Paul Le Blanc [*]
| El marxismo de Vladimir Ilich Lenin representa
-como mi amigo Lars Lih subraya - lo mejor que uno puede encontrar en el
Marxismo de la Segunda Internacional. Este "mejor marxismo de la Segunda
Internacional" incluye las ricas contribuciones de Karl Kautsky hasta
1910, así como las de Rosa Luxemburgo, Franz Mehring,
David Riazanov (i),
y por supuesto las de León Trotsky. Las cualidades de estos teóricos
brillan en una nueva y notable colección de textos,
Witnesses to
Permanent Revolution: The Documentary Record (Testigos de la Revolución Permanente:
El Registro Documental), editado por Richard Day y Daniel Gaido. Es una
colección que deja fuera a Lenin, excepto por referencias relativamente
negativas, sobre todo en la, bastante aceptable desde el punto de vista
académico, introducción, lo que, lamentablemente, refleja la inconsistente
interpretación "académicista" que el trabajo de Lars ha echado por
tierra: la perspectiva de que el Lenin de principios de la década de 1900
era
autoritario así como desconfiado de la espontaneidad de clase obrera. Al mismo
tiempo, pienso que la imagen de un Lenin que forma parte del
"mejor
marxismo de la Segunda Internacional" en realidad nos habla de la estrecha
relación entre el pensamiento de Lenin y el de Karl Marx. [1]
Lars ha argumentado con frecuencia que los activistas
influidos por Trotsky (como yo), a pesar de nuestras virtudes
indudables, se han adherido a una versión izquierdista de la crítica
"academicista" del Lenin temprano. En realidad, retrocediendo a 1931,
vemos que James P. Cannon (fundador tanto del comunismo como del trotskismo estadounidense), revisando una colección en lengua inglesa de los
textos del periodo inicial de Lenin, comentaba que "Lenin fue un marxista
ortodoxo. Un hecho que es evidente en cada página de sus escritos" [2].
Consistente con el extenso estudio de Lars, Lenin Rediscovered (Lenin
redescubierto), Cannon encuentra que el marxismo de Lenin de principios de la
década de1900s es superior a los de aquellos finos críticos que más tarde
serían sus estrechos camaradas: Luxemburgo y Trotsky. Como expresó Cannon,
"la política de Lenin fue confirmada durante su vida. Lenin construyó un
partido, algo que Luxemburgo no fue capaz de hacer a pesar de todas sus grandes
capacidades y talentos; algo que Trotsky tampoco fue capaz de hacer debido a su
valoración incorrecta de los mencheviques" [3]. El marxismo genuino es
dinámico, abierto, de orientación crítica - y el término "ortodoxo" a
menudo tiene la connotación opuesta. Pero independientemente de esta sutileza
terminológica, Cannon y Lars parecen tener la misma posición en este punto, y
pienso que, básicamente, ambos tienen razón.
¿Cuál fue la contribución específica de Lenin al Marxismo?
Según Cannon, "la mayor contribución al arsenal de marxismo desde la
muerte de Engels, en 1895, fue el concepto de partido de vanguardia de Lenin,
como el organizador y el director de la revolución proletaria" [4]. Sin embargo,
esta apreciación parece haber sido refutada por las conclusiones del Lenin
Rediscovered. Su argumento puede ser resumido de la manera siguiente:
La teoría y la
práctica del partido de vanguardia, del estado de partido único, no (repito,
no) son la doctrina central de Leninismo. Esta no es la doctrina central, ni
siquiera una doctrina especial… el bolchevismo, el Leninismo, realmente tenían
unas doctrinas centrales. Una era teórica, el colapso inevitable del
capitalismo en la barbarie. La otra era social, que debido a su lugar en la
sociedad, su educación y su número, sólo la clase obrera podría prevenir este
colapso y reconstruir la sociedad. La acción política consistió en la
organización de un partido para materializar estos objetivos. Estos eran los
principios centrales de bolchevismo. La rigidez de su organización política se
originó no en el cerebro dictatorial de Lenin, sino de una fuente menos
distinguida - el estado policiaco Zarista. Hasta que la revolución comenzara en
marzo de 1917, el futuro que Lenin previó y para el que trabajó fue el
establecimiento de una democracia parlamentaria en Rusia basada en los modelos
británico y alemán… el bolchevismo esperó con impaciencia un régimen de
democracia parlamentaria porque en esto consistía la doctrina de marxismo
clásico: que sería pasando por una democracia parlamentaria que la clase obrera
y la población entera … serían educadas y entrenadas para realizar la
transición al socialismo [5].
