Felipe de J. Pérez Cruz
Paisaje cubano ✆ Ruperto Jay Matamoros |
Pienso que se hace necesario abrir un debate que llegue e
incorpore a todos los trabajadores, a la intelectualidad artístico y literaria,
a los cientistas y académicos del sistema de ciencia e innovación tecnológica y
a los profesores, en particular a los que llevan la compleja tarea de explicar
qué es el marxismo, en nuestras aulas de la enseñanza media y universitaria.
La llamada “crisis” del marxismo
Después del derrumbe de la URSS, se produjo un aluvión
triunfalista de propuestas –viejas, nuevas y novísimas--, que con el slogan de
“la crisis del marxismo”1, fluyeron a la superficie del
movimiento científico, cultural y político mundial, con el propósito de
desconocer, sustituir, revisar y anular, la universalidad propositiva de la
teoría revolucionaria fundada por Marx y Engels,
La intensa propaganda que se implementó, hizo mella en
amplios círculos intelectuales y en las fuerzas populares, y realmente el
imperialismo a escala global, logró generalizar una matriz de rechazo –visceral
en algunos casos– al marxismo, entendido como marxismo-leninismo.
“Los críticos del marxismo –precisa Atilo A. Borón-, y en general de cualquier propuesta de izquierda, no ahorran energías para señalar que las deformaciones cristalizadas en el “marxismo-leninismo”, no son sino el producto necesario de las semillas fuertemente dogmáticas y autoritarias contenidas en la obra de Marx y potenciadas por el “despotismo asiático” que supuestamente se alojaba en la personalidad de Lenin. Para ellos, el estalinismo con todos sus horrores no es sino el remate natural del totalitarismo inherente al pensamiento de Marx y a la teorización y la obra práctica de Lenin. Nada más alejado de la verdad”2.
Dentro del movimiento marxista y leninista se produjo –y
continúa- un proceso de transgresiones disciplinares crecientes, que
ocasionaron colisiones, reacomodos abandonos epistemológicos y no pocas
deserciones. Es característica de tal situación una inusitada carrera por
desligarse de Marx, Engels y Lenin y buscar otras paternidades para la “criatura epistemológica”.
Abundan las subvaloraciones kantianas y hegelianas sobre
Marx y Engels, en colosal e interesado ejercicio de desconocimiento de la obra
de creación macro teórica de ambos fundadores. Se han hecho “norma” las
autoproclamaciones gramscianas –de la llamada filosofía de la praxis- o vigostskianas,
en colosal intento de negación de la filiación marxista de Antonio Gramsci y L.
S. Vigotsky, menos aún reconocer que tanto uno como otro, forman parte de la
etapa leninista del marxismo. Realmente el paradigma cualitativo fue muy
atractivo para muchos marxistas, que decidieron reciclarse a través otro
epistema.
La confrontación de la ofensiva liquidacionista contra el
marxismo transcurre además, en nuevas circunstancias históricas. Hoy estamos en
una nueva época de la humanidad. Lo que fue la revolucionaria matematización
newtoniana para el capitalismo, que Marx sometió a insuperable crítica
histórica; se ha pluridimensionado a la luz de los desarrollos científicos del
siglo XX, con la teoría de la relatividad de Einstein -Albert Einstein
(1879-1955)-, el psicoanálisis de Freud, el principio de complementariedad de
Heisenberg -Werner Karl Heisenberg (1901-1976)-, la ingeniería genética, la
nanotecnología y muchos otros avances, en medio de la revoluciones
científico-técnicas contemporáneas, y de la informatización de las sociedades.
