"No hay porvenir sin Marx. Sin la memoria y sin la herencia de Marx: en todo caso de un cierto Marx: de su genio, de al menos uno de sus espíritus. Pues ésta será nuestra hipótesis o más bien nuestra toma de partido: hay más de uno, debe haber más de uno." — Jacques Derrida

"Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal" Karl Marx

19/3/14

Marx contra Vogt | Apuntes para una biografía intelectual de los años 1860-1861

Marcello Musto  |  A través del último volumen de la Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA2), accedemos a la publicación completa de la correspondencia de Karl Marx entre 1860-1861: un capítulo demasiado poco explorado de su biografía intelectual. Este período comprende la redacción del polémico escrito El señor Vogt, los esbozos de El capital, los artículos periodísticos para el New York Tribune y para el Die Presse, además de los estudios realizados a través de minuciosas lecturas, las vicisitudes de su salud y la incierta fortuna de su existencia, causada por la profunda miseria que lo oprimía.
Vicisitudes editoriales de las obras de Marx y Engels
A pesar de la enorme difusión de los escritos y de la amplia afirmación de sus teorías, Marx y Engels todavía carecen de una edición integral y científica de sus obras. La primera razón de esta paradoja se debe al carácter incompleto y fragmentario de la obra de Marx, de la cual, excluyendo los artículos periodísticos editados entre 1848 y 1862, los trabajos publicados fueron relativamente pocos si se los compara a todos los realizados solo parcialmente o a la imponente mole de investigaciones desarrolladas. Esto lo testimonió el
mismo Marx, cuando en 1881, en uno de sus últimos años de vida, al ser consultado por Karl Kautsky sobre la posibilidad de una edición completa de sus obras, respondió: "antes que nada éstas deberían escribirse". En segundo lugar, sobre la publicación de los trabajos de los dos autores han influido las vicisitudes del movimiento obrero, que a menudo lejos de favorecer, obstaculizaron la edición de sus textos.
El primer intento de publicar todos los escritos de Marx y Engels se remonta a los años veinte, cuando David Borissovitch Riazanov, formidable estudioso y conocedor de Marx, además de director del Instituto Marx-Engels en la naciente república de los Soviets, dispuso la publicación en el idioma original a través de la Marx-Engels Gesamtausgabe (MEGA). Sin embargo, a causa de las purgas del estalinismo, que también recayeron sobre los estudiosos del instituto -el mismo Riazanov fue destituido y condenado al exilio en 1931-, el proyecto fue interrumpido en 1935, y de los 42 volúmenes inicialmente previstos, fueron entregados a las imprentas solamente 12 (en 13 tomos). También en la Unión Soviética, desde 1928 a 1946, fue publicada la primera edición en ruso: la Sochineniya (obras completas). Aunque, pese a su nombre, ella reproducía solo un número parcial de los escritos, sus 28 volúmenes (en 33 tomos) conformaron, para la época, la compilación cuantitativamente más consistente de los dos autores. La segunda Sochineniya, en cambio, apareció entre 1955 y 1966 en 39 volúmenes (42 tomos).
Desde 1956 hasta 1968, en la República Democrática Alemana, por iniciativa del Comité Central de la SED, fueron impresos los 41 volúmenes (en 43 tomos) de la Marx Engels Werke (MEW). Sin embargo, esa edición, lejos de ser completa, resultaba tediosa por las introducciones y las notas que, concebidas de acuerdo al modelo de la edición soviética, orientaban la lectura según la concepción del "marxismo-leninismo". No obstante lo cual, ella constituyó la base de numerosas ediciones análogas en otros idiomas, entre las cuales también están las Opere italianas, que nunca fueron completadas y aparecieron solo en 32 de los 50 volúmenes previstos.
El proyecto de una "segunda" MEGA, que se proponía reproducir de manera fiel y con un amplio aparato crítico todos los escritos de los dos pensadores, renació durante los años sesenta. Sin embargo, las publicaciones iniciadas en 1975 también fueron interrumpidas, esta vez luego de la caída del bloque de los ‘países socialistas’.
En 1990, con el objetivo de completar la edición histórico-crítica, distintos institutos en Holanda, Alemania y Rusia conformaron la "Internationale Marx-Engels-Stiftung" (IMES). Desde 1998, luego de una meticulosa fase de reorganización en la que fueron preparados nuevos principios editoriales y después del traspaso de casa editora -de la Dietz Verlag al la Akademie Verlag-, se retomó la publicación de la Marx-Engels Gesamtausgabe, la denominada MEGA2. Esta iniciativa reviste de una gran importancia si se considera que una parte considerable de los manuscritos, de la imponente correspondencia, y de la inmensa mole de resúmenes y anotaciones que Marx solía hacer de los textos que leía, permanece inédita. El proyecto integral, del cual participan estudiosos que trabajan en Alemania, Rusia, Japón, Estados Unidos, Holanda, Francia y Dinamarca, se divide en cuatro secciones: la primera comprende todas las obras, los artículos y los bosquejos excluido El capital; la segunda, El capitaly todos sus trabajos preparatorios a partir de 1857; la tercera, el epistolario; la cuarta, los resúmenes, las anotaciones y las notas al margen. Hasta hoy, de los 114 volúmenes han sido publicados 52 (12 luego de su continuación en 1998), cada uno de los cuales consta de dos tomos: el texto más el aparato, que contiene los índices y muchos datos adicionales.[1]
La correspondencia de Marx y Engels
El volumen que aquí se presenta -Marx y Engels Gesamtausgabe (MEGA2), Dritte Abteilung, Band 11: Briefwechsel Juni 1860 bis Dezember 1861, Akademie Verlag, Berlin 2005- es el último editado. Éste incluye una parte de la correspondencia que Marx y Engels intercambiaron en el transcurso de sus vidas y el que mantuvieron con los numerosos corresponsales con los que estuvieron en contacto. El número total de las cartas de este epistolario es enorme. Han sido encontradas, de hecho, más de 4.000 escritas por Marx y Engels, de las cuales 2.500 son aquellas que se intercambiaron directamente y 10.000 son las escritas por ellos a terceros. Además, otras 6.000, aunque no fueron transmitidas, han dejado un cierto testimonio de su existencia. Luego de las nuevas líneas editoriales adoptadas en la MEGA2, todas las cartas siguen rigurosamente el criterio de la sucesión cronológica y los volúmenes ya no están divididos, como en el pasado, en dos partes distintas, una con las cartas escritas por Marx y Engels, y otra con las recibidas por ellos.
