◆ "¿De quién es la opinión de la opinión general?
De las personas que escriben en la prensa, de los intelectuales que predican
“que hay que reducir el Estado a la mínima expresión” y entierran
precipitadamente lo público y el interés del público por lo público... Deseo
que los escritores, que los artistas, los filósofos y los científicos puedan
hacerse escuchar directamente en todos los ámbitos de la vida pública donde son
competentes. Creo que todo el mundo saldría ganando si la lógica de la vida
intelectual, la de la argumentación y la refutación, se extendiera a la vida
pública"
Pierre Bourdieu – ‘Contrafuegos’
Pierre Bourdieu – ‘Contrafuegos’
Sergio de Zubiría Samper
En el debate contemporáneo son cada vez más
frecuentes las invocaciones a las nociones de espacio público, esfera pública, dimensión
o vida pública. En los ámbitos filosófico, jurídico, ético, político, cultural
y urbanístico, constituye una invocación reiterada a partir de la década del
noventa del siglo XX. Emerge paralelamente a la revaloración de las nociones de
“ciudadanía” y “democracia”, que han desplazado dos nociones muy
características de la filosofía política de los años ochenta, como fueron
“sociedad civil” y “gobernabilidad”.
Los motivos y causas que explican este
renovado interés por la ciudadanía, la democracia y lo público, son de distinto
orden y complejidad, pero es necesario aludir en forma provisional a algunas de
estas motivaciones. Sólo este análisis nos puede mostrar si se trata de una
especie de “moda pasajera” o un tema-problema de inminente actualidad. Se han
subrayado muchas motivaciones de su emergencia que quisiéramos enumerar, sin
ánimo de discutirlas, pero que nos permitan ubicar focos de atención para
comprender provisionalmente el actual retorno de temas clásicos. “Mientras lo que está meramente de moda
remite al pasado y pasa pronto de moda, la Modernidad conserva una relación
secreta con lo clásico. Desde siempre se reputa clásico aquello que sobrevive
al paso del tiempo” [1] .
Podríamos agrupar tentativamente estas motivaciones en tres grandes grupos: teóricas; eventos políticos y tendencias sociales; y, motivaciones de cultura-política. En relación con las motivaciones teóricas encontramos: es una clara consecuencia del debate filosófico entre visiones comunitaristas y liberales en los años ochenta; constituyen conceptos que intentan integrar las exigencias de justicia y también de sentido de pertenencia a comunidades concretas; pretenden relacionar derechos de carácter individual y derechos colectivos o comunitarios; expresan el reconocimiento de las limitaciones de las identidades exclusivamente nacionales; aspiran armonizar ideales modernos como subjetividad, emancipación y comunidad política. N. Bobbio denomina a lo público / privado “la gran dicotomía del pensamiento político occidental” [2] y T. Adorno – M. Horkheimer consideran que “el individuo de la sociedad burguesa es tiranizado por la oposición entre existencia burguesa-particular y civil-universal ( política ), y entre esfera privada y esfera profesional. Estas oposiciones se han agudizado con el desarrollo económico-político” [3] .
Eventos políticos y tendencias sociales
relevantes en los finales del siglo XX e inicio del XXI son: gran preocupación
por la creciente apatía de los miembros de sociedades democráticas en la
mayoría de países del planeta en los procesos eleccionarios; reconocimiento que
por lo menos a partir de Hegel existen niveles de diferenciación entre Estado y
Sociedad o subsistemas o esferas de acción social que se manifiestan en la
noción de lo público; “crisis” del Estado-Nación moderno; la fragmentación
cultural de los Estados modernos; síntomas de desmotivación en la participación
de proyectos y acciones colectivas; resurgimiento de movimientos nacionalistas
y neofundamentalistas; tensiones internas en diversos países y regiones por
fenómenos de desigualdad social, migraciones, desplazamiento, exclusión e
interculturalidad; desmantelamiento del modelo de Estado bienestar y dificultades
que enfrentan los proyectos alternativos de Estado contemporáneo; los desafíos
luego del fin de los regímenes comunistas del Este de Europa, los regímenes
postcoloniales y las dictaduras de América Latina; síntomas de fracturación y fragmentación
social; fracaso de las políticas públicas en su procesos de fomento de la
cooperación.
