Karl Marx ✆ Ian James |
Miguel
Manzanera Salavert | Después de haber
expuesto mi crítica a su texto – Respuesta
al profesor Manzanera Salavert | Sobre plusvalía relativa y ganancias
extraordinarias– en la página web Ñángara Marx , Rolando Astarita ha
respondido asegurando que cometo una serie de errores importantes en mi comprensión
de la teoría marxista. Creo que es necesario aclarar algunos conceptos básicos
para demostrar que no es cierto. Tal vez pueda haber otras interpretaciones,
pero quiero mostrar que mi crítica está bien sustentada, señalando además que
algunas de las apreciaciones vertidas en su exposición, no concuerda con la
explicación de Marx sobre los mecanismos fundamentales del modo de producción
capitalista.
En el punto 1, coincidimos en que la plusvalía
absoluta es trabajo impago, en cualquier caso. Pero hay un matiz importante.
Dicho con palabras de Marx: Si el
plusvalor surge, es únicamente en virtud de un excedente ‘cuantitativo’ de
trabajo, en virtud de haberse prolongado la duración del mismo proceso laboral
(El capital, Volumen 1, Sección Tercera, Producción del Plusvalor Absoluto,
capítulo V, 239, cito por la 9ª edición de la traducción de Pedro Scaron
publicada en Siglo XXI). Atendiendo a esta definición, en primer lugar, la plusvalía
absoluta no es el aumento de la jornada laboral, sino la jornada laboral
aumentada: son horas extras de trabajo que el obrero debe completar para su
patrón, es la prolongación de la jornada laboral más allá de lo necesario para
cubrir la reposición de la fuerza de trabajo.
Es correcto decir que la plusvalía absoluta
aumenta al aumentar la jornada laboral –o en general, con el incremento en el
gasto de fuerza de trabajo al aumentar la intensidad del mismo-; y de ese modo
se incrementa la tasa de plusvalor, si el valor de la fuerza de trabajo o
capital variable continúa siendo igual
(la
tasa de plusvalor es el grado de explotación de la fuerza de trabajo por el
capital, capítulo VII, la tasa de plusvalor, op.cit.262, correctamente
expuesta por Astarita en su trabajo Ernest
Mandel sobre la plusvalía extraordinaria | La explicación de Marx. Pero es
confuso decir que la plusvalía absoluta es aumento de la jornada de trabajo.
Esto nos lleva a saber por qué diferimos en la
interpretación de la plusvalía relativa. La plusvalía absoluta puede aumentar también
al disminuir el tiempo de trabajo necesario para producir las mercancías por
medio de la innovación tecnológica; y entonces Marx habla de plusvalía
relativa. En la interpretación del siguiente párrafo está la raíz de la polémica
que estamos manteniendo Astarita y yo sobre este punto: Denomino ‘plusvalor absoluto’ al producido mediante la ‘prolongación’
de la jornada de trabajo; por el contrario, el que surge de la ‘reducción’ del
tiempo de trabajo necesario, y del consiguiente cambio en la ‘proporción de la
magnitud’, que media entre ambas partes componentes de la jornada laboral, lo
denomino ‘plusvalor relativo’ (Volumen 1, capítulo X, Concepto de plusvalor
relativo, op.cit.,383). Es de notar que la idea expuesta en este párrafo
resuena también en la explicación de Lenin sobre la plusvalía absoluta y la
relativa (La
plusvalía, recientemente publicada en la página Ñángara Marx). Pero el concepto de prolongación de la jornada de trabajo,
se refiere a que el capitalista obliga al trabajador a hacer más horas; es
decir, lo entiendo como el haberse prolongado, que viene indicado en la
definición señalada antes, en la sección tercera del primer volumen. En cambio,
la plusvalía relativa es en sí misma el cambio en la proporción de la magnitud.
Lo que esto significa es que la plusvalía
absoluta está dada en el orden social capitalista. La obtención de plusvalía
relativa determina el proceso de cambio de ese orden. El capitalismo es un modo
de producción que cambia sus estructuras de organización, revolucionando la
producción mediante la innovación tecnológica. Esto es importante para explicar
por qué el capitalismo ha conseguido superar las dificultades que aparecieron
en la primera mitad del siglo XX, y que se derivaron de la revolución
tecnológica informática. Mandel estudia precisamente el cambio capitalista en
función de las innovaciones tecnológica en Las ondas largas del desarrollo
capitalista.
