Karl Marx ✆ Mak |
Marta Rojano
Simón | Desde los albores de la Humanidad, el ser
humano se ha caracterizado por su continua necesidad de expandirse
geográficamente, al mismo tiempo que por un anhelo de expandir sus
conocimientos y transmitir sus costumbres y tradiciones a sus descendientes. El
ser humano nunca se hubiera separado del resto de las especies sin la cualidad
de poder pensar y expresar el fruto de sus ideas mediante el lenguaje de la
misma manera que se hubiera extinguido de no haber tenido la capacidad de
desplazarse por todo el mundo. Así, cada vez que llegaba a un nuevo territorio,
cargado de bienes con los que llevar a cabo el trueque o deseoso de unirse en
matrimonio a una mujer local para entroncarse con una tribu lejana, se
encontraba con el mismo problema: la barrera lingüística, quizá más difícil de
superar y lesiva para sus intereses que las distancias geográficas, la
violencia de la naturaleza o la de otros seres humanos.
Así pues, podemos decir que la necesidad de hacerse entender
con otras personas y grupos humanos que se entendían en una lengua diferente a
la propia no es más reciente que la necesidad de conocer nuevos territorios. De
este modo, no nos