El texto que se examina presenta la correspondencia intercambiada entre junio y diciembre del año 1861, período que comprende, esencialmente, las tortuosas vicisitudes relativas a la publicación de Herr Vogt y al violento encuentro que hubo entre éste y Marx. De las 386 cartas conservadas, 133 son las escritas por Marx y Engels, y 253 son las que ellos recibieron -entre éstas, 204 son publicadas por primera vez-. De las primeras 133, 95 son las intercambiadas entre ambos, 73 fueron escritas por Marx a Engels y 22 por Engels a Marx (de la reconstrucción de la correspondencia, sin embargo, ha surgido que al menos 17 cartas de Engels a Marx no fueron transmitidas). Finalmente, son once las cartas escritas por Ferdinand Lassalle a Marx.
El señor Vogt
Representante de la izquierda en la Asamblea nacional de Frankfurt entre 1848-1849, Karl Vogt era, al mismo tiempo, profesor de ciencias naturales en Ginebra, donde vivía exiliado. En la primavera de 1859, publicó un panfleto Studien zur gegenwärtige Lage Europas, en el que sostuvo el punto de vista bonapartista en política externa. En junio del mismo año, apareció en Londres un volante anónimo que denunciaba las intrigas de Vogt a favor de Napoleón III, en particular, sus intentos de corromper a algunos periodistas para que dieran versiones filo-bonapartistas de los sucesos políticos en curso. La acusación -que como luego se demostró fue obra de Karl Blind, periodista y escritor alemán emigrado en Londres- fue retomada por el periódico semanal Das Volk, en el que también colaboraban Marx y Engels, y por el Allgemeine Zeitung.
Esto indujo a Vogt a promover una acción legal contra el periódico alemán, que no pudo impugnar la denuncia a causa del anonimato en el que Blind quiso permanecer. Aunque la demanda fuera rechazada, Vogt fue el vencedor moral de todo el asunto, y al publicar el informe de los acontecimientos (Mein Prozess gegen die Allgemeine Zeitung), acusó a Marx de ser el inspirador de un complot en su contra y el jefe de una banda que vivía amenazando a quienes habían participado en los movimientos revolucionarios de 1848, chantajeándolos con revelar sus nombres si no estaban dispuestos a pagar el precio del silencio[2].
Además de tener eco en Francia e Inglaterra, el escrito de Vogt tuvo un gran suceso en Alemania y causó una gran conmoción en la prensa liberal: "naturalmente el júbilo de la prensa burguesa no tiene límites[3]". En particular, el National-Zeitungpublicó un resumen de dos extensos artículos fundamentales en enero de 1860. Como consecuencia, Marx demandó al periódico por difamación, pero el "Supremo Tribunal Real Prusiano" rechazó la instancia decretando que los artículos no sobrepasaban los límites de la crítica permitida, y que de ellos no resultaba la intención de ofender. El sarcástico comentario que Marx hizo sobre la sentencia fue: "como aquel turco que le cortó la cabeza a un griego, sin malas intenciones"[4].
El texto de Vogt mezclaba, con hábil maestría, sucesos verdaderos y otros completamente inventados, para poder despertar dudas sobre la historia real de la emigración entre quienes no estaban al tanto de todos los hechos. Para salvaguardar su propia reputación, Marx se sintió obligado a organizar su defensa y, por eso, a fines de febrero de 1860, comenzó a juntar el material para un libro contra Vogt. Realizó esto utilizando dos caminos. Ante todo, escribió decenas de cartas a los militantes con los que había tenido relaciones políticas durante y después de 1848, con el fin de obtener todos los documentos posibles referidos a Vogt[5]. Además, para ilustrar de la mejor manera posible la política de los principales Estados europeos y revelar el rol reaccionario de Bonaparte, desarrolló extensos estudios sobre la historia política y diplomática de los siglos XVII, XVIII y XIX[6]. Sin duda, esta última parte es la más interesante del escrito, además -junto con la que contiene la reconstrucción de la historia de la "Liga de los Comunistas"- es la única que conserva valor para el lector contemporáneo.
