◆ Un repaso por
algunos debates sobre el marxismo y sus fundamentos filosóficos.
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Hegel, Karl Marx & Ludwig Feuerbach
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Juan Dal Maso
Si reparamos en la situación actual del marxismo, la
dialéctica es uno de sus componentes más desprestigiados. Durante los años
posteriores a la Segunda Guerra Mundial, jugaron un rol central las oposiciones
entre marxistas hegelianos y estructuralistas hasta el ascenso de lucha de
clases de los años 70 y su posterior derrota. Luego vino una suerte de giro
"antidialéctico" que acompañó la reacción intelectual de las décadas
de retroceso y restauración burguesa.
Cierta izquierda (que como decía un personaje de la novela El Péndulo de Foucault, terminó
citando a Nietzsche y a Cèline) buscó un pensamiento sin mediaciones (partido,
soviets, Estado de transición) para conciliar el radicalismo intelectual con
las condiciones de la derrota. Desde la otra vereda, para los derechistas, el
repudio a Hegel y su dialéctica fue una forma elegante de pegarle a Marx sin
quedar como anticomunistas reaccionarios y dar por superada la controversia con
el marxismo.
Y sin embargo, hablar del marxismo es hablar también de la
dialéctica. Palabra complicada que muchas veces suele explicarse con un gesto
de los dedos índice y pulgar, con la oposición de un sí y un no o con la
fórmula que introdujeran los discípulos de Hegel (no muy a tono con el
pensamiento del maestro): Tesis, Antítesis, Síntesis. Se habla también de una
"lógica de las contradicciones" o de un pensamiento de lo concreto.
Hay muchos ángulos desde los que se puede considerar la
relación del marxismo con la dialéctica. Repasemos algunos.
El primer aspecto que explica la dialéctica es que hay una
diferencia entre esencia (verdad de las relaciones de explotación) y apariencia
(forma en que se manifiestan estas relaciones) que moldea a todo el sistema
capitalista, lo cual se expresa en el carácter aparentemente "libre"
de las relaciones de explotación económicas. En este sentido, el marxista checo
Karel Kosik iniciaba hace muchas décadas su gran obra Dialéctica de lo concreto
afirmando que la dialéctica trata de la "cosa misma" pero hay que
llegar a ella a través de un rodeo, destruyendo el mundo de la
"pseudoconcreción" es decir toda una serie de prácticas que esconden
la esencia de las relaciones sociales capitalistas, presentando como
transparentes sus apariencias inmediatas, sacralizadas por el sentido común.
Desde este punto de vista, la dialéctica en el marxismo no
se limita a un método de exposición progresivo de los contenidos en el cual los
conceptos se van complejizando y reordenando a medida que se llega a una
composición creciente de una totalidad. Para poder hacer esto es necesario un
punto de partida dialéctico para la investigación (diferencia entre esencia y
apariencia, de la que se deriva la necesidad de la ciencia) y a su vez una
concepción sobre las relaciones entre la teoría científica y la práctica
revolucionaria, en la cual la centralidad de este concepto filosófico-político moldea
lo demás.
Respecto del lugar de la dialéctica dentro del propio cuerpo
teórico del marxismo, las discusiones que niegan su importancia son
relativamente limitadas, porque tiene mucho peso y los detractores del enfoque
dialéctico se han visto obligados a retroceder hasta Spinoza o Kant o Galileo,
que "en su justa medida y armoniosamente" pueden ser rescatados desde
el propio marxismo.
No obstante, hay mucho más debate en cuanto a las
posibilidades de plantear la dialéctica materialista como base para una
concepción (laica) del mundo. El marxista italiano Antonio Labriola, seguido en
esto por otro Antonio, es decir Gramsci, planteaba a fines del Siglo XIX que
"la filosofía de la praxis" era una concepción independiente de
corrientes como las del positivismo y el darwinismo social, al mismo tiempo que
veía el marxismo como una teoría que "naturalizaba" la historia así
como en otros ámbitos las ciencias habían ido estableciendo explicaciones
materialistas y racionales de procesos que antes se consideraban originados por
causas externas (divinas). De esta forma, el marxismo (dialéctica incluida)
quedaba ubicado como parte de un proceso de secularización, modernización y
progreso de las ciencias.
Durante el Siglo XX, con el desarrollo de corrientes tan
disímiles como las fenomenológicas y estructuralistas, se multiplicaron las
posiciones a favor y en contra de la dialéctica.
En este marco, se dieron movimientos diversos dentro del
propio marxismo: vuelta a Marx, vuelta a Hegel, vuelta a Kant, entre otros y se
desarrollaron dentro y fuera del marxismo distintas posiciones sobre la
cuestión de la dialéctica que el marxista crítico Mihailo Markovic resumía del
siguiente modo en su obra Dialéctica de
la Praxis (1968).
"Existen tres
concepciones de la dialéctica que en mi opinión deben desecharse:
a- La dialéctica como
doctrina ontológica acrítica de las leyes universales de la naturaleza, de la
sociedad y del pensamiento humano.
b- El otro extremo:
total escepticismo respecto de las posibilidades de existencia de todo
principio metodológico general o de supuestos teóricos sobre el mundo humano
como totalidad.
c- Una especificación
de la dialéctica tan estrecha que la reduce a una teoría y métodos especiales
relativos únicamente a la historia humana, y que le niega posibilidad de
aplicación a la naturaleza y a las ciencias naturales."
La "a" corresponde al estalinismo y sus
"manuales" de filosofía. La "b" abarca un amplio espectro
de posiciones, científicos de profesión (Markovic pensaba en ellos
principalmente), corrientes irracionalistas, post y también academicistas que,
permeadas por el "giro lingüístico" se cierran sobre los discursos y
pierden su relación con la realidad como fundamento de hacer algún tipo de
ciencia. La "c" a posiciones como la de Lukács y Sartre (en cierta
forma Gramsci se ubica en un espectro parecido, pero su posición se parece más
a la de Markovic que a la de Lukács).
Posiblemente en la actualidad prima el punto de vista
englobado en "b". De hecho en ciertas universidades se enseña en la
carrera de filosofía que el de la ciencia es un discurso similar al de la
religión y tiene muchísimo peso el enfoque "lingüístico" de lo que es
la verdad científica, entendido este como un discurso sin relación con la
realidad.
Contra este punto de vista predominante, un marxismo
dialéctico se basa en la crítica del fetichismo y la
"pseudoconcreción" de la sociedad burguesa, en la centralidad de la
praxis como subversión de la vieja concepción de lo que es la filosofía
(entendida ésta como una actividad meramente contemplativa), en un método de
exposición y progresión de conceptos y contenidos que busca reconstruir una
totalidad por encima de los enfoque particularísimos y unilaterlamente
parciales. Todos ellos, fundamentos de una concepción laica del mundo.
Para construir este enfoque, Marx se valió de la crítica de
la filosofía de Hegel y la de Feuerbach, así como de otras corrientes
filosóficas relacionadas, en un doble movimiento. Se apoyaba en la tradición
del idealismo alemán en tanto defendía el rol activo del sujeto, como en la
tradición materialista, en tanto reclama objetos reales y no ideales.
Pero ese será un tema para próximos artículos.