 |
Marx & Hegel ✆ A.d. |
Carlos Pereyra |
Panegiristas y detractores de la dialéctica han contribuido a veces más
a confundir que a esclarecer límites y posibilidades del método en cuestión.
Los primeros, por ejemplo, han difundido con amplitud el lugar común según el
cual la dialéctica es una teoría que describe las leyes más generales del
movimiento de todas las cosas y proporciona, por tanto, un método de aplicación
universal para el conocimiento de la realidad. No menos extendida está la
versión de que la dialéctica es una forma superior de la lógica, capaz de
aprehender las peculiaridades de la cosa misma allí donde la lógica formal
fracasa de modo irremisible por su aceptación del principio de no
contradicción. La identificación hegeliana de lógica y ontología se encuentra
presente en buena parte de los discursos formulados en la perspectiva del
materialismo histórico, por lo que se pasa de sostener una hipótesis ontológica
como la de que
“todas las cosas
tienen contradicciones internas que provocan su movimiento y desarrollo”, a
sostener que asumir esa hipótesis obliga a comprometerse con una lógica
excluyente del principio de no contradicción. Frente a esas versiones tan
difundidas, habría que empezar por afirmar que “la dialéctica no es en manera
alguna una lógica y no hay un método general
de aplicación universal”.