6/10/15

Pío Tamayo formó en la cárcel los primeros Círculos Marxistas de Venezuela

Pío Tamayo
✆ Yolanda Delgado
Pío Tamayo tuvo una actuación estelar en el acto central de la Semana del Estudiante, cuando, ante el Panteón Nacional, leyó su extenso poema “Homenaje y demanda del Indio”, directo reclamo a las condiciones del país donde se aludía al pasado aborigen americano y del país

Néstor Rivero   |   El 5 de octubre de 1935 falleció en Barquisimeto Pío Tamayo, pionero de la difusión del pensamiento revolucionario en la Venezuela del siglo XX, y quien durante sus años de cautiverio en el Castillo Libertador de Puerto Cabello, formó los primeros círculos para el estudio del marxismo en el país. El “Floricultor” nacido en 1898 en El Tocuyo, entregó su existencia meses después de ser liberado de la prisión debido a un fuerte quebranto pulmonar.

En 1922, Pío fue forzado por las autoridades del estado Lara a exiliarse, bajo la amenaza encerrarlo en prisión si permanecía en el país. En el origen de la exigencia estaba el hecho de que Tamayo quien administraba la hacienda de su familia en los alrededores de El Tocuyo, a diferencia del propietario tradicional, promovía entre los peones cooperativas y usos de mutua prestación, lo que lo hacía sospechoso para el régimen gomecista.

Fuera del país, Tamayo laboró en una central azucarera. En 1923 trabajó para una imprenta en Nueva York. Para septiembre de ese año, en La Habana, se integra al periódico ‘Venezuela Libre’ y a la “Revista Universitaria”, acercándose al Partido Comunista de Cuba, y también al grupo de venezolanos que formulan la lucha contra el gomecismo desde una postura de aproximación socialista.
El buró del Caribe
Ya identificado con la visión de la sociedad de Carlos Marx, Pío se adentra en los núcleos que en la cuenca del Caribe trazan programas socialistas en el marco de la liberación nacional y la estructura agrario-feudal del país. Su análisis le c
onduce a priorizar la organización del proletariado urbano, como sector social que ha de liderar la transformación radical de la sociedad. Así, en 1924 en Barranquilla, crea la Unión Obrera Venezolana, de perfil marxista. De allí va a Panamá donde, en función de su visión internacionalista, contribuye a organizar grupos de inquilinos y al estallido de una huelga de dicho sector. Ello le acarrea la expulsión del itsmo: se fue a Guatemala y luego a Costa Rica. Ya era miembro del llamado Buró del Caribe, grupo de filiación marxista adscrito a la III Internacional fundada por Lenin en 1919.
Vuelta a la Patria
Pío regresa a Venezuela a fines de 1926. En 1927 se integra como redactor a la revista Élite y colabora en el diario ‘Mundial’, en Caracas. A comienzos de 1928 se involucra de modo directo al lado de Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt y Juan Bautista Fuenmayor, en la organización y ejecución de los actos de la Semana del Estudiante, que se celebraba en el Carnaval de ese año.

La jornada servirá a los noveles líderes de la Venezuela que enfrentaba al dictador desde una tribuna urbana y con instrumentos distintos a los del caudillismo decimonónico, para mostrar a propios y extraños la vitalidad de un nuevo actor político, el cual sorprendió a los funcionarios de la dictadura y al propio Gómez.

Inicialmente, los funcionarios gomecistas no supieron cómo actuar ante las circunstancias: una oposición civil que alcanzaba vigor con cada nueva coyuntura y movilización de calle, y que congregaba a estudiantes universitarios, núcleos de artesanos, obreros y profesionales urbanos
El poema
Pío Tamayo tuvo una actuación estelar en el acto central de la Semana del Estudiante, cuando, ante el Panteón Nacional, leyó su extenso poema “Homenaje y demanda del Indio”, directo reclamo a las condiciones del país donde se aludía al pasado aborigen americano y del país [“Sangre en sangres dispersa / almagre oscuro y fuerte estirpe Jirajara (...) de Mara y Yaracuy”]. Allí, denunció el “anacrónico cesarismo”.

No cayeron en gracia, entre las altas esferas del gomecismo, las invocaciones del poema a la “rebeldía” y a la novia cuyo nombre es “Libertad”. Así, el marzo del mismo año 1928 Pío es encarcelado, y no recobrará su libertad sino para ir a agonizar en brazos de los suyos en diciembre de 1934. Al resto de los jóvenes que participaron en la Semana del Estudiante, se les liberó, unos serían expulsados del país, otros fueron sometidos a régimen de confinamiento.
La Carpa Roja
Entre 1928 y 1934, en sus años de presidio, Pío, quien había estudiado concienzudamente la teoría revolucionaria, se dedicó a formar a las nuevas generaciones en el marxismo. Entre sus discípulos se encuentran Miguel Acosta Saignes, Ángel J. Márquez y Rodolfo Quintero entre otros. Esos círculos de estudios eran conocidos como la Carpa Roja.

En recopilación de escritos de y sobre Pío Tamayo, el investigador Jesús Mujica, del colectivo Idealidad Avanzada, comenta un párrafo que sobre sí mismo, escribió del iniciador del marxismo en Venezuela “Supe que mi condena obedece a que el gobierno (de Juan Vicente Gómez) ha tenido noticias de que mantengo escuela de comunismo en el Castillo. No de comunismo pero sí de idealidad avanzada. Cada día de cárcel me preparo mejor”.

Al igual que Antonio Gramsci, en la Italia de Benito Mussolini, Tamayo en la Venezuela del Benemérito, no logró exponer a extramuros el vasto caudal de pensamiento político adquirido, pues para diciembre de 1934, cuando se le deja en libertad, la sinusitis que padecía a su ingreso en el penal, se había transformado en tuberculosis. Fallece el 5 de octubre de 1935.

Nota del Editor: Por considerarla de gran interés a continuación transcribimos fragmentos de la carta que Pío Tamayo dirigió a su hermano José Antonio Tamayo, poco antes de morir:
Querido Toño:
“No tengo acto de qué arrepentirme; seguí los mandatos de mi conciencia y si alguna vez me equivoqué hay que culpar a la imperfección humana, pero nunca la intención. Muero sereno y conforme con mi conciencia. (...)
¿Qué te he de recomendar? Cultiva siempre en el predio rico de tu espíritu las cualidades nobles que te distinguen; húyele a las satisfacciones mezquinas de los egoístas, y vivirás vida colmada de contento interior que es el más puro de los deleites.
Esta carta debe llegar a ti en los minutos inmediatos a mi muerte. No olvides que he sido sencillo y limpio de corazón. Procura enterrarme en El Tocuyo, pueblo al que he amado y cuyas gentes me quieren. No deseo ninguna ceremonia religiosa, ni aquí, ni en el acto del sepelio. Condúceme a una casa amiga en aquel pueblo, donde puedan reunirse los que quieran acompañarme al cementerio. Anuncia muy llanamente: “Ha muerto Pío Tamayo (37 años). 
 No pude revisar, corregir ni compilar nada de mi obra. En esas condiciones no deseo que se publique ninguna cosa. Guárdalas simplemente.
Te dejo a mamá. ¡Qué gran tesoro, hermano! Quiérela ahora por mí y por ti.
Te amo y digo adiós”,
Pío