J.C. Mariátegui ✆ Carlín |
Karl Marx ✆ Carlín |
► “El “ayllu”, célula del estado incaico,
sobreviviente hasta ahora, a pesar de los ataques de la feudalidad y el
gamonalismo, acusa aún vitalidad bastante para convertirse, gradualmente, en la
célula de un Estado Socialista moderno” | J.C.
Mariátegui, “Aspectos del problema indígena”, en “Peruanicemos el Perú”
“La comunidad campesina se basaba en actividades, cuyo fin social no era en primera línea la acumulación de propiedad privada. Al contrario, lo característico de estas comunidades era la inmanente vinculación de moral social y ética comunal colectiva así como la indivisión entre ámbito privado y público”.
Al respecto, puntualiza, que:
“La categoría de Morgan “sociedad gentilicia” la entendía Marx como interpretación de una institución concreta, a la vez que, desde un punto de vista abstracto, como estadio de progreso evolutivo. De esta categoría, puesta en relación con las comunidades campesinas, tomó Marx el modelo de una sociedad que, en vez de concentrarse en el esfuerzo por adquirir riqueza personal y privada, desarrollara instituciones colectivas de propiedad”.
Concluyendo inequívocamente que :
“Marx se identifica con la concepción de Morgan de que EN LAS COMUNIDADES PRIMITIVAS EXISTIÓ EL MODELO DE SOCIEDAD QUE EL HOMBRE RECONSTRUIRÁ una vez haya superado la deformación que impreso a su carácter el estado de civilización”. (Nota: las mayúsculas son mías)
Marx y los populistas
rusos: la vía revolucionaria en los países capitalistas atrasados
El pretexto fue la desesperada correspondencia de los
revolucionarios “populistas” rusos de “Narodnaia Volia” (Voluntad del Pueblo),
los cuales venían combatiendo al zarismo en el momento de los inicios del capitalismo
en ese país, y habiendo leído el Primer Tomo del Capital y el Manifiesto
Comunista (los cuales parecían indicar la inevitabilidad de que todas las
sociedades pasasen por el mismo desarrollo capitalista que Inglaterra),
preguntaban a Marx si no existía una vía, una posibilidad, para que Rusia
pasase a la deseada sociedad socialista sin tener que transcurrir por las
penurias y horrores que el capitalismo imponía, y si tal vía podría basarse en
la vitalidad de la Obschina o Mir, la comuna rural rusa, que abarcaba más de la
mitad del territorio ruso.
Fue entonces que un Marx, distinto del de los inicios, que
otorgaba un total “progresismo” a la expansión “civilizatoria” del capitalismo
entre los “bárbaros” (por los cuales debíamos entender países que no eran
Inglaterra, Alemania y Francia), respondió, a través de una carta al director
del “Otiechsviennie zapiski”, a fines
de 1877:
“… si Rusia sigue por el camino que ha seguido desde 1861, perderá la mejor oportunidad que le haya ofrecido jamás la historia a una nación, y sufrirá todas las fatales vicisitudes del régimen capitalista”.
Marx aprovecharía dicha Carta, además para hacer una nueva
precisión y defender su obra, precisando que el capítulo de “El Capital” sobre la acumulación
primitiva, no pretendía más que trazar el camino por el cual surgió el orden
económico capitalista, en Europa Occidental, del seno del régimen económico
feudal, y que sus críticos, habían convertido esbozo histórico de la génesis
del capitalismo en el Occidente europeo en una:
“… teoría histórico-filosófica de la marcha general que el destino le impone a todo pueblo, cualesquiera sean las circunstancias históricas en que se encuentre”, “a fin de que pudiese terminar por llegar a la forma de la economía que le asegure, junto con la mayor expansión de las potencias productivas del trabajo social, el desarrollo más completo del hombre”, una suerte de “teoría histórico-filosófica general cuya suprema virtud consistiría en ser suprahistórica”.
