30/9/13

La república soviética húngara de 1919 | La revolución olvidada

Béla Kun ✆ Tetra Kephaloi
Alan Woods  |  El 21 de marzo de 1919, se proclamó la República soviética húngara. El 1 de agosto, ciento treinta y tres días después, este capítulo heroico de la historia de la clase obrera húngara, terminó con la entrada en Budapest del ejército blanco rumano. Si el proletariado húngaro hubiera triunfado, habría terminado con el aislamiento de la República obrera rusa. Junto a la revolución húngara la breve experiencia de la República Soviética Bávara, desde el 7 de abril hasta el 1 de mayo de 1919, demostró que la marea de la revolución que se estaba extendiendo de Oriente a Occidente, parecía tener un impulso irresistible. Si se hubiera consolidado el estado obrero húngaro, en pocos meses, la revolución habría llegado a Viena y Berlín, donde la clase obrera estaba en una situación de fermento revolucionario. El triunfo de la revolución alemana habría cambiado el curso de la historia humana. La revolución húngara de 1919 ha entrado en los anales de la historia como otro episodio heroico similar a la Comuna de París en 1871. Hoy en día, estudiar las causas de su fracaso, nos ayudará a comprender los procesos que llevan hacia la transformación socialista de la sociedad, y también a estar mejor equipados para la lucha por el socialismo.

El atraso histórico de Hungría

En 1919, la sociedad húngara se caracterizaba por ser una estructura arcaica que a lo largo de los siglos se había mantenido más o menos intacta. La reacción

“Cierto negro brasileño leproso” | Un sueño político-filosófico de Spinoza - VI

Baruch Spinoza
✆ Alexandre Camanho
  • “La Esclavitud es una institución de Derecho de Gentes por la cual uno está sometido, contra la Naturaleza, al dominio ajeno” | Florentino, Institutionum, IX inst. D. 1.5.4.1., circa 180 aC.
  • “La exclusión implícita de un individuo es lo ilegal, lo que no debe ocurrir, pues entonces lo excluido no se da como conciencia real ni mi acción lo considera como tal conciencia.” | Hegel, Jenaer Systementwürfe, 1805
Nicolás González Varela  |  Para los pensadores iluministas del siglo XVII la Esclavitud en abstracto aparecía como la metáfora central de las fuerzas que degradaban al Espíritu humano, connotaba todo lo negativo de las relaciones de Poder y de la intersubjetividad. Mientras tanto, formando parte de la dimensión tácita de la Ideología del primer Liberalismo, la economía esclavista de las colonias que funcionaba sin descanso generando el exceso de riqueza de estas maravillosas repúblicas comerciales, “abundancia de bienes” y el doux commerce, permaneció en la oscuridad. Esto se consolidó con la propia experiencia material de las primeras revoluciones burguesas en municipios y ciudades-estado desde el Renacimiento. De esta conjunción se debe la posterior asociación ideológica entre Liberalismo y Dominación, que haría posible y plenamente operativa la figura de la exclusión en la mayoría del pensamiento filosófico y político de la Modernidad. Tanto el simultáneo descubrimiento de América como la posibilidad de la explotación forzada de los negros africanos crearon una epistemología de la diferencia, una ontología de

Notas sobre feminismo y socialismo | La tasa de ganancia de los capitalistas es mantenida en cierto nivel por el trabajo reproductivo que hacen las mujeres

  • “La mujer de la nueva sociedad será plenamente independiente en lo social y lo económico, no estará sometida lo más mínimo a ninguna dominación ni explotación, se enfrentará al hombre como persona libre, igual y dueña de su destino” | August Bebel, La mujer y el socialismo, 1879
Joel Arriola  |  En uno de esos encuentros sobre “Ciencias Sociales y Cambio Social” en la ciudad de Guatemala, hombres y mujeres de toda Centroamérica, de muy diversa orientación teórica y praxis política nos reunimos para discutir entre otros temas, la situación de la mujer, el feminismo crítico y la economía del cuidado. Por supuesto lo que más podía aflorar era la enorme descentralización de ideas y con ello de las distintas praxis políticas. Es decir pues tenía todo lo propio de cierto sector de la intelectualidad pequeñoburguesa de nuestro tiempo, que cree que se cambia el mundo con discusiones académicas1, a la vez que reniega de la militancia política, la centralización organizativa y por supuesto de los clásicos del marxismo revolucionario como Lenin, Gramsci y Trotsky.

Todo ello sin embargo no desdice la importancia de una de las temáticas tratadas: La cuestión de la discriminación y

29/9/13

Repensar Marx: Una Introducción

1. Pauper ante festum: Hacia un Marx Decolonial

Mario Sandoval Cordero   |   La crítica a la Modernidad se encuentra presente en el libro El Manifiesto Comunista (2009), de Karl Marx y Friedrich Engels. Cabe aportar que dicho tema ha causado una serie de diálogos relevantes para el pensamiento crítico latinoamericano y las praxis políticas de la nueva izquierda, yendo desde la defensa de un Marx crítico, hasta la denuncia de un Marx eurocéntrico.

En primer lugar, resulta importante explicar en qué se basa la crítica a la Modernidad presente en el texto; ésta básicamente se centra en la comprensión del sistema capitalista como una totalidad, es decir, en el análisis del avance de los procesos del sistema-mundo que se encuentran intra e interrelacionados: “El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día con el desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercado mundial, con la uniformidad de la producción industrial

La filosofía marxista sobre la política y los conceptos de ciudadanía, derechos y libertades

Karl Marx ✆ Ralf Godde
Jorge Peláez Padilla  |  La filosofía política liberal ha criticado habitualmente la obra de Marx debido a la ausencia de referencias claras a conceptos como losde ciudadanía, derechos y libertades, hasta el extremo de demeritar su producción teórica acusándola de opresiva. Abonando a esta discusión, este ensayo ubica la obra de Marx como una crítica a la sociedad burguesa y a todos sus constructos  ideológicos y culturales para, desde tal entendimiento, afirmar: a) que la obra de Marx constituye una visión global acerca de la política, y no de algún tema en específico; b) Marx no aborda directamente los “derechos” y las “libertades” por considerarlos construcciones ideológicas de la burguesía para amortiguar la realidad de un Estado y sociedad opresores; c) la categoría de “ciudadanía” tampoco fue abordada por Marx debido que el ciudadano de su época era el burgués, propietario y varón, fórmula funcional al modo de producción capitalista del siglo XIX. El compromiso político e intelectual de Marx, al criticar el capitalismo y la sociedad que éste genera, no era con uno u otro tema en particular (derechos, libertades, ciudadanía), sino con la emancipación humana y ello implicaba desnudar lo ideológico albergado en categorías como éstas.
 

