21/10/14

Ideología y lucha de clases en los clásicos del marxismo

  “Pese a su fraseología supuestamente “revolucionaria”, los ideólogos neo-hegelianos son, en realidad, los perfectos conservadores” | Marx & Engels, La ideología alemana
  “Más que otros, Marx escribió en la coyuntura. Esa toma de posición no excluía ni la “paciencia del concepto” de la que hablaba Hegel, ni el rigor de las consecuencias. Pero sin duda era incompatible con la estabilidad de las conclusiones: Marx es el filósofo del eterno recomienzo, que deja tras de sí varias obras en construcción. El contenido de su pensamiento no puede separarse de sus desplazamientos” | Etiénne Balibar, La filosofía de Marx
Karl Marx & Friedrich Engels ✆ João Pinheiro

Graciela Inda & Celia Duek   |   En el mundo académico de las décadas del ochenta, noventa y la primera década del nuevo siglo, al compás de la hegemonía neoliberal y la denominada “crisis del marxismo”, el concepto marxista de ideología resultó menospreciado o abiertamente abandonado a favor de otras categorías, menos sospechadas de “determinismo estructural” (identidades, discursos, violencia simbólica, subjetividad, etc.). Ese concepto de ideología es inseparable del concepto de lucha de clases, y ambos corrieron la misma suerte: se los identificó sin más como antiguas piezas de una teoría obsoleta y mecanicista: la teoría marxista. Sin duda, una de las “fantasías posmodernas” más recurrentes consistió en plantear, en aras de la ambigüedad, la indeterminación y el rechazo de toda postulación de verdades absolutas, la inutilidad del concepto de ideología (Eagleton, 1997: 22 y 63).

En los últimos años, si bien no puede hablarse de una reversión de esa tendencia tenaz, comienzan a vislumbrarse esfuerzos por reivindicar el uso del término ideología y, en muchos casos, de la problemática marxista a la que se vinculan algunas de sus acepciones más poderosas. Los más optimistas hablan del “fin del fin” de las ideologías (Balibar, 1995: 9) y reclaman, contra el avance de nociones psicologistas, una revitalización del interés teórico y práctico de la problemática marxista. Nuestro trabajo se inscribe decididamente en esta senda.

Volver a los textos de Marx y Engels se justifica porque fueron ellos los que colocaron las bases de una concepción materialista e histórica de las ideologías. Esta nueva concepción significó una ruptura con las interpretaciones idealistas que hacían una historia de las ideas “desconectada de los desarrollos prácticos”. Ruptura que sigue produciendo efectos en el campo teórico contemporáneo, surcado por formas de idealismos más sutiles, disfrazadas muchas veces de posiciones críticas.

Esta perspectiva materialista de las ideologías de la que hablamos, que tiene como tesis fundamental la ligazón estructural entre ideologías y lucha de clases, queda inaugurada en La Ideología Alemana (1845) y encuentra continuidad, a pesar de los desplazamientos y los cambios de acento, en los escritos posteriores del marxismo clásico. Dar cuenta de los conceptos y postulados que definen esa perspectiva y que la diferencian cualitativamente de otras concepciones (durkheimianas, funcionalistas, posmarxistas, etc.) es el objetivo central de este trabajo.

Pero no se trata de una empresa sencilla. En la problemática propuesta por Marx y Engels en sus diferentes intervenciones teórico-políticas, la ideología no es objeto de un tratamiento sistemático y ordenado, destinado a la producción de un corpus conceptual semejante al que Marx despliega en las páginas de El capital para explicar los aspectos económicos del modo de producción capitalista. Por el contrario, el abordaje de la dimensión ideológica de los procesos históricos (y lo mismo sucede con la política), constituye un “punto ciego” (Althusser, 1983: 13), un vacío que atestigua la existencia de “límites absolutos” en la teoría marxista, “(…) de los que es necesario tomar buena nota para reflexionar sobre ellos seriamente” (Althusser, 2003: 71).

En consonancia con esa limitación, la palabra ideología está lejos de designar en los textos del marxismo clásico un objeto de contornos precisos, por el contrario, convoca una pluralidad de significados o acepciones diferentes. Proliferación de significados que no ha hecho más que acentuarse en los debates teóricos posteriores, hasta el punto que el término ideología se ha convertido en un concepto “escurridizo” y “altamente polémico” (Elliott, 2006: 393).

Ahora bien, a pesar de esa pluralidad de significados, y a sabiendas de que no se trata de un objeto teórico que recibe un tratamiento sistemático, creemos que ciertos elementos teóricos propuestos por el marxismo clásico constituyen, quizás hoy más que nunca, un punto de partida irrenunciable para pensar las prácticas ideológicas. No se trata, claro está, de restaurar letra por letra el programa marxista, pero sí de dar cuenta, mediante revisiones y rectificaciones, de sus conquistas esenciales. Es que, en definitiva,
“… todo efectivo ‘ajuste de cuentas’ con los conceptos políticos del marxismo pasa forzosamente por el ‘rodeo’ aparente de una historia de los conceptos que analice las condiciones de su formulación tanto como la economía interna de la problemática que los rige”  (Balibar, 1980: 9).



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