"No hay porvenir sin Marx. Sin la memoria y sin la herencia de Marx: en todo caso de un cierto Marx: de su genio, de al menos uno de sus espíritus. Pues ésta será nuestra hipótesis o más bien nuestra toma de partido: hay más de uno, debe haber más de uno." — Jacques Derrida

"Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal" Karl Marx

29/11/14

De Marx al ecosocialismo

Michael Löwy    |   Mi punto de partida será el fenómeno de «racionalización» analizado por Max Weber. Siguiendo a Weber, distinguiremos tres aspectos, estrechamente ligados entre sí, del proceso de «racionalización» que caracteriza, desde la revolución industrial, a las sociedades capitalistas modernas (y lo mismo podría decirse, en gran medida, respecto a las difuntas burocracias del Este europeo): 

1) Una Zweckrationalität, o “racionalidad-como-finalidad”, esto es, la utilización de medios racionales para alcanzar objetivos que nada tienen de racionales como expresión institucional ideal-típica de la burocracia. Es lo que la Escuela de Frankfurt designa con el concepto de «racionalidad instrumental», un tipo de razón compatible con las más monstruosas irracionalidades sustanciales ; por ejemplo, para citar un caso límite, la administración racional y burocrática del genocidio. Pero, además de tales extremos, es la lógica del funcionamiento «normal» de la economía capitalista y de las instituciones burocráticas que han conseguido combinar, como fue explicado por Ernest Mandel, la racionalidad parcial con la irracionalidad global. (1) 

2) Una diferenciación y autonomización de las esferas como resultado de la separación entre lo económico, lo social, lo político y lo cultural. La economía de mercado se vuelve un sistema auto-regulado que nunca se encuentra “encajado” en la sociedad (para retomar la célebre expresión de Karl Polanyi) y escapa a cualquier control social, moral o político.

3) Una Rechenhaftigkeit, o espíritu del cálculo racional, esto es, una tendencia general a la cuantificación. Los valores cualitativos, éticos, sociales o naturales están condenados a ser destruidos, degradados o neutralizados por tal cuantificación que encuentra su expresión más directa en el dominio total del valor de cambio de las mercancías y la monetarización de las relaciones sociales.

Como ha sido demostrado muy bien por A. Mitzman, siguiendo la lógica de esa «racionalización mutilada», necesariamente se rechaza -calificado de sentimental o de “freno al progreso”– cualquier criterio incompatible con la persecusión del lucro máximo, tal como el bienestar de los trabajadores, o del medio ambiente planetario o incluso del futuro humano. 

Hoy, el proceso racional de “perseguir el lucro máximo” alcanza su etapa de globalización planetária, bajo la égida de instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización de Comercio y el G-7. Infelizmente, la Europa neoliberal de Maastricht no escapa a tal lógica...

Los primeros críticos de ese modelo de civilización capitalista industrial fueron los románticos: desde la segunda mitad del siglo XVIII (Rousseau) hasta nuestros días (el historiador inglés E. P. Thompson), el romanticismo protestó contra la cuantificación, la mecanización y el desencantamiento del mundo, en nombre de valores culturales, sociales, éticos precapitalistas.

La contaminación de las grandes ciudades y los estragos provocados en el medio ambiente por el maquinismo son temas recurrentes en la cultura romántica. Para citar un sólo ejemplo: en Tiempos difíciles, una de las novelas preferidas de Karl Marx, Charles Dickens describe la ciudad industrial (imaginaria) de Coketown como una “ciudad ceniza” donde «todo opone una gran resistencia a la entrada de la naturaleza, como la salida de gases mortíferos en el aire». Las altas chimeneas, “lanzando al aire sus torbellinos envenenados”, escondían al cielo y al sol de modo que, «perpetuamente, se estaba bajo un eclipse». Los que tenían “sed de un poco de aire puro”, aquellos que deseaban ver un paisaje verde, árboles, pájaros, una arbolada brillante al cielo  azul, estaban obligados a viajar algunos kilómetros en tren para pasear por los campos. Por lo mismo, nadie estaba en paz: en los terrenos baldíos, abandonados después de haber sido extraídos toda sus riquezas, se escondían otras tantas armas mortales. (2) Si sustituimos los “terrenos baldíos” por “deshechos tóxicos” (o nucleares), el cuadro no ha sufrido grandes cambios desde 1854, fecha de la publicación de esta novela...

Volver a la historia del romanticismo, a la nostalgia romántica del paraíso perdido o las comunidades orgánicas pre-modernas asume formas que pueden ser reaccionarias y retrógradas o bien utópicas y revolucionarias. En este último caso, ya no se trata de un retorno al pasado, sino de un desvío por el pasado en dirección al futuro: para Pierre Leroux, William Morris o Herbert Marcuse –por citar apenas tres ejemplos– la utopia futura permite reencontrar a las comunidades perdidas, pero bajo una nueva forma que integra las conquistas de la modernidad: libertad, igualdad, fraternidad  y democracia.

El socialismo y la ecología -o, por lo menos, algunas de sus corrientes- cada una a su manera, son los herederos de la crítica romántica. Sus objetivos comunes implican la superación de la racionalidad instrumental, de la autonomización de la economía, del reino de la cuanificación, de la producción como fin en si, de la dictadura del dinero, de la reducción del universo social al cálculo de los márgenes de rentabilidad y de la necesidad de acumulación del capital. Tanto el socialismo como la ecologia reivindican valores cualitativos: el valor de uso, la satisfacción de las necesidades, la igualdad social, para el primero ; la salvaguarda de la naturaleza y el equilíbrio ecológico para la segunda. También conciben la economía como “encajada” pero sin ser parte del medio ambiente social y natural. Su objetivo común podría ser, como escribe A. Mitzman, “sustituir los actuales  valores dominantes de crecimiento económico lineal y de enriquecimiento personal, de competitividad sin piedad y de dividir el mundo entre ganadores y perdedores, por valores orientados hacia la armonía social y la solidaridad, basados en el respeto por la naturaleza y al carácter cíclico de la vida en general”.