28/9/13

El imperialismo: ¿fase superior o ‘lo nuevo’ del capitalismo? | Breve reflexión sobre el título de la clásica obra de Lenin

Karl Marx & Vladimir Lenin 
© Vito Potenza
Atilio A. Boron  |  Luego de una estupenda cena casera con los amigos del CEFMA [1], uno de ellos, Hernán Randi, se entretenía mirando un hermosísimo libro de fotos e imágenes sobre Lenin publicado en Rusia durante la época soviética. [2] Pasaba distraídamente sus hojas cuando de repente tropezó con una lámina que le llamó la atención, y compartió esa sorpresa con los demás: era una que contenía la copia facsimilar de la tapa de la edición rusa del clásico libro de Lenin sobre el imperialismo. Randi, quien tiene conocimientos de ruso por haber estudiado en la Unión Soviética en los últimos años de los ochentas y hasta el derrumbe, reparó en un detalle que en ese momento nos pareció como una sorpresiva curiosidad: el título original de la obra, tal como allí aparecía era: El imperialismo, lo nuevo del capitalismo. [3] Poco después la conversación siguió su curso, estimulada por la contemplación de otros tesoros fotográficos contenido en la obra pero, un día después ese detalle reapareció en mi recuerdo con la conciencia de que tenía una significación teórica que trascendía de lejos la primera impresión, y que la curiosidad y lo anecdótico podían ocultar una cuestión mucho más de fondo.

En efecto, el significado de estas palabras: “superior” o “nuevo” estaba lejos de ser idéntico. Sus diferencias obligaban a hacer un breve ejercicio hermenéutico encaminado a vislumbrar, de la manera más clara posible, lo que Lenin había querido decir cuando eligió la

27/9/13

Karl Marx y el gusto por el vino

Karl Marx ✆ F-K Woechter
Juan Capel  |  Hace poco, en un número de La Revue du Vin de France, planteaba Corinne Lefort, la historiadora particular de esa publicación, una tesis tan peregrina como impropia sobre la relación entre gusto e ideología, a propósito de un artículo dedicado a la afición e inclinaciones de Karl Marx y Friedrich Engels para con el vino y su mundo. A nuestra historiadora no le parecía nada bien, desde luego, que los autores del Manifiesto Comunista hubiesen sido a la vez auténticos conocedores, admiradores, degustadores y divulgadores de los grandes vinos de su tiempo: Burdeos, Champaña, Oporto y Madeira, Jerez, Rin y Mosela. Tampoco es que les criticase el gusto, a sabiendas de las pocas dudas estéticas que admiten esos vinos...

Lefort se limitó simplemente a poner en tela de juicio la razón ética, el derecho de unos 'rojos' confesos a codearse con vinos de tanto rango y pedigrí so pena de caer en graves contradicciones internas. Y ello por considerar contraria y hasta excluyente, desde una óptica caduca y clasista, la relación entre grandes vinos y conciencia proletaria, apartando por definición al pueblo llano y los trabajadores de la degustación de ese cáliz y confundiendo por lo demás el culo con las témporas. Lo más curioso es que lo hiciese desde una publicación que lleva ya más de 70 años haciendo enormes esfuerzos

Horacio Tarcus | “Marx se mantiene a distancia de los fracasos del siglo XX”

  • Un enviado de Marx a Buenos Aires, las cartas que un alemán afincado en San Luis cruzaba con Engels y Kautsky, la primera traducción de El Capital de J. B. Justo, José Ingenieros, Alfredo Palacios, son algunos de los personajes que animan “Marx en la Argentina, sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos”, una nueva edición del libro de Tarcus que pronto tendrá su secuela.
  • “Hacen falta malos lectores para contrapesar tanta ortodoxia y tanto canon”, dice el investigador
Los primeros socialistas - 1892
Tarjeta postal editada por la Casa del Pueblo de Barracas 
en homenaje al primer grupo de socialistas de Buenos Aires
Horacio Bilbao  |  Horacio Tarcus acaba de publicar la segunda edición de su investigación Marx en la Argentina (Siglo XXI), un estudio centrado en cómo se leyó aquí a Karl Marx entre 1870 y 1910. Va desde la primera vez que apareció la palabra Marx en una publicación local, un artículo del diario La Nación que ya en 1871 lo veían como una especie de Lucifer de la modernidad, hasta los años en los que el avance arrollador de sus ideas lo convertirían en un referente del movimiento obrero. Incluso aquí, en la austral pampa Argentina, donde se consolidaban las ciencias sociales, y socialistas y anarquistas construían su relato y su base social mientras leían a Marx. El libro de Tarcus bucea en esa temprana recepción del autor de El capital, tan temprana que abruma incluso en tiempos de Internet. Cómo lo leían los incipientes cientistas sociales, cómo los obreros y cómo los intelectuales volcados o no al socialismo. Una historia apasionante que incluye otras que no lo son menos. La de Reymond Wilmart, por ejemplo, el enviado de Marx a la Argentina, los cruces epistolares entre Germán Avé-Lallemant y Kautsky desde la periférica San Luis, los avatares que rodearon la primera traducción de El capital al castellano, llevada a cabo por Juan B. Justo, incluso datos colaterales que sorprenden. ¿Sabían que

Sismondi, del ayer para el mañana

  • “El ingreso nacional consiste en sólo dos partes: la primera es la ganancia que surge de la riqueza, la segunda es el poder de trabajo que surge de la vida.” Sismondi, Nuevos Principios de Economía Política, Libro Segundo, Capítulo II
 Simonde de Sismondi
© Magasin Pittoresque, París, 1843
Umberto Mazzei  |  Al mundo lo recorre una ola de protestas; en Brasil, Turquía, Grecia, España, Italia, Inglaterra, Estados Unidos. Los manifestantes pueden llamarse “occupers” o indignados, pero la raíz causal es la misma: la concentración de riqueza en el mentado 1%, que ni llega a eso.

El capitalismo y su fatal mecánica hacia la concentración de la riqueza no es fenómeno nuevo.  Sismondi ya dijo, en el siglo XIX, que cuando sucede en gran escala, es signo de decadencia; es así como nos explica el colapso del Imperio Romano. La concentración de la propiedad en enormes  fincas gracias al trabajo esclavo desplazó a los pequeños propietarios que eran el nervio de la eficiencia económica y militar de Roma. Un ejemplo aplicable a las “naciones opulentas, donde la miseria pública no cesa de crecer junto con la riqueza material y donde la clase que produce todo está cada día más cerca de no gozar de nada. Tal es la situación de los pueblos en su época de decadencia.”[1] 

El capitalismo actual –liberal o neo liberal, como se quiera - evolucionó durante los siglos XIX y XX, pero el resultado esta claro ahora: el gobierno de los ricos para los ricos. Esa tendencia se le atribuye al filósofo escocés Adam Smith, pero no es cierto.

