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Karl Marx ✆ A.d.
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Claudio C.
Vizia | A partir del análisis
de puntos fundamentales teórico-metodológicos de la teoría de Marx, como el
problema del determinismo y productivismo, se realizará una lectura crítica del
problema de la naturaleza en los "Manuscritos" y en las obras maduras
de Marx, y se comentarán algunos textos donde aparecen referencias a problemas
ecológicos o ambientales en su contexto histórico de escritura. Luego se
centrará en el lugar de la naturaleza en la teoría del valor, desarrollada
sobre todo en "El Capital". A continuación se establecerá una breve
reseña de diversas lecturas de Marx desde perspectivas ecológicas, partiendo del
análisis de la agricultura energética de Podolinsky, donde se confrontarán
lecturas actuales de Joan Martínez-Alier, Paul Burkett-John Bellamy Foster y
Daniel Bensaïd.
Al final de este recorrido el análisis permitirá extraer
conclusiones sobre los hallazgos y omisiones de Marx en perspectiva ecológica y
su percepción de los problemas ambientales de su época, con implicancias sobre
la probable vigencia del marxismo para la comprensión de los procesos
históricos actuales de los países no hegemónicos, y las perspectivas futuras de
la crisis ecológica global.
Introducción
En este trabajo me propongo considerar la noción filosófica
de Naturaleza en Karl Marx, para tratar luego de analizar de qué modo es
incorporada en la teoría del valor, piedra angular del materialismo histórico.
Para estas dos cuestiones me basaré en el análisis de textos seleccionados de
los fundadores del materialismo histórico. Este punto tiene particular
importancia por mi convicción sobre la necesidad de una más adecuada valoración
de la obra de Marx en los ámbitos ecológicos, lo cual en mi opinión
tiene una importancia no sólo teórica sino también política, considerando que
actualmente se da un proceso convergente de lucha de movimientos ecologistas,
campesinos y de pueblos originarios, paralelo a cierto vacío y confusión
teóricas e ideológicas, que son aún consecuencia del derrumbe de los grandes
regímenes del llamado “socialismo real”.
Luego pasaré a relacionar dicha problemática con el análisis
de la energía en la agricultura de Podolinsky, retomando sus
argumentos, y al final se examinarán los distintos comentarios y valoraciones
que pudimos encontrar en textos contemporáneos
de JoanMartínez-Alier, Guillermo Foladori, Paul
Burkett y John Bellamy Foster, yDaniel Bensaïd, para llegar a las
conclusiones.
La pertinencia del tema está justificada por al menos dos
razones. La primera de ellas reside en la convicción de Podolinsky de
haber hallado las bases termodinámicas de la teoría marxista del valor. La
segunda consiste en la certidumbre sobre las posibilidades de una mayor
comprensión sobre la estimación -o subestimación- del problema energético
enMarx y Engels a través de reunir diversos argumentos y
críticas de autores contemporáneos.
Consideraciones sobre
la Naturaleza
En los “Manuscritos” de 1843-44 Marx se
refiere a la naturaleza como “el cuerpo inorgánico del hombre”. Si bien esta
concepción es de carácter transhistórico, como ha sido señalado al menos
por Ted Benton y Moishe Postone, tiene un doble valor: como punto
de partida afirma que no puede concebirse al hombre sino en la
naturaleza de la cual forma parte; y en obras posteriores permitirá además
llegar a la noción más compleja y dinámica de metabolismo del hombre y la
naturaleza, aprovechando las influencias de los estudios de von Liebig sobre
la fertilidad de la tierra. La referencia al capítulo del Libro I de El
Capital “Proceso de trabajo, proceso de valorización”, nos puede ayudar a
entender mejor la idea:
“En primer lugar, el
trabajo es un proceso entre hombres y naturaleza, un proceso en el que,
mediante su acción, el hombre regula y controla su intercambio de materias con
la naturaleza. Se enfrenta a la materia de la naturaleza como un poder natural.
Pone en movimiento las fuerzas naturales pertenecientes a su corporeidad, brazos
y piernas, cabeza y manos, para apropiarse de los materiales de la naturaleza
en una forma útil para su vida. Al actuar mediante este movimiento sobre la
naturaleza exterior a él y cambiarla, transforma al mismo tiempo su propia
naturaleza.” (1)
En este párrafo, puede establecerse una influencia directa
en la noción contemporánea decoevolución del hombre y la
naturaleza, de R. Norgaard.
