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El marxismo en la historia contemporánea

Karl Marx ✆ David Levine
1. La dialéctica                                                                                                                                      Miguel Manzanera

El materialismo histórico es una corriente del pensamiento contemporáneo que cuenta ya con más de 150 años de desarrollo.A lo largo de ese tiempo ha desplegado sus potencialidades, transitando vías y caminos que parecen divergir en abanico. Una expansión que se dirige en múltiples direcciones, explorando las posibilidades contenidas en la semilla que dio origen al movimiento, desenvolviendo sus diferentes aspectos hasta encontrar los límites y las constricciones, que establezcan el contenido de verdad objetiva en las ideas.  A esa forma de avance, multidireccional y polémica, le damos un nombre que heredamos de los antiguos griegos, la ‘dialéctica’.

La historia del espíritu humano es un despliegue de ideas y conceptos, que repite una pauta típica de los procesos naturales en su devenir temporal –por ejemplo, el despliegue del ser material a través de la dimensión espacial a partir del big-bang, o el desarrollo de las especies vivas en el medio terrestre desde las primeras células primitivas-.Esa forma típica de despliegue se produce además de los diferentes aspectos de la existencia humana –religiones, filosofías, ciencias, técnicas, etc.-, como un fractal que reproduce la misma estructura básica en distintos niveles de complejidad.  El materialismo histórico es un elemento de ese fractal que es el espíritu humano inserto en la historia cósmica de la naturaleza.

La legalidad que rige en cada uno de los diferentes aspectos de la naturaleza que podemos observar –en términos metafísicos se denominan ‘regiones ontológicas’-,varía completamente: leyes de la termodinámica para el mundo inerte de los procesos físico-químicos, ley de la evolución para los seres vivos, leyes de la  historia vigentes para la humanidad, leyes de la dialéctica para el pensamiento humano.  Sin embargo, debemos comprender esa legalidad a partir de su raíz común en el pensamiento humano, sin dejar de reconocer las enormes limitaciones que lo contienen.  El entendimiento es como un murciélago, decía Aristóteles en su Metafísica, ciego para la luz de la verdad.  Esas limitaciones solo pueden ser superadas compartiendo nuestras experiencias por la comunicación a través del lenguaje, es decir, la dialéctica.  La dialéctica es la transformación de la experiencia subjetiva en realidad objetiva, compartida, a través del diálogo.  Esa comunicación requiere la construcción de una identidad común entre los hablantes, como reconoció Hegel en su reflexión sobre el espíritu: dialéctica es identidad de la identidad y la diferencia.

La defensa de esa perspectiva –que plantea la profunda unidad del cosmos, captada a través de su forma inteligible-, es propia de las filosofías racionalistas entre las que se encuentra el pensamiento heredero de Carlos Marx y Federico Engels.  La lucha entre esta forma de pensar y las ideologías irracionalistas,que predominan en el medio cultural del capitalismo tardío, también forma parte de la lucha política entre las clases sociales.  La negación del contrato social que constituye la base de la sociedad, el compromiso moral con la justicia, es una actitud propia de las clases dominantes en la fase de decadencia del modo de producción. En consecuencia, el irracionalismo niega cualquier posibilidad de entendimiento profundo acerca de la realidad, liquida la realidad objetiva producida por la dialéctica de la identidad y abandona al sujeto a su propia interioridad narcisista. 

En la filosofía contemporánea, modelada por la crítica analítica de la comunicación, el debate aparece frecuentemente como una cuestión de uso lingüístico. Así, la palabra ‘dialéctica’tiene múltiples significados, que serán desgranados a lo largo de este ensayo;tantos que ha sido rechazada por numerosos filósofos de temperamento analítico, como un engendro sin sentido o como un método estéril. Peroel destino de los conceptos metafísicos es como el de la calderilla: estar insertos en la vida cotidiana de las gentes sin que nadie les preste demasiada atención.  Es el caso del verbo ‘ser’, el más metafísico de los conceptos, y al tiempo el más común y corriente de los verbos.El caso de la palabra ‘razón’, que da cuenta del compromiso cotidiano que cada ser humano asume por el mero hecho de existir.  O el concepto de ‘bien’, y su antitético ‘mal’, que nos informan de nuestros deberes y que tantas veces confundimos.  Al filósofo le parece interesante tomar como objeto de reflexión esas palabras, que son como comodines que sirven para todo, o casi todo, sin dejar de tener sentido. La utilidad de esa reflexión no aparecerá inmediatamente, pero no hay conquista del espíritu humano que no haya anclado su fortuna en esa aclaración básica de la comunicación humana.

