Karl Marx ✆ Uncas |
En seguida, se destacan algunos puntos de discusión
filosófico-económica de la obra de Marx, destacadamente en su teoría de la
relación hombre-naturaleza, en donde el hombre es contemplado como parte de la
misma (Marx, 1966), aunque como dueño de aquélla (coincidiendo con Kant, Hegel,
etcétera). Posteriormente, se reflexiona sobre la síntesis de ambas
posturas teórico-metodológicas mediante la economía política ecológica, ésta
como explicación alternativa a partir de las obras económico-filosóficas de
Marx, y en el contexto contemporáneo de devastación planetaria y degradación de
la especie humana. Finalmente, se resaltan las contribuciones de la crítica de
la economía política, tomando en cuenta las condiciones históricas
contemporáneas, a fin de entender y coadyuvar a resolver el problema ambiental
simultáneamente al social.
Introducción
“Esta ficción surge por entero de la incapacidad para entender la forma específica de la producción burguesa, y esta incapacidad, a su vez, nace de la obsesión de que la producción burguesa es producción como tal, tal como un hombre cree en determinada religión y la ve como la religión, y todo lo que esté fuera de ella son para él nada más que religiones falsas.” (Marx II, 1975: 452).
Parar la destrucción eco-social global implica recuperar
voces diversas, encontrar resonancias y disonancias, así como construir nuevas
interpretaciones e interpelaciones de la realidad socio ambiental. Todo esto
con la finalidad de remontar no sólo los efectos sino, sobre todo, las causas
últimas de tal devastación (que se encuentran en la lógica de la acumulación de
capital como un fin en sí mismo). Para ello, en este artículo se profundiza
alrededor de las interrelaciones ecología-economía, y se enfatiza en la parte
positiva de la crítica de la economía política de Marx, para que de esta forma
puedan destacarse sus explicaciones teóricas más importantes en conexión con la
relación de la economía y la ecología, en el contexto de los cambios civilizatorios;
esto implica también comprender y profundizar en el requerido diálogo entre
aquéllas disciplinas.
La economía y la ecología han sostenido un diálogo antes
soterrado, hoy desembozado, donde ambas se retroalimentan y en el que se
condicionan mutuamente. Todo lo cual explica el presente choque (en la teoría y
en la práctica) entre ambas, presente en el funcionamiento de la sociedad
capitalista; además de que se encuentran subsumidas al capital.
Igualmente, ambas ciencias (que reproducen dos esferas de la
realidad histórico- natural) tienen en común el que ponen como centro de su
análisis a los flujos de energía [económicos (Hernández, 1985) y ecológicos
respectivamente (Costanza et al, 1999) y el ciclo de materiales (especialmente
de nutrientes en la ecología y mediante el proceso de reproducción social, en
la economía); así como también, los equilibrios y desequilibrios que son
fundamentales para entender las lógicas de su funcionamiento (Jiménez, 1993) y
sus múltiples imbricaciones que de ellas derivan; y ahora de
compatibilidad/incompatibilidad entre “las leyes del desarrollo de la
naturaleza orgánica y las de la historia humana”.[1]
Las diferencias entre aquéllas radican en sus distintos
objetos de estudio (ecosistemas, explicados por la cadena alimentaria, versus
sistemas económicos, regidos por la circularidad producción-circulación-distribución-consumo),
que empero son tan parecidos como las palabras economía y ecología que poseen
la misma raíz; y parten del hecho de que el estudio la administración de la
casa (economía), es distinto a la casa misma (ecología), (Terradas, 1975).
Hay que decir que, sin la mano del hombre, la ecología se
reproduce independientemente de él; pero cuando la economía llega a subsumir a
la naturaleza (como ocurre en el capitalismo); ésta, sobre todo considerada
como micro-natura, depende de la administración humana de la casa.[2]
Como resultado de su imbricación, a consecuencia de la
destrucción de la Tierra, que afecta sus objetos de estudio, estas ciencias
(natural y social) avanzan, desde una separación real como tales, a su unión;
en donde la sociedad debe dirigir los esfuerzos para subsistir, mediante la
inserción de la economía a la ecología de manera consciente y consistente. Esto
no puede y suele llamarse dominio humano sobre la naturaleza,[3] sino cooperación con ella (Childe,
1972). Por lo tanto, se nutren ambas disciplinas mutuamente ya que la economía
expresa el dominio humano y la ecología la preponderancia de los procesos
naturales.
De inicio puede afirmarse que la economía como ciencia
precede a la ecología (en Haeckel, 1866),[4] es anterior a ella,[5] así como también el concepto de
trabajo fue tomado por la física de la economía:
“La teoría mecánica del calor transfiere esta categoría de la economía a la física (…) Sin embargo, tendencia a retransferir el concepto termodinámico del trabajo a ciencias de las que ha sido tomada esta categoría.” (Engels, 1961:267).
Esto significa que, a partir de esta retransferencia,
la economía no podría entenderse sin la “economía de la naturaleza”,[6]configurando una economía termodinámica.
En ese sentido, la economía real y la ecología siempre han estado unidas en la
práctica, aunque no tanto en la teoría.[7] Así pues, la economía política
ecológica (o del ambiente) destaca las esferas de intersección entre la
dinámica de los ciclos de la naturaleza respecto a los ciclos económicos y
viceversa.
Pero además, la economía y la ecología constituyen realmente
fuerzas opuestas en la sociedad capitalista,[8] por lo cual sin la intervención
humana para remontar tal contraposición y la devastación que se vive, no habría
posibilidad de rescate alguno de los ecosistemas porque -en general-: a mayor
consumo de energía (mediante mayores inversiones y consumo improductivo) se
producen mayores ganancias brutas pero también mayor entropía
(Georgescu-Roegen, 1975; Latouche, 2006), bajo la lógica del patrón de
desarrollo capitalista que es, en esencia, incompatible con la naturaleza
(Torres, 2001).
La economía es parte del ciclo ecológico, pero la ecología
se somete al dictado del ciclo económico D-M-D’, que describe la
autovalorización del capital, mediante la conversión del dinero en capital. Así
entonces, es necesario tomar en consideración la doble subsunción que está
presente en este entramado ambiental: a) Como una relación de dominio (que en
el fondo es de cooperación) sobre la pequeña naturaleza (ecosistemas) y b) Como
subordinación humana a la gran naturaleza (cosmos).
De esta forma, se va tejiendo una inextricable madeja o red
de complementariedades (o de incompatibilidades de rechazo) y a la vez de
jerarquizaciones, pero siempre desde la doble óptica de la dependencia del
hombre a la naturaleza (macro-natura), y del aprovechamiento y/o explotación[9] de ella (micro-natura); ese es el
quid del asunto, por lo tanto, no se trata de una simple extensión de la lucha
de clases o del conservacionismo ecológico sino más bien de la lucha entre dos
paradigmas: la gran bifurcación (Laszlo, 2008), lo que destaca en el momento
actual en el que tiende a hacerse más fuerte la lucha eco-social; esto es, a
fin de continuar o bien parar el dominio mencionado (lo cual no es una renuncia
a la evolución y desarrollo humano).
En este punto básico se plantea la necesaria conexión entre
ambas disciplinas, lo cual resulta básico para el entendimiento del mundo
moderno (y del no moderno) inmerso en una aguda crisis eclógico-social
(transición civilizatoria), en la perspectiva interdisciplinaria y
transdisciplinaria. [10] Entonces puede decirse que, en la
ecología, se presenta la unidad entre la teoría de la evolución y las leyes de
la termodinámica (Capra, 1998), mientras que la economía convencional puede
eludir este hecho; ya que reposa teórica y prácticamente, en la doble
explotación que está en su base; ahora maquillada mediante el postmodernismo de
la sustentabilidad, la cual sigue siendo inevitablemente una forma del
desarrollo capitalista porque coincide con ella en la búsqueda de
la perpetuidad(“sostenibilidad”):
“El capital implica, hasta cierto punto, la perpetuidad del valor: si bien las mercancías perecederas le proporcionan sus diversas personificaciones, es sólo con el fin de cambiarse constantemente. Incansablemente se despoja de su forma eterna de dinero para revestir la forma perecedera de mercancía. La eternidad, en efecto, no puede manifestarse sino bajo una forma efímera; ella es lo que pasa a la vez el proceso y la vida. Pero el capital sólo adquiere esa cualidad chupando el alma del trabajo vivo, como un vampiro”.
“La perdurabilidad [11] -duración del valor bajo su forma de capital- sólo se logra a través de la reproducción que es ella misma doble: reproducción del valor, reproducción del dinero, y unidad de estos dos procesos de reproducción” (Marx II, 1970:135).
