Karl Marx & Friedrich Engels ✆ Retrato en un afiche |
Michael Löwy |
El tema sobre el cual me gustaría discutir con ustedes es el tema de la
relación del pensamiento de Marx y Engels y del marxismo, de manera más amplia,
con el romanticismo. Tengo que empezar explicando qué entiendo yo por
romanticismo, porque si no, no queda claro por qué veo una relación muy
importante, significativa, del pensamiento de Marx con el romanticismo. Si uno abre un manual de historia de la
literatura o del arte, se define como romanticismo a una escuela literaria de
principios del siglo XIX en Francia, Alemania e Inglaterra. Esa me parece una
visión muy estrecha. En realidad, el romanticismo es algo mucho más amplio,
mucho más profundo, es una de las principales formas de la cultura moderna
desde fines del siglo XVIII hasta hoy.
Para dar un ejemplo, si ustedes conocen las Obras completas
de Lenin, saben que Lenin escribió un folleto que se llamó En contra del
romanticismo económico. Entonces, aparentemente, existe no solamente un
romanticismo literario, artístico, poético, sino también un romanticismo
económico. El romanticismo es, en realidad, un movimiento cultural que atraviesa todos los
campos de la cultura humana –el arte, la literatura, la filosofía, la teología,
la política, las ciencias sociales, la antropología, la economía–; está
presente en todos esos terrenos.
Y ese movimiento cultural empieza más o menos
en la segunda mitad del siglo XVIII, y tiene su primer portavoz importante en
el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau. Pero se va a desarrollar en el curso
del siglo XIX. Y mi opinión, la tesis que yo tengo es que continúa
desarrollándose también en el siglo XX, hasta hoy. Hasta hoy hay
manifestaciones del romanticismo, aunque no se autodenominen necesariamente
románticas.
Para esta afirmación yo me atengo a esa frase de Marx no muy
conocida, aunque me parece muy significativa, en los Fundamentos de la crítica
de economía política [Grundrisse], en donde dice: “La crítica romántica del capitalismo va a seguir acompañando al
capitalismo como su sombra, hasta que llegue el día bendito en que se acabe con
el capitalismo”. Así que hasta que no se acabe con el capitalismo, seguirá
existiendo la crítica romántica al capitalismo; eso dice Marx.
¿En qué consiste entonces esa crítica? Esa es una manera de
definir al romanticismo que tiene Marx. Para Marx el romanticismo no es
solamente una escuela literaria, sino que es una protesta cultural en contra
del capitalismo; o de una manera más amplia, en contra de la civilización
industrial capitalista moderna. Ese es el corazón, digamos, el centro, la
esencia del concepto, en el sentido hegeliano y marxista, del romanticismo: es una
protesta cultural contra la civilización capitalista moderna, refiriéndose a
valores sociales, culturales, políticos, religiosos, precapitalistas, o
premodernos, o preindustriales. Entonces, en el romanticismo hay esos dos
elementos: una crítica, una protesta, un rechazo muchas veces profundo,
rotundo, radical, visceral, de la civilización capitalista moderna.
Pero en
nombre de valores de un pasado real o imaginario, un pasado precapitalista. Eso
es la quintaesencia o el concepto de romanticismo. Para esa definición me apoyo
sobre lo que dice Marx. Y también en otros trabajos de sociología marxista, como los de György Lukács,
y toda una serie de trabajos que toman esa definición, pero trato de resumir lo
que me parece la esencia del romanticismo.
¿Cuál es la relación que tienen Marx y Engels con el
romanticismo? La tendencia general del estudio sobre Marx y Engels es verlos a
ambos como herederos de la filosofía de las Luces, del racionalismo, de la
ideología del progreso. Eso es, un poco, lo contrario del romanticismo.
Entonces, entre el romanticismo y la filosofía de las Luces hay una diferencia
bastante nítida. Así se ve tradicionalmente al marxismo. Y muchas veces hasta
el mismo Marx se refirió de manera muy positiva a la filosofía de las Luces, al
materialismo, a la teoría científica y materialista de la filosofía de las
Luces y al racionalismo moderno. Esa sería la vertiente esencial del marxismo.
