Patrick Bond
Hoy
es el momento idóneo para ser activista en África. No obstante, hay una
sensación en la que el progreso y el retroceso van de la mano en muchos sitios
del continente, y los esfuerzos de las clases obreras, los pobres y las clases
medias más progresistas se han visto limitados debido a la debilidad de sus
alianzas. Estos movimientos de "revolución" africanos contra el
neoliberalismo actual todavía no han construido una ideología firme y rígida.
La mejor estrategia consistiría en formar compromisos críticos, pero no
dogmáticos, con las distintas fuerzas que emergen con ideologías izquierdistas.
Este año se cumple el centenario de la victoria de los bolcheviques en Rusia,
lo cual estableció los estándares (antes de que Stalin tomara el poder a
mediados de la década de 1920) para que los grupos más oprimidos de la sociedad
tomasen el poder estatal. Sin lugar a dudas, confirmó el potencial de construir
fábricas y unas bases fundamentales incluso dentro de un régimen represivo
nacional (durante la época del zar), luego un salto a la participación en un estado
cuasi-democrático (los mencheviques), y luego el control económico nacional y
la influencia internacional masiva. Los acontecimientos de 1917 en Rusia fueron
liderados por un partido revolucionario que cosechó un torbellino que poseía
una ideología estructurada y formado por unos líderes vanguardistas con los
nervios de acero. Las masas de campesinos sin ningún tipo de organización, la
pequeña clase burguesa, y la policía y el ejército no resultaron un impedimento
para la victoria del proletariado.
Después de su rápida degeneración, los
errores de la Unión Soviética se pueden explicar tanto por un déficit
democrático y un sistema burocrático sofocante o por el carácter de clases del
modelo soviético, que destruyó la autoemancipación de los trabajadores y de la
sociedad. Hoy en día continúan las diferencias entre las narrativas. De
momento, el poder ejercido por los activistas de las fábricas y demás
trabajadores está sumamente infravalorado. Por lo general, hay varias formas de
calcular el poder ejercido por estos grupos. Entre estos barómetros se incluyen
las estadísticas policiales y las opiniones periodísticas que aparecen en los
medios y encuestas a ejecutivos en altos cargos. Por ejemplo, se registra el
número e intensidad de las actividades de las protestas en la Base de Datos
Global de Eventos, Lenguaje y Tono, iniciada por el Centro para la Seguridad
Cibernética y de Seguridad Nacional de la Universidad de George Washington.
Esta base de datos utiliza, en su mayor parte, los informes publicados en los
medios de comunicación. Los últimos datos son de noviembre de 2016 y destacan
los "hotspots" o puntos de
conflicto más relevantes del continente africano. Estos se encuentran en Túnez,
Libia, Nigeria, Costa de Marfil, Camerún, Tanzania, Malawi, Zambia y Sudáfrica.
Otros datos sobre el malestar social en África se incluyen en el Programa
Minerva del ejército de los Estados Unidos, que se recogen según eventos y
localización, para así seguir y analizar los disturbios y protestas que ocurren
día a día. En comparación con el 2011, cuando comenzó la Primavera Árabe en el
norte de África y las protestas aumentaron gradualmente, se ha observado page 1
/ 2 que esta violencia ha ido aumentando a lo largo de estos últimos cinco
años. A pesar de que en el año 2016 se registraron menos protestas que en 2015,
no hay duda de que la mayor parte del continente registra una tasa de protesta
que alcanza, y casi supera, el pico que alcanzó en 2011. Otro conjunto de
datos, basado en impresiones subjetivas y no en informes de eventos objetivos,
es la encuesta anual del Foro Económico Mundial, en el que más de 14.000
ejecutivos de empresas de 138 países reflejan sus conclusiones en el Informe de
Competitividad Global. Una pregunta de la encuesta se refiere a las relaciones entre
el trabajo y los empleados, y si éstas son "generalmente conflictivas o
generalmente cooperativas" en una escala de 1-7. En el informe 2016-17, el
Foro Económico Mundial encontró que los movimientos laborales más cooperativos
se encontraban en Noruega, Suiza, Singapur, Dinamarca y Suecia (con una
puntuación superior a 6,1). En el otro lado de la balanza se encuentra
Sudáfrica. En 2016, por cuarto año consecutivo, resultó ser el país menos