Hacia una crítica de la economía ecológica
La crítica de fondo a la economía ecológica, radica en que
esta representa, en la gran mayoría de sus representantes, una “economía verde”
(no roji-verde, O’Connor, 1993); esto es, persigue un cambio del ser humano en
relación con la naturaleza (no modificando el carácter capitalista de la
sociedad), aunque en un sistema universal de explotación.[12] En general, puede decirse que en
aquélla prevalece el tema de la transición hacia las energías renovables
(Clive, 2007), lo cual en sí mismo no garantiza ni resuelve nada de fondo;
aunque podría hacerlo sólo bajo una propuesta de reestructuración del
capitalismo y civilización mundial, y bajo la forma de una globalización
positiva (Bauman, 2010); empero, tal solución a la crisis energético-ambiental
resulta -bajo el neoliberalismo triunfantes- siempre y primordialmente un
negocio más, a fin de generar mayores ganancias y fomentar mayor explotación
del trabajo y la Tierra.
Aquí es donde aparece el dominio de la ecología a la
economía, pero más como una posición ideológica, ya que las categorías
empleadas resultan un refuerzo en la fe en el capital y para no revertir el
dominio de la economía sobre la ecología, como en la economía ambiental
(Tietenberg, 1980; Pierce y Turner,1990).
Puede mencionarse que en el punto central que es el debate
que existe entre la entropía y el proceso económico Georgescu-Roegen, (1975),
traslada conceptos de la física la economía y no hay una construcción teórica a
partir de la síntesis economía/ecología; al mismo tiempo se emplea el
instrumental de la teoría neoclásica. En este caso, la desigualdad social no es
algo que tenga que ver con la crisis de energía, que se explica por la
entropía.
Por su parte [(Costanza et al. (1999) y Aguilera y Alcántara
(1994)], minimizan las causas sociales de la crisis ambiental planetaria y todo
pasa por una cuestión técnica, que habrá de resolverse mediante los mecanismos
de mercado (en especial bajo el principio del libre mercado). También Mc
Donough y Braungart (2002) crean la ilusión de un crade to cradle, mientras que se popularizan los temas de una
economía que imita a la naturaleza (Biomimicry), (Benyus, 2002).
En España, Martínez Alier (1992) y Jiménez Herrero (1994)
tienen visiones parecidas, donde destaca el activismo del primero. Se ubican
como neopopulistas, pero siguen presos de la teoría neoclásica y keynesiana; de
la misma economía ambiental.
Adquiere cada vez mayor fuerza en los medios la idea de la
llamada economía verde, entendida como la forma concreta de la sustentabilidad,
que es ahí a donde se nos quiere llevar desde la perspectiva de la economía
ecológica que elude el cambio social y se convierte la ideología empresarial en
turno (como antes con el consumismo convencional y derrochador de energía y
materiales). Esta se caracteriza por la aplicación de las tres erres.[13] Lo cual evidencia las limitaciones
incluso en el plano técnico y económico, puesto que eluden otras dos erres,
como son: a) la Renovación de los ecosistemas; y b) Regresar, es decir
incorporar los procesos de degradación en dicha economía verde; estos sólo
pueden ser emprendidos por el gobierno o grandes empresas, porque se elude en
el ciudadano este tema haciéndole creer que todo se resuelve con el reciclaje.
Por oposición a los anteriores, se tiene a investigadores
como Paul Burkett (2006), o Foster (2008). Sin embargo, en este caso se acercan
más a hacer el rescate de Marx en relación con la ecología; y aunque son muy
valiosos en el plano teórico, no van más allá de la idea de sustentabilidad, y
suponen que Marx estaría a favor de ese discurso cuando usan algunas partes de
su obra para demostrar que ahí ya estaba la sustentabilidad.
Esto es así ya que el discurso ecologista enmarca la
explotación capitalista en la era de la globalidad y se piensa que, con la
sustentabilidad (término confuso), “débil” o “fuerte”, ésta sería la solución
definitiva al dilema de capitalismo y medio ambiente, pero siempre desde la
óptica de un destino: el “capitalismo natural” (Gore, 2006) o “sustentable”
(Hawken, 2000).
La relación hombre-naturaleza en Marx y Engels
“El dominio de la naturaleza se realiza en la industria a una escala más colosal que en la agricultura, la cual hasta hoy tiene que dejarse mandar por el tiempo atmosférico, en vez de dominarlo” (Engels, 196: 169).
La principal característica (económico-filosófica) de la
obra de Marx vista en su conjunto, en cuanto a la relación hombre-naturaleza,
radica en la paradoja que representan sus dos posturas epistemológicas
fundamentales (aparentemente excluyentes), que están presentes en su obra: el
dominio humano sobre la naturaleza (no sólo el control limitado) de una parte,
y de la otra, y la sumisión hacia ella, pero el mundo (y el universo) se mueve
bajo la égida de dos fuerzas contrapuestas pero complementarias: la lucha y la
cooperación.[14] Con ello pareciera que la meta no
es la del reino de la libertad[15] sino el desarrollo de las fuerzas
productivas materiales en cuanto tales (como si éstas fuesen imparciales).
Empero, las fuerzas productivas se centrarían más bien en los aspectos
inmateriales[16] como un fin en sí mismo (en donde
finalmente se ven unidas). Esta última aseveración se ha malinterpretado.
Porque en realidad de lo que se trata es la eliminación del trabajo excedente y
la liberación humana del capital, convirtiendo al trabajo de medio de vida en
la “primera necesidad vital” (Marx y Engels, 1978:335). Empero, su base es una
progresiva cooperación con natura, más que de dominio sobre ella.
Marx considera necesaria la fase capitalista (como preámbulo
del comunismo, fase superior del socialismo), pero podría pensarse que minimiza
los límites naturales (es decir, el nivel de destrucción alcanzado por el
capitalismo) que son evidentes en la realidad actual, puesto que la economía se
encuentra subordinada energética y materialmente a los ecosistemas. En cambio
su aporte estaría en dirección de la economía política ecológica (es
decir, crítica) la cual supone, en pocas palabras, cambiar la relación del
dominio doble del capital[17] (histórico-natural).
Sin embargo, esto choca con la, proclamada por el autor,
explotación de la naturaleza, ésta como una condición del establecimiento del
comunismo, [18] siempre en el entendido de se
trataría una “explotación sistemática y organizada de la Tierra” (Marx I,
1974:648) y como equivalente a un verdadero dominio, esto es en nombre de la
ciencia,[19] como si ésta en general fuese
imparcial; empero, el autor también sostiene que la ciencia se encuentra
subsumida al capital
Se afirma que el arribo a una sociedad superior implica el
salto del “Reino de la Necesidad” al “Reino de la Libertad” (es decir, al
comunismo).[20] Sin embargo, aquí está presente una
contradicción, ya que el Reino de Libertad se encuentra dentro del Reino de la
Necesidad (“a cada cual según sus necesidades”, el “trabajo necesidad vital”) y
finalmente porque hay una identidad entre libertad y necesidad.
Por último, hay que reconocer que la libertad es saber que
estamos dentro, no sólo junto de la naturaleza; y que no somos sólo parte de la
naturaleza. Además de que la naturaleza no es una fuerza ciega: es la maestra
(Schiller).
Pero el dominio de la naturaleza es una tarea que le
corresponde al capital choca con ser a la vez parte de la naturaleza (Marx,
1966) de la naturaleza. .Al parecer las dos visiones de la relación con la
naturaleza corresponden, aunque no lo dice el autor, a que en una se refiera a
la tierra y la otra a los medios de producción, los cuales puede dominar si
existen las condiciones sociales para ello.
Por otra parte, en la sociedad en transición, las fuerzas
productivas tienen una connotación distinta (Betteleheim, 1979) más allá del
capitalismo, ya que no se trata del productivismo sino del tiempo libre. Pero
el trabajo necesario no (nunca) desaparece; al contrario, queda claro (Marx I,
1974:440) que lo que desaparece es el trabajo excedente. Entonces ya no habría
diferencia entre el trabajo necesario y el tiempo libre; todo ello reduciendo
la jornada de trabajo. Pues mientras más libre es el trabajo, menor es el
tiempo necesario pero mayor es la productividad e intensidad del trabajo, así
como la presencia de las fuerzas naturales, no dominadas, sino actuando en
cooperación con el hombre.
Se trata entonces de esas dos visiones de la relación
hombre-naturaleza entremezcladas en Marx. En la primera, el hombre destruye a
la naturaleza, en la segunda, la domina; lo que dentro de la explicación de
Marx y Engels, ello significa cuidándola de acuerdo a sus leyes, y mediante un
manejo científico.
