"No hay porvenir sin Marx. Sin la memoria y sin la herencia de Marx: en todo caso de un cierto Marx: de su genio, de al menos uno de sus espíritus. Pues ésta será nuestra hipótesis o más bien nuestra toma de partido: hay más de uno, debe haber más de uno." — Jacques Derrida

"Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal" Karl Marx

1/12/13

La Política de Rebelión Popular de Masas y el Movimiento Democrático Popular (MDP) | Una mirada a la política de alianzas del Partido Comunista de Chile bajo Pinochet [1980-1988]

Claudio Pérez Silva  |  La gran mayoría de los estudios relativos a la historia reciente del Partido Comunista de Chile, centran su mirada en el impacto del golpe militar sobre la trayectoria de éste, en el viraje insurreccional de su estrategia y más particularmente, en el significado y desarrollo de la llamada Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM). A partir de lo anterior, nos interesa indagar en la política de alianzas desarrollada por este partido en tiempos de La Rebelión Popular de Masas, concretamente en su apuesta por el Movimiento Democrático Popular, bloque que articuló a tres referentes de la izquierda chilena, el Partido Comunista, el Partido Socialista dirigido por Clodomiro Almeyda y el Movimiento de Izquierda Revolucionario, durante el ciclo 1983-1988.

Escenarios y dinámicas políticas de la dictadura chilena, 1973-1989

El Golpe de Estado de 1973, no fue un cuartelazo, menos el inicio de una dictadura para restablecer a la oligarquía chilena el poder perdido bajo el gobierno de la Unidad Popular. Fue una intervención completa, del conjunto de las Fuerzas Armadas y de Orden, para reconfigurar a la sociedad chilena sobre nuevas concepciones sociales, políticas y económicas. Fue por tanto, una refundación (YOCELEVSKY, 2002; GARRETON, 1981a-1981b; GOICOVIC, 2006).

Para ello, la dictadura llevó adelante una política represiva a través del terrorismo
de Estado (Detenidos desaparecidos, ejecutados políticos en falsos enfrentamientos, exiliados, presos políticos, relegados, torturados), principalmente contra militantes de los partidos de izquierda con fuerte peso en la clase trabajadora organizada, el mundo sindical campesino y en el movimiento de pobladores. Lo anterior, a objeto de terminar con los vínculos entre las expresiones orgánicas del movimiento popular y los referentes políticos de izquierda (ÁLVAREZ, 2003; GUTIÉRREZ, 2003 y PINTO, 2006: 153-205). El terror fue la forma preferente para frenar todo intento de resistencia a la dictadura (GOICOVIC, 2006; RETTIG, 1991; y GARRETON, 1989).

Según Igor Goicovic, los objetivos más golpeados por los cuerpos de seguridad del régimen fueron las direcciones políticas en la clandestinidad (PS y PC), y especialmente, los cuadros político-militares de la insurgencia armada (MIR). De esta manera, las condiciones políticas para la refundación capitalista y la construcción de la nueva sociedad estaban absolutamente garantizadas (GOICOVIC, 2006). A nuestro juicio, este es el papel central de la represión llevada adelante los primeros años de la dictadura.

En función de lo anterior, sostenemos que las Fuerzas Armadas (FFAA) que llevaron adelante el golpe de Estado y dieron forma y contenido a la dictadura, no se encontraban solas en este objetivo refundacional, ni tampoco aisladas desde el punto de vista político interno. Su correlación de fuerzas fue muy amplia y significativa, la conformaron, el aparato militar del Estado, constituido por las tres ramas de las Fuerzas Armadas y de Orden (Carabineros), además de sus cuerpos de seguridad.  Se aglutinaron con ellas, la Corte Suprema de Justicia y un importante segmento de magistrados del Poder Judicial; los sectores tradicionales de la sociedad chilena en torno oligarquía terrateniente; el grueso de la burguesía financiera y comercial, también los sectores industriales. De igual forma, fueron parte del entramado golpista, importantes sectores de las capas medias (aunque luego se sumaron a la oposición). Sobre todo, los aglutinados en los colegios profesionales como el de abogados, médicos, ingenieros y profesores. Así como transportistas y comerciantes (GOICOVIC, 2006).

Desde el punto de vista político, destacan los apoyos irrestrictos de la derecha chilena y de una parte importante de la Democracia Cristiana, encabezados por los ex presidentes Eduardo  Frei Montalva y Patricio Aylwin Azocar.

Con estas fuerzas y apoyos, la dictadura llevo adelante la refundación de la sociedad y la economía chilena en torno a la matriz neoliberal. La nueva economía, reforzó el carácter dependiente y exportador de materias primas. Fomentando la inversión extranjera (aparte del cobre) en las áreas forestales, de pesca y agroindustrial.  Se privatizaron las empresas del Estado y se privilegió la importación de manufacturas, ahogando y terminando con gran parte de la industria nacional.

Los cambios económicos con mayor impacto sobre la población se encuentran en el espacio de los servicios (GOICOVIC, 2006). Se traspasaron las previsiones a entidades privadas (Administradoras de Fondos de Pensiones (AFPs), misma situación para el sistema de salud y Educación. Los resultados de estos procesos fueron la cesantía de miles de trabajadores.

Desde el punto de vista social y político, se produce una transcendental desvinculación de este segmento importante y estratégico de trabajadores con las sobrevivientes expresiones orgánicas del mundo sindical y en consecuencia, con los elementos subjetivos e identitarios que caracterizaban a la izquierda chilena. (BRUNNER, BARROS y CATALÁN, 1989; GOICOVIC, 2006).

Pero sin duda, la obra que consolidó a la dictadura y fijó la ruta principal de la refundación capitalista fue la Constitución Política de 1980. Este ordenamiento, en lo fundamental y a modo de herencia, configuró a la sociedad chilena en torno al mercado y estableció los criterios y marcos formales por los que debía desenvolver y caminar el régimen político en Chile hasta nuestros días.

No obstante, el proceso de transformación económica y de refundación institucional llevado a cabo por la Dictadura Militar chilena a partir de 1973, se vio obstaculizado, desde 1982, por una severa crisis económica y, un año más tarde, por multitudinarias y radicales protestas sociales con importantes grados de violencia (GOICOVIC, 2006; Cf. GUILLAUDAT y MOUTERDE, 1998; SALAZAR, 1990; WEINSTEIN, 1989; DE LA MAZA y GARCÉS, 1985; BRAVO, 2012).

En este escenario, la oposición a la Dictadura Militar inició un lento pero sostenido proceso de reorganización y reagrupamiento (VALDIVIA, ÁLVAREZ y PINTO, 2006). Sus fundamentos políticos fueron: El derrocamiento de la Dictadura Militar y la democratización de la vida económica, social y política. Dos referentes de superación de la dictadura se constituyeron (en 1983) a ese efecto: El Movimiento Democrático Popular (MDP), que aglutinaba a la denominada izquierda histórica: El PC y el PS. A ellos se sumaba por primera vez, el MIR (GOICOVIC, 2006; BRAVO, 2012). Buscaba derrotar a la Dictadura, utilizando “todas las formas de lucha”, incluida la violencia; construir una “democracia popular”, con el objetivo de acercar nuevamente la dirección del país en torno al camino del socialismo[3].

La otra alternativa, se articulaba en la Alianza Democrática (AD), cuya dirección hegemónica estaba bajo la Democracia Cristiana (DC), se sumaban a ella, los diversos sectores del socialismo renovado (MAPU, MAPU-OC y una fracción del Partido Socialista encabezada por Ricardo Núñez) y el Partido Radical (PR). Su apuesta era el fin de la Dictadura Militar a través de la movilización social, rechazando eso sí, todas las expresiones violentas del movimiento popular y de la izquierda chilena. Como objetivo, se planteaba la recuperación de la democracia (GOICOVIC, 2006; VALDÉS, 2009; BOENINGER y SERRANO, 2009; BRAVO, 2012 y OTTONE, 1986).

Con la reactivación del campo popular y los partidos de la izquierda chilena a inicios de los ochenta, sumado además a los graves efectos de la crisis económica y las nacientes muestras de descontento y rechazo al régimen durante el ciclo de protestas populares, se abrieron importantes debates respecto de las posibilidades de derrotar a la dictadura, logrando además, una salida “democrática popular”. Lo anterior se manifestó a través de complejos debates al interior de la izquierda chilena respecto de las vías para terminar con la dictadura, particularmente la relevancia de la lucha militar en el enfrentamiento con ella.

