Karl Marx ✆ Cássio Loredano |
► “Cuando
leí por primera vez el libro de Levinas “Totalidad e infinito” se produjo en mi
espíritu como un subversivo desquiciamiento de todo lo hasta entonces
aprendido” – Enrique Dussel:
“Lo político en Levinas (Hacia una
filosofía política crítica)”
Fernando Azcurra |
Para Dussel , según afirma en su Tesis 9 [9.14], “Marx entenderá
la crítica (Kritik) como la
deconstrucción de las teorías económicas burguesas que definen al trabajo
asalariado como una categoría interna al sistema teórico capitalista, no
pudiendo descubrir en qué momento se oprime al obrero”. Esta afirmación
aunque tenga toda la apariencia de una correcta descripción marxista no lo es.
La obra de Marx es una crítica de las categorías económicas, o sea, del sistema
de la economía burguesa presentado en forma
crítica, es un cuadro del sistema y la crítica de tal sistema por
medio de su propia exposición. Es eso y mucho más que eso. Es una notable
investigación del “…modo de
producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él
correspondientes… cuyo objetivo último es sacar a luz la ley económica
que rige el movimiento de la sociedad moderna” (K. Marx, El Capital, Libro I, vol. 1, Prólogo a
la Primera Edición. Siglo XXI Editores). No es pues “deconstrucción” alguna
sobre “las teorías económicas burguesas
que definen al trabajo asalariado como una categoría interna al sistema teórico
capitalista…” al estilo de Jacques Derrida, porque aquí se trata
de ciencia y no de filosofía.
I – El Capital como una Ética según Dussel
Sigue diciendo Dussel que “Toda la obra del gran economista consistió en partir teóricamente de
la víctima negada del sistema (el trabajo vivo) y desarrollar desde ese
criterio todo un marco categorial en que se descubre por qué dicho trabajo vivo
es víctima de la explotación gracias a la obtención de plusvalor, “trabajo no pagado”
(unbezahlte Arbeit), robo entonces, injusticia, juicio ético acerca del sistema
como totalidad. Por ello podemos enunciar que la obra bajo el título de ‘El
Capital’ de Marx es una ética”.
Pero Marx no parte de “víctima” alguna negada por el
sistema. Su investigación crítica está asentada en la clase proletaria, que es
la fuerza social y económica sobre la que descansa todo el sistema productivo
burgués; tampoco es víctima “el” trabajo vivo de la “explotación gracias a la
obtención del plusvalor”. Lo que explota la burguesía es a los trabajadores de
carne y hueso, es la clase obrera la explotada no “gracias” a la obtención del
plusvalor. Es explotada en una relación de clase entre propietarios que no
trabajan y trabajadores que son no-propietarios, proceso mediante el cual la
burguesía en el intercambio Tw/k, hace producir y se apropia el excedente, por
lo cual no es “el” plusvalor el que “explota” a su víctima.
Y es necesario señalar que el plusvalor es resultado de un
carácter específicamente social, en modo alguno ABSOLUTO, de la producción
burguesa, dentro pues de las instituciones políticas, legales, etc. por ella
creadas, con lo cual el plusvalor como trabajo no pagado carece de “entidad
delictiva” o de “inmoralidad ética” general.
Marx fue enfático, taxativo, en relación con ésta
calificación “moral” de un hecho económico. La explotación es objetiva,
socio-económica, no es un acto “in-moral”, no es una “injusticia”, o que
infrinja una ética que estuviera “por encima” de las relaciones reales de la
sociedad y de las clases, por lo tanto que atentara contra la “justicia
universal” del hombre, la naturaleza y la sociedad. Se podría decir: no es un
robo, pero la clase propietaria se queda para sí con un valor por el que no ha
pagado nada, es una apropiación gratuita. Y esto sí sería justo porque no hay
aquí “condena moral universal” alguna, sino la descripción de una relación
socio-económica fáctica incontrovertible. No caben dudas que, aun desde el
plano específico de la relación burguesa de producción, existe una relación
asimétrica de apropiación y esto plantea la posibilidad de una caracterización
de la explotación en los mismos términos de la legalidad burguesa que infringe
su respeto por la propiedad privada como un todo ¿por qué? pues porque la
propiedad privada que la burguesía defiende en realidad no es “toda” propiedad
privada, sino la propiedad privada capitalista, no hay respeto y defensa de
otros tipos de propiedad privada (trabajadores autónomos, pequeños
propietarios, propiedad comunales o cooperativas, etc.), y menos
definitivamente por la propiedad privada del trabajador: su capacidad de
trabajo, su fuerza de trabajo. Pero no es esto lo que dice y menos piensa
Dussel. Para él hay una “Ética” general superior en Marx y en El Capital.
