G.W.F. Hegel ✆ A.d. |
Guillermo Pessoa | Intentamos
con esta nota, divulgar (confiemos que no vulgarizar) algunos conceptos de la
dialéctica hegeliana/marxista, “la dialéctica de lo concreto”, siempre tan útil
para ayudar a comprender la sociedad y el mundo, como así también actividades
más “micro” como la militancia sindical o política en una región determinada. Hegel
escribe la primera versión integral de la Ciencia
de la Lógica entre 1812 y 1816. La importancia de esta obra ya fue
entrevista por el propio Marx al trabajar en los borradores de su crítica a la
Economía Política. Lukács en su brillante trabajo de 1922, señaló que
conociendo la estructura del primer capítulo de la Lógica (ser/nada/devenir) se estaría en condiciones de comprender
toda la dialéctica que Marx hará suya para redactar El Capital.
Nosotros nos detendremos en el libro Segundo correspondiente
a la Doctrina de la Esencia, y más
específicamente en aquel capítulo que trata de las esencialidades o
determinaciones de la reflexión. Apartado al cual Lenin le asignaba singular
valor ya que le adjudicaba elementos de “idealismo inteligente” de mucha más
hondura que el “mal materialismo o materialismo tosco” tal cual lo definía en
sus Cuadernos Filosóficos. Allí
hallaremos conceptos tales como:
Identidad
Lo que va a hacer el pensador alemán es trabajar sobre las
categorías de la lógica formal aristotélica para demostrar sus limitaciones y
hallar su superación filosófica. El sujeto para poder afirmarse tiene que negar, limitarse.
Recordemos que el sujeto es siempre intersubjetivo y además conforma una
totalidad sujeto/objeto. Hegel lo expresa así:1
… una determinación del ser es esencialmente un traspasar a su opuesto; la negativa de toda determinación es tan necesaria como la determinación misma; como determinaciones inmediatas frente a cada una de ellas, se halla inmediatamente la otra.
La negación ya se encuentra en el principio de identidad.
Por eso dirá también que el conjunto tesis/antítesis/síntesis es más de
naturaleza fitcheana que dialéctica. En esa filosofía, el primer momento es
mera identidad abstracta. Para arribar al segundo momento, la negación aparece
como extrínseca, le es insertada desde afuera. Por el contrario en la Ciencia
de la Lógica, se lee:
… la identidad esencial. Por lo tanto no es identidad abstracta o sea no ha surgido por medio de un negar relativo, que se haya realizado fuera de ella misma, y sólo haya separado de ella lo diferente, dejando, empero, fuera de ella, lo restante como existente tanto antes como después. Antes bien, el ser y toda determinación del ser, se han eliminado, no de modo relativo, sino en sí mismas, y esta simple negatividad del ser en sí es la identidad misma.
Por eso, redondea la idea cuando señala:
Se concede que el principio de identidad expresa sólo una determinación unilateral, y contiene sólo la verdad formal, es decir, una verdad abstracta, incompleta. Pero en este juicio correcto, está sobreentendido inmediatamente que la verdad está completa sólo en la unidad de la identidad con la diferencia, y por consiguiente consiste sólo en esta unidad.
La importancia política de este aserto filosófico es enorme.
En la identidad ya se halla, aunque no desplegada totalmente, la contradicción.
A ella se va a arribar en primera instancia mediante la diferencia. Un todo
social, una estructura, es genética precisamente porque conlleva su
automovimiento a través de las distintas negaciones que provocan “su devenir
otra”. Hegel continúa:
La diferencia es el todo y su propio momento, así como la identidad es igualmente su todo y su momento. Esto tiene que ser considerado como la esencial naturaleza de la reflexión y como primer fundamente determinado de toda actividad y automovimiento.
No existe agente externo que impulse el movimiento en la
estructura. Ésta es inmanente: está “preñada” por la diferencia provocando de
esa manera su automovimiento. La audacia y originalidad de Hegel consiste
simplemente en esto, en que explicó y demostró en detalle cómo es lógicamente
posible que dos opuestos sean idénticos, al mismo tiempo que retienen su
diferencia (Stace).2
En el plano netamente político, o de las relaciones de
fuerza como decía Gramsci, cuando cualquier poder existente –sea de naturaleza
capitalista o también en aquellos países de “socialismo real”– acusa a los
“agitadores” por las tensiones que se manifiestan en dicha totalidad social, no
hacen más que desconocer un principio de la lógica que expresa todo lo vivo: la
transitoriedad e inestabilidad como partes constitutivas de su ser.