De esta manera, el periodo abierto por las jornadas de protestas populares, así como el desarrollo de la lucha miliciana y militar, además del nacimiento y accionar armado de organizaciones político-militares como el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y otras, generarán, a nuestro juicio, y esto a modo de hipótesis, un nuevo ciclo de violencia política en Chile. Caracterizado en esta oportunidad, por el surgimiento y protagonismo político-militar de nuevos actores, como los partidos políticos de izquierda y la juventud popular (a diferencia del ciclo pasado 1973-1983, marcado por la violencia hegemónica de las Fuerzas Armadas). Así, el  contexto social y político de las protestas, permitirá el desarrollo, masificación y legitimación de diversas formas de luchas, incluida la lucha armada y las expresiones de violencia política popular, incorporando de esta forma, nuevas prácticas y concepciones de lucha a los tradicionales repertorios del movimiento popular.

En este escenario, las acciones armadas en contra de la dictadura como ataques a cuarteles militares y policiales, los sabotajes, voladuras de torres y líneas férreas, ajusticiamientos a miembros de los cuerpos de seguridad, secuestros, recuperaciones de dinero, armas y comida; los copamientos territoriales, las emboscadas y las propagandas armadas, así como las actividades milicianas relacionadas con la autodefensa de masas, se incrementaron e intensificaron notablemente, por lo menos hasta fines de la dictadura.

Estas expresiones de lucha, así como el protagonismo del movimiento popular y la retoma de la iniciativa política por parte de la izquierda en la dinámica y en el escenario de conflictividad, como es de esperar, no sólo tuvieron una violenta respuesta por parte de la dictadura, también preocupó y llamó la atención de los sectores opositores articulados en torno a la AD y principalmente, de Estados Unidos. Lo cual provocó una importante arremetida diplomática orientada a posibilitar una salida política negociada con la dictadura.

A partir de 1985, bajo las riendas del Departamento de Estado Norteamericano y la cúpula de la Iglesia Católica Chilena, se articuló un bloque de agrupaciones políticas de la oposición, principalmente las que eran parte de la AD, más algunos representantes político-civiles de la Dictadura Militar, a objeto de lograr un gran Acuerdo Nacional. Lo fundamental fue establecer los límites temporales y formales de la dictadura al igual que las dinámicas y sentidos de la democracia a reconstruir (GOICOVIC, 2006). 

No obstante, se buscaba de igual manera, frenar el desborde del movimiento popular y una posible salida revolucionaria. En paralelo al proceso negociador, se aisló a los sectores de la izquierda chilena que planteaban una salida rupturista y continuaban postulando la centralidad de la clase obrera y el pueblo en el desarrollo del proceso de transformación social, además del socialismo como horizonte societal. 

El resultado del proceso de negociación fue la aceptación por parte de los partidos de la AD del itinerario político, las concepciones, dinámicas y marcos formales institucionales fijados por la dictadura en función de terminar con el régimen autoritario. La dictadura a cambio, debía aceptar los resultados de los procesos electorales que contemplaba el calendario político para la recuperación de la democracia (RAMMSY, 1990 y CORREA y VIERA GALLO, 1986; Cf. MOYANO, 2010; GOICOVIC, 2010: 59-86; JOIGNANT, 1999 y BOENINGER, 1997: 340-346). 

Transformaciones de la izquierda chilena bajo dictadura

El proceso de revisión política-teórico, de crítica y autocrítica desarrollado por los principales cuadros dirigentes de los partidos de izquierda, fundamentalmente respecto de las causas que llevaron a la derrota de la Unidad Popular y las discusiones relacionadas con la caracterización de la dictadura y las formas para terminar con ella, generaron una serie de interpretaciones y respuestas por parte de las distintas colectividades políticas.

Consecuentemente, estas discusiones, interpretaciones y revisiones políticas orgánicas y personales, trajeron como resultado profundos cambios políticos que se graficaron posteriormente en el replanteamiento de los objetivos tácticos, en el rediseño orgánico y político de estas colectividades, en la política de alianzas y más particularmente en las características y sentido de la militancia política.

En cuanto al Partido Comunista de Chile, la gran mayoría de los estudios relativos a su historia reciente, centran su mirada en el impacto que tuvo el golpe militar sobre la trayectoria de éste y en la reflexión política-teórica desarrollada al calor de la lucha en contra de la dictadura, más particularmente, en los debates, las características, significados y desarrollo del viraje insurreccional de su estrategia bajo dictadura, es decir, en el surgimiento de la llamada Política de Rebelión Popular de Masas (PRPM). En estos estudios se relevan elementos de análisis como las causas y significados de la derrota política y militar de la Unidad Popular; la crítica externa surgida desde los países de la órbita socialista; el reencuentro con la ortodoxia teórica comunista, la autocrítica y las propuestas políticas pos golpe militar desarrollada por la militancia comunista (en el exilio y en nuestro país); los efectos del alargue y la institucionalización de la dictadura; los significados o impacto de los procesos políticos de Portugal e Irán, igualmente los procesos revolucionarios en Centro América; la experiencia de clandestinidad y su efecto en los militantes comunistas que vivieron en Chile los primeros años de la dictadura y el fracaso o imposibilidad de materializar un Frente Antifascista con la inclusión de la Democracia Cristiana.[5]

En cuanto al Partido Socialista, los pocos estudios existentes sobre esta colectividad dan cuenta del acelerado, intenso y productivo proceso de discusión y renovación política, sus efectos en la configuración política, ideológica y  programática. También podemos destacar los estudios que relevan la radical autocrítica desarrollada al interior de este partido en torno al papel del PS y la izquierda en el desarrollo y colapso de la Unidad Popular; la articulación de un nuevo discurso sobre el sujeto político, lo político-social, el valor de la democracia y las alianzas históricas de la izquierda chilena hasta la década del 70. En ellos se da cuenta de los distintos debates y de la renovación política y teórica vivido por la militancia en el exilio, el proceso de circulación de ideas, su impacto en la militancia afincada en Chile y su traducción posterior en una variada gama de instancias, expresiones orgánicas y corrientes políticas que se levantaron desde el socialismo para enfrentar a la dictadura (GUTIERREZ, 2003; ARRATE, 2003; ORTIZ 2007; AZOCAR, 2007; MOYANO, 2007 y 2011).

Respecto del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), los estudios caracterizan y analizan las principales etapas y lineamientos políticos por los cuales atravesó esta organización en dictadura. Dando cuenta de una etapa de resistencia-exterminio y reorganización. Relevándose los principales debates internos respecto del carácter de la dictadura, la rearticulación del movimiento popular y los planes políticos del MIR para enfrentar a la dictadura, particularmente la denominada operación retorno como punto de quiebre en la historia de esta organización.  Por otra parte, encontramos trabajos monográficos que dan cuenta del proceso de politización de jóvenes pobladores al calor de los efectos de la crisis económica, las primeras protestas nacionales y la rearticulación de la izquierda. Relevándose el papel de las milicias de la resistencia popular y la nueva política de los levantamientos territoriales del MIR a partir del fracaso de la operación retorno y las distintas fracturas políticas que comienza a vivir esta organización a partir de 1986 (GOICOVIC, 2003-2010 y 2011; PINTO, 2006 y 2008; ARANCIABIA y RAMOS, 2009; PEÑAFIEL 2010; LEIVA, 2010; SANDOVAL 2011).

Los elementos señalados más arriba, son a nuestro parecer los puntos centrales que explican las principales tensiones o discusiones que se desarrollaron en los diversos partidos de la izquierda chilena durante la dictadura y que permitieron a la postre importantes cambios políticos en su táctica para el periodo, como en sus  realineamientos en las alianzas políticas. Lo anterior, se vio reflejado en 1983 con el surgimiento del Movimiento Democrático Popular, iniciativa política que no solo trastocó la historia del PCCH y el MIR en cuanto a alianzas  políticas, sino también la historia política de nuestro país al convertirse este referente, en un importante conductor y articulador de las luchas en contra de la dictadura.

Consideramos que los estudios desarrollados hasta ahora sobre la izquierda chilena durante la dictadura consiguen describir, caracterizar y comprender históricamente el proceso de cambios políticos y orgánicos sufridos por estas organizaciones durante los primeros años de la dictadura. Sin embargo, no logran identificar, caracterizar e integrar un elemento clave dentro de la nueva configuración política que se abre a partir del ciclo de protestas (1983-1988). Nos referimos al amplio margen político desarrollado a partir de los bloques o alianzas que caracterizaron a la oposición a la dictadura, en nuestro caso el MDP.

