10/7/17

¿“El Capital” solo para los días de fiesta?

Original de El Capital, que se encuentra en la casa-museo de Karl Marx
en Tréveris, Alemania
 
Rolando Astarita

En el Programa de Transición Trotsky dijo que la socialdemocracia solo hablaba del socialismo en los días de fiesta. Aunque seguramente se refería al ala derecha de la Segunda Internacional -¿alguien puede decir que Rosa Luxemburgo, Lenin o Liebknecht hablaban de socialismo solo los días de fiesta?-, la frase hoy se aplica a partidos políticos que se llaman a sí mismos socialistas, pero solo hablan de las cuestiones fundamentales del socialismo en los Primero de mayo. Pues bien, a la vista de las reacciones que ha provocado mi último post –“La lucha por las ocho horas de trabajo y la tradición socialista”, aquí– debería agregar que también existen los defensores de “El Capital para los días de fiesta”. En otros términos, el texto de Marx sería apropiado para los aniversarios (como fue por estos días la conmemoración de los 150 años de su primera edición), pero no para la lucha política e ideológica cotidiana.

Para ver por qué, recordemos lo que dije en ese post. Afirmé que el socialismo, orientado por Marx o Engels, consideraba que la lucha por la reducción de la jornada de trabajo era una importante consigna reformista, destinada a mejorar las condiciones de la clase obrera en su lucha por el socialismo. Aclaré que, sin embargo, no la consideraban una panacea, a diferencia de lo que hacían los reformistas. Dije también que Marx o Engels jamás sugirieron que reduciendo la jornada de trabajo pudiera acabarse la desocupación. Y expliqué que el desempleo se recrea en el capitalismo por dos vías principales, la introducción de la máquina, y las crisis periódicas.

Estas ideas están en la obra de Marx, pero han provocado rechazo entre personas que se dicen partidarias de las ideas de Marx. Aunque no dicen que las mismas estén equivocadas. ¿Por qué rechazan la nota entonces? Pues porque no quieren reconocer públicamente que en tanto haya capitalismo no hay forma de acabar con la desocupación. Y no quieren reconocerlo porque si lo hicieran, entrarían en contradicción lógica con la propaganda electoral “vende humo” (acabar con la desocupación disminuyendo la jornada laboral y repartiendo el trabajo) en la que están embarcados. En definitiva, para esta gente El Capital sería un texto para honrar en los días de fiesta; o para quedar muy bien en alguna mesa de debate en la Facultad de Ciencias Sociales. Pero no sería apto para la clase obrera. O en todo caso, su difusión entre las masas sería perjudicial para su “elevada táctica política”. Algo así como “las tesis de El Capital deprimen nuestras posibilidades de conseguir votos”

Mi postura es la opuesta. Sostengo que El Capital es un texto para la lucha obrera y que Marx lo escribió para que lo leyeran los trabajadores. Como explicaba en carta a Becker (17 de abril de 1867), estaba convencido de que era “el más temible misil que jamás se haya lanzado contra las cabezas de la burguesía”. Y pensaba también -véase la Crítica al programa de Gotha– que la actividad socialista debería poseer ese sólido cimiento. Como ejemplo de este criterio, recordemos a Engels, en carta a Meyer del 18 de octubre de 1867, cuando decía: “Espero que usted pueda llamar la atención de la prensa americana y alemana y de los trabajadores al libro de Marx. Con la agitación por las ocho horas ahora en progreso, este libro con su capítulo sobre la jornada de trabajo viene justo en el momento correcto y también es apto para traer alguna claridad en muchos aspectos. Usted hará un gran servicio al futuro del partido en América con cada paso que tome para lograr esto”.

A ver si nos entendemos: según Engels, El Capital era importante para la lucha por las ocho horas (una lucha reformista). Es que proporcionaba una fundamentación teórica del significado de ese combate, y de sus límites. No era un texto sólo para recitar y quedar bien ante un grupo de entendidos, sino arma de combate. 

Pues bien, siguiendo esa tradición, considero que la propagación de las ideas fundamentales de El Capital es una tarea imprescindible para los socialistas. De hecho, Marx pensaba que una vez que se establecieran los principios científicos, sería relativamente sencilla su popularización. Escribía: “… los ensayos científicos que revolucionan una ciencia nunca pueden ser verdaderamente populares. Pero una vez que se ha establecido la base científica, la popularización es fácil” (carta a Kugelmann, 28 de diciembre de 1862). Es el punto de partida de la agitación socialista. Tengamos presente que la agitación, como decía Lenin, consiste en explicar a las masas, de manera sencilla, una o dos ideas fundamentales (o sea, es algo más que andar con un megáfono gritando una consigna; o mostrar una cara linda para que la voten).

En definitiva, lo que hice en la entrada anterior fue popularizar algunas ideas de Marx y Engels sobre la jornada de trabajo y la desocupación. Aunque se ponga nerviosa mucha gente, sostengo que El Capital sirve no sólo para los días de fiesta. Y que el mejor homenaje que podemos hacerle, a 150 años de su primera edición, es acercar, de la manera más clara y popular posible, sus ideas críticas y subversivas a los más amplios círculos.
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