Actualidad de Simonde de Sismondi | Desigualdad y crisis

Jean-Charles-Léonard Simonde de Sismondi
© Librería y Academia Pública de Ginebra
Litografía de A. Bouvier, según
un retrato de Amélie Munier-Romilly
Luca Michelini  |  1. Son muchas las iniciativas científicas y culturales promovidas por la Asociación de  Estudios Sismondianos (con sede en Pescia, Toscana) sobre la figura intelectual de Simonde de Sismondi, uno de los pensadores más prolíficos y versátiles de que puede presumir Suiza y, más en concreto, la ciudad de Ginebra[1]. Entre las últimas, en orden de tiempo, recuerdo el coloquio organizado por la asociación, el 04 de junio 2013, en colaboración con el Gabinete Viesseux de Florencia, que hospedó la presentación de varios textos dedicados al pensamiento del ginebrino: los Studi su J.-C .-L. Simonde de Sismondi, en un número especial de la revista "Il pensiero economico italiano", a cargo de Richard Faucci y Luciano Jacoponi[2]; y los dos volúmenes (el segundo y el tercero, en una secuencia programada de seis) de las Oeuvres économique complètes de Sismondi, para los tipos de Económica (2012), a cura de Pascal Bridel, Nicola Eyguesiers y Francesca Dal Degan; Sismondi e la nuova Italia, a cura de Francesca Sofía y Letizia Pagliai (Florencia, Polistampa, 2012); y finalmente el volumen de Letizia Pagliai  Il dilema di Vilna. Sismondi e la cultura economica europea (Edifir, 2012). El propósito de mis reflexiones, que presenté al coloquio de Viesseux, será volver sobre algunos ensayos que han abordado el pensamiento económico de Sismondi, para enfatizar la indudable actualidad de algunas reflexiones del ginebrino.

2. El número monográfico de la revista "Il pensiero economico italiano", dedicada a Sismondi propone recorridos de

26/9/13

Marx (y no sólo Keynes) llevaba razón

Karl Marx & John Maynard Keynes 
Vicenç Navarro  |  Una de las causas de la crisis financiera y económica que ha recibido escasa atención ha sido la evolución de la distribución de las rentas entre las derivadas del capital y las derivadas del trabajo, a lo largo del periodo post II Guerra Mundial. El conflicto capital-trabajo, al cual Karl Marx dedicó especial atención, hasta el punto de considerarlo como el hilo conductor de la historia (“la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”) , ha perdido visibilidad en los análisis de las crisis actuales, sustituido por los análisis de los comportamientos de un sector del mundo del capital, es decir, el capital financiero, sin dar suficiente importancia al conflicto del capital (y no solo de su componente financiero) con el mundo del trabajo. Los datos, sin embargo, continúan acentuando la importancia de la relación capital-trabajo en la génesis de las crisis económica y financiera que están ocurriendo en estos momentos.

Durante el periodo entre el fin de la II Guerra Mundial y los años setenta (definido como la época dorada del capitalismo), el Pacto Social entre el mundo del trabajo y el mundo del capital (en el cual el primero aceptaba el principio de propiedad privada de los medios de producción a cambio de aumentos salariales -condicionados al aumento de la productividad- y del establecimiento del estado del bienestar) dio como resultado un aumento muy notable de las rentas del trabajo que alcanzaron su máximo nivel en la década de los setenta.

La participación de los salarios (en términos de compensación por empleado) en la renta nacional alcanzó cifras récord entonces. En los países que serían más tarde la UE-15 (el grupo de países más desarrollados económicamente en la Unión Europea), este porcentaje era el 72,9%. En Alemania, el porcentaje era 70,4%, en Francia 74,3%, en Italia 72,2%, en Gran Bretaña 74,3% y en España 72,4%. Al otro lado del Atlántico Norte, en EEUU, era 69,9% (European

25/9/13

Del marxismo, el existencialismo y la filosofía posmoderna

Karl Marx ✆ David Lake
Hugo Rafael Mancuso  |  El objetivo general en este trabajo es presentar una reflexión deconstructiva del pensamiento de György  Lukács y Martin Heidegger y de los límites o las consecuencias de sus ideas, centralizándola en la metodología y estética que proponen ambos autores, sus filiaciones comunes y relaciones dialógicas; esto es, en el funcionamiento responsivo de la producción escrita de ambos, aceptando con M. Bachtin que todo texto funciona como una respuesta en un proceso intertextual y de diálogo. En tal sentido, se identifican los núcleos temáticos en la relectura de Marx, que emprende Lukács, para relacionarlos con el pensamiento de Heidegger y finalmente postular las filiaciones entre ambas reflexiones. Las conclusiones del presente dan cuenta del nivel de aproximación entre el pensamiento de Lukács y de Heidegger, sus tensiones y réplicas en la teoría social y la estética contemporánea. Son pocas las relaciones que se han hecho hasta el presente entre György  Lukács [1885-1971] y Martin Heidegger [1889-1976] (cfr. Goldmann 1973) autores cuyos pensamientos (en una primera aproximación) podrían considerase diametralmente opuestos. No obstante, y a modo de introducción, podrían señalarse algunas coincidencias. En primer lugar ambos encarnan algunas de las principales críticas al positivismo filosófico hegemónico de la segunda mitad del siglo XIX: Lukács lo hace revisitando el marxismo; Heidegger a partir de un retorno a una metafísica «pura» (en el sentido en que se la había entendido desde la Grecia clásica y a lo largo de la Edad Media y Moderna).

Por otro lado los dos son críticos del capitalismo de la segunda mitad del siglo XIX, núcleo del que pretenden tomar distancia: uno desde el marxismo, el otro desde la ontología. Implícitamente y de una manera un poco más tensa, ambos postulan una reformulación de la teoría del sujeto enunciada por la modernidad. Asimismo −e implícitamente también− se replantearán la relación entre teoría social, filosofía y práctica política (en el primer Lukács y fundamentalmente

24/9/13

América Latina y el marxismo de Raya Dunayevskaya

  • Este ensayo es el epílogo del libro ‘Raya Dunayevskaya: Filósofa del humanismo-marxista’, de Eugene Gogol, publicado por la Editorial Juan Pablos, México, 2006.
Eugene Gogol  |  Las relaciones de Raya Dunayevskaya con América Latina mantenidas por un período de medio siglo tuvieron sus inicios en 1937, cuando con 27 años de edad vino a la ciudad de México a encontrase con León Trotsky y trabajar como su secretaria de idioma ruso. En aquellos tiempos, Trotsky en su forzado exilio, enfrentaba dos retos inmediatos: 1) Stalin llevaba a cabo los amañados procesos de Moscú contra el Estado Mayor de la Revolución Rusa; 2) La Guerra Civil Española se recrudecía cada vez más. Él se dispuso a responder estos retos y denunciaba las falsificaciones de las pruebas presentadas en los procesos y compartía las experiencias tanto de la Revolución Rusa como de la posterior guerra civil en relación con la revolución española en marcha.

