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Lenin ✆ Puspa Nairula
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Lars T. Lih | A
finales de 1904, Karl Kautsky escribió una serie de artículos bajo el título
general de
La
república y la socialdemocracia en Francia. Las reflexiones de Kautsky
sobre la posición marxista ante la república surgieron de un debate entre los
socialistas europeos sobre la conveniencia o no de que los socialistas
participaran en un gobierno burgués, como en el caso de Alexandre Millerand en
Francia. Los marxistas ortodoxos como Kautsky se opusieron a la presencia de
Millerand en el gabinete francés. Su crítica de la Tercera República “burguesa”
en Francia fue tan vehemente que algunos socialdemócratas alemanes llegaron a
la conclusión que los marxistas tenían prejuicios contra la república como forma
de organización política. Tal vez los marxistas eran políticamente indiferentes;
tal vez incluso preferían una monarquía, como la alemana.
Kautsky tomó la pluma para rechazar esas sospechas y aclarar
la posición marxista, algo complicada, hacia la república. Los marxistas
estaban lejos de ser políticamente indiferentes, afirmaba Kautsky: apoyan
firmemente la república, y en particular, creen que la república democrática es
la única forma posible de dictadura del proletariado. Pero la Tercera República
burguesa francesa no era muy democrática. De hecho, se ha descrito con
precisión como una "monarquía sin
monarca" [1].
Una de las tareas de los socialdemócratas en países como
Francia y los EE.UU. era luchar contra las "supersticiones
republicanas" que llevaban a los trabajadores a subestimar la ferocidad de
la lucha de clases, incluso en una república parlamentaria. Al mismo tiempo,
los trabajadores franceses podían y debían sentirse orgullosos de ciertos
episodios de la tradición republicana: la Primera República (1792-1804) y la
Comuna de París (1871).
Para defender su posición, Kautsky hizo primero un repaso de
la historia de la lucha de clases en Francia, desde la revolución de 1789 hasta
la Tercera República, que había surgido de las ruinas humeantes de la Comuna de
París en la década de 1870. Luego, en la segunda mitad de su serie de
artículos, lanzó una crítica a gran escala contra las instituciones y políticas
de la Tercera República “burguesa” desde el punto de vista del socialismo
proletario. Las 90 páginas del libro tuvieron un importante impacto en su
época. En Rusia, por ejemplo, se publicó una traducción poco después de la
edición original en alemán. En los primeros años de la Unión Soviética, en los
que las obras de Kautsky se siguieron publicando en grandes ediciones, La república
y la social democracia en Francia fue de nuevo reeditada.
Hoy, el folleto de Kautsky duerme en el olvido, a excepción
de pequeñas discusiones de especialistas en Kautsky, pero hay buenas
razones para ponerlo de nuevo en circulación. No hay tantos estudios en
profundidad sobre cuestiones estrictamente políticas de marxistas importantes
como para que podamos darnos el lujo de descuidar uno de este calibre. El
enfoque marxista de Kautsky de la historia revolucionaria francesa y sus
análisis de las instituciones políticas francesas conservan su valor, tanto por
su contenido como por su método. Por lo tanto, Ben Lewis es digno de elogio por
facilitarnos el acceso a este folleto de Kautsky en
inglés.
Estoy seguro que rápidamente será considerado como uno de los principales
estudios marxistas sobre la república como forma de organización política. Hay
otra razón por la que encuentro el tratado de Kautsky un documento histórico
fascinante: no fue citado por Lenin en
El estado y
la revolución (1917). El resto de mis comentarios se dedicarán a explicar
el significado de esta ausencia.
La crítica de Lenin a
Kautsky
Lenin tuvo una larga relación de amor / odio con Kautsky
durante toda su vida. La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la
parte de odio, que se manifestó a partir de 1914 en las denuncias casi
obsesivas de Lenin contra Kautsky como un "renegado" que había
traicionado el socialismo. La investigación actual está sacando a la luz el
otro lado de esa relación.
Para Lenin, como para casi todos los socialdemócratas rusos,
los escritos de Kautsky eran la regla de oro de la ortodoxia marxista. Todos
los socialdemócratas rusos invocaban constantemente a Kautsky como una
autoridad casi inmaculada durante las disputas ideológicas en el seno de la
socialdemocracia rusa. Pero la intensidad de la relación de Lenin con los
escritos de Kautsky va mucho más allá. En efecto, Kautsky fue uno de los
mentores ideológicos de Lenin en todas las etapas de su carrera, por lo menos
hasta 1917. Paradójicamente, incluso el programa de Lenin de 1914-1917, a pesar
de denunciar abiertamente la posición de Kautsky, se basaba explícitamente en
sus escritos de antes de la guerra. Lenin nunca lo ocultó y de hecho hace
constantemente hincapié en los méritos de "Kautsky,
cuando aún era un marxista": es decir, hasta 1914.
