4/8/14

La crítica de la economía política y la naturaleza | La herencia del pensamiento de Marx & Engels

  • “Este comunismo es, como naturalismo acabado = humanismo y como humanismo acabado = naturalismo” | Marx, 1966:82
  • “El trabajador ya no se inserta, como intermediario entre la materia y él, el objeto natural transformado en herramienta; inserta ahora el proceso natural, que transforma en proceso industrial, como intermediario, entre él y toda la naturaleza, de la cual se ha hecho dueño” | Marx II, 1970:193
Karl Marx & Friedrich Engels
✆ Memorial en Berlín

Foto: Heiko Burkhardt 
Guillermo Torres Carral   |   En este artículo se discuten las bases económicas y sociales de la relación hombre-naturaleza, a partir de la herencia del pensamiento de Marx (y Engels), destacando lo que todavía es vigente en él y contrastándolo con los anacronismos presentes en su obra.

Reconociendo la destrucción socioambiental planetaria a partir del  avance tecnológico ocurrido en las últimas décadas, no podrá decirse que el reino de la necesidad salte al reino de la libertad, lo que presupondría la reducción de la jornada de trabajo (Marx, 1974, I, 440):
“La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente este metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero éste siempre sigue siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer sobre aquel reino de la necesidad como su base. La condición de la jornada laboral es la condición básica” (Marx, 1985, 8, 1044).[2]
Así entonces, el reino de la libertad sólo podrá alcanzarse dentro del mismo reino de la necesidad y no más allá de él; aunque éste cambia de carácter, ya que el trabajo deja de ser un simple medio.[3] Por ello, el desarrollo de las fuerzas productivas cambia igualmente, en el marco de unas sociedad comunista, de fin a medio; más no, como creía Marx (1974), que consideraba a aquéllas  como un fin en sí mismas (aunque desde luego  bloqueadas en el capitalismo maduro por las relaciones sociales de producción).

Pero simultáneamente, la hecatombe ecológica y social  global crea una situación totalmente nueva en el mundo, la cual hace que haría inalcanzable el reino de la libertad, porque la destrucción planetaria impone de por sí la necesidad de más trabajo, que se requiere ahora para enfrentar el calentamiento global y la crisis ambiental.

Lo anterior lleva a tratar de explicar el comportamiento de la producción de plusvalía en la era de la degradación socio-ambiental exacerbada a nivel global. Puesto que el avance técnico no puede sin más constituirse como el fundamento de la nueva sociedad, ya que es eminentemente destructivo y, a la vez, las fuerzas productivas se han convertido en fuerzas de la destrucción, con la economía de guerra y el sobreconsumo concomitante como pivotes del capitalismo contemporáneo. De tal forma, resulta primordial en este análisis discutir alrededor de los cambios sucedidos en el capitalismo moderno, en su relación con la naturaleza, todo lo cual incluye algunas características como son las siguientes:

1. El nivel de destructividad alcanzado por el sistema en su conjunto (Marcuse, 1993); su transfiguración ficticia y su carácter no-reproductivo erosionan la civilización occidental, especialmente su base eco-social.

2. Un aspecto importantísimo a considerar, derivado del modelo depredador que es necesario revertir para evitar peores impactos en la población, es la transferencia (Marx I, 1974: capítulo 22) del fondo de consumo al fondo de acumulación.

3.  Se llega así, a que el incremento del trabajo necesario se produce no aumentando sino reduciendo el trabajo excedente. De esta manera, la jornada global de trabajo aumenta aunque se reduzca la parte excedente, y porque aumenta la parte necesaria de la misma debido al calentamiento global.

4.  Lo anterior se presenta junto con el reto planetario de enfrentar el desastre natural, convertido en ley mediante un mayor trabajo social, que no puede ser totalmente desplazado por máquinas; por ejemplo, el llenado de sacos de contención y su distribución espacial en el marco de inundaciones; la colocación de materia orgánica en las laderas, o su reforestación, etcétera.

La discusión alrededor del trabajo libre, en el sentido real, queda siempre a discusión desde la Biblia hasta en las obras de Hegel-Engels-Marx.

