Facsímil de ‘Der
Volksstaat’, órgano central del
Partido Obrero Socialdemócrata Alemán
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► En los sindicatos, los obreros se convierten en socialistas porque dentro de ellos ven cada día, con sus propios ojos, la lucha contra el capital
►Entrevista
concedida en 1869 al sindicalista metalúrgico Johann Hamann en Hanover
Los sindicatos no pueden ni deben depender jamás de una organización política; lo cual demuestra la actual decadencia de nuestro sindicato. Esta es también la opinión del mejor economista y escritor de nuestra época, el doctor Karl Marx, maestro de Lasalle, que pasó por Hanover hace poco tiempo. No pude evitar acercarme a conocer personalmente a este sabio, y le pedí que me recibiera para poder escuchar sus consejos de gran investigador social y su juicio sobre los sindicatos. Junto a cuatro amigos, fuimos a su casa, donde la entrevista duro una hora y media. Sólo relataré las cuestiones más importantes.
– Mi primera pregunta al doctor Marx fue esta: “Para que los sindicatos sobrevivan, ¿deben depender de alguna organización política?”
Me respondió:
“Los sindicatos nunca deben asociarse a ninguna agrupación política ni depender de ella; de lo contrario, no cumplirían su tarea y recibirían un golpe mortal. Los sindicatos son escuelas de socialismo. En los sindicatos, los obreros se convierten en socialistas porque dentro de ellos ven cada día, con sus propios ojos, la lucha contra el capital. Los partidos políticos, sean cuales sean, sólo entusiasman a las masas trabajadoras de manera pasajera, por un tiempo solamente, mientras que los sindicatos los retienen de manera prolongada, y son ellos únicamente quienes pueden representar un verdadero partido obrero y poner un muro al poder del capital. La gran masa de los trabajadores, sin distinción de partido, sabe que su situación material tiene que mejorar. Si su situación material mejora, el trabajador podrá dedicar más tiempo a la educación de sus hijos; su mujer y sus hijos ya no necesitarán trabajar en la fábrica; él mismo podrá ejercitar más su inteligencia y ocuparse de su cuerpo; se convierte así, casi sin sospecharlo, en socialista.”– La segunda pregunta que planteé fue esta: “¿Es útil que el sindicato posea su propio órgano?”. Comenté que todos los meses lanzábamos circulares para dar a conocer nuestro balance y discutir todo aquello en lo que el sindicato puede estar particularmente interesado. Sin embargo, nos reprochaban desde distintos sitios que con ello demostrábamos ser unos presuntuosos y tener mucho amor propio, acusándonos casi de pecar contra la organización, etc.
Esto es lo que me respondió Marx:
"No me sorprende escuchar cosas semejantes. Pero no tengáis en cuenta esos comentarios. Es precisamente en el órgano sindical, que constituye el medio de comunicación, donde hay que discutir los pros y contras; es allí donde uno puede ocuparse de los salarios que se pagan en las distintas regiones, de las condiciones de trabajo en las diversas industrias; lo que ocurre es que este órgano no debe ser nunca propiedad de una sola persona; para que pueda cumplir su función, debe ser propiedad de todos. No hace falta demostrar esta afirmación. Las razones son tan claras que todos entenderán que esta es una condición fundamental para que los sindicatos prosperen.”
Esta es la opinión de un hombre reconocido generalmente
como la mayor autoridad en materia de economía política. Si alguien duda
de la autenticidad de estas palabras, no tiene más que dirigirse directamente
al doctor Marx, Modena Villa, Maitland Park, Londres. Marx declaró que estaba
dispuesto a confirmarlas.
En fin, además nos aconseja que nunca nos aferremos a las
personas, sino únicamente a la causa. “¿Qué
más os da Liebknecht, el doctor Schweitzer o yo mismo?”, nos dijo, “¡Lo único que de verdad importa es la
causa!”
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