá,
naturalmente, profundas consecuencias sociales; pero no saldrá del marco de una
revolución política.
La arbitrariedad burocrática deberá ceder su lugar
a la democracia soviética. El restablecimiento del derecho de crítica y de una
libertad electoral auténtica, son condiciones necesarias para el desarrollo del
país. El restablecimiento de la libertad de los partidos soviéticos, y el
renacimiento de los sindicatos, están implicados en este proceso. La democracia
provocará, en la economía, la revisión radical de los planes en beneficio de
los trabajadores. La libre discusión de los problemas económicos disminuirá los
gastos generales impuestos por los errores y los zigzags de la burocracia. Las
empresas suntuarias, Palacios de los Soviets, teatros nuevos, metros,
construidos para hacer ostentación, dejarán su lugar a las habitaciones obreras.
Las "normas burguesas de reparto" serán reducidas a las proporciones
estrictamente exigidas por la necesidad y retrocederán a medida que la riqueza
social crezca, ante la igualdad socialista. Los grados serán abolidos
inmediatamente, las condecoraciones devueltas al vestuario. La juventud podrá
respirar libremente, criticar, equivocarse, madurar. La ciencia y el arte se
sacudirán sus cadenas. La política exterior renovar á la tradición del
internacionalismo revolucionario (León Trotsky, La revolución
traicionada, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1936/rt/11.htm).
Además, Trotsky definió igualmente otra variante,
la de la restauración capitalista:
“Si, por el contrario, un partido burgués
derribara a la casta soviética dirigente, encontraría no pocos servidores entre
los burócratas actuales, los técnicos, los directores, los secretarios del
partido y los dirigentes en general. Una depuración de los servicios del Estado
también se impondría en este caso; pero la restauració n burguesa tendr ía
que deshacerse de menos gente que un partido revolucionario. El objetivo
principal del nuevo poder sería restablecer la propiedad privada de los medios
de producción. Ante todo, debería dar la posibilidad de formar granjeros
fuertes a partir de granjas colectivas débiles, y transformar a los koljoses
fuertes en cooperativas de producción de tipo burgués o en sociedades anó nimas
agr ícolas. En la industria, la desnacionalización comenzaría por las empresas
de la industria ligera y las de alimentación. En los primeros momentos, el plan
se reduciría a compromisos entre el poder y las "corporaciones", es
decir, los capitanes de la industria soviética, sus propietarios potenciales,
los antiguos propietarios emigrados y los capitalistas extranjeros. Aunque la
burocracia soviética haya hecho mucho por la restauración burguesa, el nuevo
régimen se vería obligado a llevar a cabo, en el régimen de la propiedad y el
modo de gestión, una verdadera revolución y no una simple reforma”(León
Trotsky, La revolución traicionada, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1936/rt/09.htm#seg 4).
Análisis de los acontecimientos por Ernest Mandel y
comentarios
Quisiera, en este estadio del trabajo, seguir la
evolución del análisis que Ernest Mandel presentó de la crisis alemana de
1989-90 a la vez que expreso algunas opiniones personales. En un segundo
momento, presentaré estas opiniones personales de forma sistemática.
Fin de octubre de 1989, según Ernest Mandel, una
revolución política ha comenzado
En noviembre de 1989, a su vuelta de Berlín donde
pudo participar en manifestaciones masivas de la población de Alemania del
Este, Ernest Mandel considera que una revolución política ha comenzado. Titula
un artículo destinado a la prensa de su movimiento político internacional: “La
revolución política y los peligros que la amenazan” (ver bibliografía). El
artículo comienza diciendo que “el ascenso del movimiento de masas que
sacude la RDA ha tomado la amplitud de una verdadera revolución”.
Características del movimiento en curso
Sus puntos fuertes: es masivo, es de dominante
obrera, es enormemente creativo, la libertad de expresión reina en su seno, el
nacionalismo está ausente de él, rechaza el militarismo, algunos sectores de
manifestantes se abren al internacionalismo con el Tercer Mundo (“al menos por
el momento” -sic!-).
Sus puntos débiles: no constituyen órganos de
autoorganización, no hay objetivo político claro que sea formulado por las
masas.
Volvamos sobre los puntos fuertes: El movimiento es
masivo: “Los días 4, 5 y 6 de noviembre de 1989, cerca de dos millones de
personas salieron a la calle”. Ernest Mandel enumera las principales
manifestaciones que se produjeron en las grandes ciudades. Para indicar la
amplitud de la actividad de los ciudadanos estealemanes, añade que “proporcionalmente
a la población en su conjunto, esto equivale a 7 u 8 millones de manifestantes
en Francia”. Analiza la composición social de las manifestaciones:
dominante obrera. Para apuntalar esta afirmación, plantea la pregunta. “¿Cómo
en una ciudad como Leipzig -el principal centro industrial de la RDA- podría
haber 350.000 manifestantes de 500.000 habitantes si la casi totalidad de la
clase obrera no hubiera salido a la calle?”. Añade un segundo argumento: “El
carácter proletario de la revolución que ha comenzado en la RDA está sobre todo
atestiguado por la enorme ebullición en las empresas”. Señala que no hay
formalmente huelgas “al contrario que en mayo del 68 y en el otoño caliente
italiano”, pero añade que en las empresas se desarrollan casi de forma
permanente asambleas seguidas masivamente por el personal. Cita un ejemplo: “En
el complejo químico Leuna, la mayor fábrica del país, estas asambleas
discutieron sobre proyectos de resolución que proclamaban una huelga general de
tres días, en el caso en que el Buró Político no dimitiera. Éste ha tenido que
dimitir”.
