◆ “Todos los que empiezan imaginando un Engels
vulgarizador y desnaturalizador del pensamiento de Marx terminan
inevitablemente encontrando demasiado ‘engelsianas’ muchas afirmaciones del mismo
Marx.” — Sebastiano
Timpanaro
Karl Marx & Friedrich Engels ✆ Cássio Loredano |
En primer lugar, se hace necesario constatar la posibilidad
de despojar sus obras de la condición de ideología justificadora del denominado "socialismo real" que, como señala J. Muguerza, en muchos ámbitos tenía más
de real que de socialismo y su virtual nexo con los atropellos de los derechos
humanos en los regímenes burocráticos o de Estado-Partido. Ya que la contención
y congelamiento de los conflictos sociales y humanos no pertenecen al sentido
de la teoría marxista como filosofía de la praxis. Hoy es posible diferenciar
las tesis teóricas de Marx y Engels, de su condición de ideología justificadora del "socialismo real". También diferenciar diversos marxismos, presentes tanto
en sus fundadores como en los desarrollos posteriores.
En segundo lugar, el rechazo a su obligado estatuto de
“ciencia” tanto en manos del estalinismo como de algunos estructuralismos
occidentales y todas las secuelas dogmáticas que esto conllevó. Tanto la
intromisión acrítica de un concepto positivista de ciencia, como la pretensión
de convertir al marxismo en la supuesta tematización y solución de todos los problemas
humanos. Situación que hace recordar a Ernest Mandel que esos problemas para la
tradición marxista son tan sólo seis, aunque de invaluable importancia para la
condición humana: suprimir a escala mundial el hambre, la miseria y la falta de
bienes necesarios para la supervivencia; sustituir la economía monetaria por
unas relaciones sociales basadas en la satisfacción integral de las
necesidades; hacer innecesaria la guerra y la utilización permanente de la
violencia para la resolución de los conflictos humanos; eliminar cualquier
forma de explotación, opresión, sometimiento y enajenación; abolir la división
de la sociedad en clases, el enriquecimiento exclusivamente individual y la
consecuente escisión en Estados nacionales hostiles entre sí, logrando un
sistema de solidaridad y cooperación universal; asegurar a todo niño, mujer y
hombre, las premisas sociales para la realización de sus potencialidades.
En tercer lugar, la importante vivencia de la catástrofe de
todo ese conjunto de “manuales” para la divulgación de la teoría marxista, que
con una aparente función pedagógica velaban una intención simplificadora, el
desprecio latente de los lectores, el desconocimiento de las fuentes y el afán
por legitimar un orden social injusto e irracional. Catástrofe que restablece
con fuerza la necesidad de una lectura de sus textos, directa, autónoma y sin
ninguna clase de “dirigismos”; una comprensión mediada por la vida y la
crítica.
En cuarto lugar, la actitud dudosa ante lecturas que
pretendan unilateralizar un exclusivo componente de la realidad, tal como hacen
el “economicismo”, “sociologismo”, “practicismo” o la prioridad de la
“infraestructura”, las cuales desconocen su interés antireduccionista, capaz de
una comprensión compleja de los fenómenos humanos. La conciencia de que los
textos de Marx y Engels son una obra en construcción que contienen
contradicciones, ambigüedades y lagunas; así como acentos, matices y diferendos
entre estos dos autores. La confirmación de que la insistente aseveración de
Marx de que “no era marxista”, implica que sus obras y los marxismos son
compresibles sólo en plural, porque el unanimismo es la negación de sus entrañas
más profundas.
Quinto: el progresivo decantamiento de la noticia del
colapso de los regímenes burocratizados de Europa Oriental que, en términos de
Alfonso Sastre “es una buena noticia: hay
que volver a empezar”, en tanto anuncio, no significa la bancarrota ni el
adiós definitivo a las teorías marxistas. Muestra de ello es la importante
producción teórica en los últimos años de lecturas reconstructivas,
deconstructivas y hermenéuticas del pensamiento marxista.
En sexto lugar, los aportes que continúa haciendo la teoría
marxista a la explicación y comprensión de la fase actual de la acumulación
capitalista y las pretensiones hegemónicas de la globalización neoliberal. La
situación contemporánea del capitalismo no puede ser comprendida, en algunas de
sus manifestaciones, sin el recurso obligado a categorías e interpretaciones
marxistas. Tal vez por esta razón Marshall Berman llega a afirmar que la “apologética capitalista de Adam Ferguson a
Milton Friedman, resulta notablemente pálida y carente de vida”, porque
aquellos que celebran el capitalismo a veces ni lo comprenden ni lo explican;
les asusta e incómoda su fuerza y creatividad.