Hegel ✆ Ricardo Avendanyo de Vena |
Israel Sanmartín
Barros | En este trabajo nos centraremos en las
construcciones teóricas de Hegel y Marx alrededor de la idea de “fin de la
historia” y también en la opinión que han suscitado en los diferentes autores sus
ideas finalistas. Jugaremos, así, con las ideas de fin en Hegel y Marx, pero
también con las de toda una serie de estudiosos que han polemizado sobre el
tema en los últimos años. Partiendo de esas premisas teóricas, el objetivo
fundamental de esta investigación es mostrar qué fines de la historia presentan
Hegel y Marx y cómo se imbrican el uno en el otro. La idea es mostrar la tradición
teórica del término y su genealogía en esos dos autores. Para ello recurriremos
a una matriz de análisis descriptiva a fin de localizar cómo y dónde expresan
los dos autores la idea de fin de la historia. Tras presentar sus ideas,
buscaremos similitudes y diferencias en la arquitectura histórica y teórica de
los conceptos de fin de la historia, todo ello partiendo de la idea de que Hegel
es el iniciador de dicho concepto y Marx, su continuador. Analizaremos dichas
ideas desde una perspectiva teórica.
El de fin de la historia no es un concepto nuevo, pese a que
en los años 90 del siglo XX se haya puesto de moda gracias a los escritos del
politólogo Francis Fukuyama. De alguna forma San Agustín ya establece la idea
de fin al hablar de un Juicio Final y al hacer girar toda la semántica medieval
alrededor de la idea de salvación.
Hegel y Marx serán otros de los grandes
develadores de la idea de fin de la historia, entendido como fin ideológico de
la humanidad y no como fin de los acontecimientos o como fin del mundo. En este
trabajo nos centraremos, por tanto, en las construcciones teóricas de Hegel y
Marx alrededor de la idea de “fin de la historia” y también en la opinión que
han suscitado en los diferentes autores sus ideas finalistas. Jugaremos, así,
con las ideas de fin de Hegel y Marx, pero también con las de toda una serie de
estudiosos que han polemizado sobre el tema en los últimos años. Conectar la
escatología y la ciencia de las últimas cosas con la política no es nada
novedoso en la historia. Como hemos avanzado, ya lo habían hecho tanto San
Agustín en La Ciudad de Dios como todas
las ideologías milenaristas de la Edad Media. En los siglos XVIII y XIX el
debate de “el fin de la historia” resurgió de nuevo con los escritos de Hegel (Fenomenología del espíritu y Filosofía de la historia) y Marx, quien
rechazó el idealismo filosófico de Hegel y construyó su propia filosofía de la
historia como la dialéctica del conflicto de clases. Para él, el partido
comunista representaba la resolución final del conflicto de clases, porque
rompía la antítesis entre capital y trabajo. Marx fue el primero de los
sucesores de Hegel que precisaron que estaba confundido con que el fin de la
historia representaba la emergencia del estado prusiano. Mientras Hegel creía
que todo lo real era racional, Marx intentó hacer un mundo ideal. Partiendo de
esas premisas teóricas, el objetivo fundamental de esta investigación es
mostrar qué fines de la historia presentan Hegel y Marx y cómo se imbrican el
uno en el otro. La idea es mostrar la tradición teórica del término y su
genealogía en esos dos autores. Para ello recurriremos a una matriz de análisis
descriptiva para localizar cómo y dónde expresan los dos autores la idea de fin
de la historia. Tras presentar sus ideas, buscaremos similitudes y diferencias
en la arquitectura histórica y teórica de los conceptos de fin de la historia,
todo ello partiendo de la idea de que Hegel es el iniciador de dicho concepto y
Marx, su continuador. Analizaremos estas ideas desde una perspectiva teórica.
¿Cómo enunció Hegel
el fin de la historia?
