11/1/17

Karl Marx: ¿Cómo leer a un clásico de nuestro tiempo?

Karl Marx
✆ F-K Woechter
Gabriel Vargas Lozano

En este artículo, se analizan los problemas que ha tenido la recepción de la obra de Marx y Engels tanto en el pasado como en el presente. En el caso del pasado, la edición de sus obras completas estuvo condicionada por aspectos políticos e ideológicos derivados principalmente de la forma en que se configuró el «socialismo realmente existente» en la URSS. Se analiza también la forma en que el neoliberalismo buscó eliminar al marxismo en general a partir del derrumbe del «socialismo realmente existente» en la URSS y Europa del Este (1989-1991); sin embargo, a partir de la crisis del neoliberalismo, que coincide con la nueva edición de la obra completa (MEGA 2), surge una renovación del marxismo que implica la oportunidad de repensar y enriquecer sus planteamientos. En el trabajo se hace una síntesis de las aportaciones de los clásicos, así como de los problemas que requieren nuevas consideraciones, como: la crisis ecológica; los sujetos históricos; los límites del capitalismo; la concepción marxiana de la filosofía; la ideología, la cosificación y enajenación, entre otros.

La presente reflexión ofrece algunos elementos sobre la situación del marxismo en México en las últimas décadas. Se trata de un caso donde el marxismo tuvo una extraordinaria relevancia, pero –a raíz del derrumbe del «socialismo realmente existente» en Europa del Este y la URSS (1989-1991) y la adopción del neoliberalismo como política de Estado– se produce una caída en el interés por esta corriente teórico-práctica. En nuestro país ha habido dos momentos estelares de la influencia del marxismo: el primero de ellos fue en la década de los años treinta cuando se llevó a cabo la reforma del artículo tercero de la Constitución y se estableció que la educación que impartiera el Estado, a excepción de la universitaria, debería ser socialista. Todo esto se enmarcó en la expropiación petrolera, el exilio republicano español y la lucha antifascista.

El segundo momento se presentó en las décadas de los sesenta, setenta y parte de los ochenta, cuando el paradigma marxista adquirió una fuerte presencia en la cultura y en la política a través del debate que surge por la influencia de la Revolución cubana; el movimiento estudiantil popular del 68; la teología de la liberación; la polémica abierta por la interpretación estructuralista de Louis Althusser, Étienne Balibar, Dominique Lecourt y otros, así como la importante influencia del marxismo italiano derivado de la concepción gramsciana, entre otros aspectos.

En este segundo período hay un extraordinario florecimiento de la teoría. Se publican obras de González Casanova, Adolfo Sánchez Vázquez, Víctor Flores Olea; Arnaldo Córdova, Enrique Semo, Sergio Bagú; Agustín Cueva, José Aricó, Bolívar Echeverría, Juan Carlos Portantiero, Jorge Veraza, Gerard Pierre Charles y muchos más. Sin embargo, a fines de la década de los ochenta hasta la actualidad, sobreviene una caída en el interés por el marxismo1. ¿Cuáles son las causas de este fenómeno? A nuestro juicio son tres:

La primera está relacionada con la lucha política en México: en efecto, en 1982, sobreviene el colapso de la economía nacional debido al torpe manejo (por decir lo menos) del crecimiento exponencial de las exportaciones del petróleo por parte del gobierno de José López Portillo y se inicia, en el régimen de Miguel de la Madrid, el neoliberalismo, que implica la subordinación de la economía nacional a la economía norteamericana como «solución» a la crisis económica 2.

Este cambio de dirección en la política estatal afectará la dinámica que se había iniciado en 1977, con la primera reforma electoral de los tiempos modernos se transitó de un gobierno autoritario a un gobierno democrático en el sentido liberal. Para contribuir a este proceso, la parte más importante de la izquierda efectuó un cambio drástico que, a la postre, significó un abandono del enfoque marxista para abanderar la lucha democrática por el poder; sin embargo, pronto se toparía con la decisión del grupo dominante de no acceder a una auténtica democracia. Esta decisión se mostró con claridad en el fraude electoral cometido en contra de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas y los dos fraudes en contra del candidato, también de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador en 2006 y 2012.

Hemos analizado la anterior situación tanto en la revista La Migraña, publicada por la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, como en la revista Tareas, publicada por el Centro de Estudios Latinoamericanos de Panamá. Ahora bien, ¿qué fue lo que ocurrió con el marxismo? En 1988, la izquierda socialista cedió ante la posición nacionalista y socialdemócrata representada por Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, entre otros que se habían retirado del Partido Revolucionario Institucional (PRI) debido a su giro neoliberal, con el fin de mantener la unidad alcanzada y eliminar cualquier objeción en un nuevo intento de acceder al poder. La teoría marxista (es decir, el análisis de clase; su caracterización del Estado; la meta del socialismo y otros aspectos) perdió aquí un espacio político que le hubiera permitido desarrollarse.

La segunda causa de la caída del marxismo en México y en todo el mundo fue el derrumbe del llamado «socialismo realmente existente» en Europa del Este y la URSS. Este impresionante proceso histórico produjo tal golpe psicológico, ideológico y político; tal confusión, que llevó a muchos que se autodenominaban marxistas a la parálisis, la decepción o, finalmente, el abandono de dicha concepción. Muchos perdieron la brújula y ya no sabían dónde estaba la izquierda o la derecha 3.