Esa relación metabólica se habría alterado por la alienación
del proceso de trabajo, la separación del productor de sus condiciones de
producción y consiguientemente de su producto, generando además la división del
trabajo con la consecuente separación entre la ciudad y el campo, procesos que
según Marx el socialismo debería rectificar.
“Con el predominio
cada vez mayor de la población urbana, concentrada en grandes centros, la
producción capitalista acumula, de un lado, la fuerza motriz de la sociedad,
mientras que de otra parte perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra.
Es decir, el retorno a la tierra de los elementos de ésta consumidos por el
hombre en forma de alimento y de vestidos, o sea, la condición natural eterna
de la fecundidad permanente del suelo.” (2)
Sobre el problema de la reutilización de los residuos vuelve
en el libro III de la misma obra, en la sección destinada a la economía en el
empleo del capital constante, destacando a la vez el aporte de la ciencia en su
reutilización, como su irracional despilfarro:
“Los excrementos del
consumo son muy importantes para la agricultura. Por lo que respecta a su
utilización, la economía capitalista efectúa un despilfarro colosal; en
Londres, por ejemplo, no saben hacer nada mejor con el abono de 4 ½ millones de
seres humanos que emplearlos, con gastos inmensos, en apestar el Támesis.”
Y más adelante:
“Y todo progreso de la
agricultura capitalista no es sólo un progreso en el arte de esquilmar al
obrero sino también en el arte de esquilmar a la tierra, y cada paso que se da
en el incremento de su fertilidad dentro de un período de tiempo determinado,
supone a la vez un avance en la ruina de las fuentes permanentes de esta
fertilidad. (…) La producción capitalista sólo desarrolla, por tanto, la
técnica y la combinación del proceso social de producción al tiempo que socava
las fuentes originarias de toda riqueza: la tierra y el trabajador.” (3)
Notemos que en este pasaje no sólo encontramos una crítica
al carácter depredador del capital sobre la tierra y la fuerza de trabajo, sino
también una toma de distancia con respecto a una supuesta concepción unilateral
de progreso, el que se revela, por el contrario, como desigual y
contradictorio.
Sin embargo, a este párrafo subrayado por autores que
destacan las percepciones ecológicas de Marx, podemos contraponer el
siguiente, escogido del Manifiesto, y también citado repetidamente por
quienes critican su supuesto productivismo o prometeísmo:
“En el siglo corto que
lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha creado energías
productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las generaciones juntas.
Basta pensar en el sojuzgamiento de las fuerzas naturales por la mano del
hombre, en la maquinaria, en la aplicación de la química a la industria y la
agricultura, en la navegación de vapor, en los ferrocarriles, en el telégrafo
eléctrico, en la roturación de continentes enteros, en los ríos abiertos a la
navegación, en los nuevos pueblos que brotaron sobre la tierra como por
ensalmo…
¿Quién, en los pasados
siglos, pudo sospechar siquiera que en el regazo de la sociedad fecundada por
el trabajo del hombre yacían soterradas tantas y tales energías y elementos de
producción?”. (4)
Estos pasajes, que han sido calificados como “panegíricos de
la burguesía”, deben contextualizarse debidamente. Ante todo, se nota el tono
entusiasta de un manifiesto, contrastante con el más neutro de un
tratado (5). Pero a párrafo seguido, se detallan las trabas actuales al
desarrollo de las fuerzas productivas, y la necesidad del socialismo. En la
misma página, destaca como un “logro” de la burguesía la
concentración de la población en grandes ciudades, y el rescate de los
campesinos del “idiotismo rural“ (6).
Sin embargo, en el mismo Manifiesto se puede
encontrar, entre las diez primeras medidas prioritarias, la abolición de la
propiedad de la tierra, y la lucha contra la división ciudad / campo.
Otra referencia nos puede aportar a una debida
contextualización de la perspectiva deMarx en la época
del Manifiesto y otros trabajos. En la advertencia a la selección de
textos “Materiales para el estudio de América Latina”, su compilador Pedro
Scaron (7) señala el error de muchas teorías difundidas, consistente en
afirmar que las grandes líneas de la concepción del mundo
de Marx quedaron definitivamente establecidas a partir de la
redacción del Manifiesto, demostrando en el análisis de textos que sobre
la cuestión nacional la evolución de Marx y Engels es
compleja y contradictoria. Tenemos razones para considerar esta reflexión como
aplicable a nuestro tema.
