Manuel C.
Martínez | Reconocemos a François Quesnay como el
fundador de la Economía científica, luego de tanta piratería especulativa y de
críticas erráticas carentes de leyes y principios explicativos del fenómeno
económico en cuanto a la creación de la riqueza de las naciones, reconocimiento
que los economistas e historiadores vulgares han atribuido al escocés Adam
Smith de quien se consideran sus mejores discípulos. Eso no significa que Quesnay haya llegado al meollo de la
fuente de la riqueza. Este científico y latifundista llegó a la conclusión de
que había una relación cuantitativa lineal entre la mano de obra del cultivador
y el producto del campo o de la agricultura que multiplicaba el costo, habida
cuenta de que la paga del cultivador y materias primas eran aportadas por la
Naturaleza como creadora de los bienes del agro. Los fisiócratas, así, buscaron
justificar la renta de la tierra.
En ese sentido, el criterio fisiocrático ha sido el mismo
adoptado luego por los clásicos y la burguesía cuando niegan la explotación del
asalariado así como los fisiócratas justificaron la renta de la tierra porque
esta es la fuente en la creación de bienes, tal como supuestamente las máquinas
facilitan la creación de valor conjuntamente con la mano de obra asalariada.
Así, fisiócratas y clásicos, con Adam Smith y sus sucesores,
los apologistas o economistas vulgares se limitan a considerar que el aporte del
trabajador se reduce al valor de su salario que repone sus fuerzas. Fue Marx quien, apoyado en todos esos análisis de
fisiocráticos y clásicos, demostró que si bien la Naturaleza permitía la
reposición del jornal, ayer, el de los cultivadores, y hoy de los asalariados,
bastaba con aclarar que ese valor o paga recibida debía referirse sólo a
determinado tiempo de trabajo, ya que no es lo mismo trabajar 10 horas que 8
horas, independientemente de cuán productivos resulten la tierra trabajada o
los medios de producción en juego. Los fisiócratas no conocieron a Marx, y eso
los excusa, pero este no es el caso de los burgueses.
Resulta lógico, pues, que sencillamente la plusvalía se
corresponde con el valor creado durante jornadas mayores o cuando el trabajador
reponga el salario en un tiempo inferior al de jornada. La naturaleza y en
general los medios de producción sólo transfieren su valor a la mercancía
procesada.
Por supuesto, la crítica de Marx deja de justificar la renta
de la tierra y la ganancia del capitalista industrial. En consecuencia, tanto
capitalistas como terratenientes se declaran contrarios a esta nueva
"doctrina" económica que hasta ahora no termina de ser coadmitida por
aquellos explotadores.