Otros sectores de la clase obrera entran en acción:
los enseñantes, el personal sanitario, los periodistas. Ernest Mandel pone en
evidencia la creatividad del movimiento: abundan los eslóganes impertinentes,
el humor está sistemáticamente presente. Los manifestantes hacen sus pancartas
con imaginación.
Un elemento sobre el que insiste con fuerza Ernest
Mandel: la reivindicación de la reunificación alemana está ausente. No prevé
que esto pueda cambiar rápidamente. Señala también un sentimiento pacifista
entre la masa de ciudadanos en acción: el rechazo del pasado militarista está
profundamente anclado. Ernest Mandel adopta a propósito de esto acentos
líricos: “Los descendientes de Rosa Luxemburg se han mostrado dignos de
ella. Hoy, la historia proclama que no luchó en vano y que no murió por nada”.
Ernest Mandel y la IV internacional en marzo de
1990: corrección parcial del análisis
La resolución que preparó para el Secretariado
Unificado de la IV Internacional y que fue adoptada tras enmiendas (sesión del
5 de marzo de 1990) constata de entrada que: “a partir de finales de octubre
de 1989, la RDA había conocido un comienzo de revolución política” (todas
las citas que siguen provienen de esta resolución publicada en Inprecor n. 305,
ver bibliografía). La utilización del imperfecto es muy importante, y toma acta
del giro tomado por las masas. El documento prevé que la evolución más probable
será la siguiente:
“Por el momento, la tendencia más probable es la de una
unificación rápida de Alemania por la absorción de la RDA por la RFA. Las masas
tienden así a dar la prioridad a esta unificación independientemente de su
contenido económico y social concreto, en función ante todo de su situación
material presente”. La resolución menciona también como causa del giro
hacia la reunificación “la fuerza del sentimiento nacional alimentado por
una propaganda desenfrenada de los medios oestealemanes”.
La resolución precisa lo que significaría la
absorción de la RDA por la RFA en el marco de las correlaciones de fuerzas del
momento. Se trataría de “la restauración del capitalismo bajo un poder
estatal burgués y la sumisión de la economía al gran capital, es decir una
contrarrevolución social”. Hasta ahí, el contenido de la resolución parece
desprovisto de ambigüedad. Sin embargo, Ernest Mandel integró en el texto
pasajes que indican claramente que esperaba aún que la tendencia más probable,
la de la restauración capitalista por la absorción rápida de la RDA, no se
realizara. también, la resolución enumera obstáculos para la absorción rápida.
Citemos en particular
- “el coste demasiado elevado de la
reunificación para el capital oestealemán”. El capital oestealemán no puede
simultáneamente soportar los gastos de la creación de una moneda europea común
(para la cual las reservas de cambio del Bundesbank serían el fondo de garantía
principal) y los gastos de una absorción de la RDA financiada por el Deutsch
Mark”;
- el rechazo del Kremlin a la integración de la RDA
con sus consecuencias militares. El Kremlin “no puede aceptar una Alemania
unificada miembro de la OTAN que implicaría la posibilidad de ver a los
militares de los países imperialistas o de la Bundeswehr establecerse en el
territorio actual de la RDA aunque fuera a medio plazo”.
La enumeración de estos obstáculos oscurece la
perspectiva, deforma la resolución. La motivación de Ernest Mandel es clara, un
pasaje de la resolución lo indica: “Lo esencial es pues ganar tiempo para
que las masas puedan hacer la experiencia (de los aspectos negativos de la
unificación bajo la dirección del capital oestealemán ndlr) antes de
que la naturaleza de clase del estado de la Alemania unificada sea zanjada para
un período prolongado”.
La resolución es por tanto manifiestamente ambigua:
deja abierta la posibilidad de un proceso lento de unificación que permitiría a
las masas retomar la vía de la revolución política. El error de perspectiva es
evidente. El carácter confuso y contradictorio de la resolución se explica en
particular por el hecho de que el texto adoptado fue fruto de compromisos
difíciles entre varias posiciones diferentes.
La resolución contenía una importante sección
consagrada a las tareas. El elemento clave estaba constituido por el rechazo a
la unificación bajo la forma de la absorción de la RDA por la RFA.
“Las masas populares de cualquier país tienen el
derecho democrático a decidir por si mismas sobre la pertenencia al estado que
prefieran. Los marxistas revolucionarios reconocen tal derecho. Pero tienen al
mismo tiempo del derecho y el deber de decir la verdad a las masas: la
unificación de Alemania, no fundada en la democracia socialista sino en la
absorción de la RDA por la RFA, implicando la restauración del capitalismo en
la RDA, incluso si estuviera apoyada por un voto mayoritario de las masas,
representaría una regresión social sensible para esas masas, debido al
reforzamiento del imperialismo y de la patronal alemana que derivaría de ello.
Debería por tanto ser rechazada por todo obrero o socialista consciente”.
Seguía una veintena de reivindicaciones a plantear.
Otra resolución era opuesta a la propuesta por
Ernest Mandel, estaba defendida por una minoría de la sección francesa de la IV
Internacional. La resolución minoritaria estaba de acuerdo con la mayoritaria
en decir que una revolución política había comenzado en octubre de 1989. La
“minoría” mantenía un planteamiento más optimista de la evolución del
movimiento de masas. La divergencia fundamental versaba sobre el planteamiento
de la cuestión de la reunificación alemana:
“El derecho a la autodeterminación y a la
unificación para las dos partes del pueblo alemán debe ser apoyado
incondicionalmente (…). Estamos a favor de la unificación, pero lucharemos a
fin de que se realice sobre una base socialista. Darle la espalda a la
unificación porque el plan Kohl domina actualmente el terreno político no
conduciría más que a la marginación completa de la izquierda marxista. No se
puede detener la reivindicación democrática creciente por la unificación
alemana. La pregunta política clave es qué clase la va a realizar: ¿la
burguesía o el proletariado? Por el momento, es la burguesía la que tiene todas
las cartas en la mano (…).