Creemos que la comprensión de este proceso es fundamental para entender la evolución de estos partidos durante la década del setenta y ochenta y más importante todavía, dar cuenta de los ritmos, características, intensidad y evolución del conflicto social, político y armado, desencadenado en contra de la dictadura. Aspectos que a nuestro juicio permiten explicar la trama política que da pie al acuerdo nacional para la salida de la dictadura y la transición democrática.
             
El Golpe de Estado y el Partido Comunista de Chile. Del Frente Antifascista al Movimiento Democrático Popular

En Chile, las apuestas del PCCh desarrolladas inmediatamente después del Golpe de Estado, tendieron principalmente a reanimar a la militancia comunista y las distintas expresiones del movimiento popular donde este partido tenía gran incidencia. Por otra parte, desde el punto de vista de su accionar, la apuesta se centró en las denuncias sobre las violaciones  a los derechos humanos y el carácter fascista de la dictadura.
Los balances políticos relacionados con las causas de la derrota de la Unidad Popular tardaron en aparecer. Más bien, las orientaciones partidarias tendieron a obviar esta problemática, optando por concentrar todos los esfuerzos en el fin de la dictadura (ÁLVAREZ, 2003).

A nuestro juicio, lo anterior implicó desde el punto de vista político y táctico, una continuidad importante e irrestricta de las líneas políticas partidarias, al carácter de la revolución y sus concepciones políticas. De igual forma, se mantuvo la visión y el papel asignado a los  distintos sectores y actores sociales con las cuales el PCCh construyó su proyecto político hasta el Golpe de Estado. Las alusiones o  referencias parciales respecto de la experiencia de la UP, tendieron a resaltar lo acertado y correcto de la línea política del Partido. Lo cual significó, entre otras cosas, que los elementos de análisis y las políticas planteados hasta ese momento para enfrentar la dictadura, tendieran  a complementar y dar continuidad a las concepciones y apuestas políticas desarrolladas históricamente por el PCCh, más que a tensionarlas o ponerlas en cuestión.

Según Rolando Álvarez, es recién en 1975 donde se pueden encontrar en Chile, los primeros análisis profundos y críticos realizados por la dirección del partido respecto de la experiencia de la Unidad Popular. En ellos, se establece que  es fundamentalmente la denominada “ultraizquierda”, caracterizada como “el caballo de Troya del imperialismo”, con su labor de zapa, quien “junto a la de la derecha y el Imperialismo, había provocado el aislamiento de la clase obrera, impidiendo ensanchar sus alianzas, factor considerado determinante para la continuidad de la “experiencia chilena”.[6]

Para la dirigencia comunista del interior, entre los factores que incidieron en la derrota del proyecto de la Unidad Popular, es más, “el factor principal”, se encuentra “sin duda el éxito alcanzado por los enemigos en aislar a la clase obrera y otros sectores revolucionarios en el periodo anterior al golpe”.[7] Generando de esta forma, una correlación de fuerzas sociales y políticas desfavorable a los sectores proclive a los cambios, situación que fue aprovechada políticamente por la oposición al Gobierno Popular para derribarlo.

Este elemento de análisis es central para comprender la continuidad de la política de alianzas del PCCh durante los primeros años de la dictadura, particularmente la apuesta por la construcción del Frente Antifascista. Según la dirigencia comunista, el carácter del golpe y las políticas de la dictadura, crean las condiciones propicias para lograr la más amplia unidad social y política en contra de la tiranía, ya que los “enemigos fundamentales del pueblo de Chile, los que han desencadenado el golpe y profitan de la situación actual son los mismos del pasado: el imperialismo y la oligarquía monopolista y terrateniente”.[8]

En base a la lectura anterior, el PCCh, plantea que se “han creado así, objetivamente, condiciones para un frente unitario muy amplio. En el terreno político esta situación reafirma la vigencia de la Unidad Popular como expresión unitaria del pueblo, pero, al mismo tiempo, impone ir más allá, a la acción común y la unidad con sectores del pueblo que no estuvieron con el Gobierno Popular.”[9]

Así, gran parte del análisis y la trama histórica construida por el PCCh después del golpe, independientemente de la autocrítica realizada posteriormente, se aferró a la defensa y relevamiento del proceso político que permitió la experiencia de la Unidad Popular. Por tanto, sosteniendo la posibilidad de conquistar el poder por la vía no armada. 

En cuanto a las dinámicas y factores inherentes del movimiento popular que se conjugaron con la derrota de la Unidad Popular, se encuentran las importantes divergencias de apreciación entre los partidos de la izquierda chilena. Lo que imposibilitó, a juicio del PCCh, la materialización de los lineamientos programáticos del movimiento popular. Así, para los comunistas, uno de los factores claves de la derrota fue la inexistencia “de una dirección única del proceso revolucionario capaz de llevar adelante una política de principios que sorteara los riesgos de las deformaciones oportunistas de <izquierda> y derecha.”

Por otra parte, pero siguiendo la misma línea de análisis, uno de los elementos que a juicio del PCCh, permeó, debilitó y profundizó las diferencias en la U.P. y la dirección única del movimiento popular, “fue la permanente labor de zapa contra la unidad socialista-comunista y de la Unidad Popular realizada por la ultraizquierda, interesada sobre todo en la creación de un <polo revolucionario> con clara definición anticomunista, que se proponía desarrollar como centro de dirección que reemplazara a la <dirección reformista> supuestamente impuesta por nuestro Partido”.[11] 

Según el PCCh, la retórica de la ultraizquierda, no se quedaba en el aire, allanó importantes espacios y retumbó en la propia dirección de uno de los partidos claves de la Unidad Popular, el Partido Socialista de Chile. Este elemento de análisis esgrimido por el PCCh, se convertirá en uno de los pilares centrales y rectores para explicar las dinámicas internas de la Unidad Popular. Será relevado además, recurrentemente por los dirigentes comunistas, tanto del interior como del exterior, como uno de los factores principales causantes de la derrota del Gobierno Popular.  Incluso, es posible observar, que en la gran mayoría de las evaluaciones realizadas posteriormente a estos análisis sobre la experiencia de la Unidad popular, si bien se profundiza y agregan otros elementos explicativos, de ningún modo le quitan centralidad al papel jugado por la “ultraizquierda”.[12]

Entre las políticas y concepciones ultraizquierdistas que influyeron y operaron negativamente sobre el movimiento popular, se encuentran las críticas realizadas a la política de alianza de la Unidad Popular, particularmente las desarrolladas con el Partido Demócrata Cristiano y el sector constitucionalista de las Fuerzas Armadas. Según el PCCh, dichas críticas e incidencias, habrían provocado que el sector encabezado por el ex presidente Frei, aglutinara en torno suyo, al sector burgués reaccionario de la Democracia Cristiana, alineándolo en función de una política y una “actitud de oposición ciega al Gobierno Popular; lo que facilitó la labor de los golpistas a los que el Sr. Frei y su grupo prestaron abierta colaboración en la esperanza de volver a ejercer una parte del poder.”[13]

En cuanto a las críticas lanzadas respecto de la alianza política llevada adelante con el sector “constitucionalista y patriota de las Fuerzas Armadas”, para el PCCh, esto habría provocado el aislamiento y debilitamiento de las concepciones y posiciones de este sector en el grueso de las Fuerzas Armadas, abriendo el camino a “la labor del fascismo para agrupar a la mayoría de la oficialidad en sus rangos, y a la postre, bloquear toda resistencia interna al golpe.”[14]

Todos estos aspectos, terminaron minando las posiciones de la Unidad Popular y su correlación de fuerza. Las concepciones y las actitudes del ultraizquierdismo, generaron las condiciones propicias, según los comunistas, “para la fascistización relativa de la pequeña burguesía y otras capas medias, para la exacerbación de sus ánimos oposicionistas”. Concluyendo en base a la experiencia chilena,  “que el imperialismo y la reacción sacan inmenso provecho del ultraizquierdismo  que lo promueven y lo alientan sistemáticamente y de diversos modos para derrotar a los pueblos”.[15]

Lo importante de estas reflexiones es que fijan en gran medida los márgenes, criterios y contenidos con los cuales se articulará y desarrollará la política de alianzas del PCCh durante los años setenta. Las alusiones y críticas permanentes al papel de la ultraizquierda (principalmente al MIR) en las causas de la derrota de la Unidad Popular, también tuvieron continuidad en las políticas levantadas por los comunistas chilenos para enfrentar a la dictadura.

