20/9/13

Marx en miniatura | En el 'New York Tribune' publicó unos 400 artículos

  • Los textos periodísticos que Marx publicó en 1850 pueden ser un apéndice o una puerta de entrada a su obra
Marcelo G. Burello  |  “Las relaciones de Karl Marx con el periodismo nunca fueron fáciles”, comienza diciendo el responsable de esta esmerada selección de artículos del máximo referente del pensamiento de izquierda. Y en efecto, de esas dificultades (mayormente, la censura tenaz y las clausuras permanentes) Marx se nutrió para desarrollar una labor ingente y casi de vanguardia en términos de lucidez analítica y persuasión retórica, como supo hacerlo en el resto de su producción. Esa labor en diarios y revistas se muestra a sus anchas en este bello volumen, cuyo mayor mérito es el de reponer el aspecto menos conocido de quien seguramente ha sido el teórico político más polémico de la historia. Y ese desconocimiento es parcialista no sólo porque supone poner al filósofo siempre por delante del activista, sino porque también ignora la relación directa entre un aspecto y el otro. Bastará recordar que uno de los textos más citados del gran revolucionario alemán, el 18 Brumario de Luis Bonaparte , proviene netamente del periodismo, con toda su apariencia de análisis erudito.

El ordenamiento temático –y no cronológico– de este libro permite organizar la lectura en base a ciertas cuestiones clave, aunque esconde un poco el largo desarrollo del pensamiento marxiano. Este ocultamiento, sin embargo, no es tan gravoso si se considera que, en virtud de ofrecer contribuciones periodísticas de valor, el tomo se acota casi exclusivamente a la década de 1850, que concentra lo mejor del autor en el ámbito de la opinión pública, mostrándolo en plena posesión de sus ideas más radicales y maduras, es decir, el método materialista histórico y la causa comunista. Contra la relativa acotación temporal, por cierto, la compilación se extiende en términos espaciales, pues alberga piezas escritas tanto en alemán como en inglés, y que fueran publicadas, además, a ambos lados del Atlántico, con los ojos puestos en China, India o España. Pues sólo en el
New York Tribune, Marx contribuyó con unos cuatrocientos artículos, y es interesantísimo verlo trasponer su batalla europea también a suelo norteamericano, en un consecuente gesto internacionalista.

Según el enfoque del lector, cada uno de estos breves comentarios podrá ser visto ya como un apéndice a una de las obras mayores de Marx, ya como su germen. Lo que nunca podrá ponerse en tela de juicio es el contacto fluido entre una faceta y la otra, aun si se evoca El Capital mismo, su empresa intelectual más ambiciosa y compleja. Pues si bien aquí comparece antes un luchador y un cronista que un sesudo estudioso de la economía política, la sutileza de los análisis y cierta terminología básica no se echarán para nada de menos. Así, el diagnóstico de las crisis internacionales (ahora se diría “globales”) y la denuncia de atrocidades humanas conviven en estas páginas de temas variados y de lectura accesible, que serán, para unos, el complemento práctico de un perfil teórico, y para otros, acaso un primer encuentro revelador con el autor del “Manifiesto Comunista”. Un autor estereotipado por propios y ajenos, al que aquí resultará refrescante ver criticando medidas políticas concretas o abogando por causas coyunturales, sin el vértigo culposo que un revolucionario sentiría por ese abismo que supuestamente se tiende entre la teoría y la praxis, aunque, claro, sin abandonar –¡ay!– el escritorio.