cooperativo, con una puntuación de 2,5. Otros países africanos con mano de obra
muy militante son Chad (3,5), Túnez (3,6), Liberia (3,7), Mozambique (3,7),
Marruecos (3,7), Lesotho (3,7), Etiopía (3,8), Tanzania (3,8), Argelia (3.8),
Burundi (3.8) y Zimbabue (4,0). Aunque en términos de cooperación laboral estos
países se coloquen en la cola de la lista, en términos de militancia laboral se
posicionan dentro de los 30 primeros. Las fuerzas de trabajo más cooperativas
dentro del continente africano son Ruanda (puesto 18 con un 5,3), Mauricio
(4,8) y Uganda con un 4,6. Por lo general, los trabajadores africanos son los
menos cooperativos comparados con el resto de continentes. A día de hoy, muchos
expertos han surgido con el lema "Africa Rising!" (África Creciendo),
pero otros discrepan con este eslogan. Estos prefieren decir que África se está
"uprising" (alzando). No pretende implicar un significado
revolucionario o de insurgencia, ni de una revolución sostenida. Una de las
principales razones es que estos movimientos no toman forma concreta ni
manifiestan una ideología coherente, que sería necesario para hacer frente a
los problemas de la época. En el libro "Hacia la Revolución
Africana", Franz Fanon escribe: "Por
mi parte, cuanto más profundamente entro en las culturas y en los círculos
políticos, más seguro estoy de que el gran peligro que amenaza a África es la
ausencia de ideología". Amílcar Cabral, dirigente revolucionario en
Guinea y Cabo Verde, estaba de acuerdo: "La carencia ideológica dentro de los movimientos de liberación
nacional, por no decir la falta total de ideología, constituye una de las
mayores debilidades de nuestra lucha contra el imperialismo, si no la mayor debilidad".
La insurgencia de Numsa: ¿momento o movimiento?
En
Sudáfrica, el sindicato más grande, conformado por más de 300.000 miembros,
según su último congreso en diciembre de 2016, es el Sindicato Nacional de
Trabajadores Metalúrgicos de Sudáfrica (Numsa son sus siglas en inglés). Muchos
observadores han criticado la intensa militancia retórica de Numsa, a raíz de
su batalla con los nacionalistas, obreros y comunistas afiliados al Congreso
Nacional Africano, así como con los "marxistas de clase media".
Para
poner en contexto los feroces intercambios entre las diversas fracciones de la
izquierda marxista sudafricana hace falta considerar la historia más reciente.
A pesar de que hay muchos contrarios con su causa, como pueden ser desde el
capital monopolista blanco hasta los intelectuales de la izquierda
independiente, la lucha más intensa ha sido contra sus camaradas en el Congreso
de Sindicatos de Sudáfrica (Cosatu son sus siglas en inglés) y su guía
intelectual, el Partido Comunista sudafricano (SACP son sus siglas en inglés),
la cual comenzó durante el último congreso de Numsa en 2013. Mi propia impresión
abrumadora de ese acontecimiento fue cómo 1400 delegados (en su mayoría
delegados de tiendas) llevaron rápidamente al sindicato a la izquierda, hasta
el punto de pedir formalmente al presidente Jacob Zuma que renunciara.
Fue
un giro extraordinario, dado el fuerte apoyo de Numsa a Zuma para reemplazar al
presidente Thabo Mbeki en 2006-08. Muchos de los miembros de Cosatu-SACP
esperaban que, a cambio de ese apoyo, Numsa se realizaría un giro radical hacia
la izquierda en la política macroeconómica y subsidios estatales mayores para
mejorar los medios de subsistencia de los trabajadores.
No
obstante, de manera predecible, Zuma se aferró al proyecto neoliberal y rompió
inevitablemente las esperanzas de obreros y comunistas. Inevitablemente, los
murmullos anti-Zuma llegaron al punto de la protesta activa. Por lo tanto, no
es sorprendente oír la desesperación de Zuma, como cuando, el pasado noviembre
en Pietermaritzburg, describió a los BRICS como una aparente táctica de
distracción: "Es un grupo pequeño
pero muy poderoso. [A Occidente] no le gustaban los BRICS. China va a ser el
líder económico número uno... [los países occidentales] quieren desmantelar a
los BRICS. Hemos tenido siete votos de desconfianza en Sudáfrica. En Brasil, el
presidente fue destituido". La semana siguiente a su intervención, un
legislador de la oposición le pregunto a Zuma en el parlamento algo así como:
¿A qué países occidentales se refería?, ¿cómo planeaban desmantelar los BRICS?
