15/2/17

La militancia laboral y social africana, el marxismo y la construcción revolucionaria del movimiento

Patrick Bond

Hoy es el momento idóneo para ser activista en África. No obstante, hay una sensación en la que el progreso y el retroceso van de la mano en muchos sitios del continente, y los esfuerzos de las clases obreras, los pobres y las clases medias más progresistas se han visto limitados debido a la debilidad de sus alianzas. Estos movimientos de "revolución" africanos contra el neoliberalismo actual todavía no han construido una ideología firme y rígida. La mejor estrategia consistiría en formar compromisos críticos, pero no dogmáticos, con las distintas fuerzas que emergen con ideologías izquierdistas. Este año se cumple el centenario de la victoria de los bolcheviques en Rusia, lo cual estableció los estándares (antes de que Stalin tomara el poder a mediados de la década de 1920) para que los grupos más oprimidos de la sociedad tomasen el poder estatal. Sin lugar a dudas, confirmó el potencial de construir fábricas y unas bases fundamentales incluso dentro de un régimen represivo nacional (durante la época del zar), luego un salto a la participación en un estado cuasi-democrático (los mencheviques), y luego el control económico nacional y la influencia internacional masiva. Los acontecimientos de 1917 en Rusia fueron liderados por un partido revolucionario que cosechó un torbellino que poseía una ideología estructurada y formado por unos líderes vanguardistas con los nervios de acero. Las masas de campesinos sin ningún tipo de organización, la pequeña clase burguesa, y la policía y el ejército no resultaron un impedimento para la victoria del proletariado. 

Después de su rápida degeneración, los errores de la Unión Soviética se pueden explicar tanto por un déficit democrático y un sistema burocrático sofocante o por el carácter de clases del modelo soviético, que destruyó la autoemancipación de los trabajadores y de la sociedad. Hoy en día continúan las diferencias entre las narrativas. De momento, el poder ejercido por los activistas de las fábricas y demás trabajadores está sumamente infravalorado. Por lo general, hay varias formas de calcular el poder ejercido por estos grupos. Entre estos barómetros se incluyen las estadísticas policiales y las opiniones periodísticas que aparecen en los medios y encuestas a ejecutivos en altos cargos. Por ejemplo, se registra el número e intensidad de las actividades de las protestas en la Base de Datos Global de Eventos, Lenguaje y Tono, iniciada por el Centro para la Seguridad Cibernética y de Seguridad Nacional de la Universidad de George Washington. Esta base de datos utiliza, en su mayor parte, los informes publicados en los medios de comunicación. Los últimos datos son de noviembre de 2016 y destacan los "hotspots" o puntos de conflicto más relevantes del continente africano. Estos se encuentran en Túnez, Libia, Nigeria, Costa de Marfil, Camerún, Tanzania, Malawi, Zambia y Sudáfrica. Otros datos sobre el malestar social en África se incluyen en el Programa Minerva del ejército de los Estados Unidos, que se recogen según eventos y localización, para así seguir y analizar los disturbios y protestas que ocurren día a día. En comparación con el 2011, cuando comenzó la Primavera Árabe en el norte de África y las protestas aumentaron gradualmente, se ha observado page 1 / 2 que esta violencia ha ido aumentando a lo largo de estos últimos cinco años. A pesar de que en el año 2016 se registraron menos protestas que en 2015, no hay duda de que la mayor parte del continente registra una tasa de protesta que alcanza, y casi supera, el pico que alcanzó en 2011. Otro conjunto de datos, basado en impresiones subjetivas y no en informes de eventos objetivos, es la encuesta anual del Foro Económico Mundial, en el que más de 14.000 ejecutivos de empresas de 138 países reflejan sus conclusiones en el Informe de Competitividad Global. Una pregunta de la encuesta se refiere a las relaciones entre el trabajo y los empleados, y si éstas son "generalmente conflictivas o generalmente cooperativas" en una escala de 1-7. En el informe 2016-17, el Foro Económico Mundial encontró que los movimientos laborales más cooperativos se encontraban en Noruega, Suiza, Singapur, Dinamarca y Suecia (con una puntuación superior a 6,1). En el otro lado de la balanza se encuentra Sudáfrica. En 2016, por cuarto año consecutivo, resultó ser el país menos cooperativo, con una puntuación de 2,5. Otros países africanos con mano de obra muy militante son Chad (3,5), Túnez (3,6), Liberia (3,7), Mozambique (3,7), Marruecos (3,7), Lesotho (3,7), Etiopía (3,8), Tanzania (3,8), Argelia (3.8), Burundi (3.8) y Zimbabue (4,0). Aunque en términos de cooperación laboral estos países se coloquen en la cola de la lista, en términos de militancia laboral se posicionan dentro de los 30 primeros. Las fuerzas de trabajo más cooperativas dentro del continente africano son Ruanda (puesto 18 con un 5,3), Mauricio (4,8) y Uganda con un 4,6. Por lo general, los trabajadores africanos son los menos cooperativos comparados con el resto de continentes. A día de hoy, muchos expertos han surgido con el lema "Africa Rising!" (África Creciendo), pero otros discrepan con este eslogan. Estos prefieren decir que África se está "uprising" (alzando). No pretende implicar un significado revolucionario o de insurgencia, ni de una revolución sostenida. Una de las principales razones es que estos movimientos no toman forma concreta ni manifiestan una ideología coherente, que sería necesario para hacer frente a los problemas de la época. En el libro "Hacia la Revolución Africana", Franz Fanon escribe: "Por mi parte, cuanto más profundamente entro en las culturas y en los círculos políticos, más seguro estoy de que el gran peligro que amenaza a África es la ausencia de ideología". Amílcar Cabral, dirigente revolucionario en Guinea y Cabo Verde, estaba de acuerdo: "La carencia ideológica dentro de los movimientos de liberación nacional, por no decir la falta total de ideología, constituye una de las mayores debilidades de nuestra lucha contra el imperialismo, si no la mayor debilidad". 
La insurgencia de Numsa: ¿momento o movimiento?
En Sudáfrica, el sindicato más grande, conformado por más de 300.000 miembros, según su último congreso en diciembre de 2016, es el Sindicato Nacional de Trabajadores Metalúrgicos de Sudáfrica (Numsa son sus siglas en inglés). Muchos observadores han criticado la intensa militancia retórica de Numsa, a raíz de su batalla con los nacionalistas, obreros y comunistas afiliados al Congreso Nacional Africano, así como con los "marxistas de clase media".