Asistimos a un momento histórico en que la imagen filosófica
de la relación hombre-mundo, concretada con la relación sujeto–objeto, se ve
por un prisma más universal y multifacético, aportado por el desarrollo del
pensamiento humano en su penetración de la realidad y en primer lugar por el
conocimiento científico, que produce con una rapidez cada vez más inusitada,
nuevas aristas. También vivimos en un mundo donde la irracionalidad y la
anticultura han puesto como nunca antes, en grave peligro a todo el género
humano. En tal contexto se han ensanchado los tradicionales y contradictorios
enfoques materialistas e idealistas, su interpretación mecanicista o
dialéctica, y sus posibles herramientas de lo cognoscible en la eterna búsqueda
de la verdad. Asistimos en el pasado Siglo XX y en esta compleja aurora del
XXI, a la emergencia y re-emergencia de viejas y nuevas tesis, escuelas,
corrientes y paradigmas: positivismo, constructivismo, neopositivismo,
pragmatismo, neokantismo, neotomismo, existencialismo, fenomenología, y por
supuesto la investigación cualitativa... Una gama de términos y
conceptualizaciones cada día más amplia y retadora, con la introducción de
formalizaciones procedentes de la Epistemología, la Lógica, la Matemática y la
Cibernética. En este punto ha emergido el paradigma de Complejidad 3.
El paradigma de Complejidad
Bajo el liderazgo del ex marxista francés Edgar Morín (1921-
)4, la teoría de la complejidad
propone entre otros interesantes puntos, el estudio de lo que se denomina salto
cualitativo, y como a la luz de esta nueva categoría, se siente la necesidad de
cuestionar la conocida frase de que el desarrollo de la sociedad se mueve en
zigzag. Sin embargo no está suficientemente clara en la propuesta de la
complejidad, cómo incorporar la investigación social. También tendrá que
dilucidarse el significado del fractal cuando se trata de la sociedad.
El marxismo no es un contendiente de la teoría de la
complejidad, por razones de esencia: El marxismo es por naturaleza pensamiento
complejo. De lo que se trata es que la complejidad nos propone un cambio de
nomenclatura científica que a no pocos marxistas nada esencialmente nuevo nos
dice. Tampoco el método resulta una novedad. El denominado Triple modo de
análisis del sistema realidad-conocimiento: a) Socio-psicoanálisis del sujeto
investigador sobre sí mismo, b) sobre el objeto/sujeto de la investigación y
3) sobre las condiciones de
posibilidad del proceso investigativo, constituye una recreación de la
propuesta marxista5.
Abrirse a todo lo progresivo
Frente a quienes han decretado más que la muerte de Carlos
Marx, la de la historia, esta nueva hora precisa la evaluación y el análisis
sin exclusiones, con una visión amplia, profundamente crítica, que sea, a la
vez, tolerante, articuladora y sobre todo, propositiva. Que manifieste en
definitiva, la relación orgánica entre la explicación "científica" y
la práctica de la transformación revolucionaria. "El marxismo -afirmaba Wenceslao Roces-, tiene que interesarse por todo, abrirse a todo y con una gran
generosidad, con un gran entusiasmo"6.
Si la actividad práctica y transformadora del hombre, es la
base del conocimiento y criterio de la verdad, y en tanto sustento de la
axiología revolucionaria, tal enfoque debe prevalecer en ciencia, ética y
política, para juzgar la práctica investigativa de quienes no parten de los
presupuestos marxistas, incluso de los que se declaran contrarios al paradigma
fundado por Marx.
Tanto en ciencia como en política, estamos abocados a
ratificar las esencias de los clásicos, y desde las praxis del hacer
comprometido, sistematizar e incorporar los nuevos conocimientos y enfoques.
Precisamos de una teoría que no pretenda tener un único punto de vista, sino
unos mismos principios y valores. Y tal como Marx y Engels lo hicieron, buscar
las nuevas fuentes del marxismo y el leninismo, del socialismo en el Siglo XXI.
No cabe dudas de que Julio Antonio Mella, Antonio Gramsci y
José Carlos Mariátegui tienen su lugar en este esfuerzo, que desde la historia
contemporánea del socialismo en el Sur aparecen aportes inobjetables en Mao
Zedong, Ho Chi Min, Amílcar Cabral, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro. Pero
como lo hicieron Marx y Engels en su época, nuestra mirada debe ser mucho más
abarcadora: ¿Podrá también ser uno de ellos Max Weber (1864-1920) en su crítica
infructuosa, pero incisiva del marxismo? ¿Sigmund Freud? ¿Thomas Samuel
Kuhn?....