Según el PCCh, el papel principal en la lucha contra la dictadura lo tienen las masas, su movilización y amplitud con todos los sectores democráticos, progresistas y antifascistas. Toda actividad ajena o desvinculada de las masas, no solamente eran un error, sino además, llamaba y daba justificación a la represión del fascismo sobre los sectores democráticos. De ahí que rechazará cualquier intento de enfrentarse armadamente a la dictadura.

Frente a este tipo de iniciativas, señalaba que las masas y el  movimiento popular debían expulsar de sus prácticas y concepciones, aquellas ideas y apuestas “pequeño burguesas” de las ayudas o los “impulsos externos” para que el pueblo pueda ponerse en marcha  y desarrollar sus luchas. Por ello, señala que “el verdadero movimiento de masas, capaz de generar una situación revolucionaria es el que se construye a partir de los problemas concretos que enfrenta el pueblo”[16].

En base a lo anterior, criticó y rechazó cualquier intento por desarrollar acciones armadas y aisladas de las masas, procurando realizar principalmente actividades tendientes a ocupación y recuperación de espacios y dinámicas políticas democráticas, que aislarán, anularan y frenaran la violencia reaccionaria (represiva).

A partir de estas consideraciones, orientó sus esfuerzos por construir una amplia alianza política con la Democracia Cristiana, rechazando de plano, cualquier intento de articulación político con el MIR. No solamente por el análisis realizado respecto de las responsabilidades que le cabrían al MIR en el Golpe de Estado y la derrota de la Unidad Popular, sino fundamentalmente por su crítica al aventurerismo y el actuar aislado y desvinculado de las masas.
           
Desde 1974, el PCCh se lanzó con todo a la creación del Frente Antifascista. Señalaba la necesidad de aprovechar los supuestos resquebrajamientos que se presentaban al interior de las Fuerzas Armadas producto de las tensiones de algunos generales con Pinochet. De igual modo miraba con buenos ojos, las críticas y alejamiento entre las cúpulas de la Democracia Cristiana que apoyaron el Golpe de Estado (sectores liderados por Eduardo Frei) y los militares.[17]

De esta manera, y partiendo de la lectura del amplio margen de rechazo y aislamiento nacional e internacional en el cual se encontraba la Junta Militar, el PCCh presentaba su propuesta de creación del Frente Antifascista. A través de una declaración señalaba que el fin de este frente era “la derrota de la dictadura, la destrucción del Estado totalitario y policial…, la construcción de un nuevo estado democrático, nacional, pluralista y popular que desarrolle todas las conquistas que nuestro país y su pueblo han alcanzado, que liquide el poder del imperialismo y de la gran burguesía monopólica y agraria y resguarde los intereses de las grandes mayorías nacionales, construyendo una nueva economía que garantice el desarrollo independiente del país.”[18].

Agregaba además, que las luchas del Frente Antifascista, por sus características y amplitud generarían  el gobierno más democrático que Chile haya tenido y “que la lucha por una democracia renovada es el único camino que conducirá más temprano que tarde, al proletariado y sus aliados a constituir una sociedad superior más justa, la sociedad socialista, sobre la base de un proceso que cuente con el apoyo de la mayoría inmensa del país”[19]

Los análisis y reflexiones sobre la derrota de la Unidad Popular estuvieron presentes claramente en las formulaciones políticas que levantó el PCCh para enfrentar a la Junta Militar y proyectar la construcción del nuevo orden político post-dictadura. En función de lo anterior, es posible sostener,  que durante todos los años setenta, independientemente que  agregaran o precisaran algunas temáticas y factores precipitantes respecto de la derrota de la Unidad Popular, en las que se fueron incluyendo las propias responsabilidades políticas de la dirigencia comunista, en lo sustancial, no cambió su política del Frente Antifascista y la centralidad de la Democracia Cristiana en el proceso político de unidad para enfrentar a la dictadura. Lo fundamental era evitar el aislamiento de la clase obrera, acercar a los sectores medios y el centro político, principalmente el PDC, hacia el proyecto de transformación social llevado adelante por la izquierda. Por otra parte, las diferencias tácticas con el MIR y su crítica al actuar aislado de las masas, al aventurerismo y el terrorismo, se mantuvieron con fuerza  por lo menos hasta el fin de la política del Frente Antifascista.
           
No obstante, a inicios de la década del ochenta, importantes cambios en el escenario político nacional y en las dinámicas internas del PCCh y los partidos de la izquierda chilena en función de las apuestas para derrotar a la dictadura, generarán condiciones propicias para nuevos reagrupamientos políticos.
           
De esta forma, la imposibilidad y fracaso de la política de alianzas en torno a la construcción de un Frente Antifascista, con inclusión y centralidad de la Democracia Cristiana, así como el alargue e institucionalización de la dictadura y la emergencia de la Política de Rebelión Popular de Masas levantada por el PCCh a principios de los ochenta, se convertirán en el escenario y en la base fundamental para la configuración de los nuevos agrupamientos políticos desarrollados  por el PCCh a comienzo de los años ochenta.
           
Al respecto, estimamos que el fracaso de la política del Frente Antifascista y las negaciones tajantes de la DC para el establecer acuerdos y unidad con el PC, significó un vuelco a la izquierda por parte del PC en cuanto a alianzas, evitando de esta manera el aislamiento político.
           
El rechazo y las críticas de la DC frente a los llamados del PCCh a desarrollar todas las formas de lucha, incluida la violencia contra la dictadura, son una de las tantas diferencias que la Democracia Cristiana lanzó a los comunistas chilenos. A ella, habría que agregar las profundas diferencias ideológicas y políticas que desde antes de la dictadura planteó en torno a temáticas como la dictadura del proletariado, la centralidad de la clase obrera en el proceso de transformación social, su estructura leninista y sus vínculos con la URSS.
           
De esta forma, el desarrollo de la política militar del PCCh en el contexto de la rebelión popular y las jornadas de protestas nacionales, así como la creación de su fuerza militar propia (el Frente Patriótico Manuel Rodríguez), solo vinieron a acrecentar las tradicionales y viejas diferencias insalvables con el centro y particularmente con la DC (Frei, Tomic, Castillo y Arriagada, 1986).
           
En otro sentido, el debilitamiento y desaparición de la histórica alianza política (Unidad Popular) que llevó al triunfo electoral de Salvador Allende en 1970, es otro factor que a nuestro juicio posibilitó los nuevos reagrupamientos políticos en Chile, tanto los que llevó adelante la izquierda con la hegemonía del PCCh, como la desarrollada por la DC en torno a la AD. Este factor tiene múltiples orígenes e implicancias. 
           
Por una parte, como señalamos, las evaluaciones realizadas por las distintas colectividades respecto de las causas de la derrota de la Unidad Popular generaron importantes cambios políticos en la izquierda chilena, tanto en el ámbito de las concepciones como en las expresiones orgánicas. Una de las manifestaciones más clara de este proceso, es el surgimiento muy temprano de importantes reflexiones políticas que dieron sentido y empuje al denominado proceso de renovación socialista. 
           
En lo fundamental, la autocrítica desarrollada respecto de la centralidad de la clase obrera y el alejamiento de los sectores medios del proceso de cambios, más la incompatibilidad entre democracia y socialismo, llevaron a un sector del socialismo en el exilio a plantear profundas críticas respecto de la tesis de la dictadura del proletariado y del bloque soviético (MOYANO, 2010).
           
De esta forma, se producían punzantes debates y tensiones al interior del socialismo chileno, que provocaron las primeras fracturas y distanciamientos políticos entre importantes referentes, tanto en Chile como en el exilio. Por otra parte, también se agigantaron las diferencias entre socialistas y comunistas lo que se tradujo más tarde en la inoperancia, debilitamiento y casi existencia formal de la Unidad Popular (en el ámbito de las declaraciones), para luego a fines de los setenta sepultarla.
           
En este sentido, el desmembramiento del socialismo, no solo afectó a la unidad del PS, también al PCCh, ya que uno de los pilares fundamentales con los cuales construyeron su política de alianzas y su proyecto histórico, no solo se fraccionaba, sino también transitaba por un camino que se distanciaba profundamente de las concepciones y apuestas de los comunistas chilenos.
           
De esta manera, numerosos contingentes de socialistas, a partir de las críticas señalas, engrosarán en los años ochenta el bloque histórico construido bajo la hegemonía de la Democracia Cristiana, que implicaba entre otras cosas no solo la renuncia al socialismo, sino también el rechazo a construir cualquier alternativa de gobierno o coalición con la izquierda que continuaba postulando la construcción del socialismo y la hegemonía-centralidad de la clase obrera (RIQUELME, 2009; VENEGAS, 2009).
           