Por otro lado, la plusvalía relativa no es el
abaratamiento de la fuerza de trabajo, sino que nace del ahorro de trabajo para
producir el valor de la mercancía, que manteniéndose las mismas condiciones de
trabajo, crea una mayor cantidad de plusvalor. La jornada de trabajo no se
alarga en magnitud absoluta, pero sí se alarga en una determinada magnitud, relativa
al tiempo de trabajo necesario.
Partiendo de la base de que el salario del
obrero es el precio de la fuerza de trabajo -es decir, el costo de la
reproducción del gasto de energía que hace en el trabajo-, el abaratamiento
general de las mercancías por la innovación tecnológica no puede ser el origen
de ganancias extraordinarias; pues no hay un abaratamiento inmediato del precio
de la fuerza de trabajo que se emplea en la industria innovadora, sino un
aumento de la productividad. Lo que hay es un aumento de mercancías producidas
de forma barata, que tienden a bajar de precio, lo que afecta a todos los
trabajadores y no solo a los empleados en la industria que innova tecnológicamente.
Es decir, la innovación tecnológica hace posible que los empresarios puedan
recomponer sus beneficios decrecientes, es decir, permite superar la tendencia
a la disminución de la tasa de ganancia, que se produce al aumentar la
proporción de capital constante en la composición de capital.
La idea de que la plusvalía relativa es el
origen de las ganancias extraordinarias está expuesta en una cita del Volumen
III de El Capital que recoge Ruy Mauro Marini en un artículo publicado en esta
misma página Ñángara Marx, Plusvalía
extraordinaria y acumulación de capital. Dice así Marx: La especial productividad
del trabajo en una esfera especial de la producción o en una empresa
concreta dentro de ella sólo interesa a los capitalistas de esta empresa o rama
de producción, cuando permita a la rama especial de que se trate conseguir una
ganancia extraordinaria con respecto al capital en su conjunto o conceda esta
misma posibilidad al capitalista individual con respecto a los demás
capitalistas de la misma rama de producción.
Las ganancias extraordinarias se originan en el incremento
de la plusvalía absoluta que produce la innovación –lo que llamo plusvalía
relativa interpretando las afirmaciones antes citadas de Marx-.La plusvalía
relativa genera esas ganancias extraordinarias cuando ofrece productos baratos
en competencia con otras empresas que no han introducido la innovación; la
plusvalía relativa también produce un aumento en la tasa de explotación al
desvalorizar la fuerza de trabajo sustituida por las máquinas. Pero no del modo
en que indica Astarita, sino a través del paro obrero y la sustitución de
trabajadores cualificados por trabajadores sin cualificar.
Aunque el autor no confunde la tasa de plusvalor
con la tasa de ganancias, que aparecen distinguidas en El Capital como dos
cosas diferentes, en algunos pasos de su razonamiento parece que fueran la
misma cosa. La primera es la relación entre las remuneraciones del capital
variable, el capital invertido en comprar fuerza de trabajo, y la plusvalía
obtenida con esa fuerza de trabajo. La segunda es la cantidad de beneficios que
obtiene el capitalista por sus inversiones totales, es decir, sumando capital
constante y capital variable. Mientras la tasa de ganancia tiende a disminuir
al aumentar el capital constante, la tasa de explotación se incrementa por la
innovación tecnológica. En esa contradicción atisbó Lenin la inviabilidad a
largo plazo del capitalismo. Sin embargo, no se previó que el capitalismo
recuperaría la tasa de ganancia mediante la revolución tecnológica informática,
la automatización del trabajo fabril, la sustitución del trabajo intelectual
por la inteligencia artificial, y la revolución de las comunicaciones
proporcionada por la telemática.
El ‘hambre’ de ganancias provoca la innovación,
pero ese factor subjetivo no provoca las ganancias. No es el deseo lo que hace
ricos a los capitalistas, sino su habilidad para explotar a los trabajadores.