“Qué significa esto concretamente hoy? Esto
significa plantear reivindicaciones que permitan a la clase obrera estar a la
ofensiva sobre esta cuestión, y no dejar este terreno político al imperialismo
-o a sectores de la burocracia que llevarían a la clase obrera a la derrota o
al desastre”. (“La crisis del estalinismo y la cuestión
alemana. Proyecto de resolución presentada por miembros del Secretariado
Unificado y rechazada por la mayoría”, Inprecor n. 305, 23.3.1990, 2p).
Un tercer documento, no sometido a votación del
Secretariado Unificado, pero cuya orientación fue defendida en el curso de la
reunión, fue remitido a los miembros del SU y también publicado en la prensa de
la Internacional. Provenía del VSP (Partido Socialista Unificado) de la RFA. El
VSP era el resultado de la fusión en 1986 de la sección oestealemana de la IV
Internacional (GIM) y del Partido Comunista de Alemania (KPD) de origen
maoísta. El VSP presentaba un planteamiento realista de la crisis alemana:
“El VSP no cree ni en la posibilidad de una revolución
política en la RDA solo, a corto o a medio plazo, en el sentido de una
conquista del poder por la clase obrera, ni en la probabilidad de un período
prolongado de confederación -en un pie de igualdad- entre la RDA y la RFA, que
podría de alguna forma ofrecer el tiempo necesario para cambiar radicalmente la
correlación de fuerzas y reabrir una perspectiva en la RDA”.
El VSP tomaba además posición contra la
unificación:
“En ausencia de una perspectiva socialista
creíble en la RFA en el momento actual, la única posibilidad de salvaguardar
las conquistas de la clase obrera y las mujeres de la RDA consiste en defender
el Estado estealemán como identidad soberana e independiente a todos los
efectos” (“Posición del VSP”, Inprecor n. 305, 1990. p.1).
Ernest Mandel y la IV Internacional en noviembre de
1990: un análisis crítico sobre las posiciones anteriores y redacción de una
resolución de síntesis
Ernest Mandel redactó un proyecto de resolución que
era implícitamente autocrítico y ofrecía un análisis pertinente del desarrollo
de la crisis en Alemania del Este a partir de octubre de 1989. El texto fue
aprobado por amplia mayoría (“La reunificación capitalista”, Inprecor n 322.
18/01/1991. p. 4-NB. Todas las citas que siguen provienen de este documento).
La resolución levanta acta de la reunificación…
“Desde el 3 de octubre de 1990, la absorción de
la RDA por la RFA es un hecho consumado (…). Este resultado de la evolución
emprendida en otoño de 1989 es la más negativa de las perspectivas posibles planteadas
por la resolución del SU de la IV Internacional el 5 de marzo de 1990: “No ha
habido revolución política victoriosa en el sentido de una democracia
socialista y de una planificación democrática. No ha habido tampoco “procesos
de convergencia por etapas” de las dos Alemanias que habría permitido ganar
tiempo para permitir a la clase obrera y a las masas populares desarrollar
perspectivas políticas emancipatorias rechazando a la vez el enrolamiento
burocrático y el del gran capital. Habíamos subrayado los efectos gravemente
negativos, tanto en Alemania como en el plano internacional de la realización
del Anschluss (anexión) para la clase obrera y todos los oprimidos. Los hechos
confirman lo bien fundado de nuestra oposición resuelta a la unificación alemana
capitalista y de nuestras advertencias dirigidas a la clase obrera alemana e
internacional”.
La resolución hace entonces una relación sintética
de los efectos devastadores para la población de la RDA de la unificación desde
el punto de vista económico, social, político e ideológico. La parte sobre las
condiciones políticas de la reunificación merece ser citada parcialmente:
“Tras la victoria de los partidos burgueses
gemelos de la RFA y de la RDA en las elecciones del 18 de marzo de 1990, todas las
conquistas democráticas del movimiento del otoño de 1989 han sido destruídas.
El gobierno de la RDA no era más que un fantoche del de Kohl. El nuevo estado
es creado por simple integración de la RDA a la RFA y a sus estructuras
estatales.
La mayoría de los electos en la RDA no está
presente en el parlamento común, constituido el 3 de octubre en el viejo
Reichstag en Berlin. El estado unificado alemán se ha constituido sin
elecciones y sin referéndum. Su Constitución es -ligeramente modificada- la de
la RFA, que no ha sido jamás sancionada por un voto popular. Ni se plantea una
asamblea constituyente o un voto popular sobre la Constitución y el sistema
político. Las “mesas redondas” de la RDA no son ya más que un mal recuerdo para
la burguesía”.
En el plano internacional, la victoria de la
burguesía oestealemana desemboca según la resolución en particular sobre tres
elementos de una importancia crucial:
1. “La Alemania unificada aspira ahora a jugar
un papel de gendarme mundial al lado de las demás fuerzas imperialistas,
comenzando por la adquisición del derecho de intervenir con sus fuerzas
armadas, incluso fuera del territorio de la OTAN bajo la cobertura de la ONU”.
2. “La Alemania unificada jugará un papel
predominante en el Mercado Único de 1992 en los planos económico y político,
reforzando todas sus tendencias reaccionarias contra el Tercer Mundo, contra
los inmigrantes y los refugiados políticos, reforzando la represión política y
las desigualdades sociales en el seno mismo de la comunidad” [3].