Y sin bien la palabra ‘dialéctica’ no ha tenido el éxito cotidiano de esas otras mencionadas, no por ello deja de tener importancia en la perspectiva filosófica que estamos tratando.  Es una forma de la razón, si no es la razón misma.  La razón dialéctica en contraposición a la razón analítica; pero la lucha entre ambas es también dialéctica: se trata de integrar el análisis en una síntesis cada vez más amplia. Que nadie, pues, se moleste si hablamos de dialéctica;no es más que un nombre para la formaen que concebimos el despliegue del espíritu humano. O dicho de otro modo,es un nombre para la libertad, como aspiración a producir un mundo verdaderamente humano; o también, si se quiere prolongar la reflexión engelsiana de la naturaleza –pero esto ya sería una especulación metafísica perfectamente criticable-, otro nombre de la razón como pauta de desarrollo de los procesos cósmicos, entre los que contamos al propio espíritu humano.

2. La razón

La palabra latina ‘spiritus’ significa aliento, respiración; alude por tanto a la capacidad lingüística de la humanidad.  Con el tiempo vino a significar el alma personal, entendida como un resultado de la vivencia colectiva de las ideas, la cual se produce a través del lenguaje.  Pero se debe reconocer que lo que distingue a la persona es la autonomía para dirigir su conducta hacia fines propios: lo que cuenta para definir al ser humano es la práctica que realizan los sujetos sociales.  Por eso, lo que subyace al concepto moderno de espíritu –tal como fue expuesto por Hegel, depurado de todo misticismo-, es el trabajo humano sobre el mundo material de la naturaleza.  Y entonces, la descripción del espíritu humano debe ser producida desde la perspectiva del materialismo histórico.

Por tanto, debemos entender el espíritu como la razón, y no como el fantasma –el fantasma es el resultado de la percepción sensible sobre la mente humana-. Varias centenas de miles de años de historia muestran que el camino fundamental que transita nuestra especie en su evolución es la transformación del medio natural, adaptándolo a las expectativas vitales dela humanidad. Ese proceso se hace posible por la razón, y es lo que se debe entender por ‘espíritu’.  La realización de esas expectativas requiere el perfeccionamiento de la reflexión y la conciencia, como elementos fundamentales de la acción humana, de aquí que en numerosas ocasiones el adjetivo ‘espiritual’ se entienda en sentido restringido, como referido a esas cualidades anímicas o psíquicas de la humanidad. Pero lo esencial del proceso es la práctica de la humanidad sobre la naturaleza, como una relación entre el sujeto humano y el objeto natural.  Relación sujeto/objeto que puede entenderse también bajo la palabra dialéctica, como sucede entre los marxistas alemanes del siglo XX, donde espíritu representa al sujeto humano y materia al objeto natural que éste trabaja.

Con otras palabras, nuestra vía evolutiva como especie viva consiste en la humanización del mundo natural,a partir de la razón como instrumento de la sobrevivencia de la especie.  ‘Razón’tiene, por lo que llevamos visto, dos significados: a) esla cooperación en el trabajo, conseguida a través de la comunicación –esto es, razonabilidad-; y b) es también la instrumentalidad de la acción humana con vistas a los objetivos previstos –esto es, racionalidad-.  La razón es nuestra vía de evolución, y una vez que una especie ha elegido un camino evolutivo, no le queda otra posibilidad que recorrerlo entero hasta el final.Por eso, el enorme éxito de las filosofías irracionalistas en la cultura posmoderna indica una pulsión de muerte, que se traduce en el abandono de la civilización a las dinámicas de la entropía. Por eso,en estos momentos en los que la historia humana se proyecta hacia un futuro incierto y problemático, el marxismo como filosofía de la razón dialéctica, debe contribuir al conocimiento que la humanidad tiene de sí misma. Pero para empezar, debe dar cuenta de sí mismo: el materialismo histórico debe recibir una explicación en sus propios términos.