Dicho esto, las divergencias de fondo han mantenido, hasta aquí, una separación entre «verdes» y «rojos», entre marxistas y ecologistas. Estos acusan a Marx y Engels de produtivismo. ¿Será tal acusación justificada? Sí y no.

- No, en la medida en que nadie denunció la lógica capitalista de producción por la producción tanto como Marx, la acumulación del Capital, riquezas y mercancías como fin en sí mismo. La misma idea de socialismo –al contrario de sus miserables burócratas falsificadores- es el de una producción de valores del uso, de bienes necesarios para la satisfacción de necesidades humanas. El objetivo supremo del progreso técnico para Marx no es el crecimiento infinito de posesiones ("el tener") sino la reducción de la jornada de trabajo, y el crecimiento del tiempo libre ("el ser").

- Sí, en la medida en que a menudo los hallazgos a Marx o Engels (y más todavía en el marxismo ulterior) una tendencia a hacer del "desarrollo de las fuerzas productivas" el vector principal del progreso, y una posición poco crítica hacia la civilización industrial, principalmente en  su relación destructiva del medio ambiente. Desde este punto de vista, un "texto" canónico es el famoso Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859), uno de los escritos de Marx más marcado por un cierto evolucionismo, por la filosofía del progreso, por el cientificismo (el modelo de las ciencias de la naturaleza) y por una visión nada el problematizada de las fuerzas productivas.

En realidad, en los escritos de Marx e Engels, se encontran elementos para alimentar las dos interpretaciones. El texto siguiente de los Grundrisse es un buen ejemplo de la admiración poco crítica de Marx por la obra “civilizadora” de la producción capitalista y por su instrumentalización brutal de la naturaleza:
"Así, por consiguiente, la producción fundada enela capital cre apor un lado la industria universal, es decir, el sobretrabajo al mismo tiempo que el trabajo creador de valores; por otro lado, un sistema de explotación general de la apropiacipón de la naturaleza y del hombre (...) El capital empieza por consiguiente a crear la sociedad burguesa y la apropiación universal de la naturaleza y establece una red que engloba a todos los miembros de la sociedad: tal es la gran acción civilizadora del capital.    
"Se eleva a un nivel social tal que todas las sociedades anteriores aparecen como desarrollos meramente locales de la humanidad y como una idolatría de la naturaleza. De hecho la naturaleza se vuelve un puro objeto para el hombre, una cosa útil. No se le reconoce ya como una fuerza. La inteligencia teórica  de la ley natural tiene todos los aspectos de la artimaña que intenta someter la naturaleza a las necesidades humanas, sea como objeto de consumo, sea como medio de producción". (3) 

Sin embargo, Marx y Engels expresan también en un cierto número de textos que tienen una visión más crítica de las “fuerzas productivas”. Por ejemplo, en La Ideologia alemana se encuentra lo siguiente:
"En el desarrollo de las fuerzas productivas, se llega a un estadio donde nacen las fuerzas productivas y los medios de circulación que ya no puede ser más que nefastos en el cuadro de relaciones existentes que no son más fuerzas productivas, sino fuerzas destructivas (la mecanización y el dinero)." (4)
Esta idea no fue desarrollada por Marx y no es seguro que la destrucción abordada aquí sea la de la naturaleza. Entre los raros textos de este autor en que trata, explícitamente, las devastaciones provocadas por el capital en el medio ambiente natural –así como visión dialéctica de las contradicciones del “progreso” inducido por las fuerzas productivas –se encuentra en El Capital, el célebre texto sobre la agricultura capitalista: 

Esta idea no fue desarrollada por Marx y no es seguro que la destrucción abordada aquí sea la de la naturaleza. Entre los raros textos de este autor en que trata, explícitamente, las devastaciones provocadas por el capital en el medio ambiente natural –así como visión dialéctica de las contradicciones del “progreso” inducido por las fuerzas productivas –se encuentra en El Capital, el célebre texto sobre la agricultura capitalista: 
"La producción capitalista... destruye no sólo la salud física del obrero urbano y la vida espiritul del trabajador rural, sino que vuelve un problema la intercambio material (Stoffwechsel) entre el hombre y la tierra, así como la eterna condición natural de la fertilidad duradera (dauernder) de la tierra, haciendo más difícil la restitución de la tierra porque los ingredientes que requiere le son quitados y usados bajo la forma de alimentos, de ropa, etc. Al transtornar las condiciones en que este intercambio se ajusta espontáneamente, esta circulación se ve obligada a restablecer de una manera sistemática, bajo una forma adecuada al desarrollo humano integral y como ley reguladora de la producción social. (...) Por otro lado, cada progreso de la agricultura capitalista no sólo es un progreso en el arte de exlotar al trabajador, sino también en el arte de despojar a la tierra; cada progreso en el arte para aumentar fertilidad de ella por un tiempo, es un progreso en la ruina de sus fuentes duraderas de fertilidad. Más un país, los Estados Unidos de Norteamérica, por ejemplo, se desarrolla sobre la base de la gran industria, más este proceso de destrucción se hace realidad rápidamente. La producción capitalista desarrolla la técnica y la combinación de los proceso de producción social mientras va minando (untergräbt), al mismo tiempo, las dos fuentes de donde sale toda riqueza: la tierra y el trabajador". (5) 
Asimismo, en Engels, que celebra demasiado el “control” y el “dominio” humano sobre la naturaleza, es posible encontrar escritos que llaman la atención, de forma más explícita, sobre los peligros de tal actitud –veamos, por ejemplo, el siguiente text del artículo sobre “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre” (1876) 
"No debemos presumir demasiado nuestras victorias humanas sobre la naturaleza. Por cada uno de estas victorias, la naturaleza toma venganza sobre nosotros. Es verdad que cada victoria dada, tenemos en primera instancia, los resultados esperados, pero en segunda o tercera instancia son efectos diferentes, inesperados, que anulan demasiado a menudo los primeros. La gente que, en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y en otras partes, destruyeron los bosques para conseguir tierras cultivables, nunca imaginó que mientras los eliminaban, acababan con los centros de colección y depósitos de humedad, poniendo las bases para el estado desolado actual de esos países. Cuando los italianos de los Alpes cortaron los bosques de pinos de la parte sur, tan queridos por la parte del norte, no tenían la menor idea de que mientras actuaban así cortaron las raíces de la industria lechera de su región; y menos aún preveían que se privaron de ese modo de las fuentes de agua para la mayor parte del año (...). Los hechos nos recuerdan a cada paso que no reinamos sobre la naturaleza como un conquistador reina sobre un pueblo extranjero, como alguien que está fuera de la naturaleza, sino que nosotros pertenecemos a ella con nuestra carne, nuestra sangre, nuestro cerebro, que nosotros estamos en su seno y que todo nuestro dominio en ella reside en la ventaja que tenemos sobre el conjunto de las otras criaturas es la de conocer sus leyes y poder servirnos de ellas juiciosamente." (6) 
No sería difícil encontrar otros ejemplos. Lo cierto es que falta en Marx y Engels una perspectiva ecológica de conjunto. Es injustificada actualmente su concepeción optimista del desenvovimiento ilimitado de las fuerzas productivas -una vez eliminado el obstáculo que limita su desarrollo, representado por las relaciones de producción capitalista que las limitan. No sólo desde el punto de vista económico -el riesgo del agotamiento de las materias primas-, sino también por la amenaza de destrucción del equilibrio ecológico del planeta por la lógica productivista del capital (y de su pálido imitador, o seguidor, la difunta burocracia «socialista»). 