Hay que sistematizar el presente y a la vez, volver al
pasado con una mirada cada vez más descolonizadora. Para los latinoamericanos y
caribeños, el reto de búsqueda y reencuentro con lo mejor de la cultura
científica Occidental y mundial, no puede, por demás, seguir postergando el
estudio de la historia de la ciencia en nuestra tierra, lo que heredamos de las
grandes culturas americanas, lo que llegó desde Europa y definitivamente pasó a
ser sangre e inteligencia de este nuevo y pluricualitativo ente social del que
somos parte. Hay que comprender y sistematizar las creativas formas en que los
“ismos” europeos fueron asumidos, repensados, reformulados y definitivamente
transculturados. Este metabolismo conceptual7 -como lo define Alcira
Argumedo- y su praxis renovadora, constituye una clave histórica que tiene
mucho que decirnos aún.
Pensar o no como marxista, es una opción libérrima de cada
persona, y el marxismo si bien es el más certero de los paradigmas cienciológicos
contemporáneos, no excluye el avance de la investigación, el conocimiento y el
hacer comprometido con la dignificación humana, a partir de otras teorías y
concepciones. Lenin siempre criticó como uno de los principales males, el
engreimiento de los comunistas, y es que querámoslo o no, siempre habrá una
cuota de vanidad y petulancia, cuando nos comunicamos con quien no sabe, quien
duda, o tiene otro punto de vista, desde una afirmación rampante sobre la
cientificidad y la superioridad del marxismo. Los marxistas si contendemos con
el oportunismo y el engaño de utilizar a sabiendas del marxismo, en negación de
renuncia, en actos de plagio, vulgarización y/o ocultamiento.
Para los marxistas, la posición que refiero, la asunción
creativa y el estímulo de lo universal positivo, debe tener como eje de
articulación, el dominio del sistema cienciológico, epistemológico y valorativo
de Marx, Engels, Lenin y sus más genuinos seguidores. La defensa de lo que
Pablo Guadarrama llama los núcleos duros de nuestra teoría revolucionaria es
una condición de partida.
Si del amplio paradigma cualitativo se trata, es tan
importante no ceder terreno ante los presupuestos que cuestionan las esencias
del marxismo, como buscar qué se aportó de novedoso, que podemos incorporar, y
sobre todo qué nos une cada día a las mejores opciones de pensamiento con
enfoques renovadores, de búsquedas objetivas de la verdad.
Los retos cubanos
La perplejidad y el caos que creó el desmoronamiento de la
URSS en el seno del movimiento revolucionario y progresista mundial, en medio
de la violenta ofensiva ideológica del capitalismo que le siguió y de los
colosales recursos propagandísticos puestos en función de la campaña
antisocialista, incentivaron la renuncia al marxismo, la satanización del
leninismo y la aceptación del paradigma demoliberal, motivaron la
desorientación ideológica y filosófica junto a toda suerte de eclecticismos
estériles, pero también condujo a ratificaciones y nuevas búsquedas creativas.
Los marxistas cubanos nos colocamos en esta última posición. Para quienes
vivíamos en un país cercado, a punto de ser invadido por la potencia
imperialista más poderosa de la historia, el problema del socialismo no sólo
solo representaba “opción” de ciencia, era –y hoy lo es también- una opción de
vida. La resistencia cubana se explica entre otros factores, por el papel que
en Cuba han jugado las ideas, hechas movimiento y conciencia de las masas.
La Revolución Cubana no fue ajena a los impactos y avatares
negativos del modelo de marxismo dogmático 8. Repercutió esta situación en el
dominio teórico-filosófico y metodológico del marxismo en la formación
universitaria y en la investigación social. Debilitó el estudio de la tradición
nacional y fracturó el diálogo con los pensadores y especialistas que en
América Latina y el mundo, no compartían los posicionamientos soviéticos. Nos
salvó a plazo histórico, la fortuna de contar con el acervo extraordinario del
pensamiento de José Martí –un extraordinario dialéctico9-, la impronta antidogmática con que
nació el marxismo cubano10 y la excepcionalidad del
liderazgo teórico-práctico de los dos marxistas -y leninistas- más
sobresalientes de la segunda mitad del Siglo XX y principios del XXI: De
Ernesto Che Guevara y Fidel Castro Ruz.