Sólo en una ocasión criticó Lenin públicamente algo escrito
por "Kautsky, cuando aún era un marxista". Esta crítica se produjo en
la última sección de El estado y la revolución de Lenin. Sin embargo, esta
sección también muestra la ambivalencia de Lenin acerca de Kautsky en todo su
esplendor. La sección comienza con un elogio efusivo (e históricamente preciso)
de la función de Kautsky como mentor de la socialdemocracia rusa. Aunque Lenin
ataca a continuación La revolución social (1902) y El camino al poder (1909) de
Kautsky por sus "evasivas" sobre el Estado, Lenin no puede por menos
de subrayar que ambos libros contienen "una gran cantidad de material
valioso", y ponen de manifiesto "la gran promesa de la
socialdemocracia alemana antes de la guerra ".
En su mayor parte, la crítica de Lenin en El estado y la
revolución no está dirigida a lo que dice Kautsky, sino a lo que no dice. El
argumento de Lenin es que Kautsky evita cualquier discusión sobre el estado en
algunas obras influyentes, escritas específicamente para refutar el
"oportunismo". En particular, Kautsky no habla de las instituciones
democráticas radicales de la Comuna de París ni de la necesidad de
"destruir el estado", aunque estos temas forman parte importante del
legado de Marx y Engels.
Demostrar algo en negativo - en este caso, que Kautsky no
habla de ciertos temas- es siempre una tarea difícil. Lenin escribió El estado
y la revolución en 1917, durante su exilio en Suiza y después de su regreso a
Rusia. No tenía ni acceso ni tiempo para hacer una búsqueda de los escritos de
Kautsky. Por lo tanto, titulo la sección correspondiente de su crítica "La
polémica de Kautsky contra los oportunistas": es decir, se limitó a tratar
solo algunas obras importantes. Pero nunca se señala esta autolimitación, y la
mayoría de los lectores terminan El estado y la revolución con la idea de que
Kautsky repudió explícitamente los ideales democráticos de la Comuna y que se
oponía a cualquier forma de "destrucción del estado".
Surge, por lo tanto, la pregunta: ¿trató Kautsky este tema
en otros trabajos, y, en caso afirmativo, cuáles eran sus puntos de vista?
Tratar de responder esta pregunta me llevó, en primer lugar, a desenterrar el
folleto largamente olvidado de Kautsky sobre la República Francesa. Estoy
seguro de que Lenin leyó el trabajo de Kautsky en 1904-1905, cuando fue
publicado por primera vez, aunque no hay referencias específicas a él en sus
escritos. Sin embargo, parece haberlo olvidado cuando escribió El Estado y la Revolución en 1917. ¿Qué
nos dice el texto de Kautsky acerca de su actitud hacia las instituciones
políticas de la Comuna de París o sobre la necesidad de "destruir el
estado"?
El “ideal de la
Comuna”
En los extractos traducidos por Ben Lewis, encontramos el
relato de la Segunda República (1848-1850) y de la Comuna de París (1871) de
Kautsky. Al final de esta sección, Kautsky escribe:
"establecer el ideal político de la Comuna no es tan fácil, ya que
se enfrentaron en su seno varias tendencias. Pero en lo fundamental todas las
reivindicaciones prácticas y los esfuerzos organizativos de la Comuna surgieron
del mismo tipo de república democrática que ya había sido establecido por la
Gran Revolución [de 1789]”. A continuación, Kautsky cita página y media de
La guerra
civil en Francia de Marx, en la que este elogia las instituciones
políticas de la Comuna.
Entre los puntos concretos mencionados por Marx en esta cita
se encuentran la supresión del ejército permanente, los mandatos breves para
los funcionarios electos, el control democrático local de la policía, los
salarios de obreros para los burócratas, y la descentralización. Marx termina
diciendo:
"Mientras que los órganos
puramente represivos del viejo Poder estatal habían de ser amputados, sus
funciones legitimas serían arrancadas a una autoridad que usurpaba una posición
preeminente sobre la sociedad misma, para restituirlas a los servidores
responsables de esta sociedad" para Kautsky, estas instituciones políticas
fueron la república democrática ideal que "el proletariado de París ha
creado como una herramienta para su emancipación".