Se podría concluir provisionalmente esta discusión con una sugerencia, que me parece pertinente, adelantada por Daniel Bensaïd en su reciente -y notable- trabajo sobre Marx: reconociendo que sería abusivo exonerar a Marx de las ilusiones "progresistas" o "prometeicas" de su tiempo, también lo es el presentarlo como un fanático de la industrialización, por eso nos propone un camino más fecundo: establecerse en las contradicciones de Marx y tomarlos en serio. La primera de estas contradicciones es, por supuesto, ese credo productivista de ciertos textos y la intuición de que el progreso puede ser la fuente de la destrucción irreversible del ambiente natural. (7)

La cuestión ecológica es, en mi opinión, el gran desafío para la renovación del pensamiento marxista en el umbral del siglo XXI. Ella exige de los marxistas una ruptura radical con la ideología del progreso lineal y con el paradigma tecnológico y económico de la civilización industrial moderna.

Walter Benjamin fue uno de los primeros marxistas del siglo veinte que volvió a plantear este tipo de preguntas: desde 1928, en su libro Sentido Único denunció la idea de la dominación de la naturaleza como "una bandera imperialista" y propuso una nueva concepción de la técnica como "el dominio de las relaciones entre la naturaleza y la humanidad". Algunos años después, en sus Tesis sobre el concepto de historia, propone enriquecer al materialismo histórico con las ideas de Fourier, ese visionario utópico que había soñado «con un trabajo que, más que explotar a la naturaleza, está en condiciones de hacer emerger de sus profundidades las fuerzas adormecidas en su seno.» (8)

Hoy todavía los marxismos están lejos de haber colmado sus carencias en este terreno. Pero algunas reflexiones empiezan a atacar esta tarea. Una pista fecunda ha sido abierta por el activista ecológico y marxista americano James O'Connor: es necesario agregar a la primera contradicción del del capitalismo, examinada por Marx, entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, una segunda contradicción,  entre las fuerzas productivas y las condiciones de producción: los trabajadores, el espacio urbano, la naturaleza. Por su dinámica expansionista, el Capital pone en peligro o destruye sus propias condiciones, empezando con el ambiente natural -una posibilidad que Marx no había tenido suficientemente en consideración. (9)

Otra interesante  acercamiento es sugerido en un reciente texto de un "ecomarxista italiano: "La fórmula según la cual se produce una transformación de las fuerzas potencialmente productivas en fuerzas eficazmente destructivas, especialmente respecto al ambiente, nos parece más conveniente y más significante que el esquema muy conocido de la contradicción entre fuerzas productivas (dinámicas) y relaciones de producción (que las encadena). Por otra parte, esta fórmula permite dar una fundamento crítico y no apologético al desarrollo económico, tecnológico, científico, y por consiguiente para elaborar un concepto de progreso 'differentié' [diferenciado] (E. Bloch). (10)

Que sea marxista o no, el movimiento obrero tradicional en Europa -los sindicatos, partidos social-demócratas y comunistas- permanece profundamente marcado aún por la ideología del "progreso" y por el productivismo, y, en ciertos casos, defiende, sin cuestionar más, la energía nuclear o la industria automotriz. Es verdad que un principio de sensibilización ecologista está en proceso de desarrollarse, notablemente en los sindicatos y partidos de izquierda en los países nórdicos, en España, en Alemania, etc.

La gran contribución  de la ecología fue -y es de nuevo- hacernos tomar conciencia de los peligros que amenazan al planeta como consecuencia del modo presente de producción y consumo. El crecimiento exponencial de agresiones al ambiente, la amenaza creciente de una ruptura del equilibrio ecológico configura un escenario catastrófico que pone en cuestión la misma supervivencia de la vida humana. Somos confrontados con una crisis de la civilización que requiere algunos cambios radicales.

El problema es que las proposiciones avanzadas por las corrientes dominantes de la ecología política europea son muy insuficientes o llevan a callejones sin salida. Su principal debilidad es ignorar la necesaria conexión entre el productivismo y el capitalismo, de conducir a la ilusión un "capitalismo propio" o de reformas capaces de controlar sus "excesos" (como eco-impuestos, p.e.). Toman como pretexto la imitación, por las economías burocráticas despóticas, del productivismo occidental, encontrando que espalda a espalda el capitalismo y el socialismo son dos variantes del mismo modelo - un argumento que ha perdido sus interés después del hundimiento del pretendido "socialismo real." 