Es decir, la extracción de plusvalía. Por tanto, no se entiende a qué viene la
objeción nº 2.
Una plusvalía no realizada como valor monetario
–valor de cambio- es igual a una plusvalía no producida, porque no se traduce
en beneficio capitalista. Eso aparece claramente en las crisis de
superproducción. En algunos casos, el aumento de la oferta no baja el precio
medio de las mercancías, porque el mercado funciona ineficientemente por determinados
criterios políticos en función de los intereses capitalistas. Véase la
variación del precio de la vivienda en España en el último lustro, comparado
con la cantidad de viviendas desocupadas, donde los precios se han mantenido artificialmente
altos por determinados intereses políticos y a base de ingeniería financiera.
Esa ineficiencia del mercado es el origen a una
crisis de superproducción, como se ha demostrado en la depresión capitalista de
los últimos años. Lo que indica que la plusvalía absoluta, incrementada por la
revolución informática –es decir, la plusvalía relativa-, no ha podido ser
reinvertida productivamente por la estructura económica del capitalismo
neoliberal. Esto es una prueba clara de que plusvalía y beneficio no son lo
mismo, aunque éste provenga de aquélla, o bien sea una de sus formas, según
prefiere expresar Astarita. Para que la plusvalía se transforme en beneficio es
necesario vender las mercancías. Creo que ese error de concepto debe llevar a revisar
el punto 4 de Astarita, donde se afirma que la plusvalía y el beneficio son lo
mismo. Si plusvalía absoluta es trabajo no remunerado, entonces no es
beneficio, porque el beneficio no es trabajo, sino dinero. Esa confusión
consiste en no comprender la diferencia entre una magnitud y su medida.
La realización de la plusvalía es la inversión
productiva, lo que lleva al incremento del capital constante. También puede
haber un consumo improductivo, pero la dinámica capitalista lleva
necesariamente a la reproducción ampliada, y a la acumulación de capital; de
ahí que el ahorro y la inversión sean factores clave del modo de producción
capitalista. Ese factor no ha sido contemplado por Astarita en el punto 3.
Lo más probable es que después de la innovación
tecnológica, el precio de la mercancía fuerza de trabajo disminuya: los
salarios bajan como consecuencia del paro provocado por la sustitución de los
trabajadores por las máquinas, y la vida de los trabajadores se vuelve más
miserable. Aumenta entonces la tasa de explotación como un incremento de la
plusvalía absoluta, provocado por la disminución del costo de reproducción de
la fuerza de trabajo. La maquinaria desvaloriza la fuerza de trabajo (capítulo
XIII del Volumen I, op.cit. 481). Se trata de un resultado de la lucha de
clases: la burguesía utiliza la ciencia para derrotar a los trabajadores en un
ciclo que lleva de la innovación tecnológica al paro, y de éste al descenso de
los salarios y la intensificación de la explotación: Se podría escribir una
historia entera de los inventos que surgieron, desde 1830, como medios bélicos
del capital contra los amotinamientos obreros (op.cit. 452). Es cierto como
Marx señala la maquinaria permite contratar a obreros de escasa fuerza física mujeres
y niños (op.cit. 480-484), pero para contratarlos hace falta que las leyes lo
permitan. No es por tanto un resultado de la plusvalía relativa, de un
mecanismo meramente económico, sino un mecanismo de dominación del capitalismo.
La expresión ‘encarnación del valor’ en 5 es una
metáforacon cierto sabor religioso, que requiere ser interpretada. Marx habla
de sustancia del valor, en cuanto valor de uso, y magnitud del valor en cuanto
valor de cambio, capítulo 1, Volumen 1, El Capital. El dinero es la medida
capitalista del valor, y lo que está en cuestión desde el punto de vista
marxista es si esa medida de los valores económicos resulta adecuada para los
fines racionales del ser humano; esto es, para la emancipación universal de la
humanidad y de cada persona.
Punto 6. Literalmente: Volumen I de El capital. Sección Primera. Capítulo I.