Dunayevskaya (Rae Spiegel) fue integrante de aquel pequeño grupo de camaradas que vivió y trabajó con León y Natalia Trotsky, asistiendo a este último en su lucha por representar y llevar adelante la herencia de la Revolución Rusa, al mismo tiempo que intentaban protegerlo de los secuaces de Stalin, empeñados en asesinarle.

Dunayevskaya tradujo varios escritos de Trotsky al inglés entre los que se encontraban algunos dedicados a Rusia y en particular sus discursos de la época de la Guerra Civil sobre el Ejército Rojo, los cuales fueron enviados a España en el contexto de la revolución española en curso. También Raya traducía y transcribía varios de los artículos escritos por Trotsky sobre la revolución española.1

La ‘economía’ de Marx como humanismo y filosofía

Karl Marx ✆ John Benjogan
Eugene Gogol  |  Hoy aparecemos sin timón, a la deriva en un océano de retórica capitalista. Nada aparece en el horizonte sino un futuro de más de lo mismo. Recuperar nuestro balance y el sentido de la dirección, elaborar una visión sobre el futuro que sea genuinamente liberadora y pueda ayudar a transformar nuestro encadenado presente, es la apremiante necesidad de nuestra época. Hay un llamado a la clarificación teórica de las realidades económicas de la América Latina.

Un peldaño decisivo en el camino de la clarificación está en el examen de la "economía" de Marx. No es sólo el neoliberalismo el que se considera así mismo, "más allá" de Marx. Con el colapso de los regímenes que habían proclamado ser socialistas o comunistas, ha llegado el abandono del marxismo por gran cantidad de quienes se habían considerado a sí mismos revolucionarios. El acomodo hacia la realpolitik capitalista parece ser globalmente el orden del día.

La dificultad no está solamente en la capitulación presente ante los actuales vendavales económico-políticos. El origen de este punto muerto actual está enraizado en los casi tres cuartos de siglo de aceptación del reclamo de que las prácticas del capitalismo de estado del comunismo, primeramente en la Rusia estalinista, luego en Europa Oriental y China, tenían una relación auténtica con el marxismo de Marx. En el período del activismo revolucionario de la post Segunda Guerra Mundial, la confusión teórica sembrada por la falsa amalgama de la filosofía de la revolución de Marx y la práctica real existente del comunismo, afectó con profundidad a los movimientos de liberación de modo global, poniendo a las alternativas de dominación económica de los Estados Unidos y Europa en una camisa de fuerza ideológica. Esto abarcó en América Latina el período de las Revoluciones Bolivianas, luego la Cubana, hasta las insurrecciones de América Central.

23/9/13

Los trabajadores y la Patria | Una nota sobre un pasaje del ‘Manifiesto Comunista’

Karl Marx & Friedrich Engels en la imprenta de la Rheinische Zeitung,
en la ciudad de Colonia | Museo Marx & Engels, Moscú ✆ E. Chapiro
Roman Rosdolsky  |  El pasaje en cuestión se refiere a la actitud de los trabajadores hacia su país. Dice: “Además, se acusa a los comunistas de buscar la abolición de los países y la nacionalidad. Los trabajadores no tienen patria. No podemos quitarles aquello que no tienen. Dado que ante todo el proletariado debe obtener la supremacía política, constituirse a sí mismo en nación, es, hasta este punto, nacional en sí mismo, aunque no en el sentido burgués del término.

Día a día se desvanecen las diferencias nacionales y los antagonismos entre los pueblos, debido al desarrollo de la burguesía, a la libertad de comercio, al mercado mundial, a la uniformidad del modo de producción y a las condiciones de vida que corresponden al mismo. La supremacía del proletariado las hará desaparecer aún más rápidamente. Una de las primeras condiciones de la emancipación del proletariado es la acción unida de por lo menos los países civilizados líderes.

En la medida que se ponga término a la explotación de un individuo por otro, también se pondrá término a la explotación de una nación por otra. En la medida que el antagonismo de clases dentro de la nación se desvanezca, llegará a su fin la hostilidad de una nación a otra”. (1) Y en una página anterior, el “Manifiesto” afirma: “La lucha del proletariado con la burguesía es ante todo, en forma aunque no en sustancia, una lucha nacional. El proletariado de cada país debe, por supuesto, arreglar cuentas ante todo con su propia burguesía”.

22/9/13

Edward P. Thompson, la centralidad política de la clase y la izquierda académica actual

    Edward P. Thompson ✆ A.d.
  • “Estos nuevos guerreros no clasistas de cierta izquierda académica actual aceptan en la práctica la construcción neoliberal del universo social. Tampoco para ellos hay clases o política de clases; simplemente, un mundo postmoderno en el que la fragmentación, la diversidad y las identidades ‘múltiples’ han acabado con las viejas solidaridades de clase.”
Ellen Meiksins Wood  |  Todavía existía una importante cultura anticapitalista en la izquierda intelectual cuando en el año 1963 E.P. Thompson publicó The Making of the English Working Class; esa cultura floreció con fuerza entre el grupo de los historiadores marxistas británicos, aquel destacado círculo al que pertenecía Thompson. Durante poco más de una década, a pesar de (o quizás debido a) las erupciones militantes del 68 y de algunas espectaculares luchas obreras unos años más tarde, la vida intelectual de la izquierda occidental fue moldeada por una actitud de rendición ante el capitalismo y por un “olvido de la clase”.

Français
La moda académica más influyente en la izquierda, comenzando con el postmarxismo y culminando con el postmodernismo, parece ahora –para bien o para mal— aferrada a un principio, según el cual el capitalismo era la única opción viable y la lucha de clases ya no está en la agenda. Estas modas iniciaron su camino en los tardíos 70 y se desarrollaron más o menos en paralelo con la “Nueva Derecha” y el neoliberalismo.