Hay que señalar que no obstante que Marx descubre que la autovalorización del capital, como ley absoluta del capitalismo, socava las condiciones histórico-naturales de su existencia al romper continuamente los límites sociales que se le presentan; considera también que la explotación de la naturaleza es una herencia con la cual  se posibilitaría cesar la explotación del hombre por el hombre. Por lo tanto rompe, pero no rompe, con la doble explotación que denuncia en su obra. En este caso, ello resulta del tránsito de una reducida a una ilimitada destrucción de planeta, por lo que se subraya el carácter negativo de la globalización ahora desbordada. Sin embargo, confía más en la posibilidad de abundancia en la sociedad del futuro que en su estrechez, estando presente en su obra la idea de una fecundidad permanente de la tierra.[4] Por ello la perspectiva de una nueva relación con la naturaleza como una premisa que signifique la cesación de su explotación, es característica de los nuevos economistas, ahora  economistas ecológicos y, en especial del ecosocialismo (Bellamy, 2008).

Esto es así, pues se le concede primacía a la producción sobre la apropiación de la naturaleza, y al modo de producción sobre el modo de vida (y por supuesto el ecológico) y de pensamiento.

5.  Si bien Marx y Engels tuvieron una posición muy parecida respecto a la relación hombre-natura (véase La dialéctica de la naturaleza  y los Manuscritos económico-filosóficos), Marx se limitó a la “filosofía económica” y Engels a la filosofía natural, dado que éste tenía mayor conocimiento sobre  las ciencias de la naturaleza (1974), mientras que aquél desarrolló más las ciencias sociales. Aunque Marx fue más allá que Engels, aunque si bien tuvo el error señalado (también compartido por Engels), también supo en algunos momentos pintar su raya de las tesis idealistas hegelianas  (Hegel, 1970). Y si bien Engels delineó el conocimiento de las causas del “problema ecológico”, Marx dibujo los trazos de lo que hoy es el desarrollo sustentable (Marx, 8, 1985:987).

6. Se puede decir que Marx fue menos claro y ambiguo. Empero, la visión del dominio humano de la naturaleza, si bien es compartida por los dos, en  Engels no hay superación sino continuación del dominio (en Dialéctica de la naturaleza y en Del socialismo utópico al socialismo científico). 

7. La economía política estudia las leyes que rigen las formas materiales que dan sustento a la reproducción humana (y natural desde luego). Como economía social, es decir, la economía en sentido estricto, estudia esas formas como continuas y dinámicas, que establecen el origen y desarrollo de la sociedad moderna desde el punto de vista de la sociabilidad como propiedad natural de ciertas cosas, las cuales constituyen una auténtica fenomenología. Ésta se funda en relaciones sociales cada vez más complejas y extensas que expresan la capacidad humana de producir y reproducir objetos y relaciones sociales, para cuya producción se requiere de ciertas asociaciones con la naturaleza y determinados acuerdos voluntarios (en el contexto mercantil-capitalista) o involuntarios que expresan una mayor o menor capacidad de producirlas. Significan el poder social de que dichas cosas sean más o menos capaces de  convertirse en objeto de la acumulación de capital.

La acumulación de “cosas” provoca así complicadas interacciones  enraizadas en impulsos naturales que reducen la realidad a conspicuas perversiones que niegan la vida, la vitalidad de la realidad. Genera así una realidad regresiva, un infantilismo social: la felicidad del juego, pero se convierte en anti juego, en la negación de la felicidad, la belleza y la verdad. Provoca el horror como realidad y se afirma la mentira, con un solo destino: la cosa ajena como esencia (y existencia) del hombre. Más aún del hombre moderno.

La relación hombre-naturaleza

En el análisis de Marx están presentes dos premisas básicas que expresan las condiciones históricas del desenvolvimiento económico y social de la relación hombre naturaleza,  son las siguientes:
a. La relación de apropiación de los ecosistemas establece el fundamento sobre el que se despliega el entramado humano-social. Ello tiene que ver con el manejo renovable o no de los ecosistemas.
b. La base material, técnica y social heredada a lo largo de las distintas generaciones.
La primera forma se refiere a la alienación humana respecto a natura, La segunda, a las alienaciones, señaladas en  los Manuscritos: 1. Respecto al producto; 2. En relación a los medios de producción y de consumo; 3. Respecto al trabajo realizado. Aquí se destaca que la primera fuerza productiva es la comunidad y que dicha comunidad está atada a la naturaleza, a la Tierra (Marx 1, 1970:189). Puede diferenciarse la alienación que proviene del mercado, y aquella que proviene del capital.