De todos modos, como le sucedía siempre a Marx, sus estudios aumentaron mucho las dimensiones del libro que le "crecía bajo las manos"[7], y los tiempos para completarlo se prolongaron cada vez más. De hecho, no obstante Engels lo exhortara: "sé, pues, al menos una vez un poco superficial para poder salir justo a tiempo"[8], y escribiera a Jenny Marx: "nosotros siempre hacemos las cosas más estupendas, pero las hacemos siempre de modo que no salen justo a tiempo, y así todas caen al vacío (...) les pido que hagan lo posible para que se haga algo, pero de inmediato, para encontrar al editor y para que el opúsculo finalmente esté listo"[9], Marx se decidió a terminarlo recién en noviembre. Él hubiera querido titular el libro "Dá-Dá-Vogt"[10], para evocar la semejanza de opiniones entre Vogt y el periodista bonapartista árabe contemporáneo a él, Dá-Dá- Roschaid. Éste, traduciendo los panfletos bonapartistas en árabe por orden de las autoridades de Argel, había definido al emperador Napoleón III como "el sol de beneficencia, la gloria del firmamento"[11], y a Marx nada le parecía más apropiado para Vogt que el epíteto de "Dá-Dá alemán"[12]. Sin embargo, Engels lo convenció de optar por el más comprensible Herr Vogt(El señor Vogt).
Ulteriores problemas se manifestaron respecto al lugar de la publicación del libro. Engels, a propósito, recomendó vivamente hacer salir el libro en Alemania: "es necesario evitar a toda costa imprimir tu opúsculo en Londres (...) Ya hemos experimentado cientos de veces con la literatura de la emigración, siempre sin ningún resultado, siempre dinero y trabajo tirados por nada y para colmo la rabia"[13]. Pero dado que ningún editor alemán estaba disponible, Marx publicó el libro en Londres con el editor Petsch, lo que fue posible gracias a una colecta de dinero para pagar los gastos. Engels comentó que hubiese sido "preferible imprimir en Alemania y era absolutamente necesario lograrlo (:) un editor alemán (...) bien tiene otra fuerza para desarticular la conspiration du silence"[14].
La refutación de las acusaciones de Vogt mantuvo ocupado a Marx durante un año entero, obligándolo a suspender totalmente sus estudios económicos que, según el contrato convenido con el editor Duncker de Berlín, debían haber proseguido a Para una crítica de la economía política, publicada en 1859. Aparentemente, el entusiasmo que lo había invadido durante este suceso contagió también a quienes le eran más cercanos. La mujer Jenny hallaba en El señor Vogt una fuente de "placer y deleite sin fin"; Engels afirmó que la obra era "ciertamente el mejor trabajo polémico que (él hubiese) escrito hasta ahora"[15]; Lassalle saludó el texto como "algo magistral en todos los sentidos"[16]; Wilhelm Wolf, finalmente, dijo: "es una obra maestra de principio a fin"[17].
En realidad, para poder ser hoy comprendido en todas sus referencias y alusiones, El señor Vogt requeriría un amplio comentario. Además, todos los principales biógrafos de Marx han sido unánimes en considerar esta obra como una notable pérdida de tiempo y energías. Al recordar cómo distintos conocidos de Marx habían intentado disuadirlo de emprender esta empresa, Franz Mehring afirmaba que "estamos tentados a desear que él hubiese escuchado esas voces porque ésta obstaculizó (...) la gran obra de su vida (...) a causa del costoso gasto de fuerza y tiempo que derrochó sin una ganancia real"[18]. Con semejante parecer, en 1929, Karl Vorländer escribía: "hoy, después de dos generaciones, razonablemente se puede dudar si valía la pena desperdiciar en esta miserable cuestión, que duró casi un año, tanto trabajo espiritual y tantos gastos financieros para escribir un opúsculo, en el que arremetía contra el odiado adversario, de 191 páginas redactado con brillante argucia, con lemas y citas de toda la literatura mundial (Fischart, Calderón, Shakespeare, Dante, Pope, Cicerón, Boiardo, Sterne, y la literatura en medio-alto alemán)"[19]. También Nikolaevsky y Maenchen-Helfen blasfemaban el hecho de que: "Marx había empleado más de un año en defenderse contra un intento de acabar con su vida política con las denuncias (y que) solo hacia la mitad de 1861 pudo retomar su obra de economía"[20]. También según David McLellan, la polémica contra Karl Vogt "fue un claro ejemplo de la singular capacidad (de Marx) para utilizar una gran cantidad de energías en argumentos absolutamente insignificantes, y de su talento para la inventiva"[21]. Francis Wheen, finalmente, se ha cuestionado de este modo: "para responder a las calumnias publicadas sobre la prensa suiza por un oscuro político llamado Karl Vogt, ¿era realmente necesario escribir un libro de doscientas páginas?" Y a continuación, señalaba que: "los cuadernos de economía permanecieron cerrados sobre su escritorio mientras su autor se distraía con una disputa tan espectacular como superflua (...) una violenta réplica que, ya sea por su extensión como por su tono furibundo, superaba ampliamente el panfleto originario al que quería responder"[22].
