25/5/17

Hegel: lo Stato perfetto (e la spina di Marx)

Fulvio Papi

Cerchiamo di mettere in luce, riassumendoli, alcuni temi centrali della “Filosofia del diritto” di Hegel scritta nel 1820 quando aveva la cattedra di filosofia all’Università di Berlino. Gli studiosi di Hegel hanno spesso considerato i famosi scritti jenensi di Hegel dal 1801 al 1806 come precedenti importanti della “Fenomenologia dello Spirito” del 1808 come della “Filosofia del diritto”, anzi questi scritti giovanili mostrano spesso una ricchezza tematica più ampia delle successive opere a stampa. Inoltrarci in questa ricchissima selva filosofica vorrebbe dire perdere di vista la strada teorica che Hegel ha poi codificato come sua filosofia resa pubblica. Tuttavia su un tema molto generale si può trovare una linea di continuità.

G.H.F. Hegel & Karl Marx
✆ David Levine
Molti anni fa, siamo agli inizi degli anni Cinquanta, Mario Rossi (un amico di grande valore perduto immaturamente), studiando proprio gli scritti jenensi notava che “la preminenza assoluta di valore della determinazione politica serve a comprendere e a risolvere in sé le determinazioni sociali”. Vale a dire che ogni figura sociale, l’agricoltore, l’artigiano, il medico, il professore vanno compresi nel significato spirituale che essi hanno nella struttura ideale, unitaria e organica dello stato.
Hegel, all’inizio dell’Ottocento, conosceva le opere di Ferguson, sociologo e storico, Say, Smith, Ricardo, e classici della economia politica. Questa conoscenza ha portato a ritenere che Hegel, avendo nozione di queste opere, avesse anche una immagine teorica della società “borghese” che stava nascendo su una base capitalistica. Detta così questa proposizione non è vera. E qui è necessaria una considerazione generale intorno a che cosa sia la conoscenza di opere e quale senso esse possano avere in un tessuto interpretativo.
Hegel, per esempio, aveva certamente conosciuto bene i concetti di lavoro, di divisione sociale del lavoro, dello scambio come forma della razionalità economica, ma non aveva compreso che questi concetti erano il riflesso intellettuale di una trasformazione del mondo che, in prospettiva, avrebbe rovesciato completamente il rapporto tra economia e struttura e potere politico. 
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Per Hegel la dimensione economica non aveva affatto questa potenzialità, anzi (come avevo accennato in precedenza) era regolata dalla struttura politica che riconosceva all’essere umano, alla sua natura, il bisogno, l’alimentazione, la difesa delle numerose possibilità oppressive del mondo, e il godimento sessuale. L’uno e l’altro, tuttavia, compresi in una antropologia che certamente riconosceva la materialità dell’esistenza, ma la sottoponeva alla superiore legislazione dello Spirito che aveva la sua realtà oggettiva nella forma dello stato politico.

So­bre la teoría del equi­lib­rio gen­eral desde la per­spec­tiva de Karl Marx

La Economía, desde su rama más for­mal, ha tomado la onerosa la­bor, al igual que las demás cien­cias so­ciales, de mod­e­lar al ob­jeto más com­plejo e in­de­scifrable de la nat­u­raleza: el hom­bre.
Karl Marx ✆ A.d. 

Diego Gar­cía

Dado que analizar la idios­in­cra­sia y el com­por­tamiento del ser hu­mano con sus pares y otras es­pecies es un ofi­cio de con­stante ob­ser­vación, la  mis­ión de un econ­o­mista se hace in­fini­ta­mente di­fi­cul­tosa por las dis­tin­tas vari­ables omi­ti­das que afectan de man­era rad­i­cal la forma en que una per­sona toma de­ci­siones. El par­a­digma ac­tual de la Economía se cues­tiona prin­ci­pal­mente so­bre cómo el hom­bre in­ter­ac­túa con otros hom­bres, de man­era ego­cen­trista, para obtener lo que quiere. A esa in­ter­ac­ción, a ese lu­gar y a ese mo­mento se le conoce en la lit­er­atura como el mer­cado. Desde sus ini­cios, la Economía ha bus­cado dis­tin­tas for­mas de con­fig­u­rar mod­e­los de com­por­tamiento que sean im­a­gen de lo que acon­tece en el mer­cado y que al mismo tiempo re­spon­dan a la gran pre­gunta planteada por Adam Smith: ¿Cómo lo­gran los in­di­vid­uos de­scen­tral­iza­dos y guia­dos por sus pro­pios in­tere­ses, por medio de la señal de los pre­cios, la co­or­di­nación en el mer­cado? (Hahn & Ar­row, 1977). Varias es­cue­las de pen­samiento económico han bus­cado de man­era ince­sante la re­spuesta al cues­tion­amiento canónico de Smith. 