En igual sentido, e imbuido de la lectura de los Cuadernos de Maksim Maksimovich
Kolavevski sobre la “comuna rural rusa” y el texto de L.H. Morgan
“Ancient society”, respondería una Carta
a Vera Zasulich (cuando ésta aún era “populista”) en que ella, en su
nombre y en el de sus compañeros, le solicitaba que expusiera su opinión sobre
los destinos posibles de la comunidad rural rusa, y sobre la teoría, que
algunos le atribuían a Marx, según la cual todos los países del mundo deben,
por una ley histórica inevitable, atravesar todas las fases de la producción
capitalista; precisando, que la fatalidad histórica señalada en “El Capital”, estaba “expresamente restringida a los países de
Europa Occidental”, donde el movimiento era la transformación de la
propiedad privada personal a la propiedad privada capitalista, siendo que el
caso de Rusia sería el de la transformación de la propiedad común en propiedad
privada, caso al cual él no se había referido, y añadiendo que el estudio
especial que había hecho sobre la comuna rural rusa lo había convencido que:
“… esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia; pero a fin de que ella pueda funcionar como tal habrá que eliminar primeramente las influencias deletéreas que la sacuden de todos lados y luego asegurarle las condiciones normales de un desarrollo espontáneo” (Carta de Marx a Vera Zasulich, del 08 de Marzo de 1881).
No obstante, un más rico indicador de la preocupación
especial de Marx, sobre el tema es la existencia de los esbozos o borradores
previos a esta Carta (la Carta y los borradores de ésta fueron recuperados y
divulgados por primera vez en 1926, por David B. Riazanaov), que éste hiciese,
y en los cuales hace una valoración de las posibilidades de evolución de la
comuna rural rusa, señalando que ésta disponía de una posición única, sin
precedentes en la historia, porque en toda Europa era la única que tenía
todavía una estructura orgánica, que predominaba en la vida rural del inmenso imperio
ruso; y que además, la propiedad comunal de la tierra le ofrecía una base
natural para la apropiación colectiva, y la existencia contemporánea de la
producción capitalista, le proporcionaría ya elaboradas las condiciones
materiales del trabajo cooperativo, organizado en gran escala, y que, en
consecuencia:
“La comuna puede, entonces, adoptar los resultados positivos del sistema capitalista sin tener que sufrir sus penurias” y que, …”, puede convertirse en el punto de origen directo del sistema económico hacia el que evoluciona la sociedad moderna y cambiar de piel sin tener que suicidarse”, añadiendo: “Si la revolución llega a tiempo, si la “intelligentzia” concentra todas las fuerzas “vivas del país” para asegurar el libre desarrollo de la comuna rural ésta será pronto el elemento regenerador de la sociedad rusa y el factor de su superioridad sobre los países esclavizados por el capitalismo” (publicados en “Marx-Engels Archiv”, Frankfurt, 1926.).
Más tarde incorporaría en el mismo sentido ciertas correcciones
en la edición francesa de “El Capital”, como lo acredita el Manuscrito VII, del
Libro II, de “El Capital”, de Julio de 1878.
Por último, en el Prefacio a la Edición rusa de 1882, del “Manifiesto
Comunista”, Marx volvería a responder nuevamente a la inquietud de los rusos
sobre la vía no occidental del desarrollo socialista, señalando:
“...¿podría la comunidad rural rusa –forma por cierto ya muy desnaturalizada de la primitiva propiedad común de la tierra- pasar directamente a la forma superior de la propiedad colectiva, a la forma comunista, o, por el contrario, deberá pasar primero por el mismo proceso de disolución que constituye el desarrollo histórico de Occidente? La única respuesta que se puede dar hoy a esta cuestión es la siguiente: si la revolución rusa da la señal para una revolución proletaria en Occidente, de modo que ambas se completen, la actual propiedad común de la tierra en Rusia podrá servir de punto de partida a una evolución comunista”.
Como bien anota al respecto Lawrence Krader, sobre los
apuntes de Marx acerca de la obra de Morgan, en la Introducción a “Los apuntes
etnológicos de Karl Marx”:
“… guarda relación con la posición de Marx acerca del mir y el zadrugo en la Introducción de los Grundisse y en “El Capital”. También representa un progreso desde la posición del Manifiesto Comunista, que madura en los Grundisse y constituye el trasfondo de la Carta a Vera Zasulich”.
Pues bien, retomando el hilo de esta exposición, tenemos que
el problema clave del conflicto entre el socialismo utópico y socialismo
científico, consistente en la posibilidad o imposibilidad para servirse de la
obshchina o comunidad rural rusa para pasar al ordenamiento socialista, y las
condiciones necesarias para ello, fue considerada positivamente por Carlos Marx,
por el escaso desarrollo del capitalismo, existente en Rusia y la posibilidad
de una revolución socialista en Occidente, y que fue precisamente el impacto
del populismo ruso, el que llevó a Marx (tras haber descubierto las leyes
fundamentales del desarrollo social hacia el socialismo), a meditar sobre la
posibilidad de una vía particular hacia éste, que permitiera al pueblo evitar
las horcas caudinas del capitalismo, y le permitiese gozar de los frutos de la
civilización.
