22/8/16

Karl Marx, Jürgen Habermas, Nancy Fraser: Las tensiones de lo público

"¿De quién es la opinión de la opinión general? De las personas que escriben en la prensa, de los intelectuales que predican “que hay que reducir el Estado a la mínima expresión” y entierran precipitadamente lo público y el interés del público por lo público... Deseo que los escritores, que los artistas, los filósofos y los científicos puedan hacerse escuchar directamente en todos los ámbitos de la vida pública donde son competentes. Creo que todo el mundo saldría ganando si la lógica de la vida intelectual, la de la argumentación y la refutación, se extendiera a la vida pública"
Pierre Bourdieu – ‘Contrafuegos’
Karl Marx ✆ Apic 
Sergio de Zubiría Samper

En el debate contemporáneo son cada vez más frecuentes las invocaciones a las nociones de espacio público, esfera pública, dimensión o vida pública. En los ámbitos filosófico, jurídico, ético, político, cultural y urbanístico, constituye una invocación reiterada a partir de la década del noventa del siglo XX. Emerge paralelamente a la revaloración de las nociones de “ciudadanía” y “democracia”, que han desplazado dos nociones muy características de la filosofía política de los años ochenta, como fueron “sociedad civil” y “gobernabilidad”.

Los motivos y causas que explican este renovado interés por la ciudadanía, la democracia y lo público, son de distinto orden y complejidad, pero es necesario aludir en forma provisional a algunas de estas motivaciones. Sólo este análisis nos puede mostrar si se trata de una especie de “moda pasajera” o un tema-problema de inminente actualidad. Se han subrayado muchas motivaciones de su emergencia que quisiéramos enumerar, sin ánimo de discutirlas, pero que nos permitan ubicar focos de atención para comprender provisionalmente el actual retorno de temas clásicos. “Mientras lo que está meramente de moda remite al pasado y pasa pronto de moda, la Modernidad conserva una relación secreta con lo clásico. Desde siempre se reputa clásico aquello que sobrevive al paso del tiempo” [1] .

Podríamos agrupar tentativamente estas motivaciones en tres grandes grupos: teóricas; eventos políticos y tendencias sociales; y, motivaciones de cultura-política. En relación con las motivaciones teóricas encontramos: es una clara consecuencia del debate filosófico entre visiones comunitaristas y liberales en los años ochenta; constituyen conceptos que intentan integrar las exigencias de justicia y también de sentido de pertenencia a comunidades concretas; pretenden relacionar derechos de carácter individual y derechos colectivos o comunitarios; expresan el reconocimiento de las limitaciones de las identidades exclusivamente nacionales; aspiran armonizar ideales modernos como subjetividad, emancipación y comunidad política. N. Bobbio denomina a lo público / privado “la gran dicotomía del pensamiento político occidental” [2] y T. Adorno – M. Horkheimer consideran que “el individuo de la sociedad burguesa es tiranizado por la oposición entre existencia burguesa-particular y civil-universal ( política ), y entre esfera privada y esfera profesional. Estas oposiciones se han agudizado con el desarrollo económico-político” [3] .

Eventos políticos y tendencias sociales relevantes en los finales del siglo XX e inicio del XXI son: gran preocupación por la creciente apatía de los miembros de sociedades democráticas en la mayoría de países del planeta en los procesos eleccionarios; reconocimiento que por lo menos a partir de Hegel existen niveles de diferenciación entre Estado y Sociedad o subsistemas o esferas de acción social que se manifiestan en la noción de lo público; “crisis” del Estado-Nación moderno; la fragmentación cultural de los Estados modernos; síntomas de desmotivación en la participación de proyectos y acciones colectivas; resurgimiento de movimientos nacionalistas y neofundamentalistas; tensiones internas en diversos países y regiones por fenómenos de desigualdad social, migraciones, desplazamiento, exclusión e interculturalidad; desmantelamiento del modelo de Estado bienestar y dificultades que enfrentan los proyectos alternativos de Estado contemporáneo; los desafíos luego del fin de los regímenes comunistas del Este de Europa, los regímenes postcoloniales y las dictaduras de América Latina; síntomas de fracturación y fragmentación social; fracaso de las políticas públicas en su procesos de fomento de la cooperación.

