El trabajador es un esclavo a tiempo parcial, pero sin
libertad en ningún momento.
Carlos G. Osto | Hoy
estamos inmersos en la imposición de una economía de mercado que se ha dado en
definir como neoliberal, impulsada por el thatcherismo
y el reaganismo a escala mundial.
Esta supuesta nueva economía se basa en las premisas de tres economistas del
capitalismo: Schumpeter, Hayek y Friedman. (1)
Schumpeter es el defensor de la destrucción creadora. Según
su teoría, en un marco de libre competencia, la acción conjunta de la innovación
tecnológica y la acción del emprendedor (véase empresario), se imponen en un
movimiento económico que saca a la economía de una fase de estacionamiento,
provocando la crisis, fase necesaria para el progreso económico, saliendo el
capitalismo fortalecido aunque existan daños colaterales –despidos, destrucción
de pequeñas empresas, ahorradores sin ahorros, pensionistas empobrecidos, etc.-
siendo lo importante que el capitalismo sale reforzado.
Hayek preconiza el Estado mínimo, sin intervención reguladora
en la economía de mercado, lo cual permite escapar del poder de la clase media
que pretende imponer una democracia que redistribuya la riqueza a través de la
fiscalidad. Es Hayek quien preconiza la desregulación de la economía, reducir
la seguridad social y seguros de desempleo, eliminar el sindicalismo y
privatizar todo lo público. Su preferencia en cuanto la forma de gobierno la
definió en una visita al Chile de Pinochet como “dictadura liberal”. Dictadura
en cuanto la política y liberal en lo referente a la economía.
Friedman aboga por un Estado que se limite a proteger del
enemigo exterior (este enemigo es cualquier otro país-estado que quiere
protegerse de las ambiciones expansionistas militar-económicas de las grandes
empresas estadounidenses), además de imponer la ley y el orden (estadounidense
y capitalista) favoreciendo la ¿competencia? y la propiedad privada. Este
economista, defensor de la toma de poder por elecciones o/y por golpe de
Estado, tuvo como campo de experimentación sin barreras el Chile del dictador
Pinochet, consiguiendo para Chile un retroceso económico bruto del 15%, un
desempleo del 20% (desde el 3% de la época Allende) y que en quince años, el
45% de los chilenos estuviera bajo el índice de pobreza.
Estos tres economistas recibieron el Premio Nobel, no por su
esfuerzo a favor de la eliminación de la miseria en el mundo: !hasta ahí
podríamos llegar!, sino por su contribución a la privatización de lo público y
el enriquecimiento falto de toda ética o moral de unos pocos. Su gran logro fue
ayudar a la teorización de la necesidad de imponer el poder económico, del
llamado mercado, a escala planetaria. Algunos tienden a separar entre mercado
productivo y mercado financiero, separación que, aunque sea cierto el peso
brutal de mercado financiero especulador hoy, no dejan ambos de ser expresión
de capitalismo en su fase actual.
Siguiendo a Ramonet (2), estamos inmersos en el paradigma
que posibilita que en 1.989 Francis Fukuyama declare el “fin de la Historia” y
el responsable estadounidense del Banco Mundial presente una lista de diez
propuestas conocidas como el “Consenso de Washington”. En realidad, directrices
por las que se impone a todo gobierno que quiera seguir formando parte de la
comunidad internacional la:
- Disciplina en control del déficit publico.
- Redefinición de las prioridades del gasto publico
- Reducción en el impuesto al ingreso
- Liberalización de las tasas de interés
- Imposición de tasas de cambio competitivas
- Liberalización de los intercambios comerciales internacionales
- Liberalización de las inversiones directas extranjeras
- Privatización de las empresas publicas y el sector publico
- Desregulación de los mercados y supresión de las barreras
aduaneras
- Protección total de los derechos de propiedad.
Los medios de comunicación son los encargados de difundir y
propagar la nueva buena (junto a cámaras de comercio, organizaciones
empresariales, universidades thing tank, etc.), y los FMI y BM asumirán la
misión de imponerlas como verdaderos brazos ejecutores del nuevo capitalismo.
El resultado social inmediato es que la inmensa mayoría de
la población de unos países que disfrutan de coberturas sociales después de
luchar durante muchas décadas, ve degradarse sus condiciones reales de vida,
porque la realidad virtual financiera es capaz de imponerse sobre el conjunto
de la necesidad social.
La flexibilidad laboral, la desregulación de los sistemas de
protección del empleo, la deslocalización de empresas y el incremento de la
movilidad, son prácticas del capitalismo con trayectoria ya histórica.
Recordemos que (4) Engels reflejó situaciones similares hace ciento cincuenta
años, y que Durkheim(5) analizó las consecuencias de la división social del
trabajo una vez consolidada la revolución industrial, y su relación con el
espectacular aumento de suicidios.