Para Marx, la humanidad es parte[5] de la naturaleza (1966:78), afirmando con Vico que la historia humana es parte de la historia natural (Marx I, 1974).En el marco de la economía, sostiene que la base de toda sociedad es la producción de valores de uso, soporte de toda forma de riqueza. Éstos son expresión del binomio: trabajo (“el padre”), tierra (“la madre”); dichos valores de uso pueden ser medios de producción o de consumo; dependen de sus propiedades materiales y de la satisfacción de las necesidades humanas que son dinámicas, y constituyen los soportes de toda forma de riqueza. Además, el descubrimiento de los nuevos valores de uso de los productos de la naturaleza es un hecho histórico (Marx II, 1970: 234).

El fundamento de toda forma social de desarrollo está fincada en el trabajo concreto, y éste significa que es ineludible esa relación (y pacto) perenne con la Tierra.

Así pues, el hombre no puede dejar de mantener esta dependencia con la naturaleza, ya que las condiciones naturales son parte integrante de la capacidad productiva del trabajo; así, a mayor capacidad menor valor individual (Marx I, 1971: 32) de las mercancías ya la inversa.

Lo anterior adquiere gran relevancia frente a los desastres naturales y el cambio climático mismo, que conducen al hecho de que para sostener la tasa de explotación es necesario aumentar la jornada de trabajo, pero el valor sube porque con el mismo trabajo se obtiene un menor resultado.

En este conjunto de problemas, es de mencionarse la idea de que el valor económico de la naturaleza se confunde con su presencia física, y de que aquélla tiene un valor de cambio inherente, pero: “Hasta hoy ningún químico ha logrado descubrir valor de cambio en el diamante o en la perla.” (Marx I, 1974: 47).

Una mejor comprensión de la importancia que para Marx tiene la naturaleza se encuentra en el capítulo sobre el proceso de trabajo; ahí la fuerza de trabajo es sujeto y objeto natural a la vez. En el trabajo se da “un intercambio de materias entre el hombre y la naturaleza” (Marx I, 1974: 289), donde aquél sólo cambia de forma lo que obtiene directamente de la naturaleza sea en forma de objetos o medios de trabajo. A partir de ahí, y luego de definir el trabajo productivo, se traslada a lo que ocurre en el capitalismo. Empero, en ese capítulo, si bien está presente la dependencia del hombre hacia natura, ésta aparece como medio de producción y de consumo, y todavía su reproducción no se presenta dentro del proceso de trabajo, el cual debe contemplarse como parte de la reproducción de los ecosistemas.

En este punto es necesario señalar que, en todo momento, las necesidades humanas son vistas como resultado de la producción que es la que las crea (sin embargo, se reconoce que la productividad natural del trabajo establece ese mínimo histórico necesario aunque cambiante).

Además, la naturaleza es una fuerza productiva que se anexa al capital (subsunción de la naturaleza al capital,  Marx I, 1974), por lo cual se transforma en fuerza productiva del capital.

La naturaleza representa una fuerza gratuita y la mejor tecnología es la que se acerca a ella, aunque nunca podrá igualarla, de ahí que se haya anticipado a una “sustentabilidad fuerte”.

Por otra parte, su importancia radica en que, conectada con la acción humana, establece a la productividad natural del trabajo como la capacidad que tiene el hombre de cubrir sus necesidades mediante la aplicación de su trabajo necesario, definiendo su trabajo excedente; mientras que la productividad social del trabajo implica la transformación de los medios de trabajo. “La productividad  real del trabajo de que arranca este régimen como su base, no es precisamente un don de la naturaleza, sino producto de una historia que llena miles de siglos” (Marx I, 1974:428). Sin embargo, “La bondad de las condiciones naturales no hace más que crear, nunca la realidad del trabajo excedente” (ibidem). Así pues, como la naturaleza carece de valor, la acumulación depende de ésta no como creadora directa de plusvalía, pero sí como una condición fundamental para aquélla. Por lo tanto, la naturaleza es gratuita para el capital y el hombre aunque ha costado mucho “trabajo” transformarla por millones de años.