Muchos de estos exmarxistas aceptaron, sin mayor análisis, lo absurdo:

1. Que en el pensamiento de Marx se encontraba, en germinación, el gulag, como lo denominaban los «nuevos filósofos» que vinieron a México traídos por Televisa, y que, cuando se presentaron en la UNAM, no pudieron exponer sus ideas por el rechazo estudiantil 4;

2. Que el pensamiento de Marx era economicista, determinista, teológico y totalitario. Posiciones completamente falsas para el que quiera hacer un análisis serio de sus textos 5;

3. Que el «socialismo realmente existente» era el tipo de sociedad que se derivaba del pensamiento de Marx y, para finalizar, que el derrumbe del llamado socialismo real significaba que no había otra alternativa al capitalismo y que la única salida era la democracia, como si este concepto fuera unívoco 6.

La tercera causa corresponde a una sociedad sometida a un largo proceso de colonización: la dependencia teórica. Nuestro país, después de trescientos años de dominio español, conformó una mentalidad colonial y colonizada cuyos rumbos dependen de las orientaciones de las metrópolis. Solo aquellos investigadores que han logrado desprenderse de ese colonialismo mental han podido profundizar con creatividad en el análisis de la realidad. Inclusive hasta en el marxismo hemos padecido un esquematismo y un eurocentrismo.

El derrumbe del llamado «socialismo real» y las interpretaciones de «el fin de la historia» le permitieron al neoliberalismo, en su dimensión internacional y nacional, barrer del campo ideológico al marxismo que, junto al nacionalismo, se oponía (y se opone) a sus afanes privatizadores.

Lo que ocurrió con el paso del tiempo es que, al asentarse el polvo del «derrumbe del Muro de Berlín», se descubrió que, como decía el escritor Augusto Monterroso en el cuento más corto del mundo: «cuando despertó, el dinosaurio todavía se encontraba allí». Es decir, todo lo que había analizado Marx en sus textos y criticado: la abismal diferencia entre ricos y pobres, la desigualdad, la enajenación y la explotación, pero elevados a un nivel insospechado para el autor de El Capital, seguía allí avanzando en forma incontenible. Lo que se había derrumbado era, en realidad, una vía no capitalista y autoritaria hacia la industrialización revestida de algunos aspectos procedentes del socialismo. La esperanza que guardaron muchos marxistas revolucionarios era que pudiera presentarse en aquellos países un proceso de reforma que los recondujera a un auténtico socialismo. Por cierto, los mejores análisis críticos de aquellas sociedades se encontraban justamente dentro del campo marxista, empezando con los estudios de Claudín, Sacristán, Bettelheim, Schaff, Marcuse, Bahro, Sánchez Vázquez, Enrique Semo y muchos otros.

En nuestro país, el neoliberalismo tuvo una primera respuesta de alcance mundial con la rebelión neozapatista de 1994 en Chiapas; sin embargo, en las proclamas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) o en los textos del subcomandante Marcos, tampoco apareció el marxismo y, solo en su primera declaración, se mencionó que la meta era el socialismo, aunque después desapareció el término y cobró auge el de autonomía.

Hoy nos encontramos en plena crisis de las políticas neoliberales, ya que en lugar de permitir un paso adelante en las condiciones económicas y sociales de la población, ha provocado una brutal concentración de la riqueza en el ámbito global y nacional. Y puesto que el marxismo ha abogado por una interrelación entre teoría y praxis, el problema, entonces, es doble: por un lado, ¿cómo recuperar el potencial teórico-crítico de Marx y de un marxismo creador? Y por otro, ¿cómo puede incidir el legado de Marx y del marxismo en los actuales movimientos sociales por una alternativa al capitalismo? Daremos una respuesta rápida: recuperando el sentido auténtico de la obra de Marx y las aportaciones de un marxismo crítico y profundizando en el análisis de los nuevos problemas que han aparecido en la sociedad y que el marxismo no desarrolló lo suficiente.
Notas de este fragmento

1. Esta caída no solo fue obviamente mexicana, sino mundial y sus consecuencias han sido diferentes en cada latitud.
2. La otra opción era fortalecer un desarrollo propio y unas relaciones económicas diversificadas. La profunda crisis económica en que ha desembocado la economía norteamericana a fines de 2008 y sus consecuencias para nuestro país, así como el escaso crecimiento del PIB durante estos 25 años de política neoliberal, ha demostrado su ineficacia para incrementar el desarrollo en nuestro país. Un diagnóstico de la situación mexicana puede encontrarse en el libro compilado por Vargas Lozano y Piñon Gaytán (2007).
3. Es cierto que en la década de los ochenta diversos teóricos marxistas mexicanos (como Adolfo Sánchez Vázquez, Enrique Semo, Enrique González Rojo, Carlos Pereyra, Juan Brom y otros) debatieron sobre el tema, pero después del derrumbe prácticamente se terminó la discusión. Por mi lado, publiqué un libro titulado Más allá del derrumbe (1994, México: Siglo xxiEditores) en el que ofrecía mi interpretación y una posible salida; sin embargo, no fue lo suficientemente debatido.
4. Fue muy emocionante escuchar, días más tarde, en el pasillo de la Facultad de Filosofía y Letras (conocido coloquialmente como «el aeropuerto») de la UNAM, una crítica brillante de Henry Lefebvre a esa impostura.
5. En contra de esta concepción determinista puede leerse de manera productiva el libro de Sánchez Vázquez (1988).
6. En efecto, los estudiosos del tema han hablado de varios modelos de democracia: la democracia griega clásica; la democracia directa de J.J. Rousseau; la procedimental de Norberto Bobbio; la participativa de C.B. Macpherson; la autonomía democrática de David Held; el elitismo competitivo de Schumpeter y Weber; la democracia neoliberal de Hayek; la llamada democracia radical de Laclau y Chantal Mouffe; la democracia radical de Markovic, etcétera. Es increíble que en nuestro país solo se hubiera hablado de una sola forma de la democracia y, en un extremo, Enrique Krauze hizo famoso el concepto equivocado de «democracia sin adjetivos».
http://www.culturalatinoamericanaplaneta.it/