Una vez más hay que insistir en que cuando hablamos de
fuerzas productivas y la globalización del trabajo (3) asalariado, tenemos que
reconocer que son una y la misma cosa: capitalismo.
Pero para hablar de trabajo y poder, es necesario referente
Marx (6) y su El Capital, donde desarrolla la teoría del valor-trabajo. No vamos
a entrar aquí a discutir sobre la teoría del valor de Marx, pero si recordamos
que la plusvalía es la forma monetaria del sobreproducto social que el
asalariado aporta al propietario de los medios de producción sin recibir nada a
cambio: Por tanto, el salario es la parte cobrada, pero no el valor total
añadido a la mercancía o servicio, y el beneficio es la parte no pagada al
trabajador por su mercancía trabajo. Dicho esto, recordar su discurso de la
alienación del proletariado, básico para entender cómo afecta la implantación
de todo un sistema.
Algunos parecen querer olvidar que el capitalismo financiero
es tan real como la economía real de producción capitalista (por cierto; la
defensa de esta, es defensa del capitalismo y justificación de la explotación)
y que patronal y sindicatos están de acuerdo en la necesidad de vender nuestro
tiempo y nuestras vidas a cambio de la supervivencia.
En contra de la concepción marxista sistémica –no en contra
del propio Marx (7) -, pienso que no se trata de repartir la plusvalía, el excedente de
riqueza que hasta hoy acumulan unos pocos (8), ni siquiera del reparto
propiciado por un Estado que critica al capitalismo, pero que produce y explota
desde el capitalismo. Se trata de conseguir optar a otra economía, a otras
relaciones de aportación sin explotación; a algo totalmente diferente, en lo
cual, no existen plusvalías, las relaciones son entre diferentes pero desde el
reconocimiento, en las que la explotación no puede siquiera manifestarse –aun
contando con las desigualdades del ser y de capacidad de los individuos-, en
las que el respeto InterDesiguales (9) sea la relación de aportación (no de
explotación), del mínimo daño a los ecosistemas y poblaciones, del máximo
respeto entre todos y para todo, de la crítica y no aceptación de la
acumulación de riqueza privada, de la diferenciación por el ser, no por el
tener.
Trabajar es alienarse X horas al día en beneficio de
propietarios que, las más de las veces, ponen obstáculos al buen desarrollo de
la propia empresa, convirtiéndola en un mundo de cansina burocracia,
discriminación y acoso, en donde jefes estúpidos, además de explotar, intimidar
y vejar, utilizan a los asalariados como chivos expiatorios. Zanahoria y palo,
donde la zanahoria también es palo.
El cientifismo de la modernidad es el productivismo, unido
orgánicamente con la acumulación de capital, por tanto, tenemos que ser
antiproductivistas si somos anticapitalistas.
El trabajador es un esclavo a tiempo parcial, pero sin
libertad en ningún momento, y quienes hablan de la libertad como diferenciadora
del sistema democrático liberal, mienten o ni siquiera son parcialmente libres
en su capacidad de razón.
Notas
1. Schumpeter, Joseph. Hayek, Friedrich von, Milton,
Friedman
2. Ramonet, Ignacio. La catástrofe perfecta.
3. Ética protestante, ascetismo católico y stajanovismo
estalinista. El trabajo no dignifica; enferma, individualiza por egoísmo-miedo,
y muchas veces mata o acorta la vida
4. Engels F. La situación de la clase obrera en Londres
5. Durkheim E. El Suicidio.
6. Marx, Karl. El Capital
7. En Marx, el análisis de la plusvalía no es un estudio del
reparto del producto social entre salario, ganancia y renta, sino un estudio de
la relación fundamental de la producción capitalista en su generalidad. En
Marx, la plusvalía es el producto específico del capitalismo.
8. Dice Holloway que, según Marx, el trabajo tiene un
carácter dual. Es al mismo tiempo trabajo abstracto y trabajo concreto y útil.
El trabajo abstracto produce el valor, la plus-valía, el capital. El trabajo
abstracto es trabajo enajenado. Entonces, no es el trabajo abstracto o
enajenado que constituye el “movimiento real que anula y supera al estado de
cosas actual”. Sí existe un antagonismo entre el trabajo abstracto o enajenado
o asalariado y el capital, pero es un antagonismo bastante superficial, porque
finalmente trabajo abstracto y capital se complementan. (Por eso los
sindicatos, que son organizaciones construidas para la defensa del trabajo
asalariado, no pueden ser organizaciones revolucionarias.)
9. André Gorz habla del No-clase; ”una capa que vive del
trabajo como una obligación exterior...una no-clase de no-trabajadores: su
objetivo no es la apropiación, sino la abolición del trabajo y del
trabajador”.Adiós al proletariado