Y, sin dudas, lo es. Pero creo que esa manera de percibir las raíces
filosóficas y teóricas del marxismo deja a un lado otro componente, otra
dimensión, otro aspecto del pensamiento de Marx y de Engels, y después del
marxismo, que me parece fundamental, que es el aspecto o la dimensión
romántica. Que sí existe.
Y también muchas veces se dejan de lado las fuentes
románticas del pensamiento de Marx y de Engels. Es decir, Marx y Engels se han
inspirado no sólo en la filosofía del progreso, la filosofía de las Luces, el
materialismo, la dialéctica hegeliana, etc., sino también en varios pensadores
y escritores románticos. Ese es un primer aspecto que me gustaría subrayar: las
fuentes románticas del pensamiento de Marx y de Engels. Luego voy a dar algunos
ejemplos.
En el campo de la crítica de la economía política,
tradicionalmente se ve la relación de Marx con los economistas clásicos: Adam
Smith, David Ricardo, etc. Efectivamente, Marx se refiere a ellos en sus
escritos, los critica, los discute, los utiliza, en parte adhiere a esa teoría
clásica, y en parte es su principal crítico. Pero uno no percibe, inicialmente,
que había otro tipo de economía política. Precisamente, la economía política
romántica, que tenía su principal representante en un economista suizo que se
llamaba Sismondi.
Marx empieza diciendo que Sismondi, que es el representante de ese socialismo pequeño burgués, fue el primer economista que hizo una verdadera crítica del capitalismo. Y Marx empieza a hacer una lista de las críticas que se hicieron del capitalismo, y vemos que son en buena parte las mismas que le hace Marx. Es decir, el capitalismo como pauperización de las clases populares, la enajenación del trabajador, el desempleo, las crisis económicas. Toda una serie de cosas que los economistas clásicos burgueses no hablan. No hablan de la crisis económica, de la enajenación del trabajador. Entonces, en esa sección del El Manifiesto Comunista hay un homenaje de Marx a Sismondi, un reconocimiento de una gran deuda intelectual y política a este economista. Toma la crítica pero no acepta las soluciones que propone. Sismondi propone volver atrás. Pero Marx no quiere volver atrás, quiere ir hacia el futuro. Pero sí utiliza la crítica que hace del capitalismo.
Y aquí vemos otro aspecto importante del romanticismo. Los
románticos sólo son parte del rechazo del capitalismo por la nostalgia de un
pasado real o imaginario. A partir de ahí se van a marcar dos corrientes dentro
del romanticismo. Una que quiere volver al pasado, que es regresiva, pasadista,
y en algunos casos reaccionaria. Y hay otra corriente del romanticismo, que
considera que la vuelta al pasado es imposible, es una ilusión. No se trata,
por lo tanto, de volver al pasado, sino de dar una vuelta por el pasado en
dirección al futuro. Es decir, utilizar elementos que han quedado en el pasado
pero para construir un futuro nuevo, utópico, revolucionario.
Entonces hay dos vertientes bastante distintas dentro del
romanticismo. Una conservadora o tradicionalista. Otra utópica y
revolucionaria. El aspecto romántico en Marx es parte de esa corriente del
romanticismo utópico revolucionario. Pero en su reflexión Marx va a tomar
aspectos y elementos de varios críticos románticos del capitalismo.
Tomaré sólo dos ejemplos que parecen dar interés a Marx y
Engels. Uno es el escritor francés Honoré de Balzac, autor de La comedia
humana. La comedia humana es un análisis de la civilización burguesa, un
análisis crítico, y una crítica que es romántica –porque Balzac era un hombre
que se identificaba con el pasado precapitalista–. Desde el punto de vista
político era un conservador, quería volver a la monarquía. Pero eso le daba una
distancia crítica hacia la civilización burguesa, y la veía por lo tanto en
toda su desnudez.
Entonces, hay una frase de Engels sobre Balzac, que es muy
interesante. Dice “yo aprendí más sobre lo que es la sociedad burguesa, el
capitalismo, etc., leyendo las novelas de Balzac que con el conjunto de los
historiadores, economistas e investigadores de estadísticas profesionales de su
época”. Engels, el gran científico social, el gran crítico de la economía
política, dice eso. Es muy interesante y bastante sorprendente esa afirmación.
Generalmente la gente no se fija en eso, pero creo que es interesante. Es la
obra de un escritor, un crítico romántico. Aunque fuera conservador y
reaccionario, Balzac le dio instrumentos a Engels para entender, para criticar,
para analizar la sociedad capitalista.