La periodización que establece marca una primera fase de
comienzo impreciso no posterior a 1847 hasta 1856, año del fin de la guerra de
Crimea, donde “… Marx y Engels combinan el repudio moral a las
atrocidades del colonialismo con la más o menos
veladajustificación teórica del mismo.” (7) El
Manifiesto pertenece a este período.
Una segunda etapa según el autor se desarrolla entre 1856 y
la fundación de la Internacional, en 1864, donde la denuncia del colonialismo
se une con la reivindicación del derecho a la resistencia de los pueblos
oprimidos. La mayor parte de los textos sobre el colonialismo se ubica entre
estos años.
Un tercer período se daría desde la fundación de la
Internacional hasta la muerte de Marx,en 1883. Aquí la influencia de la
relación personal con los militantes de los países de menor desarrollo
capitalista aproximaría a ambos a la actual teoría de la dependencia,
admitiendo la posibilidad de una revolución en estos países antes que en los
centrales.
En la cuarta fase, posterior a la muerte
de Marx, según el compilador se da un proceso de estancamiento o de
involución. Aquí Engels combinaría análisis acertados sobre la
cuestión nacional típicos del período anterior, con una
posición “patriótica” y proclive al parlamentarismo, cercana
a Kautsky y la socialdemocracia.
Scaron argumenta que estas fases delineadas sobre la
cuestión nacional se ajustan a los textos sobre América Latina, pero en lo que
aquí nos interesa, respecto al rol histórico de la burguesía, son pertinentes
al menos para comprender que el entusiasmo sobre su rol histórico de ningún
modo fue definitivo, como parecieron entender varios críticos. (8)
Naturaleza y teoría
del valor
Para Marx la magnitud del valor de una mercancía
es el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. Prescindiendo de
su valor de uso, y por lo tanto de sus propiedades físicas, a las mercancías
sólo les queda la propiedad de ser productos del trabajo. El valor de uso se
presenta en todo tipo de sociedad, si bien bajo diferentes relaciones sociales,
mientras que el valor de cambio es la forma dominante, si bien no exclusiva, que
adquiere el valor de la mercancía bajo las relaciones sociales de producción
capitalistas. (9)
Sobre la forma valor de uso, afirma que es una combinación
de dos elementos, la materia natural y el trabajo: “De ahí que el trabajo no
sea la única fuente de los valores de uso que produce, de la riqueza material.
Como dice William Petty, el trabajo es su padre y la tierra su
madre.”(10) Habría, por lo tanto, en esta forma de valor, trabajo humano y
producto de la naturaleza. Así, si a cada mercancía se le sustrajera cada etapa
de trabajo incorporado, no quedaría sino un “residuo material”, brindado por la
naturaleza y sin intervención humana.
Pasando a la forma valor de cambio, así la define en otro
texto:
“Como los valores
de cambio de las mercancías no son más que funcionessociales de
las mismas y no tienen nada que ver con sus propiedadesnaturales,
lo primero que tenemos que preguntarnos es esto: ¿cuál es lasustancia
social común a todas las mercancías? Es el trabajo.” (11)
Así, en términos de trabajo formal, no
concreto, su magnitud es constante al suponerse también uniforme el tiempo
de trabajo dedicado para su producción.
Tampoco el trabajo presenta sólo la característica de
productor de valores de uso. Como una mercancía más, se expresa en valor de
cambio, y este es un aporte exclusivo que con justicia se
atribuye Marx (12).
Más adelante, en el apartado IV, al hablar del carácter
fetichista de la mercancía, sostiene que el valor de las mismas no tiene
relación con sus propiedades físicas y las relaciones reales: pero en la
representación de los sujetos las relaciones sociales del trabajo aparecen
como propiedades objetivas de sus productos, y las relaciones sociales entre
personas aparecen como relaciones entre cosas.
En el mismo apartado, en la página 115 de la edición
consultada, puede leerse:
“La aburrida y
absurda querella sobre el papel de la naturaleza en la formación del valor de
cambio demuestra, entre otras cosas, hasta qué punto ha engañado a una parte de
los economistas el fetichismo de las mercancías, o la apariencia objetiva de
las determinaciones sociales del trabajo. Como el valor de cambio es una
determinada manera social de expresar el trabajo empleado en una cosa, no puede
contener más elementos naturales que el tipo del cambio, por ejemplo”.