Muerto Marx, V.I. Lenin, desarrollaría una dura lucha contra
estas concepciones del “populismo” ruso, posiblemente convencido, de una
interpretación sesgada de Marx, acerca del “papel
histórico progresivo del capitalismo en la agricultura” y postulando como “imprescindible”
para Rusia la vía capitalista al socialismo, señalando sobre el campo ruso que:
“… no puede ya negar que la economía mercantil haya pasado a ser el fundamento del desarrollo económico,”…, que“… la economía mercantil se ha desarrollado hasta transformarse en capitalismo”, y que“… ahora ya no es posible hacerse ninguna ilusión al respecto”. (¿Quiénes son los “amigos del pueblo” y como luchan contra los socialdemócratas?”).
El triunfo de la Revolución de Octubre y el difícil proceso
de constitución de un proyecto socialista en una Rusia capitalista atrasada
acaparó la atención de los socialistas del mundo y sepultó prácticamente la
posibilidad de otra forma no occidental de transformación socialista, defendida
por Marx y los “populistas” rusos en los años 1880, convirtiendo al camino “bolchevique”
de la vía capitalista al socialismo en el campo, en el único deseable y
“permisible”, situación que no se conmovió ni con la aparición tardía, en 1926,
de los escritos de Marx sobre la Obshcina
rusa y sus posibilidades.
Mariátegui y la
comunidad campesina en el desarrollo socialista peruano
Mediando muchos años de distancia, en el Perú, J. C.
Mariátegui, posiblemente influenciado por la lectura de la obra de Eugene
Schaff sobre la cuestión agraria en Rusia (o por las investigaciones de
Marx y Engels sobre los trabajos de Morgan, y sobre las comunidades primitivas,
si es que las conoció), y basándose en el estudio de la historia y la realidad
andina del Perú y América Latina, y la experiencia anarquista de “Los ayllus del sol”, en el Perú,
recogerá esta tesis sobre la Revolución en los países capitalistas atrasados,
del propio Marx, y no la de Lenin y de la Internacional Comunista, y avanzando
mas en ésta, inscribe en el Programa del Partido, redactado en Octubre de 1928:
“El socialismo encuentra, lo mismo en la subsistencia de la comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria,”…”Pero esto,”…” no significa en lo absoluto una romántica y antihistórica tendencia de reconstrucción o resurrección del socialismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y del cual solo quedan como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas” (Acta de Constitución del Partido Socialista, Octubre de 1928),
Añadiendo más adelante que:
“Las “comunidades”, que han demostrado bajo la opresión mas dura condiciones de resistencia y persistencia realmente asombrosas, representan un factor natural de socialización de la tierra. El indio tiene arraigados los hábitos de cooperación” (“El Problema de las razas en América Latina”, Junio de 1929).
Oponiéndose a la parcelación individual de la tierra como
solución al problema agrario peruano señalará que:
“Hay que contar con un factor concreto que le da al problema agrario peruano un carácter peculiar: la supervivencia de la comunidad y de elementos de socialismo práctico en la agricultura y la vida indígenas. Para el socialismo peruano este factor tiene que ser fundamental” (“Ideología y Política”).
En defensa de las comunidades contra soluciones agrarias
liberales que apuntaban a la parcelación de la tierra de las comunidades
indígenas (tal y como “modernamente” lo plantea hoy Hernando de Soto para el
caso de las comunidades nativas en la Selva peruana), señalará que :
“… las comunidades indígenas reúnen la mayor cantidad posible de aptitudes morales y materiales para transformarse en cooperativas de producción y consumo. Castro Pozo, ha estudiado con acierto, esta capacidad de las “comunidades”, en las cuales reside indudablemente,”…”un elemento activo y vital de realizaciones socialistas” (“Ideología y Política”).
Concluyendo que:
“El “ayllu”, célula del estado incaico, sobreviviente hasta ahora, a pesar de los ataques de la feudalidad y el gamonalismo, acusa aún vitalidad bastante para convertirse, gradualmente, en la célula de un Estado Socialista moderno” (“Aspectos del problema indígena”, en “Peruanicemos el Perú”, pag.151).
