◆ El pasado 5 de
octubre falleció en Australia György Márkus, a los 82 años de edad. Fue integrante
de la Escuela de Budapest, formada alrededor de György Lukács, una de las dos
escuelas de pensamiento crítico marxista más importantes del siglo XX en Europa.
El trabajo siguiente, le ha merecido un justo reconocimiento universal
György Márkus
¿Se puede atribuir a Marx una “antropología filosófica”? Y,
sí la respuesta a esa pregunta es afirmativa, ¿qué relación tiene esa
antropología filosófica con la concepción materialista de la historia? Este
compuesto problema se presenta cada vez más frecuentemente en los escritos de
los intérpretes y críticos burgueses de Marx, y también en los de algunos
filósofos marxistas. Con el presente estudio se desea contribuir a la
resolución de ese problema mediante un análisis del concepto de “menschliches Wesen” “ser humano, esencia humana” a través de la importante función que tiene
-principalmente- en los Manuscritos
económico-filosóficos (1844)
Consiguientemente, este análisis se basa sobre todo en
dichos manuscritos; pero ya ahora -y con objeto, entre otras cosas, de
justificar el método utilizado- vale la pena expresar la convicción de que la
concepción filosófica del ser humano, del hombre y de la historia, desarrollada
por Marx en aquella obra temprana, se encuentra también en las obras
posteriores e incluso en las tardías, aunque con ciertas correcciones y
modificaciones; por eso las obras de madurez y vejez de Marx no se pueden
entender del todo si no se conoce o no se tiene en cuenta aquella concepción
filosófica temprana. Cuando se pretende separar el determinismo histórico
marxiano de la concepción filosófico-”antropológica” marxiana del ser humano,
se tropieza con antinomias irresolubles cuyos varios aspectos reproduce y
aprovecha constantemente la crítica burguesa de Marx. (Dicho sea de paso, tal
vez fuera más correcto decir, en vez de nuestra expresión -de origen
tradicional- “concepción filosófico-antropológica” del ser humano, “ontología
marxiana del ser humano”, la expresión construida por Lukács en la última obra
extensa de su vida.)
Así, por ejemplo, la teoría marxiana del comunismo se
interpreta -algunas veces con la mejor voluntad, según ocurre en la obra de Erich Fromm- como una exigencia antropológico-moral deducible de la “verdadera”
naturaleza del hombre, y otras veces -que son las más, y las menos sinceras-
como fe escatológica y como meta trascendente. No menos frecuentemente se
achaca a Marx, desde el extremo opuesto, el haber disuelto íntegramente el
hombre en la historia, y la historia misma -tanto en sus aspectos económicos y
políticos cuanto por lo que hace a los espirituales-intelectuales- en una
cadena de acontecimientos, épocas, formaciones económico-sociales en sucesión necesaria,
relativizando todo valor e impidiendo así a priori todos los juicios
y todas las estimaciones específicamente morales, no basadas directamente en
fundamentos pragmáticos. En realidad, esos dos momentos, que al entenderse como
simples contrarios se deforman incluso en cuanto al contenido, constituyen en
la obra de Marx una unidad dialéctica. Nuestra tarea consiste precisamente en
presentar esa unidad. En la obra de Marx, la sociedad comunista aparece, por
una parte, como un estadio de la historia de la humanidad que resuelve las
contradicciones objetivas y subjetivas de las condiciones sociales producidas
por el capitalismo -estadio que en este sentido es necesario-; uno de los
puntos cardinales de su polémica con los “socialistas verdaderos” principalmente
con Hess, es precisamente la crítica de las tendencias a deducir la necesidad
del comunismo partiendo de la “naturaleza humana”. Pero, por otra parte, es
innegable que para Marx el comunismo no representa meramente una fase
histórico-evolutiva que sigue con “necesidad histórica” al capitalismo y sólo
en este sentido es “más desarrollada” y “superior”; para Marx el comunismo es
una época de la evolución humana contrapuesta al capitalismo y, en general, a
todas las formas de sociedad antagónica que constituyen la “prehistoria” y esa
contraposición es también histórico-filosófica y moral; el comunismo
de Marx es también una época moralmente afirmada, entre otras cosas porque esa
época representa como aquella en la cual los hombres realizan su metabolismo
con la naturaleza “en condiciones más dignas de su naturaleza humana y más
adecuada a ella”. Tal vez valga la pena indicar -en vista de la actual
situación de la crítica marxiana- que esta cita, pese a toda apariencia, no
procede de los escritos juveniles de Marx, sino del volumen tercero de El
capital.
Precisamente a causa de la continuidad del pensamiento entre
las obras juveniles de Marx y sus obras de madurez y vejez -y en parte también
para documentar esta continuidad-, aduciremos, en cada caso en el que Marx haya
desarrollado las ideas de los Manuscritos económico-filosóficos, los lugares
correspondientes de las obras posteriores, sobre todo de las dedicadas a la
economía política.
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