No se trataría entonces de una omisión ni de una falta de
ponderación adecuada del lugar de la naturaleza en la formación de valor sino
más bien, de la radical diferencia entre una y otra formas de valor. Así, al
prescindirse para el valor de cambio de toda referencia a las propiedades
materiales de la mercancía, el aporte de la naturaleza en la generación de
valor estaría exclusivamente restringida a la forma valor de uso, forma de
valor dominante en el sistema capitalista, coincidiendo Marx con los
economistas liberales en considerar al trabajo como fuente exclusiva
del valor de cambio. Como citábamos más arriba, para Marx la
verdadera fuente de riqueza es el valor de uso, donde el aporte de la
naturaleza al valor es tenido en cuenta, pudiendo incluso reducirse el
trabajo a sus propiedades naturales.
Lo anterior no invalida las argumentaciones en favor de la
construcción de una nueva teoría del valor que contemple la valoración de
recursos agotables, como la amortización de los no renovables, los efectos de
los desechos sobre la biosfera, etc., lo que los marginalistas
llamaron externalidades. Varios autores se han referido a este tema,
entre los que podemos mencionar a Joan Martínez-Alier, Enrique
Leff y Alain Lipietz, quien considera necesario su reemplazo por una
teoría del “valor sustentable”.
Sin embargo, en la medida en que dichos valores se traduzcan
monetariamente, sería, siempre dentro de los límites del actual sistema de
producción, una forma de internalización de externalidades, lo que a nuestro
entender no cuestionaría la teoría marxista del valor.
Marx, Engels,
Podolinsky: energía y teoría del valor
Sergei Podolinsky, médico ucraniano militante de la fracción
populista de la Internacional Comunista, escribió en 1882 un interesante artículo
que envió a Marx a través de Engels, sobre la energía en la
agricultura, donde intentaba conciliar la perspectiva termodinámica con la
teoría del valor. A continuación seguiremos la argumentación de “Socialism and
the Unity of Phisical Forces”, versión inglesa que debimos utilizar por no
disponer de la traducción española.
En su artículo Podolinsky se pregunta cuál es el
mejor método para aplicar el trabajo humano a la naturaleza para un mayor
rendimiento de sus fuerzas hacia la satisfacción de las necesidades humanas.
Para ello pasa a considerar la distribución de energía en el universo, haciendo
mención a la tendencia a la dispersión, segundo principio de la termodinámica.
Así, considera que la capacidad de la humanidad de producir
modificaciones en la distribución de la energía solar es el camino para retener
una mayor porción de energía aprovechable. Luego menciona que las plantas y los
cultivos son los mayores obstáculos a la reflexión de la luz en el espacio, por
lo tanto a la dispersión de la energía solar. Y afirma que el hombre mediante
ciertas acciones puede incrementar la cantidad de energía solar acumulada en la
tierra y disminuir su dispersión: cultivando vegetales, aplicando maquinarias
al agro y combatiendo las plagas.
Luego de analizar las estadísticas agrarias de Francia,
concluye que el aumento de energía puede ser logrado de dos modos: por la
conversión inmediata de energía solar en movimiento a sustancia nutritiva. O
mediatamente, con el trabajo útil de artesanos y fabricantes de maquinarias.
Toda la energía proviene del sol, pero mediante la actividad del hombre una Ha.
de tierra puede acumular en su vegetación diez veces la cantidad de energía que
sin su intervención. Por lo tanto la agricultura científica es el mejor ejemplo
de trabajo útil.
Intentando a continuación aplicar esa teoría a la
satisfacción de necesidades humanas, reconoce que dicha satisfacción es
acompañada por un intercambio de fuerzas físicas entre los organismos y el
ambiente.
Y basándose en los experimentos de Hirn y Helmholtz sobre
la relación entre el oxígeno aspirado e inhalado en el trabajo, extrae
un coeficiente de la máquina humana,equivalente a 1:5. Como el valor
del alimento lo establece en aproximadamente la mitad, el coeficiente
económico puede llegar a 1:10.
Luego afirma que los salvajes, que satisfacen gran parte de
sus necesidades con los elementos que ofrece la naturaleza y con necesidades
más limitadas, aparentemente poseen un coeficiente mayor que los hombres
civilizados. Así, el trabajo útil puede acumular energía en gran proporción a
medida que crece la población, pero el proceso no es general porque en el
capitalismo avanzado gran parte del trabajo es aplicado a la producción de
objetos de lujo, o sea, a la dispersión de energía más que a su acumulación. La
causa de la aparente contradicción es que dado que el coeficiente económico del
hombre primitivo es mayor, debe considerarse a su cuerpo como una máquina mejor
organizada que la del hombre civilizado; sin embargo, éste produce más con su
trabajo. Siguiendo aSadi Carnot, el hombre es una máquina térmica
perfecta.