Aquello que más sorprende de este escrito es el uso excesivo de referencias literarias en las argumentaciones de Marx. Junto con los autores ya mencionados por Vorländer, sobre el escenario de esta obra aparecen, entre otros, Virgilio, distintos personajes de la Biblia traducida por Lutero, Schiller, Byron, Hugo y, naturalmente, los amadísimos Cervantes, Voltaire, Goethe, Heine y Balzac[23]. Sin embargo, estas citas -y por tanto el precioso tiempo ocupado para construirlas- no respondían solamente al deseo de Marx por mostrar la superioridad de su cultura sobre la de Vogt o al de hacer el panfleto más agradable a los lectores a través de satíricos ribetes; ellas reflejaban dos características esenciales de la personalidad de Marx. La primera es la enorme importancia que él le asignó, durante todo el transcurso de su existencia, al estilo y a la estructura de sus obras, aún de las menores o de las polémicas como El señor Vogt. Siempre le suscitaban una gran indignación la mediocridad, la forma vulgar, la construcción incierta y con errores de gramática, la falta de lógica en las formulaciones y la presencia de muchos errores en gran parte de los escritos con los que, en sus muchas batallas, el discrepó[24]. Por eso, junto al conflicto de naturaleza teórica, también arremetía contra la vulgaridad intrínseca, la falta de calidad en las obras de sus contendientes, y quería mostrarles no sólo la precisión de lo que él escribía, sino también cuál era el mejor modo de hacerlo.
La segunda impronta típicamente marxiana, que se entreve a través del imponente trabajo preparatorio de El señor Vogt, es la agresividad y la irrefrenable virulencia con la que se lanzaba contra sus adversarios directos, ya fueran filósofos, economistas o militantes y se llamaran Bauer, Stirner, Proudhon, Vogt, Lassalle o Bakunin. Marx quería aniquilarlos, demostrar de todas las formas posibles la falta de fundamento de sus concepciones, obligarlos a rendirse impidiéndoles producir objeciones a sus aserciones. Así, conducido por este ímpetu, estaba tentado a sepultar a sus contrincantes bajo montañas de argumentaciones críticas, y cuando esta furia se apoderaba de él, al punto de hacerle perder de vista también su proyecto de crítica de la economía política, hete aquí que no se contentaba más ‘sólo’ con Hegel, Ricardo o con los acontecimientos históricos, sino que utilizaba a Esquilo, Dante, Shakespeare y Lessing.
El señor Vogt fue como un encuentro fatal entre estos dos componentes de su carácter. Un cortocircuito causado por uno de los ejemplos más eclécticos de la picardía literaria tan odiada por Marx y por la voluntad de destruir al enemigo que, con la mentira, había amenazado la credibilidad e intentado manchar su historia política.
Con este libro, Marx esperaba suscitar revuelo e intentó cuanto pudo para hacer hablar a la prensa alemana. Sin embargo, ni los periódicos ni el mismo Vogt le concedieron ninguna atención: "los perros (...) quieren matar el asunto con el silencio"[25]. También "la publicación de una reelaboración francesa, muy abreviada, que estaba por imprimirse"[26], fue impedida ya que el texto fue alcanzado por la censura e introducido en la lista de los volúmenes prohibidos. Durante la vida de Marx y Engels no apareció ninguna otra edición de El señor Vogt y tampoco fueron reimpresos más que breves pasajes escogidos. El libro traducido al italiano fue publicado recién cincuenta años después, en 1910, por el editor Luigi Mongini.
Contra la miseria y la enfermedad
Contribuyeron a prolongar los retrasos del trabajo de Marx y a complicar terriblemente su situación personal sus dos enemigas de siempre: la miseria y la enfermedad. De hecho, en este período, la condición económica de Marx fue verdaderamente desesperante. Rodeado por las demandas de los muchos acreedores y con el espectro constante de las imposiciones del broker, el oficial judicial en puertas, él se lamentaba con Engels afirmando: "no sé cómo podré arreglármelas, porque los impuestos, las escuelas, la casa, las droguerías, el carnicero, dios y el diablo no quieren darme más tregua"[27]. A fines de 1861, la situación se volvió todavía más grave y para resistir, junto a la constante ayuda del amigo -hacia el cual sentía una gratitud inmensa "por las extraordinarias pruebas de amistad"[28]-, Marx estuvo obligado a empeñar "todo salvo las paredes de la casa"[29]. Siempre al amigo, escribió: "de qué júbilo no me habría colmado el ánimo el fiasco del sistema financiero decembrista pronosticado por mí tan ampliamente y reiteradamente en el Tribune, si fuera libre de estas piojerías y no viese a mi familia aplastada por estas miserables angustias!"[30]. Además, a fines de diciembre, al dirigir los augurios para las vísperas del año nuevo, se expreso así: "si éste tuviera que ser igual al pasado, por lo que me concierne, más bien preferiría el infierno"[31].
Los desconsolantes problemas de naturaleza financiera iban acompañados de los de salud, que contribuían a generar. El estado de profunda depresión en el que cayó por muchas semanas la esposa de Marx, Jenny, la volvió más receptiva para la viruela, que contrajo a fines de 1860 y puso seriamente en riesgo su vida. Durante toda la enfermedad y la convalecencia de su compañera, Marx estuvo cuidándola constantemente y retomó su actividad recién cuando Jenny estuvo fuera de peligro. En el tiempo trascurrido, tal como le escribió a Engels, trabajar había estado totalmente fuera de cuestión: "la única ocupación con la que puedo conservar la tranquilidad de ánimo necesaria es la matemática"[32], una de las mayores pasiones intelectuales de su vida. Pocos días después, agregaba, además, que una circunstancia que lo había "ayudado mucho (había) sido un terrible dolor de muelas".