Y el otro ejemplo es una cita de Marx, que es muy semejante
a la de Engels, cuando dice lo siguiente. Se refiere a un grupo de escritores
ingleses del siglo XIX, sus contemporáneos, que son Charles Dickens y dos
mujeres: Charlotte Brontë y Mrs. Gaskell. Marx se refiere a los tres, los
define como “una espléndida cofradía de escritores de ficción ingleses, cuyas
páginas elocuentes y vivas trajeron al mundo más alegatos sociales y políticos
que todos los políticos, publicistas y moralistas profesionales juntos”. Es
casi la misma cita. Es decir, Marx encontró en las novelas de esos autores un
análisis y una crítica que son románticos, porque esos escritores son
románticos, que han nutrido su conocimiento de cuáles son las contradicciones,
las alienaciones y la parte deshumana de la civilización burguesa. De eso se
trata en último análisis.
¿Cuáles son esos aspectos del romanticismo que encontramos
en la teoría y el pensamiento histórico y social de Marx y de Engels? Yo voy a
apuntar apenas algunos de los aspectos.
El primero es el interés muy grande de Marx y de Engels por
ciertas formas de sociedad precapitalistas. No tanto la sociedad feudal sino
las sociedades o comunidades primitivas. O como dicen ellos, el comunismo
primitivo. Entonces, Marx y Engels van a utilizar los trabajos de una serie de
antropólogos, muchos de ellos de inspiración romántica, que han estudiado las
comunidades primitivas, o las formas comunitarias primitivas, y Marx y Engels se
van a referir de manera muy frecuente a esos trabajos.
Para dar un ejemplo, una carta de Marx a Engels, de 1868, a propósito de un antropólogo e historiador alemán que se llama Georg L. von Maurer. Entonces, Marx dice que la primera crítica que se hizo de la sociedad moderna tenía una perspectiva romántica medieval. Pero ahora aparece un nuevo tipo de crítica de la sociedad burguesa, que corresponde a una orientación socialista. Y consiste en ir mucho más allá de la Edad Media, hacia la época primitiva de cada pueblo. Y uno queda muy sorprendido de encontrar que lo que es el más antiguo elemento. Sin embargo, es el más moderno, que es el principio de la igualdad social. Es decir, lo queencontramos en esas comunidades primitivas, rurales, precapitalistas, arcaicas son las ideas de la igualdad social, que para nosotros son muy modernas, porque precisamente son lo que queremos para la sociedad futura. Entonces, aquí vemos esa dialéctica entre el pasado y el futuro. La igualdad social que existía en el comunismo primitivo fue destruida por el aumento de la propiedad privada, del Estado, de la familia patriarcal, etc. Entonces, lo que fue por un lado el progreso, el desarrollo de los modos productivos, de la civilización y de la propiedad privada fue, también, desde el punto de vista social, una regresión. Se destruyó la igualdad, el espíritu comunitario, que existía en esas sociedades primitivas. Ese es el contenido de esta carta de Marx a Engels, de 1868.
Y más tarde Engels, en una carta a Marx, vuelve a esta problemática,
también discutiendo los trabajos de Maurer. Y ahí dice lo siguiente: “Tenemos que superar el preconcepto de la
filosofía de las Luces, del siglo XVIII, según el cual a partir de la
Antigüedad, de la Edad Media, hubo un constante progreso para lo mejor. Esta
visión nos impide ver el carácter contradictorio y antagonista del progreso
real, y también los elementos de regresión social”. Yo creo que este pasaje
de Engels es también muy interesante, porque tiene que ver con esta cuestión.
Karl Marx & Friedrich Engels ✆ Parque de los robles, Bishkek, Kirguistán |
Primero, Engels rechaza la idea ingenua de un progreso
lineal, que viene del comunismo primitivo, la esclavitud, el sistema feudal, el
capitalismo, la sociedad industrial, el socialismo, todo como si fuera una
línea de progreso constante. Entonces la rechaza como si fuera ingenua. Y en
cambio habla del carácter contradictorio del progreso. El progreso en la
historia siempre fue contradictorio. Es decir, del comunismo primitivo a la
esclavitud hubo progreso, las fuerzas productivas se desarrollaron, la
civilización griega y romana eran más avanzadas que el comunismo primitivo,
pero es un progreso contradictorio, porque produjo una forma social inhumana,
como era la esclavitud. Entonces, tenemos que ver el carácter contradictorio
del progreso, y los elementos de regresión que están en el seno del llamado
“progreso”. Es decir, necesitamos una visión dialéctica del progreso. El
proceso histórico, los avances, por un lado son o pueden ser, al mismo tiempo,
dialécticamente, regresiones.