Los activistas ecológicos están equivocados si piensan poder hacer la crítica de la economía marxista del capitalismo: una ecología que no comprende la relación entre el "productivismao y la lógica de la ganancia está condenada al fracaso -o peor, a la recuperación por el sistema. Los ejemplos no faltan... 

Considerando a los trabajadores como irremediablemente ganados por el productivismo, algunos activistas ecologistas consideran un punto muerto al movimiento obrero, y han puesto en sus banderas: "ni izquierda, ni derecha". Los ex-marxistas convertidos a la ecología declaran apresuradamente el "adiós a la clase obrera" (André Gorz), mientras de otros (Alain Lipietz) insisten que es necesario salir del "rojo" –es decir, del marxisme o del socialismo- para adherirse al "verde", nuevo paradigma que traería una respuesta a todos los problemas económicos y sociales.

Finalmente, en las corrientes llamadas "fundamentalistas" (o la ecología profunda) se llegan a esbozar, bajo el pretexto de lucha contra antropocentrismo, una refutación al humanismo que conduce a sus posiciones relativistas colocando a todas las especies vivientes en el mismo nivel. ¿Es necesario considerar verdaeramente que el bacilo de Koch o el mosquito anofelises tienen los mismos derechos a la vida que un niño enfermo de tuberculosis o malaria?

La refutación de esas posiciones hace superior a los ecosocialistas. Al integrar las conquistas fundamentales del marxismo –desembarazado de las escorias productivistas-, comprenden que la lógica del mercado y del lucro (del mismo modo que del autoritarismo tecnoburocrático de las difuntas «democracias populares») es incompatible con las exigencias ecológicas. Al mismo tiempo que critican la ideología de las corrientes dominantes del movimiento obrero, ellos saben que los trabajadores y sus organizaciones constituyen una fuerza esencial para cualquier transformación radical del sistema.

El ecosocialismo se ha desarrollado –a partir de las investigaciones de algunos pioneros rusos de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX (Sérgio Podolinsky, Vladimir Vernadsky)-, sobre todo durante los últimos veinicinco años, gracias a trabajos de pensadores de la talla de Manual Sacristán, Raymond Williams, Rudolf Bahro (en sus primeros escritos) y André Gorz (ibidem), como en las preciosas de contribuciones de James O'Connor, Barry Commoner, John Bellamy Foster, Joël Kovel (EE.UU.), Juan Martinez Allier, Francisco Fernandez Buey, Jorge Riechman (España), Jean-Paul Déléage, Jean-Marie Harribey (Francia), Elmar Altvater, Frieder Otto Wolff (Alemania), y muchos otros uno, que se han expresado en una red de revistas tales como: Capitalism, Nature & Socialism, Ecología Política, etc.

Esta corriente –presente en los partidos verdes, en los movimientos «rojos-verdes», tanto en la extrema izquierda como en el seno de la izquierda «clásica»- está lejos de ser políticamente homogénea, pero una mayoría de sus representantes comparte el interés por algunos temas. En ruptura con la ideología productivista del progreso –en su forma capitalista y/o burocrática (del «socialismo real»- y opuesta a la expansión ilimitada de un modo de producción y de consumo destructor del medio ambiente, representa en la esfera ecológica a la tendencia más avanzada y más sensible a los intereses de los trabajadores y de los pobres del Sur, donde sea que se comprenda la imposibilidad de un «desarrollo sustentado» en los marcos de la economía capitalista de mercado. 

El razonamiento ecosocialista reposa sobre dos argumentos esenciales:

El modo de producción y de consumo actual de los países desarrollados, fundados sobre la lógica de la acumulación ilimitada (de Capital, de ganacias, de mercancías), de despilfarro de recursos, de consumos ostensos, y de destrucción acelerada del medio ambiente, no puede de ningún modo ser extendido en el conjunto del planeta, sino bajo la idea de una importante crisis ecológica; según los cálculos recientes, si se generalizara al conjunto de la población mundial el consumo medio de energía de USA, las reservas actuales de petróleo se agotarían en diecinueve años. (12) Este sistema está por tanto necesariamente fundado en el mantenimiento y el agravamiento de las escandalosas injusticias entre el Norte y el Sur.

Por otro lado, la globalización neoliberal conduce a una intensificación cresciente de los problemas ecológicos en Ásia, África y América Latina, como consecuencia de una política deliberada de “exportación de la contaminación” de los países imperialistas. Además, esta política tiene una “legitimación” económica imbatible  –desde el punto de vista de la economía capitalista de mercado. Recientemente el especialista del Banco Mundial, Lawrence Summers, afirmó que ¡los pobres cuestan menos! Para citarlo en sus propios términos: “a medida que los custos de polución perjudican la salud depende de los rendimientos perdidos por causa de enfermedad y mortalidad acentuadas. Desde este punto de vista, determinada cantidad de polución perjudicial a la salud debería ser realizada en los países con costos más bajos, esto es, en países con los salarios más bajos”. (13) Una formulación cínica que revela mucho mejor la lógica del capital global que todos los discursos endulzados sobre el “desarrollo” producidos por las instituciones financieras internacionales. 

En este estado de cosas, la continuación del «progreso» capitalista y la expansión de la civilización fundada sobre la economía de mercado, que funciona bajo una forma brutalmente inequitativa, amenaza directamente, a mediano plazo, (toda previsión sería azarosa), la supervivencia misma de la especie humana. El cuidado de la naturaleza  es por tanto un imperativo humanista.

La racionalidad limitada del mercado sistema capitalista, con sus cálculos inmediatistas de pérdidas y ganancias, es intrínsecamente contradictorio con una racionalidad ecológica que toma en cuenta la temporalidad de los ciclos naturales largos. 