Para poner en contexto los feroces intercambios entre las diversas fracciones de la izquierda marxista sudafricana hace falta considerar la historia más reciente. A pesar de que hay muchos contrarios con su causa, como pueden ser desde el capital monopolista blanco hasta los intelectuales de la izquierda independiente, la lucha más intensa ha sido contra sus camaradas en el Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (Cosatu son sus siglas en inglés) y su guía intelectual, el Partido Comunista sudafricano (SACP son sus siglas en inglés), la cual comenzó durante el último congreso de Numsa en 2013. Mi propia impresión abrumadora de ese acontecimiento fue cómo 1400 delegados (en su mayoría delegados de tiendas) llevaron rápidamente al sindicato a la izquierda, hasta el punto de pedir formalmente al presidente Jacob Zuma que renunciara.

Fue un giro extraordinario, dado el fuerte apoyo de Numsa a Zuma para reemplazar al presidente Thabo Mbeki en 2006-08. Muchos de los miembros de Cosatu-SACP esperaban que, a cambio de ese apoyo, Numsa se realizaría un giro radical hacia la izquierda en la política macroeconómica y subsidios estatales mayores para mejorar los medios de subsistencia de los trabajadores.

No obstante, de manera predecible, Zuma se aferró al proyecto neoliberal y rompió inevitablemente las esperanzas de obreros y comunistas. Inevitablemente, los murmullos anti-Zuma llegaron al punto de la protesta activa. Por lo tanto, no es sorprendente oír la desesperación de Zuma, como cuando, el pasado noviembre en Pietermaritzburg, describió a los BRICS como una aparente táctica de distracción: "Es un grupo pequeño pero muy poderoso. [A Occidente] no le gustaban los BRICS. China va a ser el líder económico número uno... [los países occidentales] quieren desmantelar a los BRICS. Hemos tenido siete votos de desconfianza en Sudáfrica. En Brasil, el presidente fue destituido". La semana siguiente a su intervención, un legislador de la oposición le pregunto a Zuma en el parlamento algo así como: ¿A qué países occidentales se refería?, ¿cómo planeaban desmantelar los BRICS? A esto, Zuma respondió: "He olvidado los nombres de estos países. ¿Cómo puede pensar que lo voy a recordar?”.