Un libro en el que se desarrolla esa problemática romántica,
filosofía romántica revolucionaria de la historia, es quizás el libro de Engels
que se llama El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado. En
ese libro, Engels se va a apoyar en el trabajo de dos grupos de antropólogos,
de historiadores, como el mismo Maurer, pero también en otros como Lewis Henry
Morgan –norteamericano– que ha estudiado las comunidades indígenas, las tribus
indígenas norteamericanas, los cherokees en particular, en el curso del siglo
XIX, antes de que fueran exterminadas por la civilización blanca
norteamericana.
Entonces Engels se refiere mucho a esos trabajos, los
utiliza, los interpreta a su manera. Y subraya las cualidades humanas,
sociales, culturales que venían de esas comunidades indígenas, “atrasadas”,
arcaicas, etc. Dice lo siguiente: “Qué constitución admirable tenía esa
organización tribal. Sin soldados, sin guardias, sin policía, sin nobleza, sin
reyes ni gobernantes, sin alcaldes, sin prisiones, sin procesos. Todo funciona
de manera natural. Todos, en esa comunidad, son iguales y libres, incluyendo a
las mujeres. Si comparamos la situación de esa comunidad, de ese comunismo
primitivo, con la inmensa mayoría de lo civilizado de nuestros días –década de
1880, cuando escribe esto–, es enorme la distancia entre el proletario y el
campesino de hoy y el antiguo miembro libre de esa comunidad”.
Todos los criterios que permiten a Engels hablar de una regresión social son entonces, la libertad, la igualdad, pero también una cierta degradación moral. Había una cierta ética comunitaria en esas comunidades que hacen a Engels hablar de una caída, una quiebra de las alturas de lainocencia y de la moralidad de esa vieja comunidad para la sociedad moderna, y una verdadera degradación ética.
Uno puede imaginar que ese planteamiento de Marx y de Engels
es solamente histórico. Que cuando se refiere al comunismo primitivo constata
que tenía una serie de cualidades humanas que se perdieron con el llamado
progreso y la llamada civilización, simplemente por una cuestión histórica.
Pero no es así. Para Marx y Engels es también una cuestión política, en la
medida en que para ellos el comunismo moderno, la utopía socialista de una
sociedad sin clases, debería reformular, retomar, vivir como una cierta forma
de renacimiento –obviamente, bajo una forma nueva, moderna– de estas cualidades
sociales, humanas, éticas, que existían en la sociedad primitiva. Entonces,
para Marx y Engels aquí hay una relación entre el proyecto futuro,
revolucionario, de la utopía comunista, y lo que se ha perdido en el desarrollo
de la civilización y destruido en la comunidad.
Ahora lo más interesante de esa significación política
concreta de la comunidad primitiva, y de esa concepción romántica de la
historia en Marx y Engels, son los manuscritos de ellos sobre Rusia de fines
del siglo XIX. En esa época, en Rusia se había desarrollado un movimiento muy
importante, apoyado en los campesinos, el movimiento populista revolucionario,
que planteaba la posibilidad o la esperanza de construir el socialismo en Rusia
a partir de las tradiciones comunitarias, rurales, de los campesinos rusos. Era
una revolución contra el zarismo que permitía la transición de Rusia al
socialismo, sin pasar por todas las etapas del capitalismo que conoció Europa
occidental.