Jürgen Habermas |
Nancy Fraser |
Las motivaciones de cultura-política
podrían ser: las dificultades de la construcción de democracia al reconocer que
el vigor democrático no depende solamente de la justicia de la estructura
básica de la sociedad sino también de las actitudes y cualidades de los
ciudadanos; importancia de acompañar la ciudadanía con un conjunto de “virtudes
cívicas” como identidad, solidaridad, responsabilidad, compromiso, etc., tomando
distancia de cierto liberalismo que considera que la democracia liberal podía asegurarse
simplemente mediante dispositivos de controles y equilibrios ; “resultado de la frecuente discusión entre
dos conceptos que aparecen en la discusión: la ciudadanía-como-condición-legal,
es decir, la plena pertenencia a una comunidad política particular, y la
ciudadanía-como-actividad-deseable, según la cual la extensión y calidad de mi
propia ciudadanía depende de mi participación en aquella comunidad” [4] ; posibilidad
de generar políticas públicas más allá del criterio unilateral de eficiencia y
que logren incorporar sentidos de equidad y virtudes colectivas; mejoramiento
de las relaciones entre los ciudadanos, las instituciones y el Estado; necesidad
de nexos estrechos entre política, cultura y ciudad; entre muchas otras. En uno
de sus último textos N. Lechner [5] al sugerir
la transformación de la política como un trabajo cultural, plantea la necesidad
de relevar la dimensión productiva y no sólo representativa de la política,
enfrentando cuatro conflictos: subjetividad social versus naturalización de lo
social; imaginario democrático versus fragmentación social; retracción
privatista versus fortalecimiento de lo público; horizontes de futuro versus presente
permanente.
El presente escrito se ubica en aquella
perspectiva teórica que sostiene la plena vigencia de una teoría crítica que
señale los límites de las llamadas democracias del capitalismo contemporáneo.
Tradición teórica que se configuró con Marx y Engels en su aguda crítica a los
fundamentos del capitalismo liberal; se potenció con la teoría crítica clásica
de Horkheimer, Adorno y Marcuse a la fase del capitalismo totalitario; y actualmente
se desenvuelve como una teoría crítica renovada referente al capitalismo del
Estado de Bienestar de la posguerra en investigadores como J. Habermas, A.
Wellmer, C. Offe, H. Dubiel, N. Fraser, P. Bourdieu, C. Castoriadis, entre otros.
Herencia filosófica que reconoce en la discusión sobre lo público un arquetipo
ineludible para el diagnóstico de nuestra época; en este trabajo el arquetipo
de lo público lo concebimos como un modelo original y primario para juzgar
críticamente la época actual.
“Lo que significa “crítica” en los casos en cuestión se puede deducir a partir de la constelación de dos dimensiones a las cuales Marx hace referencia en una famosa frase de El dieciocho Brumario, según la cual los seres humanos, si bien hacen su historia, la hacen a partir de condiciones dadas y no escogidas. La teoría social crítica se orienta por dos posibilidades de interpretación de esta frase: por un lado, describe los hechos sociales como un conjunto de relaciones de coacción externas que se presentan al ser humano. Al mismo tiempo, se trata de organizar esta descripción de tal manera que por lo menos no se excluya la posibilidad de conectarla con la disposición y capacidad de acción de actores colectivos, esto es con seres humanos que están decididos a hacer realmente su historia con voluntad y conciencia” [6] .