3. “Al mismo tiempo, esta Alemania unificada está
bien colocada para jugar un papel predominante en la conquista capitalista de
los países del Este” [4].
La resolución vuelve a continuación sobre los
obstáculos a una unificación rápida que habían sido sobrevalorados en el
documento adoptado por el Secretariado Unificado el 5 de marzo de 1990:
“El obstáculo principal a esta evolución
negativa habría sido una clase obrera estealemana capaz de presentarse como
candidata al poder, dotada de un nivel elevado de autoorganización democrática
y con suficiente confianza en sus propias fuerzas para aspirar a gestionar ella
misma la industria según las necesidades de la población. Las condiciones
subjetivas para una salida así no estaban reunidas”.
La resolución menciona entonces lo que ha impedido
a la clase obrera plantearse como candidata al poder y contiene un elemento de
autocrítica explícita: “Es porque no habíamos medido suficientemente estos
retrasos y estas carencias por lo que hemos subestimado los ritmos posibles de
la ofensiva y de su éxito”.
Entre los factores que habían sido en gran medida
subestimados en la resolución de marzo de 1990, hay que mencionar la cuestión
del sentimiento nacional:
“En estas condiciones, para la mayoría de los
alemanes, dadas la existencia de un sentimiento nacional frustrado por la
partición punitiva y la tutela humillante de Alemania impuesta al final de la
guerra por los imperialismos victoriosos y la burocracia soviética, la unidad a
cualquier precio parecía ofrecer la única perspectiva inmediata, sin discutir
su coste social. Este viraje de la conciencia de las masas de la RDA se ha
producido en el curso de la segunda semana de noviembre de 1989”.
La resolución vuelve a valorar también otros
obstáculos a la unificación rápida mencionados en el precedente documento: la
dificultad para la burguesía alemana de pagar rápidamente el precio de la
unificación y las supuestas resistencias del Kremlin.
Explica porqué estos obstáculos no han funcionado.
No es posible en los límites de este trabajo resumir otras partes importantes
de la resolución en particular las referidas a las tareas.
Quiero terminar esta parte del trabajo con una
cuestión dejada abierta por la resolución de noviembre de 1990: los efectos
sobre la clase obrera de la parte occidental de Alemania y las reacciones de
ésta. El documento adopta la prudencia necesaria para prever posibles
resistencias parcialmente “victoriosas” por parte de los trabajadores de la
parte occidental de la Alemania unificada:
“La burguesía espera imponer todos los costes de
la unificación y del Mercado único de 1992 a los asalariados. Esta prueba no
está aún zanjada, evidentemente, puesto que implica que la burguesía gane las
probables luchas sociales, sobre todo en Alemania del Oeste donde la clase
obrera está altamente organizada y muy apegada a sus conquistas de nivel de
vida. Pero la burguesía ha optado por correr el riesgo”.
Veinticinco años más tarde, el diagnóstico es
límpido, “cristal clear” como diría Ernest Mandel: la burguesía alemana
ha alcanzado sus objetivos en particular gracias al concurso del SPD alemán y
las contrarreformas Schröder-Hartz que realizó en 2003-2005 [5]. (Ver
recuadro “Los retrocesos sociales impuestos a Alemania”).
Recuadro: Los retrocesos sociales impuestos a
Alemania [6]
Los patronos alemanes, ayudados por el gobierno
socialista de Gerhard Schröder en 2003-2005, lograron imponer importantes
retrocesos a los trabajadores. El estudio Acabar con la competitividad publicado
conjuntamente por ATTAC y la Fundación Copernic resume así las grandes etapas
de ataques a las conquistas de los trabajadores de Alemania y a sus derecho
sociales y económicos:
“Las leyes Hartz (del nombre del exdirector de
Recursos Humanos de Volkswagen y consejero de Gerhard Schröder) se han
escalonado entre 2003 y 2005. Hartz I obliga a los parados a aceptar el empleo
que les sea propuesto, incluso por un salario inferior a su subsidio de
desempleo. Hartz II instituye mini-jobs a menos de 400 euros mensuales (exentos
de cotizaciones sociales asalariadas). Hartz III limita a un año el pago de
subsidios de paro para los trabajadores mayores y endurece las condiciones de
atribución. Hartz IV fusiona el subsidio de desempleo de larga duración y las
ayudas sociales, les pone un techo de 345 euros por mes. A las leyes Hartz se
añaden las reformas sucesivas de las jubilaciones y del sistema del seguro de
enfermedad: jubilación por capitalización (jubilaciones Riester); subida de las
cotizaciones, retraso de la edad legal de jubilación (objetivo 67 años en
2017”. Los autores del estudio subrayan: “El conjunto de estas
reformas ha conducido a un impresionante ascenso de las desigualdades sociales.
Es un aspecto a menudo olvidado del “modelo alemán” y vale por tanto la pena
dar algunas cifras detalladas. Alemania se ha convertido en un país de enormes
desigualdades: un anteproyecto de informe parlamentario sobre la pobreza y la
riqueza [7] acaba de establecer que la mitad más pobre de la
sociedad posee solo el 1% de los activos, contra el 53% para los más ricos.
Entre 2003 y 2010, el poder de compra del salario medio ha bajado un 5,6%. Pero
esta bajada ha estado muy desigualmente repartida. -12% para el 40% de los
asalariados peor pagados; -4% para el 40% de los asalariados mejor pagados [8].