Como conclusiones (13)
- La cantidad total de energía que la tierra recibe desde su
interior y del sol tiende a disminuir, mientras que la energía acumulada en la
superficie de la tierra tiende a incrementarse.
- El incremento de la energía acumulada tiene como única causa
el trabajo muscular de los hombres y ciertos animales.
- El coeficiente humano tiende a disminuir a medida que crecen
sus necesidades. El uso del trabajo muscular tiende a incrementar en el
presente la acumulación de energía, en mayor medida que en la era primitiva de
civilización.
- En virtud de la afinidad química en cuanto a disposición de
sustancias nutritivas, de fuerza mecánica de animales y maquinarias que
reunidas sobrepasan la fuerza mecánica propia de los humanos, en la medida que
el denominador del coeficiente económico exceda al numerador la existencia
humana estará asegurada, porque la raza humana representa un ejemplo de la
máquina térmica perfecta, de acuerdo a la concepción de Sadi Carnot.
- El principal objetivo debe ser el incremento de la energía
solar acumulada en la tierra, no simplemente la transformación en trabajo de la
energía solar y otras formas. En las recientes formas de energía -por ejemplo
el trabajo mediante la combustión de carbón- es acompañada de una mayor
dispersión en el espacio.
Ahora pasa a analizar la segunda cuestión: ¿Cuáles formas de
reproducción son más ventajosas para la satisfacción de las necesidades
humanas? Y responde: las que producen la mayor acumulación de energía solar en
la tierra.
Claramente, no es la forma primitiva de cultivo, basada en
la utilización de fuerzas previamente acumuladas por el proceso natural. El
hombre primitivo lograba su nutrición mediante la caza, la pesca y la
recolección sólo dispersando en el espacio la energía solar acumulada en la
superficie terrestre.
Tampoco la esclavitud, basada en la guerra, que formaba un
numeroso grupo de hombres improductivos dedicados a las actividades bélicas.
En cuanto al feudalismo, significó ciertos elementos de
progreso, pero no comparable con el presente.
Así llegamos a la producción capitalista actual. Esta forma
utiliza la división del trabajo, aplicando la maquinaria a la gran industria y
la agricultura en gran escala. Pero los resultados no son obtenidos por los
capitalistas, sino por el trabajo de generaciones pasadas de trabajadores, o
por las asociaciones actuales (cooperativas) Como contrapartida genera crisis
con cantidad de trabajadores en la calle, operando de manera análoga a las
guerras y epidemias, esto es, dispersando una porción de energía disponible en
detrimento de su acumulación.
Así es como admite, en concordancia con la teoría del valor
que atribuye a Ricardo, que sólo el trabajo sirve en última instancia
como base para la definición del valor de la producción, y agrega que será el
elemento preponderante de toda teoría socialista correcta de distribución de la
producción. Esta deducción sería “una sentencia de muerte para los otros
sistemas de producción”, y finaliza dando algunos ejemplos que apoyan esta
afirmación. Hasta aquí la reseña de Podolinsky.
La respuesta de
Engels
No hay evidencias de que Marx contestara la carta
remitida por Podolinsky. Burkett yFoster observan que dicha
carta no fue hallada en los archivos de Marx, por lo que presumen que
la respuesta pudo ser enviada a Podolinsky mediante notas al margen
de la misma carta, hábito que habría sido frecuente en Marx (14). Las
referencias encontradas están en dos de las últimas cartas que Engels dirige
a Marx antes de su muerte, fechadas el 19 y 22 de diciembre de 1882.
Marx falleció el 14 de marzo de 1883.
Marx había encargado a Engels que se ocupara
de analizar el trabajo de Podolinsky en razón de estar enteramente
dedicado al estudio de las sociedades precapitalistas, que debían integrar la
última parte de El Capital.
Engels, quien dispondría de la versión italiana, en la
primera carta reconoce el aporte dePodolinsky en cuanto a haber demostrado
la capacidad del trabajo humano de fijar la energía solar en la superficie de
la tierra, pero considera erróneas sus conclusiones económicas. En su
comentario aclara que en el balance de energía debe considerarse lapérdida por
fricción y radiación de calor corporal de las calorías fijadas. Retomaremos
esto más abajo. Considera además que el cálculo de calorías sólo puede
realizarse en las ramas más primitivas de la producción, no así en la
industria, afirmando que es imposible expresar las relaciones económicas en
magnitudes físicas, y señala también quePodolinsky no tiene en cuenta que
además de fijar el calor actual, el hombre derrocha el calor acumulado del
pasado.