Como hemos comentado en otro artículo nuestro (ver “La defensa del socialismo indo-americano en
el VI Congreso de la Internacional Comunista”, en “Rebelión”, 01/12/11) ya
Ricardo Paredes Romero (fundador del Partido Socialista y del Partido
Comunista, ecuatorianos, había planteado una tesis semejante a la de
Mariátegui, en su intervención en el VI Congreso de la Internacional Comunista
cuestionando la tesis planteada por ésta para la Revolución en los países de
América Latina.
Al respecto Miguel Mazzeo acota con razón que:
“Tal vez, todo Mariátegui se puede resumir en la noción de elementos de socialismo práctico. Laten en ella el socialismo como camino, razón y fe, un camino dinámico, intelectual, sentimental, místico y práctico; el optimismo de la acción, la fuerza creadora, en fin, el trabajo preparatorio de la herejía” (Miguel Mazzeo “Invitación al descubrimiento. José Carlos Mariátegui y el socialismo de Nuestra América”, Pag.97).
Y añade que:
“La apelación al ayllu no es a-histórica, porque remite a los elementos que, aunque transformados, subsistieron y conservaron rasgos “socialistas” o “comunistas” que permiten el arraigo presente y futuro del socialismo. El énfasis está puesto en la “subsistencia”, ya que por sí misma habilita la adaptación, el avance y la modernización de la comunidad, es decir, permite identificar sus facultades para desempeñarse como soporte del socialismo. Mariátegui erige a la comunidad en un horizonte de identificación que se articula con lo nacional-popular. Entre el comunismo incaico y el proyecto socialista que defiende no solo se pueden encontrar naturalezas afines, consanguinidad, o semejanzas sustanciales, sino también elementos de mediación concretos: los rasgos económicos, sociales, políticos y culturales, los hábitos de cooperación y solidaridad, los factores naturales socializantes que subsisten en las comunidades”. (Miguel Mazzeo “Invitación al descubrimiento. José Carlos Mariátegui y el socialismo de Nuestra América”, Pags.117 y 118).
Mariátegui tomó la vía
de Marx para Rusia como base para el planteamiento de la revolución socialista
en el Perú
Ahora bien, cabe preguntarse, ¿resulta casual que Mariátegui,
a diferencia de lo planteado por la Internacional Comunista para América
Latina, plantee tesis similares a las de Marx para la comuna rural rusa?
Consideramos que no y prueba de ello sería que, posiblemente basándose en el
texto de Eugene Schaff (“La Question
Agrarie en Russie”), Mariátegui expresamente señale:
“La feudalidad dejó análogamente subsistentes las comunas rurales en Rusia, país con el cual es siempre interesante el paralelo porque a su proceso histórico se aproxima el de estos países agrícolas y semifeudales mucho mas que al de los países capitalistas de Occidente” (“El problema de la tierra”, en “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”, pag.64)).
Debe precisarse además que Marx conocía los trabajos de
Bandelier sobre los regímenes prehispánicos de tenencia de la tierra que
postulaban el “calpulli” mexicano y el “ayllu” incaico, como las células
básicas de altas civilizaciones donde predominaba la propiedad comunal, y al
respecto de la existencia de producción comunal y propiedad común en el Perú,
en sus “Grundrise der Kritk der
politischen ö konomie, Dietz Verlag”, señalaba que:
“La producción comunal y la propiedad común tal como se presentan por ejemplo en Perú, son evidentemente una forma secundaria, introducida y trasplantada por tribus conquistadoras que conocían en su propio interior la propiedad común y la producción comunal en la forma antigua más simple”.
Incluso Lawrence Krader señala en su “Evolución, revolución
y Estado: Marx y el pensamiento etnológico” que la denominación del “modo de
producción asiático” es “en cierto sentido errónea”, ya que el estadio de la
primera formación de la sociedad civilizada y del Estado, “también habría
podido llamarse afroasiática, o inca, o mexicana antigua”, pues “las condiciones
de su formación se repiten en distintas partes de las Américas, de Eurasia y de
África”.