A esto, Zuma respondió: "He olvidado
los nombres de estos países. ¿Cómo puede pensar que lo voy a recordar?”.
Una
de las razones clave de la rebelión de Numsa en diciembre de 2013 contra la
Alianza fue que todavía existía un fuerte recuerdo sobre la masacre de
Marikana. En el mes de agosto de 2012, 34 mineros que exigían un salario más
adecuado a sus funciones y condiciones laborales fueron asesinados por disparos
de la policía. En el año 2015 el documental “Miners Shot Down” de Rehad Desai
ganó en premio Emmy al mejor documental internacional, y refleja la realidad
del incidente.
Las
semillas de esta radicalización fueron plantadas en 2008, cuando Irvin Jim se
convirtió en el líder. Al igual que cualquier sindicato, Numsa ha tenido que
dirigir enormes recursos a las actividades de apoyo de los miembros, algo que cualquier
unión o sindicato ha de promover antes de dedicar sus esfuerzos a la política.
Aunque siempre hay retrocesos en esta línea, Numsa ha dado pasos notables hacia
el corporativismo obrero y la militancia independiente. Desde 2008, y en
términos generales, los líderes y miembros de Numsa han:
1- Restablecido la fuerza interna de la
izquierda de Numsa (después del liderazgo de Silumko Nondwangu);
2- Propuesto nuevos argumentos a la esfera
pública sobre el carácter del bloque neoliberal;
3- Ayudado a identificar cuáles eran las
debilidades de SACP y Cosatu, y, por lo tanto, abrieron un debate que culminó
en el congreso especial de Numsa 2013, donde se hizo la primera llamada en
contra de Zuma;
4- Ganado una huelga nacional que duró cinco
semanas en 2014, y se enfrentó a las masivas presiones de desindustrialización
desde que los precios del aluminio y del acero se desplomaron, y el dumping se
convirtió en una amenaza mortal para las fundiciones principales;
5- Aumentado el número de miembros a 330 000;
6- Movilizado a sus miembros en protestas muy
significantes, como la que ocurrió hace menos de un año en la que 30 00
personas protestaron contra la corrupción, a pesar de una desastrosa ruptura de
alianzas con otros grupos en los sectores más liberales de la sociedad civil;
7- Unido a los disidentes de Cosatu en un
bloque más comprometido y han conseguido establecer un proceso para el anuncio
(mayo de 2016) y el lanzamiento (en algún momento de este año) de una nueva
federación de trabajadores;
8- Y finalmente, de manera bastante realista,
han abierto la puerta a la posible formación de nuevo partido obrero.
Los
dos últimos logros, una nueva federación bajo la dirección de Vavi y un posible
partido obrero, son los principales proyectos con vistas al futuro. El proyecto
del Frente Unido subió brevemente en 2013-14 y luego se estrelló en 2016 por
distintas razones, alienando a muchos aliados lógicos y perdiendo personal
respetado en el proceso.
Y
aunque Vavi representa una corriente socialista amplia y de mente abierta, que
abarca desde la NDR hasta la sociedad civil radical, Numsa ha enfatizado
recientemente una definición de su "línea" particular con respecto a
una Revolución Nacional Democrática. Esa línea, con su categoría de
"sindicato marxista-leninista", antes de un partido obrero
vanguardista, es rechazada como "marxismo-leninismo rígido" por
intelectuales de izquierda independiente, a lo que responden los ideólogos de
Numsa: "¡el pequeño burgués inútil!". Aun así, siendo francos, Numsa
tiene un buque masivo arrastrando olas agitadas por encima de corrientes
profundas y tortuosas en aguas desconocidas, y la otra izquierda lleva un barco
más limitado, pero en aguas poco profundas bien conocidas.
Sin
embargo, ¿qué pasaría si para las elecciones de 2019 Numsa encuentra una forma
de ir de forma paralela o incluso en coalición directa con el principal partido
izquierdista del país, los Combatientes de la Libertad Económica (FEP)?
Recordemos que después de su formación en 2013, el FEP pasó del 6% de los votos
en las elecciones de 2014 al 8% de los votos en la encuesta municipal de 2016,
suficiente para sacar al ANC de los ayuntamientos de Johannesburgo y Pretoria.