Los datos oficiales muestran que la proporción de bajos salarios ha pasado del
18,7% en 2006 al 21% en 2010 y esta progresión de los bajos salarios -es algo a
subrayar- se hace por lo esencial en Alemania del Oeste”.
Según el mismo estudio, en 2008, el número de
asalariados ha aumentado en 1,2 millones en relación a 1999, pero esta
progresión corresponde a un aumento de 1,9 millones del número de empleos
precarios, y por tanto a una pérdida de medio millón de empleos CDI a tiempo
completo. Un cuarto de los y las asalariadas ocupa hoy un empleo precario, y
esta proporción (la misma ya que en los Estados Unidos) sube al 40% entre las
mujeres. “Los empleos asalariados precarios son mayoritariamente (al 70%)
destinados a las mujeres [9]. La proporción de parados indemnizados
ha caído del 80% en 1995 al 35% en 2008 y todas las personas en el paro desde
hace más de un año han pasado a recurrir a la ayuda social”.
Como señala Arnaud Lechevalier, esta evolución se
inscribe
“en un contexto más general de erosión de la
protección de los asalariados por los convenios colectivos: la parte de los
asalariados cubiertos ha bajado del 75% al 62% en diez años y estos convenios
no abarcaban ya más que al 40% de las empresas alemanas en 2008. Además, los
sindicatos han debido conceder múltiples derogaciones a los convenios
colectivos sectoriales a nivel de las empresas”[10].
Cuando se intenta explicar la actitud actual de los
dirigentes alemanes frente a la crisis de la Eurozona, se puede emitir la
hipótesis de que una de las lecciones que sacaron de la absorción de la
Alemania del Este a comienzos de los años 1990 es que las importantes
disparidades entre trabajadores pueden ser explotadas para imponer una política
propatronal muy fuerte. Las privatizaciones masivas en Alemania del Este, los
ataques a la seguridad del empleo de los trabajadores de la exRDA combinados al
aumento de la deuda pública alemana debida a la financiación de esta absorción
(que ha servido de pretexto para la puesta en marcha de las políticas de
austeridad), han permitido imponer retrocesos muy importantes a una parte de
los trabajadores de Alemania, tanto del Este como del Oeste. Los trabajadores
en Alemania han sido fuertemente divididos entre quienes trabajan en las
grandes ramas industriales donde están preservadas una serie de conquistas y
los sectores muy precarizados de los servicios y de las PYME.
Se encuentra en un texto de uno de los principales
sindicatos alemanes, el IG Metall, el sindicato de la metalurgia, una defensa
de la zona euro que dice mucho sobre el abandono de una perspectiva de unidad
de los trabajadores frente a la patronal. Se encuentra en él una defensa de los
intereses de la economía alemana y de la moneda única. En este documento
titulado “10 argumentos en favor del euro y de la unión monetaria” y fechado
el 19 de agosto de 2011, se puede leer:
“La economía alemana depende más que cualquier
otra economía de sus exportaciones. Nuestros clientes en el extranjero están en
el origen de millones de empleos en Alemania. Los más importantes compradores
de productos alemanes son los europeos (…). La moneda única ha contribuido
enormemente a la competitividad de los productos alemanes. Si los países
endeudados son excluidos de la moneda única, devaluarán sus monedas para
mejorar su competitividad. El euro restante, que estará compuesto
exclusivamente de los países más fuertes en el plano económico de la Unión
Europea, sufrirá entonces una presión considerable para reevaluarse. Una vuelta
al deutsche mark implicaría como poco una revaluación del 40%”. [11]
Para los dirigentes alemanes actuales y la
patronal, la crisis de la zona euro y los brutales ataques impuestos al pueblo
griego y a otros pueblos de la periferia son la ocasión de ir aún más lejos y
de reproducir de una cierta forma a escala europea lo que hicieron en Alemania.
En cuanto a los demás dirigentes europeos de los
países más fuertes y a los patronos de las grandes empresas, no se quedan
atrás. Se felicitan de la existencia de una zona económica, comercial y
política común en la que las transnacionales europeas y las economías del Norte
de la zona euro sacan beneficio de la debacle del Sur para reforzar las
ganancias de sus empresas y marcar puntos en términos de competitividad en
relación a sus competidores norteamericanos y chinos. La intervención de la
Troika y la complicidad activa de los gobiernos de la periferia les ayudan a
ello. El gran capital de los países de la periferia es favorable a esas
políticas pues cuenta obtener él mismo una parte del pastel de las
privatizaciones de empresas que desea desde hace muchos años.
Conclusión
Es fácil a posteriori emitir una serie de opiniones
sobre hechos que han conocido su desenlace. Hagamos sin embargo el ejercicio.
¿Estaba la revolución política en marcha en la RDA
en 1989?
No, pues la clase obrera no se presentó como
candidata al poder. Se desarrolló una crisis social y política aguda con
participación masiva de los ciudadanos estealemanes.
Los de arriba: la burocracia fue incapaz de
gobernar como antes. La solución represiva le estaba cerrada por la dirección
soviética. Fue incapaz de poner en marcha rápidamente reformas políticas y
económicas a la altura de las aspiraciones del movimiento de masas. Los de
abajo no querían ya ser gobernados como antes. La autoactividad fue poderosa.
La clase obrera, la juventud, la intelligentsia deseaban
profundas reformas en el marco de la RDA durante la mayor parte del año 1989.
Pero la situación cambió rápidamente cuando las autoridades oestealemanas
decidieron pasar a la ofensiva proponiendo la unificación rápida pagando un
precio relativamente elevado: una tasa de cambio del marco ofrecía la
perspectiva de una mejora inmediata de las condiciones de vida de la población
estealemana.