Lo anterior se confirma cuando la naturaleza se convierte en un elemento que integra el fondo de acumulación. Así, si bien Inglaterra basó su desarrolló en la industria interna, sin la dependencia de las materias primas externas no sería nada. Ello se refleja en la importancia de las materias brutas (Marx I, 1974:131), anteriores a las materias primas, que son un factor neurálgico en el comportamiento del mercado mundial, como hoy en el caso del petróleo y gas: “Habrá por tanto que explorar toda la naturaleza para descubrir objetos de propiedades y usos nuevos para intercambiar, a escala universal, los productos de todas las latitudes y de todos los países, y someter los frutos de la naturaleza a tratamientos (artificiales) a fin de darles valor de uso nuevo. Se explorará la tierra en todo sentido, tanto para descubrir nuevos objetos útiles como para dar valor de uso nuevo a los antiguos objetos; se utilizarán éstos de alguna manera como materia prima; se desarrollará al máximo las ciencias de la naturaleza. Se tratará además, de descubrir, de crear y de satisfacer necesidades que se derivan de la sociedad misma” (Marx I, 1970:306).

Un aspecto donde se anticipa a la nueva era de la crisis de energía y ambiental, es la importancia que se le da a los desechos y su aprovechamiento para incrementar o disminuir la tasa de ganancia. En este tenor, es de destacarse el reconocimiento al desempeño de la pequeña producción campesina en el reciclaje de los desechos  (Marx 6, 1985:234).

En otro punto Marx destaca la contradicción entre los ciclos de la naturaleza y la rotación del capital. Evidentemente ambos tiempos chocan. Y aquí se ve la enorme dependencia hacia el bosque por parte de la agricultura y la ganadería. En esos temas, el estudio es profundo en el concierto de la discusión alrededor de la renta del suelo.

En este aspecto, la tierra tiene una connotación en el sentido de que en el capitalismo constituye un doble monopolio en tanto propiedad (real y jurídica), y  con fines económicos; esto es, está destinada a la producción.

En este aspecto, la productividad natural de la tierra se expresa como productividad natural del capital (terre-materiel/terre-capital),[6]que explica que el capital está condicionado por la diferente fertilidad del suelo.
Posteriormente, ya establece el problema en términos de cómo se calcula el valor ambiental; esto se resuelve mediante la capitalización de la renta que fija el precio, manteniendo una determinada tasa de interés, y como lo que se vende no es realmente la tierra sino su propiedad, el valor es simbólico y está referido a que su monto se modifica por los movimientos en la tasa de interés; la tierra no tiene valor, pero representa un capital imaginario (como valorización de la propiedad de la tierra).

Asimismo, considera que no hay una sola tendencia en la relación de la renta, puesto que atisba procesos con productividad del capital mediante precios constantes, crecientes y decrecientes; y con productividad constante, creciente y decreciente; así pues, el caso de la productividad descendente es solo uno aunque desde luego real. Reconoce a las mejoras del suelo como un gran logro, base de la prosperidad en una sociedad comunista del futuro, donde lo principal es el manejo del suelo, menos que su propiedad (Marx 8, 1985:1070). Adicionalmente, la tierra tiene una multifuncionalidad, como se dice hoy, ya que produce alimentos y materias primas, reproduce al hombre (no sólo al agricultor), aporta fuerza de trabajo, es su morada.

Se llega al resultado de que se presenta la tendencia al aumento absoluto de la fertilidad y a la reducción en el diferencial de las malas y buenas tierras; cree en una “tierra prometida”. Igualmente se asienta como un gran avance el que se pueda producir más en menor espacio (Hogdskin, en Marx, 1975). Y se plantea el concepto de productividad  potencial, entendido como el reservorio de recursos naturales que permiten su  mejor aprovechamiento (Marx II, 1971: 219).

Es de señalarse la importancia que le da al futuro de la agricultura, ya que es ahí donde la maquinaria produce una eficacia revolucionaria mayor que en la industria (Marx I, 1974:422). En consecuencia, están presentes evidentes ventajas de la agricultura, como se ha coincidido a lo largo de este texto. Empero, se destaca que aunque el capitalismo se basa en la generación de riqueza material (no confundir con valor), y esta proviene del hombre y de la Tierra (Crítica del Programa de Gotha), el capitalismo conduce a la destrucción del hombre y la Tierra (Marx I, 1974:424). En cuanto al primero, ya se establece un criterio para entender una economía ecológica, en relación al despilfarro de fuerza de trabajo que conduce a un acelerado desgaste de la misma y a su rápida dilapidación (Marx I, 1974:180). Así mismo, la eficiencia del capital se contrapone a la ineficiencia energética del obrero ya que no se repone la energía gastada (que llega a ser inconmensurable).

