12/4/14

El salario ciudadano indirecto a través de la teoría marxista de la plusvalía

Maite Larrauri  | En una ocasión, Deleuze dijo que lo que era imprescindible no era encontrar una idea justa sino tan sólo una idea. En francés queda mucho mejor: “Pas d’idée juste, juste une idée”. Me acordaba de esta frase mientras leía Revolución urbana y derechos ciudadanos de Jordi Borja, un libro que contiene más de una idea. Y eso, hoy en día, es digno de celebrarse compartirse. Algunas ideas sirven para pensar y comprender. Otras para proponer y para actuar. En este libro hay de las dos. Una idea para pensar: el concepto de “salario ciudadano indirecto”. Con esta expresión hay que entender todos aquellos complementos indispensables que todo ciudadano tiene derecho a disfrutar aparte de sus ingresos económicos: la vivienda, los transportes, los equipamientos, el espacio público, las ofertas culturales, deportivas, etc. Es decir, todo aquello a lo que un ciudadano debería poder acceder por el hecho de formar parte de una ciudad y por el hecho de contribuir a su diversidad, a su riqueza.

La religión marxista

Gustavo E. Etkin  |  Andrés quería, necesitaba, creer en dios. Alguien, para él, tendría que haber querido -y hecho- que todo sea. El espacio, las estrellas, los planetas, la Tierra, él. A dios le rezaba todas las noches antes de dormir. Le pedía que su padre y su madre no mueran nunca. Pero una vez murieron.

Y después dictaduras, torturas, matanzas.

Y las guerras a través de los siglos.

Hasta que empezó a preguntarse: ¿por qué dios hace o permite que pase todo eso? Así que, poco a poco dios lo fue decepcionando. Aunque finalmente se reconoció como ateo, también continuaba necesitando creer en algo. Si no era en dios, ¿en qué?

Proposición de un marxismo hegeliano

  • “Sólo será forma viva, si su forma vive en nuestro sentimiento y su vida toma forma en nuestro entendimiento, y ese será siempre el caso en que lo consideremos bello” | Friedrich Schiller, Carta Decimoquinta
1. La dicotomía Ilustración – Romanticismo                                                                        Carlos Pérez Soto

La reflexión sobre lo político en la modernidad, tanto en la Filosofía Política como en el imaginario de los actores políticos mismos, está ampliamente dominada por la dicotomía entre Ilustración y Romanticismo. Ir más allá de esta dicotomía al analizar las nuevas formas de dominación nos lleva a conceptos que aparecen como fuertemente paradójicos ante los hábitos del pensamiento común. La dualidad entre Ilustración y Romanticismo, una de las dicotomías modernas por excelencia, se expresa en otros pares como determinismo o contingencia, teleología o inmediatismo, énfasis en la legalidad de lo social o en la fuerza de la voluntad, confianza en la razón científica o apelación a la lógica de los sentimientos, diseñar la acción política como técnica o énfasis en el impulso creador, privilegio de la relación táctica-estrategia o de la acción directa, énfasis en la acción organizada y con unidad de propósito o de la acción múltiple o, en fin, en las múltiples disquisiciones sobre universal o particular, determinación o contingencia, economicismo o sobredeterminación ideológica,