De hecho, habiendo ido al dentista para hacerse sacar un diente, éste le dejó por error una esquirla que le produjo en la cara "hinchazón y dolor y le cerró media garganta" ¿Y la ayuda, pues? Era justamente eso. De hecho, Marx afirmaba estoicamente: "este malestar físico estimula mucho las facultades del pensar y por eso la capacidad de abstracción, puesto que, como dice Hegel, el pensamiento puro o la nada son lo mismo"[33]. No obstante los problemas, en el curso de estas semanas tuvo la oportunidad de leer muchos libros, entre ellos El origen de las especies de Charles Darwin, publicado el año anterior. El comentario que Marx comunicó por carta a Engels estaba destinado a provocar discusiones entre filas de estudiosos y militantes socialistas: "por cuanto está desarrollado someramente en inglés, aquí está el libro que contiene los fundamentos históricos-naturales de nuestro modo de ver"[34]. A continuación de este período, a principios de 1861, las condiciones de Marx se agravaron a causa de una inflamación en el hígado que ya había padecido el verano anterior: "estoy atormentado como Job, aunque no tan temeroso de Dios"[35].En particular, el estar encorvado le producía un enorme sufrimiento y le fue imposible escribir. De modo que, para superar la "inmunda situación que (le) imposibilita(ba) trabajar"[36], se refugió una vez más en las lecturas: "a la tarde, para aliviarme (leo) las guerras civiles romanas de Apio en el texto original griego. Es un libro de gran valor, Espartaco figura como el hombre más inteligente de toda la historia antigua, como un gran general (no un Garibaldi), de carácter noble, real representative del antiguo proletariado"[37].
Y mientras tanto la economía espera...
Recuperado de la enfermedad, a fines de febrero de 1861, Marx se trasladó a Zalt-Bomme, en Holanda, en busca de una solución para sus dificultades financieras. Allí encontró la ayuda del tío Lion Philips, hombre de negocios y hermano del padre del futuro fundador de la fábrica de lámparas de la cual desciende una de las más importantes empresas de aparatos electrónicos del mundo, que aceptó anticiparle 160 esterlinas de la futura herencia materna. De aquí Marx se dirigió clandestinamente a Alemania, donde, en Berlín, fue huésped de Lassalle por cuatro semanas. Éste último le había solicitado reiteradas veces promover juntos la fundación de un órgano de "partido" y ahora, con la amnistía promulgada en enero de 1861, también se presentaban las condiciones para que Marx reobtuviera la ciudadanía prusiana que le había sido quitada luego de la expulsión de 1849, y se trasladase a Berlín.
Sin embargo, el escepticismo de Marx en relación a Lassalle impidió que el proyecto fuera considerado seriamente[38]. Al regreso de su viaje, se lo describió a Engels de la siguiente manera: "Lassalle, deslumbrado por la consideración de la que goza en ciertos círculos doctos por su Heráclito y en otro círculo de inmoderados con el buen vino y la cocina, naturalmente no sabe que en el gran público está desacreditado. Además están su prepotencia, su enredo en el ‘concepto especulativo’ (el jovenzuelo hasta sueña con escribir una nueva filosofía hegeliana a la segunda potencia), el estar infectado de viejo liberalismo francés, su pluma difusa, su importunismo, la falta de tacto, etc. Lassalle, mantenido bajo una rígida disciplina, podría prestar servicios como uno de los redactores. De otro modo sólo comprometería las cosas"[39]. El juicio de Engels no era distinto, ya que lapidariamente escribía: "no se puede corregir a este hombre"[40]. De todos modos, la solicitud de ciudadanía de Marx fue rechazada rápidamente y, dado que él nunca se naturalizó en Inglaterra, permaneció apátrida por el resto de su vida.
De esta estadía alemana, la correspondencia de Marx ofrece divertidos informes que facilitan la comprensión de su carácter. Sus hospedantes, Lassalle y su compañera, la condesa Sophie von Hatzfeldt, se dedicaron generosamente a organizar para él una serie de actividades que únicamente sus cartas muestran cuán profundamente las detestara. En una breve reseña de los primeros días trascurridos en la ciudad, lo vemos en apuros con la frivolidad. El martes a la tarde se encontraba entre los espectadores de una "comedia berlinesa de autocomplacencia prusiana: en definitiva un asunto desagradable". El miércoles fue obligado a asistir a tres horas de ballet en la Opera -"algo de verdad mortalmente aburrido"- y para colmo "horribile dictu"[41], "en un palco muy cerca al del ‘lindo Guillermo’"[42], el rey en persona. El jueves Lassalle dio un almuerzo en su honor del que participaron algunas ‘celebridades’. Lejos de alegrarse por la circunstancia, como ejemplo de la consideración que tenía por sus comensales, Marx describió a su vecina de mesa, la redactora literaria Ludmilla Assig, de esta manera: "es la criatura más fea que jamás haya visto en vida, con una horrible fisonomía hebraica, una nariz delgada muy saliente, siempre sonriente y riendo burlonamente, hablando una prosa poética, esforzándose continuamente por decir algo extraordinario, fingiendo entusiasmo y salpicando saliva sobre sus oyentes durante los espasmos de sus éxtasis"[43]. A Carl Siebel, poeta renano y lejano pariente de Engels, escribió: "acá me aburro mortalmente. Soy tratado como una especie de león de salón y estoy obligado a ver a muchos señores y señoras ‘de ingenio’. Es terrible"[44]. A continuación, mientras escribía a Engels: "Berlín tampoco es más que un pueblucho", a Lassalle no podía negarle que la cosmopolita Londres ejercía en el "una extraordinaria atracción", si bien admitía vivir "como un ermitaño en este agujero gigantesco"[45]. Y así, después de pasar por Elberfeld, Bermen, Colonia, su Tréveris y luego también por Holanda, regresó el 29 de abril.