Una de las razones clave de la rebelión de Numsa en diciembre de 2013 contra la Alianza fue que todavía existía un fuerte recuerdo sobre la masacre de Marikana. En el mes de agosto de 2012, 34 mineros que exigían un salario más adecuado a sus funciones y condiciones laborales fueron asesinados por disparos de la policía. En el año 2015 el documental “Miners Shot Down” de Rehad Desai ganó en premio Emmy al mejor documental internacional, y refleja la realidad del incidente.

Las semillas de esta radicalización fueron plantadas en 2008, cuando Irvin Jim se convirtió en el líder. Al igual que cualquier sindicato, Numsa ha tenido que dirigir enormes recursos a las actividades de apoyo de los miembros, algo que cualquier unión o sindicato ha de promover antes de dedicar sus esfuerzos a la política. Aunque siempre hay retrocesos en esta línea, Numsa ha dado pasos notables hacia el corporativismo obrero y la militancia independiente. Desde 2008, y en términos generales, los líderes y miembros de Numsa han:
1- Restablecido la fuerza interna de la izquierda de Numsa (después del liderazgo de Silumko Nondwangu);
2- Propuesto nuevos argumentos a la esfera pública sobre el carácter del bloque neoliberal;
3- Ayudado a identificar cuáles eran las debilidades de SACP y Cosatu, y, por lo tanto, abrieron un debate que culminó en el congreso especial de Numsa 2013, donde se hizo la primera llamada en contra de Zuma;
4- Ganado una huelga nacional que duró cinco semanas en 2014, y se enfrentó a las masivas presiones de desindustrialización desde que los precios del aluminio y del acero se desplomaron, y el dumping se convirtió en una amenaza mortal para las fundiciones principales;
5- Aumentado el número de miembros a 330 000;
6- Movilizado a sus miembros en protestas muy significantes, como la que ocurrió hace menos de un año en la que 30 00 personas protestaron contra la corrupción, a pesar de una desastrosa ruptura de alianzas con otros grupos en los sectores más liberales de la sociedad civil;
7- Unido a los disidentes de Cosatu en un bloque más comprometido y han conseguido establecer un proceso para el anuncio (mayo de 2016) y el lanzamiento (en algún momento de este año) de una nueva federación de trabajadores;
8- Y finalmente, de manera bastante realista, han abierto la puerta a la posible formación de nuevo partido obrero.
Los dos últimos logros, una nueva federación bajo la dirección de Vavi y un posible partido obrero, son los principales proyectos con vistas al futuro. El proyecto del Frente Unido subió brevemente en 2013-14 y luego se estrelló en 2016 por distintas razones, alienando a muchos aliados lógicos y perdiendo personal respetado en el proceso.

Y aunque Vavi representa una corriente socialista amplia y de mente abierta, que abarca desde la NDR hasta la sociedad civil radical, Numsa ha enfatizado recientemente una definición de su "línea" particular con respecto a una Revolución Nacional Democrática. Esa línea, con su categoría de "sindicato marxista-leninista", antes de un partido obrero vanguardista, es rechazada como "marxismo-leninismo rígido" por intelectuales de izquierda independiente, a lo que responden los ideólogos de Numsa: "¡el pequeño burgués inútil!". Aun así, siendo francos, Numsa tiene un buque masivo arrastrando olas agitadas por encima de corrientes profundas y tortuosas en aguas desconocidas, y la otra izquierda lleva un barco más limitado, pero en aguas poco profundas bien conocidas.