Se subraya que el capitalismo se funda en dos hechos fundamentales: su carácter antinatural (de la tierra y el hombre) y antihumano. Además  se parte de la disolución de la sociedad orgánica, la cual deberá restaurarse para resolver “el conflicto hombre-naturaleza” (Marx, 1966:83); todo ello bajo la acción de la masa del pueblo y el liderazgo del proletariado. Empero, se ha visto la insuficiencia de la lucha de clases, la cual es producto de las relaciones de producción. En este panorama, la educación para los trabajadores resulta fundamental, y sobre todo la difusión de una educación que incluya la técnica (en la misma Crítica del Programa de Gotha).

De esa forma, se define el comunismo no como la simple abolición de la propiedad privada sino como la libre asociación entre individuos plenamente desarrollados (Marx 1, 1975:345). Y  se establece que el futuro está en legar mejorada la tierra a las siguientes generaciones, anticipándose al Informe Brundtland, pero mostrando su superioridad al decir “legarla mejorada”. Lo anterior implica cuestionar si basta con dejarles recursos a las siguientes generaciones; esto es, se está legando la tierra pero herida. Y que los derechos de propiedad en realidad son independientes, contrario a la idea de Coase (Jiménez H., 1993:223) de que sin la redefinición de derechos de propiedad (privada) ocurre con la llamada “La tragedia de los comunes” (Harding,  en Ostrom, 2000).

Por lo tanto, el conflicto humano con la naturaleza implica que éste no  es  sólo la prolongación de la inversión sujeto-objeto que nace en la producción y se extiende a la esfera de la circulación y a la producción en su conjunto, sino tiene que ver con la sujeción de la naturaleza al hombre de una manera también invertida. Y de ahí entender que el hombre es parte de la historia de la tierra, la que estudia la Geognosis (Marx, 1966:97).

Los límites del antropocentrismo en Marx y Engels
"No debemos olvidar que esas pequeñas comunidades estaban contaminadas por las diferencias de casta y por la esclavitud, que sometían al hombre a circunstancias exteriores en lugar de hacerlo soberano de dichas circunstancias, que convirtieron su estado social que se desarrollaba por sí solo en un destino natural e inmutable, creando así un culto embrutecedor a la naturaleza, cuya degradación salta a la vista en el hecho de que el hombre, el soberano de la naturaleza, cayese de rodillas, adorando al mono Hanumán y a la vaca Sabala (…) Y sólo cuando una gran revolución social se apropie las conquistas de la época burguesa, el mercado mundial y las modernas fuerzas productivas, sometiéndolos al control común de los pueblos más avanzados, sólo entonces el progreso humano habrá dejado de parecerse a ese horrible ídolo pagano que sólo quería beber el néctar en el cráneo del sacrificado" (K. Marx, “La dominación británica en la India” y ”Futuros resultados de la dominación británica en la India”). 
"Se eleva a un nivel social tal que todas las sociedades anteriores aparecen como los desarrollos puramente locales de la humanidad y como una idolatría de la naturaleza. En efecto la naturaleza deviene un puro objeto para el hombre, una cosa útil. Ya no se le reconoce como una fuerza. La inteligencia teórica de las leyes naturales tiene todos los aspectos de la astucia que rata de someter la naturaleza a las necesidades humanas, ya sea como objeto de consumo, ya sea como medio de producción. El capital (…) arruina la exaltación de la naturaleza al mismo tiempo que las costumbres ancestrales (…) derriba todo ello, y está él mismo en revolución constante, rompiendo todas las trabas al desarrollo de las fuerzas productivas, a la expansión de las necesidades, a la diversidad de la producción, a la explotación y al cambio de todas las fuerzas naturales y espirituales" (Marx I, 1970:307). (Marx I, 1970:307). 
"Esta interdependencia debe desligarse primeramente en toda su pureza antes que se pueda pensar en una verdadera comunidad social: todas las condiciones deben derivarse de la sociedad y dejar de ser determinadas por la naturaleza" (Marx I, 1970:194).
Lo más destacable en la obra de Marx es que, como asienta en el prólogo al tomo I de El capital, el proceso que describe el origen, dinámica y disolución del capitalismo es un proceso histórico-natural. De esa forma, la evolución humana sólo tiene sentido cuando se enmarca en el curso de la historia del planeta. En este proceso social, el hombre se autoafirma y realiza sólo cuando somete a la naturaleza, ya que se contempla que en esta lucha surge el desarrollo de las fuerzas productivas atizado a la vez por la lucha de clases. Este sometimiento se entiende como comprensión científica (del funcionamiento de sus leyes.