Durante el resto de su argumentación, Kautsky utiliza estas
características de la república democrática ideal como un modelo para una
crítica de las instituciones de la Tercera República francesa. Y encuentra que,
en todos los sentidos, la república real estuvo muy por debajo del estándar
creado por la Comuna de París. Después de una extensa discusión de la
corrupción y la decadencia del "parlamentarismo" realmente existente,
Kautsky concluye:
"La corrupción
burocrática rusa o la corrupción republicana estadounidense: estos son los dos
extremos entre los cuales oscila y debe oscilar la vida y el bienestar de todos
los grandes estados capitalistas. Sólo el socialismo puede ponerle fin por
medio de una organización [estatal] como la que la Comuna de París
comenzó a crear: es decir, por medio de la expansión más amplia del
auto-gobierno, la elección popular de todos los funcionarios y la subordinación
de todos los miembros de los órganos de representación al control y la
disciplina del pueblo organizado. Ya en la actualidad, la mejor manera de
luchar contra la corrupción parlamentaria es a través de la formación de un
partido proletario grande, estrictamente disciplinado... Gracias a su
constitución básica, la actual república francesa puede disfrutar de todas las
ventajas de la unión parlamentaria con la corrupción burocrática".
Por lo tanto, debemos concluir que, contrariamente a la
impresión que se desprende de El estado y la revolución, Kautsky suscribió el
ideal de la Comuna, lo presentó a sus lectores (incluyendo los lectores rusos),
y lo usó como base de una crítica mordaz a la “república burguesa” existente en
Francia.
Antes de seguir, será útil una aclaración conceptual. En
1917, Lenin llamó a establecer una "república soviética", pero este
ideal político no debe oponerse a la república democrática. La democracia al
estilo soviético es una forma institucional de la república democrática. Si es
o no la forma más conveniente es, por supuesto, una cuestión abierta al debate.
Lenin contrapone la democracia al estilo soviético a la "democracia
burguesa" y al "parlamentarismo burgués", pero de ninguna manera
estaba rechazando el ideal de la democracia representativa.
Del mismo modo, a pesar de que Kautsky defendió tenazmente
la "república democrática" como objetivo y defendió la democracia
representativa, fue explícito a la hora de no avalar las repúblicas y los parlamentos
existentes. Por razones obvias, Kautsky no emplea el vocabulario de la
"democracia soviética" en 1904. Sin embargo, Kautsky defiende una
democratización radical de las instituciones políticas existentes en todos los
países europeos, tanto en las monarquías como en las repúblicas. No debemos
permitir que la dejadez conceptual oculte las grandes similitudes de los
ideales políticos de Lenin y Kautsky, por muy importantes que fuesen sus
diferencias en otros temas.
"¡Destruir el
Estado!”
Antes de embarcarse en el tema "¡Destruir el
Estado!", será también útil una aclaración preliminar.
Esta llamativa consigna tiene al menos tres significados
principales. Hacer estas distinciones no es sólo una cuestión de análisis
lógico. Cada sentido se refiere a un escenario distinto de la revolución, y
estos escenarios puede ser defendidos por personas con agendas muy distintas.
No hay contradicción lógica en defender uno o varios de estos escenarios y
rechazar el resto. Estos posibles significados de "¡Destruir el
Estado!" deben de quedar claros antes de acudir a los textos.
- El escenario anarquista. De acuerdo con los
anarquistas, el Estado es la fuente de todos los males, y por lo tanto el primer
deber de un revolucionario socialista es arrasar todas las estructuras de
autoridad centralizadas, incluyendo las democráticas.
- El escenario democratización. Si se define el Estado
como una herramienta de explotación de clase que sitúa a una parte de la
sociedad por encima de la otra, entonces una democratización plena que supere
la alienación entre la sociedad y sus órganos de toma de decisiones equivale a
destruir el estado.
- El escenario "arte de la revolución". Una de
las lecciones extraídas por Marx y Engels de las revoluciones fallidas de 1848
fue la necesidad de evitar que las fuerzas contrarrevolucionarias utilicen el
aparato represivo del Estado para aplastar la revolución. Dejar las viejas
estructuras intactas es extremadamente peligroso. Tienen que ser destruidas.
Hay otro importante significado de "¡Destruir el
Estado!" que yo llamo el escenario "descomposición y
reconstitución", pero este significado es irrelevante para nuestra
discusión. Las breves descripciones de los diferentes escenarios que se ofrecen
tienen como objetivo esencial demostrar que la “destrucción del estado” puede
entenderse de manera muy distintas.