Sin embargo, ¿qué pasaría si para las elecciones de 2019 Numsa encuentra una forma de ir de forma paralela o incluso en coalición directa con el principal partido izquierdista del país, los Combatientes de la Libertad Económica (FEP)? Recordemos que después de su formación en 2013, el FEP pasó del 6% de los votos en las elecciones de 2014 al 8% de los votos en la encuesta municipal de 2016, suficiente para sacar al ANC de los ayuntamientos de Johannesburgo y Pretoria. FEP se unió con la Alianza Democrática de centro-derecha. (Este matrimonio infeliz podría dar lugar al divorcio antes de 2019, probablemente en medio del FEP y la contestación del ANC sobre una recuperación inevitable en las protestas de entrega de servicios del municipio).

Con el ANC por debajo de su máximo, en 2004 de 69% en una elección nacional a su mínimo de 2016 en el 54% en la encuesta municipal, es bastante concebible que en términos electorales exista un enorme potencial para que un partido de izquierdas tenga un papel decisivo en la política nacional, al igual que el FEP en los municipios de Johannesburgo y Pretoria. Sin embargo, si los líderes marxistas-leninistas de Numsa y el FEP se encuentran en coalición, ¿podría convertirse un movimiento de Numsa-FEP en el denominado "momento de Numsa"?

Muchos de la izquierda independiente no consideran este escenario como favorable debido a una preocupación general de que el líder del FEP, Julius Malema retomará el 10% del poder de voto en el ANC en el caso de que (como en agosto de 2016 en Joburg y Tshwane) se podría convertir en un “la carta más valiosa”. Este escenario supone que el voto del ANC cae por debajo del 50% y que todos los partidos de oposición se unen para negar al partido gobernante cualquier otro botín nacional. Malema dijo frente a la audiencia el año pasado que, si tal oportunidad surgía en 2019, podría destruir primero el ANC y luego reconstruirlo en alianza con el FEP. Pero si Cyril Ramaphosa, Nkosazana Dlamini-Zuma o Zweli Mkhize dirigen el ANC, no resultará tarea fácil sostener dicho argumento.

En dicho escenario, el remedio podría ser una alianza o influencia por parte del partido de los trabajadores en el FEP, para evitar la regeneración del nacionalismo neoliberal y la creación de nuevas élites. Esto es por lo que algunos argumentarían que Numsa tiene un papel decisivo en toda esta historia. Una vez que el radicalismo del FEP llegue a su punto máximo y se retire a una corriente más populista, el FEP ha de demostrar su capacidad de unir corrientes y, de alguna manera, “calmar” al FEP antes de que se radicalice demasiado. No obstante, no hay manera de predecir qué va a pasar antes de 2019 debido al carácter impredecible de la política de izquierda en Sudáfrica. Si la situación fuese un poco más predecible, las condiciones para una construcción de movimiento mucho más fuerte –un sucedáneo de una "Resistencia Unida" (United Resistance) de las fuerzas de izquierda, como ahora se denomina en Estados Unidos contra las políticas sociales y de inmigración de Donald Trump- ya habrían generado un comunismo ascendente.
Las profundas raíces y la frágil superficie del comunismo sudafricano
Para ilustrar el enigma, piensen también lo que significa haber comenzado toda esta lucha, como hicieron los principales líderes de Numsa, en la tradición del Partido Comunista del Cabo Oriental. Teniendo esto en cuenta, la retórica M-L tiene sentido, porque parece ser el caso de que:

El SACP dentro del ANC está en sus últimos días (con continuos rumores de que los líderes del Partido sufren una purga, así como una enorme presión, proveniente de la juventud y ejercida sobre los jefes del partido)

Los fracasos de Cosatu en casi todos los frentes políticos podrían llevar a que los miembros de los distintos sindicatos sudafricanos exijan la dimisión de Zuma como presidente, probablemente no antes de 2019, y también a romper la Alianza.

Si estos son los procesos políticos más próximos que se avecinan, entonces la retórica de Numsa puede verse como un posicionamiento cuidadoso para capturar a todos aquellos que ahora están renunciando al ANC. El impulso político de Numsa en los corazones y mentes de un prestigioso movimiento de liberación es algo que en Zimbabwe fue probado, y fracasó. Este es el caso del Movimiento por el Cambio Democrático, que también comenzó como un partido de los trabajadores (en enero de 1999 durante la convención de trabajadores de Chitungwiza), pero que rápidamente se deslizó hacia la derecha. Arrastrar al ANC un poco hacia la izquierda, utilizando el propio lenguaje de Revolución Democrática Nacional (NDR), podría resultar ser una alternativa exitosa. Se debería plantear como una alternativa de alienación política enfrentada por tantos activistas de la clase obrera cuya experiencia política masiva está basada en la lealtad tradicional al ANC.

