Karl Marx ✆ David Lake |
Por otro lado los dos son críticos del capitalismo de la
segunda mitad del siglo XIX, núcleo del que pretenden tomar distancia: uno
desde el marxismo, el otro desde la ontología. Implícitamente y de una manera
un poco más tensa, ambos postulan una reformulación de la teoría del sujeto
enunciada por la modernidad. Asimismo −e implícitamente también− se
replantearán la relación entre teoría social, filosofía y práctica política (en
el primer Lukács y fundamentalmente
en el primer Heidegger puede advertirse una común relación directa entre pensamiento y praxis).
en el primer Heidegger puede advertirse una común relación directa entre pensamiento y praxis).
En cuanto a este último aspecto, es necesario tener presente
el contexto de crisis estructural por el que atravesaba Occidente durante el
período de sus primeras producciones; consecuencia, además, de la Primera
Guerra Mundial (percibida por la mayoría de los historiadores como la crisis
del sistema económico de la segunda mitad del siglo XIX). Simultáneamente se
producen (paralelamente o poco después) una serie de procesos revolucionarios
de distinta índole que manifiestan un malestar social arraigado en este
paradigma en crisis. Por lo tanto la reflexión entre el pensamiento teórico y
el práctico-político se da de un modo inmediato: no se teorizaba la revolución
o la crisis; se la vivía.
Además otro aspecto importante a tener en cuenta esque,
contrariamente a lo supuesto, en esos momentos el marxismo no era estudiado en
el ámbito universitario (como tampoco el anarquismo), por lo que la obra de
Lukács es la primera teorización de ese pensamiento en una unidad académica (si
bien ya había una producción marxista importante, contemporánea o anterior, no estaba
vinculada a la universidad). En Rusia, Austria o en la misma Italia,una serie
de teóricos −profesores universitarios−que procedían de ámbitos positivistas,
habían introducido problemáticas marxistas en sus obras −cfr. Croce, Paretto y
otros− pero las vinculaban a la tradición hegeliana o a cuestiones relacionadas
con problemáticas del idealismo crítico. Algunos otros autores, positivistas
menores, habían introducido temáticas marxistas pero no en la filosofía ni en
lengua alemana; Rosa Luxemburgo, Karl Kautsky o Georgi Plekhanov no eran
discutidos en las universidades.
En la filosofía de la segunda mitad del siglo XIX (como en
parte en Italia, en Francia y en Inglaterra) la tendencia hegemónica era el
positivismo; también en Alemania, si bien allí el positivismo no había cuajado
demasiado o por lo menos no era el pensamiento más representativo. Es decir el
positivismo como modelo de conocimiento si bien también era una forma de
materialismo, era fundamentalmente mecanicista a diferenciade lo que pretendía
el materialismo de Marx o el materialismodialéctico de Lukács.
El positivismo postulaba la demostración de los procesos
sociales a partir del descubrimiento de leyes inmanentes; de allí su
mecanicismo y dogmatismo; Además de este reduccionismo de lo sociala lo
natural, otro de sus supuestos era la diferenciación (herencia cartesiana) extrema
e irreductible entre sujeto y objeto y la creencia en una categoría (en
definitiva metafísica, pero que concebía como absolutamente natural), tal la de
progreso entendido de una manera lineal, ascendente e irreversible.
El principio de que el único conocimiento posible era el demostrable
empíricamente, razón por la cual las ciencias sociales se veían en dificultades
para postular sus cálculos científicos tal como se los entendía en la época, comienza
a ser objetado a partir de una tendencia sincrética que confluyó simultáneamente
en una crítica a la teoría del conocimiento positivista. En dos universidades
del sudoeste de Alemania, Heidelberg y Friburgo, se inicia una reformulación
del pensamiento clásico alemán (agotado en las escuelas neokantianas) con
Edmund Husserl, quien replantea el problema de la crítica al sujeto moderno y
propone una reformulación del pensamiento cartesiano pero desde la categoría de
sujeto trascendental y su consecuente «purificación» (Epojé) retomando la categoría
metafísica clásica del Ser (1931). 2 En muchos sentidos, Husserl no deja de
repetir (de otra manera, extremadamente compleja) una idea que ya había
circulado en la historia de la filosofía.
