Karl Marx ✆ A.d. |
Ariel Mayo |
Las ciencias sociales y el marxismo constituyen
proyectos teóricos y políticos antagónicos e irreconciliables. Para justificar
esta afirmación puede recurrirse al procedimiento de comparar la sociología de
Comte o de Durkheim con El capital de Marx; así, mientras que los
primeros asumen que la sociedad burguesa es el mejor de los mundos posibles y
que, en todo caso, la ciencia debe corregir las imperfecciones de esta sociedad,
Marx plantea que el capitalismo es una forma de organización social
basada en la explotación del trabajo asalariado y que debe ser reemplazada,
revolución mediante, por el socialismo. Es posible que el lector piense que las afirmaciones del
párrafo anterior son demasiado esquemáticas o que remiten a cuestiones que ya
han sido superadas. Respecto al carácter esquemático, cabe decir que se trata
de plantear la cuestión del modo más claro posible y esta es la función de los
esquemas. Respecto a la supuesta superación de la cuestión planteada (la
crítica se reduce aquí a afirmar que el marxismo ha sido superado), una
respuesta posible consiste en remarcar un hecho que suele pasar desapercibido a
los críticos: el capitalismo goza de “buena salud”, así como también las
contradicciones que engendra éste. El eje del marxismo es la crítica del
capitalismo, ya sea a través de la teoría (El capital es el ejemplo más
acabado), ya sea a través de las armas (la organización política autónoma de la
clase trabajadora). Es la misma vigencia del capitalismo la que revitaliza
permanentemente al marxismo, más allá de las derrotas del movimiento obrero.
Esto se vuelve notorio en las épocas de crisis.