En otro sentido, la rearticulación del movimiento popular y los partidos de la izquierda chilena a fines de la década del setenta, permitieron salir del estado de sobrevivencia y retomar la iniciativa política en perspectiva de movilizar a distintos sectores sociales en contra de la dictadura. Junto al movimiento de derechos humanos, renace el movimiento de pobladores, estudiantil y sindical. Aunque todavía en un nivel embrionario, estas experiencias a nivel de base o sectorial, posibilitaron significativos acercamientos sociales y políticos entre la militancia de izquierda, sentando las bases organizativas de las diversas expresiones del movimiento popular que más tarde, en el contexto de las jornadas populares de protesta, jugarán un rol protagónico en el desarrollo, masificación y radicalidad de ellas.

En el caso del PCCH, las investigaciones referidas a su historia reciente, sostienen que la intensidad e impacto de la derrota política y militar sufrida por la Unidad Popular; la crítica externa emanada por el movimiento comunista internacional; la autocrítica pos golpe militar levantada por la propia militancia comunista; la experiencia política de clandestinidad vivida en Chile por la militancia los primeros años de la dictadura; además del alargue e institucionalización de la dictadura; la influencia y significados de los procesos revolucionarios en Centro América, particularmente la triunfante revolución sandinista; y la imposibilidad de materializar un Frente Antifascista con la inclusión de la Democracia Cristiana, generaron un amplio y áspero debate al interior del partido. En ese escenario y dinámica partidaria interna, se puso en cuestión la línea política que apostaba por el agotamiento y fin de la dictadura a partir de la presión internacional y el desmoronamiento de ella  a través del aislamiento político y social interno, que debía ser generado, por la movilización de masas y el amplio rechazo provocado por las alianzas políticas de la oposición.

Los elementos señalados más arriba, son a nuestro parecer los puntos centrales que explican las principales tensiones o discusiones que se desarrollaron al interior del PCCH durante la década del 70 y que permitieron a la postre importantes cambios políticos orientados a posiciones insurreccionalistas.  Lo anterior, se vio reflejado en dos grandes iniciativas políticas que trastocaron no solamente la historia del PCCh, sino también la historia política de nuestro país. Nos referimos al surgimiento de la Política de Rebelión Popular de Masas y la decisión de crear por primera vez en la historia del Partido Comunista de Chile, una Fuerza Militar Propia:  el Frente Patriótico Manuel Rodríguez[20].

Para el Partido Comunista de Chile, el inminente proceso de institucionalización y alargue de la dictadura, cerraba todas las salidas consensuadas o pacíficas para el fin de ella.  Señalaba que era el fascismo quien creaba “una situación frente a la cual el pueblo no tendrá otro camino que recurrir a todos los medios a su alcance, a todas las formas de combate que lo ayuden, incluso a la violencia aguda, para defender su derecho al pan, a la libertad y a la vida”.[21]

A nuestro juicio, este proceso de redefiniciones y apuestas políticas para terminar con la dictadura, significó para la militancia comunista transformar radical y cualitativamente el carácter y los contenidos de su tradicional lucha, así como también sus alianzas políticas.

Al respecto, estimamos que el surgimiento de la PRPM, es uno de los factores fundamentales experimentados por el PCCh a la hora de identificar los acercamientos políticos y tácticos más significativos, entre dicho partido, y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

En términos concretos, la Política de la Rebelión Popular se transformó en una estrategia para terminar con la dictadura, lo cual asumía e interpretaba según el PCCh, el amplio malestar popular en contra del régimen, posibilitando la incorporación de miles de chilenos al enfrentamiento con ella. Toda la lectura anterior, tomará cuerpo y se profundizará a partir de dos importantes coyunturas. Por una parte, el impacto de la crisis económica y los graves efectos que tuvo sobre la mayoría de la población, y por otra, las variadas, masivas y violentas manifestaciones de protesta popular que se desarrollaron a partir de 1983 en contra de la dictadura.

Será justamente al calor de los procesos señalados más arriba, donde el PCCh arrimará a precisiones políticas y tácticas más claras respecto de su nueva apuesta para echar abajo la dictadura, la cual contemplaba entre otras cosas, la utilización de la violencia y la incorporación del componente armado como un elemento integrante más de la acción política.

Lo anterior, lo podemos identificar a partir de las reflexiones y apuestas políticas que, públicamente diera a conocer el PCCH en torno al tema militar a través de su principal revista teórica-política, la Revista Principios. En ella señala, a inicios de 1982 (un año antes de las jornadas de protestas), que el proceso de desarrollo de la Fuerza Militar Propia obedece a las etapas y dinámicas de la rebelión popular y la salida insurreccional. Que mientras no se presenten claras manifestaciones de lucha antifascista, esta “fuerza militar existe sólo en un estado básico, simplemente operativo, cuyas acciones se inscriben durante un tiempo largo sólo dentro del sistema específicamente político de la lucha antifascista. El contenido de sus acciones son por lo mismo, propagandísticas y de agitación, así como de autodefensa elemental, etc. Es decir, no tienen aún ni contenidos ni proyecciones militares”.[22]

No obstante lo anterior, el PC señalaba que en otro momento político o en otras condiciones del desarrollo de la rebelión popular, en una etapa superior de conflictividad, “la fuerza militar se transforma: de simple frente operativo en una estructura militar del partido. Porque las consecuencias de su acción, y por ende sus objetivos centrales, van más allá de las necesidades específicamente políticas de la agitación, la propaganda y la elevación del estado de ánimo del pueblo; y apuntan ahora a las necesidades de paralizar, debilitar y aniquilar parcialmente al enemigo también en el campo de las acciones militares, es decir armadas.”[23]
           
Consideramos que las nuevas concepciones y apuestas del PCCh, son fundamentales para entender los reagrupamientos de la izquierda chilena. El no rechazo a la violencia y la aceptación y desarrollo por parte del PCCh,  de formas armadas de lucha para derribar a la dictadura, son a nuestro juicio, elementos claves para alivianar la carga de diferencias y disputas que caracterizaron las históricas valoraciones entre miristas y comunistas. De igual manera, las contradictorias evaluaciones realizadas por ambas colectividades sobre la derrota de 1973 quedaron supeditadas a la urgencia y posibilidad de derrotar a la dictadura. En el mismo sentido, la emergencia de  las jornadas de protestas y paros nacionales a partir de 1983, en las que tomó fuerza la salida democrática popular a la dictadura, abrieron importantes espacios, así como  dinámicas sociales y políticas para acercar a socialistas, comunistas y miristas. Todos estos aspectos, son a nuestro parecer los factores, procesos y dinámicas fundamentales para comprender la inclusión del MIR en el tradicional e histórico bloque construido por socialistas y comunistas.  
           
Por tanto, el nacimiento del MDP, obedece en primer término al cambio en la línea política del Partido Comunista a partir de 1980, con la llamada Rebelión Popular. Factor gatillante en la construcción del bloque político, serán las masivas y radicales protestas en contra de la dictadura. Por otro lado, la necesidad de levantar una alternativa de izquierda que aglutine de igual forma las distintas expresiones del movimiento popular chileno se convertirá, a nuestro parecer, en otro factor que aceleró la reconfiguración de los bloques políticos de la oposición a la dictadura y particularmente, el que articula la izquierda chilena con fuertes vínculos con el movimiento popular.
           
Lo anterior, le permitió constituirse al MDP, en uno de los principales referentes opositores a la dictadura, no solo con capacidad de convocatoria, sino también de articulación a nivel de base, sobre todo en torno la protesta popular, implicando de esta forma un avance cualitativo en la unificación social, política y programática de los sectores más radicalizados de la izquierda chilena.
           
En definitiva, serán los requerimientos abiertos por las dinámicas del conflicto, además de las necesidades surgidas de la propia implementación de la PRPM (todas las formas de lucha) la que dará sentido y una dinámica articuladora a la nueva política de alianzas del PC en el segundo periodo de la dictadura, 1983-1988.
           
El ciclo de vida política del MDP se ubica y relaciona directamente con la fase más álgida de las protestas populares contra la Dictadura Militar. Este aspecto constituye un elemento central del análisis, ya que la propuesta programática más amplia del MDP conllevaba relacionar la recuperación de la democracia con las tareas propias de la lucha por el socialismo. Por otra parte, el período también se define por la refundación del régimen político y la configuración de un nuevo entramado institucional. En este punto, el MDP elaboró su propuesta más acabada, ya que el orden institucional negaba, precisamente, toda viabilidad a la existencia política de las organizaciones agrupadas en la alianza.
           