Karl Marx en México | Entre la revolución y los privilegios

Karl Marx visto en el detalle de un mural de Diego Rivera en el
Palacio Nacional que muestra la historia de México 
 Wolfgang Sauber
Enrique Toussaint  |  Tras el derrumbe del Muro de Berlín las citas de Karl Marx comenzaron a declinar. Es como si de un día a otro la propia izquierda se diera cuenta de las falencias de su pensamiento. Se sustituyó “la lucha de clases” y la “explotación” por conceptos como el combate a la desigualdad y a la polarización de la riqueza. La izquierda partidista, en general, aceptó la posibilidad y la viabilidad de construir una democracia y un sistema económico más equitativo, incluso dentro del capitalismo. Sin embargo, esta transformación sufrida por la izquierda latinoamericana, y también mexicana, no borró de un plumazo a esa resistencia antisistémica y anticapitalista que siguió viva. 

La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) es un ejemplo de la supervivencia del sindicalismo de raigambre marxista y socialista, incluso anarquista, que significó la base de apoyo más importante a las ideas de Marx y de Engels, sobre todo en Europa. El auge de la izquierda partidista no se puede explicar sin ese vínculo

21/9/13

A propósito de un exceso de plusvalía | El aumento del trabajo excedente en relación con el trabajo necesario es el mecanismo de producción que Marx denomina plusvalía relativa

Karl Marx ✆ Josh Siegel
Alain Bihr  |  En el artículo La recesión mundial: el momento, las interpretaciones y lo que se juega en la crisis, aparecido en el número 39 de ‘Carré Rouge’, François Chesnais discute los elementos de análisis de la reciente crisis financiera y bancaria mundial, que no es más que la última fase en la evolución de la crisis estructural en la que el capitalismo entró en el curso de los años 1970; análisis que tuve la ocasión de desarrollar en el número 199 de À Contre-Courant bajo el título de “Sur la crise (1): Le triomphe catastrophique du néolibéralisme” [“Sobre la crisis (1): El triunfo catastrófico del neoliberalismo”]. Chesnais apunta especialmente contra la tesis según la cual esta crisis tendría su fuente en un exceso de plusvalía. Por una parte, esta tesis le parece claramente herética desde un punto de vista marxista; y, por otra, ella no es, a su entender, capaz de dar cuenta del proceso que condujo a la reciente crisis financiera. Es sobre estos dos puntos que yo quisiera responderle aquí.

¿Exceso o falta de plusvalía? ¡Los dos, mi capitán!

Según François Chesnais, al plantear la tesis de un exceso posible de plusvalía en el curso del ciclo de reproducción del capital, yo estaría proponiendo nada menos que una inversión del paradigma, una ruptura con los cánones del análisis marxiano. Lo cito: A. Bihr nos propone una alteración considerable de la comprensión del capitalismo que heredamos de Marx. Uno de los hilos conductores centrales del análisis presentado en los Manuscritos de 1857-58 y en El capital es la noción de un sistema en el que el capital, implicado en un movimiento de valorización sin fin, se choca con una insuficiencia crónica de plusvalía, cuya raíz se encuentra en las relaciones de producción capitalistas mismas. La tendencia recurrente a la baja de la tasa de

Concepto de la plusvalía relativa

  • “La plusvalía producida mediante la prolongación de la jornada de trabajo es la que yo llamo plusvalía absoluta
  • “… la que se logra reduciendo el tiempo de trabajo necesario, con el consiguiente cambio en cuanto a la proporción de magnitudes entre ambas partes de la jornada de trabajo, la designo con el nombre de plusvalía relativa.”
Karl Marx ✆ Nobru
Karl Marx  |  Hasta aquí, hemos venido considerando la parte de la jornada de trabajo que se limita a producir un equivalente del valor de la fuerza de trabajo abonado por el capital como una magnitud constante, como lo es en realidad bajo determinadas condiciones de producción, al llegar a una cierta fase de desarrollo económico de la sociedad. Pero, después de cubrir este tiempo de trabajo necesario, el obrero puede seguir trabajando 2, 3, 4, 6 y más horas. De la magnitud de esta prolongación dependen, como veíamos, la cuota de plusvalía y la duración de la jornada de trabajo. Por tanto, si el tiempo de trabajo necesario es constante, la jornada de trabajo total representa, por el contrarío, una magnitud variable. Tomemos ahora una jornada de trabajo cuya duración y cuya división en trabajo necesario y trabajo excedente sean factores dados. Supongamos, por ejemplo, que la línea a c, o sea a –––––––––––––– b ––––– c, representa una jornada de trabajo de 12 horas, el segmento a – b 10 horas de trabajo necesario y el segmento b – c 2 horas trabajo excedente. ¿De qué modo se puede acrecentar la producción de plusvalía, es decir, el trabajo excedente, sin alargar más la línea a – c o independientemente de cualquier otra prolongación de esta línea?

Partiendo de los límites fijos de la jornada de trabajo a – c, la línea b – c puede prolongarse, no desplazando su punto final c, que es intangible, puesto que constituye al mismo tiempo el punto final de la jornada, sino desplazando hacia atrás, hacia a, su punto inicial, b. Supongamos que en la línea a –––––––––––– b' – b ––– c el segmento b' – b equivale a la mitad de b – c o a una hora de trabajo. Si en la jornada de

Marxismo y lucha de clases

Louis Althusser   |  Toda la teoría de Marx, es decir, la ciencia fundada por Marx (el materialismo histórico), y la filosofía abierta por Marx (el materialismo dialéctico) tienen por centro y por corazón la lucha de clases. La lucha de clases es, por lo tanto, «el eslabón decisivo», no solo en la práctica política del movimiento obrero marxista-leninista, sino también en la teoría, en la ciencia y en la filosofía marxistas.

Louis Althusser ✆ A.d.
Desde Lenin sabemos claramente que la filosofía representa la lucha de clases en la teoría, más precisamente, que toda filosofía representa un punto de vista de clase en la teoría, contra otros puntos de vista de clase opuestos. Sabemos que la filosofía marxista-leninista (el materialismo dialéctico) representa el punto de vista de la clase obrera en la teoría: es el «eslabón decisivo» para comprender por qué esta filosofía puede dejar de «interpretar» el mundo para ayudar a su transformación revolucionaria. Pero que la lucha de clases sea también el «eslabón decisivo» en la teoría científica de Marx, es tal vez difícil de captar.

Pero que la lucha de clases sea también el «eslabón decisivo» en la teoría científica de Marx, es tal vez difícil de captar. Me contento con un solo ejemplo: El Capital. He aquí un libro que contiene la ciencia marxista, los principios fundamentales de la ciencia marxista. Sin embargo, no debemos hacernos ilusiones, no basta tener un libro delante de los ojos, es necesario saber leerlo. Ahora bien, hay una manera de leer El Capital, una manera de «comprender» y «exponer» la teoría científica de Marx, que puede ser perfectamente burguesa.