Ese movimiento interesó mucho a Marx y a Engels. Los dos
consideraron este punto de vista de los primeros revolucionarios rusos con
bastante simpatía. Y una primera manifestación de eso es cuando Marx escribe
una carta, en 1877, a un periódico revolucionario ruso donde dice lo siguiente:
“El desarrollo futuro de Rusia no tiene necesariamente que pasar por todas las
etapas que conoció Europa occidental. No hay un camino único en el proceso
histórico. No hay ninguna razón para que Rusia tenga que pasar por todos los
horrores de la revolución industrial, del desarrollo del capitalismo, de la
explotación, de la destrucción del campesinado libre. El análisis que yo hice
en El Capital del desarrollo del capitalismo, se refiere a Europa occidental, a
Inglaterra, Francia, Alemania, no necesariamente se refiere a Rusia. Rusia
puede, eventualmente, conocer otro camino y otro tipo de salida”. Esa es la
primera afirmación de Marx, que es desde el punto de vista metodológico muy
importante.
Pero más tarde escribe otros dos textos sobre Rusia que son
muy interesantes. Uno es una respuesta a una simpatizante de Marx que vive en
Rusia, llamada Vera Zasulich, después dirigente del partido socialdemócrata
ruso, quien le preguntaba qué opinión tenía respecto de esa cuestión del
desarrollo que puede tener Rusia, y el papel de la comunidad rural en ese
contexto. Entonces Marx le contesta, y tenemos la carta, y los textos
preparatorios, porque esa carta le dio mucho trabajo, hizo varios textos
preparatorios, y tenemos todo ese material. Y la idea fundamental de Marx es la
siguiente. Existe la posibilidad, tal vez, no es una seguridad, de que Rusia no
deba atravesar todos los horrores del capitalismo que conocieron todos los
pueblos de Europa occidental. Existe también la posibilidad de que Rusia pase
casi directamente del sistema autoritario feudal, bárbaro, del zarismo, a una
sociedad de tipo socialista; en la medida en que este proceso de transición al
socialismo se pueda apoyar en las tradiciones comunitarias, rurales, que persisten
a pesar de todo, del feudalismo, del capitalismo, entre los campesinos rusos.
Tradiciones comunitarias antiguas, primitivas, atávicas, que vienen del pasado
y que no han desaparecido. Y que pueden servir de punto departida para un
desarrollo en dirección al socialismo. Esa es un poco la idea, bastante
heterodoxa, que desarrolla Marx en esas cartas.
Y poco después Marx vuelve a eso, que es en uno de sus escritos del año 1881, en un prefacio a la edición rusa de El Manifiesto Comunista. Y Marx y Engels, en ese prefacio dicen que existe la posibilidad de que la revolución en Europa no empiece en Alemania o Francia o Inglaterra como habían dicho muchas veces, sino en Rusia, porque es ahí donde la situación estaba más explosiva. Y en ese caso, la revolución de ellos se va a apoyar en esa tradición comunitaria, colectivista, de los campesinos rusos, para iniciar el proceso de transición al socialismo. Siempre y cuando esa revolución rusa sea acompañada por una revolución en el resto de Europa. Es decir, esa revolución sólo podría realmente triunfar si tuviera el apoyo de una revolución europea, de los otros países. Pero puede empezar en Rusia.
Esta discusión tiene consecuencias políticas para el marxismo. Y voy a dar un ejemplo que tiene que ver con la agresión del colonialismo. El siglo XIX es el siglo de la gran expansión comercial, y en particular es la época en que Inglaterra va a conquistar la India. Y al conquistar la India, va a implantar en India formas modernas de distribución capitalista, y de producción, va a desarrollar los ferrocarriles. Es decir, va a haber progreso capitalista para India. Pero a hierro y fuego. La guerra imperialista.
Entonces Marx, en los primeros tiempos, en los primeros
textos sobre el colonialismo inglés en India, de 1853, tiene una visión del
colonialismo que nos parece muy rara. Dice que “el colonialismo es mortal, es
monstruoso, es infame, es asesino; pero trae progreso económico, trae formas
modernas de producción, trae los ferrocarriles y eso es positivo”. Entonces en
el último análisis el colonialismo juega un papel objetivamente progresista, y
que conviene, porque trae la producción moderna para la India. Ese es el primer
enfoque.
El segundo enfoque, años más tarde, corresponde a los ‘80.
Marx va a tener un enfoque muy distinto, en el cual él ve las consecuencias del
colonialismo fundamentalmente por su lado negativo. Entonces escribe lo
siguiente en una carta del año 1881 [los borradores –inéditos– de la carta a
Vera Zasulich. N.K.]: “Hablando de la India oriental, nadie puede ignorar,
excepto siendo Henry Maine” –que era un aristócrata inglés reaccionario
colonialista–, “y otras personas de la misma clase, que en la India la
supresión por el colonialismo inglés de la unidad colectiva común de las
tierras” –que era el sistema de producción tradicional de la India–, “no sólo
fue un acto de vandalismo inglés, sino que empujó al pueblo de India no para
adelante sino hacia atrás”.