FEP se unió con la Alianza Democrática de centro-derecha. (Este matrimonio
infeliz podría dar lugar al divorcio antes de 2019, probablemente en medio del
FEP y la contestación del ANC sobre una recuperación inevitable en las
protestas de entrega de servicios del municipio).
Con
el ANC por debajo de su máximo, en 2004 de 69% en una elección nacional a su
mínimo de 2016 en el 54% en la encuesta municipal, es bastante concebible que
en términos electorales exista un enorme potencial para que un partido de
izquierdas tenga un papel decisivo en la política nacional, al igual que el FEP
en los municipios de Johannesburgo y Pretoria. Sin embargo, si los líderes
marxistas-leninistas de Numsa y el FEP se encuentran en coalición, ¿podría
convertirse un movimiento de Numsa-FEP en el denominado "momento de
Numsa"?
Muchos
de la izquierda independiente no consideran este escenario como favorable
debido a una preocupación general de que el líder del FEP, Julius Malema
retomará el 10% del poder de voto en el ANC en el caso de que (como en agosto
de 2016 en Joburg y Tshwane) se podría convertir en un “la carta más valiosa”.
Este escenario supone que el voto del ANC cae por debajo del 50% y que todos
los partidos de oposición se unen para negar al partido gobernante cualquier
otro botín nacional. Malema dijo frente a la audiencia el año pasado que, si
tal oportunidad surgía en 2019, podría destruir primero el ANC y luego
reconstruirlo en alianza con el FEP. Pero si Cyril Ramaphosa, Nkosazana
Dlamini-Zuma o Zweli Mkhize dirigen el ANC, no resultará tarea fácil sostener
dicho argumento.
En
dicho escenario, el remedio podría ser una alianza o influencia por parte del
partido de los trabajadores en el FEP, para evitar la regeneración del
nacionalismo neoliberal y la creación de nuevas élites. Esto es por lo que
algunos argumentarían que Numsa tiene un papel decisivo en toda esta historia.
Una vez que el radicalismo del FEP llegue a su punto máximo y se retire a una
corriente más populista, el FEP ha de demostrar su capacidad de unir corrientes
y, de alguna manera, “calmar” al FEP antes de que se radicalice demasiado. No
obstante, no hay manera de predecir qué va a pasar antes de 2019 debido al carácter
impredecible de la política de izquierda en Sudáfrica. Si la situación fuese un
poco más predecible, las condiciones para una construcción de movimiento mucho
más fuerte –un sucedáneo de una "Resistencia Unida" (United
Resistance) de las fuerzas de izquierda, como ahora se denomina en Estados
Unidos contra las políticas sociales y de inmigración de Donald Trump- ya
habrían generado un comunismo ascendente.
Las profundas raíces y la frágil superficie del comunismo
sudafricano
Para
ilustrar el enigma, piensen también lo que significa haber comenzado toda esta
lucha, como hicieron los principales líderes de Numsa, en la tradición del
Partido Comunista del Cabo Oriental. Teniendo esto en cuenta, la retórica M-L
tiene sentido, porque parece ser el caso de que:
— El SACP dentro del ANC está en sus últimos días (con
continuos rumores de que los líderes del Partido sufren una purga, así como una
enorme presión, proveniente de la juventud y ejercida sobre los jefes del
partido)
— Los fracasos de Cosatu en casi todos los frentes
políticos podrían llevar a que los miembros de los distintos sindicatos
sudafricanos exijan la dimisión de Zuma como presidente, probablemente no antes
de 2019, y también a romper la Alianza.
Si
estos son los procesos políticos más próximos que se avecinan, entonces la
retórica de Numsa puede verse como un posicionamiento cuidadoso para capturar a
todos aquellos que ahora están renunciando al ANC. El impulso político de Numsa
en los corazones y mentes de un prestigioso movimiento de liberación es algo
que en Zimbabwe fue probado, y fracasó. Este es el caso del Movimiento por el
Cambio Democrático, que también comenzó como un partido de los trabajadores (en
enero de 1999 durante la convención de trabajadores de Chitungwiza), pero que
rápidamente se deslizó hacia la derecha. Arrastrar al ANC un poco hacia la
izquierda, utilizando el propio lenguaje de Revolución Democrática Nacional
(NDR), podría resultar ser una alternativa exitosa. Se debería plantear como una
alternativa de alienación política enfrentada por tantos activistas de la clase
obrera cuya experiencia política masiva está basada en la lealtad tradicional
al ANC.