De hecho, este resumen fue propuesto en 1963, pero no por Lars,
que estaba por entonces en la adolescencia. Estas son las palabras de C.
L. R. James, cuya mezcla de experiencias y reflexiones como afrocaribeño,
británico y estadounidense (con fuertes elementos de Trotskismo) constituye una
contribución propia y creativa al Marxismo.
Sin embargo, Lenin y los Bolcheviques - a diferencia de sus
camaradas Mencheviques y, en última instancia, a diferencia de Kautsky-
estuvieron preparados para seguir las implicaciones de la orientación marxista
revolucionaria hasta el final. No se trató de que Kautsky o los Mencheviques
"olvidaran", de algún modo, las ideas marxistas que Lenin y sus
compañeros "recordaron", sino que se vieron comprometidos [6]. Los
mencheviques se adhirieron al dogma de que Rusia, en aquellos momentos, sólo
podría llegar hasta una transformación democrática capitalista, que una
revolución socialista de la clase obrera no estaría en el orden del día sino
hasta muchos años después. Ellos, por consiguiente, se vieron obligados a
realizar una alianza entre capitalistas y trabajadores, lo que, naturalmente,
creó las presiones que los forzaron a abandonar los elementos de lucha de
clases del marxismo. Kautsky, hacia 1910, llegó a ver que se encontraría
marginado dentro del cada vez más el conservador y burocrático movimiento de la
Social Democrácia alemana a no ser que, sutilmente, pero cada vez en mayor
grado diluyera su compromiso aparentemente inequívoco y elocuente con el
Marxismo revolucionario. En 1914, cuando la Socialdemocracia alemana apoyó la
política de guerra de imperialista del gobierno del Kaiser, y en 1917, ante la
Revolución Bolchevique, Kautsky ya estuvo comprometido de forma completa. Lo
que es distintivo de los Bolcheviques de Lenin es que no se comprometieron,
obstinadamente llevaron a cabo hasta el final las implicaciones de la
orientación revolucionaria marxista tal como fue expresado en el ¿Qué hacer?, el
Estado y la Revolución, La enfermedad infantil del
"izquierdismo" en el comunismo, y en otros textos de Lenin [7].
Esto sugiere que hubiera algo, después de todo, en la
afirmación de Cannon de que había un elemento decisivo de diferencia entre la
clase de partido del cual formaba parte Kautsky en Alemania y la clase de
partido que Lenin y sus camaradas construían en Rusia. Al mismo tiempo, el
pensamiento de Lenin puede ser entendido, de forma más fructífera, no como una
ruptura, sino como en continuidad con el de Marx [8] (ii).
Una de las enseñanzas clave proporcionadas por Marx y Lenin
es que es la propia naturaleza del capitalismo la que hace posible y necesario
el cambio revolucionario. Esto es así por varias razones. El avance de la
tecnología y de la productividad, gracias a la dinámica del desarrollo
capitalista, ha agrupado a las regiones diferentes de nuestro planeta y ha
creado un nivel de riqueza social suficiente, o plusvalía económica, para hacer
posible una existencia digna, creativa, libre y para posibilitar un autodesarrollo
significativo para cada una de nosotras. Sin embargo, las dinámicas del
desarrollo capitalista (el proceso de acumulación) son tan destructivas de la
libertad y de la dignidad humana que hace necesario el cambio a una forma
diferente de sistema económico.