El materialismo histórico representa el racionalismo de la modernidad.  Por tanto, es dialéctico: una forma de pensar que intenta explicar racionalmente la realidad humana inscrita en el mundo natural;esa explicación es absolutamente necesaria para la sobrevivencia de nuestra especie en el siglo XXI –y aún del resto de las especies vivas de la Tierra-, y debe constituir el fundamento para el desarrollo ulterior de las potencialidades humanas.Sobre esas bases filosóficas, se trata de construir una ciencia social que sea un instrumento útil para organizar la cooperación humana, en orden a intervenir consistentemente en el mundo natural.  La creación de una economía justa y sostenible para el siglo XXI, nos remite a la tarea de construir una ciencia fundada en la razonabilidad de la especie, y que al mismo tiempo sea racional, en el sentido de proporcionarnos los medios adecuados a los objetivos propuestos.

Desde ese punto de vista, la ortodoxia en el marxismo es el método de trabajo intelectual, cuyo objetivo es establecer el programa ilustrado para la emancipación del género humano.  El método dialéctico es histórico, y el resultado de su trabajo es político.Ese método tiene un aspecto teórico, en la construcción de una ciencia social que resuma y desarrolle la experiencia de las clases trabajadoras de la sociedad. Y tiene un aspecto práctico en la filosofía que expone las aspiraciones y valores de esas mismas clases. El materialismo histórico se constituye como una elaboración de la historia, que articula la ciencia social–el paradigma científico en el estudio de las sociedades humanas-, con la reflexión filosófica que expone los ideales racionales de la humanidad emancipada, dueña de su destino.Reúne en una síntesis dialéctica el materialismo histórico o científico –que resume la experiencia pasada de la humanidad estableciendo las leyes de la historia-, con los valores e ideales latentes en las clases subalternas que aspiran a su emancipación.  Por eso es también y al mismo tiempo, materialismo dialéctico.

3. El marxismo en su historia

El marxismo ha enraizado en la cultura contemporánea, constituyendo una de sus principales fuerzas motoras. Millones de personas han vivido inmersas en esas ideas, han comprendido el mundo desde ellas, han luchado moralmente por realizarlas y han amado los ideales que ellas representan. Es la forma moderna de ser religioso, venerando la humanidad e idealizando la historia. Ha inspirado sectas, partidos, movimientos sociales, Estados, confederaciones de Estados,… Ha desarrollado el movimiento ilustrado después del fracaso de la Ilustración; descubrió las leyes del progreso humano, para concebir un destino racional dela humanidad. Sin embargo, ha fallado a la hora de establecer los medios para conseguir un mundo más justo, y esa constatación debe ser el fundamento para una reflexión autocrítica, que nos devuelva una ciencia social para la emancipación.

La historia que el materialismo histórico nos muestra, consiste en el desarrollo de las fuerzas productivas a través de los modos de producción.Ese despliegue extraordinario de la especie nos ha traído el dominio completo del medio terrestre, y un conocimiento extraordinario sobre el mundo natural. Pero dos obstáculos se presentan ante el futuro de la humanidad: a) la destrucción del planeta Tierra por el capitalismo pone en cuestión la sobrevivencia de nuestra especie; b) no se debe ocultar que ese progreso ha dejado tras de sí incontables millones de víctimas, que vieron destruidas sus esperanzas de una vida mejor, o simplemente digna de ser vivida.  Seguramente ambos se encuentran relacionados a partir de un defecto en la sensibilidad moral de la civilización contemporánea.Es éste un problema fundamental que se le plantea a las personas conscientes y que el marxismo intenta responder –como cualquier religión en el pasado-.  La intuición fundamental de que la sociedad no puede funcionar sin un mínimo de justicia y reciprocidad entre los seres humanos, choca con esa experiencia amarga del progreso como fuente de sufrimiento y dolor para los seres humanos.  Y como consecuencia, la fruición con que la cultura contemporánea se lanza a la conquista del futuro, es suicida; lo es por liquidar la conciencia de la explotación y la injusticia en el presente, del mismo modo que ha anulado la memoria de las injusticias pasadas.  El olvido de la injusticia se cobra su deuda, presentándonos perspectiva de un futuro monstruoso y aterrador del que ningún ser humano podrá librarse: el colapso ecológico del planeta Tierra.