Contra el fetichismo de la mercancía y la autonomización cosificada de la economía a través de neoliberalismo, se pone en juego el futuro que es, para el écosocialisteses, la puesta en acción de la "economía moral", en el sentido que dio E.P. Thompson a este término, es decir, una política económica fundado sobre criterios no-monetarios y extra-económicos: en de otros términos, la "reintricación" de lo económico en el ecológico, lo social y lo político. (14)
Las reformas parciales son completamente insuficientes: es necesario reemplazar la micro-racionalidad de la ganancia por una macro-racionalidad social y ecológica, lo que requiere un cambio real de civilización. (15) Ello es imposible sin una reorientación tecnológica profunda y apuntando al reemplazo de las fuentes actuales de energía por otras, no-contaminantes y renovabless, como la energía eólica o la solar. (16) La primera cuestión planteada es, entonces, sobre el control de los medios de producción, y sobre todo por las decisiones de inversión y mutación tecnológica, que deben quitarse de los bancos y de las empresas capitalistas para volverse bienes comunes de la sociedad. 

Una reorganización en su conjunto del modo de producción y consumo es necesario, fundada sobre criterios exteriores a los del mercado capitalista : en las necesidades reales de la población (no necesariamente en las solvente) y la salvaguarda del medio ambiente. En otros términos, una economía de transición al socialismo, "re-ajustada" (como diría Karl Polanyi) en el medio ambiente social y natural, porque está fundada en la opción democrática de prioridades y inversiones decididas por la población ella - y no por leyes del mercado o por un politiburó omnisciente. Esta transición no sólo manejaría a un nuevo modo de producción y a una sociedad igualitaria y democrática, sino también a un modo de vida alternativo, a una nueva civilización, ecosocialista, más allá del reino del dinero, de los hábitos de consumo artificialmente inducidos por la publicidad, y de la producción al infinito de mercancías que dañan el medio ambiente (¡el automóvil individual!).

¿Utopía? En el sentido etimológico («ningún lugar»), sin duda. ¿Pero si no creemos más , con Hegel, que "todo lo que es real es racional, y todo lo que es racional es real", cómo pensar una racionalidad sustancial sin hacerse llamar utopías? La utopía es indispensable en el cambio social, con tal de que se funde en las contradicciones de la realidad y en los movimientos sociales real3w. Este es el caso del ecosocialisme, que propone una estrategia de alianza entre los "rojos y los verdes" –no en el sentido político estrecho de los partidos social-demócratas y de los partidos verdes, sino en un sentido más amplio, es decir, entre el movimiento obrero y el movimiento ambientalista -y de solidaridad con los oprimidos y explotados del Sur.

Esta alianza implica que la ecología renuncia a las tentaciones del naturalismo anti-humanista y abandona su pretensión de reempazae la crítica de la ecoomía política. Esta convergencia también implica que el marxisme se desembaraza de su productivismo, sustituyendo el esquema mecanicista de la oposición entre el desarrollo de las fuerzas productivas y relaciones de producción que las limitan, por la idea, mucho más fecunda, de una transformación de las fuerzas potencialmente productivas en fuerzas efectivamente destructivas. (17)    

La utopía revolucionaria de un socialismo verde o de un comunismo solar no significa que uno no debe actuar desde hoy mismo. Pero no tener ilusiones sobre la posibilidad de "ecologizer" al capitalismo no significa que no debe compromoterse con el combate por reformas inmediatas. ese uno no puede contratar la lucha para las reformas inmediatas. Por ejemplo, algunas formas de eco-impuestos pueden ser útiles, a condición de que sean portadores de una lógica social igualitaria (hacer pagar a los contaminadores y no a los consumidores), y que se quite de encima el mito de un cálculo económico del "precio de mercado" por el daño ecológico: éste es una variable incomensurablese desde el punto de vista monetario. Nosotros tenemos necesidad desesperadamente de ganar tiempo, de luchar inmediatamente por la prohibición del CFCS que destruye la capa de ozono, por una moratoria en el OGM, por una severa limitación de los gases responsables del efecto invernadero, por privilegiar a los transportes públicos por encima de el uso del automóvil individualista, contaminante y anti-social. (18)

La lucha por las reformas eco-sociales puede ser portadora de una dinámica de cambio, de "transición" entre las demandas mínimas y el programa máximo, a condición de que rechace los argumentos y las presiones de los intereses dominantes, de apelar a las reglas del mercado, la competitividad o la "modernización". Algunas demandas inmediatas ya son, o puede volverse rápidamente, el lugar de una convergencia entre los movimientos sociales y los movimientos ecologistas, entre sindicalistas y conservacionista, entre rojos y verde:

F    la promoción del transporte pública -trenes, metros, camiones, tranvías-, bien organizado y gratuito, como alternativa a los embotellamientos y la contaminación de ciudades y campos gracias al uso del automóvil individual y el sistema de caminos y ttransporte.

F    La lucha contra el sistema de la deuda y los "ajustes ultraneo-liberales" impuesto por el FMI y el Banco Mundial a los países del Sur, con consecuencias sociales y ecológicas dramáticas: el desempleo masivo, la destrucción de las protecciones sociales y de las culturas vivientes, las destrucción de los recursos naturales por la exportación.

F    La defensa de la salud pública, contra la polución del aire, del agua (mantos acuíferos) o de la comida por la avaricia de las grandes  empresas capitalistas.

F    La reducción del tiempo de trabajo como respuesta al desempleo y como visión de la sociedad que privilegia el tiempo libre respecto a la acumulación de bienes y posesiones. (19)
Sin embargo, en la lucha por una nueva civilización, a la vez más humana y más respetuosa de la naturaleza, el conjunto de los movimientos sociales emancipadores deben asociarse. Como lo dice tan bien Jorge Riechmann:
"Este proyecto no es capaz de renunciar a ninguno de colores del arcoiris en el cielo: ni el rojo del movimiento obrero anticapitalista e igualitario, ni al violeta de las luchas por la liberación de la mujer, ni al blanco de los movimientos no violentes por la paz, ni al anti-autoritario negro de los libertarios y anarquistas, y mucho menos al verde de la lucha por una humanidadjusta y libre sobre un planeta habitable ". (20)
Esta causa es planetaria, pero Europa, donde se va a alcanzar su unidad bajo una nueva forma,  si se aleja de las restricciones neoliberales de Maastricht, puede volverse uno de los principales laboratorios para elaborar un futuro diferente.