Si miramos esas leyes, no en la perspectiva baconiana sino en la de la convivencia hombre-naturaleza, tampoco es necesario que el desenvolvimiento futuro del hombre siga montado sobre la potestad auto-inventada de someter a “todas las cosas” (Kant, 1973; Hegel; 1972:123), desde luego a partir de un mandato bíblico y ahora “científico”.

Y es verdad que en el mundo lo racional se presenta como irracional y a la inversa; esta inversión incluye trastocar el hecho de que el hombre se sienta superior a la naturaleza ya que, como sujeto, es parte del objeto, y esto lo reconoce Marx (Marx, 1966:78), lo que es contrario a la aseveración de Hegel en su Fenomenología del Espíritu (1971), donde el espíritu se encuentra por encima de la naturaleza.

Se trata, más que de someter, someterse a sí mismo y convivir sujetándose a las leyes de la naturaleza (entropía, etc.) voluntaria y conscientemente y, además, como un hecho que revela el avance de la ciencia en esta materia; ya que hoy es un paradigma cada vez más aceptado el servir y no ser voraz con el planeta. Esto significa que lo racional es el cuidado de la naturaleza no su depredación, lo racional imponerle a la naturaleza un fin humano (Lukács, 1965).

De la lucha contra la naturaleza[7] surgió la civilización [“la guerra es anterior a la paz”, decía Marx, 1974:134)], y del dominio absoluto sobre ella nacería el comunismo; aquí cabe también un cuidado de la tierra, pero siempre como una sombra del verdadero objetivo que identifica el progreso con un desarrollo de las fuerzas productivas al servicio del hombre y bajo el dominio de la naturaleza. Esto es, el eje de Marx y Engels, y de ahí al marxismo, es claramente antropocéntrico, no obstante que acepta sus impactos negativos, pero el comunismo sería un reforzamiento de éste. Obviamente, esta insuficiencia es explicada y compartida por la época en que vivió, y que, en cierta forma, continúa pues se mantiene la explotación del mundo humano y natural por el capital.

El hombre en su historia y la historia de la Tierra se han separado, pero por la fuerza de su movimiento interno vuelven a juntarse. Esto significa que llega a ser tanta la depredación que tal situación conduce a su superación mediante el fortalecimiento de su contrario, que es la ecología y el pensamiento ambiental.

De ahí que sea natural que de la crítica a Marx surja su recuperación positiva en cuanto al entendimiento del funcionamiento de las leyes del capitalismo en su fase actual, aunque bajo el amparo que brinda una nueva forma de pensamiento, que  rescata los aportes de la dialéctica hechos por Marx; esto es, sólo un momento de avance hacia el constructivismo socioambiental en base al método dialógico. Y, desde luego, rescatando la dialéctica de la afirmación que indica que la negación del capitalismo, fue el socialismo y la negación de ambos es una sociedad alternativa en la que “caben todos los mundos”, pero mediante un poderoso movimiento de reapropiación social centrado en el cese de la depredación tanto natural como humana y se inicie una adecuada combinación entre mercado y necesidad social, vía Estado, empresas y organizaciones sociales.

El acceso a una sociedad alterna, una postcivilización, debe reconocer las limitaciones del principio de la lucha de clases, al poner en segundo término la cooperación; justamente es al revés, ya que el centro es la cooperación al interior de la sociedad, y entre ésta y la naturaleza.