En síntesis: no hay “deconstrucción”, no hay “víctima”, no
hay “robo”, no hay “plusvalor explotador”, no hay “Ética” superior. Sin embargo
Dussel insiste: “la Crítica de la
Economía Política, por ser una “crítica” económica, era ya enteramente una
ética (no una moral) aunque de un campo, el económico. Pero dicha ética
subsumida en dicho campo se puede encontrar no explícita una ética general” (Énfasis añadido
FHA), es ética como tal, porque “Marx fue
primeramente, en el tiempo, un filósofo, y desde su filosofía desarrolla una
económica crítica de estricta precisión filosófica”. Dicho de otro modo y
según Dussel: Marx siempre fue un filósofo antes que un hombre de ciencia, por
tanto cuando hace “critica” ya es “enteramente una ética” (!)
Y más aún, Dussel aventura en esta tesis (9.52) que “la falta de una ética general fue corrompiendo el sistema (soviético FHA) a medida
que se burocratizaba estalinistamente”. No hay referencia a situaciones
reales que podrían constituir la base de tal corrupción y tal burocratización,
problemas de construcción del socialismo en tales y cuales condiciones
histórico-económicas concretas, estado de la clase obrera rusa y sus relaciones
con “su” Estado, cuestiones de productividad del trabajo, privilegios surgidos
de una planificación general del trabajo en toda la URSS, la autonomización de
sectores con intereses propios, etc. etc. ¡Nó! El origen de todo es la “falta
de una ética general”, universal.
Pero Dussel intenta dar una base argumental menos genérica a
su tesis, y entonces escribe: (9.52)
“defendemos que El Capital es ya una ética; una ética económica, o mejor, una economía que había subsumido claramente el principio material que hemos expuesto en la tesis 5: el principio vida humana como trabajo vivo. La nada (el no-ser) y la exterioridad del “trabajo vivo” como la “Alteridad del Otro”, el Otro que el capital será el punto de partida. En los Grundrisse la “realidad real” del trabajo vivo es “fuente creadora del capital desde la nada” (nada invierte el capital para acumular plusvalor). Debemos entonces inscribir a Marx en la tradición de la meta-física semita”. ¡De manera que Marx es un filósofo judío a lo Lévinas como se verá más adelante! Aquí deberemos internarnos, obligadamente pero resumidamente, por los conceptos de la filosofía fenomenológica de Lévinas para tratar de hacer entendible a Dussel y la filiación que hace de Marx.
La filosofía fenomenológica de Lévinas, sobre todo en su
obra más profunda y más difundida que es “Totalidad
e Infinito. Ensayo sobre la exterioridad” (Editorial Sígueme, Salamanca
1977), se propone como objetivo buscar una salida al predominio del “Ser”
occidental que ha “acorralado”, en su saber (episteme) al hombre en su
conciencia subjetiva, manteniendo maniatado su impulso hacia la trascendencia,
haciendo que el Yo permanezca cautivo de sí mismo. La tarea es, por tanto,
buscar la trascendencia o la “exterioridad” hasta dar con el “Otro” y
responsabilizarse por él. Pero no se trata de salir (del “Ser”) como una
liberación para dejar de ser sino para expandir una relación (con el Otro), es
un ir de la Totalidad a la trascendencia o Infinito, entonces es una relación
entre El Mismo y lo Otro, es pues una situación que permitirá describir el modo
en que lo Otro, la exterioridad, está presente en lo Mismo, sin dañarlo, sin
herirlo. Surge así una relación entre el Mismo y el Otro en la que no se
anulan, sino que el Mismo sale de sí para dirigirse al Otro. Lévinas llama a lo
anterior el discurso en el que se crean los ámbitos de la metafísica, la
religión y la ética. Metafísica es la absorción de lo Otro por la totalidad
ontológica del Ser en lo Mismo; el rechazo al dominio de lo absoluto por la
totalidad es lo que corresponde a la religión; la afirmación de la
responsabilidad de re-conocer lo Otro como exigencia humana es el campo de la
ética. Estos tres aspectos de la obra de Lévinas se pueden encontrar en
diversas obras de Dussel.
La presencia de lo Otro es sinónimo de bondad que es posible
advertir en el rostro, dice Lévinas. El rostro convoca a la responsabilidad y
se patentiza en el discurso como no violencia, no agresión; por el contrario es
el encuentro con la verdad y la justicia, de modo que el discurso es ético: “la idea de la totalidad y la idea de
infinito difieren en esto: la primera es puramente teórica, la otra es moral” (E.
Lévinas, “Totalidad e Infinito”,
Edición cit. P. 106) Este es el marco conceptual de Dussel en “su”
interpretación de la obra de Marx, y la utilización de sus conceptos como
“exterioridad”; “trascendentalidad”; “ontológico”; “trans-ontológico”;
“alteridad”; “lo Otro”; “la ética”, etc.