El papel histórico de Numsa es recordar continuamente que un gran apoyo ANC NDR constituye una explicación lógica de los fracasos SACP-Cosatu dentro de la Alianza: el Partido y los líderes laborales se convirtieron en miembros indistinguibles de los jefes. (Este es un resultado sobre el que algunos observadores acusan a los líderes de Numsa de reproducir, también, con la "distancia social" entre el liderazgo y los trabajadores aún inmensa, al igual que la distancia entre los trabajadores de Numsa -muchos de los cuales han luchado arduamente por los salarios mensuales de cinco dígitos-, y los sudafricanos más pobres.) Así que la retórica de Numsa es bastante clara. Su simple mensaje es que, primero, y, segundo, la revolución, están correctamente conceptualizados y formulados con estrategias adecuadas y separadas en dos etapas, pero que se asignó a las personas equivocadas la tarea de la implementación porque el ANC, el Cosatu y el SACP juntos se mostraron demasiado cómodos manteniendo el statu quo nacionalista neoliberal.

Ahora, esa línea de argumentación puede no apelar fácilmente a la mayoría de los lectores. Sin embargo, tenga en cuenta que la melodía de la NDR sigue siendo especialmente atractiva para aquellos que todavía consideran que el nacionalismo populista del ANC de 1994 era el proyecto político más prestigioso de Sudáfrica. A pesar de llevar cerca de 23 años de ’liberación’, esta tradición conserva raíces profundas. Y es probable que con su nuevo liderazgo (probablemente Dlamini-Zuma o Ramaphosa), el ANC pueda seguir manteniendo su mayoría por encima del 50% en las próximas elecciones.

Así, algunos lectores pueden tener problemas en cuanto a los principios y la teoría de la Revolución Democrática Nacional, ya que es difícil de discutir y probar en términos empíricos. La "primera etapa" - el "reino político" - se alcanzó sustancialmente en 1994. Hace tiempo que se espera una "segunda etapa" -la justicia económica-. La capacidad de persuasión de la clase compradora sudafricana, que se extiende a través de la división principal intra-ANC (es decir, de la máquina de patrocinio Zuma-Gupta “Zupta” al bloque del neoliberal)- representa el principal obstáculo para la segunda etapa de la revolución. Con Sudáfrica en un profundo estado de crisis, es trágico que a pesar de que Numsa y los esfuerzos del FEP, así como la retórica anticapitalista de SACP-COSATU, las únicas dos narrativas que dominan el espacio político sean : en primer lugar, Zupta, y, en segundo lugar, el gobierno neoliberal.

Para dirigirse a los intelectuales izquierdistas, ¿los marxistas de clase media (como el autor del artículo) han cometido errores profundos que podrían distraer a Numsa de reunir su fuerza? Por supuesto. Todas las iniciativas de la extrema izquierda de Sudáfrica han fracasado en atraer a los miembros de la clase trabajadora, así como al liderazgo. A diferencia de los casos del Norte de África en 2011, la mezcla de esa intelectualidad, las ONG progresistas, los movimientos sociales, los ciudadanos frustrados y los activistas laborales creativos en Sudáfrica no han encontrado nada parecido al apoyo masivo del FEP y Numsa.