Marx sobre trabajo potenciado

Karl Marx ✆ Solveig Wiig
Rolando Astarita  |  La nota sobre Mandel  y la plusvalía extraordinaria [Publicada en Ñángara Marx] ha provocado muchas críticas, en particular a la noción de trabajo potenciado. Algunas ya las he respondido (véase aquí) [Publicada también en Ñángara Marx] y otras las iré tratando en los próximos días. En esta nota intento aportar elementos para el estudio del concepto en la obra de Marx. Empiezo recordando la noción tal como se presenta en El Capital, para luego ampliarla con textos que permanecieron en borrador.

Trabajo potenciado en El Capital

El capítulo X del tomo 1 de El Capital constituye el texto clave en que Marx explica cómo se generan las plusvalías extraordinarias, de las que deriva la plusvalía relativa. En el mismo Marx define al trabajo potenciado como aquel trabajo que se aplica con una tecnología superior a la imperante en la rama. Escribe:
“El trabajo cuya fuerza productiva es excepcional opera como trabajo potenciado, esto es, en lapsos iguales genera valores superiores a los que produce el trabajo social medio del mismo tipo” (1999, pp. 386-7). De manera que lo que permite generar más valor por unidad de tiempo es su carácter “excepcional”, la diferencia que media entre la tecnología avanzada y la promedio. Por eso, mientras dura la diferencia, el “valor individual” del producto es menor que el valor social. Pero dado que “el valor real de la mercancía… no es su valor individual, sino su valor social”, el capitalista puede vender por encima de su valor individual, y realiza así una plusvalía extra. Por eso, dice

Karl Marx después de la edición histórico-crítica (MEGA2) | Un nuevo objeto de investigación

Karl Marx & Friedrich Engels ✆ G. Goron 
Roberto Fineschi  |  La exégesis marxiana tiene un larga historia: nace con el propio Engels, a quien correspondió en primer lugar el deber de «defender» la obra del amigo, y ha continuado hasta nuestros días, a través de las interpretaciones más diversas, la mayor parte de las cuales se etiquetan genéricamente con el término de «marxismo». Sería inútil dar una lista de autores, que a los lectores resultaría previsible ya que se trata, en efecto, de nombres célebres.

Todas estas lecturas se han basado, como no podía ser de otro modo, en textos ya conocidos de Marx. Es por ello que han habido puntos de ruptura, por ejemplo con la publicación de las Theorien über den Mehrwert, o de los Grundrisse: su aparición proporcionó nuevos instrumentos indispensables para la comprensión crítica del pensamiento del autor, cambiando el objeto de la investigación y sancionando definitivamente la implausibilidad de algunas interpretaciones precedentes.

Por éste y otros motivos lo que sucede en Alemania desde 1975 tiene un significado fundamental para toda la exégesis marxiana. Se trata de la publicación completa de todas las obras y en todos los niveles de su desarrollo, de los dos autores alemanes. El nombre del proyecto es Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA2) y las novedades son tales y tantas que acreditan cuanto se ha dicho en el título, esto es, que nos encontramos ante un momento de ruptura: el objeto de investigación se ha visto modificado por la publicación de una parte fundamental del legado que hasta hoy era inaccesible. Se puede aventurar el término de «revolución científica».

20/9/13

Marx a lezione da Lucien Goldmann (e viceversa) | Per continuare il dibattito Stefano Petrucciani – Ernesto Screpanti sul fondamento morale del pensiero marxiano

  • All’inizio delle pubblicazioni del “Rasoio di Occam” si è svolto un dibattito fra Stefano Petrucciani ed Ernesto Screpanti intorno al fondamento normativo del pensiero marxiano. In questo articolo, Guido Grassadonio ne riprende alcuni spunti per svolgerli in una diversa direzione.
Guido Grassadonio  |  Per iniziare, provo a riassumere i termini del discorso già fatto da Petrucciani e Screpanti, [Publicados en Ñángara Marx, así: Marx e la giustizia | Risposta a Ernesto Screpanti  y Aporie della giustizia | Marx a lezione da John Rawls] per poi introdurre i miei argomenti. Sia comunque chiaro che  l’atto di riassumere è sempre  interpretazione e riqualificazione dei concetti usati in funzione diversa. Non si rimanga allora stupiti se in qualche punto il mio linguaggio divergerà da quello di Screpanti e Petrucciani.

Il problema posto nel botta e risposta è semplice da spiegare: posta un’innegabile tendenza morale nelle opere di Marx, qual è il fondamento filosofico su cui potere articolare tale tendenza, senza tradire la loro coerenza. Marx voleva essere un pensatore “scientifico”, le cui proposizioni erano meramente descrittive, eppure ha anche fondato un dover essere preciso e fatto ricorso a giudizi morali sul presente abbastanza netti. Come, infatti, può una teoria sullosfruttamento essere solo descrittiva? Chiaramente è anche un giudizio di valore. Ma questo valore come lo fondiamo, mantenendo un rapporto forte col momento descrittivo?

Occorre, allora, indagare il pensiero marxiano come un pensiero anche morale, forzando i limiti voluti dallo stesso Marx. Ora, il tentativo di trovare un fondamento etico possibile in una teoria della giustizia appare quantomeno arduo. Soprattutto perché, a mio parere, tradisce totalmente l’impianto teorico del Moro, che come nota bene Screpanti – ma anche Petrucciani ne è cosciente – è più orientato verso una teoria della libertà di stampo hegeliano. Screpanti ritiene

Marx e la giustizia | Risposta a Ernesto Screpanti

Stefano Petrucciani  |  Prima di lui la critica sociale si reggeva principalmente su un impianto moralistico. Ecco perché Marx ha segnato un progresso enorme nel pensiero cui fanno riferimento le classi subalterne. Ma questo progresso nasconde anche un lato meno positivo: esso occulta il problema della giustificazione, dell’ancoraggio razionale o valoriale della critica e del conflitto.

