30/10/15

La comprensión del capitalismo a través de la dinámica demográfica — Marx y el ejército industrial de reserva

El mundo de la economía  Miguel Cabrera & Yul Pérez (*)
Las opiniones de Karl Kautsky & Paul Sweezy
Julio Boltvinik   |   Imagine el lector que toda la producción agrícola se lleva a cabo en empresas capitalistas que contratan trabajadores asalariados estacionalmente. Tenga en mente que el grueso de las jornadas de trabajo se concentra en la siembra y la cosecha (unos 120 días al año), y pregúntese dónde vivirían tales trabajadores y de qué. Seguro responderá que tendrían que ser trabajadores nómadas buscando empleo. Piense en la clase de vida que tendrían estas personas y si podrían formar un hogar y criar una familia. Veamos cómo veía el asunto Kautsky:
“La expansión del mercado, la posesión de capitales, no bastan para establecer una gran explotación capitalista: lo esencial son los trabajadores… La industria urbana no tiene que temer la falta de obreros. En la agricultura no sucede lo mismo: no puede llenar sus vacíos con el proletariado industrial urbano. Tampoco la gran explotación agrícola puede producir los obreros necesarios y conservarlos a su servicio. 
La agricultura campesina no se separa de la administración doméstica, pues no hay explotación agrícola sin ésta, ni hogar campesino regular y estable sin explotación agrícola. Los braceros con hogar propio son agricultores independientes con tierra propia o arrendada y que dedican parte de su tiempo al trabajo asalariado, parte al cultivo de su propia hacienda.Tal situación no favorece la multiplicación de obreros no propietarios en el campo. Los criados se ven la mayor parte de las veces excluidos del matrimonio. Sólo los que unen un hogar autónomo a una explotación agrícola autónoma, son quienes están en mejores condiciones para criar muchos hijos para el trabajo. Esta producción de fuerza de trabajo disminuye donde la gran explotación se expande a expensas de la pequeña”. (La Cuestión Agraria, Ediciones de Cultura Popular, México, 1974, extractos de las pp. 167-172).

¿Por qué no tendría sentido decir que la gran explotación industrial no puede producir los obreros necesarios y conservarlos a su servicio, como dice Kautsky respecto de la gran explotación agrícola? Porque la producción continua en estos sectores supone el empleo continuo de la fuerza de trabajo, con lo cual el obrero o empleado puede formar un hogar y criar una prole. La cita de Kautsky muestra que, en la agricultura, las unidades familiares de producción son indispensables porque son las únicas que ‘producen’ las nuevas generaciones de mano de obra y mantienen viva la fuerza de trabajo actual durante la inactividad agrícola.