No fue casualidad que en la Tesis del Primer Congreso del
PCC “Sobre los estudios del
marxismo-leninismo en nuestro país”, señale que
“el fin, el propósito y el contenido de trabajo del investigador marxista-leninista consiste entre otras cosas en “adelantar los resultados de su estudio al criterio oficial para servirle de apoyo y base orientadora o presentarlos a posteriori del establecimiento del criterio oficial para ofrecerle sustentación teórica a éste o para aportar juicios, argumentos y conclusiones que pudieran contribuir a modificaciones o rectificaciones necesarias”. “El único criterio rector que debe guiar la actividad del investigador marxista-leninista -subrayaba la Tesis- es el de la búsqueda y el encuentro de la verdad objetiva, de la esencia y las leyes del problema objeto de estudio”11.
El contradictorio epistemológico entre la utilización de la
categoría consensual marxismo-leninismo, y el contenido teórico y
praxiológico-valorativo que a tal concepto le otorgó el Partido Comunista de
Cuba y el líder de la Revolución, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, recuperó
por las esencias, el enfoque del partidismo objetivo leninista, y nos abrió la
posibilidad de avanzar en relecturas más certeras. No podía ser de otra forma
dado que la tendencia prevaleciente, marcada por el liderazgo de Fidel, Che
Guevara y Raúl Castro, ha sido la inconformidad, la autocrítica y la búsqueda
constante de nuevos espacios de realización revolucionaria 12. Creación heroica, vaticinó José Carlos Mariátegui para el hacer
socialista en América 13, y los cubanos y las cubanas, más
allá de incorporaciones miméticas, hemos sido consecuentes con este fundamental
presupuesto revolucionario.
Tampoco fue casual, que un proceso de rectificación de
errores y tendencias negativas, que llevaba en su seno una profunda revolución
conceptual, fortaleció en Cuba el camino socialista a partir de 1985-1986,
cuando ya se anunciaba el proceso de renuncias y traiciones, en que poco
después devino la llamada perestroika soviética. Un momento definitorio, para
la recuperación de la tradición más autóctona del socialismo cubano lo fue, ya
abocados a la crisis económica y al doble bloqueo del periodo especial, la
realización del IV Congreso del PCC en 1991 14. Reverdeció entonces el debate
nunca abandonado sobre la temprana articulación del pensamiento nacional
revolucionario cubano, del pensamiento martiano, el marxismo y el leninismo15, frente a las incorporaciones
acríticas del marxismo-leninismo de matriz estalinista.
Las búsquedas y rectificaciones en las que hemos estado
enfrascados en los últimos lustros, para “cambiar todo lo que deba ser cambiado”, “por nosotros mismos”, “con nuestros
propios esfuerzos”; en desafío “a
poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional” 16, han sido condición y
resultado de debates intensos y profundos al interior de la sociedad y el
movimiento revolucionario cubano. El hecho de que los delegados al VII Congreso
del PCC (abril del 2016), hayan aprobado ratificar la autoctonía del socialismo
cubano, con el abandono del término de marxismo-leninismo, marca un momento
importante de madurez del Partido en el liderazgo del proceso de profundización
y actualización socialista, que resuelve a nivel teórico el contrasentido
histórico de afirmarnos en un concepto que no reflejaba nuestra tradición y
praxis revolucionaria17.
El desarrollo epistemológico que encierra el acuerdo de
referencia del VII Congreso, no resuelve por su sola proclamación el triunfo
del enfoque más progresivo. He podido constatar que existe entre no pocos
colegas cubanos, una notable resistencia al cambio epistemológico. Nuestros
compañeros no entienden aún, que el debate y la construcción epistemológica
como asuntos eminentemente científicos, se resuelven desde el partidismo
objetivo leninista, con los métodos de ciencia. Dado que las categorías
expresan un conocimiento de lo esencial, de la esencia más profunda del objeto,
el problema central de la epistemología ha sido siempre –y hoy no deja de
serlo-, el del aumento del conocimiento científico, y en tanto el logro de la
más exacta correspondencia del conocimiento con su objeto. Precisamente la
epistemología permite pasar de un conocimiento menos verdadero a un
conocimiento más verdadero, a través del descubrimiento de la lógica del
posible error, para hallar la verdad objetiva y así exponer los resultados y
métodos de la ciencia a las correcciones que se precise. Lenin con razón
declaraba que hay que hay que considerar "el
infinito proceso de profundización del conocimiento de las cosas por el
hombre,… que va de la apariencia a la esencia y de la esencia menos profunda a
la más profunda” 18.