Notas

1 - E. Mandel, Power and money, A marxist theory of bureaucracy, Londres, Verso, 1992, p. 182.
2 - C. Dickens, Temps difficiles, Paris, Gallimard, 1985, p. 101, 233.
3 - K. Marx, Fondements de la critique de l’économie politique, Paris, Anthropus, 1967, p. 366-367.
4 - K. Marx, L’idéologie allemande, Paris, Éditions sociales, p. 67-68.
5 - K. Marx, Lê Capital, Paris, Éditions sociales, tomo I, p. 360-361.
6 - F. Engels, La Dialectique de la nature, Paris, Éditions sociales, 1968, p. 180-181.
7 - D. Bensaid, Marx l’intempestif, Paris, Fayard, 1995, p. 347.
8 - W. Benjamim, Sens unique, Paris, Lettres-Maurice Nadau, 1978, p. 243; y «Théses sur la philosophie de l’histoire», in L’Homme, la lenguage et la culture, Paris, Denoël, 1971, p. 190. Podemos também mencionar al socialista austriaco, Julius Dickmann, autor de un ensayo pionero publicado en 1933 en la revista La critique sociale; según él, el socialismo sería el resultado no de un “rápido dessarrollo de las fuerzas productivas”, sino antes una necesidad impuesta por la “diminución de las reservas de recursos naturales” dilapidados por el capital. El desenvolvimiento “irreflexivo” de las fuerzas productivas por el capitalismo destruye las propias condiciones de existencia del género humano (“El verdaero límite de la producción capitalista”, en La critique sociale nº 9, setembro de 1933).
9 - James O’Connor, “La seconde contradiction du capitalism: causes et conséquences”, in Actuel Marx nº 12; y del mismo autor, L’écologie, ce matérialisme historique, Paris, 1992, p. 30, 36.
10 - Tiziano Bagarolo, “Encore sur marxiste et écologie”, en Quatriême Internacionale nº 44, marzo-julio de 1992, p. 25.
11 - M. Mies “Liberacion del consumo o politizacion de la vida cotidiana”, en Mientras Tanto nº 48, Barcelona, 1992, p. 3.
12 - Cf. L. Summers, “Let them eat pollution”, en The Economist, 8 de febrero de 1992. Otro ejemplo impresionante: en 1995, en una reunión en Ginebra, un Grupo de Trabajo del Comité Intergubernamental sobre los Cambios Climáticos discutía sobre un relato en que era formulada la cuestión de saber si era “rentable” (costo-eficiencia) tomar medidas contra el efecto del calentamiento, considerando que esos efectos se hacían sentir, sobre todo, en los países pobres. Según esos especialistas, el costo de uma vida en un país rico es de 100 mil dólares (Citado en Derek Lovejoy, “Limits to Growth”, en Science and Society, “Marxism and Ecology”, 1996, p. 274).
13 - Cf. D. Bensaïd, Marx l’intempestif, p. 385-386, 396; y Jorge Reichman, Problemas con los frenos de emergencia, Madrid, Editorial Revolución, 1991, p. 15.
14 - Ver al respecto el notable ensayo de Jorge Reichman, “El socialismo puede llegar solo em bicicleta”, en Papeles de la Foundation de Investigaciones Marxistas, Madrid, nº 6, 1996.
15 - Alguns marxistas ya están hablando de un “comunismo solar”: ver David Schwartzman, “Solar Communism”, en Science and Society, “Marxism and Ecology”, 1996.
16 - D. Bensaïd, Marx l’intempestif, p. 391-396.
17 - J. Reichman, De la economía a la ecología, Madri, editorial Trotta, 1995, p. 82-85.
18 - Ver Pierre Rousset, “Convergence de combats. L’écologique et le social”, en Rouge, 16 de maio de 1996, p. 8-9.
19 - J. Reichman, “El socialismo puede llegar solo en bicicleta”, loc. cit., p.

Este texto fue publicado en Pós-neoliberalismo II, organizado por Emir Sader y Pablo Gentile. Rio de Janeiro: Vozes, 1999
Traduçción de Andrés Lund 

◆ El que busca, encuentra...

Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocasKarl Marx

Not@s sobre Marx, marxismo, socialismo y la Revolución 2.0

— Notas notables
Cecilia Feijoo: Apuntes sobre el Concepto de Revolución Burguesa en Karl Marx — Red Diario Digital
Moishe Postone: Il compito della teoria critica oggi: Ripensare la critica del capitalismo e dei suoi futuri — Blackblog Franco Senia
Pierre-Yves Quiviger: Marx ou l'élimination des inégalités par la révolution — Le Point
Hernán Ouviña: Indigenizar el marxismo — La Tinta
Emmanuel Laurentin: Les historiens américains et Karl Marx — France Culture
Adèle Van Reeth: Le Capital de Karl Marx: La fabrique de la plus-value — France Culture
Manuel Martínez Llaneza: Reproches a Marx acerca de El Capital (Bajo la égida de Friedrich Engels) — Rebelión
Victoria Herrera: Marx y la historia — Buzos
Alejandro F. Gutiérrez Carmona: La vigencia del pensamiento marxista — Alianza Tex
Víctor Arrogante: El Capital y las aspiraciones de la clase trabajadora — Nueva Tribuna
Mauricio Mejía: Karl Marx, el poeta de la mercancía — El Financiero
Emmanuel Laurentin: Karl Marx à Paris: 1843-1845 — France Culture
Jacinto Valdés-Dapena Vivanco: La teoría marxista del Che Guevara — Bohemia
Aldo Casas: El marxismo como herramienta para la lucha — La necesidad de la formación en la militancia — La Tinta
Evald Vasiliévich Iliénkov: La dialéctica de lo abstracto y lo concreto en El Capital de Marx — Templando el Acero
Vincent Présumey: Suivi des écrits de Karl Marx / 1837-1848 - Part I, Part II, Part III & Part IV — Mediapart
Roman Rosdolky: Marx ésotérique et Marx exotérique — Palim Psao
Lepotier: Marx, Marxisme, Cui bono? — Bella Ciao
Andrea Vitale: La critica di Pareto a Marx: una abborracciatura — Operai e Teoria
Annelie Buntenbach: Marx provides us with a glimpse behind the scenes of capitalism — Marx 200
Antoni Puig Solé: La Ley del Valor y la ecología en Marx — Lo que somos
Vladimiro Giacché: Note sui significati di "Libertà" nei Lineamenti di Filosofia del Diritto di Hegel — Il Comunista
Salvador López Arnal: Manuel Sacristán (1925-1985) como renovador de las tradiciones emancipatorias — Rebelión
Paúl Ravelo Cabrera: Marx, Derrida, el Gesto Político y la supercapitalización mundial — Scribb
Dino Greco: In difesa del marxismo — Sollevazione
Alberto Quiñónez: Arte, praxis y materialismo histórico — Rebelión
Josefina L. Martínez: Feminismo & Socialismo marxista - Eleanor Marx, la cuestión de la mujer y el socialismo — Rebelión
John Bellamy Foster: Marx y la fractura en el metabolismo universal de la naturaleza — Scribb
José Manuel Bermudo Ávila: Concepto de Praxis en el joven Marx — Scribb
Carlos Oliva Mendoza: Adolfo Sánchez Vázquez: ¿marxismo radical o crítica romántica? — InfoLibre
Bernardo Coronel: ¿El marxismo es una ciencia? — La Haine
Sylvain Rakotoarison: Le capitalisme selon Karl Marx — Agora Vox