Otro aspecto a tener en cuenta remite a los cambios sociales y culturales operados en la sociedad chilena entre 1973 y 1982 y al nivel de internalización de dichos cambios en la propuesta programática del MDP. Efectivamente, el núcleo central de dicha propuesta continuó relevando a la clase obrera como el motor de las transformaciones políticas. No obstante, el sujeto de la protesta popular y la base social en torno a la cual creció y se desarrolló el MDP y los partidos componente del bloque, fueron los pobres urbanos, muchos de ellos en tránsito a la desproletarización.
           
En cuanto a su composición y carácter, el Movimiento Democrático Popular estuvo formado por el PC, el PS dirigido por Clodomiro Almeyda y el MIR. El ámbito fundamental de su quehacer fue el trabajo de masas, nucleando a las principales organizaciones sindicales, poblacionales y estudiantiles, que se reconocían e identificaban con la propuesta política clasista y rupturista que representaba el referente.
           
Uno de los rasgos distintivos de la propuesta programática del MDP, respecto de los anteriores referentes de la izquierda chilena, fue la reivindicación de todas las formas de lucha como estrategia para enfrentar a la Dictadura Militar (la Política de Rebelión Popular del PC y la Estrategia de Guerra Popular Prolongada del MIR).
           
No obstante, la incorporación de la violencia política no sólo tensionó a la izquierda rupturista con las restantes fuerzas políticas del movimiento opositor; también tensionó internamente a las organizaciones del MDP, ya que éstas no le asignaban la misma centralidad estratégica a este componente.
           
A partir de 1983 y al  calor de las protestas urbanas, se fueron ampliando los núcleos político-milicianos que las organizaciones de izquierda habían venido construyendo, en especial el MIR desde 1978, y el PC desde 1983 a través del Trabajo Militar de Masas y las Milicias Rodriguistas. Se logró generar una estrecha relación entre las organizaciones sociales de base, a nivel territorial, y los destacamentos milicianos. Este accionar miliciano, no obstante, no se imbricó con las estructuras militares especializadas (Estructura de Fuerza Central del MIR y Frente Patriótico Manuel Rodríguez del PC) de los partidos de izquierda, constituyéndose en un déficit de la política militar y de la política de alianzas de estas organizaciones.
           
A ese mismo efecto habría que destacar que si bien el PS Almeyda definió (1979) una estrategia confrontacional con la Dictadura (Lucha de Masas Rupturista con Perspectiva Insurreccional), no desarrolló sistemáticamente durante esta fase una política militar. Esto incide, de manera importante, en el fracaso de la política antidictatorial del MDP, en cuanto que su componente distintivo fueron las formas violentas de lucha, las cuales no alcanzaron una adecuada definición  y vertebración al interior del componente unitario.
           
A pesar de lo anterior, estimamos que el MDP se constituyó, durante el período 1983-1988, en un actor político relevante. Ello se expresó a través de la visibilización que adquirió su propuesta programática, en su capacidad de convocatoria a la movilización social y política y en el carácter de interlocutor político al interior del movimiento de oposición a la Dictadura Militar. Cabe destacar además, que la propia Dictadura relevo a este actor político señalándolo como su principal y más enconado adversario. Expresión de ello fue la represión política de que fue objeto este referente y las organizaciones que lo integraban, en el ciclo 1983-1988.
           
Consideramos, también, que el MDP supuso un cambio importante en el desarrollo de la política de alianzas de la izquierda chilena. Efectivamente, tras el golpe de Estado de septiembre de 1973, tanto el programa de la Unidad Popular, como la alianza política que lo motorizó, colapsaron al interior del país. La reconstrucción de una plataforma programática unitaria para la izquierda chilena supuso un proceso lento y plagado de tensiones. Las condiciones impuestas por la clandestinidad a las organizaciones políticas de la izquierda, así como las contradictorias evaluaciones de la derrota de 1973, dificultaron la concreción de acuerdos. El MDP constituyó, en consecuencia, un avance cualitativo en la unificación social, política y programática de los sectores más radicalizados de la izquierda chilena.
           
El importante desarrollo alcanzado por la izquierda rupturista en torno a las protestas populares inauguradas en 1983, favoreció el acercamiento de las organizaciones de la izquierda tanto en la base social, como en el trabajo de direcciones. Ello permitió que el MDP se convirtiera en un  importante referente de conducción para el movimiento popular chileno.
           
No obstante lo anterior, el MDP no superó el cortoplacismo de la lucha contra la Dictadura Militar. En consecuencia no elaboró una estrategia política de largo aliento que definiera un modelo específico de transición a la democracia. Tensionado por la derrota estratégica del denominado “Año Decisivo” (1986) en la perspectiva de poner fin a la dictadura, el MDP se agotó como alianza política. Las ulteriores alianzas de la izquierda, como Izquierda Unida (1988) y el Partido Amplio de Izquierda Socialista (1989), no superaron el esquema de pacto electoral con el cual se constituyeron.

Notas

[1] Este artículo forma parte de los proyectos de investigación, "Protesta Popular y Política de Alianza en la Izquierda Chilena bajo Dictadura Militar. Una aproximación a la historia del Movimiento Democrático Popular (MDP), 1983-1988, NTI-Universidad Academia Humanismo Cristiano y "Contexto histórico y dinámicas políticas de la insurgencia armada en Chile (1978-1994)",FONDECYT, 1130323.
[2] Historiador. Universidad Academia de Humanismo Cristiano-Universidad de Santiago de Chile
[3]  Movimiento Democrático Popular (MDP) (1984), Al pueblo de Chile: Nuestra propuesta de lucha y unidad democrática. Texto mimeografiado, Santiago de Chile: MDP.
[4] Para una revisión detallada de estas problemáticas ver: ÁLVAREZ, 2003 – 2006: 101-152, - 2008:19-82; BRAVO, 2007; GOICOVIC, 2003; Arrate y Rojas, 2003; MOULIAN y TORRES, 1988; RODRIGUEZ, 1995; PINTO, 2006; MOYANO, 2007.
[5]  Para una completa y detallada revisión de estas reflexiones ver los trabajos citados de Rolando Álvarez. Ver además: CORVALAN, 2002; FURCI, 2008; VIDAL, 1995; BRAVO, 2007ª-2007b, 2008, 2010; BASCUÑAN, 1990; MOULIAN, 1997; RODRIGUEZ, 1995; GARCIA y VENEGAS, 2002; SAMANIEGO, 2002; ARRATE y ROJAS, 2003; MOULIAN y TORRES, 1988; QUIROZ, 2000; RIQUELME, 2009; VARAS, 2010; PÉREZ, 2011; ROJAS, 2010.
[6]  Álvarez, Rolando, Tesis doctoral: “La tarea de las tareas: luchar, unir, vencer. Tradición y renovación en el PC de Chile (1965-1990). Departamento de Ciencias Históricas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, 2007. Según este autor, este párrafo puede considerarse una síntesis de la visión que públicamente había hecho el PC sobre las “causas de la derrota” de la UP. Gran parte de estas reflexiones se encuentran en el documento, “El ultraizquierdismo, caballo de troya del Imperialismo”.  Declaración formulada por el PCCh en septiembre de 1975. En Los comunistas hablan desde Chile  (Ediciones Colo-Colo, 1976).
[7] Unir a millones para poner término a la pesadilla (Declaración formulada en Santiago el 20 de diciembre de 1973). En Los comunistas hablan desde Chile… Pág. 44.
[8] Ibíd. Pág. 44.
[9]  Ibíd. Pág. 45.
[10] Los acontecimientos en Chile: visión de los comunistas (artículo enviado desde Santiago, en junio de 1974, a la Revista Internacional, que lo publicó en sus ediciones de junio y agosto de 1974). En Los comunistas hablan desde Chile…Pág. 87.
[11] Ibíd. Pág. 88.
[12] Al respecto ver los artículos contenidos en la compilación,  Los 1000 días de Revolución. Dirigentes del PC de Chile analizan las enseñanzas de la experiencia chilena. (Editorial Paz y Socialismo, Praga, 1978).
[13] Los acontecimientos en Chile: visión de los comunistas… Pág. 89.
[14] Ibíd.
[15] Ibíd. Pág. 90.
[16] Boletín del Exterior. Partido Comunista de Chile. N º 1, p. 9, enero, 1974.
[17] Al respecto ver los trabajos citados de ALVAREZ, 2003; ROJAS, 2010; BRAVO 2010 y VENEGAS, 2009.
[18] Boletín del Exterior. Partido Comunista de Chile. Nº 4, p.8, mayo-junio 1974.
[19] Ibíd.
[20] Para una completa y detallada revisión de estas reflexiones ver los trabajos citados de Rolando Álvarez; Rojas, Núñez Luis:De la rebelión popular a la sublevación imaginada. Antecedentes de la Historia Política y Militar del Partido Comunista de Chile y del FPMR, 1973-1990. LOM Ediciones, Santiago, 2011; Moulian, Tomás y Torres, Isabel,  “Continuidad o cambio en la línea política del Partido Comunista de Chile”.  En Augusto Varas (compilador), El Partido Comunista en Chile. FLACSO-CESOC, 1988; Corvalán M., Luis: “Las tensiones entre la teoría y la práctica en el Partido Comunista en los años 60 y 70”. En Loyola  Manuel y Rojas Jorge (comp.): Por un rojo amanecer: Hacia una historia de los comunistas chilenos. Santiago, Valus 2000; Vidal, Hernán: FPMR. El Tabú del conflicto armado en Chile. Mosquito Editores, Santiago, 1995; Bravo Viviana: “¡Con la razón y la fuerza, venceremos!...” y “El tiempo de los audaces: La Política de Rebelión Popular de Masas y el debate que sacudió al Partido Comunista”. En Álvarez, Samaniego y Venegas (Editores), Fragmentos de una historia. El Partido Comunista de Chile en el siglo XX. Democratización, clandestinidad, rebelión. (1912-1994). Ediciones ICAL, 2008, Chile.; Rodríguez Elizondo: José Crisis y renovación de las izquierdas, Editorial Planeta, 1995; García Patricio y Venegas Hernán: “Continuidades y rupturas en la estrategia del Partido Comunista de Chile. 1973-1986”, en Palimpsesto, 2002. www.palimpsesto.usach.cl. y “Trayectoria del Partido Comunista de Chile. De la crisis de la Unidad Popular a la política de rebelión popular de masas”. Revista UNIVERSUM. Nº 24. Vol. 2, Universidad de Talca, 2009. Pp. 262 a 293.; Riquelme, Segovia Alfredo: “Un rojo atardecer…”; Samaniego, Augusto: “Lo militar en la política…” y Herreros, Francisco: Del Gobierno del pueblo a la Rebelión Popular. Historia del Partido Comunista 1970-1990. Editorial Siglo XXI, Santiago de Chile, 2003.
[21] Discurso pronunciado por Luis Corvalán el 3 de septiembre de 1980 con motivo del décimo aniversario de la victoria de la Unidad Popular. En Luis Corvalán L: Tres períodos de nuestra línea revolucionaria. Verlag Zeit In Bild, Berlín, 1982, Págs. 239-240. Ver además: De lo vivido y lo Peleado, Memorias. Editorial LOM, Santiago, 1997. Pág. 275.
[22] Camilo González, “Lo militar en la política del partido”. En Revista Principios. Comité Central del Partido Comunista de Chile. Santiago, N° 22, enero-febrero de 1982. Pág. 37.
[23] Ibíd. Págs. 37-38.