¿Sostuvo Hegel alguna vez que la historia había llegado a su
fin? ¿De qué fin se trababa? No hay mucho acuerdo al respecto. Para unos era
difícil encontrar en los textos de Hegel la frase “el fin de la historia”, pero
otros sí que la identificaban. Sea como fuere, el sistema filosófico de Hegel
exige el fin de la historia como conclusión y no hay duda de que hay
suficientes evidencias para pensar que la asume en varios apartes de su obra
(ANDERSON 1999, p. 17-31; MICHÉA 1992, p. 58-60). Veamos cuáles son esos
fragmentos.
1) En La fenomenología, Hegel califica la historia como la evolución consciente del espíritu en la sucesión de sus formas temporales hasta la meta del saber absoluto de sí mismo. A pesar de la contundencia de esa afirmación, el conocimiento absoluto no trae el fin de la historia, como se entiende tradicionalmente, sino que para llegar al fin se necesitan conocer los componentes de la historia universal de acuerdo con las demandas de una nueva necesidad moral. Según ese razonamiento, es un error basarse en el capítulo VIII de La fenomenología del espíritu para entender como Hegel interpreta filosóficamente la historia: a) como la historia actual entendida como “el ser en el tiempo”, desbordando la vida y la muerte del ser social; b) como el nivel de abstracción de la anterior, es decir, como la filosofía de la historia; y c) como un intento de encontrar las causas profundas de la historia y envolver la creación en modelos históricos y elegir entre ellos (ESPOSITO 1982, p. 355-365).
2) En La filosofía del derecho, Hegel declara que el presente se había liberado de su barbarismo en el examen de las instituciones y que la verdad había dejado de ser “extramundana”. Esto facilitaría que se hiciera objetiva una verdadera reconciliación que revelase al Estado como la imagen y realidad de la razón. Hegel, en La filosofía del derecho, describe el estado prusiano como el fin de la evolución política (BEDFORD 1994, p. 371-376). Hegel creyó en el fin de la historia porque creía en el derecho, puesto que sabía que el Estado moderno requería de un sistema jurídico basado en la verdad y que debía evitar el relativismo (PÉREZ 1993-1994, p. 171-172).
3) En las Lecciones para la filosofía de la historia, para Hegel, la meta a la que tiende el proceso histórico mundial es la libertad, que una vez lograda permanece invariable a pesar de eventos y condiciones. Uno de los primeros pensadores que concibe la historia como un proceso racional desde la política económica es Hegel, especialmente en Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, donde expresa que la historia sería entendida como un proceso de autorrealización del espíritu a través de diferentes fases en las que superaría su alineación. Por esa razón Hegel decía que “buscaremos en la historia un fin universal, el último fin del mundo; no un fin privado de un espíritu subjetivo” y defendía que aprenderíamos por medio de la razón que no podemos estar interesados en ningún fin privado y finito, “sino tan solo en el fin absoluto” (HEGEL 1974, p. 205), es decir, no sería una cuestión de la razón individual, sino de la razón como algo absoluto. Desde esa idea central, Hegel emplea las categorías de variación, rejuvenecimiento, razón, idea (con relación a la libertad), espíritu de la gente, etnicidad y Estado (el fin del espíritu es el autoconocimiento). Hegel entiende la explicación de la historia como un proceso dialéctico y la reflexión sobre el Estado como un todo que implica una estructura tripartita formada por la familia, la sociedad civil y el Estado (VARGAS 1997).
