12/11/13

Sobre la concepción de la historia en el pensamiento de Antonio Labriola

  • “En la noche de densa oscuridad que envuelve a la más remota antigüedad tan distante de nosotros, brilla la luz eterna, infalible de una verdad más allá de toda duda: el mundo de la sociedad civil ciertamente ha sido hecho por los hombres, por lo que se puede y se debe encontrar sus principios dentro de las modificaciones de nuestra propia mente humana» | Giambattista Vico
  • «El hombre tiene su acta de nacimiento, que es la historia... La historia es la verdadera historia natural del hombre» | Karl Marx
Antonio Labriola ✆ A.d.
Jaime Massardo  |  Hace ya [más de] un siglo, el 2 de febrero de 1904, fallecía en Roma Antonio Labriola, dejando una obra cuya lenta y muchas veces tardía valoración no puede explicarse sino solamente en parte a través de las vicisitudes de la historia de lo que el mismo caracterizara como «el conjunto de doctrinas que se suele llamar marxismo». [3] El tono cáustico cuando no sarcástico, la redacción algo barroca, cierta soledad política, pero sobre todo el espíritu crítico y la radical heterodoxia de Labriola con respecto a estas mismas doctrinas —«he tenido sólo la modesta intención de escribir críticamente de marxismo», dice—, [4] no favorecieron tampoco, por cierto, la «fortuna» de sus escritos, [5] fortuna que sigue «una línea oscilante y a menudo contradictoria», [6] limitando considerablemente su recepción y haciéndole, como anota Antonio Gramsci hacia el final del Quaderno 11 (xviii), «muy poco conocido fuera de un reducido círculo (una cerchia ristretta)». [7] «En Italia, durante cuarenta años, por lo menos, a partir de su muerte casi no se ha hablado de Antonio Labriola», reitera en la misma dirección Palmiro Togliatti en un artículo publicado por la Rinascita en 1954... [8] Pero ¿en qué consiste exactamente el espíritu crítico y la radical heterodoxia de

José Carlos Mariátegui o la modernidad como tragedia del desarrollo

José Carlos Mariátegui
✆ Emilio Pettoruti
[Quedó inconcluso en Frascati]
Rafael Ojeda  |  A veces la teoría suele encubrir las vicisitudes político-biográficas, ocultando que tras un corpus determinado de ideas, se encuentran vidas en perpetua tensión, existencias ubicadas en el centro de sus propias epopeyas personales, para, en algunos casos, traspasar todas las limitaciones individuales, sociales y contextuales para hacerse figuras referenciales del período histórico que les tocó vivir. Un ejemplo típico es José Carlos Mariátegui.

Un pensador fundacional si queremos rastrear ese quiebre producido en la conflictiva imagen moderna que tendremos luego del país, ante la emergencia de sujetos revolucionarios y sociales nuevos, que irán reconfigurando las dimensiones socioculturales-políticas del Perú hacia una cartografía más “integral” del espectro nacional. Un ideólogo que luego de 1925, recuperado ya del mal que le había hecho perder una de sus piernas, postrándolo en una silla de ruedas, había podido dedicar algo de su tiempo, dividido entre su labor editorial, acción periodística y praxis política, para publicar dos libros disímiles entre sí, pero de una importancia documental y biográfica enorme, si consideramos que fueron los dos únicos libros que Mariátegui pudo publicar en vida, pues el resto de su obra será de edición

La actualidad del Manifiesto Comunista | Tres tesis sobre la mundialización del capital, trabajo y lucha de clases

Ilustración de la portada de una edición
 del Manifiesto Comunista ©  Eduardo del Río
(Rius), dibujante y escritor mexicano
Facsímil del primer borrador
del Manifiesto Comunista
Renán Vega Cantor  [1999]  |  Al confrontar las múltiples facetas del pensamiento de Marx y Engels, tal y como aparece en el Manifiesto Comunista, se deben evitar dos extremos frecuentes: de una parte, considerar que la mayor parte de sus análisis son letra muerta y no tendrían nada que aportar al mundo de hoy; de otra parte, dar por sentado en forma ingenua que nada ha cambiado en la última parte del siglo y que las cosas siguen siendo idénticas –concepción que es profundamente ahistórica– a  como lo eran en tiempos de Marx y Lenin y que, por consiguiente, debemos contentarnos con repetir en forma dogmática y canónica las afirmaciones de los clásicos del marxismo, sin preocuparnos por indagar cuál es su correspondencia con la realidad contemporánea.