Entonces ahí no hay progreso objetivo de las fuerzas
productivas. En lo esencial, lo que resultó del colonialismo fue una regresión
social de la gente, del pueblo campesino, que vivía en sus comunidades, y que
aun siendo pobres tenían una mínima garantía de subsistencia en sus
comunidades. Son expulsados de sus comunidades, sus comunidades son destruidas,
la propiedad comunal rural es sólo estatuida, y a partir de ahí se producen los
fenómenos de grandes hambres colectivas que mueven a millones y millones de
campesinos. Eso es lo que quiere decir Marx cuando dice que la colonización y
la política económica de la colonización no empujó al pueblo de India para
adelante sino para atrás.
Ahora ese enfoque yo diría hoy que es “romántico”, en el
sentido de que rechaza la idea de un progreso lineal, y percibe todo lo que el
comercio capitalista y el desarrollo productivo de la civilización produjo de
regresión social. Y compara este hito de pauperización de la población
campesina indígena con el estatuto que tenía en el pasado precapitalista que,
por lo menos, les garantizaba su subsistencia. Obviamente, la perspectiva
histórica de Marx no es volver a las formas tradicionales, rurales,
precapitalistas. Obviamente no se trata de eso, no se trata de una restauración
del pasado, sino de una perspectiva socialista para el futuro; pero partiendo
de esa experiencia del pasado, de existencia comunitaria rural.
Ese es un aspecto del romanticismo del marxismo.
El otro aspecto que a mí me parece también muy importante,
es el tipo de crítica que hacen Marx y Engels al capitalismo. Obviamente, esa
crítica es la madre de toda una crítica de la explotación. En El Capital el
tema principal es el de la explotación del trabajador por el capitalista. Pero
la crítica de Marx es más amplia, no es únicamente el tema de la explotación.
La crítica de Marx al capitalismo, a la infamia del capitalismo, no tiene
únicamente la explotación como objeto sino también otros aspectos. Y es en esos
otros aspectos en los que entran temas típicamente románticos.
Uno de esos temas, que aparece en toda la historia del
romanticismo, es la crítica a la rentabilización, a la monetarización y a la
cuantificación de todas las relaciones humanas y de todas las cualidades
sociales por el capitalismo.
Es decir, el capitalismo destruye, diluye, disuelve todos los valores cualitativos –el amor, la amistad, la solidaridad, el honor, la fe–; todo eso es disuelto como en un ácido por el capitalismo, que lo sustituye por un único criterio, que es el cuantitativo. Ya no hay bueno ni malo, ni bello ni feo, sino que hay el que es 10.000, 1.000.000, 10.000.000 de libras, pesos, dólares, o lo que sea. Ese es un tema fundamental de crítica romántica al capitalismo, que Marx y Engels retoman en sus escritos, y que aparece de manera central en un escrito de Marx que todos ustedes conocen, que se llama Manuscritos económico-filosóficos de 1844.
Ahí Marx y Engels dicen que en la sociedad del pasado
existía la posibilidad de un intercambio de honor por honor, amistad por
amistad, amor por amor. En el capitalismo la tendencia cada vez más dominante
es la de cambiar honor por dinero, amistad por dinero, amor por dinero.
Entonces él dice eso del proceso de prostitución general de la sociedad. No
sólo en la relación del amor, sino en todos los actos de los individuos que
tienen por único objetivo la ficción del tener, del acumular capitales de
dinero, de mercancía; y los valores cualitativos, las cualidades humanas,
sociales, culturales, afectivas, eróticas, todo eso tiende a ser disuelto en el
proceso de cantidad de mercancía, o del dinero. Hay muchos aspectos, no voy a
citar todos, son bien conocidos por ustedes.