Una última cuestión tiene que ver con la paradoja existente
entre la humanización de la naturaleza y la naturalización del hombre. La
primera, tiende sus límites en la segunda. Esto coincide con el dilema señalado
por John D. Bernal (Dyson, 1985): el existente entre la naturaleza orgánica y
la artificial.
Finalmente, frente a los límites del antropocentrismo de
Marx, y que es una crítica a la propiedad privada, pero también a la social, el
punto clave es la relación hombre-Tierra, y en donde de lo que se trata es de
legar la tierra mejorada a las siguientes generaciones (rebasando así al
Informe Brundtland).[21]
La Economía Política Ecológica
"Si nos fijamos en las representaciones abstractas e ideológicas de sus portavoces tan pronto se aventuran fuera del campo de su especialidad, advertirnos en seguida los vicios de ese materialismo abstracto de los naturalistas que deja a un lado el proceso histórico” (Marx I, 1971:303).
Ambas, economía y ecología, consideradas como disciplinas
separadas y reacias al diálogo, se sostienen en la idea del
crecimiento/desarrollo (esto es, capitalista) o de la evolución como un fin
absoluto, dejando poco o nulo espacio a la libertad y al pluralismo y en donde
siempre se avanza de lo peor a lo mejor (de lo inferior a lo superior a la
manera del marxismo soviético); ignorándose el proceso irreversible de
extinción masiva de las especies (incluso humana), lo que está ocurriendo en el
mundo contemporáneo; considerando el daño ambiental como algo necesario, en
aras de “corregir a la naturaleza” (Adabáshev, 1985).
Por ello, la economía política ecológica emerge como
expresión del pensamiento alternativo de esa doble crítica, tanto a la
interpretación marxista institucional que minimiza la devastación eco-social,
como respecto a la economía ambiental y a la ecológica (basadas en principios
neoclásicos y/o keynesianos).
Frente a ello, hay que considerar que, en
el mainstream donde todo se justifica para alcanzar más crecimiento,
el cual, según la curva de Kuznets (Boyce, 2005), logrará parar el daño
ambiental, precisamente como resultado de un mayor crecimiento económico.
Así pues, las categorías de ambas ciencias encuentran interconexiones
producto de un diálogo espontáneo entre ellas provocado por la “crisis
ambiental”. Pero también nuevas expresiones de la síntesis alcanzada, tal es el
caso del concepto de valor ambiental.
De esa forma, resulta fundamental conocer cómo, mediante la
aplicación de estos procesos en la economía, podremos comprender dos cosas: que
la evolución choca continuamente con el desarrollo, y también que la economía
está sometida a procesos de degradación del calor (que pasa de caliente a frío)
(Guillamaud, 1971), que impiden un crecimiento supuestamente sostenido (y
sustentable), el cual se considera la panacea de las economías modernas y
fetiche del poder económico y político.
Por su parte, la expresión del conflicto hombre naturaleza,
en la teoría y práctica de la economía ambiental, se traduce en tres conceptos
básicos: a) la valoración económica ambiental, b) La “internalización de las
externalidades” y c) La fijación de los derechos de propiedad;[22] frente a la economía ecológica,
centrada en la reducción de la entropía; pero aun en este último caso, se
ignora la neguentropía (Guillamaud, 1971), la cual está obstaculizada por la
entropía misma, ya que, bajo las reglas actuales, resulta más caro reciclar que
depredar, más caro no producir basura que producirla.
Sin embargo, la fuente última de la entropía provocada por
el “proceso económico” es la plusvalía misma (y desde luego como expresión del
proceso de acumulación de capital; no sólo porque su base es una naturaleza
empobrecida, sino porque a mayor trabajo excedente mayor consumo de kilo
calorías y de espacio socialmente construido para cumplir con la meta del
capital: acumular. Por tanto, neguentropía implica reducir y eliminar los
factores que provocan entropía económica: es decir, la plusvalía.
Como corolario: en ambas explicaciones (economía ambiental y
ecológica) teóricas todo se resuelve mediante el desarrollo sustentable; la
devastación ecológica es simplemente una “falla de mercado”, o del capital
individual), la cual habría que corregir principalmente mediante el mercado
mismo o con la intervención del estado (tipo Coase, etcétera), (Jiménez, 1993).
Además, hay que tener en cuenta que el gasto humano de
trabajo social, al igual que el desgaste natural (el punto de visto analítico
lo refiere al bosque como modelo), se expresa en el valor, o sea que, además de
todo el trabajo humano y su desgaste es parte del desgaste natural (pero
autonomizado por la economía política);[23] y también a la inversa, siempre que
se siga con el supuesto de que la historia humana es parte de la natural y no a
la inversa
Por lo tanto, el ser humano es pues también una fuerza
productiva (natural y social), aunque la base de la productividad social es la
productividad natural del trabajo; y la base de esta es la productividad
natural de los ecosistemas:
“Cabe pues hablar de una base natural de la plusvalía (…) Esta. No existe ninguna razón para asociar a esta productividad natural del trabajo ideas de carácter místico (…). Empero la productividad real del trabajo de que arranca este régimen como de base, no es precisamente un don de la naturaleza, sino producto de una historia que llena miles de siglos” (Marx I, 1974:428).
Contribuciones de Karl Marx a la Economía Ecológica
“Por tanto la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre” (Marx I, 1974:424).
La teoría del valor-trabajo
La principal modificación de la ley del valor,[24] entendida como la expresión del
conjunto de relaciones que establecen los hombres entre como resultado de su
trabajo, lo que se traduce en la distribución del producto del mismo a través
del mercado, tiene que ver con profundas revoluciones tecnológicas (el no
valor) y una mayor calificación del trabajo mediante la educación (“capital
humano”, “sociedad del conocimiento”).
Además hay que contemplar la presencia de la renta y precio
de monopolio (en sus nuevas modalidades), ya no como excepción sino como regla
y con un peso específico mayor que anteriormente. Éstas se basan en la captura
de valor proveniente de las esferas que se encuentran por debajo en de media de
la productividad mundial del trabajo.
Simultáneamente, se asiste a circunstancias inéditas que
modifican y superan los paradigmas económicos hasta hoy conocidos y que se
expresa en la escasez relativa de recursos naturales para satisfacer la demanda
del capitalismo industrial- tanto de recursos naturales renovables como no
renovables. En realidad, se trata de la destrucción de la naturaleza en su
integridad (“recursos naturales”). Ésta trae consigo cambios drásticos e
irreparables en todos los niveles de la sociedad y sobre todo genera impactos
económicos negativos. El principal de tal destrucción se manifiesta en la ley
del valor. Ya que tal destrucción modifica cuantitativa y cualitativamente el
funcionamiento del trabajo abstracto y concreto. El primero, porque se modifica
la productividad del trabajo a causa de este hecho, y el segundo, porque se
lleve a la ruina a los diversos ecosistemas terrestres (productividad natural).
De esa forma, cada vez los bienes gratuitos dejan de serlo
no como resultado de una ideología mercantil sino como un hecho histórico real;
además, los empresarios se niegan a pagar los daños ecológicos realizados
porque ello merma su tasa de ganancia; mientras tanto, se extiende la
“valoración monetaria de la naturaleza”; como una pretendida solución a las
crecientes externalidades negativas (mediante la internalización de los costos
económicos).[25] Todo esto visto desde la mirada del
individualismo posesivo. Se trata sí de su revaloración junto con el trabajo
humano, y como parte también de la consideración de los múltiples valores que
tiene la naturaleza que no es sólo el económico (desde el punto de vista
convencional, es decir, crematístico).
La ley del valor se traduce entonces en un incremento de la
magnitud (no necesariamente de precios) del mismo, (lo que es neutralizado por
la práctica del neoliberalismo). Pero lo esencial es que hay una cambio de
diferencia cuantitativa en cualitativa; es decir: todos pagan aunque sólo unos
sean los causantes del daño ecológico (de ahí la discusión alrededor de la
justicia ambiental).
Todo esto expresa el tránsito de un mundo autorregenerable[26] o a otro en el que hay que cubrir
un fondo adicional de acumulación, como condición indispensable para todo tipo
de desarrollo y de aplicación de estrategias posibles o imaginadas de
supervivencia.
Enfoque termodinámico: en su producción el hombre “sólo
puede proceder como procede la misma naturaleza, es decir, haciendo que la
materia cambie de forma” (Marx I, 1974: 11) Hay que recordar que entropía
significa cambio de forma (más que conservación de su energía).