El debate de la
Internacional Comunista con Mariátegui sobre la vía revolucionaria peruana
Este rescate mariateguista de la vía socialista señalada por
Marx para países capitalistas atrasados con existencia de comunidades rurales,
como era el caso de Rusia, frente a la propuesta del VI Congreso de la
Internacional Comunista sobre la Revolución en América Latina, de una
revolución anti-imperialista y de liberación nacional, que por su contenido
objetivo, era una revolución democrática burguesa (la misma que se encontraba
en la fase inicial de su desarrollo, en la que sus fuerzas motrices eran el
proletariado, los campesinos, la burguesía pequeña y media, y una parte de la
gran burguesía, unidos en un bloque antiimperialista), llamada a liberar al
pueblo del yugo extranjero, unir el país, establecer la dictadura
democrático-revolucionaria de la clase obrera y el campesinado y solucionar los
problemas relacionados con la nacionalización de la tierra y la confiscación de
la propiedad del capital extranjero; fue este el motivo de que, aún después de
fallecido Mariátegui, continuando con las injustificadas críticas del Buró
Sudamericano de la Internacional Comunista, V.M. Miroshevski, importante
cuadro teórico de la Internacional, calificara de “populismo” el pensamiento de
Mariátegui (“El “populismo” de Mariátegui en el Perú, papel de Mariátegui en la
historia del pensamiento social latinoamericano”, publicado en la revista cubana
“Dialéctica”, en Mayo-Junio de 1942), y lo hiciese retomando mecánicamente los
ataques de Lenin contra los populistas rusos, acusando a Mariátegui de tener la
convicción de que el Perú marcharía hacia la revolución por su propio camino,
un camino “especial”, considerar “a los campesinos indígenas peruanos como
“colectivistas naturales”, creer “que éstos realizarían la revolución
socialista independientemente, sin la dirección del proletariado revolucionario”,
concluyendo que en su aspecto primario sus ideas …”fueron las ideas del
“socialismo” pequeñoburgués, una versión especial de populismo adaptada al Perú”,
y que “fueron los sueños utópicos de un intelectual pequeñoburgués en un país
campesino, atrasado”.
Conviene recordar que, en Diciembre de 1933 o Enero de 1934,
como correlato de las divergencias ocurridas con la Internacional Comunista y
los cambios operados en el Partido Socialista del Perú, fundado por Mariátegui,
el Comité Central, del ahora Partido Comunista del Perú, Sección Peruana de la Internacional
Comunista, publicó un documento mimeografiado titulado “¡Bajo la Bandera de Lenin!. Instructivas
sobre la jornada de las tres LLL”, en el cual se lee:
“El mariateguismo es una confusión de ideas procedentes de las más diversas fuentes. No hay casi tendencia que no esté representada en él. Antes de haber bebido de la fuente del marxismo y particularmente del leninismo, Mariátegui había conocido del movimiento revolucionario a través de las más diversas tendencias no proletarias. Tuvo grandes errores no sólo teóricos sino también prácticos. Son en realidad muy pocos los puntos de contacto entre el leninismo y el mariateguismo y estos contactos son más bien incidentales. El mariateguismo confunde el problema nacional con el problema agrario; atribuye al imperialismo y al capitalismo en el Perú una función progresista; sustituye la táctica y la estrategia revolucionarias por el debate y la discusión, etc. Nuestra posición frente al mariateguismo es y tiene que ser de combate implacable e irreconciliable…” (Revista Socialismo y Participación Nº 11)
El abandono de las tesis originales de José Carlos
Mariátegui, producto del análisis concreto de la realidad concreta de la
sociedad peruanas, y el “seguidismo” al “Partido Padre” (en 1929, el PCUS y más
adelante el PCCH) determinaron el abandono del camino de Mariátegui para la
Revolución Socialista en el Perú (tanto Jorge Del Prado, como Paredes, Moreno y
Guzmán, compartieron la tesis del supuesto carácter democrático
antiimperialista antifeudal de la Revolución Peruana).
Hoy en día, estamos en mejores condiciones para entender más
claramente que José Carlos Mariátegui no solo defendió la tesis de nuestra vía
nacional al socialismo (la del Perú) frente a la Internacional Comunista,
acorde con el análisis concreto de la realidad concreta, sino que al hacerlo
además rescató del intencional “olvido” y el oscurantismo del “marxismo”
determinista y mecánico, una vía no occidental del desarrollo socialista para
los países capitalistas atrasados, originalmente intuida por Marx.
Gustavo Pérez Hinojosa es integrante
de la Cátedra “Marx, ese desconocido” e investigador
social. Ha centrado sus reflexiones en el legado de José Carlos Mariátegui, su
relación con la Internacional Comunista y el pensamiento del comandante Ernesto ‘Che’ Guevara. El anterior trabajo fue publicado en el libro “Mariátegui y la Revolución en América Latina”.
Es también articulista sobre temas políticos,
sociales e históricos en el diario peruano 'La República'