Esperándolo estaba su "Economía". Como es sabido, en junio de 1859 Marx había publicado el primer fascículo de Para la crítica de la economía política y tenía programado continuarlo con una segunda entrega lo más rápido posible. No obstante los optimistas anuncios que solía hacer a propósito -en noviembre de 1860 escribió a Lassalle: "pienso que durante pascua podrá salir la segunda parte"[46]-, por los sucesos hasta aquí mencionados trascurrieron en vano más de dos años hasta que pudo volver a sus estudios. Por otra parte, estaba profundamente frustrado por las circunstancias y en julio se lamentó con Engels: "no avanzo tan rápido como querría, porque tengo muchos problemas domésticos"[47]; todavía en diciembre: "mi escrito avanza, pero lentamente. De hecho, no era posible resolver rápidamente esas cuestiones teóricas en medio de tales circunstancias. Por tanto, será mucho más popular y el método estará mucho más disimulado que en la primera parte"[48]. De todos modos, en agosto de 1861 volvió a trabajar incesantemente en su obra, y ya para junio de 1863 había redactado los 23 cuadernos -de 1472 páginas en cuartillas- que comprenden las Teorías sobre la plusvalía.
La primera de las tres fases de esta nueva redacción de la "Economía", relativa a los primeros cinco cuadernos de este grupo, se extendió desde agosto de 1861 hasta marzo de 1862. Ellos tratan la transformación del dinero en capital -tema abordado en el primer libro de El Capital- y constituyen la primera redacción existente sobre tal argumento. A diferencia de las Teorías sobre la plusvalía, entregadas a las imprentas por Kautsky entre 1905 y 1910, si bien en una edición tergiversada y a menudo poco conforme con los originales, estos cuadernos fueron ignorados por más de cien años. Recién en 1973 fueron publicados por primera vez en una traducción rusa, como volumen adjunto (número 47) de la Sochineniya, y la versión en el idioma original salió sólo en 1976, en la "segunda" MEGA[49].
Periodismo y política internacional
También durante la última fase de 1861, Marx retomó su colaboración con el New York Tribune y escribió para el periódico liberal de Viena Die Presse. La mayor parte de sus cartas de este período estuvieron dedicadas a la guerra civil en los Estados Unidos. En ella, según Marx, "la lucha se disputa(ba) entre la forma más alta de autogobierno popular jamás realizada hasta ahora y la más abyecta forma de esclavitud humana que la historia conozca"[50]. Esta valoración vuelve evidente, más que cualquier otra posible, el abismo que lo separaba de Garibaldi, que había rechazado la oferta del gobierno del norte de asumir un puesto de mando en el ejército, porque consideraba que esa guerra sólo era un conflicto de poder y no concernía a la emancipación de los esclavos. Con respecto a tal posición y en relación a un intento de pacificación entre las partes del italiano, Marx comentó con Engels: "ese burro de Garibaldi se volvió ridículo con la carta sobre la concordia a los yankees"[51]. Además, en sus artículos, Marx analizó las recaídas económicas del conflicto americano causadas por Inglaterra, de la que examinó el desarrollo del comercio, la situación financiera y las opiniones que atravesaban a la sociedad. En relación a este punto, una interesante referencia también se encuentra en una carta a Lassalle: "naturalmente toda la prensa oficial inglesa está a favor de los slave-holders (esclavistas). Son absolutamente los mismos personajes que han cansado al mundo con su filantropismo contra el comercio de esclavos, pero: ¡algodón, algodón!"[52]
Finalmente, siempre en las cartas a éste último, Marx desarrolló distintas reflexiones relativas a uno de los temas políticos en el que puso el mayor empeño por aquellos años: la violenta oposición a Rusia y a sus aliados Henry Palmerston y Luis Bonaparte. En particular, Marx se dedicó a aclarar a Lassalle la legitimidad de la convergencia, en esta batalla, entre su ‘partido’ y el de David Urquhart, un político tory de opiniones románticas. Sobre éste, que en los primeros años cincuenta había tenido la audacia de re-publicar, con un objetivo anti-ruso y anti-whig, los artículos de Marx contra Palmerston aparecidos en el órgano oficial de los cartistas ingleses, escribió: "ciertamente es un reaccionario desde el punto de vista subjetivo (...) eso de ningún modo le impide al movimiento que él dirige en política exterior ser objetivamente revolucionario (...) el asunto me es indiferente como sería para ti, por ejemplo, si en una guerra contra Rusia, tu vecino disparara a los rusos por motivos nacionales o revolucionarios"[53]. Y además: "por el resto va de suyo que en política exterior frases como ‘reaccionario’ o revolucionario’ no sirven para nada"[54].
En fin, también se remonta a 1861 la primera fotografía conocida de Marx[55]. La imagen lo representa mientras posa de pie con las manos apoyadas sobre una silla delante suyo. Los espesos cabellos aparecen ya blancos, mientras que la barba tupida es color negro corvino. La mirada decidida permite que se trasluzca no la amargura por las derrotas sufridas y por las muchas dificultades que lo oprimían, sino más bien la firmeza de ánimo que lo distinguió durante toda su vida. No obstante, la inquietud y la melancolía también lo recorrían a él, que en el mismo período en el que fue tomada esa foto escribía: "para mitigar el profundo mal humor causado por mi situación en todo sentido incierta, leo a Tucídides. Al menos estos antiguos permanecen siempre nuevos"[56] ¿Cómo no afirmar también hoy, aún limitándonos a leer únicamente sus cartas, lo mismo del gran clásico de la Modernidad que es Karl Marx?