Ese pecado del moderno culto al progreso, ha contaminado también a numerosos seguidores de Marx, que malinterpretando su filosofía, intentaron racionalizar la injusticia presente en nombre del futuro idealizado: la socialdemocracia, el estalinismo, el desarrollismo estatalista, etc.  La concepción determinista de la historia, haciendo hincapié en los factores objetivos y las inercias de la historia, consideró inevitables las tragedias del desarrollo histórico.  Por el otro lado, el voluntarismo idealista ha sido uno de los errores más frecuentes entre los militantes de los partidos comunistas, que quisieron forzar la marcha de los acontecimientos para alcanzar el socialismo lo más rápidamente posible, sin importar los costes humanos de esa operación.

Un repaso de lo que ha sido el marxismo a lo largo de estas décadas pasadas nos puede servir para reorientarnos en las tareas futuras. Para escribir esa breve historia de éxitos y fracasos, de aciertos y errores, empiezo con la mención de aquellas intelectuales que desarrollaron la teoría y destacaron en la dirección del movimiento, el pensamiento marxista. Sólo nombraré los más significativos, para situarnos dentro de un panorama general.

Utilizando una tesis presente en la sociología positivista –y siguiendo una clasificación cara a Manuel Sacristán-, contemplaré la tradición marxista a través de las sucesivas generaciones de autores, vinculados a un método de pensamiento que debe encontrarse inserto en una práctica política en pos de la justicia.Esas generaciones no se producen a intervalos fijos de años, sino como consecuencia de los acontecimientos históricos; no obstante, se ha considerado que una generación se produce cada 30 años, y teniendo el materialismo histórico un recorrido de siglo y medio,desde su nacimiento hasta la actualidad, podremos distinguir cinco generaciones de marxistas.
3.1. Los fundadores
Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895), junto con sus amigos y colaboradores que crearon la I Internacional, y participaron en las luchas políticas del siglo XIX europeo,fueron testigos dela formación del movimiento obrero autónomo, y participaron en lucha contra el orden social capitalista que nació tras el ascenso de la burguesía al poder político durante aquel siglo. Marx y Engels provenían de la izquierda hegeliana, un grupo de intelectuales alemanes que aspiraban a utilizar los esquemas dialécticos de Hegel como instrumentos para la comprensión revolucionaria de la realidad. El autor más influyente de esa corriente fue, Ludwig Feuerbach, y la huella de su pensamiento es perceptible en las ideas filosóficas de Marx: los ideales racionales no pueden quedarse más allá, fuera del mundo en el plano ideológico, deben poderse realizar por la práctica humana en el mundo natural.

Marx y Engels participaron en la creación de importantes grupos de activistas políticos y cuadros del movimiento obrero, con el objetivo de asentar una perspectiva racional para la transformación social.  Formaron parte de la Liga de los Comunistas,fundada para afrontar la revolución de 1848.Más tarde, con Mijaíl Bakunin y otros dirigentes políticos del movimiento obrero, crearon la I Internacional (1864-1876), vigente en los años de la Comuna de París –el primer Estado nacido de la revolución proletaria-. Las polémicas entre ellos provocaron la escisión de la Internacional en dos sectores divergentes –comunistas y anarquistas-, y finalmente se disolvió. Tras años de debates con el sindicalista alemán Ferdinand Lasalle y otros miembros de diferentes movimientos sindicales europeos, finalmente se constituyó la II Internacional en 1889, cuando Marx ya había muerto.