Para que un verdadero proceso de revolución
política se desarrollara, habría sido preciso que hubiera disputa por el poder.
Habría sido preciso que los y las de abajo se presentaran como candidatos al
poder, pasaran de la autoactividad a la autoorganización, se dotaran de órganos
que crearan una situación de dualidad de poder que se resolviera en favor de
uno de los tres campos: el campo de los oprimidos de Alemania del Este (con la
clase obrera jugando un papel central vista la estructura social de la RDA), el
campo de la burocracia de la RDA, el campo de la clase capitalista de Alemania
del Oeste.
La crisis política y social no alcanzó el estadio
en el que los y las de abajo se plantearan la cuestión del poder. El problema
no residió en que el nivel de las reivindicaciones de las masas habrían sido
demasiado bajas. Las revoluciones comienzan con un nivel de reivindicaciones
elementales: igualdad, justicia, paz, pan, “independencia”.
Para que un proceso de revolución política se
hubiera desarrollado (cualquiera que hubiera sido su desenlace), habría sido
preciso que los y las de abajo sacaran de sus experiencias, lecciones que
hicieran hacer un salto en su conciencia y que desembocaran en la creación de
órganos de autoorganización. Habría sido preciso que se plantearan en positivo
la cuestión del poder.
La cuestión de la duración en el análisis de Ernest
Mandel entre octubre de 1989 y la primavera de 1990.
Ernest Mandel estaba preocupado por la cuestión de
la duración necesaria para la acumulación de experiencias por las masas.
“Esperaba” que el ejército soviético con su rechazo de absorción de Alemania
del Este por la República Federal ralentizara el proceso de unificación,
apostaba subsidiariamente por la hipótesis de que las autoridades oestealemanas
no estarían dispuestas a pagar a un ritmo acelerado el precio de la
reunificación. El curso de la historia ha sido diferente. Tomó acta a partir
del otoño de 1990 (cf. la Resolución mencionada más arriba -adoptada por el
Secretariado Unificado de la IV Internacional en noviembre de 1990 - “La
reunificación capitalista” -ver bibliografía al final).
Otros elementos que deben ser puestos en evidencia
Ernest Mandel, siendo consciente de la devastación
producida por el estalinismo, el nazismo y por la socialdemocracia sobre la
conciencia de los trabajadores alemanes, creyó poder contar con las fuerzas de
la memoria colectiva de los mejores momentos de la historia de la clase obrera
alemana, en particular la educación masiva socialdemócrata de antes de la
primera guerra mundial y de la experiencia espartakista-comunista de antes de
la estalinización del KPD (Partido Comunista alemán).
Se puede señalar una contradicción real entre la
agudeza con la que percibía la crisis de credibilidad del proyecto socialista y
su convicción de ver resurgir lo mejor de la experiencia de la clase obrera
alemana. Hay a este nivel del pensamiento de Ernest Mandel una debilidad
indudable.
Ernest Mandel era consciente de los límites de las
capacidades de la burocracia para hacer concesiones a las masas, pero, un
momento, pensó que en un reflejo de supervivencia de la burocracia, ésta
utilizaría todas sus reservas en divisas para dar satisfacción a ciertas
aspiraciones económicas de los ciudadanos estealemanes con el fin de retrasar o
encauzar el ascenso irresistible de las masas en favor de la reunificación. Un
reavituallamiento masivo en bienes de consumo de estandard occidental era
materialmente posible: la burocracia no tomó esa vía.
Ernest Mandel apostaba, por un lado, en el marco de
un proceso prolongado de crisis política por la evolución a la izquierda de una
parte del PDS que habría podido convertirse en un partido centrista de
izquierdas, por otro, por la construcción de una organización marxista
revolucionaria afiliada a la IV Internacional. No ahorró esfuerzos para
contribuir a estos dos desarrollos políticos. Consideraba que tal evolución
política era vital para que las masas pudieran sacar las lecciones de sus
experiencias e ir adelante hacia una revolución política. Esta tensión extrema
de sus fuerzas no resultó.
Tengo la convicción, basada en mis contactos con
Ernest Mandel, de que la idea de ayudar a crear una vanguardia autoproclamada
era completamente extraña a su método. La idea de que un partido pudiera hacer
que las masas dieran a luz una revolución aún a costa de utilizar forceps, era
extraña a su planteamiento de la emancipación. De ahí, su insistencia en el
pluripartidismo, incluso su defensa de la multiplicidad de organizaciones
revolucionarias. De ahí su insistencia en la autoorganización. En sus escritos
del último período, hay insistencia sistemática en el postulado de Marx: “La
emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”.
Este método no puede ser reducido a espontaneísmo primario. Ni espontaneísmo
primario, ni dirigismo vía una vanguardia omnisciente. Tomo como prueba las dos
citas siguientes. La primera remite a las debilidades del movimiento de
octubre-noviembre de 1989. La segunda redactada dos meses más tarde aborda la
cuestión del poder revolucionario.
Primera cita, con fecha de noviembre de 1989:
“No hay que dejarse llevar por una euforia
espontaneísta y creer que este magnífico movimiento revolucionario va a durar y
triunfar debido solo a su amplitud. La explosión revolucionaria está marcada
por dos debilidades graves que corren el riesgo de condenarla, a medio plazo,
al fracaso. En primer lugar no hay más que embriones de verdaderas estructuras
de autoorganización. Manifestaciones, incluso más amplias, no pueden, a la
larga, reemplazar a tales estructuras. (…) Por otra parte, el movimiento
popular y la oposición no tienen objetivo político preciso ni una idea clara de
las instituciones a crear para ejercer el poder. Son esos los dos principales
handicaps para la salida victoriosa del movimiento de masas”. (“En Alemania del
Este, los de abajo se han puesto en marcha”, La Gauche, 21/11/89).