¿Cuál fue la posición de Lenin sobre los distintos
escenarios hasta 1917? Si tenemos en cuenta El estado y la revolución junto con
todo lo demás que Lenin decía en 1917 (un procedimiento necesario pero no
siempre seguido), nos encontramos con que Lenin rechazó enérgicamente el
escenario anarquista de la destrucción inmediata del Estado. Un estudioso de
Lenin, Neil Harding, equipara “¡Destruir el Estado!” con el anarquismo y dice
que, en 1917, Lenin inscribió el grito de guerra del icono anarquista Mikhail
Bakunin en su bandera. Esta afirmación es totalmente engañosa. Por el
contrario, cuando Lenin hablaba de “destruir el estado” , lo que tenía en mente
eran los otros dos escenarios: la democratización y el “arte de la revolución”
- a pesar de que no siempre tuvo el cuidado suficiente de separar estos dos
significados.
Pasemos ahora a Kautsky. Nadie discutirá que Kautsky rechaza
la hipótesis anarquista. En las secciones anteriores, hemos visto que también
abogó firmemente por un programa de democratización amplio y radical de las
estructuras políticas existentes. ¿Qué pasa con el escenario “arte de la
revolución” de destrucción del aparato represivo del Estado? El artículo de 1904
de Kautsky proporciona también información de cuales eran sus puntos de vista
sobre este tema.
Kautsky argumenta que los jacobinos "pequeños
burgueses" de la Revolución Francesa fueron capaces de lograr todo lo que
hicieron porque "destruyeron [zerstört]
los instrumentos de dominación de las clases dominantes": es decir, la
iglesia, la burocracia y el ejército. A continuación, extrae la lección para
los revolucionarios proletarios posteriores:
“El proletariado, así como la pequeña burguesía, nunca será
capaz de gobernar el Estado a través de estos instrumentos de gobierno. Esto no
es sólo debido a que el cuerpo de oficiales, la parte superior de la burocracia
y la iglesia siempre han sido reclutados entre las clases altas y están
íntimamente vinculados a ellas, sino también porque la propia naturaleza de
estos cuerpos como instrumentos de gobierno implica que traten de elevarse por
encima de la masa de la gente con el fin de gobernarla, en vez de servirla.
Siempre serán mayoritariamente anti-democráticos y aristocráticos...
“La conquista del
poder del estado por el proletariado, por lo tanto, no significa simplemente la
conquista de los ministerios [existentes], para luego, sin más, utilizar estos
viejos instrumentos de gobierno – la iglesia oficial estatal, la burocracia y
el cuerpo de oficiales - en un sentido socialista. Por el contrario, significa
la disolución "[Auflösung] de estos instrumentos de gobierno”.
Las dos palabras clave en la argumentación de Kautsky son zerstört y Auflösung. Mi diccionario alemán-inglés define zerstören como "descomponer,
arruinar, destruir" y Auflösung
como "disolver, desaparecer, dispersar, disolver". Por lo tanto,
aunque Kautsky no haya utilizado la palabra “destruir”, su posición acerca de
estos “instrumentos de gobierno” burgueses es muy poco ambigua.
Una vez que somos conscientes de la posición defendida por
Kautsky en su obra de 1904 sobre la lucha de clases y la República Francesa, la
crítica de Lenin de 1917 de “Kautsky, cuando aún era un marxista" pierde
buena parte de su aguijón. Las posiciones políticas de los dos hombres se
superponen mucho más que lo que podría esperar cualquier lector de El estado y
la revolución. Sin duda, las diferencias siguen siendo muy sustanciales. Pero,
cuando Gran Bretaña “celebra” (si, esa es la palabra) una "boda
real", tal vez deberíamos centrarnos en el programa político común de la
izquierda marxista durante los primeros años del siglo pasado: una república
con instituciones radicalmente democráticas del mismo tipo que las de la Comuna.
Nota: [1] El
mentor de Kautsky, Friedrich Engels, en su influyente
Crítica del
Programa de Erfurt (1891) argumenta de manera muy similar. Engels escribe:
“Si una cosa es cierta es que nuestro partido y la clase obrera sólo pueden
llegar al poder bajo la forma de una república democrática. Esta es incluso la
forma específica de la dictadura del proletariado, como la Gran Revolución
Francesa ya ha mostrado”. Además: “Así, pues, [debemos apoyar - LTL] una
república unificada.. Pero no en el sentido de la actual república francesa,
que no es más que el imperio fundado en 1799 sin emperador”.
Lars T. Lih estudió filosofía y
ciencias políticas en las universidades de Yale, Oxford y Princeton. Fue
profesor en la Universidad de Duke y el Wellesley College y actualmente enseña
en la universidad McGill de Montreal, Quebec. El presente artículo es su
introducción a la edición en inglés de La
república y la socialdemocracia en Francia de Karl Kautsky, que no tiene
aun traducción al español.
Traducción del inglés por Gustavo Buster