21/5/17

Agustín Cueva y la sociología marxista

Agustín Cueva
Juan J. Paz y Miño Cepeda

En 1976, en pleno auge de las ciencias sociales de la región, se publicó el libro Teoría, acción social y desarrollo en América Latina, de Aldo E. Solari, Rolando Franco y Joel Jutkowitz, un balance crítico del pensamiento sociológico latinoamericano desde una perspectiva historicista. Igualmente quedó en claro que, para entonces, los ejes intelectuales pasaban por la afinidad u oposición a la teoría marxista. Alrededor de los años ochenta también la ciencia social ecuatoriana alcanzó su mayor desarrollo e influencia. Entre la nueva generación de pensadores igualmente hegemonizó el marxismo, y se produjeron los más importantes estudios sobre el país, que tienen determinante influencia hasta el presente.

Anticipándose a esta generación, Agustín Cueva (1937-1992) fue pionero en replantear los estudios sobre Ecuador desde la perspectiva del marxismo crítico. Si bien en su obra Entre la ira y la esperanza (1967), Agustín -con quien guardé una buena amistad-, trazó una interesante visión de la literatura ecuatoriana como expresión de los diversos momentos históricos del país; y fue su libro  (1972) el que marcó el inicio de la sociología marxista contemporánea, con un estudio que acudió a la historia como fundamento para la comprensión no sólo de la trayectoria republicana del país, sino también para resaltar la naturaleza del “velasquismo”; es decir, de los gobiernos del “populista” José María Velasco Ibarra.

Agustín Cueva se alejó del Ecuador y residió en México, donde pasó a ser profesor de la UNAM. Continuaron allí sus investigaciones, entre las que cabe destacar El desarrollo del capitalismo en América Latina (1977), un libro ajustado al estudio concreto de la historia. En 1987, cuando galopaba la perestroika en la URSS, fue publicada otra obra fundamental: La teoría marxista. Categorías de base y problemas actuales (1987), en la que Cueva precisó el pensamiento de Marx, criticó sus dogmatizaciones e incluso se anticipó a cuestionar las concepciones de Antonio Gramsci, a quien ya para entonces, tanto en Europa occidental como en América Latina, se tenía, según el mismo Agustín, como el novísimo anti-Lenin, “dotado de incalculables proyecciones teóricas y aun políticas”.

Sobre la dialéctica del Estado burgués — La crítica de la democracia burguesa en Rosa Luxemburgo

Rosa Luxemburgo ✆ Kate Evans
Michael Löwy

El planteamiento eminentemente dialéctico del Estado burgués y de sus formas democráticas en Rosa Luxemburgo le permite escapar tanto de los planteamientos social-liberales (¡Bernstein!) que niegan su carácter burgués, como de los de un cierto marxismo vulgar que no tiene en cuenta la importancia de la democracia. Fiel a la teoría marxista del Estado, Rosa Luxemburgo insiste en su carácter de “Estado de clase”. Pero inmediatamente añade: “hay que tomar esta afirmación no en un sentido absoluto y rígido, sino en un sentido dialéctico”. ¿Qué quiere decir esto?

De una parte, que el Estado “asume sin duda funciones de interés general en el sentido del desarrollo social”; pero al mismo tiempo, no lo hace más que “en la medida en que el interés general y el desarrollo social coinciden con los intereses de la clase dominante”. La universalidad del Estado está por tanto severamente limitada y, en gran medida, negada por su carácter de clase /1.

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Otro aspecto de esta dialéctica es la contradicción entre la forma democrática y el contenido de clase: “Las instituciones formalmente democráticas no son, en cuanto a su contenido, más que instrumentos de los intereses de la clase dominante”. Pero no se limita a esta constatación que es un locus clásico del marxismo; no solo no desprecia la forma democrática, sino que muestra que ésta puede entrar en oposición con el contenido burgués: “Se tienen pruebas concretas de ello: en cuanto la democracia tiene tendencia a negar su carácter de clase y a transformarse en instrumento de los verdaderos intereses del pueblo, las formas democráticas mismas son sacrificadas por la burguesía y por su representación estatal” /2. 