La segunda cita remite a la relación
autoorganización de masas / organizaciones de vanguardia. Preciso que la cita
proviene de un texto de alcance general que no se refiere directamente a la
crisis alemana:
“Autoorganización de la clase -que desemboca en
el poder de los consejos libre y democráticamente elegidos- y la organización
separada de la vanguardia revolucionaria forman una unidad dialéctica,
mediatizada por la pluralidad de los partidos. El poder de estado debe ser ejercido
por los consejos, no por el partido. El (los) partido (partidos) intenta
(intentan) ganar la mayoría en el seno de los consejos por persuasión y no por
la administración, y aún menos por la represión.
Sus únicas bazas deben ser: un grado de actividad más
sostenido, más continuo, mas entregado al servicio de su clase, un estilo de
vida desprovisto de todo privilegio, una capacidad para poner su práctica
constantemente en conformidad con sus principios. Para esto, deben ir a fuentes
no contaminadas: los escritos de Marx y de Engels sobre la Comuna de París, los
escritos de Rosa Luxemburg, del Lenín de El
estado y la revolución que tuvo la audacia de desarrollar un proyecto
de estado soviético “sin ejército permanente, sin policía, sin burocracia” y
sobre todo los escritos de Trotsky de los diez últimos años de su vida y los
documentos programáticos de la IV Internacional pero toda esta riqueza teórica
debe ser considerada no como una verdad revelada definitiva, sino como sujeta
al test de experiencias revolucionarias y contrarrevolucionarias nuevas” (Ernest
Mandel, “El futuro del comunismo” Inprecor, n. 305).
Ernest Mandel era consciente desde finales del año
1989 de los riesgos de una evolución del movimiento de masas en la RDA hacia la
reunificación en un marco capitalista. “Los riesgos de derrapes de la
revolución hacia la derecha están alimentados en el plano político por la
idealización de las condiciones bajo la primera República -el régimen
Masaryk-Benesj en Checoeslovaquia-, por el espejismo en la RDA de una
reunificación incondicional -es decir, capitalista- de Alemania” (Ernest
Mandel, “Socialismo de mercado? No, gracias!” La Gauche, 26/12/1989).
Pero lo que es innegable es que mantuvo un juicio
más favorable de la crisis en la RDA al menos hasta marzo de 1990 cuando el
giro estaba tomado desde la segunda mitad de noviembre de 1989.
Más allá de los errores de apreciación realizados
en el fuego de la acción cuando se carece de perspectiva, fundamentalmente
Ernest Mandel tuvo constante y firmemente como brújula los intereses del
pueblo. Siempre intentó favorecer la lucha por la autoemancipación de los y las
de abajo. Nunca fue favorable a compromisos penosos realizados en detrimento de
la lucha.
Bibliografía
Bibliografía general sobre Alemania desde la
reunificación:
- GROSSER A.,
MIARD-DELACROIX H., Allemagne, Flammarion, 1994, 127p.
-
FRITSCH-BOURNAZEL. R., L ’Allemagne unie dans la nouvelle Europe, Complexe,
1991 .
- LE GLOANNEC, A.-M., L ’Allemagne après la guerre
froide, le vainqueur entrav é . Complexe, 1993. Ouvrages et articles de portée
générale :
- MANDEL Ernest, « L’avenir du communisme »,
Inprecor, no305, 23/03/1990, 6 p.
- TROTSKY Léon, La Révolution trahie, Publications
de la IVe Internationale, 1961, 268 p.
- VINCENT Jean-Marie, « Ernest Mandel et le
marxisme r é volutionnaire », Revue Critique Communiste, 1996 p.
Artículos y resoluciones de Ernest Mandel sobre
Alemania en 1989-1990:
- La ré volution politique et les dangers qui la
menacent, Inprecor n ° 297, 13.11.1989
- En Allemagne de l’Est, " ceux d’en bas
" se sont mis en marche, La Gauche, 2l.11.1989
- Socialisme de march é ? Non merci ! , La Gauche,
26 d é cembre 1989
- La situation en RDA et nos t â ches, R ésolution
adopté e par le Secr étariat Unifié de Ia IVe Internationale (5 mars 1990),
Inprecor n ° 305, 23.03.90
- Le nouveau maccarthysme, Inprecor n ° 315,
28.09.90
- La ré unification capitaliste, R ésolution adopté
e par le Secr étariat Unifié de la IVe internationale (novembre 1990), Inprecor
n° 322, 18.01.91
Diversos autores: 1989-1990, artículos sobre el
tema (por orden cronológico):
SCHULZ Hans-Jürgen, La ré volte des
exclus , Inprecor n° 295, 16.10.89
La montée ré volutionnaire , Inprecor n° 296, 30.09.89
WOLF Winfried, Ré unification
allemande ou r é volution politique ? , Inprecor n°
296, 30.09.89
SCHULZ Hans-Jürgen, L ’évolution
de l’opposition est-allemande , Inprecor n° 296, 30.09.89
Plate-forme politique de Nouveau Forum, Inprecor n
° 296, 30.09.89
KELLNER Manuel, Fin de l’ apr ès-guerre
allemand , Inprecor n° 297, 13.11.89
KELLNER Manuel, Chevaliers de la table
ronde , Inprecor n° 298, 27.11.89
Entretien avec Herbert MISSLITZ, L’actualité
du socialisme , Inprecor n° 298, 27.11.89
KELLNER Manuel, Le plan Kohl ,