Pero además, “El trabajo no es la fuente de toda riqueza. La
naturaleza es la fuente de todos los valores de uso (¡que son los que
verdaderamente integran la riqueza material ni más ni menos que el trabajo!,
que no es más que la manifestación, de una fuerza natural, de la fuerza de
trabajo” (Marx y Engels, 1978:335).
Dualidad valor de uso y valor de cambio
La dualidad (unidad) entre el valor de uso y valor de cambio
(valor) que alberga la mercancía va desarrollando sus contradicciones internas
y externas, desplegándose en el espacio-tiempo en tanto expresión del trabajo
abstracto y el trabajo concreto aplicados.
La unidad e intercambio orgánico entre el hombre y la
naturaleza caracterizan al trabajo concreto “El trabajo no es pues, la fuente
única y exclusiva de los valores de uso que produce, de la riqueza material. El
trabajo es como ha dicho William Petty, el padre de la riqueza, y la tierra la
madre” (Marx, I, 1974: 10).[27] Y también que, “Como creador de
valores de uso, es decir, como trabajo útil, el trabajo es por tanto, condición
de vida del hombre, y condición independiente de toda forma de sociedad, una
necesidad perenne y natural sin la que no se concebiría el intercambio entre el
hombre y la naturaleza ni, por consiguiente, la vida humana“(Marx I, 1974: 10).
Asimismo, el valor de uso es condición indispensable del
valor de cambio: “En el tipo de sociedad que nos proponemos estudiar, los
valores de uso son además, el soporte material del valor de cambio (Marx, 1974:
4); además de que, “La forma natural de la mercancía, se convierte pues, en
forma de valor (Marx, I, 1974: :23). Tales valores de uso constituyen “una
materia dispuesta por la naturaleza y adaptada a las necesidades humanas mediante
un cambio de forma” (Marx I, 1974:133).[28]
Mientras que en el trabajo abstracto, la unidad se halla en
relación a la igualdad de todo tipo de trabajo humano: “Para encontrar la
igualdad toto coelo de diversos
trabajos, hay que hacer forzosamente abstracción de su desigualdad real,
reducirlos al carácter al común a todos ellos como desgaste de fuerza de
trabajo humana, como trabajo humano abstracto” (Marx I, 1974ª: 39).
El desenlace se revela en la evolución de la forma simple a
la forma dinero del valor (que es expresión de un valor variable y
materialización de la riqueza social en la forma natural del oro).[29]
Finalmente, la contradicción entre el valor de uso y el
valor de cambio se expresa en el hecho de que el predominio de la ley del valor
y el imperio de las mercancías en el capitalismo, se supera cuando se aclaren
las relaciones entre los seres humanos entre sí, superando su fetichización,
trascendiendo la economía mercantil capitalista, pasando por sus
reminiscencias, presentes en el socialismo para desembocar en el reino de la
libertad, esto es, “más allá del reino de la necesidad”.
En esta postura se establece el triunfo final del valor de
uso, pero ello no significa que se tenga que recorrer la misma ruta a través de
la mercantilización total sino que por el contrario se conserven y amplíen
aquellos espacios de reproducción del valor de uso (autoconsumo, economía
doméstica, prestaciones sociales, etcétera.[30]
Por su parte, el problema ambiental sólo en parte pasa por
el mercado, ya que siempre el proceso de reproducción representa de por sí un
valor de uso de una parte; y de la otra, por el hecho de que sin la obtención y
extracción de los materiales en bruto y convertidos posteriormente en materias
primas (como condición del proceso de producción), no habría mercado
capitalista; además de que constituyen aun un inmenso arsenal de reserva
natural al servicio del capital, bajo la siguiente dirección:
“Habrá por tanto que explorar toda la naturaleza para descubrir objetos de propiedades y usos nuevos para intercambiar, a escala universal, los productos de todas las latitudes y de todos los países, someter los productos de la naturaleza a tratamientos (artificiales) a fin de darles valor de uso nuevo. Se explorará la tierra en todo sentido, tanto para descubrir nuevos objetos útiles como para dar valor de uso nuevo a los antiguos objetos; se utilizarán éstos de alguna manera como materia prima; se desarrollará al máximo las ciencias de la naturaleza. Se tratará además, de descubrir, de crear y de satisfacer necesidades que se derivan de la sociedad misma.” (Marx I, 1970: 306).
Lo anterior explica con suma claridad temas tan actuales
como la bioprospección, la biotecnología y el neo-extractivismo, tan presente
en nuestras vidas el día de hoy (Harvey, 2010) y el gran desarrollo de la
bioquímica, biología celular, industrias de la telecomunicación, etc. y un sin
número de aplicaciones.
Lejos de que el mercado resuelva todos los problemas como
varita mágica, en este caso vinculado al tema de la sustentabilidad, su perspectiva
más bien es la de agotar los recursos naturales mientras se dé la máxima
ganancia (y la fijación de precios de monopolio), al cabo que existe una
sustentabilidad débil que lo justifica; y aún en la “sustentabilidad fuerte” o
“superfuerte”, en la cual las restricciones ecológicas también son fuente de
ganancias sustentables (perpetuas).
Y es que por su propia naturaleza caracteriza por el dominio
de las cosas a las personas, no existe ningún tipo de control y redistribución
del trabajo social y sus productos, por lo cual es el mercado es una fuerza que
controlada por el capital y en busca de la mayor utilidad marginal produce una
creciente explotación de la naturaleza y del hombre. De esa manera, nos explica
la destrucción de alimentos, materias primas, medicinas, medios de producción y
de vida que tienen que desecharse para garantizar la realización de la ganancia
mediante el sistema de precios relativos cada vez más controlado por los
grandes negocios trasnacionales.
Capital y naturaleza
La conversión del dinero en capital y el origen de la
plusvalía permiten entender cómo el proceso de trabajo se subsume al capital.
En dicho proceso la naturaleza provee y regala sus dones al hombre, pero
aquélla no puede equipararse al concepto de objeto, en el sentido de que
éste es dominado por el sujeto (trabajo humano), ya que el proceso de trabajo
hay que estudiarlo dentro de la reproducción del ecosistema; puesto que las
materias primas son una transformación de las materias en bruto, y la
renovación de los cultivos presupone la del suelo, el árbol del bosque, el agua
del lago, etcétera. Lo que tiene que ver con la conservación de la
biodiversidad.
Posteriormente, el doble carácter del trabajo se manifiesta
en el proceso de valorización del capital (donde surgen las categorías de
capital constante y variable, junto a la de plusvalía), y mediante la unidad de
los ciclos del capital industrial confluyen finalmente en el análisis del
proceso de reproducción del capital social (y sus dos sectores: productor de medios
de producción y productor de medios de vida), como unidad a su vez del proceso
de producción y circulación del capital.
Pero también en este proceso está presente la productividad
natural del trabajo: “Cabe pues hablar de
una base natural de la plusvalía (…). No existe ninguna razón para asociar a
esta productividad natural del trabajo ideas de carácter místico (…). Empero la
productividad real del trabajo de que arranca este régimen como de base, no es
precisamente un don de la naturaleza, sino producto de una historia que llena
miles de siglos” (Marx I, 1974:428), pero también de los ecosistemas en
cuanto tales.
Si bien la plusvalía es la naturaleza del capital el capital
no es, por naturaleza, naturaleza misma, ni la naturaleza es capital por naturaleza.
Entonces el “capital natural” es un contrasentido. Pero ¿cómo se valoriza la
naturaleza, no de manera imaginaria,[31]como en la teoría de la renta, sino de
manera real?. En sentido convencional, se puede entender como aquel capital
invertido en incrementar la biomasa (y no nada más en recuperar la inversión).
A través principalmente de sistemas forestales conservados, o artificiales
(reforestados), de reordenamiento de agroecosistemas (policultivos, asociación,
rotación), de recuperación de sistemas productivos tradicionales, sistemas
agro-silvo-pastoriles y agroforestales; pero también de la restructuración
urbana hacia la edificación de ciudades “verdes”.
Pero la “plusvalía natural” (generada por un “capital
natural”), es una plusvalía en dos sentidos: puede entenderse entonces como el
incremento de la biomasa (especies vegetales y animales) pero también del
trabajo humano emprendido mediante inversiones realizadas por empresas
privadas, públicas y sociales, así como comunidades e individuos. En el caso de
las comunidades, sería básicamente a partir del ahorro local.
Un presupuesto es la reposición del desgaste natural, in
natura pero también (en su caso) de la inversión del dinero en su ciclo D-D’.