Paul Sweezy (Teoría del desarrollo capitalista, FCE, 1945/1974, capítulo V, pp. 109 y ss.) parte del hecho que la acumulación capitalista implica un aumento en la demanda de fuerza de trabajo, en cuyo caso su precio, como el de cualquier mercancía, tiende a subir por encima de su valor. Si se tratara de telas, el alza en su precio elevaría las ganancias en esa rama, lo que atraería a otros capitalistas a invertir en la misma, crecería la oferta de telas y el precio bajaría hasta igualarse nuevamente al valor. Pero, anota Sweezy:
“La fuerza de trabajo no es una mercancía ordinaria. No hay capitalista que pueda dedicarse a producir fuerza de trabajo en caso de que suba el precio de ésta; en realidad no hay ninguna ‘industria de fuerza de trabajo’. Sólo en una sociedad esclavista, como el sur de Estados Unidos antes de la Guerra Civil, donde se practicaba la cría de esclavos para obtener ganancias, se puede hablar propiamente de una industria de fuerza de trabajo. Bajo el capitalismo, en general, el mecanismo equilibrador de la oferta y la demanda está ausente en el caso de la fuerza de trabajo… La acumulación eleva la demanda de fuerza de trabajo y no es ya lícito suponer la igualdad entre los salarios y el valor de la fuerza de trabajo. Además… el mecanismo en que puede confiarse para el restablecimiento de esta identidad en el caso de todas las mercancías que se producen para obtener ganancias, es ineficaz en el caso de la fuerza de trabajo”. (pp.109-110).
Foto: Julio Boltvinik
Sweezy explora la respuesta de David Ricardo (DR) a este problema de la teoría del valor trabajo. Como toda mercancía, el trabajo tenía para DR unprecio natural y un precio de mercado. Y definió, según narra Sweezy, el precio natural como el necesario para que los trabajadores puedan subsistir y perpetuar su raza, sin aumento ni disminución”. Para DR el aumento a los salarios estimula el crecimiento de la población lo que, a su vez, llevará a la baja de los salarios que se igualarán al precio natural del trabajo o incluso caerán por debajo de éste. Lo que DR postula como mecanismo equilibrador de oferta y demanda de trabajo, es pues una teoría de la población, dice Sweezy. Y, en este sentido, la teoría de la población sería parte integrante de la estructura teórica de la economía política clásica, concluye. Marx rechazó este mecanismo de ajuste de oferta y demanda de fuerza de trabajo, en parte porque es muy lento dado que los bebés y los niños hasta cierta edad no pueden trabajar. La oferta y la demanda de trabajo se equilibrarían, si no hubiese acumulación adicional, 10 o 12 años después. La solución de Marx fue la sobrepoblación relativa o ejército industrial de reserva: los obreros desocupados que, mediante su competencia activa ejercen una presión constante, hacia abajo, en el nivel del salario. La existencia del ejército industrial de reserva, a su vez, la explicó Marx por el desplazamiento de trabajadores por la maquinaria, misma que concibió como respuesta de los capitalistas a la tendencia al alza salarial. Marx concluye que la “sobrepoblación relativa es, pues, el trasfondo sobre el que se mueve la ley de la oferta y la demanda de trabajo… Es decir que [mediante el cambio técnico, la mecanización] el mecanismo de la producción capitalista vela para que el incremento absoluto de capital no se vea acompañado de un aumento consecutivo en la demanda general de trabajo” (El Capital, Tomo I, vol.3, p.795, Siglo XXI Editores). Más adelante Sweezy añade que Junto a la eliminación del trabajo por la maquinaria, las crisis y depresiones toman su lugar como mecanismo capitalista específico para reconstruir el ejército de reserva cada vez que éste se ha reducido a proporciones peligrosamente pequeñas (p.116).

Sweezy explica que la economía política clásica predijo el fin del progreso económico como resultado del crecimiento de la población (estimulado por la acumulación capitalista) y los costos crecientes (en términos de horas de trabajo) de los alimentos, como resultado de la necesidad de recurrir a tierras cada vez menos fértiles. El aumento del valor de los alimentos incide en el valor de la fuerza de trabajo y lleva a la baja la tasa de ganancia hasta producir el cese de la acumulación y sitúa la economía en un estado estacionario. Como hemos visto, Marx abandonó la idea de una teoría de la población como mecanismo de ajuste entre oferta y demanda de fuerza de trabajo y la sustituyó por el ejército industrial de reserva. Aunque aceptó y desarrolló la teoría de la renta diferencial de la tierra de DR que supone costos crecientes en la agricultura, al parecer no los vio como una limitante de las ganancias capitalistas y de la acumulación. En gran medida porque hizo del cambio tecnológico una variable endógena de la acumulación capitalista (entre los clásicos era exógena). La población mundial, como puede verse en la gráfica, ha seguido creciendo y el efecto invernadero y el cambio climático derivados han vuelto a poner en el centro del debate los límites del crecimiento de la producción y de la población.

Título original: “Economía Moral — Entender el capitalismo requiere entender la dinámica demográfica — Kautsky y Sweezy, autores que nos ayudan al respecto

(*) La imagen corresponde al detalle de un mural ubicado en la Plaza Central (conocida como la Plaza Roja), de la Facultad de Economía y Ciencias de la Universidad de Carabobo, Valencia (la de Venezuela)
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