La Mercancía. 1.Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor
(sustancia del valor, magnitud del valor). Aunque pensé que era claro, el
enunciado queda suficientemente ambiguo, como para que Astarita afirme que ‘el
valor de uso no es la sustancia del valor’. En este capítulo Marx afirma: “Los
valores de uso constituyen el ‘contenido material de la riqueza’, sea cual sea
la forma social de ésta.” Se puede pensar, pues, que la expresión sustancia del
valor se refiere al valor de uso. Y el valor, que luego será definido como
valor de cambio, es la magnitud del valor. Se entiende por magnitud en ciencia,
una determinada cualidad en cuanto puede ser traducida en expresiones
cuantitativas, esto es, en cuanto que puede ser medida. El precio es la medida
del valor, y se determina como valor de cambio. Toda la primera parte de El
Capital está escrita para definir el valor como magnitud económica, teniendo en
cuenta su doble faz como valor de uso y valor de cambio –la sustancia del valor
de una mercancía en cuanto producto capaz de satisfacer las necesidades
humanas, y la medida del valor en cuanto mercancía intercambiada por dinero-.
No se trata de una oposición abstracta, sino de la doble faz de la mercancía:
su aspecto cualitativo en cuanto medio de satisfacción de las necesidades
humanas, y su aspecto cuantitativo, en cuanto que portadora de valor de cambio
o valor monetario.
Punto 7. De acuerdo en que al aumentar el
salario disminuirá la plusvalía absoluta extraída por el empleador del trabajo.
Pero es imposible que ésta desaparezca en una sociedad de clases; incluso sin
explotación ni clases, sería necesario ahorrar una parte de lo producido como
medida de seguridad ante futuras eventualidades, lo que se denomina excedente.
La plusvalía es el excedente apropiado por la clase dominante; y la lucha de
clases es una lucha acerca del uso del excedente: la clase dominante tiende a
un uso destructivo del excedente; la clase obrera exige que el excedente sea
utilizado de forma racional para mejor satisfacción de las necesidades humanas.
El trabajador crea valores de uso con su
esfuerzo laboral, ya sea en una cadena de montaje o en cualquier otro oficio. Y
crea más valores de uso de los que necesita para sí; de ahí que se pueda
extraer plusvalía del trabajo. La palabra creatividad está usada en sentido
romántico-estético por Astarita, pero Marx utiliza esa misma expresión: el
obrero crea valor.
Punto 8. Si se entiende por valor el valor de
cambio, éste viene determinado por el promedio de trabajo empleado en su
producción, y secundariamente por la oferta y la demanda en el mercado. De ahí
la ventaja del empresario que innova tecnológicamente, que disminuye el tiempo
de trabajo y puede de ese modo abaratar los precios, triunfando en la
competencia mercantil. Como la palabra ‘puede’ es ambigua, significando al
tiempo posibilidad y capacidad, resulta que queda poco claro lo que he querido
decir.Pero mi detractor ha optado por el significado menos adecuado. Ahora
bien, si vemos el proceso económico en su totalidad, entonces, excepto en
aquellas industrias donde se introduce la innovación,la plusvalía relativa no genera
ahorro de trabajo, sino el despliegue del sistema capitalista.
En general el texto de Astarita quiere parecer
profundo pero es superficial. Cuando habla de valor, se refiere a la medida del
valor, valor de cambio. Pero en otras ocasiones no se sabe si se habla de valor
de uso o valor de cambio. Afirmar que el valor de uso disminuye al aumentar el
número de bienes de un producto, es situarse en el terreno de la teoría
marginalista o neoclásica, que explica así el descenso de los precios por el
aumento de la oferta. Lo cual es perfectamente admisible y puede incluirse en
una teoría marxista adaptada a la teoría del bienestar. Pero la teoría del
bienestar entró en bancarrota hace tiempo, especialmente por los problemas de
sostenibilidad ambiental. Las teorías científicas vienen determinadas por el
uso que se les da, exactamente igual que las herramientas.
Las afirmaciones vertidas en el punto 9 de su
defensa, desconoce que, como decía Lenin, la política es economía resumida. Es
mentira la ideología de que el mercado prescinde de la política: el mercado es
política capitalista.