La tendencia natural del desarrollo capitalista ha llevado a
crear una clase obrera mayoritaria de en cada vez más sectores del mundo, y la
naturaleza de la clase obrera hace posible y necesario un futuro socialista:
posible porque una clase mayoritaria, esencial al funcionamiento de
capitalismo, tiene el poder potencial de hacerse cargo de la tecnología y de
los recursos de la economía para producir un futuro socialista, y necesario
porque se requiere la democracia económica del socialismo para asegurar la
dignidad, la libertad, y la supervivencia de la mayoría de clase obrera.
Por ello, vemos que tanto para Marx como para Lenin, el
socialismo y la democracia son inseparables. La definición misma de socialismo,
para ambos revolucionarios, implica la propiedad social y el control
democrático de la tecnología y de los recursos de los que depende la vida
humana (iii). Marx dice en el Manifiesto Comunista que la clase obrera
debe ganar la batalla por la democracia para tomar el control de la economía.
Lenin afirma en varios de sus textos más importantes hasta 1917 que la clase
obrera puede capacitarse para desarrollar el socialismo sólo haciéndose el
luchador más consistente por todas las formas de democracia genuina y de
derechos democráticos.
Ambos camaradas creyeron posible ganar una mayoría de clase
obrera a esta perspectiva si los revolucionarios desarrollaban una comprensión
clara de realidad del capitalismo (el cual crea la posibilidad y la necesidad
del socialismo) y ayudaban a otros -especialmente entre la creciente clase
trabajadora - a entender esta realidad. Pero ambos insistieron también en que
una parte esencial del proceso de crear una mayoría socialista entre la clase
obrera implicará ayudar a que los trabajadores se organizen por ellos mismos en
el curso de luchas significativas para mejorar sus condiciones de vida (una
mejor situación económica, la expansión de los derechos democráticos, etc.).
Esto no sólo causará mejoras en las condiciones de vida de la gente trabajadora
sino que también les proporcionará un sentido de su poder y de su capacidad
para llevar a cabo un cambio. Una acumulación de experiencia organizativa y de
experiencia de lucha de clases les capacitará para luchar más con eficacia en
el futuro. Esta dinámica social será necesaria debido a que la dinámica natural
del capitalismo producirá, en última instancia, la erosión de aquellas
ganancias que la gente trabajadora ha sido capaz de ganar. Tal erosión puede
ser bloqueada, en última instancia, sólo por la transformación del capitalismo
en la democracia económica propia del socialismo. En las luchas de hoy, es
necesario educar sobre las exigencias del futuro. De formas diversas, la lucha
por reformas aquí y ahora debe vincularse con la lucha por un cambio
revolucionario.
Por tanto, con el objetivo de avanzar en la consecución de
sus intereses, la clase obrera debe organizarse no sólo como un movimiento
económico, sino también como un movimiento político, que debe ser políticamente
independiente de los capitalistas y de otros elementos de las clases altas
organizados en partidos como el liberal, conservador, y partidos políticos
híbridos. Los trabajadores deben utilizar sus sindicatos, organizaciones para
la consecución de reformas, y el partido político en la lucha por el poder
político. Cuando sean capaces de ganar el poder político (el cual tendrá que
estar organizado en base a estructuras radicalmente más democráticas que
aquellas desarrolladas por los políticos capitalistas), ello constituirá una
revolución de la clase obrera, y deberían usar este poder revolucionario para
comenzar la transición de una economía capitalista a una socialista. En el
conjunto de este proceso, los trabajadores deben aliarse con toda la gente
trabajadora (especialmente agricultores, campesinos, etc.), y con todos los
oprimidos, cuya liberación debe formar parte del programa político de la clase
obrera.