El otro tema parecido que aparece es la oposición que hace
Marx, y ya en El Capital, entre el valor de cambio y el valor de uso. Y es un
poco lo mismo, reformular el tema de la economía. ¿Qué es el valor de uso? Es el
valor cualitativo que tiene una cosa, los objetos: un libro para leer, un
caballo para transportarse, una silla para sentarse. Entonces los productos
tienen un valor de uso. Y dicen Marx y Engels, sobre todo en El Capital, que en
las sociedades precapitalistas, en la antigüedad y en el medioevo, o en las
comunidades indígenas, o primitivas, etc., lo importante eran los valores de
uso. Es decir, la gente producía objetos en función de su valor de uso, sobre
todo.
En la sociedad capitalista, lo que importa es el valor de
cambio, que es cuantitativo, es la cifra. Es el cambio que se hace de la
mercancía por el dinero. Entonces hay una sustitución del valor de uso por el
valor de cambio. El valor de uso ya no importa, sólo interesa en la medida en
que pueden vender a la mercancía. Entonces tenemos productos y mercancías que
tienen cada vez menos valor de uso y existen únicamente en función de su valor
de cambio, en su transformación posible en dinero y en capital.
Entonces así se plantea esa oposición a la sociedad
capitalista moderna fundada en la dominación casi exclusiva, total, abrumadora,
del valor decambio, en la que todo se vende por su valor de cambio; dicen Marx
y Engels que cada cosa es llevada al mercado y cambiada en función a su valor
de cambio, mientras que los valores de uso son excluidos o marginados, o
sometidos a la ley del valor de cambio.
En tanto que en una sociedad socialista o poscapitalista
–dicen Marx y Engels– otra vez la producción tendrá por objetivo la producción
de valores de uso. Es decir, ya no se podrán considerar a las sillas o a los
libros en función de su precio de venta, sino que se considerarán en función de
su valor social, cultural, etc. Entonces, la sociedad comunista será una
sociedad de producción de valores de uso. Ese es un tema central de la crítica
marxista de la economía política que retoma en cierta manera una crítica
romántica al capitalismo.
Puedo seguir dando otros ejemplos, pero me parece clara la
idea fundamental que en la obra de Marx encontramos una vertiente, una
dimensión, un aspecto, una sensibilidad romántica. Claro que no es el único
aspecto, sino que es un aspecto importante. Y si lo dejamos de lado, si lo
ignoramos, perdemos la riqueza de lo que es el pensamiento de Marx. Un
pensamiento que es resultado de una síntesis dialéctica entre el pensamiento
racionalista, materialista, científico, de la filosofía de las Luces y del gran
idealismo alemán, con esta crítica de ese contexto romántico en tanto
civilización burguesa. Es la síntesis de los dos y sintetiza la singularidad
del pensamiento de Marx y de Engels. Pero generalmente se ve sólo un aspecto,
sólo una vertiente, y se pierde una parte muy importante.
Quiero decir, en el poco tiempo que me queda, algo sobre la
continuación de esta historia. Es decir, el desarrollo del componente romántico
en la historia del marxismo en el siglo XX.
Voy a dar, simplemente, algunos ejemplos. Empezaré con una
pensadora del marxismo clásico, que es Rosa Luxemburgo. Es autora de un libro
que se llama Introducción a la economía política. Ahora bien, los libros de
economía política marxista empiezan con la mercancía, con el capitalismo, etc.
El libro de Rosa Luxemburgo empieza con el comunismo primitivo, y casi la mitad
del libro es sólo el comunismo primitivo, es muy sorprendente. Y hace un
análisis del comunismo primitivo, que es una forma de subsistir, no sólo de las
tribus de América, de Alaska, sino también del pasado de Europa y en el mundo
entero, que hubo una etapa de desarrollo social, que continúa existiendo, que es
la del comunismo primitivo. Ella la analiza, siguiendo la tradición de Engels,
subrayando todas sus cualidades humanas de igualdad, de democracia, de
antiautoritarismo, etcétera.
Habla también de América latina, eso es interesante. Habla
del comunismo primitivo en el Imperio Inca, donde había toda una estructura
burocrática y dictatorial, pero en la base funcionaban las comunidades. Y ella
subraya ese elemento latinoamericano. Y Rosa Luxemburgo explica que el
comunismo del futuro, obviamente, no es la vuelta al comunismo del pasado, pero
que hay una cierta relación entre los dos. Y hay una fase en la que desde el
punto de vista del futuro de la humanidad, cuando exista el nuevo comunismo
moderno, del futuro, donde se va a decir que la historia de la propiedad
privada fue un pequeño paréntesis entre miles de años de la historia del
comunismo primitivo y miles de años del comunismo moderno. Entre los dos hubo
un pequeño paréntesis que fue la historia de la propiedad privada, del
capitalismo, etc. Eso es curioso.