En el concepto referido a relaciones no auténticas del
sujeto con el Ser, puede advertirse la influencia de la fenomenología de
Husserl en Lukács. En algunos aspectos parece ser así, sin embargo hay un punto
clave: para Lukács el sujeto de la historia no es el individuo, sino un sujeto
colectivo (tal como se irá construyendo a lo largo del siglo XX), encarnado en
lo que denomina −siguiendo sí una primera formulación de Marx− el concepto de
clase. El sujeto lukacsiano no es trascendental en un sentido directo ni idéntico
a lo largo de la historia; es cultural, no es natural, se modifica pero no de modo
individual sino de un modo colectivo. La diferencia es sutil y también es importante
la sutileza: rescata la categoría de sujeto −el que no desaparece−, pero no lo
considera universal sino histórico. Las distintas etapas del progreso histórico
−no renuncia a este concepto− elaboran una conciencia colectiva dinámica de la
cual participan todos los seres humanos.
Adelantándonos a una de las últimas conclusiones de Lukács −y
una de las más problemáticas−si la conciencia de clase burguesa es producto del
esquema capitalista de progreso, la conciencia de clase revolucionaria proletaria
será producto de una modificación histórica (como había señalado Marx) cuestión
que explica y desarrolla en toda su complejidad. El problema es que no escapa
al mecanicismo positivista ni a la teoría del sujeto moderno, simplemente
modifica el primero y amplía la segunda: el sujeto trascendental no es eterno,
no es siempre el mismo, único, idéntico, desde el origen de la especie, pero en
definitiva deja de ser trascendental metafísico para transformarse en
trascendental histórico. Si bien es consciente de estas limitaciones de las que
intenta escapar en obras posteriores (cfr. v. gr. Estética1966-7), esta tensión
se manifiesta en su Teoría de la novela (1916): el sujeto colectivo es un
«reflejo» de los mecanismos de producción material y no logrará solucionar esa
contradicción del capitalismo.
Por su parte para Heidegger el proceso histórico −más allá
de las apariencias−implicaba una manifestación y un ocultamiento. Cada época
tenía una experiencia del Ser que no se daba en latotalidad de los sujetos sino
en algunos de ellos, «sensibles» al llamado del Ser (es decir, no se limitaba necesariamente
a una clase social). Esta dimensión de ocultamiento (a la conciencia) también
está presente en lo que el marxismo lukacsiano ha llamado «falsa conciencia» y que
Lukács denominaba cosificación («alienación» en la tradición hegeliano
marxista).
Tanto para Lukács como para Heidegger, todas estas son
relaciones inauténticas del sujeto con el Ser; cuando se considera que la
naturaleza es sólo una fuente de materia prima, que el otro −el prójimo−es
solamente un instrumento de producción o de industrialización, o bien que la
sociedad es simplemente «mercado», estamos ante «cosificaciones».
Lukács −como buen revolucionario y como marxista o exponente
de algún tipo de materialismo dialéctico− consideraba que la solución a esta
situación residía en la revolución, la que implicaba además el aumento de la
conciencia de clase de los explotados. Heidegger por su parte, se refería a los
momentos en que resulta posible tener una relación auténtica con el Ser (Sorge);
la «cura» sería una vivencia auténtica del sujeto existente.
A partir de la fenomenología se desarrollaron importantísimas
estéticas como la de la recepción filosófica de la llamada Escuela de Constanza
o la Escuela de Friburgo (cuna del existencialismo), las que suponen un sujeto
con posibilidades de comprender mediante su epojé el sentido de la obra
artística, el que más allá de las apariencias tiene un mensaje o sentido
oculto, privilegiado, fijado perfectamente por el autor.