Sono grato a Ernesto Screpanti per aver esaminato [anche in Ñángara Marx] con tanta accuratezza e con una notevole acribia critica alcune questioni sulle quali ho provato a ragionare in un libro recente che ho intitolato A lezione da Marx. Questo titolo non sta a significare, come si potrebbe pensare, che io voglia rivendicare in modo un po’ acritico un valore imperituro della lezione marxiana. Vuol dire invece qualcosa di completamente diverso, e cioè che, se si ragiona seriamente e criticamente su Marx, si possono imparare moltissime cose, e si ricevono tanti stimoli che possono essere efficacemente fatti reagire anche con le discussioni più aggiornate della teoria sociale e politica del presente. Questo punto emerge perfettamente dalle considerazioni che Screpanti dedica al mio lavoro: Marx può dialogare con Rawls, Harsanyi, Sen e tanti altri, e talvolta può essere anche usato per muovere ad essi delle critiche molto precise. Da questi confronti emerge anche, e la cosa mi pare ben comprensibile, che le riflessioni di Marx sulle questioni della giustizia e della libertà sono molto meno sofisticate e assai meno articolate di quelle che si possono trovare nel grande supermarket del pensiero filosofico-politico contemporaneo. Questo per due ragioni. La prima è che, per fortuna, anche la ricerca teorica e filosofica (come quella scientifica) progredisce, e dunque è inevitabile che, a quasi duecento anni dalla nascita di Marx, l’apparato di concetti e di ragionamenti di cui disponiamo si sia notevolmente incrementato. La seconda ragione è che (su questo punto Screpanti e io concordiamo) Marx non era interessato a uno sviluppo sofisticato e “tecnico” di questi concetti, perché riteneva di avere cose più importanti da fare (studiare le

Aporie della giustizia | Marx a lezione da John Rawls

Ernesto Screpanti  |  Una teoria “marxista” della giustizia incontra grandi difficoltà a criticare il capitalismo. Per questo bisogna fuoriuscirne cercando di porre la libertà a fondamento della giustizia. In questo modo, si evita anche il rischio di un governo universale della ragione imposto forzosamente.

“Le mie riflessioni prendono le mosse da una constatazione di fondo: il marxismo è uno straordinario edificio che, negli ultimi due o tre decenni, ha mostrato tutte le sue crepe, il suo invecchiamento, le sue difficoltà e le sue aporie.  Perciò se si vuole provare a valorizzare quell’eredità è necessario impegnarsi in un processo di ricostruzione di lunga lena”. Così Stefano Petrucciani nel suo ultimo lavoro, ‘A lezione da Marx: Nuove interpretazioni’, Manifestolibri, Roma 2012, un libro bello e importante.

Ben sapendo che oggi chi si vuole accostare a Marx da marxista non può limitarsi a rileggerlo ma deve in qualche misura tentare di riscriverlo, Petrucciani mette in chiaro sin dalla prima pagina qual è lo spirito del suo approccio: critico, libero e impegnato. Critico, per evitare ogni forma di dogmatismo e scolasticismo; libero, per trarre profitto dai contributi più validi della filosofia contemporanea; impegnato, per rendere la teoria utile nella prassi politica.

Il pensiero comunista post-sessantotto ha modificato radicalmente i metodi e i temi della teoria critica rispetto ai canoni delle vecchie scuole di partito ma anche rispetto a quelli del “marxismo occidentale”, e ha dato vita a due grandi filoni di pensiero altamente innovativi: il marxismo analitico e il marxismo ermeneutico. Il primo filone affonda le radici nel contrattualismo e nell’utilitarismo di tradizione anglosassone, oltre che nel criticismo kantiano – radici che non sono del

Marx en miniatura | En el 'New York Tribune' publicó unos 400 artículos

  • Los textos periodísticos que Marx publicó en 1850 pueden ser un apéndice o una puerta de entrada a su obra
Marcelo G. Burello  |  “Las relaciones de Karl Marx con el periodismo nunca fueron fáciles”, comienza diciendo el responsable de esta esmerada selección de artículos del máximo referente del pensamiento de izquierda. Y en efecto, de esas dificultades (mayormente, la censura tenaz y las clausuras permanentes) Marx se nutrió para desarrollar una labor ingente y casi de vanguardia en términos de lucidez analítica y persuasión retórica, como supo hacerlo en el resto de su producción. Esa labor en diarios y revistas se muestra a sus anchas en este bello volumen, cuyo mayor mérito es el de reponer el aspecto menos conocido de quien seguramente ha sido el teórico político más polémico de la historia. Y ese desconocimiento es parcialista no sólo porque supone poner al filósofo siempre por delante del activista, sino porque también ignora la relación directa entre un aspecto y el otro. Bastará recordar que uno de los textos más citados del gran revolucionario alemán, el 18 Brumario de Luis Bonaparte , proviene netamente del periodismo, con toda su apariencia de análisis erudito.

El ordenamiento temático –y no cronológico– de este libro permite organizar la lectura en base a ciertas cuestiones clave, aunque esconde un poco el largo desarrollo del pensamiento marxiano. Este ocultamiento, sin embargo, no es tan gravoso si se considera que, en virtud de ofrecer contribuciones periodísticas de valor, el tomo se acota casi exclusivamente a la década de 1850, que concentra lo mejor del autor en el ámbito de la opinión pública, mostrándolo en plena posesión de sus ideas más radicales y maduras, es decir, el método materialista histórico y la causa comunista. Contra la relativa acotación temporal, por cierto, la compilación se extiende en términos espaciales, pues alberga piezas escritas tanto en alemán como en inglés, y que fueran publicadas, además, a ambos lados del Atlántico, con los ojos puestos en China, India o España. Pues sólo en el

Sobre la respuesta de Rolando Astarita | Plusvalía relativa y ganancias extraordinarias

Karl Marx ✆ Ian James
Miguel Manzanera Salavert  |  Después de haber expuesto mi crítica a su texto – Respuesta al profesor Manzanera Salavert | Sobre plusvalía relativa y ganancias extraordinarias­–  en la página web Ñángara Marx , Rolando Astarita ha respondido asegurando que cometo una serie de errores importantes en mi comprensión de la teoría marxista. Creo que es necesario aclarar algunos conceptos básicos para demostrar que no es cierto. Tal vez pueda haber otras interpretaciones, pero quiero mostrar que mi crítica está bien sustentada, señalando además que algunas de las apreciaciones vertidas en su exposición, no concuerda con la explicación de Marx sobre los mecanismos fundamentales del modo de producción capitalista.

En el punto 1, coincidimos en que la plusvalía absoluta es trabajo impago, en cualquier caso. Pero hay un matiz importante. Dicho con palabras de Marx: Si el plusvalor surge, es únicamente en virtud de un excedente ‘cuantitativo’ de trabajo, en virtud de haberse prolongado la duración del mismo proceso laboral (El capital, Volumen 1, Sección Tercera, Producción del Plusvalor Absoluto, capítulo V, 239, cito por la 9ª edición de la traducción de Pedro Scaron publicada en Siglo XXI). Atendiendo a esta definición, en primer lugar, la plusvalía absoluta no es el aumento de la jornada laboral, sino la jornada laboral aumentada: son horas extras de trabajo que el obrero debe completar para su patrón, es la prolongación de la jornada laboral más allá de lo necesario para cubrir la reposición de la fuerza de trabajo.

