Plaza Roja, Moscú |
Eric Blanc
Desde la publicación de El
Estado y la Revolución de Lenin en 1918, las ideas del teórico socialista
Karl Kautsky sobre este tema se han asimilado habitualmente con la defensa de
una utilización gradualista del estado capitalista para llevar a cabo la
transformación socialista. El influyente panfleto de Lenin ha arrojado una
larga sombra tras de sí, llevando a muchos estudiosos y socialistas a asumir
que el defecto fatal del socialismo de la II Internacional era una apreciación
no-marxista del poder del estado.
El argumento afirma que el llamamiento de los líderes bolcheviques
a destruir el Estado capitalista constituyó una ruptura pionera respecto de la
posición dominante en la socialdemocracia “ortodoxa” (i. e., marxismo). Según
una reciente explicación, "la
práctica de estos partidos socialistas [de la II Internacional no-bolchevique]
estaba informada por una importante ruptura con la teoría del Estado de
Marx". Se culpa a Kautsky de este desarrollo, pues supuestamente "desconsideró la crítica de Marx al
Programa de Gotha y la crítica similar de Engels al Programa de Erfurt, en las
que se insistía en que era un serio error que el partido alemán afirmara que la
transición al socialismo podría llevarse a cabo sin destruir el viejo Estado
por medio de una revolución"/1.