El conflicto hombre-natura (que Marx comparte con Malthus) se resuelve mediante la extinción del capital, mientras que Malthus lo atribuye a una causa natural: el crecimiento natal mayor que lo que permite la “avaricia de la naturaleza”. Y si bien esto último es falso, en última instancia es cierto que la humanidad no podría crecer ilimitadamente, aunque aumentan desde luego los límites naturales entendidos como resultado de un manejo científico de los recursos naturales. Lo anterior significa que la estabilidad de la población es hasta cierto punto independiente de la acumulación (así como de sus tasas naturales), y correspondería a una maduración de la especie que pasa de una evolución natural y cultural a una moral; en el entendido que para que ello sea posible se requiere un desarrollo que sea compatible entre el hombre y la naturaleza.

Lo anterior lleva a la reflexión central de la explicación del conflicto hombre- natura y a la necesidad de superar ese “secreto escondido” (Marx, 1966:83). Así, la solución estaría en el aforismo “humanización de la naturaleza y naturalización del hombre”. Sin embargo, la ecuación no es lineal porque no son equivalentes ni tienen el mismo peso. Es más, resultan ambas oraciones incompatibles entre sí. Puesto que la humanización de la naturaleza si bien lleva a lo contrario, que es la naturalización del hombre, el primer aserto es un concepto relegado al segundo. Esto es: el hecho de que el hombre ha logrado humanizar el mundo natural ha llevado a su degradación, por lo cual tiene claros límites no planteados por el autor (Heidegger, 1993). Y ello por no hablar de que la naturaleza es una “extensión del cuerpo humano”: que tiene aspecto positivo en términos del cuidado y respeto pero siempre bajo esa mirada de constituirse el hombre  a sí mismo como déspota (Passmore, 1997), como el aspecto negativo.

En otras palabras, humanizar la naturaleza está en contradicción con el naturalizar al hombre, aunque pueden ser compatibles al nivel de la micro naturaleza; es lo contrario al nivel de la macro naturaleza, en que lo macro subordina a lo micro. Ambos tópicos se separaron aunque ahora se vuelven a reunir bajo la mirada de una economía política ambiental. Finalmente, esa contraposición no encuentra una solución simbiótica y en continuidad con El capital, por lo que puede afirmarse que existen dos teorías sobre la naturaleza en Marx: 1. En la que el sujeto es parte del objeto; y 2: En la que prevalece el dominio (“científico”) de la naturaleza. De la primera surgió el antecedente del Informe Brundtland[8] y los Manuscritos económico-filosóficos,[9] de la segunda la subsunción de la naturaleza al capital, (o al plan) para alcanzar el socialismo.[10]

Conclusiones
"Pero, concretamente, ¿qué será riqueza una vez despojada de su forma burguesa todavía limitada? (…) será la dominación plenamente desarrollada del hombre sobre las fuerzas dela naturaleza, sobre la naturaleza propiamente dicha así como su propia naturaleza" (Marx I, 1970:372).
Las sociedades humanas constituyen un complejo de fenómenos y realidades que significan la acción de múltiples procesos que chocan y convergen mediante la creación de organizaciones que funcionan de manera que se apropien de ellas sus integrantes.

Las leyes de la sociedad suponen la interacción de la economía con todas las esferas de lo humano, entes que basados en economías no ecológicas conducen a ampliar la contradicción hombre-sociedad-natura. El análisis de las múltiples formas de la asociación de la sociedad-natura ha planteado distintas formas de socio-ecosistemas.

La separación hombre-natura en el pensamiento arranca desde los griegos y se desarrolla con el racionalismo, el liberalismo y el neoliberalismo (y marxismo). Todos ellos se unifican en el dominio de natura. Sólo Marx captó la esencia del capital como destrucción de la natura, aunque su teoría se confunde en el plano de lo posible no de lo real.

Esto significa que el determinismo económico en Marx tiene bien establecidos límites, sin embargo, mantiene la idea del dominio del hombre sobre la naturaleza, cosa que contradice lo establecido en los Manuscritos económico filosóficos en la crítica a Hegel y en ciertos pasajes de  “El capital”.