Adviértase a partir de lo anterior el modo de expresarse de
Dussel apoyado en Lévinas (9.55):
“Pero hay todavía un tercer ámbito (también para la filosofía y la economía de la liberación), más allá de la ontología económica, del ser o esencia del capital, es decir, del “valor que se valoriza” acumulando plusvalor. Este tercer momento es trans-onotológico, es la realidad (más profunda todavía que el ser de Parménides o de Heidegger) propiamente ética o meta-física (en la terminología de estas tesis de ética o de E. Lévinas). Se trata no ya del “fundamento” (Grund en alemán) sino la “fuente (Quelle) creadora del ser desde la nada”. Esa trascendentalidad transontológica queda definida como “trabajo vivo”. El trabajo vivo es el trabajador en acto (Tätigkeit, en los Grundrisse de 1857) como una “realidad real”: 1) anterior al capital como perteneciente a un sistema previo (feudal en Europa, p.e.); 2) como masas empobrecidas (ni en el mundo feudal ni todavía en el capital, descripto en el capítulo de La acumulación originaria de El Capital); 3) en el capital como trabajador asalariado, o 4) después del capital como desocupado. Pero todo comienza por el acto ético y perverso como tal: la subsunción del indicado trabajo vivo como un momento o mediación del capital para alcanzar la ganancia/plusvalor”.
La tesis 5 Que menciona Dussel en (9.52), es una
reafirmación y repetición de lo anterior: 4
“Descubrir, mostrar o describir esa categoría (de plusvalor) transforma todo el sistema categorial, inclusión en la que consiste esencialmente la crítica de la economía política burguesa. Admitir dicha categoría es descubrir la injusticia del sistema económico del capital. De paso, es el momento central de una crítica ética del capitalismo. En este sentido la obra El capital. Crítica de la Economía Política de Marx es una ética, en cuanto analiza exactamente donde se encuentra la injusticia, el mal, la perversión del sistema capitalista. Todas las éticas filosóficas de la economía, de no analizar esa categoría caen en un fetichismo que lo obnubila todo, cómplice, falso. Ni J. Locke, ni D. Hume, ni I. Kant, ni Hegel, ni Nietzsche, ni P. Ricoeur… ni el último J. Habermas, por citar algunos filósofos (ya que la lista sería interminable), tratan la cuestión”. (Énfasis E. Dussel)
En tanto que Dussel, como se puede ver en 9.52, concibe al
trabajador y su actividad como “La nada (el no-ser) y la exterioridad del
“trabajo vivo” como la “Alteridad del Otro”, el Otro que el capital será el
punto de partida”, Marx habla en los Grundrisse
(II, p. 110) refiriéndose al trabajador como trabajador libre, como “pauper”
(pobre, indigente) y señala que “En el
concepto de trabajador libre está ya implícito que el mismo es pauper”, lo
hace especificando que es así ya que como trabajador es libre en relación con
las condiciones materiales de la producción: 1º) carece de Mp, 2º) por tanto
carece de propiedad sobre ellos, por lo que frente a ellos, apropiados por la
clase burguesa, queda como alguien sólo con su “capacidad viva de trabajo”,
dueño o propietario de su Ft para poner en movimiento productivo y reproductivo
la propiedad “ajena” en favor “ajeno” y no para sí; fuera de ésta, su capacidad
de trabajo, no tiene existencia objetiva, no interesa a la burguesía y al
capital ya que éstos fundan en aquella capacidad como no-propiedad, su riqueza,
su acumulación y su propiedad.
De manera que si no puede obtener sus medios de vida y
subsistencia por medio de la venta de aquella capacidad, no podrá hacerlo sino
mediante la mendicidad y/o el robo del mezquino mendrugo perpetrado contra los
propietarios y/o a otros mendicantes tan pobres como cualquier otro trabajador
libre. De aquí que “En cuanto obrero sólo
puede vivir en la medida en que intercambie su capacidad de trabajo por la
parte del capital que constituye el fondo de trabajo”. Por esta razón es
virtualmente un pauper. O sea que en esta relación general entre propietarios
que no trabajan y trabajadores que no son propietarios, el propietario como
capital concentra la riqueza y el disfrute, en tanto que en el otro polo el
trabajador concentra la pobreza y el esfuerzo. Pero de aquí no surge que el trabajador,
el trabajo vivo, sea “la nada” y que el capital surge de “la nada”, que el
capital “nada” invierte y que todo lo obtiene a la manera de un vampirismo
insaciable. Por el contrario, ya que el trabajador (trabajo vivo) careciente de
Mp, pero dueño de la fuente misma de la riqueza que en su acumulación se le
aleja, es la fuerza económica originaria, entonces es potencia en acto del proceso mismo de producción, es acción,
mientras que el capital es derivado, es dependiente, es impotencia como productor efectivo (lo es el trabajo vivo del
obrero), pero es fuerza productiva como
propiedad sin la cual no habría producción.
Advertencia al lector: Las
observaciones que aquí se exponen, son sólo sobre un fragmento de la obra de
Dussel, aquella que se refiere a su interpretación de que El Capital de Marx es una ética y no a la totalidad de sus
escritos, en particular a sus tesis 2, 5 y 9 que se reproducen al final de este
escrito