Inprecor n° 299, 11.12.89
Entrevista con H. MISSLITZ y R.WEISSHUNN, Débat
sur les élections, Inprecor n° 299, 1112.89
KLEIN Angela, Fondation
difficile , Inprecor n° 299, 11.12.89
WOLF Winfried, Une économie
délabrée , Inprecor n° 299, 11.12. 89
BERGERAC
Pierre, Syndicats dans l’attente du congrè s , Inprecor
n° 300, 12.01.90
KELLNER Manuel, Unification au pas de
course , Inprecor n° 302, 09.02.90
LASSERRE René, Economie triomphante,
économie à genoux. L’ unité allemande par le mark , Le Monde
diplomatique, mars 1990
KLEIN Angela, Un premier bilan ,
Inprecor n° 304, 090390
SCHULZ Hans-Jürgen, Raz de maré e de
droite , Inprecor n° 305, 23.03 ;90
La crise du stalinisme et la question allemande, Inprecor
n° 305, 23.03.90
Position du VSP , Inprecor n° 305, 23.03.90
TONDEUR Alain, RDA : le choc ,
La Gauche, 27 mars 1990
CLERC Denis, Le coût de l’unification
allemande Une chance ou un handicap pour l’ Europe , Le Monde
diplomatique, mai 1990
WOLF Winfried, Les carottes sont cuites ,
La Gauche, 5 juin 1990
(corresponsal en BerIin-Est e), Exceptionnel
: débat Mandel - Gysi à Berlin-Est , La Gauche, 5juin 1990
CASSEN Bernard, Électrochoc allemand pour
une Europe en g é sine. Sur le front de l’union politique , Le
Monde diplomatique, juillet 1990
JULIEN Claude, Du rideau de fer au mur d’
argent , Le Monde diplomatique, juillet 1990
FRIQUE Mr Kohl triomphe, la RDA s ’
efface , La Gauche, 17 octobre 1990
DEQUEECKER Ida, L ’euphorie de l’
unification : pas pour tous ! , La Gauche, 30 octobre 1990
PALMIER Jean-Michel, Surmonter le pass é ,
abolir les pr éjugé s. Que reste-t-il de la culture est-allemande ? ,
Le Monde diplomatique, octobre 1990.
Notas
[2] En la época de los acontecimientos, yo
militaba regularmente con Ernest Mandel pues ambos formábamos parte de las
instancias de dirección de la IV Internacional. Estas instancias eran el Buró
del Secretariado Unificado -BSU-, instancia que se reunía dos veces al mes, el
Secretariado Unificado (SU) que 2 o 3 veces al año y el Comité Ejecutivo
Internacional -CEI- que se reunía en sesión anual. Estas instancias debatieron
regularmente sobre la evolución política en Alemania y en el campo llamado
soviético.
Formábamos parte igualmente del Comité Central de
la sección belga de la IV Internacional. Tuve en aquella época la tarea de
introducir durante el año 1990 una sesión del comité central consagrada
enteramente a la evoluci n en el Este y de debatir con Ernest Mandel sobre
nuestras divergencias. Por otra parte, de 1989 hasta comienzos del año 1991,
seguí bastante de cerca las actividades de los militantes de la IV
Internacional en Alemania participando en algunas de sus reuniones de dirección
y en un congreso.
Menciono estos hechos para indicar que tenía una
cierta proximidad a Ernest Mandel y a la cuestión de la evolución política en
Alemania en el momento en que la cuestión de la reunificación se planteó.
Ernest Mandel y yo pusimos a punto la redacción definitiva de la resolución
enmendada adoptada por el SU de noviembre de 1990. Fue Mandel quien escribió el
95% de esta resolución.
Hay que precisar sin embargo que entonces mi
actividad internacional principal estaba dedicada sobre todo a las luchas
políticas en América Latina. Entre 1989 y 1991, efectué varias estancias en
México, en América Central (Nicaragua, El Salvador y Guatemala principalmente),
en Cuba, Brasil y Colombia.
[3] Esta perspectiva se concretó en su
totalidad
[4] Misma observación
[6] Este texto fue redactado en 2012 y
completado en 2014
[7] Lebenslagen
in Deutschland. Entwurf des vierten Armuts- und Reichstumsberichts der
Bundesregierung, projet du 17 septembre 2012, http://gesd.free.fr/arb912.pdf
[9] Source:
destatis.de (Office fédéral allemand de statistique).
[10] Arnaud
Lechevalier, Un modèle qui ne fait guère envie», Alternatives économiques ,
n ° 300, mars 2011, http://gesd.free.fr/allmodel.pdf , citado por ATTAC y Fondation Copernic.
[11] IG Metall, “10 argumentos en favor del
euro y de la unión monetaria” , 17 de agosto de 22011, citado en Cédric Durand
(bajo la dirección de), En finir avec L´Europe, Editions La Fabrique, 2013, p.
68. Otra parte del texto de IG Metalla merecería un comentario pero aquí
carecemos de espacio: “Los eurobonos, los planes de rescate y las demás medidas
de apoyo a los países deficitarios deben ser condicionadas a la reducción del
endeudamiento. Las deudas y los excedentes de los países individuales deben ser
supervisados por un fondo monetario europeo. Las deudas o los excedentes
excesivos deben dar lugar a procedimientos de corrección de los
desequilibrios”.
Traducción del francés por Alberto
Nadal
Título original: “25 ans après la réunification allemande: réflexions sur
Ernest Mandel, la IV° internationale et la crise en Allemagne de l’Est en
1989-1990”