Notas
* Ensayo especialmente enviado por el autor para su publicación en Herramienta. Traducción realizada por Mora Scillamá. Revisión de Francisco T. Sobrino.
[1] Información detallada en www.bbaw.de/vs/mega.
[2] En 1870, en las cartas de los archivos franceses publicadas por el gobierno republicano luego del segundo Imperio, se encontraron los documentos que comprobaban que Vogt había sido pagado por Napoleón III. De hecho, en agosto de 1859, éste le había dado 40.000 francos de sus fondos secretos.
[3] Karl Marx a Friedrich Engels, 31 de enero de 1860, en Marx- Engels Opere, vol. XLI, Editori Riuniti, Roma 1973, pág. 17.
[4] Kart Marx, Herr Vogt, en Marx Engels Opere, vol. XVII, Editori Riuniti, Roma 1986, pág. 271.
[5] A cerca de la importancia de estas cartas como medio de comunicación política entre los militantes de la revolución de 1848- 1849, y para examinar el conflicto entre Marx y Vogt desde una perspectiva general - no sólo desde el punto de vista de Marx, como también hace este escrito- remitirse a Christian Jansen, Politischer Streit mit harten Bandagen. Zur brieflichen Kommunikation unter den emigrierten Achtundvierzigern - unter besonderer Berücksichtigung der Controverse zwischen Marx und Vogt, en Jürgen Herres-Manfred Neuhaus (bajo el cuidado de), Politische Netzwerke durch Briefkommunikation, Akademie Verlag, Berlín 2002, pp. 49-100, que analiza las motivaciones políticas que habrían inducido a Vogt a responder a Bonaparte. El ensayo también contiene un apéndice de cartas escritas por Vogt y otras dirigidas a él. También son interesantes, porque carecen de la previsible y a menudo doctrinal interpretación marxista, los textos de Jacques Grandjonc- Hans Pelger, Gegen die "Agentur Fazy/Vogt. Karl Marx’ "Herr Vogt"(1860) y Georg Lommels, "Die Wahrheit über Genf" (1865). Quellen- und textgeschichtliche Anmerkungen, ambos en «Marx-Engels-Forschungs-berichte», 1990 (Nr. 6), pp. 37-86, y también de Lommels, Les implicationes del’affaire Marx-Vogt, en Jean Claude Pont- Daniele Bui- Francoise Dubosson- Jan Lacki (bajo el cuidado de), Carl Vogt (1817-1895). Science, philosophie et politique, Georg, Chêne-Bourg 1998, págs. 67-92.
[6] Fruto de estas investigaciones fueron los seis cuadernos con extractos de libros, revistas y periódicos de las más diversas orientaciones. Este material -denominado Vogtiana -, que muestra el modo en que Marx utilizaba los resultados de sus estudios para las obras que escribía, está todavía inédito y se publicará en el volumen IV/16 de la MEGA2.
[7]Karl Marx a Friedrich Engels, 6 de diciembre de 1860, en MEGA2 III/11, Akademie Verlag, Berlín 2005, p. 250; tr. it. Marx-Engels Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 135.
[8] Friedrich Engels a Karl Marx, a más tardar el 29 de junio de 1860, op. cit., pág. 72; tr. it., op. cit., pág. 83.
[9] Friedrich Engels a Jenny Marx, 15 de agosto de 1860, op. cit., pág. 113; tr. it., op. cit., pág. 604.
[10] Karl Marx a Friedrich Engels, 25 de septiembre de 1860, op. cit., pág. 180; tr. it., op. cit., pág. 108.
[11] Cfr. Karl Marx, Herr Vogt, op. cit., pág. 180.
[12] Ibídem.
[13] Friedrich Engels a Karl Marx, 15 de septiembre de 1860, in MEGA² III/11, op. cit., pág. 158; tr. it. Marx-Engels Opere, vol.XLI, op. cit., pág. 103.
[14] Friedrich Engels a Karl Marx, 5 de octubre de 1860, op. cit., pág. 196; tr. it., op. cit., pág. 114.
[15] Friedrich Engels a Karl Marx, 19 de diciembre de 1860, op. cit., pág. 268; tr. it., op. cit., pág. 143.
[16] Ferdinand Lassalle a Karl Marx, 19 de enero de 1861, op. cit., pág. 321.
[17] Wilhelm Wolff a Karl Marx, 27 de diciembre de 1860, op. cit., pág. 283.
[18] Franz Mehring, Vita di Marx, Editori Riuniti, Roma 1972, pág. 295.
[19] Karl Vorlaender, Karl Marx, Sansoni, Florencia 1948, págs. 209-210.
[20] Boris Nikolaevsky- Otto Maenchen- Helfen, Karl Marx. La vita e l’opera, Einaudi, Turín 1969, p. 284.
[21] David McLellan, Karl Marx, Rizzoli, Milán 1976, p. 317.
[22] Francis Wheen, Marx. Vita pubblica e privata, Mondadori, Milán 2000, pp. 145, 204 e 207.