4) En Lecciones sobre la historia de la filosofía, Hegel anuncia que estaría surgiendo una nueva época en el mundo, cuando reseña que el espíritu del mundo ha logrado eliminar a toda existencia objetiva extraña y captarse finalmente a sí mismo como absoluto. Esos son los cuatro argumentos de los que podemos partir para justificar el fin de la historia en Hegel (MICHÉA 1992, p. 58-60). Para muchos autores, como Perry Anderson, Hegel nunca planteó el fin de la historia, pero resulta fácil describirlo como un concepto que fue deducido a partir de él. Anderson considera que Hegel no enunció la frase ni la noción por dos razones:
a) La última instancia de su filosofía no era la historia sino el espíritu, y la historia se presentaba, junto a la naturaleza, tan solo como una de sus facetas (PÉREZ 1993-1994, p. 177-178). La superación de la escisión entre ambas se concibe como un resultado más que como un final. Hay que entender que Hegel vio la Revolución francesa como la máxima expresión del espíritu moderno y que pensó en la totalidad del objeto-sujeto, ya que el sujeto y el objeto son una unidad y no existen por separado (cuestión que es clave en Hegel). Para Hegel, el espíritu es una matriz común al sujeto y al objeto y con la noción de espíritu trata de explicar por qué sujeto y objeto son inseparables. El espíritu se identifica con el sujeto porque es pensamiento de sí mismo y con el objeto porque puede pensarse como otro negándose a sí mismo. Para Hegel, la historia es la realidad sin más y también el proceso de toma de conciencia de sí mismo y del espíritu (BOBURG 1989, p. 235-242).b) Hegel casi nunca habla de “ende” (final) o “schluB” (conclusión), sino que se refiere a “ziel” (meta), “zweck” (finalidad) o “resultat” (resultado). La razón es muy sencilla: en alemán no existe una palabra que combine los dos sentidos de la palabra “fin” en inglés (o en español), por un lado el de “final” y por otro el de “propósito” (a Hegel le interesaba sobre todo la segunda de esas acepciones) (ANDERSON 1999, p. 121-129).
De la síntesis hegeliana se desprende un fin de la historia
más como una consumación filosófica que como un estado social definitivo y no
deja de ser admisible que aquella implique en principio una variante de esta.
Hegel no fue considerado un teórico del fin de la historia en el siglo XIX,
cuando su reputación se identificó más con sus doctrinas sobre la naturaleza,
la lógica y la política. Fueron estas las que provocaron controversia incluso
para un historiador tan profundo como Marx. El concepto del fin de la historia,
con toda su ambigüedad contemporánea, debió aguardar a “el fin de l´histoire” de Kojève para significar algo nuevo y
distinto.
Todas estas argumentaciones fueron rebatidas por muchos
otros autores que mostraban que el Hegel maduro sí explicitaba el fin de la
historia. De tal forma, Hegel, en La
filosofía de la historia y en La
filosofía del espíritu, constata la reivindicación dialéctica del fin de la
historia como un inevitable “todo” del dinamismo interno de la razón (DASILVA;
KANJIRANTHINKAL 1993, p. 3-8). Para Hegel, el fin de la historia no es una mera
posibilidad, sino que es algo que está ocurriendo tanto en el mundo como en la
filosofía, lo que, además, expresa claramente: “it is not the end of History that the World becomes rational”
(HEGEL 1956, p. 328). Y, en otro pasaje, señala: “at the end of History, the full realization of the total humanity –
the product of the totality of humanity in history – is freedom itself.
Universal History is the progression in the consciousness of freedom – a
progress that we must recognize as necessary” (HEGEL 1956, p. 30). Con esto
queda rebatida la tesis de Anderson.
Otros autores argumentan que hay dos significados para
describir el fin en Hegel, uno absolutista y otro de época, que no es
absolutista. La mayoría de los comentaristas insisten en la visión absolutista,
pero hay una síntesis de la dos, aunque no es plausible (BERTHOLD-BOND 1988, p.
14-29). Para otros, tampoco habría duda de que Hegel habla del fin de la
historia, aunque dudan sobre el significado del concepto (ANKERSMIT 1989, p.
137-153).
Para entender mejor lo que se ha explicado hasta este
momento, es necesario profundizar un poco más en el concepto de fin de la
historia de Hegel. Con tal motivo, nos detendremos a examinar los elementos
históricos, políticos y filosóficos que ayudan a articular dicho concepto en
Hegel.
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