El
papel histórico de Numsa es recordar continuamente que un gran apoyo ANC NDR
constituye una explicación lógica de los fracasos SACP-Cosatu dentro de la
Alianza: el Partido y los líderes laborales se convirtieron en miembros
indistinguibles de los jefes. (Este es un resultado sobre el que algunos
observadores acusan a los líderes de Numsa de reproducir, también, con la
"distancia social" entre el liderazgo y los trabajadores aún inmensa,
al igual que la distancia entre los trabajadores de Numsa -muchos de los cuales
han luchado arduamente por los salarios mensuales de cinco dígitos-, y los
sudafricanos más pobres.) Así que la retórica de Numsa es bastante clara. Su
simple mensaje es que, primero, y, segundo, la revolución, están correctamente
conceptualizados y formulados con estrategias adecuadas y separadas en dos
etapas, pero que se asignó a las personas equivocadas la tarea de la
implementación porque el ANC, el Cosatu y el SACP juntos se mostraron demasiado
cómodos manteniendo el statu quo nacionalista neoliberal.
Ahora,
esa línea de argumentación puede no apelar fácilmente a la mayoría de los
lectores. Sin embargo, tenga en cuenta que la melodía de la NDR sigue siendo
especialmente atractiva para aquellos que todavía consideran que el
nacionalismo populista del ANC de 1994 era el proyecto político más prestigioso
de Sudáfrica. A pesar de llevar cerca de 23 años de ’liberación’, esta
tradición conserva raíces profundas. Y es probable que con su nuevo liderazgo (probablemente
Dlamini-Zuma o Ramaphosa), el ANC pueda seguir manteniendo su mayoría por
encima del 50% en las próximas elecciones.
Así,
algunos lectores pueden tener problemas en cuanto a los principios y la teoría
de la Revolución Democrática Nacional, ya que es difícil de discutir y probar
en términos empíricos. La "primera etapa" - el "reino
político" - se alcanzó sustancialmente en 1994. Hace tiempo que se espera
una "segunda etapa" -la justicia económica-. La capacidad de
persuasión de la clase compradora sudafricana, que se extiende a través de la
división principal intra-ANC (es decir, de la máquina de patrocinio Zuma-Gupta
“Zupta” al bloque del neoliberal)- representa el principal obstáculo para la
segunda etapa de la revolución. Con Sudáfrica en un profundo estado de crisis,
es trágico que a pesar de que Numsa y los esfuerzos del FEP, así como la
retórica anticapitalista de SACP-COSATU, las únicas dos narrativas que dominan
el espacio político sean : en primer lugar, Zupta, y, en segundo lugar, el gobierno
neoliberal.
Para
dirigirse a los intelectuales izquierdistas, ¿los marxistas de clase media
(como el autor del artículo) han cometido errores profundos que podrían
distraer a Numsa de reunir su fuerza? Por supuesto. Todas las iniciativas de la
extrema izquierda de Sudáfrica han fracasado en atraer a los miembros de la
clase trabajadora, así como al liderazgo. A diferencia de los casos del Norte
de África en 2011, la mezcla de esa intelectualidad, las ONG progresistas, los
movimientos sociales, los ciudadanos frustrados y los activistas laborales
creativos en Sudáfrica no han encontrado nada parecido al apoyo masivo del FEP
y Numsa.
Puede
que no suceda en las elecciones de 2019, pero en Sudáfrica llegará un punto en
el que el actual panorama político no sea solo una cuestión retórica, sino una
situación en la que se hayan llevado a cabo movimientos reales. Después de
todo, hablamos de un momento magnífico para ser activista y promover la
justicia en Sudáfrica:
1.- Numsa no se ha quebrado frente a la represión.
Dividir y conquistar es todavía de los desafíos más fuertes contra el poder
capitalista; El Sindicato de Trabajadores de Alimentos y Afines se alejó de
Cosatu y la Asociación de Mineros y la Unión de la Construcción no fue
abandonada en el olvido durante la crisis minera de 2014-16.