Puede que no suceda en las elecciones de 2019, pero en Sudáfrica llegará un punto en el que el actual panorama político no sea solo una cuestión retórica, sino una situación en la que se hayan llevado a cabo movimientos reales. Después de todo, hablamos de un momento magnífico para ser activista y promover la justicia en Sudáfrica:
1.- Numsa no se ha quebrado frente a la represión. Dividir y conquistar es todavía de los desafíos más fuertes contra el poder capitalista; El Sindicato de Trabajadores de Alimentos y Afines se alejó de Cosatu y la Asociación de Mineros y la Unión de la Construcción no fue abandonada en el olvido durante la crisis minera de 2014-16.
2.- La clase obrera en su conjunto sigue considerada como la más militante del mundo en un momento en que la desigualdad de Sudáfrica se ha disparado y la clase capitalista es considerada por PWC como la más corrupta del mundo.
3.- El FEP se ha vuelto más fuerte y menos errático desde el punto de vista político.
4.- El nuevo terreno de la política urbana de Gauteng (donde el FEP y el ANC compiten probablemente para apoyar, si no catalizan, las protestas comunitarias) se pondrá muy interesante a medida que continúen las contradicciones.
5.- Las comunidades continúan protestando por la falta de entrega del servicio o el excesivo precio o la arrogancia de los políticos, a pesar de las técnicas cada vez más fuertes de represión y vigilancia del Estado.
6.- Aunque el impulso del movimiento estudiantil recientemente vaciló después de un espectacular estreno nacional en 2015, tienen mucho más potencial para futuras movilizaciones y alianzas.
7.- Movimientos sociales, la coalición Right2Know, mujeres, activistas LGBTI, Igualdad de Educación, Campaña de Acción para el Tratamiento y otros manifestantes hacen oír sus voces y muchas veces ganan batallas importantes a lo largo del camino.
¿Se expandirá la infraestructura necesaria para avanzar al mismo ritmo que la realidad que lo demanda? 
Conclusión: se acerca un huracán
Los levantamientos africanos desde 2011 han enseñado a los progresistas que en los escenarios prodemocracia y justicia social de manifestaciones de masas hicieron a varios países mucho más fructíferos y afines a un cambio de poder estatal, como son los casos de Gambia (2017), Burkina Faso (2014), Senegal (2012) y Túnez (2011). El momento del cambio viene sin previo aviso. Normalmente hay una acumulación de agravios sociales y luego sucede la explosión. Las consecuencias incluyen una profunda amenaza de la contrarrevolución, que en Burkina Faso fue rechazada en 2015, pero que en Egipto y Libia han tenido éxito con la supresión de los movimientos sociales democráticos y progresistas desde 2011 (en ambos casos con la ayuda occidental y las armas a la contrarrevolución).

¿Se encontrará Sudáfrica, como predijo Moeletsi Mbeki, frente al "Día de Túnez" - una especie de levantamiento alegre (aunque amenazante para las élites) en 2020? ¿Pueden los africanos abarcar los extraordinarios avances que se han hecho evidentes en los regímenes postdictatoriales o en sitios como Sudáfrica donde el derrocamiento de las políticas contra el VIH-SIDA de Thabo Mbeki redujo la mortalidad gracias a casi cuatro millones de personas que recibieron medicamentos gratis?

La sensación de progreso y retroceso en muchos sitios, incluyendo Sudáfrica, refleja en parte lo poco que la clase obrera, los pobres, la clase media progresista, los movimientos sociales y otros demócratas han atado cabos y conseguido alianzas. El levantamiento de los africanos contra la estrategia neoliberal de Africa Rising, basada en la dependencia de las exportaciones y los recursos, todavía no ha generado una ideología firme. Esa ideología era mucho más evidente cuando, en los años sesenta y setenta, el término "autosuficiencia" acompañaba a muchos discursos izquierdistas.

Patrick Bond
Puede que surja un ecosocialismo asociado con la filosofía de Ubuntu y las economías de desglose. Es posible que alguna versión sudafricana de la estructura marxista-leninista venga de Numsa. Nada se puede predecir fácilmente en la coyuntura actual. La única estrategia que me parece digna de seguir es una apreciación no dogmática de las diversas fuerzas, de modo que cualquier principio, análisis, estrategias, tácticas y alianzas que surjan a la izquierda, pueden ser tratados con respeto y crítica camarada.

El debate sobre Numsa puede no haber llegado aún a esa etapa más sana de investigación, pero al menos hay un debate y una investigación: los primeros pasos para reclamar algún tipo de profundo avance ideológico para que el pesimismo de las advertencias de Fanon y Cabral se convierta en afrooptimismo genuino y digno de las batallas como las que lidian día a día miles de activistas africanos

* Patrick Bond es profesor de Política económica en la Universidad de Witwatersrand, Johannesburgo, Sudáfrica.
Traducción, Cristina Pérez-Cerdá Maldonado
http://www.africafundacion.org/