20/5/17

Per la rinascita del marxismo in Occidente — L’analisi di Domenico Losurdo

Aldo Trotta

Manca ormai da tempo un dibattito teorico-politico sullo stato di salute e sulle prospettive del marxismo in Italia e non solo. Un dibattito tanto più necessario e urgente a fronte di una sinistra residuale che, dopo più di un quarto di secolo di abiure e di congedi dalla propria storia, continua ad annaspare nelle sabbie mobili di un “nuovismo” esasperato ed esasperante, alla ricerca affannosa e inconcludente di “nuovi” orizzonti teorici, di “nuovi” linguaggi, di “nuove” forme e pratiche politiche, di “nuove” identità, e via declinando. L’ultimo volume di Domenico Losurdo, Il marxismo occidentale. Come nacque, come morì e come può rinascere, può senza dubbio fornire un contributo prezioso per provare a rianimare una discussione che vada oltre le pur importanti contingenze politiche. Pubblicato da poco per i tipi della Laterza, il testo si presenta nel panorama editoriale nel centenario della Rivoluzione d’Ottobre, in una fase storica in cui sullo scenario internazionale piovono bombe come fossero coriandoli, i focolai di crisi aumentano e i rischi di una conflagrazione bellica su ampia scala si addensano sempre più pericolosamente all’orizzonte, nella preoccupante assenza di un movimento pacifista in grado di far sentire preventivamente la sua voce prima che l’incendio divampi. Dalla prima guerra mondiale e dalla Rivoluzione d’Ottobre, atti di nascita rispettivamente del marxismo occidentale e di quello orientale, prende le mosse la ricostruzione storico-filosofica che l’autore compie analizzando ragioni oggettive, aspetti culturali e questioni di natura teorica che fin dagli inizi hanno portato i due marxismi a intraprendere strade diverse. 

18/5/17

La relevancia contemporánea de Karl Marx

Karl Marx ✆ Honzec 
Claudio Katz

La conmemoración del 150 aniversario de El Capital ha renovado el debate sobre las contribuciones legadas por Marx a la comprensión de la sociedad actual. El texto continúa suscitando apasionadas adhesiones y fanáticos rechazos, pero ya no ejerce la enorme influencia que tuvo en los años 60 y 70. Tampoco padece el olvido que acompañó al desplome de la Unión Soviética. Ningún investigador de peso ignora actualmente el significado del libro y las relecturas traspasan la academia e influyen sobre numerosos pensadores. El interés por Marx se verifica entre los economistas que resaltan su anticipación de la mundialización. Otros descubren una precoz interpretación de la degradación del medio ambiente y vinculan la ausencia de soluciones al desastre ecológico, con la crisis civilizatoria que previó el teórico germano.

Su obra es retomada con mayor frecuencia para caracterizar la etapa neoliberal. Varios autores indagan las semejanzas de ese esquema con el “capitalismo puro” y desregulado que prevalecía en la época de Marx. En un período de privatizaciones, apertura comercial y flexibilización laboral se transparentan rasgos del sistema que permanecieron ocultos durante la fase keynesiana. Los diagnósticos del pensador alemán recuperan nitidez en el siglo XXI. La gran crisis que estalló en el 2008 reubicó a El Capital en un lugar preponderante de la literatura económica. Ese desplome financiero no sólo desembocó en una impactante recesión. Precipitó además una expansión inédita del gasto público para socorrer a los bancos. Marx recobra importancia en este escenario de agudos desequilibrios capitalistas. Por esta razón sus explicaciones del funcionamiento y la crisis del sistema son revisadas con gran atención.

16/5/17

Medición del producto y los esquemas de reproducción de Marx

Karl Marx ✆ Carreño
Rolando Astarita

En la edición de La Nación del 12 de abril pasado los profesores de Economía Martín Krause, Adrián Ravier y Nicolás Cachanosky publicaron un artículo titulado “El mito del consumo como llave del progreso económico”, en la que destacan la importancia del cálculo del producto bruto (gross output), que ha comenzado a publicar el Bureau of Economic Analysis de Estados Unidos. Es que el producto bruto, señalan los autores de la nota, incluye todas las transacciones de la economía, y no solo las de la etapa final del consumo, como sucede con el PBI. En consecuencia, enfatizan, la nueva medición relativiza la importancia del consumo en la demanda agregada, para destacar la centralidad de la inversión.

Pues bien, desde una perspectiva marxista podemos decir que la medición del producto efectivamente pone de relieve la centralidad de la acumulación del capital en el funcionamiento de las economías capitalistas. Un tema que es clave en la teoría de Marx. Más precisamente, la nueva medición del BEA encaja en los esquemas de reproducción contenidos en el segundo volumen de El Capital. El objetivo de esta nota es entonces explicar la importancia de este enfoque de Marx para el análisis y crítica de la economía capitalista. Para eso, en primer lugar, explicamos la distinción entre PBI y producto bruto para aquellos lectores que no son economistas. En segundo término, resumimos la divergencia entre keynesianos y “ofertistas”. En tercer lugar, presentamos lo básico de los esquemas de Marx y sacamos algunas conclusiones.