Como conclusión, considera su descubrimiento muy valioso,
pero concluye que la verdad del socialismo no puede encontrarse en la ciencia
de la naturaleza.
En la segunda carta, se limita a aclarar que el almacenaje
de energía por medio del trabajo sólo se realiza en la agricultura, en la
ganadería sólo es transferida, y en la industria únicamente es gastada.
Discusiones
contemporáneas
La contribución de Podolinsky fue revalorizada en
1925 por Vernädsky, ecólogo ruso, y más recientemente por Joan
Martínez-Alier en múltiples textos. Afirma que su trabajo, tal vez el
primero en estudiar el flujo de energía en la agricultura, debe ser considerado
como el primer esfuerzo por desarrollar la economía ecológica. A la vez formula
críticas a las apreciaciones de Engels. En un trabajo de 1993 las
críticas comprenden también aMarx: “la contabilidad energética
proporcionaba una base científica a la teoría del valor-trabajo, un punto de
vista que ni Marx ni Engels apreciaron”.
Al respecto G. Foladori señaló que el interés de
ambos era investigar los mecanismos socioeconómicos de la organización de la
sociedad capitalista, lo que debe distinguirse de la contabilidad
energética. (16)
En un manual anterior, el Dr. Alier formula una
crítica similar a los economistas del siglo XIX, incluyendo a Marx:
“ … la escuela de
economistas llamados Fisiócratas, en la Francia del siglo XVIII, o Adam Smith
(…) escribieron antes de que se establecieran los postulados de la
Termodinámica, pero eso no se aplica a Marx, ni a los economistas neoclásicos
como Walras o Jevons, todos ellos autores de la segunda mitad del siglo XIX. Es
sorprendente esa ceguera y ensimismamiento persistentes de los economistas,
hasta la reciente eclosión de una nueva escuela de economía ecológica.” (17)
Y en un trabajo más reciente, (M. Alier, 2003) su valoración
es más positiva, afirmando que Marx y Engels estaban
profundamente interesados en las interacciones entre la economía humana y el
ambiente natural, particularmente en lo relacionado a la agricultura
capitalista. A continuación pasa a considerar elogiosamente la noción
de metabolismo socioeconómico, que analizaremos más adelante.
Luego M. Alier recuerda el interés de ambos por la
cuestión energética, dando como ejemplo el comentario en su correspondencia de
1858 al trabajo de Joule sobre la conservación de la energía, pese a
no relacionar el flujo de energía como parte del metabolismo social. Y pasa a
continuación a comentar las reacciones de Engels al trabajo
de Podolinsky, reconociendo el acierto en la observación de la
segunda carta respecto a la conservación de la energía como exclusiva de la
agricultura, a diferencia de la industria donde sólo es gastada. Pero considera
errónea la observación sobre el gasto de la energía solar acumulada del pasado,
y comenta la conclusión negativa sobre la imposibilidad de fundar en las
ciencias naturales la necesidad del socialismo, puntualizando sobre todo las
consecuencias que produjo en el pensamiento marxista posterior, particularmente
en el soviético – con la excepción de Vernädsky.
En un reciente, polémico y relativamente extenso
artículo, (18) Burkett y Fosterexponen su punto de vista, intentando
refutar particularmente a M. Alier y Naredo, e incluyendo a
ecologistas marxistas, quienes basarían su “narrativa” en tres
supuestos: 1°.Podolinsky publicó su análisis energético del trabajo
humano, intentando conciliar la teoría marxista del valor con la segunda ley
termodinámica. 2°. Marx lo ignoró y Engelsno lo consideró
seriamente. 3°: Esta reacción sería un síntoma de la tendencia general del
marxismo a ignorar las cuestiones ecológicas, y la termodinámica en particular.