[23] A propósito, se remite a las consideraciones del fundamental S. S. Prawe, La biblioteca di Marx, Garzanti, Milán, 1978, que afirma: «en Herr Vogt parece que Marx fuera incapaz de considerar cualquier fenómeno político o social sin asociarlo a alguna referencia a la literatura mundial», p. 263. También señala que este texto puede ser estudiado «como antología de los distintos métodos que Marx utilizaba para incorporar alusiones y citas literarias en sus polémicas», p. 260. Por otra parte, la considerable importancia de las influencias literarias de Marx en sus obras y el muy erudito caudal cultural de su teoría crítica, cada vez llaman más la atención. A propósito: Thomas M. Kemple, Reading Marx Writing. Melodramma, the Market and the ‘Grundrisse’, Stanford University Press, Stanford 1995 y el reciente Francis Wheen, Marx’s Das Kapital. A biography, Atlantic Books, Londres 2006.
[24] Sobre este punto consultar también las brillantes consideraciones de S. S. Prawer, op. cit., pág. 264.
[25] Karl Marx a Friedrich Engels, 22 de enero de 1861, en MEGA2 III/11, op. cit., pág. 325; tr. it. MARX ENGELS Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 162.
[26] Karl Marx a Friedrich Engels, 16 de mayo de 1861, op. cit., pág. 476; tr. it., op. cit., pág. 188.
[27] Karl Marx a Friedrich Engels, 29 de enero de 1861, op. cit., pág. 333; tr. it., op. cit., pág. 164.
[28] Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de febrero de 1861, op. cit., pág. 380; tr. it., op. cit., pág. 177.
[29] Karl Marx a Friedrich Engels, 30 de octubre de 1861, op. cit., pág. 583; tr. it., op. cit., pág. 217.
[30] Karl Marx a Friedrich Engels, 18 de noviembre de 1861, op. cit., pág. 599; tr. it., op. cit, pág. 222.
[31] Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de diciembre de 1861, op. cit., pág. 636; tr. it., op. cit., pág. 237.
[32] Karl Marx a Friedrich Engels, 23 de noviembre de 1860, op. cit., pág. 229; tr. it., op. cit., pág. 124.
[33] Karl Marx a Friedrich Engels, 28 de noviembre de 1860, op. cit., pág. 236; tr. it., op. cit., pág. 128.
[34] Karl Marx a Friedrich Engels, 19 de diciembre de 1860, op. cit., pág. 271; tr. it., op. cit., pág. 145.
[35] Karl Marx a Friedrich Engels, 18 de enero de 1861, op. cit., pág. 319; tr. it., op. cit., pág. 160.
[36] Karl Marx a Friedrich Engels, 22 de enero de 1861, op. cit., pág. 325; tr. it., op. cit., pág. 162.
[37] Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de febrero de 1861, op. cit., pág. 380; tr. it., op. cit., pág. 176.
[38] Para más información sobre este período de Marx trascurrido en Berlín, consultar el reciente artículo de Rolf Dlubek, Auf der Suche nach neuen politischen Wirkungsmöglichkeiten. Marx 1861 in Berlin, en «Marx-Engels Jahrbuch», 2004, Akademie Verlag, Berlín 2005, págs. 142-175.
[39] Karl Marx a Friedrich Engels, 7 de mayo de 1861, en MEGA2 III/11, op. cit., pág. 460; tr. it. Marx- Engels Opere, vol. XLI, op. cit., págs. 180-181.
[40] Friedrich Engels a Karl Marx, 6 de febrero de 1861, op. cit., pág. 347; tr. it., op. cit., pág. 171
[41] Karl Marx a Antoinette Philips, 24 de marzo de 1861, op. cit., pág. 404; tr. it., op. cit., pág. 642.
[42] Karl Marx a Friedrich Engels, 10 de mayo de 1861, op. cit., pág. 470; tr. it., op. cit., pág. 186.
[43] Karl Marx a Antoinette Philips, 24 de marzo de 1861, op. cit., pág. 404; tr. it., op. cit., pág. 642.
[44] Karl Marx a Carl Siebel, 2 de abril de 1861, op. cit., pág. 419; tr. it., op. cit., pág. 646.
[45] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 8 de mayo de 1861, op. cit., pág. 464; tr. it., op. cit., pág. 656.
[46] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 15 de septiembre de 1860, op. cit., pág. 161; tr. it., op. cit., pág. 615.
[47] Karl Marx a Friedrich Engels, 20 de Julio de 1861, op. cit., pág. 542; tr. it., op. cit., pág. 212.
[48] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 9 de diciembre de 1861, op. cit., pág. 616; tr. it., op. cit., pág. 230.
[49] MEGA2 II/3.1, Dietz Verlag, Berlín 1976. La traducción italiana apareció rápidamente bajo el cuidado de Lorenzo Calabi: Karl Marx, Manoscritti del 1861-1863, Editori Riuniti, Roma 1980, pero no logró que se la incluyera en los volúmenes de lasOpere.
[50] Karl Marx, Der Bürgerkrieg in den Vereinigten Staaten, 7-XI-1861, en MEW 15, Dietz Verlag, Berlín 1961, pág. 339.
[51] Karl Marx a Friedrich Engels, 10 de junio de 1861, en MEGA² III/11, op. cit., pág. 493; tr. it. Marx- Engels Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 190.
[52] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 29 de mayo de 1861, op. cit., pág. 480; tr. it., op. cit., pág. 658.
[53] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 1 o 2 de junio de 1860, op. cit., pág. 19; tr. it., op. cit., pág. 596.
[54] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 1 o 2 de junio de 1860, op. cit., pág. 20; tr. it., op. cit., pág. 597.
[55] La fotografía puede ser del mes de abril, véase MEGA2 III/11, op. cit., pág. 465.
[56] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 29 de mayo de 1861, op. cit., pág. 481; tr. it. MARX ENGELS Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 659.
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Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocasKarl Marx

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