Dado que el capitalismo es un sistema global, la lucha de la
clase obrera por una vida mejor y por el socialismo debe plantearse de forma
global, y el desarrollo de socialismo sólo puede conseguirse en una escala
global. Lenin jugó un papel principal al fundamentar la estrategia
revolucionaria en una clara comprensión del imperialismo, pero la expansividad
global y explotadora inherente al capitalismo fue descrita claramente en el
Manifiesto Comunista. Marx y Lenin compartieron el internacionalismo
revolucionario más riguroso, y rechazaron la noción de que un país aislado, por
sí mismo, de alguna forma, pudiera alcanzar un futuro socialista. Los
trabajadores de todos los países tendrán que unirse en un movimiento
internacional multifacético para materializarlo.
También tenemos la cuestión de la organización, sobre la
cual, Lenin, con todo derecho, merece tener el mérito de haberle dado una
profunda atención, pero en la cual (en mi opinión), en buena parte, siguió a
Marx. August Nimtz, en su reciente libro Marx and Engels:
Their Contribution to the Democratic
Breakthrough (Marx y Engels: Su Contribución al Progreso de la
Democracia), hizo un buen trabajo al demostrar la seriedad con la cual Marx y
Engels trataron la cuestión de la organización. Como subrayaron en el
Manifiesto Comunista, los comunistas
son la sección más avanzada y resuelta del movimiento de la clase obrera, la
sección que procura empujar adelante al resto porque son el elemento con mayor
clarificación dentro de la clase obrera, con una clara visión "de las
condiciones de la marcha y de los resultados generales del movimiento
proletario". Hay una necesidad de que organizaciones democráticas,
cohesionadas y eficaces de activistas de la clase obrera jueguen este papel.
Hay planteamientos radicales y rebeliones militantes que animan a la clase
obrera en sus luchas, pero se necesita mucho trabajo serio para ayudar a reunir
y profundizar tales planteamientos en una conciencia de clase consistente, y
sostener y extender tales rebeliones en una lucha de clases consistente que puede
conducir al socialismo. [9]
Todo lo que he acabo de decir es la orientación tanto de
Lenin como de Marx.
No tengo tiempo aquí para explorar que pasó con el proyecto
revolucionario de Lenin en los años posteriores a la Revolución rusa de 1917, y
en particular con la consolidación del régimen de Stalin después de la muerte
de Lenin. Sólo puedo citar los comentarios de un Comunista disidente en la
Rusia Soviética, Mikhail Riutin:
"Stalin
mata el Leninismo, [mata] la revolución proletaria bajo la bandera de la
revolución proletaria, [mata] la construcción del socialismo bajo la bandera de
la construcción del socialismo." Un antiguo aliado de Nikolai Bukharin
y antiguo líder del Partido Comunista en Moscú, expulsado en 1930 por su
oposición a la
colectivización
forzada de la tierra, Riutin escribió que "el peor enemigo del
partido y de la dictadura del proletariado, el peor provocador y
contrarrevolucionario no podían haber realizado el trabajo de destruir el
partido y la construcción del socialismo mejor de lo que lo hizo Stalin."
[10]
Conforme la teoría Marxista y las perspectivas de
organización revolucionaria llegaron a estar cada vez más comprometidas y
devaluadas, algunos -incluyendo lideres de algunos partidos comunistas- fueron
capaces de permanecer fieles a sus puntos de vista originales durante la década
de 1920, y sirvieron como recursos para una renovación Marxista a partir de la
década de 1930, junto con las vitales contribuciones de Rosa Luxemburgo y de
León Trotsky, y no digamos con el ejemplo y las ideas del mismo Lenin, quien se
convirtió en un "vestigio del pasado a rescatar" del Marxismo
revolucionario [11]. Con la multiplicación y la profundización de las crisis y
sublevaciones de nuestra época, parece probable que recursos como estos
atraerán la atención de activistas avanzados en todo el mundo, incluyendo a los
de aquí.
Notas
1. Richard B. Day and Daniel Gaido, eds.,
Witnesses to Permanent Revolution: The Documentary Record (Leiden: Brill, 2009); Lars Lih, Lenin Rediscovered:
‘What Is to Be Done’ in Context (Leiden: Brill, 2006), publicado de nuevo en
rústica (Chicago: Haymarket Books, 2008); August H. Nimtz, Jr., “A Return to
Lenin – But Without Marx and Engels?,” Science & Society (October 2009).