La aportación de Marx y Engels a ese desarrollo consistió en poner las bases para una teoría social, que permitiera al movimiento obrero efectuar una práctica política racional, en la creación de una nueva sociedad que aboliera la injusticia y la explotación.El Capital constituye una obra clásica, un estudio que funda la ciencia social contemporánea.  La creación de esa teoría, el materialismo histórico, fue una hazaña intelectual de primera magnitud. Como señala Antonio Gramsci, la tarea de Marx consistió en construir una nueva síntesis intelectual, que recogía los diferentes aspectos de la filosofía y la ciencia del siglo XIX. Esos componentes del marxismo fueron más tarde expuestos por Vladimir Lenin en un ensayo magistral, Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo: la filosofía alemana, la práctica política francesa y la economía inglesa. Lo que así nació, fue una potente ciencia social al servicio de la emancipación del género humano, que impulsaba la transformación histórica apoyándose en la lucha de los trabajadores contra la alienación.
3.2. La socialdemocracia
Esa teoría social se expandió rápidamente y sus difusores formaron la segunda generación de marxistas, que desarrollaron y popularizaron sus ideas.El marxismo es una ciencia, que no se desarrolla en el ambiente académico, sino en las luchas políticas que acontecen en la sociedad; para desarrollarse necesita ser radicalmente crítica, apoyándose en una reflexión que apela a la conciencia obrera y a los valores racionales de la humanidad. Al mismo tiempo que perfeccionaba su análisis de la realidad histórica, a través de numerosos estudios particulares que permitían afinar la teoría inicial, se encarnaba en las masas trabajadoras de la sociedad capitalista, combinándose con el tejido institucional de las asociaciones populares creadas espontáneamente en la lucha de clases.

Como la revolución burguesa había creado los Estados nacionales en Europa, el movimiento obrero naciente tuvo que adaptarse a ese marco social. A través de las secciones nacionales,la socialdemocracia clásica y los partidos socialistas de la II Internacional se adaptaron al orden capitalista existente; bajo la influencia de esas organizaciones la teoría marxista fue asimilada por las clases trabajadoras, contaminándose del progresismo burgués y el desarrollismo capitalista.El movimiento obrero practicaba una política reformista bajo la idea de progreso paulatino de la humanidad, que armonizaba con la herencia ilustrada del siglo XVIII.

Entre los sucesores de segunda generación, podemos destacar al yerno de Marx,el cubano francés Paul Lafargue (1842-1911), quien escribió El derecho a la pereza, como respuesta a la explotación de los trabajadores por la clase dominante. AugustBebel (1840-1913), dio forma a la socialdemocracia alemana, como partido legítimo dentro del orden constitucional, concibiendo la historia en Socialismo evolucionario como un lento desarrollo progresivo. Karl Kautsky (1854-1938),de cultura alemana aunque nacido en Praga,analizó las contradicciones del capitalismo en su fase imperialista, y pronosticó sus dificultades de desarrollo y su decadencia a lo largo del siglo XX, elaborando en La revolución social una teoría del cambio social que fue rechazada por Lenin.El italiano Antonio Labriola (1843-1904),Socialismo y filosofía, entendió el marxismo como filosofía de la práctica, un conjunto de conocimientos sociales que sirven para orientar la conducta moral de la ciudadanía. Gueorgui Plejánov (1856-1918), se enfrentó a la autocracia rusa, participó en la fundación y desarrollo del partido socialdemócrata ruso, y colaboró con Lenin en la formación del partido bolchevique.  Como teórico marxista escribió La concepción materialista de la historia.