Es correcto decir que la plusvalía absoluta aumenta al aumentar la jornada laboral –o en general, con el incremento en el gasto de fuerza de trabajo al aumentar la intensidad del mismo-; y de ese modo se incrementa la tasa de plusvalor, si el valor de la fuerza de trabajo o capital variable continúa siendo igual

19/9/13

Marx, Wall Street e la lotta di classe

Karl Marx in Wall Street ✆  M. Wuerker
Riccardo Cavallo  |  Da poco è apparsa l’ultima fatica di Domenico Losurdo, La lotta di classe. Una storia politica e filosofica [1] che, muovendosi controcorrente rispetto alla vulgata liberista imperante, si sofferma su uno dei nodi problematici più significativi dell’opus marx-engelsiano: la teoria della lotta di classe. Si tratta di un ulteriore tassello che va inserirsi nel ventennale percorso di ricerca del filosofo urbinate che, oltre a stilare un vero e proprio cahier de doléance sui misfatti dell’Occidente liberal-capitalista, intende intervenire nelle ferite ancora aperte della tradizione marxista mettendone in evidenza luci ed ombre.

1. What would Marx Think? Questo interrogativo campeggia sulla copertina della versione europea del Time del febbraio 2009, cioè nel momento clou della crisi finanziaria che partita dall’esplosione del sistema dei mutui subprime originatasi negli Stati Uniti, stava per dilagare anche nel resto del mondo. Non è un caso allora che il prestigioso magazine decida di dedicare la propria cover story ad un possibile ritorno alle tesi marxiste nell’epoca di Wall Street. Così il celebre ritratto del filosofo di Treviri diviene immagine pop, dai pixel giallo-oro che scorre al posto dei valori dei titoli azionari sul rullo della Borsa cui si accompagnano altre frasi fluorescenti che rimandano alla necessità di elaborare nuove idee per uscire dalla crisi e allo spauracchio del ritorno della povertà. Tutto insomma lascia presagire che le tesi di Marx, prima fra tutte quella sulla lotta di classe, siano più che mai da riprendere in considerazione come utile strumento per evitare il baratro generato dalla voracità autodistruttiva dei mercati.

Malgrado le apparenze, nel suo articolo intitolato Rethinking Marx[2], l’editorialista Peter Gumbel è ben lungi dal voler inneggiare ad un ritorno del marxismo,

La concepción marxista del cambio tecnológico

Karl Marx ✆ Graziano Origa
Claudio Katz  |  La teoría marxista del cambio tecnológico es indisociable de la interpretación general que tiene esta concepción del funcionamiento del capitalismo. Solo a fin de establecer una comparación con otros enfoques de la innovación, tiene sentido delimitar sus características específicas. La visión de Marx sobre la tecnología está expuesta en diversos textos y en las compilaciones que han seleccionado sus reflexiones sobre el tema. Entre los teóricos más conocidos de la innovación predominan dos actitudes diferentes hacia la obra de Marx. Los pensadores neoclásicos ortodoxos como Solow o aggiornados como Romer ignoran por completo sus trabajos, mientras que otros exponentes de la misma linea como Samuelson, lo combatieron encarnizadamente. En estos casos el rechazo a Marx es tan categórico, que resulta difícil el análisis comparativo. No solo las nociones teóricas, sino incluso el lenguaje corriente utilizado para estudiar la innovación es complemente diferente. Aunque algunos autores subrayen ciertos paralelos, hay que esforzarse para percibir que Marx y los neoclásicos están hablando del mismo tema. Una lectura diferente se observa entre los pensadores opuestos al marginalismo ortodoxo. Tanto el keynesianismo tradicional de Blaug, como la vertiente de izquierda que expresó Joan Robinson tuvieron en cuenta a Marx, para formular un enfoque centrado en la existencia de variadas opciones tecnológicas, que el autor de El Capital no habría percibido.

La plusvalía

Lenin ✆ Petrov Vodkin, 1934
Vladimir Ilich Lenin  |  Al alcanzar la producción de mercancías determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La fórmula de la circulación de mercancías era: M (mercancía) -- D (dinero) -- M (mercancía), o sea, venta de una mercancía para comprar otra. Por el contrario, la fórmula general del capital es D -- M -- D, o sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama plusvalía a este incremento del valor primitivo del dinero que se lanza a la circulación. Que el dinero lanzado a la circulación capitalista "crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente ese "crecimiento" es lo que convierte el dinero en capital, como relación social de producción particular, históricamente determinada. La plusvalía no puede brotar de la circulación de mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía "el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor", una mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y su familia).

Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario") un producto con el que cubre los gastos de su

Plusvalía extraordinaria y acumulación de capital

  • “La especial productividad del trabajo en una esfera especial de la producción o en una empresa concreta dentro de ella sólo interesa a los capitalistas de esta empresa o rama de producción, cuando permita a la rama especial de que se trate conseguir una ganancia extraordinaria con respecto al capital en su conjunto o conceda esta misma posibilidad al capitalista individual con respecto a los demás capitalistas de la misma rama de producción” | Marx, El Capital, III
  • “A esta confusión —determinación de los precios por la oferta y la demanda por los precios— hay que añadir que la demanda determina la oferta y ésta, a su vez, la demanda o, lo que es lo mismo, que la producción determina el mercado, a la par que el mercado determina la producción” | Marx, El Capital, III
Ruy Mauro Marini  |  En el curso de esta década, y en abierto contraste con la política represiva que, con raras excepciones, adoptaron los Estados en el campo científico y cultural, el marxismo ha tenido una notable difusión en los medios intelectuales y académicos latinoamericanos. Esto ha llevado a que, con mayor o menor grado de ortodoxia, los estudios realizados, desde el punto de vista de diferentes disciplinas, sobre la realidad de nuestros países incorporen en grado creciente el instrumental de análisis marxista. Esta incorporación es en sí misma un proceso, que presenta, de manera progresiva, un doble carácter: un mejor conocimiento de la obra de Marx y de las corrientes que de ella se han derivado, por un lado, y, por otro, un enriquecimiento de la representación formal de la realidad latinoamericana, en la medida en que, por obra de su propio desarrollo, las características y tendencias que le son inherentes a ésta se hacen más acusadas. Así, en economía, tras un rechazo airado a toda preocupación respecto a los problemas de la circulación y un sesgo productivista que correspondía al enfoque parcial con que Marx aborda los problemas en el primer libro de El Capital, se asiste ahora a un esfuerzo de los marxistas por aprehender el conjunto del ciclo económico, con lo que adquiere nuevo interés la dialéctica entre producción y circulación, que constituye el objeto de los dos primeros libros de la obra. Ello conduce a que aún estudios no