No obstante que Marx denuncia que la autovalorización del capital como ley absoluta de la civilización capitalista, y que aquél  socava sus bases al romper continuamente los límites que se presentan, considera que el capital no tiene límites naturales sino sociales, y que la explotación de la naturaleza es una herencia irrenunciable con la cual se posibilita cesar la explotación del hombre por el hombre. Por tanto rompe, pero no rompe, con la doble explotación que denuncia magistralmente en su obra. En ese caso, ello resulta de la reducida y limitada destrucción planetaria en su época, por lo que subraya el carácter positivo de la mundialización. Sin embargo, la premisa de alcanzar una nueva relación con la naturaleza, debe entenderse como el cese a su explotación universal y no en pensar que el dominio de aquélla es una precondición para construir el socialismo científico, como sostiene en los Grundrisse(Marx, II, 1970).

Pero un punto es necesario destacar para entender la profundidad de una doble visión de la relación del hombre con la naturalez,a ya que si bien el sujeto domina al objeto considerando a éste como medios de producción, ello no ocurre con la naturaleza ya que el sujeto es parte del objeto, como lo establece en su crítica a la “Fenomenología del espíritu” de Hegel (1971), por lo que, en la relación con el objeto se confunde si es una relación de dominio o de dependencia hacía él, en este caso la naturaleza (el sujeto pertenece al objeto).

Por último, la diferencia entre Marx y Engels es que Marx fue más congruente aunque ambiguo y Engels fue más coherente. Pero la visión del dominio de la naturaleza es compartida por ambos. Finalmente, Marx habla de legar mejorada la tierra (Marx 8, 1985:1048) a las siguientes generaciones, anticipadamente al Informe Brundtland, (1987) por lo que evidencia la actualidad de su pensamiento en este tema.

Notas

[1] Doctor en ciencias agrícolas, Departamento de Sociología Rural, Universidad Autónoma Chapingo, Correo E:gatocarr@hotmail.com
[2] También véase a Federico Engels en su Antidühring (1968, 280): “Termina la lucha por l existencia individual. Con esto el hombre se separa definitivamente, en cierto sentido, del reino animal y pasa de las condiciones de existencia animales a otras realmente humanas. El cerco de las condiciones de existencia que hasta ahora dominó a los hombres cae ahora bajo el dominio y el control de éstos, los cuales se hacen por primera vez conscientes y reales dueños de la naturaleza, porque y en la medida en que se hacen dueños de su propia asociación (…) es el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad.
[3] “cuando el trabajo no sea un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual según su capacidad; a cada cual  según sus necesidades” (Marx, 1972, 3: 15). Empero e esta cita se presenta una contradicción real o aparente con lo dicho en El capital en relación, a que la libertad está más allá del reino de la libertad.
[4] “Todo progreso realizado en la agricultura capitalista (…), es a la vez un paso en el agotamiento de las fuentes perennes que alimentan dicha fertilidad” (Marx I, 1974: 423).  Esto es, que no obstante que  reconoció el carácter destructivo del capital no creía que ello derivara en el trastocamiento  del supuesto de que antes de ello el socialismo lo impediría, por lo que las fuentes mencionadas no son perennes.
[5] Lo que se interpretaría como que es la parte más importante de la naturaleza.
[6]  Expresiones que planteó inicialmente Marx en su “Miseria de la filosofía” (1975).
[7] “Así como el salvaje debe bregar con la naturaleza para satisfacer sus necesidades, para conservar y reproducir su vida, también debe hacerlo el civilizado, y lo debe de hacer en todas las formas de sociedad y bajo todos los modos de producción posibles “ (Marx 8, 1985:1044).
[8] “Desde el punto de vista de una formación económico-social superior, la propiedad privada del planeta en manos de individuos aislados parecerá tan absurda como la propiedad privada de un hombre en manos de otro hombre. Ni siquiera toda una sociedad, una nación, oes más, todas las sociedades contemporáneas reunidas, son propietarias de la tierra. Sólo so sus poseedoras, sus usufructuarias y deben legarla mejorada como boni patres familias (buenos padres de familia) a las generaciones venideras” (Marx, 1985, 8: 987). Mientras que en Informe Brundlandt (Agenda 21, 1992) el desarrollo sustentable es legar la tierra pero no mejorada (en realidad herida).
[9] “(la naturaleza) apare ce como obra suya, como su realidad ( ) la naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre (…) la naturaleza es su cuerpo” (Marx, 1966: 67- 68).
[10] “No son las máquinas sino su empleo el causante de la explotación del obrero” (Marx I, 1971:355). Empero el socialismo impone un nuevo carácter a las fuerzas productivas (Bettelheim, 1979).

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