2.- La clase obrera en su conjunto sigue
considerada como la más militante del mundo en un momento en que la desigualdad
de Sudáfrica se ha disparado y la clase capitalista es considerada por PWC como
la más corrupta del mundo.
3.- El FEP se ha vuelto más fuerte y menos
errático desde el punto de vista político.
4.- El nuevo terreno de la política urbana de
Gauteng (donde el FEP y el ANC compiten probablemente para apoyar, si no
catalizan, las protestas comunitarias) se pondrá muy interesante a medida que
continúen las contradicciones.
5.- Las comunidades continúan protestando por
la falta de entrega del servicio o el excesivo precio o la arrogancia de los
políticos, a pesar de las técnicas cada vez más fuertes de represión y
vigilancia del Estado.
6.- Aunque el impulso del movimiento
estudiantil recientemente vaciló después de un espectacular estreno nacional en
2015, tienen mucho más potencial para futuras movilizaciones y alianzas.
7.- Movimientos sociales, la coalición
Right2Know, mujeres, activistas LGBTI, Igualdad de Educación, Campaña de Acción
para el Tratamiento y otros manifestantes hacen oír sus voces y muchas veces
ganan batallas importantes a lo largo del camino.
¿Se
expandirá la infraestructura necesaria para avanzar al mismo ritmo que la
realidad que lo demanda?
Conclusión: se acerca un huracán
Los
levantamientos africanos desde 2011 han enseñado a los progresistas que en los
escenarios prodemocracia y justicia social de manifestaciones de masas hicieron
a varios países mucho más fructíferos y afines a un cambio de poder estatal,
como son los casos de Gambia (2017), Burkina Faso (2014), Senegal (2012) y
Túnez (2011). El momento del cambio viene sin previo aviso. Normalmente hay una
acumulación de agravios sociales y luego sucede la explosión. Las consecuencias
incluyen una profunda amenaza de la contrarrevolución, que en Burkina Faso fue
rechazada en 2015, pero que en Egipto y Libia han tenido éxito con la supresión
de los movimientos sociales democráticos y progresistas desde 2011 (en ambos
casos con la ayuda occidental y las armas a la contrarrevolución).
¿Se
encontrará Sudáfrica, como predijo Moeletsi Mbeki, frente al "Día de
Túnez" - una especie de levantamiento alegre (aunque amenazante para las
élites) en 2020? ¿Pueden los africanos abarcar los extraordinarios avances que
se han hecho evidentes en los regímenes postdictatoriales o en sitios como
Sudáfrica donde el derrocamiento de las políticas contra el VIH-SIDA de Thabo
Mbeki redujo la mortalidad gracias a casi cuatro millones de personas que
recibieron medicamentos gratis?
La
sensación de progreso y retroceso en muchos sitios, incluyendo Sudáfrica,
refleja en parte lo poco que la clase obrera, los pobres, la clase media
progresista, los movimientos sociales y otros demócratas han atado cabos y
conseguido alianzas. El levantamiento de los africanos contra la estrategia
neoliberal de Africa Rising, basada en la dependencia de las exportaciones y
los recursos, todavía no ha generado una ideología firme. Esa ideología era
mucho más evidente cuando, en los años sesenta y setenta, el término
"autosuficiencia" acompañaba a muchos discursos izquierdistas.
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Patrick Bond |
Puede
que surja un ecosocialismo asociado con la filosofía de Ubuntu y las economías
de desglose. Es posible que alguna versión sudafricana de la estructura
marxista-leninista venga de Numsa. Nada se puede predecir fácilmente en la
coyuntura actual. La única estrategia que me parece digna de seguir es una
apreciación no dogmática de las diversas fuerzas, de modo que cualquier
principio, análisis, estrategias, tácticas y alianzas que surjan a la
izquierda, pueden ser tratados con respeto y crítica camarada.
El
debate sobre Numsa puede no haber llegado aún a esa etapa más sana de
investigación, pero al menos hay un debate y una investigación: los primeros
pasos para reclamar algún tipo de profundo avance ideológico para que el
pesimismo de las advertencias de Fanon y Cabral se convierta en afrooptimismo
genuino y digno de las batallas como las que lidian día a día miles de
activistas africanos
* Patrick Bond es profesor de
Política económica en la Universidad de Witwatersrand, Johannesburgo,
Sudáfrica.
Traducción, Cristina Pérez-Cerdá Maldonado