Jürgen Habermas
Nancy Fraser
Las motivaciones de cultura-política podrían ser: las dificultades de la construcción de democracia al reconocer que el vigor democrático no depende solamente de la justicia de la estructura básica de la sociedad sino también de las actitudes y cualidades de los ciudadanos; importancia de acompañar la ciudadanía con un conjunto de “virtudes cívicas” como identidad, solidaridad, responsabilidad, compromiso, etc., tomando distancia de cierto liberalismo que considera que la democracia liberal podía asegurarse simplemente mediante dispositivos de controles y equilibrios ; “resultado de la frecuente discusión entre dos conceptos que aparecen en la discusión: la ciudadanía-como-condición-legal, es decir, la plena pertenencia a una comunidad política particular, y la ciudadanía-como-actividad-deseable, según la cual la extensión y calidad de mi propia ciudadanía depende de mi participación en aquella comunidad” [4] ; posibilidad de generar políticas públicas más allá del criterio unilateral de eficiencia y que logren incorporar sentidos de equidad y virtudes colectivas; mejoramiento de las relaciones entre los ciudadanos, las instituciones y el Estado; necesidad de nexos estrechos entre política, cultura y ciudad; entre muchas otras. En uno de sus último textos N. Lechner  [5] al sugerir la transformación de la política como un trabajo cultural, plantea la necesidad de relevar la dimensión productiva y no sólo representativa de la política, enfrentando cuatro conflictos: subjetividad social versus naturalización de lo social; imaginario democrático versus fragmentación social; retracción privatista versus fortalecimiento de lo público; horizontes de futuro versus presente permanente.

El presente escrito se ubica en aquella perspectiva teórica que sostiene la plena vigencia de una teoría crítica que señale los límites de las llamadas democracias del capitalismo contemporáneo. Tradición teórica que se configuró con Marx y Engels en su aguda crítica a los fundamentos del capitalismo liberal; se potenció con la teoría crítica clásica de Horkheimer, Adorno y Marcuse a la fase del capitalismo totalitario; y actualmente se desenvuelve como una teoría crítica renovada referente al capitalismo del Estado de Bienestar de la posguerra en investigadores como J. Habermas, A. Wellmer, C. Offe, H. Dubiel, N. Fraser, P. Bourdieu, C. Castoriadis, entre otros. Herencia filosófica que reconoce en la discusión sobre lo público un arquetipo ineludible para el diagnóstico de nuestra época; en este trabajo el arquetipo de lo público lo concebimos como un modelo original y primario para juzgar críticamente la época actual.
“Lo que significa “crítica” en los casos en cuestión se puede deducir a partir de la constelación de dos dimensiones a las cuales Marx hace referencia en una famosa frase de El dieciocho Brumario, según la cual los seres humanos, si bien hacen su historia, la hacen a partir de condiciones dadas y no escogidas. La teoría social crítica se orienta por dos posibilidades de interpretación de esta frase: por un lado, describe los hechos sociales como un conjunto de relaciones de coacción externas que se presentan al ser humano. Al mismo tiempo, se trata de organizar esta descripción de tal manera que por lo menos no se excluya la posibilidad de conectarla con la disposición y capacidad de acción de actores colectivos, esto es con seres humanos que están decididos a hacer realmente su historia con voluntad y conciencia” [6] .
Esta perspectiva crítica renovada encuentra un diálogo muy fértil con otras tradiciones de la filosofía política contemporánea como ciertas versiones del comunitarismo, el republicanismo, el feminismo y el anarquismo. Comparten con ellas cuatro impulsos o motivos que orientan también este escrito. En primer lugar, la búsqueda de alternativas “no liberales” o “post-liberales” a las concepciones de lo privado y lo público. En segunda instancia, el reconocimiento de que los límites de las fronteras o diferenciaciones entre lo público y lo privado varían históricamente de acuerdo con los conflictos, luchas y acuerdos en el interior de las sociedades concretas, que adquieren formas políticas específicas. En tercer lugar, la actitud crítica ante el destino de la esfera pública en el proyecto liberal-capitalista moderno con calificativos de distintas tonalidades como “declive”, “degradación”, “deterioro”, “deformación”, “oposición”, “separación”, “ambivalencia”, “privatización”, “despolitización”, “identidad ficticia”, “insuficiente diferenciación”, entre otros calificativos. Y en cuarto término, la discusión sobre lo público y lo privado va siempre más allá de cualquier “revestimiento técnico” porque cuestiona radicalmente las concepciones profundas de sociedad, democracia y política.