Pero también debe contemplarse el desgaste del trabajo
humano empleado:
“Alargando desmedidamente la jornada de trabajo, puedes arrancarme en un solo día una cantidad de energía superior a la que yo alcanzo a reponer en tres. Por este camino, lo que tu ganas en trabajo yo lo pierdo en sustancia energética Una cosa es usar mi fuerza de trabajo y otra muy distinta desfalcarla” (Marx I, 1974: 179).
Este último implica que en el proceso de producción
capitalista, que es la unidad entre el proceso de trabajo y de valorización, el
obrero entrega más Kcas de las que
recibe (productivo o no) mediante su consumo real energético (descontando
celulares y otros gadgets, etcétera)
necesario para la requerida reproducción de su fuerza de trabajo.
Este punto resulta fundamental para entender que el problema
de la venta de a fuerza de trabajo no se limita a la producción y circulación
ya que implica la reproducción de la vida del obrero; esto significa que la
vida del capital requiere de la muerte gradual del obrero
Cuando se habla de renovación de ecosistemas[32] se supone la renovación de la
fuerza de trabajo como un proceso de reproducción histórico-moral, cosa que
ignoran la mayoría de los economistas ambientales y ecológicos porque subsumen
la naturaleza humana a la general minimizando su autonomía (caso de Arne
Naess).
Ahora bien, desde el punto de vista de la plusvalía
relativa, es fundamental comprender la importancia de la cooperación. En este
punto, puede mencionarse que en el capítulo XI, habría que ampliar el análisis
a la cooperación del trabajo con la naturaleza:
“(…) después de implantarse una especie de régimen de participación de beneficios entre capitalistas y obreros “el primer resultado fue conseguir que disminuye repentinamente el derroche de material; los obreros no comprendían por que iban a derrochar lo que era suyo, no velando por ello con el mismo celo que cualquier patrono, y el derroche de material, es con la falta del mercado, la fuente principal de las pérdidas del mercado, la fuente principal de las pérdidas industriales“ (citado por Marx I, 1974:267). Aquí se ve que no sólo es el mercado sino el mercado de trabajo en especial, otro factor a tomar en cuenta cuando aquilatamos las diversas formas en que el capital afecta o no a los ecosistemas terrestre. [33]
Tecnología y naturaleza
En su obra se encuentra una abrumadora presencia de las
fuerzas de la naturaleza en el análisis del modo de producción, destacando el
tránsito de la subsunción formal a la real.[34] En primer lugar, porque la base de
toda productividad del trabajo son dichas fuerzas, las que se convierten en
fuerzas al servicio del capital (subsunción de la naturaleza);[35] ello hace que en la subsunción real
se tenga la presencia de la aplicación directa de la ciencia en el proceso de
producción. Y, en segundo lugar, porque proporcionan la fuerza motriz que ha
actuado con el hombre en toda historia.
Además, es necesario recordar que la fuerza humana fue una
principal forma de aplicación de energía para satisfacer sus necesidades. El
hombre, sujeto, es al mismo tiempo un objeto natural, que a través del trabajo
actúa como la naturaleza cambiando de forma:
“En su producción, el hombre sólo puede proceder como procede la misma naturaleza, es decir, haciendo que la materia cambie de forma. Más aún. En este trabajo de conformación, el hombre se apoya constantemente en las fuerzas naturales” (Marx I, 1974:10).
Resulta esencial, para las condiciones que vive el mundo a
raíz de la crisis climática y los estragos del neoliberalismo que fomenta la
depredación sin límites, el caso estudiado que se convierte en regla expresada
en la crisis mundial humanitaria y en los impactos planetarios, consistente en
la relación entre la bondad o no de las condiciones naturales de trabajo con el
desarrollo del régimen capitalista de producción. De esa forma, el mal tiempo
extremo influye en el incremento del valor del producto agrícola, lo que genera
una prolongación de la jornada de trabajo para mantener la tasa de explotación.
Ello también significa un descenso de la productividad del trabajo en que se
traduce el descenso de la productividad natural (hoy se diría del ecosistema),
(Marx I, 1974:444).
Este punto es importante porque toca el tema central que nos
ocupa, que es la conexión capital-naturaleza; lo cual es fundamental para el
análisis del cambio climático y su influencia en el aumento explosivo de los
precios de alimentos, dado con la llegada del final de la otrora
superabundancia, como ocurrió hasta antes de 2007-2008 (asociados a precios
elevados del petróleo, y ya en el 2015 a la baja de los mismos) que implica más
que una mayor demanda, una subproducción; antes con precio del petróleo alto,
ahora con uno bajo.
No podría dejarse de lado cómo intervienen los recursos
naturales (abundantes o escasos) en el desarrollo capitalista, y en donde se
explica que la dotación de condiciones naturales no es suficiente para alcanzar
tal desarrollo, ya que su transformación es lo que importa, como se atestigua
en la historia económica. En ese sentido, se anticipa la teoría de “la
maldición de los recursos naturales no renovables”:
“No puedo imaginarme tampoco que haya peor maldición para un pueblo que vivir sobre una zona de tierra en la que la producción de medios de subsistencia y de alimentos se realice en gran parte de un modo espontáneo y el clima exija admita pocos cuidados en lo tocante a vestido y techo… claro que también puede darse el caso contrario” (en Marx I, 1974: 430).[36]
Acumulación de capital y la Economía Ecológica
Una misma composición orgánica puede tener una mayor o menor
proporción de desembolso de un capital adicional para cubrir el desgaste
natural (provocado por las actividades humanas, productivas y domésticas);
tomando en cuenta simultáneamente la relación entre el consumo individual y la
reposición del recurso natural empleado.
En las dos fases: de auge y crisis en el ciclo económico, la
tendencia en la explotación de los recursos naturales se expresaría como sigue:
en la fase de auge el consumo de tales recursos naturales es mayor en sí en
términos relativos y absolutos. En la crisis aumenta en términos absolutos pero
no en relativos, porque aparte de que no se cubre el desgaste del capital
constante fijo, tampoco se agrega el de la naturaleza. Por ejemplo, en auge
sube aún más el precio de la energía y baja relativamente en la crisis (como en
la actualidad).
La curva ambiental de Kuznets (una U invertida),[37] dice lo contrario: que a mayor
crecimiento económico menos desechos y mayor bienestar (Piketty, 2014). Esto se
explica por el hecho de que efectivamente hay una reducción relativa pero no
absoluta en la explotación de los mismos, y sólo en ciertas esferas. Así que la
regla es más bien que: a mayor desigualdad social, mayor degradación ecológica,
a consecuencia de una mayor acumulación de capital; esto es independiente de
las fases de expansión o de crisis.
Y ocurre igual que en el caso de la subida de los salarios,
la cual frena la acumulación de capital, ya que a mayor gasto verde menores
ganancias, hasta el punto en que se tendría que dar marcha atrás en los
esfuerzos encaminados hacia una “economía verde” y con “rostro humano”.
Hay que mencionar además que, obviamente, no es la
sobrepoblación de por sí la causa fundamental de la destrucción ambiental sino
el afán por alcanzar el lucro desmedido que lleva a un mayor consumo de energía
y materiales, y en consecuencia, más desechos y más destrucción de las fuentes
de los recursos naturales y de los sumideros de carbono.
Lo anterior se traduce en salarios bajos, y en consecuencia,
un aumento de la sobrepoblación que a su vez estimulan la acumulación de
capital, la que fortalece a esta última, debido a la ley de incremento del
capital constante en relación al variable, el cual disminuye relativamente es
decir aumenta simultáneamente el número de obreros empleados.[38]
Gastos de circulación
En el proceso de circulación del capital individual (y
social), las pérdidas por desastres naturales y el cambio climático; la,
devastación ambiental como contaminación de ríos, se pagan como un pago
adicional (esta sería en el lenguaje neoclásico, una externalidad negativa) que
no le genera plusvalía al capital, pero que mientras más reducido sea, menos
gastos de circulación genera y por lo tanto menos impacto negativo le provoca
al capital.[39]
La rotación del capital
La rotación del capital (unidad de la
producción-circulación): choca con los procesos naturales que se encuentran ya
al servicio de la acumulación capitalista; los cuales tienen su ciclo de
reproducción natural independientemente de las necesidades del capital. Esto
tiene que ver con la diferencia entre el periodo de trabajo y el tiempo de
producción.[40]
“El largo período de producción (que incluye un tiempo relativamente corto de trabajo), y por tanto la larga duración de sus periodos de rotación, hace de los cultivos forestales una base de inversión poco favorable para una empresa privada y, por consiguiente, capitalista, la cual no perderá ese carácter aunque en vez del capitalista individual, la regente una sociedad capitalista. En general, el desarrollo de la cultura y de la industria se ha traducido siempre en la tendencia celosa a destruir los bosques y todo lo que se ha intentado de la producción de la riqueza forestal representa un factor verdaderamente insignificante al lado de aquella tendencia” (Marx II, 1971:217).
