20/10/16

Marxismo y antropología

El pasado 5 de octubre falleció en Australia György Márkus, a los 82 años de edad. Fue integrante de la Escuela de Budapest, formada alrededor de György Lukács, una de las dos escuelas de pensamiento crítico marxista más importantes del siglo XX en Europa. El trabajo siguiente, le ha merecido un justo reconocimiento universal

György Márkus

¿Se puede atribuir a Marx una “antropología filosófica”? Y, sí la respuesta a esa pregunta es afirmativa, ¿qué relación tiene esa antropología filosófica con la concepción materialista de la historia? Este compuesto problema se presenta cada vez más frecuentemente en los escritos de los intérpretes y críticos burgueses de Marx, y también en los de algunos filósofos marxistas. Con el presente estudio se desea contribuir a la resolución de ese problema mediante un análisis del concepto de “menschliches Wesen“ser humano, esencia humana”  a través de la importante función que tiene -principalmente- en los Manuscritos económico-filosóficos (1844)

Consiguientemente, este análisis se basa sobre todo en dichos manuscritos; pero ya ahora -y con objeto, entre otras cosas, de justificar el método utilizado- vale la pena expresar la convicción de que la concepción filosófica del ser humano, del hombre y de la historia, desarrollada por Marx en aquella obra temprana, se encuentra también en las obras posteriores e incluso en las tardías, aunque con ciertas correcciones y modificaciones; por eso las obras de madurez y vejez de Marx no se pueden entender del todo si no se conoce o no se tiene en cuenta aquella concepción filosófica temprana. Cuando se pretende separar el determinismo histórico marxiano de la concepción filosófico-”antropológica” marxiana del ser humano, se tropieza con antinomias irresolubles cuyos varios aspectos reproduce y aprovecha constantemente la crítica burguesa de Marx. (Dicho sea de paso, tal vez fuera más correcto decir, en vez de nuestra expresión -de origen tradicional- “concepción filosófico-antropológica” del ser humano, “ontología marxiana del ser humano”, la expresión construida por Lukács en la última obra extensa de su vida.) 

Así, por ejemplo, la teoría marxiana del comunismo se interpreta -algunas veces con la mejor voluntad, según ocurre en la obra de Erich Fromm- como una exigencia antropológico-moral deducible de la “verdadera” naturaleza del hombre, y otras veces -que son las más, y las menos sinceras- como fe escatológica y como meta trascendente. No menos frecuentemente se achaca a Marx, desde el extremo opuesto, el haber disuelto íntegramente el hombre en la historia, y la historia misma -tanto en sus aspectos económicos y políticos cuanto por lo que hace a los espirituales-intelectuales- en una cadena de acontecimientos, épocas, formaciones económico-sociales en sucesión necesaria, relativizando todo valor e impidiendo así a priori todos los juicios y todas las estimaciones específicamente morales, no basadas directamente en fundamentos pragmáticos. En realidad, esos dos momentos, que al entenderse como simples contrarios se deforman incluso en cuanto al contenido, constituyen en la obra de Marx una unidad dialéctica. Nuestra tarea consiste precisamente en presentar esa unidad. En la obra de Marx, la sociedad comunista aparece, por una parte, como un estadio de la historia de la humanidad que resuelve las contradicciones objetivas y subjetivas de las condiciones sociales producidas por el capitalismo -estadio que en este sentido es necesario-; uno de los puntos cardinales de su polémica con los “socialistas verdaderos” principalmente con Hess, es precisamente la crítica de las tendencias a deducir la necesidad del comunismo partiendo de la “naturaleza humana”. Pero, por otra parte, es innegable que para Marx el comunismo no representa meramente una fase histórico-evolutiva que sigue con “necesidad histórica” al capitalismo y sólo en este sentido es “más desarrollada” y “superior”; para Marx el comunismo es una época de la evolución humana contrapuesta al capitalismo y, en general, a todas las formas de sociedad antagónica que constituyen la “prehistoria” y esa contraposición es también histórico-filosófica y moral; el comunismo de Marx es también una época moralmente afirmada, entre otras cosas porque esa época representa como aquella en la cual los hombres realizan su metabolismo con la naturaleza “en condiciones más dignas de su naturaleza humana y más adecuada a ella”. Tal vez valga la pena indicar -en vista de la actual situación de la crítica marxiana- que esta cita, pese a toda apariencia, no procede de los escritos juveniles de Marx, sino del volumen tercero de El capital.

Precisamente a causa de la continuidad del pensamiento entre las obras juveniles de Marx y sus obras de madurez y vejez -y en parte también para documentar esta continuidad-, aduciremos, en cada caso en el que Marx haya desarrollado las ideas de los Manuscritos económico-filosóficos, los lugares correspondientes de las obras posteriores, sobre todo de las dedicadas a la economía política.
◆ Libro completo — PDF
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