Diferencia y
diversidad
El segundo momento de la diferencia es la diversidad. Hegel
lo señala de la siguiente manera:
La identidad se quebranta ella misma en diversidad, porque, como absoluta diferencia en sí misma, se pone como lo negativo de sí misma, y estos momentos suyos, que son ella misma y su negativo, son reflexiones en sí, idénticas consigo mismas; o también (son tales) precisamente porque ella misma elimina de inmediato su negar, y está reflejada en sí en su determinación… A, como idéntico consigo mismo, es lo indeterminado; pero como determinado es el contrario de esto. No tiene ya en sí sólo la identidad consigo, sino también una negación, y con eso una diversidad de sí mismo respecto a sí.
Me reconozco como docente en la medida que rechacé ser
ingeniero. Me negué como tal y arribé así a lo diverso. Aquí también están
presentes las categorías aristotélicas de género próximo y diferencia
específica: la pera y la manzana como diversas (y ajenas) entre sí pero bajo la
identidad de ser frutas… y no minerales, por ejemplo.
Ese “delirio báquico” como lo llamará Hegel, esa incesante
inquietud de los elementos de una estructura, provoca el paso al último
estadio de la diferencia: la oposición.
Diferencia y
oposición
Hegel ejemplifica el arribo a la oposición haciendo mención
a los polos positivo y negativo. Se contraponen, se repelen pero en una
situación de ajenidad e independencia entre ambos. La existencia de uno no es
pre requisito del acaecer del otro. Los invade una mutua indiferencia.
Oigámoslo:
En la oposición la reflexión determinada, es decir, la diferencia, está acabada. La oposición es la unidad de la identidad y de la diversidad; sus momentos son diferentes en una única identidad; ellos están así contrapuestos… La diferencia en general contiene sus dos lados como momentos; en la diversidad esos lados se separan entre sí de modo indiferente; en la oposición como tal, ellos son lados de la diferencia, determinados sólo uno por medio del otro, y por consiguiente sólo como momentos; pero están determinados del mismo modo en sí mismos, indiferentes uno frente al otro y excluyéndose recíprocamente: son las determinaciones reflexivas independientes.
Marx supo ver bien esto en uno de sus trabajos tempranos
cuando afirmó:
La oposición entre carencia de propiedad y propiedad es una oposición todavía indiferente, no captada aún en su relación activa, en su conexión interna, no captada aún como contradicción, mientras no se la comprenda como la oposición de trabajo y capital. 3
La carencia de propiedad y la propiedad, el pobre y el rico,
constituyen simplemente una diversidad que ha pasado a la oposición, pero no
una contradicción. La relación entre ellos de hecho es indiferente, es normal,
es “natural”. Así como hay pobres, hay ricos. El entendimiento tiende a
estancarse en este estadio del pensamiento. Se requiere el paso a la razón.
Sólo ésta comprende que en la sociedad capitalista la “carencia de propiedad”
se transforma en “trabajo” bajo la dependencia del “capital”.
Captar el paso de la oposición a la contradicción es tarea
imposible en los marcos del entendimiento kantiano (y neo kantiano, por no
hablar de todo pos modernismo y otros “ismos” del siglo pasado), sólo puede
comprenderse ésta mediante la razón. No la razón abstracta (verstand) propia
del entendimiento como ya sabemos, sino aquélla que devino tal luego de pasar
por las figuras del citado entendimiento y la autoconciencia (capítulos 1 a 4
de la FE).
La oposición deviene
contradicción
Sin embargo la contradicción no contiene puramente lo negativo,
sino también lo positivo; o sea la reflexión que se excluye a sí misma es al
mismo tiempo reflexión que pone; el resultado de la contradicción no es
solamente el cero. Lo positivo y lo negativo constituyen el ser puesto de la
independencia; la negación de ellos por medio de ellos mismos elimina el ser
puesto de la independencia. Esto es lo que de verdad perece en la
contradicción.
En la contradicción los dos polos que la componen perdieron
aquella indiferencia y ajenidad que eran propias de los opuestos. Ambos
conforman una unidad contradictoria y por el antagonismo que la misma conlleva,
contiene en sí los gérmenes de su destrucción y el paso a otro tipo de relación.
Por eso es siempre inestable y transitoria. Es la forma más alta de todo lo que
vive y por ello le va a permitir decir a Hegel que es el fundamento de todo lo
existente.4
El fundamento
La contradicción solucionada es así el fundamento, la esencia
como unidad de lo positivo y lo negativo. En la oposición la determinación se
ha desarrollado con independencia; pero el fundamento es esta independencia
acabada; lo negativo constituye en él una esencia independiente, pero como
negativo. Así el fundamento es lo positivo, tanto como lo idéntico consigo en
esta negatividad. La oposición y su contradicción, por consiguiente, están,
tanto eliminadas como conservadas en el fundamento.