Esta perspectiva crítica renovada encuentra
un diálogo muy fértil con otras tradiciones de la filosofía política contemporánea
como ciertas versiones del comunitarismo, el republicanismo, el feminismo y el
anarquismo. Comparten con ellas cuatro impulsos o motivos que orientan también
este escrito. En primer lugar, la búsqueda de alternativas “no liberales” o
“post-liberales” a las concepciones de lo privado y lo público. En segunda
instancia, el reconocimiento de que los límites de las fronteras o
diferenciaciones entre lo público y lo privado varían históricamente de acuerdo
con los conflictos, luchas y acuerdos en el interior de las sociedades
concretas, que adquieren formas políticas específicas. En tercer lugar, la actitud
crítica ante el destino de la esfera pública en el proyecto liberal-capitalista
moderno con calificativos de distintas tonalidades como “declive”,
“degradación”, “deterioro”, “deformación”, “oposición”, “separación”, “ambivalencia”,
“privatización”, “despolitización”, “identidad ficticia”, “insuficiente
diferenciación”, entre otros calificativos. Y en cuarto término, la discusión
sobre lo público y lo privado va siempre más allá de cualquier “revestimiento
técnico” porque cuestiona radicalmente las concepciones profundas de sociedad,
democracia y política.
La variación histórica de sus sentidos y
los calificativos de la diferenciación público / privado hacen que exista un
juego bastante variado de significados. Lo “público”, por ejemplo, puede
significar: a) relacionado con el Estado; b) la comunidad política, a menudo
identificada con lo “nacional” o “popular”; c) lo accesible a todos; d) de
interés para todos; e) relacionado con el interés compartido o el bien común;
f) la importancia de la pluralidad como contenido esencial de lo público. Pero también
encarnar: 1) el predominio de la palabra y la argumentación sobre otros
instrumentos de poder; 2) la necesidad de recurrir a imágenes espacio-sociales
como la plaza, el aula, la calle, el teatro o tal vez la más emblemática, el ágora;
3) la constitución de identidades como la igualdad ciudadana definida como
“isonomía”, de igualación en la ley y el poder participativo; 4) la idea de la
ley escrita que plasma una regla común de carácter racional y públicamente consagrada.
Según N. Rabotnikof
“desde su origen hay tres sentidos ( no siempre coincidentes ) que permanecerán asociados a la dicotomía público-privado: a) lo referido al colectivo versus lo que refiere al individuo...que evolucionará hacia la dicotomía entre lo político-estatal y lo civil; b) el sentido de lo abierto, de lo accesible versus lo cerrado, lo clausurado, que se sustrae a la disposición de los otros ( sentido que estará presente en la idea de “esfera pública” como espacio de comunicación abierta de Habermas ); c) el sentido de lo manifiesto, de lo visible, de lo transparente versus lo secreto, lo oculto, lo sustraído a la mirada” [7] .
En medio de esta diáspora de sentidos y
desplazamientos abordaremos nuestra temática en tres capítulos. En el primero emprenderemos
la crítica por las profundas sugerencias realizadas por Marx en La Cuestión Judía a la distinción entre
lo público y lo privado en las Declaraciones burguesas de los derechos del
hombre y el ciudadano. En el segundo, los desarrollos críticos de la configuración
de la “esfera pública burguesa” elaborados por Habermas y Fraser. Y en el
tercero, algunos ejemplos de la persistencia de las críticas anteriores en manifestaciones
de las políticas y los discursos en el contexto de Colombia.
No pretendemos un recorrido histórico o
cronológico de la distinción público / privado, sino la referencia, a por lo
menos tres hitos filosóficos, de la actitud crítica ante el destino de la esfera
pública en el proyecto liberal-capitalista moderno. Nuestro punto de partida es
el proyecto histórico de la modernidad en su forma capitalista y los hitos son “La Cuestión Judía” (1844), “Historia y Crítica de la opinión pública”
(1962 ) y “Iustitia Interrupta” (1997
).
Temario
1.
Marx: El derrumbe de las ficciones
2. Habermas: Repensando la esfera pública vital
3. Fraser: Hacia una esfera pública post-liberal
4. Notas
2. Habermas: Repensando la esfera pública vital
3. Fraser: Hacia una esfera pública post-liberal
4. Notas
◆ Seguir en PDF — 31 pp. |
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