Reciclaje y Tasa de Ganancia
Un punto fundamental es el análisis pionero sobre el manejo
de desechos de un lado, y las otras formas cómo se economizan el capital
constante del otro, reducen relativamente el capital constante y aumentan la
tasa de ganancia y a la inversa.
Pueden considerarse tres momentos en este proceso, desde el
punto de vista de la generación y aprovechamiento de los desechos: en el primero,
en el que al aumentar los desechos aumenta la tasa de ganancia; en el segundo,
cuando ésta disminuye al acumularse los desechos y los gastos de conservación
de los mismos; y en el tercero, finalmente la tasa de ganancia aumenta al
reducirse los desechos y dárseles un mayor aprovechamiento.
[41] Este sería el caso típico del
desarrollo “sustentable”, que como se puede observar, sólo sería posible si es
mayor la tasa de ganancia.
Como se ve el reciclaje tiene una función económica, no
necesariamente ecológica, lo que se encubre en el ecologismo.
Por otro lado, puede decirse que solo se ve el aspecto
positivo en la ganancia, pero no se habla (desde luego) de los desechos no
reciclables.
Lo que economiza el capital constante, aumenta la tasa de
ganancia y el capital invertido la general, a diferencias de los gastos
ambientales que funcionan como gastos de circulación, los cuales reducen la
tasa de ganancia, pues representan pérdidas.
Tendencia descendente de la Tasa de Ganancia
Si bien la caída de la tasa de ganancia se debe a límites
sociales (la propiedad capitalista de los medios de producción y el incremento
de la productividad como una forma de aumentar la explotación del trabajo
expresada en la cuota de plusvalía), también tiene límites naturales, ya que la
tasa de ganancia cae porque, a mayor acumulación (además del crecimiento del capital
constante por encima del variable), mayor devastación de la naturaleza, que a
su vez aumenta costos y escasez de los bienes naturales. Es la doble
contradicción de James O’ Connor (1992).
En relación al conflicto entre expansión de la producción,
aumento del plustrabajo y la reducción de la fuerza de trabajo que se emplea:[42]“El
verdadero límite de la producción capitalista lo es el propio capital”
(Marx 6, 1985: 174). Empero, como se puede constatar frente a la catástrofe
mundial que nos amenaza, su límite es también, la Tierra.
Renta de la tierra
La parte central en la teoría de la renta de la tierra, es
que quienes poseen el monopolio de los recursos naturales, obtienen un falso
valor social (en la renta diferencial, que supone diferencias de fertilidad
natural del suelo (o de productividad del capital), de un lado; y del otro, un
valor imaginario (renta absoluta). La eliminación del monopolio no elimina las
bases naturales y las diferencias en la calidad de las tierras, pero reduce el
precio de los alimentos. Una clase social se beneficia sin hacer nada (como los
empresarios) más que el permiso por el uso de los recursos naturales (que no
tienen valor pero si precio) que posee. La tendencia al rentismo y parasitismo
es una realidad cada vez más fuerte (Piketty, 2014).
Adicionalmente se explican las ventajas de la agricultura
(Marx 8, 1985:993) coincidiendo con Podolinsky (Marx y Engels, 1975b:), en el
sentido de que esta actividad es la única que fija calor solar;[43] las demás dependen de este proceso
fotosintético (que es independiente del hombre.
Por su parte la renta urbana es clave para entender cuál es
el sentido que cobra en la expansión de las megalópolis.
Eliminar el doble monopolio burgués-terrateniente posibilita
llegar a una tierra mejorada como sustento de la supervivencia humana; es
decir, “legar la tierra mejorada a las siguientes generaciones.”
Conclusiones
En síntesis, estos serían los aportes de Marx para la
construcción de una economía política del ambiente, los cuales son necesarios
considerar para emprender la crítica de la economía ecológica:
En primer lugar, la destrucción de la naturaleza se
expresa en la ley del valor –y en el valor mismo- mediante la reducción de la
productividad natural de los ecosistemas y, por lo tanto, la capacidad
productiva del trabajo; esa destrucción del valor de uso encarece los costos de
producción, como expresión del aumento de la magnitud de valor (aunque se
envuelva a través de la manipulación monopólica del precio de los alimentos y
materias primas, especialmente; por lo que a pesar de ello, los precios pueden
bajar (impulsados por la acumulación de inventarios, no por el aumento de la
productividad del trabajo). Sin embargo, el incremento del valor puede ser compensado
con el cambio tecnológico (que funciona en el fondo gratis para el capital). De cualquier manera, ese daño ecológico se cubre de manera
insignificante, debido a la corrupción y a las tendencias depredadoras del
capital (mega empresarial).
En segundo lugar, se modifica la base natural de la
plusvalía al tiempo que, a mayor explotación del trabajo, mayor entropía; en
particular, emisiones de gases de efecto invernadero. Lo más destacado en este
punto es el incremento de la jornada real y total del trabajo, lo que permite
una mayor tasa de explotación, a pesar de la reducción de la productividad real
del trabajo. Esto se traduce en una explotación desmedida del trabajador que
implica un desbalance energético, que se agudiza mediante la extracción de
mayor trabajo excedente. Pero también provoca el desbalance en el intercambio
orgánico donde el hombre toma pero no aporta energía real al suelo.
En tercer lugar, el cambio tecnológico depende de la
fuerza motriz brindada por la naturaleza, y a su vez de suincorporación a
través de la ciencia al proceso productivo. (Imitación de los procesos
naturales (Benyus, 2002). La fuerza productiva más alta es la naturaleza; de
ahí las ventajas de la agricultura sobre la industria.
En cuarto lugar, Marx pone énfasis en que no es la
cantidad de recursos naturales lo que enriquece a un país, sino su
transformación. Lo que hoy reaparece como como la teoría de moda (“La maldición
de los recursos naturales”) Esto resulta una lección bajo al denominado
neo-extractivismo, presente en América Latina y México destacadamente, La mayor
cantidad de recursos naturales disponibles aumenta la plusvalía (absoluta y
relativa) y la acumulación de capital, directa e indirectamente; pero lo mismo
podría lograrse mediante un incremento del capital natural. El capital le roba
a la naturaleza destacadamente para aumentar el fondo de acumulación, ya que
finalmente el capital choca con la naturaleza. El capital ve al mundo un gran
pastel sólo para él.
En quinto lugar, un tema central es el análisis de la
relación entre la cuota de ganancia y el y reciclaje que, en el capitalismo[44] tiene que ver con el aumento de la
primera. Esto se traduce en que los costos ambientales pueden aumentar o bien
reducir la tasa de ganancia. De cualquier manera, el aprovechamiento de los
desechos tienen un doble impacto: en la economía y en la ecología. En conexión
a lo anterior, también se destaca la importancia de la economía de la energía y
el sistema de construcciones (para aumentar la tasa de ganancia),
anticipadamente a la economía ambiental y ecológica.
En sexto lugar, centro de su atención es el destacar
los efectos perversos del mercado, que por su propia naturaleza es destructor
de todo tipo de recursos naturales (y humanos); dilapidador en especial de las
materias brutas.
En séptimo lugar, puede decirse que pese a que la
naturaleza es gratuita, se deprende que, pagar por el uso de ella, acelera la
caída tendencial de la tasa de ganancia. Esta tendencia descendente se
contrarresta con el “manejo sustentable”.
En octavo lugar, no obstante, la paradoja central
radica en que dependiendo la producción de los productos de la tierra, destruye
a ésta y al trabajo humano, fuentes de la riqueza material. Ya que está
presente la contraposición entre el capital y la naturaleza y el choque del
ciclo natural y económico, como resultado de la reproducción del capital y el
requerido aceleramiento de su rotación. No se trata entonces de externalidades
sino del aumento de la tasa de ganancia, debido a la depredación capitalista.
En noveno lugar, de ahí que la clave para superar
este estado de cosas se encuentra en el “legar la tierra mejorada a las
siguientes generaciones”, anticipándose al Informe Brundtland (de ello da
cuenta su teoría de la renta del suelo.
En décimo lugar, además se refutaría a los
economistas ambientales cuando buscan ponerle un valor a la naturaleza cuando
explica el precio de la tierra como capitalización de la renta (o un capital
imaginario incrementado de acuerdo a la tasa de interés), lo cual explica el
precio de los recursos naturales, más allá del estado de la oferta y la
demanda.