Y para que esto se comprenda con precisión, no duda, líneas
más abajo, en afirmar:
…habría que comprender en una proposición aquella determinación reflexiva, a la que las otras traspasan como a su verdad, es decir, la contradicción; y habría que decir: Todas las cosas están en contradicción en sí mismas, y esto justamente en el sentido de que esta proposición expresaría, frente a las otras, mucho más la verdad y la esencia de las cosas.
Hermoso y categórico fragmento. Si en el Prólogo a la Crítica
de la Razón Pura, Kant -que no sin parte de verdad se veía a sí mismo como el
hacedor de una “revolución copernicana”, al poner en el centro de su filosofía
al sujeto- retrocedía atemorizado cuando comprobaba que la razón caía en
antinomias al pretender ir más allá de la experiencia y lo fenoménico como
posibilidad del conocimiento; Hegel, por el contrario, coloca a la
contradicción como la verdad y la esencia de las cosas.
A modo de conclusión
Habitualmente ante todo se intenta alejar la contradicción,
apartándola de las cosas, de lo existente, y de lo verdadero en general; se
afirma, que no hay nada que sea contradictorio. Al contrario, luego, se imputa
la contradicción a la reflexión subjetiva, que, por medio de sus referencias y
comparaciones, la había establecido en primer lugar. Pero tampoco en esta
reflexión se presentaría verdaderamente, pues lo contradictorio no podría ser representado
ni pensado. En general la contradicción, sea en lo real o en la reflexión
conceptual, vale como una accidentalidad, y al mismo tiempo como una
anormalidad y un paroxismo morboso transitorio.
La contradicción entonces, ya sea en lo concreto real como
en lo concreto pensado, constituye el fundamento y es parte necesaria de su
constitución. No es algo azaroso o accidental (sin negar que el azar cumple un
rol en el devenir histórico), ni tampoco es el producto del paroxismo morboso
de una mente afiebrada, deseosa de aventuras y heroicidad (sin negar tampoco
que el aventurerismo y el voluntarismo existen como prácticas equivocadas de la
actividad política). Hegel muestra destellos formidables para su comprensión
cuando analiza las esencialidades o determinaciones de la reflexión.
Más que pertinentes serán entonces estas reflexiones de un
hermeneuta hegeliano como digno cierre a este breve artículo. Ellas son:
Nos encontramos en uno de los momentos clave de la
dialéctica del sujeto-objeto. El incesante desaparecer de los opuestos en ellos
mismos (zugrun-de geht), cuya traducción es tanto “va al fundamento” como “se
va a pique”. La “superación” (aufhebung) puede ser tanto el fundamento como el cero,
la realización superior como la destrucción.5
En términos políticos agregamos nosotros: el socialismo o la
barbarie.
Notas
1: Todas las citas pertenecen a Hegel, GWF: Ciencia de la lógica. Editorial Solar.
Buenos Aires, 1956.
2: Un estudioso marxista de la economía política ilustra
bien lo aquí señalado cuando dice: La plusvalía y el valor de la fuerza de
trabajo son opuestos (si uno aumenta el otro disminuye; una remunera al
explotador, el otro al explotado), pero sin embargo son idénticos, en la medida
en que ambos son el resultado del trabajo humano. Y es precisamente esta
identidad (la misma fuente de valor en el trabajo) la que hace a la oposición
más aguda. Pero esto es contradictorio, porque estamos diciendo que plusvalía y
valor de la fuerza de trabajo son distintos, y luego afirmamos que son
idénticos. Y ambos, unidad y diferencia, están contenidos en el valor. Rolando
Astarita: Método dialéctico y Hegel.
3: Marx, K: “Manuscritos
económico filosóficos” en Escritos de
juventud. Editorial Antídoto, Buenos Aires, 2005.
4: Breve acotación: la de Hegel es una “lógica del
contenido”, por eso la contradicción real o dialéctica da cuenta de todo lo
“vivo” que está compuesto por múltiples aspectos que tienden de esa manera a un
desequilibrio constante; la contradicción lógica lleva a la incoherencia
discursiva y al delirio (“te espero el martes, que es viernes y a la vez es
sábado”). Como sabemos, la lógica dialéctica supera a la lógica formal, no es
que la descarta sin más.
5: Dri, R.: Hegel y la lógica de la liberación. Ed. Biblos,
Buenos Aires, 2007.