Otra teoría muy interesante es la de que en los países del
Tercer Mundo –Asia, Africa y América latina–, están muy vivas las tradiciones
comunitarias. El comunismo primitivo aún está presente, mucho más presente que
en Europa o que en EE.UU. Entonces dice que tratemos de pensar una alianza del
proletariado moderno de los países industriales, con los campesinos de las
comunidades de los países del Tercer Mundo querepresentan aún la continuidad
del comunismo primitivo. Entonces habría una alianza entre el comunismo moderno
proletario, el comunismo tradicional campesino, como forma de la unidad
antiimperialista entre trabajadores del centro y de la periferia.
Ahora esa temática la vamos a encontrar en un pensador
latinoamericano pocos años después de ese libro de Rosa Luxemburgo. Un pensador
latinoamericano que seguramente no conocía ese libro que fue publicado sólo en
Alemania, que era muy poco conocido fuera. Pero lo vamos a encontrar bajo una
forma un poco distinta, pero con una idea muy semejante. Quiero hablar de José
Carlos Mariátegui. Es no sólo el más grande pensador marxista en América
latina, sino que además también representa lo más típico del marxismo moderno.
Y eso se manifiesta en muchos aspectos del pensamiento de Mariátegui, en la
importancia que le da a la emoción, a la fe, al mito, a la mística. Todos esos
elementos son característicos del romanticismo. Pero también en su concepción
de la revolución peruana y latinoamericana, en la cual él subraya de manera muy
semejante a Rosa Luxemburgo la persistencia de tradiciones comunitarias entre
los campesinos peruanos, andinos y latinoamericanos.
Socialismo y comunismo moderno que, obviamente, no son una
vuelta al comunismo inca. No queremos Incas, no queremos reyes dictadores. El
comunismo moderno incluye el principio moderno de la libertad. Pero sí un retorno
a la tradición comunitaria.
Entonces Mariátegui dice que nuestro socialismo, en América
latina, no puede ser calco y copia de otras experiencias, sino que tiene que
ser una creación heroica. Y él hablaba también en tanto futuro en América
latina, que también era la única respuesta posible a la dominación
imperialista, un socialismo indoamericano, un socialismo enraizado en las
tradiciones culturales de los pueblos de América latina.
Entonces Rosa Luxemburgo y Carlos Mariátegui. Y hay muchos
otros, aunque no hay tiempo de analizar a todos, pero voy a nombrarlos. Está
también el judío alemán Ernst Bloch, que se autodefinía como romántico
profesional porque era también marxista. Los primeros escritos filosóficos de
György Lukács, el filósofo marxista húngaro. Algunos de los representantes más
importantes de lo que se llamaba la escuela de Frankfurt: Walter Benjamin,
Adorno, Horkheimer, Marcuse, que son también parte de esa vertiente del marxismo
romántico. Algunos pensadores franceses como André Breton –el fundador del
surrealismo-, que es también un representante muy interesante de lo que es el
marxismo romántico. El filósofo marxista francés Henri Lefebvre, uno de los
inspiradores del movimiento de Mayo del ‘68 en Francia, junto con Guy Debord,
fundador del situacionismo, también un romántico marxista.
Y en Inglaterra tenemos toda una corriente de la
historiografía inglesa, cuyo representante más conocido es el historiador E. P.
Thompson, que también representa muy bien esa corriente romántica del marxismo.
Estos ejemplos muestran que siguió existiendo en el siglo XX
una corriente del marxismo en el sentido amplio, no el marxismo ortodoxo
únicamente, en el cual esa dimensión romántica, ese elemento romántico, esa
protesta romántica en contra de la civilización industrial capitalista sigue
muy presente. Y creo que este momento, entonces, es parte de la riqueza del
pensamiento marxista desde Marx y Engels hasta hoy, es uno de los componentes
importantes de la crítica actual y del rechazo social, ético, moral y político
al capitalismo y del proyecto de una nueva sociedad: de la sociedad de la
utopía comunista.
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Popular Madres de Plaza de Mayo
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