Por último, la economía ecológica, como continuación
y a la vez superación de la economía ambiental, se hermana con ésta en sus
principales postulados, tales como las externalidades (y su “internalización”),
la valoración monetaria de la naturaleza, el desarrollo sustentable, los
derechos de propiedad privada, principalmente; y coinciden en analizar el
problema ambiental desde la óptica de las teorías creadas para mejorar los
negocios, ahora “verdes”; rechazando casi todo lo que venga de los críticos del
capitalismo.[45] En cambio su práctica es bien
distinta ya que la primera es más institucional mientras que la segunda es más
crítica.
No se trata nada más de aplicar impuestos a los ricos, o de
un mayor gasto e inversión social, que distribuyan el ingreso nacional
(Piketty, 2014:203) sino de un verdadero control social del capital, de tal
manera que la eliminación de la ganancia (Zapata, 1990) pueda hacer que las
inversiones realizadas sean reguladas y vigiladas socialmente y, por lo pronto,
sin necesariamente tocar la propiedad privada [a excepción de los monopolios],
pero sometida a la administración social, no sólo estatal desde luego. Esto
significa que la eliminación del salario significaría avanzar hacia formas de
copropiedad y coproducción con la naturaleza.
La solución tiene que ver con la contradicción entre la
propiedad privada y la producción social (necesidades sociales); en pocas
palabras, ambas se vuelven incompatibles entre sí;[46] de ahí la necesaria compatibilidad
entre la propiedad privada con la social, y desde luego con la naturaleza.
Finalmente, Marx hace críticas radicales al capitalismo,
pero de ahí también se desprenden elementos prácticos para entender el tránsito
de la economía ecológica a la economía política eco-ambiental. Empero, su base
es la eliminación del trabajo excedente (y reducción de la jornada de trabajo)
en la perspectiva de largo plazo
Notas
[1] Expresión de Engels, en el “Discurso
sobre la muerte de Marx” (Marx y Engels, 1978: 36). Y además, “(…) en el
movimiento de la más alta floración de la materia orgánica, que es el espíritu
del hombre, rige la ley inversa que la materia orgánica.” 1961: 164).
[2] “Hasta
ahora, tanto las ciencias naturales como la filosofía han desdeñado
completamente la influencia que la actividad que la actividad del hombre ejerce
sobre su pensamiento y conocen solamente, de una parte, la naturaleza y de la
otra el pensamiento. Pero el fundamento más esencial y más próximo del
pensamiento humano es, precisamente la transformación de la naturaleza por
el hombre, y no la naturaleza por sí sola, la naturaleza en cuanto tal, y la
inteligencia humana ha ido creciendo en la misma proporción en que el hombre
iba aprendiendo a transformar la naturaleza. La concepción naturalista de la
historia, sostenida en mayor o menor medida, por Draper y otros naturalistas, y
según la cual es la naturaleza la que influye exclusivamente sobre el hombre,
son las condiciones naturales las que condicionan siempre y en todas partes el
desarrollo histórico de éste, es, por consiguiente, una concepción unilateral,
en la que se olvida que el hombre actúa también, a su vez, de rechazo, sobre la
naturaleza, la transforma y se crea nuevas condiciones de existencia. Muy poco,
poquísimo, es lo que queda en pie de la “naturaleza” de Alemania en los tiempos
de la inmigración de los germanos. Todo en ella ha cambiado hasta lo indecible,
la superficie del suelo, el clima, la vegetación, la fauna y los hombres
mismos, y todos estos cambios se han producido por obra de la actividad humana,
siendo, en cambio, incalculablemente pequeños, insignificantes, los que durante
estos siglos se han manifestado en la naturaleza de Alemania sin la
intervención del hombre.” (Engels, 1961: 196).
[3] “El
dominio de la naturaleza se realiza en la industria a una escala más colosal
que en la agricultura, la cual hasta hoy tiene que dejarse mandar por el tiempo
atmosférico, en vez de dominarlo, (Engels, 1968: 169.)
[4] James Anderson, antes que Ernst
Haeckel, habla de la “economía de la naturaleza”: “Donde quiera que aumente la
población el producto del país debe aumentar con ella, salvo que se permita que
cierta influencia moral perturbe la economía de la naturaleza” (Anderson,
en Marx II, 1974:122)
(Marx II, 1974:122)
[5] “Toda
la teoría darvinista de la lucha por la existencia, es pura y simplemente, la
teoría del bellum omnium contra omnes (guerra de todos contra todos)
de Hobbes, la teoría de los economistas burgueses sobre la competencia y la
teoría maltusiana de la población llevadas de la sociedad a la naturaleza viva”
(Engels, 1961: 265).
[6]“Su gran mérito (de los fisiócratas)
consistió en que (las formas de producción burguesa las concibió como formas
fisiológicas de la sociedad: como formas que surgen de la necesidad natural de
la producción misma, con independencia de la voluntad y la política de nadie”
(Marx I, 1974:38).
[7]Destaca el significado que le daba Keynes
(1966) a éstos temas, totalmente supeditados al aumento de la demanda efectiva.
[8] No obstante que la naturaleza aumenta
las ganancias, ello mismo conduce a su depredación y extinción: “La primera exigencia de la máquina de vapor
y la necesidad principal de la máquina de vapor y la necesidad principal de
casi todas las ramas de la gran industria es contar con un agua relativamente
limpia. Pero la ciudad industrial convierte todas las ramas en un hediondo
líquido.” (Engels, 1968: 293).
[9] Engels distingue dominio de explotación
de la naturaleza (Engels, 1968:169).
[10] Para Roberto Follari (1999) y Leff
(2000) la interdisciplina no es superada por la transdisciplina. Por su parte,
la metadisciplina incluye a los saberes tradicionales al aporte de la ciencia
institucional.
[11] “Dêveloppement durable” es como se
traduce el desarrollo sustentable en francés.
[12] “Así
pues, la producción basada en el capital crea de una parte la industria
universal, es decir, el plustrabajo al mismo tiempo que el trabajo creador de
valores; y, de otra parte, un sistema de explotación general de las propiedades
de la naturaleza y del hombre. Este sistema descansa en el principio de
utilidad general: utiliza en su beneficio tanto la ciencia como todas las
cualidades físicas y espirituales” (Marx I, 1970: 306).
[13] Reducir, Reutilizar y Reciclar.
[14] “Strugle
for life [Lucha por la vida). Hasta Darwin, los partidarios modernos de
esta teoría insistían precisamente en la cooperación armónica que reinaba en la
naturaleza orgánica, en como el reino vegetal suministra a los animales
alimento y oxígeno, mientras que éstos aportan a las plantas abono, amoníaco y
acido carbónico. Pero, tan pronto como se reconoció la teoría de Darwin, los
mismos que antes hablaban de armonía no veían en todas partes más que lucha.
Ambas concepciones tienen su razón de ser dentro de estrechos límites, pero
ambas son también igualmente unilaterales y limitadas” (Engels, 1961: 265).
Dos fuerzas opuestas pueden neutralizarse y provocar el silencio; de lo
contrario la polarización lleva a los extremos, con todas sus consecuencias.
[15] “Es
el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad” (Engels,
1968:280).
[16] “Hubo
de pasar tiempo y acumularse experiencia antes de que el obrero supiese
distinguir la maquinaria de su empleo capitalista, acostumbrándose por tanto a
desviar sus ataques de los medios materiales de producción para dirigirlos
contra su forma social de explotación” (Marx I, 1974:355); pero depende de
qué máquinas estamos hablando (para la reproducción o para la destrucción).
[17] Por ejemplo O’Connor (1993).
[18] “El
cerco de las condiciones de existencia que hasta ahora dominó a los hombres cae
ahora bajo el dominio y el control de éstos, los cuales se hacen por primera
vez conscientes y reales dueños de la naturaleza, porque y en la medida en que
se hacen dueños de su propia asociación” (Engels, 1968: 196).
[19] “Así
pues, la producción basada en el capital crea de una parte la industria
universal, es decir, el plustrabajo al mismo tiempo que el trabajo creador de
valores: y, de otra parte, un sistema de explotación general de las propiedades
de la naturaleza y del hombre. Este sistema descansa en el principio de
utilidad general: utiliza en su beneficio tanto la ciencia como todas las
cualidades físicas y espirituales.” (Marx I, 1970: 306).
[20] “De
hecho, el reino de la libertad sólo comienza allí donde cesa el trabajo
determinado por la necesidad y la adecuación a finalidades exteriores (…) la
libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los
productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la
naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él
como por un poder ciego; que lo lleve a cabo con un mínimo empleo de fuerzas y
bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero este
seguirá siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el desarrollo
de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo, el verdadero reino
de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer sobre aquel reino de la
necesidad como su base. La reducción de la jornada laboral es la condición
básica.” (Marx 8, 1985:1044).