— Notas y comentarios sobre El Capital
António Ferraz: Os 150 anos do livro ‘O Capital’, de Karl Marx — Correio do Minho
Horacio Tarcus: Traductores y editores de la “Biblia del Proletariado” - Parte I & Parte II — Memoria
Emmanuel Laurentin: Le Capital, toujours utile pour penser la question économique et sociale? — France Culture
J.M. González Lara: 150 años de El Capital — Vanguardia
Roberto Giardina: Il Capitale di Marx ha 150 anni — Italia Oggi
Alejandro Cifuentes: El Capital de Marx en el siglo XXI — Voz
Marcela Gutiérrez Bobadilla: El Capital, de Karl Marx, celebra 150 años de su edición en Londres — Notimex
Mario Robles Roberto Escorcia Romo: Algunas reflexiones sobre la vigencia e importancia del Tomo I de El Capital — Memoria
Antoni Puig Solé: El Capital de Marx celebra su 150° aniversario — Lo que Somos
Jorge Vilches: El Capital: el libro de nunca acabar — La Razón
Carla de Mello: A 150 años de El Capital, la monumental obra de Karl Marx — Juventud Socialista del Uruguay
Rodolfo Bueno: El Capital cumple 150 años — Rebelión
Diego Guerrero: El Capital de Marx y el capitalismo actual: 150 años más cerca — Público
José Sarrión Andaluz & Salvador López Arnal: Primera edición de El Capital de Karl Marx, la obra de una vida — Rebelión
Sebastián Zarricueta: El Capital de Karl Marx: 150 años — 80°
Marcello Musto: La durezza del 'Capitale' — Il Manifesto
Esteban Mercatante: El valor de El Capital de Karl Marx en el siglo XXI — Izquierda Diario
Michael Roberts: La desigualdad a 150 años de El Capital de Karl Marx — Izquierda Diario
Ricardo Bada: El Capital en sus 150 años — Nexos
Christoph Driessen: ¿Tenía Marx razón? Se cumplen 150 años de edición de El Capital — El Mundo
Juan Losa: La profecía de Marx cumple 150 años — Público
John Saldarriaga: El Capital, 150 años en el estante — El Colombiano
Katia Schaer: Il y a 150 ans, Karl Marx publiait ‘Le Capital’, écrit majeur du 20e siècle — RTS Culture
Manuel Bello Hernández: El Capital de Karl Marx, cumple 150 años de su primera edición — NotiMex
Ismaël Dupont: Marx et Engels: les vies extravagantes et chagrines des deux théoriciens du communisme! — Le Chiffon Rouge
Jérôme Skalski: Lire Le Capital, un appel au possible du XXIe siècle - L’Humanité
Sebastiano Isaia: Il Capitale secondo Vilfredo Pareto — Nostromo

— Notas y reportajes de actualidad
Román Casado: Marx, Engels, Beatles, ese es el ritmo de Vltava — Radio Praga
María Gómez De Montis: El Manifiesto Comunista nació en la Grand Place — Erasmus en Flandes
Enrique Semo: 1991: ¿Por qué se derrumbó la URSS? — Memoria
Michel Husson: Marx, un économiste du XIXe siècle? A propos de la biographie de Jonathan Sperber — A L’Encontre
César Rendueles: Todos los Marx que hay en Marx — El País
Alice Pairo: Karl Marx, Dubaï et House of cards: la Session de rattrapage — France Culture
Sebastián Raza: Marxismo cultural: una teoría conspirativa de la derecha — La República
Samuel Jaramillo: De nuevo Marx, pero un Marx Nuevo — Universidad Externado de Colombia
Sergio Abraham Méndez Moissen: Karl Marx: El capítulo XXIV de El Capital y el “descubrimiento” de América — La Izquierda Diario
Joseph Daher: El marxismo, la primavera árabe y el fundamentalismo islámico — Viento Sur
Francisco Jaime: Marxismo: ¿salvación a través de la revolución? — El Siglo de Torreón
Michel Husson: Marx, Piketty et Aghion sur la productivité — A l’encontre
Guido Fernández Parmo: El día que Marx vio The Matrix — Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires
Cest: Karl Marx y sus "Cuadernos de París" toman vida con ilustraciones de Maguma — El Periódico
Leopoldo Moscoso: 'Das Kapital': reloading... — Público
Laura "Xiwe" Santillan: La lucha mapuche, la autodeterminación y el marxismo — La Izquierda Diario
José de María Romero Barea: Hölderlin ha leído a Marx y no lo olvida — Revista de Letras
Ismaël Dupont: Marx et Engels: les vies extravagantes et chagrines des deux théoriciens du communisme! — Le Chiffon Rouge Morlai
Francisco Cabrillo: Cómo Marx cambió el curso de la historia — Expansión
El “Dragón Rojo”, en Manchester: Cierran el histórico pub donde Marx y Engels charlaban "entre copa y copa" — BigNews Tonight
Marc Sala: El capitalismo se come al bar donde Marx y Engels debatían sobre comunismo — El Español