La variación histórica de sus sentidos y los calificativos de la diferenciación público / privado hacen que exista un juego bastante variado de significados. Lo “público”, por ejemplo, puede significar: a) relacionado con el Estado; b) la comunidad política, a menudo identificada con lo “nacional” o “popular”; c) lo accesible a todos; d) de interés para todos; e) relacionado con el interés compartido o el bien común; f) la importancia de la pluralidad como contenido esencial de lo público. Pero también encarnar: 1) el predominio de la palabra y la argumentación sobre otros instrumentos de poder; 2) la necesidad de recurrir a imágenes espacio-sociales como la plaza, el aula, la calle, el teatro o tal vez la más emblemática, el ágora; 3) la constitución de identidades como la igualdad ciudadana definida como “isonomía”, de igualación en la ley y el poder participativo; 4) la idea de la ley escrita que plasma una regla común de carácter racional y públicamente consagrada.

Según N. Rabotnikof  
“desde su origen hay tres sentidos ( no siempre coincidentes ) que permanecerán asociados a la dicotomía público-privado: a) lo referido al colectivo versus lo que refiere al individuo...que evolucionará hacia la dicotomía entre lo político-estatal y lo civil; b) el sentido de lo abierto, de lo accesible versus lo cerrado, lo clausurado, que se sustrae a la disposición de los otros ( sentido que estará presente en la idea de “esfera pública” como espacio de comunicación abierta de Habermas ); c) el sentido de lo manifiesto, de lo visible, de lo transparente versus lo secreto, lo oculto, lo sustraído a la mirada” [7] .
En medio de esta diáspora de sentidos y desplazamientos abordaremos nuestra temática en tres capítulos. En el primero emprenderemos la crítica por las profundas sugerencias realizadas por Marx en La Cuestión Judía a la distinción entre lo público y lo privado en las Declaraciones burguesas de los derechos del hombre y el ciudadano. En el segundo, los desarrollos críticos de la configuración de la “esfera pública burguesa” elaborados por Habermas y Fraser. Y en el tercero, algunos ejemplos de la persistencia de las críticas anteriores en manifestaciones de las políticas y los discursos en el contexto de Colombia.

No pretendemos un recorrido histórico o cronológico de la distinción público / privado, sino la referencia, a por lo menos tres hitos filosóficos, de la actitud crítica ante el destino de la esfera pública en el proyecto liberal-capitalista moderno. Nuestro punto de partida es el proyecto histórico de la modernidad en su forma capitalista y los hitos son “La Cuestión Judía” (1844), “Historia y Crítica de la opinión pública” (1962 ) y “Iustitia Interrupta” (1997 ).

Temario
1. Marx: El derrumbe de las ficciones
2. Habermas: Repensando la esfera pública vital
3. Fraser: Hacia una esfera pública post-liberal
4. Notas
 Seguir en PDF — 31 pp.
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