En la primera parte exponen sus conclusiones sobre lo que
llaman el “affaire Podolinsky”, afirmando que el médico ruso no estaba cerca de
establecer las bases termodinámicas de la teoría del valor, contradiciendo la
realidad de la entropía en el trabajo humano, y no aportando nada relevante a
la determinación del valor y de la plusvalía en la perspectiva marxista de
trabajo socialmente necesario. Valoran a su marco teórico como reduccionista e
inadecuado para criticar el marxismo, además de cometer el error lógico de
aplicar conceptos ideales en un sistema aislado y cerrado, ignorando factores
como la fricción, la materialidad natural del trabajo y su interacción con el
ambiente lo que supondría un sistema abierto, a diferencia del marco de
referencia utilizado por Podolinsky de la “máquina térmica perfecta”
de Sadi Carnot, que implicaría un sistema cerrado.19Esto implicaría para
los citados autores un reconocimiento implícito de la segunda ley de la
termodinámica, pese a que Engels no consideró válida la noción de
entropía, sobre todo por las posibles implicancias religiosas que sus
consecuencias suponían. Esta posición estaba relacionado con la rivalidad
con Malthus. Ver al respecto M. Alier (2003 b).
Y confrontando con las críticas de varios economistas
ecológicos –G.Roegen, Perrings yHawley- se ocupan de argumentar
los considerables contenidos ecológicos de los trabajos tempranos
de Marx y Engels, la noción de un sistema abierto de
energía y consideraciones entrópicas incorporadas en El Capital, que
serían consistentes con la crítica de Engels a Podolinsky.
Otro autor que escribió sobre la cuestión es el filósofo
francés Daniel Bensaïd, en un libro publicado en Argentina en 2003, cuya
edición original es de 1996. Además de subrayar las tendencias positivistas
de Engels, analiza las críticas a Podolinsky en dos
órdenes:
a) Razones ideológicas: las posibles derivaciones religiosas
de la ley de entropía, como la idea de una “interrupción por muerte térmica del
universo”, se relacionan con el problema de los límites naturales (20), lo
que evoca la polémica conMalthus, y ciertas tesis raciales
de Haeckel. La segunda ley, favorable a la teología pesimista, es
rechazada por Engels mientras sostiene la primera ley. Considera a la
disipación energética una apariencia explicable por los límites del
conocimiento, tarea para los científicos del futuro.
b) Razones epistemológicas: Engels se negaría a
mezclar la física con la economía, y a la aplicación sin mediación de las leyes
de la ciencia de la naturaleza a la sociedad, actitud ésta corriente en los
neoclásicos y darwinistas sociales. Sostuvo que la crítica de la economía
política debía mantenerse en el marco de la historia. Análogamente, se habría
manifestado contrario a la extensión spenceriana de la “lucha por la
existencia” a la sociedad, y partidario de mantener la relación específica de
una ciencia con su objeto.
La confusión, para Bensaïd, sería no distinguir
entre la dimensión física del trabajo, como medida del movimiento, con su
concepto social, en tanto la transposición directa de la termodinámica en la
economía cuestionaría la teoría del valor-trabajo. Si bien registra los
parentescos formales entre las teorías de la energía y el valor, supone que una
confusión podría llevar, a través de la entropía, a una noción de plusvalía negativa.
Sin embargo señala que la teoría energética
de Podolinsky no es contradictoria con la del valor-trabajo. Las
determinaciones energéticas y económicas operarían a niveles diferentes y en
distintas escalas de tiempo. La relación de clase “moldea” a la
subyacente entre acumulación y disipación de energía, pero la resolución de una
contradicción no implica automáticamente a la otra. Así, la ecología radical
sería necesaria, pero no suficientemente, anticapitalista.
Conclusiones
A la luz del análisis realizado en este
trabajo, Marx y Engels no aparecen con las características
de precursores del ecologismo, ni tampoco como partidarios de un dominio sin
límites sobre la naturaleza. En cambio, muchas de sus intuiciones parecen
anticipatorias de un presente muy diferente al que les tocó vivir. En
particular, se destacan sus hallazgos en temas ligados a la agricultura, y su
noción de “ruptura metabólica entre el hombre y la naturaleza”, con su
consiguiente crítica a la división entre la ciudad y el campo. Otros temas
fundamentales, como la posible limitación de las materias primas y la energía,
o la problemática de la población, no merecieron una atención equivalente.
Las razones por las cuales la problemática de la naturaleza,
si bien central en su concepción filosófica, no adquirió mayor preponderancia
en sus análisis de la sociedad capitalista, salvo los señalados respecto a la
agricultura, la contaminación de las ciudades y las deficientes condiciones
sanitarias de la clase trabajadora, se basan en la creencia afín con en el
clima político de la época en la inminencia de una revolución socialista de
alcance internacional, que debería resolver estos y otros problemas de la
humanidad.