2. James P.
Cannon, “Lenin and the Iskra Period”, The Left Opposition in the U.S. 1928-31,
ed. Fred Stanton (New York: Monad Press/Pathfinder Press, 1981), 332. My own
case for the correspondence of the thought of Marx with that of Lenin (as part
of a broader revolutionary Marxist stream) can be found in From Marx to
Gramsci: A Reader in Revolutionary Marxist Politics (Atlantic Highlands:
Humanities Press, 1996). But this is hardly a unique perspective. It can be
found (often with substantial documentation) in much of the existing
literature, a sampling of which includes: David Riazanov, Karl Marx and
Friedrich Engels (New York: Monthly Review Press, 1974); Sidney Hook, Towards
the Understanding of Karl Marx, A Revolutionary Interpretation (New York: John
Day Co., 1933); Edmund Wilson, To the Finland Station (New York: Farrar, Straus
and Giroux, 1972); Christopher Hill, Lenin and the Russian Revolution (New
York: Viking/Penguin, 1978); Ernst Fischer and Franz Marek, The Essential Lenin
(New York: Seabury, 1972); E. H. Carr, The Russian Revolution: From Lenin to
Stalin (New York: The Free Press, 1979); Ernest Mandel, The Place of Marxism in
History (Atlantic Highlands, NJ: Humanities Press, 1994); Neil Harding,
Leninism (Durham, NC: Duke University Press, 1996); Lars Lih, Lenin (London:
Reaktion Books, 2011).
3. James P.
Cannon, “Again: On ‘Unity with the Shachtmanites,” The Struggle for Socialism
in the “American Century,” ed. Les Evans (New York: Pathfinder Press, 1977),
139.
4. James P.
Cannon, “The Revolutionary Party and Its Role in the Struggle for Socialism,”
Fighting for Socialism in the ‘American Century,’ ed. David Holmes (Sydney,
Australia: Resistance Books, 2000), 11.
5. C. L. R.
James, “Lenin and the Vanguard Party,” The C. L. R. James Reader, ed. Anna
Grimshaw (Oxford, UK: Blackwell, 1992), 327.
6. This
responds to an accusation regarding my views in “Symposium on Lars Lih’s Lenin
Rediscovered,” with contributions by Paul Blackledge, Ronald Grigor Suny,
Robert Mayer, Chris Harman, Alan Shandro, Paul Le Blanc, and Lars T. Lih,
Historical Materialism 18.3 (2010), 25–174. Specifically Lars Lih, “Lenin
Disputed,” 131.
7. For a
survey collection of Lenin’s writings consistent with this argument, see V. I.
Lenin, Revolution, Democracy, Socialism: Selected Writings, ed. Paul Le Blanc
(London: Pluto Press, 2008).
8. See Paul
Le Blanc, Lenin and the Revolutionary Party (Amherst, NY: Humanity Books,
1993). The material in the following several paragraphs is taken from Michael
Yates, “Interview with Paul Le Blanc,” MRZine (28/08/06),
http://mrzine.monthlyreview.org/2006/yates280806.html.
9. See
August H. Nimtz, Jr., Marx and Engels: Their Contribution to the Democratic
Breakthrough (Albany, NY: State University of New York Press, 2000).