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◆ El que busca, encuentra...

Todo lo sólido se desvanece en el aire; todo lo sagrado es profano, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocasKarl Marx

Not@s sobre Marx, marxismo, socialismo y la Revolución 2.0

— Notas notables
Cecilia Feijoo: Apuntes sobre el Concepto de Revolución Burguesa en Karl Marx — Red Diario Digital
Moishe Postone: Il compito della teoria critica oggi: Ripensare la critica del capitalismo e dei suoi futuri — Blackblog Franco Senia
Pierre-Yves Quiviger: Marx ou l'élimination des inégalités par la révolution — Le Point
Hernán Ouviña: Indigenizar el marxismo — La Tinta
Emmanuel Laurentin: Les historiens américains et Karl Marx — France Culture
Adèle Van Reeth: Le Capital de Karl Marx: La fabrique de la plus-value — France Culture
Manuel Martínez Llaneza: Reproches a Marx acerca de El Capital (Bajo la égida de Friedrich Engels) — Rebelión
Victoria Herrera: Marx y la historia — Buzos
Alejandro F. Gutiérrez Carmona: La vigencia del pensamiento marxista — Alianza Tex
Víctor Arrogante: El Capital y las aspiraciones de la clase trabajadora — Nueva Tribuna
Mauricio Mejía: Karl Marx, el poeta de la mercancía — El Financiero
Emmanuel Laurentin: Karl Marx à Paris: 1843-1845 — France Culture
Jacinto Valdés-Dapena Vivanco: La teoría marxista del Che Guevara — Bohemia
Aldo Casas: El marxismo como herramienta para la lucha — La necesidad de la formación en la militancia — La Tinta
Evald Vasiliévich Iliénkov: La dialéctica de lo abstracto y lo concreto en El Capital de Marx — Templando el Acero
Vincent Présumey: Suivi des écrits de Karl Marx / 1837-1848 - Part I, Part II, Part III & Part IV — Mediapart
Roman Rosdolky: Marx ésotérique et Marx exotérique — Palim Psao
Lepotier: Marx, Marxisme, Cui bono? — Bella Ciao
Andrea Vitale: La critica di Pareto a Marx: una abborracciatura — Operai e Teoria
Annelie Buntenbach: Marx provides us with a glimpse behind the scenes of capitalism — Marx 200
Antoni Puig Solé: La Ley del Valor y la ecología en Marx — Lo que somos
Vladimiro Giacché: Note sui significati di "Libertà" nei Lineamenti di Filosofia del Diritto di Hegel — Il Comunista
Salvador López Arnal: Manuel Sacristán (1925-1985) como renovador de las tradiciones emancipatorias — Rebelión
Paúl Ravelo Cabrera: Marx, Derrida, el Gesto Político y la supercapitalización mundial — Scribb
Dino Greco: In difesa del marxismo — Sollevazione
Alberto Quiñónez: Arte, praxis y materialismo histórico — Rebelión
Josefina L. Martínez: Feminismo & Socialismo marxista - Eleanor Marx, la cuestión de la mujer y el socialismo — Rebelión
John Bellamy Foster: Marx y la fractura en el metabolismo universal de la naturaleza — Scribb
José Manuel Bermudo Ávila: Concepto de Praxis en el joven Marx — Scribb
Carlos Oliva Mendoza: Adolfo Sánchez Vázquez: ¿marxismo radical o crítica romántica? — InfoLibre
Bernardo Coronel: ¿El marxismo es una ciencia? — La Haine
Sylvain Rakotoarison: Le capitalisme selon Karl Marx — Agora Vox

— Notas y comentarios sobre El Capital
António Ferraz: Os 150 anos do livro ‘O Capital’, de Karl Marx — Correio do Minho
Horacio Tarcus: Traductores y editores de la “Biblia del Proletariado” - Parte I & Parte II — Memoria
Emmanuel Laurentin: Le Capital, toujours utile pour penser la question économique et sociale? — France Culture
J.M. González Lara: 150 años de El Capital — Vanguardia
Roberto Giardina: Il Capitale di Marx ha 150 anni — Italia Oggi
Alejandro Cifuentes: El Capital de Marx en el siglo XXI — Voz
Marcela Gutiérrez Bobadilla: El Capital, de Karl Marx, celebra 150 años de su edición en Londres — Notimex
Mario Robles Roberto Escorcia Romo: Algunas reflexiones sobre la vigencia e importancia del Tomo I de El Capital — Memoria
Antoni Puig Solé: El Capital de Marx celebra su 150° aniversario — Lo que Somos
Jorge Vilches: El Capital: el libro de nunca acabar — La Razón
Carla de Mello: A 150 años de El Capital, la monumental obra de Karl Marx — Juventud Socialista del Uruguay
Rodolfo Bueno: El Capital cumple 150 años — Rebelión
Diego Guerrero: El Capital de Marx y el capitalismo actual: 150 años más cerca — Público
José Sarrión Andaluz & Salvador López Arnal: Primera edición de El Capital de Karl Marx, la obra de una vida — Rebelión
Sebastián Zarricueta: El Capital de Karl Marx: 150 años — 80°
Marcello Musto: La durezza del 'Capitale' — Il Manifesto
Esteban Mercatante: El valor de El Capital de Karl Marx en el siglo XXI — Izquierda Diario
Michael Roberts: La desigualdad a 150 años de El Capital de Karl Marx — Izquierda Diario
Ricardo Bada: El Capital en sus 150 años — Nexos
Christoph Driessen: ¿Tenía Marx razón? Se cumplen 150 años de edición de El Capital — El Mundo
Juan Losa: La profecía de Marx cumple 150 años — Público
John Saldarriaga: El Capital, 150 años en el estante — El Colombiano
Katia Schaer: Il y a 150 ans, Karl Marx publiait ‘Le Capital’, écrit majeur du 20e siècle — RTS Culture
Manuel Bello Hernández: El Capital de Karl Marx, cumple 150 años de su primera edición — NotiMex
Ismaël Dupont: Marx et Engels: les vies extravagantes et chagrines des deux théoriciens du communisme! — Le Chiffon Rouge
Jérôme Skalski: Lire Le Capital, un appel au possible du XXIe siècle - L’Humanité
Sebastiano Isaia: Il Capitale secondo Vilfredo Pareto — Nostromo