[21] “Desde
el punto de vista de una formación económico-social superior, la propiedad
privada del planeta en manos de individuos aislados parecerá tan absurda como
la propiedad privada de un hombre en manos de otro hombre. Ni siquiera toda una
sociedad, una nación, o es más, todas las sociedades contemporáneas reunidas,
son propietarias de la tierra. Sólo son sus poseedoras, sus usufructuarias y
deben legarla mejorada como boni patres familias (buenos padres de
familia) a las generaciones venideras.” (Marx 8, 1975:987).
[22] Lo que significa propiedad privada en
la “opinión pública”.
[23] “El
hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone
en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad los brazos y las
piernas, la cabeza y la mano, apara de este modo asimilarse bajo una forma útil
para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par que
de este modo actúa sobre la naturaleza exterior y la transforma, transforma su
propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo
el juego de sus fuerzas a su propia disciplina” (Marx I, 1974:130).
[24] Hay que recordar la crítica de Ricardo
a Smith, y de Marx a ambos, ésta mediante el tiempo de trabajo socialmente
necesario; además de la que tiene que ver con la falsa identidad entre la suma
del salario, la ganancia y renta del suelo, con el valor que ambos contemplan.
[25] El problema es que los que se repone
es el capital monetario y no el recurso natural.
[26] No se trata de la tierra considerada
como Ricardo la suma de las “Las energías indestructibles y primitivas del
suelo” (Ricardo, 1957:51). Pero para Marx: “Ante todo, el suelo no posee
“fuerzas indestructibles”. Segundo tampoco posee “fuerzas primitivas”, ya que
la tierra es producto de un proceso histórico y natural” (Marx II, 1975:211).
[27] “Yo
soy la vid verdadera y mi padre es el labrador” (Sn Juan, 15).
[28] “Los
animales y las plantas que solemos considerar como productos naturales, no son
solamente productos del año anterior, sino que son, bajo su forma actual, el
fruto de un proceso de transformación desarrollado a lo largo de las
generaciones, controlado por el hombre y encauzado por el trabajo humano.”
(Marx I, 1974:134).
[29] “Si
bien el oro y la plata no son dinero por obra de la naturaleza, el dinero es
por naturaleza oro y Plata.” (Marx I, 1974:52).
[30] “En
el seno de una sociedad colectivista, basada en la propiedad común de los
medios de producción, los productores no cambian sus productos; el trabajo
invertido en los productos ya no se presenta aquí tampoco como valor de estos
productos, como una cualidad material inherente a ellos, pues aquí, a
diferencia de lo que ocurre en la sociedad capitalista, los trabajos
individuales no forman ya parte integrante del trabajo común mediante un rodeo,
“de cada quien según su capacidad, a cada cual según su trabajo” (Marx y
Engels, 1989:335).
[31] De aquí se deriva que: “Puede ocurrir que esta forma imaginaria de
precio encierre una proporción real de valor o una relación derivada de ella,
como sucede, por ejemplo, con el precio de la tierra no cultivada, que no tiene
ningún valor, porque en ella no se materializa trabajo humano alguno”
(Marx, 1974: 64).
[32] “La
gran propiedad del suelo reduce la población agrícola a un mínimo en constante
disminución, oponiéndole una población industrial en constante aumento,
hacinada en las ciudades; de ese modo engendra condiciones que provocan un
desgarramiento insanable en la continuidad del metabolismo social,
prescrito por las naturales de la vida, como consecuencia de lo
cual se dilapida la fuerza del suelo, dilapidación ésta que, en virtud del
comercio, se lleva mucho más allá de las fronteras del propio país.”(Marx
8, 1985:1034).
[33] La cooperación con la naturaleza Esta
última, en el caso de la agricultura, por ejemplo el maíz evoluciono así
genéticamente gracias a las actividades humanas (prácticas culturales).
[34] La clave para entender su diferencia
es que en el caso de la subsunción formal no se ha dado la inversión
sujeto/objeto, que sí está presente en la subsunción real.
[35] “Este
régimen presupone el dominio del hombre sobre la naturaleza” (Marx I,
1974:429”).
[36] “Una
naturaleza demasiado pródiga “lleva al hombre de la mano como un niño en
andaderas” (…) La bondad de las condiciones naturales no hace más que crear la
posibilidad nunca la realidad de trabajo excedente y, por tanto, de la
plusvalía.” (Marx I, 1974:428).
[37] Véase a Paul Burkett (2005).
[38] Esta ley fundamental la entiende
Piketty como el desequilibrio entre una alta productividad y un lento
crecimiento económico (Piketty, 2014: 114).
[39] En el socialismo estas pérdidas se
calculan por anticipado. En el capitalismo a través del sistema de seguros.
[40] “El
tiempo de trabajo es tiempo de producción, pero no todo tiempo de producción es
periodo de trabajo. Pero esta afirmación no podría formularse a la inversa.” (Marx
II, 1971:212).
[41] “Nos
referimos a la reconversión de las deyecciones de la producción, lo que ha dado
en llamarse sus desechos, en nuevos elementos de producción, ora en el mismo
ramo de la industria, ora en el mismo ramo de la industria, ora en otro; los
procesos en virtud de los cuales estas denominadas deyecciones son lanzada
nuevamente al ciclo de la producción, y por ende al consumo productivo o
individual. También este ramo de las economías,, que entraremos a considerar
algo más tarde, es el resultado del trabajo social a gran escala. Es el
carácter masivo de estos desechos, correspondiente a tal escala, lo que vuelve
a convertirlos en objetos de comercio y, con ello, en nuevos elementos de la
producción. Sólo en cuanto desperdicios de la producción colectiva, y por ello
de la producción a gran escala, adquieren esta importancia para el proceso de
producción y prosiguen siendo portadores de valor de cambio. Estos desechos
-abstracción hecha de los servicios que prestan como nuevos elementos de
producción- abaratan, en la medida en que se tornan nuevamente vendibles, los
costos de la materia prima, en la cual se hallan calculados siempre sus
desperdicios normales, más exactamente la cantidad de ellos que debe perderse,
término medio, en su elaboración. La disminución de los costos de esta parte
del capital constante aumenta pro tanto (en proporción la tasa de ganancia
cuando se hallan dadas la magnitud del capital variable y del plusvalor.”
(Marx II, 1971:96-97).
[42] “El
desarrollo de la fuerza productiva social del trabajo del trabajo se revela en
dos aspectos: en primer lugar, en la magnitud de las fuerzas productivas ya
producidas, en el volumen de valor y la masa de condiciones de producción bajo
la cual se tiene lugar la nueva producción y la magnitud absoluta del capital
productivo ya acumulado; en segundo lugar en la relativa exigüidad de la parte
desembolsada en el salario con respecto al capital global, es decir en la
relativa exigüidad e trabajo vivo que se requiere para la reproducción y
valorización de un capital dado, para la reproducción en masa. Esto supone al
mismo tiempo la concentración de capital” (Marx, VI, 317). “Por consiguiente,
aquellos economistas que, como Ricardo consideran como absoluto el modo
capitalista de producción, sienten que aquí que ese modo de producción se crea
una barrera a sí mismo, por lo cual atribuyen esa limitación no a la producción
sino a la naturaleza (en la teoría de la renta del suelo.) (Marx 6,
1985:310).
[43] “(…)
el almacenamiento de energía por medio del trabajo, en realidad sólo ocurre en
la agricultura” (Marx y Engels, 1975b:112); “La industria compra materias
primas de la agricultura, a fin de elaborarlas; su trabajo da a esas materias
primas solo una forma, pero nada les nada les agrega y no las multiplica”.
“Désele al cocinero una cantidad de guisantes, con los cuales debe prepárale a
uno la cena; los pondrá en la mesa bien cocinados y servidos, pero en la misma
cantidad en que le fueron entregados. Pero por otro lado, désele la misma
cantidad al jardinero para que los lleve a la tierra; se los devolverá a uno,
cuando llegue el momento, por lo menos cuadruplicados en comparación con la
cantidad que se le entregó” (Marx I,
1975a:51).
[44] No se toman en cuenta el destino de
los desechos no reciclables, pero sí menciona los problemas de las ciudades en
relación menciona la contaminación del agua, suelo y aire.
[45] Curiosamente Joan Martínez Alier
(1992).
[46] Marx hace críticas radicales al
capitalismo, pero de ahí también se desprenden elementos prácticos para
entender el tránsito de la economía ecológica a la política eco-ambiental.
Empero, su base es la eliminación del trabajo excedente (y reducción de la
jornada de trabajo) en la perspectiva de largo plazo.
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