La mejor metódica para entender el cambio epistemológico
está el estudio histórico del propio proceso de construcción del conocimiento,
en medio de las circunstancias que se configuran en las interconexiones del
movimiento científico y el movimiento ideológico y político. Y junto con la
investigación se impone un espacio pedagógico de explicación y formación.
Sacudirnos del lastre del marxismo dogmático resulta una tarea fundamental,
pero no dejan de percibirse otros retos no menos importantes.
Al debilitamiento del dominio teórico-filosófico y
metodológico del marxismo, que incubamos –y que la rectificación de los ochenta
no tuvo tiempo para resolver19-, se añadió la influencia en el
país de la eclosión de propuestas fabricadas en y alrededor de la cienciología
burguesa contemporánea. Entre otros males asistimos a nuevos mimetismos
acríticos, ahora bajo el signo de la ideología capitalista, el conservadurismo
neoliberal y el reformismo impregnado en sectores de izquierda.
Como afirma Miguel Limia, la sociedad cubana es penetrada
sistemáticamente por la ideología liberal, no como un panfleto político, sino a
partir de la cultura de la imagen, de la cultura del placer, de la recreación;
a través de símbolos que empujan a conductas hedonistas, consumistas, centradas
en la satisfacción del placer. Esa orientación es una vía para transformarse en
persona del mercado, para permanecer prisionero de la red del mercado, para la
inactividad social por descomprometimiento con lo público, para el aislamiento
individual y la degradación personal20.
El entusiasmo por “las novedades de la modernidad”,
encandiló a no pocos estudiosos y tesistas, en un acrítico transvertismo de
paradigmas, lo que puede constatarse en no pocas de las menciones que aparecen
en las tesis de maestría y doctorado aprobadas en nuestros tribunales, y que
citan a los autores y sistemas categoriales de moda en las plataformas de la
UNESCO, la Secretaria de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el
Banco Mundial. Mientras eclecticismo y pretendidos enfoques mixtos, nos dan la
medida del punto de desencuentro teórico en que se encuentran un grupo de
colegas, que pugnan con honestidad por avanzar desde una insuficiente
comprensión del universo teórico metodológico marxista y leninista, también
martiano y fidelista.
Precisamente en la cienciología marxista la articulación se
debe producir por las esencias, en el proceso interno, por la negación
dialéctica que forja lo viejo-nuevo como conquista histórica, que permite
profundizar y renovar las principales direcciones cognoscitivas y praxiológico
valorativas. Se trata entonces de una obra de creación junto a nuestros padres
teóricos, compartiendo sus sueños y compromisos éticos con la ciencia y por lo
tanto con las praxis de redención humana.
Notas1 Hago referencia al ámbito de la propaganda anticomunista. El debate sobre la crisis del marxismo es una propuesta de interés académico.
2 Atilio A. Boron: Actualidad del ¿Qué hacer? Estudio Introductorio a la edición argentina del ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento de Lenin. Ver: “Estudio introductorio: ‘La actualidad del ¿Qué hacer?” En: ¿Qué hacer?, Editorial Luxemburg, Buenos Aires, 2004, http://juventud.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2009/05/actualidad-que-hacer-atilio-boron.pdf
3 Ver: Edgar Morín: Introducción al pensamiento complejo”, Editorial Gedisa, Madrid, 2001; Repensar la reforma, reformar el pensamiento, Cuadernos de Pedagogía. No. 342 enero, 2005.