La valorización de la naturaleza en cuanto al valor de
cambio, se daría en la economía capitalista sólo en la forma
de internalización de externalidades, por lo que no invalidaría la
teoría marxista del valor. Sin embargo, dicha valorización conlleva la
extensión de la mercantilización de la naturaleza, obedeciendo a la misma lógica
del capital y dejando sin resolver la diferencia en la escala temporal, que
responde a procesos fisicoquímicos y biológicos.
Podolinsky no habría establecido las bases energéticas
de la teoría del valor, puesto que su análisis habría explicado la dinámica
energética del plustrabajo, que es un proceso físico, y no de
la plusvalía, que es una relación social. (22)
Lo anterior relativizaría la crítica de Engels que
atribuye a Podolinsky la pretensión de fundar el socialismo en la
física. Se sostendría que el socialismo es el sistema de distribución más
eficiente de la producción social, al mantenerse esta reflexión en la dimensión
física.
Las críticas de Engels al trabajo
de Podolinsky sólo explicarían parcialmente la omisión por parte del
marxismo oficial de toda consideración sobre la problemática de la energía en
la economía. Habría que considerar, como señala Foster (23), la influencia
política y doctrinaria del stalinismo, con la marginación
de Vernädsky y su grupo de ecólogos, y la emergencia de Lysenko como
autoridad intelectual en la materia, que explicarían el curso antiecológico
seguido lamentablemente por el régimen soviético. En realidad, la ecología era
incompatible con la colectivización forzosa, la industrialización acelerada, el
stajanovismo y la obsecuencia que se impuso desde entonces. Lo que nos parece
más factible, es que una vez que todo este proceso se hubo consumado, los
argumentos de Engels bien pudieron servir, a posteriori, como
justificación ideológica. Pero de ninguna manera habrían sido obstáculo para el
surgimiento de la ecología rusa en los primeros años de la revolución, cuando
la honestidad intelectual en la URSS aún habría sido posible.
Notas
1. El Capital, Libro I, cap. V, Pág. 241
2. Op. cit., Libro III, tomo III, Pág. 215.
3. Op. Cit
4. El Manifiesto Comunista, pp. 48/49.
5. Recordemos, aunque pueda parecer redundante, que su
redacción había sido encargada a los autores por una resolución unánime de la
Liga de los Comunistas, incluyendo a los lasalleanos. La primera edición del
Manifiesto fue distribuida gratuitamente en forma de panfleto entre la
población obrera.
6. Marx, que tenía una erudita formación clásica, utiliza
este término en su acepción etimológica, que se refiere a personas que viven
aisladas y privadas de los beneficios de la civilización. Las alternativas
serían idiotismo rural o explotación salarial urbana.
7. Scaron (1972)
8. Ver, entre otros, A. Giddens, El capitalismo y
la moderna teoría social, Cap. IV.
9. Op. Cit., Pág. 6.
10. El Capital, Libro Primero, Capítulo I,
apartado I.
11. Ibídem, apartado II, Pág. 65.
12. Ver Marx (1972), Pág. 48.
13. Burkett y Foster observan que estas conclusiones no
figuran en la versión italiana, enviada por Marx a Engels.
14. Esa observación y el argumento que sustenta nos parecen,
dentro de nuestros limitados conocimientos de los aspectos y circunstancias de
la biografía de Marx referidos, un tanto forzados.
15. Aspecto señalado por Elmar Altvater.
16. Ver Foladori (1996).
17. Ver Martínez-Alier (1998ª).
18. “Metabolism,
energy, and enthropy in Marx’s critique of political economy: Beyond the
Podolinsky myth.”
19. Esto implicaría para los citados autores un
reconocimiento implícito de la segunda ley de la termodinámica, pese a que
Engels no consideró válida la noción de entropía, sobre todo por las posibles
implicancias religiosas que sus consecuencias suponían. Esta posición estaba
relacionado con la rivalidad con Malthus. Ver al respecto M. Alier (2003 b)
20. Ted Benton dedica un trabajo a esta cuestión, donde
fundamenta las consecuencias del no reconocimiento de los límites naturales en
Marx y Engels.
21. El antropólogo americano M. Harris recalcó las
consecuencias negativas de la rivalidad con Malthus, en relación a la falta e
ponderación de la problemática de la población en el marco teórico de Marx.
22. Esta importante distinción me fue señalada por el
Dr. Martínez-Alier en una comunicación personal. Coincide además con lo
señalado por Bensaïd, y fue pasada por alto por Burkett y Foster, pese a no
contradecir este aspecto de su crítica a Podolinsky.
23. Foster (2000).
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