Porque una cosa es que, evidentemente, las transformaciones objetivas del capitalismo mundial en el último cuarto de siglo han supuesto modificaciones significativas de las clases sociales, del trabajo, de la clase obrera, de los estados, etc., que sólo mentes muy

Marx y Engels ante las tensiones del ocaso de la modernidad

 “Todos los que empiezan imaginando un Engels vulgarizador y desnaturalizador del pensamiento de Marx terminan inevitablemente encontrando demasiado ‘engelsianas’ muchas afirmaciones del mismo Marx.” —  Sebastiano Timpanaro

Karl Marx & Friedrich Engels
✆ Cássio Loredano
Sergio de Zubiría Samper  |  Tal vez no existan unas condiciones más favorables para leer o releer las obras de Marx y Engels que el estado de ánimo configurado en la última década de cierre del pasado milenio. Afirmación que a primera vista podría parecer paradójica, a pocos años del colapso de los regímenes socialistas de Europa del Este. Podríamos aludir, para empezar, algunas de estas condiciones que consideramos propicias para la relectura, sin la intención de agotar su riqueza, complejidad y problematicidad.

En primer lugar, se hace necesario constatar la posibilidad de despojar sus obras de la condición de ideología justificadora del denominado "socialismo real" que, como señala J. Muguerza, en muchos ámbitos tenía más de real que de socialismo y su virtual nexo con los atropellos de los derechos humanos en los regímenes burocráticos o de Estado-Partido. Ya que la contención y congelamiento de los conflictos sociales y humanos no pertenecen al sentido de la teoría marxista como filosofía de la praxis. Hoy es posible diferenciar las tesis teóricas de Marx y Engels, de su condición de ideología justificadora del "socialismo real". También diferenciar diversos marxismos, presentes tanto en sus fundadores como en los desarrollos posteriores.

La Crisis Mundial | Marx y los principales dilemas de los economistas marxistas occidentales

Karl Marx ✆ Francesco Bongiorni
Claudio Lara Cortés  |  Se repite a menudo que con las crisis periódicas el viejo Marx reaparece cada vez más rejuvenecido y que el marxismo encuentra nuevas oportunidades para revitalizar su crítica trascendental al capitalismo. Si bien esto pareciera haber ocurrido en ciertas ocasiones anteriores, hay dudas que sea así en los tiempos actuales. Precisamente, cuando hoy la crisis se niega a abandonar a los países capitalistas desarrollados en medio de grandes movilizaciones populares (principalmente en Europa), las ideas marxistas tienen dificultades para salir de la marginalidad a la que fueron relegadas por largo tiempo, a,tal grado que algunos hablan de su dispersión o, peor aún, de su desintegración.

No cabe duda que Marx realizó grandes aportes teóricos para entender las crisis capitalistas, pero muchos de ellos fueron poco sistemáticos o simplemente incompletos. De allí que la ‘teoría marxista de las crisis’ esté formada por un vasto y complejo mundo de interpretaciones y corrientes que se contradicen y entrecruzan sin cesar, donde una tiende a predominar sobre las otras. Así, el siglo XX comenzó con el dominio de la ‘ortodoxia’ de la desproporcionalidad, que al poco tiempo fue sucedida por la teoría del subconsumo, y desde los inicios de los años setenta ese lugar pasó a ser ocupado por la ley de ‘la tendencia

La acción común y los límites del Capital

Foto: Toni Negri
Toni Negri  |  1.  Es en la postguerra cuando se afirma la intuición de Pollock –elaborada en la época weimariana– de que el mercado capitalista no puede ser considerado de manera simplista y retórica como libertad (incluso anarquía) de circulación y realización del valor de las mercancías sino al contrario y fundamentalmente como unidad de mando a nivel social, como “planificación”. Este concepto socialista, aborrecido por el pensamiento económico capitalista, regresaba gloriosamente a las categorías de la ciencia económica. El concepto de “capital social” (es decir, de un capital unificado en su extensión social, dentro y sobre el mercado, entendido como dispositivo de garantía del funcionamiento del propio mercado), en definitiva como seña de una dirección efectiva capitalista de la sociedad, está cada vez más ampliamente desarrollado.

Particularmente importante desde este punto de vista es el debate desarrollado en la izquierda comunista occidental, referido a la Unión Soviética. La disidencia obrerista en el trotskismo elabora en los años 40 el concepto de “capitalismo de estado” para definir al régimen soviético, asumiendo el Termidor de la Revolución Rusa no como pasaje contingente en la transición al comunismo sino como función específica y progresiva de la propia reorganización del capitalismo maduro. En el debate italiano de los años 50, ante la modernización capitalista en el periodo de la reconstrucción, el concepto de “capital social” es elaborado