10. Paul Le
Blanc, Marx, Lenin, and the Revolutionary Experience: Studies of Communism and
Radicalism in the Age of Globalization (New York: Routledge, 2006), 133–134. In
addition to extensive discussion in this volume, see Paul Le Blanc, “Lenin and
Revolutionary Democracy,” Critique: Journal of Socialist Theory, Volume 38,
Issue 4, 01 December 2010, 617–630
11. See Perry Anderson, Considerations on Western Marxism
(London: Verso, 1979). Gramsci’s political writings and prison notebooks up to
the 1930s stand together with four works stretching from 1923 to 1929 by Lukács
as outstanding additions to an authentic Leninism. For Gramsci, see Selections
from Political Writings 1910-1920 (New York: International Publishers, 1977),
Selections from Political Writings 1921-1926 (New York: International
Publishers, 1978), and Selections from the Prison Notebooks (New York:
International Publishers, 1971); for Lukács, see History and Class
Consciousness, Studies in Marxist Dialectics (Cambridge, MA: MIT Press, 1971),
Lenin, A Study in the Unity of His Thought (Cambridge, MA: MIT Press, 1971), A
Defence of “History and Class Consciousness”—Tailism and the Dialectic (London
Verso, 2000), and “Blum Theses, 1928-1929,” in Tactics and Ethics: Political
Essays, 1919-1929 (New York: Harper and Row, 1973). On Luxemburg, see Paul
Frölich, Rosa Luxemburg (Chicago: Haymarket Books, 2010), Rosa Luxemburg,
Socialism or Barbarism: Selected Writings, ed. Paul Le Blanc and Helen C. Scott
(London: Pluto Press, 2010), and Georg Adler, Peter Hudis and Annelies
Laschitza, eds., The Letters of Rosa Luxemburg (London: Verso, 2011). On
Trotsky, see Kunal Chattopadhyay, The Marxism of Leon Trotsky (Kolkata, India:
Progressive Publishers, 2006), Bill Dunn and Hugo Radice, eds. 100 Years of
Permanent Revolution, Results and Prospects (London: Pluto Press, 2006), and
Leon Trotsky, Writings from Exile, ed. Paul Le Blanc and Kunal Chattopadhyay
(London: Pluto Press, 2011 forthcoming).
Notas del traductor
ii) Paul La Blanc resume de la manera siguiente la
concepción de Lenin sobre la organización:
"Esto es … una
responsable ’organización de verdaderos revolucionarios’, ’un cuerpo de
camaradas en el que prevalece una confianza mutua completa’ y en el cual todos
’tienen un claro sentido de su responsabilidad’. Para Lenin, las condiciones
previas para ello son el compromiso con un programa político marxista
revolucionario y - derivado de esto - un partido efectivo, organizado de forma
centralizada, que estimula el pensamiento crítico y la iniciativa local; la
integración de tal pensamiento y experiencia en un proceso de desarrollo
partidario; e, inseparable de todo esto, una sensibilidad democrática
profundamente inculcada, que se manifiesta incluso cuando condiciones
excepcionales excluyen la observancia formal de procedimientos democráticos.
Una organización centralizada de forma democrática basada en un programa
revolucionario - esto fue … la esencia de la concepción leninista de la organización."
[Paul Le Blanc, Lenin and
the Revolutionary Party. Amherst, NY: Humanity Books, 1993, 53-54]
[*] En un foro llevado a cabo en
la Universidad de Pace en la ciudad de Nueva York se organizó un coloquio
sobre el "Marxismo de Lenin". A los miembros de la mesa, Chris
Cutrone, Paul Le Blanc y Lars T. Lih, se les pidió que trataran sobre "¿Qué
hay de específico en el marxismo de Lenin? ¿Cuál es su relación con otras
formas de marxismo y con otros marxistas de su época? ¿Lenin era ortodoxo o
heterodoxo? ¿Se puede hablar de una ‘unidad’ en el pensamiento político de
Lenin, como argumentó Georg Lukács, o cada uno de sus principales trabajos - ¿Qué
hacer? (1902), El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), el
Estado y la Revolución (1917), La enfermedad infantil del
"izquierdismo" en el comunismo (1920) – expresan etapas
distintas e incluso contradictorias del desarrollo político de Lenin? ¿Cómo se
impuso el marxismo de Lenin –o no- a otras formas alternativas de marxismo?
¿Cómo deberíamos entender hoy la contribución histórica de Lenin al marxismo? Esta
es la intervención de apertura del coloquio por parte de Paul Le Blanc.