— Notas sobre debates, entrevistas y eventos
Fabrizio Mejía Madrid: Conmemoran aniversario de la muerte de Lenin en Rusia — Proceso
Segundo Congreso Mundial sobre Marxismo tendrá lugar en Beijing — Xinhua
Debate entre Andrew Kliman & Fred Moseley — Tiempos Críticos
David McNally & Sue Ferguson: “Social Reproduction Beyond Intersectionality: An Interview” — Marxismo Crítico
Gustavo Hernández Sánchez: “Edward Palmer Thompson es un autor que sí supo dar un giro copernicano a los estudios marxistas” — Rebelión
Alberto Maldonado: Michael Heinrich en Bogotá: El Capital de Marx es el misil más terrible lanzado contra la burguesía — Palabras al Margen
Leonardo Cazes: En memoria de Itsván Mészáros — Rebelión (Publicada en O Globo)
Entrevista con István Mészáros realizada por la revista persa Naghd’ (Kritik), el 02-06-1998: “Para ir Más allá del Capital” — Marxismo Crítico
Rosa Nassif: “El Che no fue solo un hombre de acción sino un gran teórico marxista” Agencia de Informaciones Mercosur AIM
Entrevista a Juan Geymonat: Por un marxismo sin citas a Marx — Hemisferio Izquierdo
Juliana Gonçalves: "El Capital no es una biblia ni un libro de recetas", dice José Paulo Netto [Português ] — Brasil de Fato
Entrevista a Michael Heinrich: El Capital: una obra colosal “para desenmascarar un sistema completo de falsas percepciones” — Viento Sur
Alejandro Katz & Mariano Schuster: Marx ha vuelto: 150 años de El Capital. Entrevista a Horacio Tarcus — La Vanguardia
Salvador López Arnal: Entrevista a Gustavo Hernández Sánchez sobre "La tradición marxista y la encrucijada postmoderna" — Rebelión
Jorge L. Acanda: "Hace falta una lectura de Marx que hunda raíces en las fuentes originarias del pensamiento de Marx" — La Linea de Fuego

— Notas sobre Lenin y la Revolución de Octubre
Guillermo Almeyra: Qué fue la Revolución Rusa — La Jornada
Jorge Figueroa: Dos revoluciones que cambiaron el mundo y el arte — La Gaceta
Gilberto López y Rivas: La revolución socialista de 1917 y la cuestión nacional y colonial — La Jornada
Aldo Agosti: Repensar la Revolución Rusa — Memoria
Toni Negri: Lenin: Dalla teoria alla pratica — Euronomade
Entretien avec Tariq Ali: L’héritage de Vladimir Lénine — Contretemps
Andrea Catone: La Rivoluzione d’Ottobre e il Movimento Socialista Mondiale in una prospettiva storica — Marx XXI
Michael Löwy: De la Revolución de Octubre al Ecocomunismo del Siglo XXI — Herramienta
Serge Halimi: Il secolo di Lenin — Rifondazione Comunista
Víctor Arrogante: La Gran Revolución de octubre — El Plural
Luis Bilbao: El mundo a un siglo de la Revolución de Octubre — Rebelión
Samir Amin: La Revolución de Octubre cien años después — El Viejo Topo
Luis Fernando Valdés-López: Revolución rusa, 100 años después — Portaluz
Ester Kandel: El centenario de la Revolución de octubre — Kaos en la Red
Daniel Gaido: Come fare la rivoluzione senza prendere il potere...a luglio — PalermoGrad
Eugenio del Río: Repensando la experiencia soviética — Ctxt
Pablo Stancanelli: Presentación el Atlas de la Revolución rusa - Pan, paz, tierra... libertad — Le Monde Diplomatique
Gabriel Quirici: La Revolución Rusa desafió a la izquierda, al marxismo y al capitalismo [Audio] — Del Sol

— Notas sobre la película “El joven Karl Marx”, del cineasta haitiano Raoul Peck
Eduardo Mackenzie:"Le jeune Karl Marx ", le film le plus récent du réalisateur Raoul Peck vient de sortir en France — Dreuz
Minou Petrovski: Pourquoi Raoul Peck, cinéaste haïtien, s’intéresse-t-il à la jeunesse de Karl Marx en 2017? — HuffPost
Antônio Lima Jûnior: [Resenha] O jovem Karl Marx – Raoul Peck (2017) — Fundaçâo Dinarco Reis
La película "El joven Karl Marx" llegará a los cines en el 2017 — Amistad Hispano-Soviética
Boris Lefebvre: "Le jeune Karl Marx": de la rencontre avec Engels au Manifeste — Révolution Pernamente

— Notas sobre el maestro István Mészáros, recientemente fallecido
Matteo Bifone: Oltre Il Capitale. Verso una teoria della transizione, a cura di R. Mapelli — Materialismo Storico
Gabriel Vargas Lozano, Hillel Ticktin: István Mészáros: pensar la alienación y la crisis del capitalismo — SinPermiso
Carmen Bohórquez: István Mészáros, ahora y siempre — Red 58
István Mészáros: Reflexiones sobre la Nueva Internacional — Rebelión
Ricardo Antunes: Sobre "Más allá del capital", de István Mészáros — Herramienta
Francisco Farina: Hasta la Victoria: István Mészáros — Marcha
István Mészáros in memoriam : Capitalism and Ecological Destruction — Climate & Capitalism.us