— Notas y reportajes de actualidad
Román Casado: Marx, Engels, Beatles, ese es el ritmo de Vltava — Radio Praga
María Gómez De Montis: El Manifiesto Comunista nació en la Grand Place — Erasmus en Flandes
Enrique Semo: 1991: ¿Por qué se derrumbó la URSS? — Memoria
Michel Husson: Marx, un économiste du XIXe siècle? A propos de la biographie de Jonathan Sperber — A L’Encontre
César Rendueles: Todos los Marx que hay en Marx — El País
Alice Pairo: Karl Marx, Dubaï et House of cards: la Session de rattrapage — France Culture
Sebastián Raza: Marxismo cultural: una teoría conspirativa de la derecha — La República
Samuel Jaramillo: De nuevo Marx, pero un Marx Nuevo — Universidad Externado de Colombia
Sergio Abraham Méndez Moissen: Karl Marx: El capítulo XXIV de El Capital y el “descubrimiento” de América — La Izquierda Diario
Joseph Daher: El marxismo, la primavera árabe y el fundamentalismo islámico — Viento Sur
Francisco Jaime: Marxismo: ¿salvación a través de la revolución? — El Siglo de Torreón
Michel Husson: Marx, Piketty et Aghion sur la productivité — A l’encontre
Guido Fernández Parmo: El día que Marx vio The Matrix — Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires
Cest: Karl Marx y sus "Cuadernos de París" toman vida con ilustraciones de Maguma — El Periódico
Leopoldo Moscoso: 'Das Kapital': reloading... — Público
Laura "Xiwe" Santillan: La lucha mapuche, la autodeterminación y el marxismo — La Izquierda Diario
José de María Romero Barea: Hölderlin ha leído a Marx y no lo olvida — Revista de Letras
Ismaël Dupont: Marx et Engels: les vies extravagantes et chagrines des deux théoriciens du communisme! — Le Chiffon Rouge Morlai
Francisco Cabrillo: Cómo Marx cambió el curso de la historia — Expansión
El “Dragón Rojo”, en Manchester: Cierran el histórico pub donde Marx y Engels charlaban "entre copa y copa" — BigNews Tonight
Marc Sala: El capitalismo se come al bar donde Marx y Engels debatían sobre comunismo — El Español

— Notas sobre debates, entrevistas y eventos
Fabrizio Mejía Madrid: Conmemoran aniversario de la muerte de Lenin en Rusia — Proceso
Segundo Congreso Mundial sobre Marxismo tendrá lugar en Beijing — Xinhua
Debate entre Andrew Kliman & Fred Moseley — Tiempos Críticos
David McNally & Sue Ferguson: “Social Reproduction Beyond Intersectionality: An Interview” — Marxismo Crítico
Gustavo Hernández Sánchez: “Edward Palmer Thompson es un autor que sí supo dar un giro copernicano a los estudios marxistas” — Rebelión
Alberto Maldonado: Michael Heinrich en Bogotá: El Capital de Marx es el misil más terrible lanzado contra la burguesía — Palabras al Margen
Leonardo Cazes: En memoria de Itsván Mészáros — Rebelión (Publicada en O Globo)
Entrevista con István Mészáros realizada por la revista persa Naghd’ (Kritik), el 02-06-1998: “Para ir Más allá del Capital” — Marxismo Crítico
Rosa Nassif: “El Che no fue solo un hombre de acción sino un gran teórico marxista” Agencia de Informaciones Mercosur AIM
Entrevista a Juan Geymonat: Por un marxismo sin citas a Marx — Hemisferio Izquierdo
Juliana Gonçalves: "El Capital no es una biblia ni un libro de recetas", dice José Paulo Netto [Português ] — Brasil de Fato
Entrevista a Michael Heinrich: El Capital: una obra colosal “para desenmascarar un sistema completo de falsas percepciones” — Viento Sur
Alejandro Katz & Mariano Schuster: Marx ha vuelto: 150 años de El Capital. Entrevista a Horacio Tarcus — La Vanguardia
Salvador López Arnal: Entrevista a Gustavo Hernández Sánchez sobre "La tradición marxista y la encrucijada postmoderna" — Rebelión
Jorge L. Acanda: "Hace falta una lectura de Marx que hunda raíces en las fuentes originarias del pensamiento de Marx" — La Linea de Fuego

— Notas sobre Lenin y la Revolución de Octubre
Guillermo Almeyra: Qué fue la Revolución Rusa — La Jornada
Jorge Figueroa: Dos revoluciones que cambiaron el mundo y el arte — La Gaceta
Gilberto López y Rivas: La revolución socialista de 1917 y la cuestión nacional y colonial — La Jornada
Aldo Agosti: Repensar la Revolución Rusa — Memoria
Toni Negri: Lenin: Dalla teoria alla pratica — Euronomade
Entretien avec Tariq Ali: L’héritage de Vladimir Lénine — Contretemps
Andrea Catone: La Rivoluzione d’Ottobre e il Movimento Socialista Mondiale in una prospettiva storica — Marx XXI
Michael Löwy: De la Revolución de Octubre al Ecocomunismo del Siglo XXI — Herramienta
Serge Halimi: Il secolo di Lenin — Rifondazione Comunista
Víctor Arrogante: La Gran Revolución de octubre — El Plural
Luis Bilbao: El mundo a un siglo de la Revolución de Octubre — Rebelión
Samir Amin: La Revolución de Octubre cien años después — El Viejo Topo
Luis Fernando Valdés-López: Revolución rusa, 100 años después — Portaluz
Ester Kandel: El centenario de la Revolución de octubre — Kaos en la Red
Daniel Gaido: Come fare la rivoluzione senza prendere il potere...a luglio — PalermoGrad
Eugenio del Río: Repensando la experiencia soviética — Ctxt
Pablo Stancanelli: Presentación el Atlas de la Revolución rusa - Pan, paz, tierra... libertad — Le Monde Diplomatique
Gabriel Quirici: La Revolución Rusa desafió a la izquierda, al marxismo y al capitalismo [Audio] — Del Sol

— Notas sobre la película “El joven Karl Marx”, del cineasta haitiano Raoul Peck
Eduardo Mackenzie:"Le jeune Karl Marx ", le film le plus récent du réalisateur Raoul Peck vient de sortir en France — Dreuz
Minou Petrovski: Pourquoi Raoul Peck, cinéaste haïtien, s’intéresse-t-il à la jeunesse de Karl Marx en 2017? — HuffPost
Antônio Lima Jûnior: [Resenha] O jovem Karl Marx – Raoul Peck (2017) — Fundaçâo Dinarco Reis
La película "El joven Karl Marx" llegará a los cines en el 2017 — Amistad Hispano-Soviética
Boris Lefebvre: "Le jeune Karl Marx": de la rencontre avec Engels au Manifeste — Révolution Pernamente

— Notas sobre el maestro István Mészáros, recientemente fallecido
Matteo Bifone: Oltre Il Capitale. Verso una teoria della transizione, a cura di R. Mapelli — Materialismo Storico
Gabriel Vargas Lozano, Hillel Ticktin: István Mészáros: pensar la alienación y la crisis del capitalismo — SinPermiso
Carmen Bohórquez: István Mészáros, ahora y siempre — Red 58
István Mészáros: Reflexiones sobre la Nueva Internacional — Rebelión
Ricardo Antunes: Sobre "Más allá del capital", de István Mészáros — Herramienta
Francisco Farina: Hasta la Victoria: István Mészáros — Marcha
István Mészáros in memoriam : Capitalism and Ecological Destruction — Climate & Capitalism.us