4 Morín militó en el Partido Comunista Francés hasta que por sus discrepancias con la línea estalinista fue expulsado en 1951, lo que no le impidió continuar con una activa militancia de izquierda. Ver: “Biografía autorizada de Edgar Morín y su obra, pensamiento complejo”, http://www.edgarmorin.org/biografia-edgar-morin.html
5 El marxismo no es un contendiente de la teoría de la complejidad, por razones de esencia: El marxismo es por naturaleza pensamiento complejo.
6 Gabriel Vargas Lozano: ¿Qué hacer con la filosofía en América Latina?, México, DF, Casa abierta al tiempo, UAM, Traxcala, 1990, p. 219-220.
7 Ver: Alcira Argumedo, Los silencios y las voces en América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular, Ediciones del Pensamiento Nacional, Buenos Aires, 1992.
8 Ver: Thalía Fung Riverón: "Problemas de la apropiación del marxismo después del ’59. El marxismo en Cuba. Una búsqueda". En: Filosofía, teología, literatura: Aportes cubanos en los últimos 50 años .Edición de Raúl Fornet Betancourt. Aachen: Wissenschaftsverlag Mainz (Concordia Serie Monografías, tomo 25), 1999, http://www.ensayistas.org/filosofos/; Miguel Limia David: Hacia un nuevo episteme de la transición socialista en Cuba, Instituto de Filosofía, La Habana, Junio de 2006 (inédito).
9 En su concepción, el hombre, como sujeto socio-cultural, reproduce de forma compendiada la totalidad del Universo. El hombre en Martí es por sobre todas las cosas, un ser activo, hacedor de historia y cultura y condicionado socio-históricamente, pues "nada es un hombre en sí, y lo que es, lo pone en él su pueblo". Ver: José Martí: “Henry Ward Beecher”. En: Obras Completas (Tomo13), Editora Nacional de Cuba, La Habana, 1964, p. 34
10 Del autor: Julio Antonio Mella y los fundamentos del marxismo en Cuba. Contracorriente. La Habana, enero – febrero – marzo 1997, Año 3, número 7, p 27- 55.
11 Partido Comunista de Cuba: Tesis y resoluciones. En Memorias. Primer Congreso del PCC, Editado por el DOR-CC del PCC, La Habana, 1976, t. 2, p. 283
12 Ver del autor: “Cuba: Utopías, realidades y posibilidades”. En: Jiménez M., Carolina y Aaron Tauss (Eds.): ¿Pensar el fin del capitalismo?, Universidad Nacional de Bogotá, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Bogotá, 2015
13 José Carlos Mariátegui: “Aniversario y Balance”. En Ideología política, Editora Amauta. Lima, p. 287-268.
14 Ver: IV Congreso del Partido Comunista de Cuba. Discurso y documentos, Editora Política, la Habana, 1991.
15 Ver: Olivia Miranda, Tradiciones nacionales revolucionarias, marxismo y leninismo en el pensamiento revolucionario cubano. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2005; Caridad Massón Sena (Comp.): Comunismo, socialismo y nacionalismo en Cuba (1920-1958); Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, La Habana, 2015.
16 Fidel Castro Ruz: “Concepto de Revolución”. En: Discurso pronunciado el 1º. de mayo del 2001. Granma, 2 de mayo de 2001, p.4.
17 A partir del VII Congreso el Partido asume como componentes teóricos: “el legado martiano, el marxismo y el leninismo, el pensamiento y la acción de nuestro líder histórico, la obra del Partido Comunista de Cuba y la Revolución. Ver: Partido Comunista de Cuba: Conceptualización del modelo económico social cubano de desarrollo socialista, Congreso PCC Plegable, Talleres Poligráficos Granma, La Habana, 2016, p 6
18 En: V. I: Lenin: Cuadernos filosóficos, Editora Política. La Habana. 1979, p 251-252, 311, 213-214.
19 Gilberto Valdés Gutiérrez: “Ideología y ciencias. Nota para un debate actual”. Cuba Socialista La Habana. Año IX No.3 (39). Mayo-junio 1989.
20 De Miguel Limia David: “Fidel Castro y la irreversibilidad del socialismo” (inédito).
http://www.rebelion.org/ |