Dagoberto Gutiérrez | Ningún
hombre, hasta ahora, ha sido tan amado y tan odiado, tan seguido y tan
perseguido, tan estudiado y tan sepultado, tan pensado muerto y tan pensado
vivo. Se trata de un alemán de origen judío que nació en 1818, cuando Napoleón
Bonaparte recién había sido derrotado y Europa se organizaba de acuerdo a las
voluntades e intereses de los nuevos centros de poder.
Desde un principio saboreó la exclusión porque a los judíos
se les prohibió trabajar en ciertas profesiones y su padre Heinrich Marx, tuvo
que aparecer y parecer como luterano para poder ejercer su profesión de
abogado. Esta realidad favoreció su reflexión desde un principio en
torno a la alienación como un fenómeno en donde el ser humano es tratado como
extraño en su propio mundo, desde un principio el joven Marx se convirtió en un
lector inagotable e incansable, porque la necesidad de saber fue entendida como
la base de la necesidad de comprender y ésta, la comprensión de la realidad,
estuvo a partir de esos días decisivos, como una meta perseguida afanosamente.
Se trataba de un joven alemán con gran capacidad para formular preguntas y para
trabajar, larga y profundamente, las probables respuestas que debían
necesariamente que generar nuevas preguntas. En ese camino el joven Marx se
encuentra con el pensamiento de Hegel que, aparentemente lo acompañó siempre,
se trataba del establecimiento de una realidad movida permanentemente por las
contradicciones, en donde todo lo real seguía apareciendo como racional.
Jóvenes hegelianos se llamó el primer agrupamiento de
jóvenes estudiosos interesados en comprender su realidad, aunque solo uno de
ellos, el joven Marx, llegó a establecer que esa comprensión tenía, podía y
debía estar al servicio del cambio y la negación de esa realidad.
Esta idea era un golpe a todo aquello que establecía que lo
real, lo existente vale la pena que exista y en su lugar establecía que lo
racional es lo único real, es decir, que la realidad no es valiosa por sí
misma, que esta es cambiante y dinámica pero que ese cambio, al estar vinculado
a las transformaciones, exige confrontaciones inevitables que expresan los
intereses que se mueven en la sociedad. Hay realidades, como la alemana de esos
años y la de nuestros países actualmente y la de Europa, que requieren ser
cambiadas, y ese cambio mueve la lucha política real de nuestra sociedad.
Este pensamiento era sostenido por una cultura
enciclopédica, con una fuerte formación filosófica y literaria que eran
posiblemente los aspectos más gustados por Marx. Esta manera de entender el
mundo llevo a Marx a la confrontación con los poderes de su época y hasta el
Zar de Rusia pidió al gobierno Alemán le impidiera seguir escribiendo en una
revista perseguida. El joven pensador tuvo que salir hacia Paris no sin antes
contraer matrimonio con el amor de su vida Jenny Von Westphalenen en junio de
1843.
En agosto de 1844, un joven alemán de 23 años, elegante,
bien vestido, de modales burgueses, con palabras inteligentes llamó, en horas
de la mañana a la puerta del apartamento de Marx en París, se llamaba Friedrich
Engels hijo de un burgués. Conocedor del capitalismo en su lógica y su
mecánica, conocedor de la erudición de Carlos Marx y dispuesto a apoyarlo en la
prolongada y abierta confrontación establecida entre la burguesía capitalista y
estos dos hombres y los trabajadores del mundo entero.
A estas alturas Marx estaba dedicado al estudio profundo,
minuciosos y completo del capitalismo como lógica, como filosofía, como
actividad económica y empresarial, y como fuerza de la que la humanidad tenía y
tiene que liberarse, ya en París Marx elaboró las primeras notas de lo que
después sería su obra monumental “El Capital” y siempre estuvo ahondando en el
tema, redactando partes del libro y estudiando las tesis fundamentales de los
teóricos economistas burgueses David Ricardo y Adam Smith.
En 1849, el 27 de agosto, Marx es expulsado a Gran Bretaña y
viviría en Londres hasta su muerte en 1883 a los 65 años de edad. La miseria,
el desempleo, la ausencia de todo capital dominaron la vida del pensador,
varios de sus hijos murieron sin tratamiento médico y sin condiciones para
contar con un ataúd y fueron velados en la sala de la casa que alquilaban con
Jenny, Hegel estuvo siempre ayudando a su amigo y ambos libraron una lucha sin
cuartel en los terrenos filosóficos, históricos, económicos y políticos contra
las posiciones que abierta o encubiertamente defendían a los burgueses.
Ningún hombre antes que Marx ha librado una lucha tan mortal
y determinante como la de este hombre y su estudio y elaboración del
capitalismo confronta a las tesis burguesas sobre esta lógica dominante, por
eso nadie ha sido tan perseguido, tan temido y odiado por la burguesía como
Carlos Marx y a la vez nadie ha desafiado tan victoriosamente al capitalismo y
al idealismo como este hombre excepcional. El nos enseña la necesidad irrenunciable
del estudio de la realidad, la necesidad de descubrir en el discurso la lógica
implacable del interés oculto, nos enseña que la lucha de clases es un motor
insustituible en la historia, nos enseña que el problema del Estado es el tema
neurálgico en la lucha política y en toda elaboración política valiosa, nos
muestra la lógica de la plusvalía, nos explica el ciclo insuperable de la
crisis del capitalismo.
En el mundo actual el capitalismo vive una de sus mayores
crisis y el pensamiento de Marx sigue amenazante e invicto, porque es la
reflexión de un hombre que no era economista; pero tuvo la capacidad de
entender la economía, como actividad política, como una filosofía del poder,
como actividad enajenante o liberadora que necesita en todo caso del control de
los aparatos estatales, hizo que su obra cumbre “El Capital” sea escrito como
referencias literarias y filosóficas de todo tipo y con ejemplos tomados de la
biblia Hebrea de la que Marx era un afanado lector y conocedor. Recordemos el
gusto de Marx por un cuento de Honorato de Balzac llamado “La obra maestra
desconocida”, donde un pintor somete su trabajo a juicio de dos amigos muy
calificados que al ver su cuadro concluyeron que no valían la pena, cuando en
realidad se trataba de una obra de pintura abstracta que vendría a ser décadas
después obra maestra.
El Capital de Marx
es así, una luz que no se apaga y sigue alumbrando los entendimientos y los
cerebros que buscan esa luz, un homenaje a este hombre sin duda lo será el
trabajar siempre, sin renuncias para vencer la oscuridades del capital, para
enfrentarse también a sus luces y descubrir que hay un mundo nuevo, justo por
construir pero que depende de nuestras luchas, de nuestra luz propia y de
nuestra acción la construcción de ese mundo nuevo, de lograr esto podremos
decir que puede descansar en paz este gigante.