Esa fase histórica terminó con la I Guerra Mundial. El programa socialdemócrata preveía renunciar a la guerra como instrumento de la política internacional, pero los partidos acabaron aceptando el conflicto bélico provocado por el imperialismo capitalista. La adaptación del movimiento obrero al entorno capitalista en el que se desarrollaba, quebró los intentos de crear una identidad diferenciada de la clase subalterna, fundada en la conquista del socialismo; y así los trabajadores perdieron también su autonomía como clase, propuesta por la teoría marxista.A largo plazo, eso significó el abandono del marxismo por la socialdemocracia en el siglo XX.  El marxismo fue desarrollado por los sectores de obreros e intelectuales que rompieron con ésta,pasando a convertirse en una ideología revolucionaria con la siguiente generación de marxistas.
3.3. La generación revolucionaria
La labor de propaganda y formación, realizada por la socialdemocracia,preparó la ruptura revolucionaria, cuando se declaró a principios del siglo XX la crisis de la economía liberal,anunciada por Marx en su análisis del capitalismo.Si bien los marxistas de la segunda generación lo habían previsto, se echaron atrás ante el desafío de construir el nuevo modo de producción socialista.  La concepción evolucionista de la historia obstaculizó la cristalización de una conciencia revolucionaria. Fueron los más jóvenes quienes dieron ese paso: la tercera generación de marxistas vino nutrida por aquellos dirigentes políticos del proletariado, que quisieron superar el capitalismo y orientar la historia en dirección hacia el socialismo. La III Internacional sustituyó a la II, como organización del movimiento obrero mundial, impulsando la lucha política contra el imperialismo comandado por la burguesía financiera europea.

Vladimir Illich Lenin (1870-1924) fue el más importante teórico de este momento histórico, y sus ideas alcanzaron una enorme difusión mundial; ¿Qué hacer?, pone las bases para una teoría del partido obrero como instrumento de la revolución;El imperialismo fase superior del capitalismo, analiza la fase histórica de las revoluciones en la primera mitad del siglo XX. El marxismo había estado fermentando en las luchas obreras a lo largo de medio siglo, pero la revolución rusa dirigida por Lenin en octubre de 1917, fue el primer acontecimiento histórico planeado y realizado en su integridad a partir de la teoría marxista de la historia; constituyó la plasmación de las tesis de Marx y Engels y la culminación de la primera fase del proceso de crecimiento y desarrollo del movimiento socialista.

Las tesis de Lenin en El Estado y la revolución, heredero intelectual de Kautski y Plejánov, estaban contaminadas por el ambiente revolucionario de la sociedad rusa a comienzos del siglo XX, con importantes influencias populistas y anarquistas: la dictadura del proletariado es un proceso de destrucción del Estado. Esa actitud revolucionaria, provocada por la masacre de la guerra mundial, prendió en una pléyade de intelectuales de izquierda. En la interpretación que hizo Gyorgy Lukács (1885-1971)de la lucha revolucionaria –Historia y conciencia de clase- puede comprenderse la importante dosis de idealismo voluntarista que esa toma de posición conllevaba. Lo mismo puede decirse de los textos de Antonio Gramsci (1891-1937) –La revolución contra El Capital-.

La revolución rusa impulsó la liberación de las mujeres, que adhirieron la teoría marxista, aplicándola al problema feminista como un caso especial de opresión social.  Entre las revolucionarias feministas destacaron la rusa Alejandra Kollontai(1872-1952),Las relaciones sexuales y la lucha de clases, la alemana Clara Zetkin (1857-1933) con Lenin sobre la cuestión femenina, y la inglesa Silvia Pankhurst (1882-1960), Historia del movimiento de mujeres sufragistas.

Después del fracaso de la revolución alemana, dirigida por Rosa Luxemburgo (1871-1919) -¿Reforma o revolución?-, se planteó con toda crudeza el camino a seguir por el movimiento obrero.  Es importante subrayar que Lenin concibió la revolución rusa como la preparación para la revolución alemana; lo que resultaba consecuente con la previsión inicial de la teoría marxista,según la cual la revolución socialista llegaría en un país desarrollado con una clase obrera fuerte y combativa.  De modo que, cuando el movimiento obrero comenzó a refluir tras fracasar el intento de extender la revolución por toda Europa, Lenin planteó la NEP (Nueva Política Económica), que restablecía las formas económicas mercantiles, aunque con fuertes controles estatales. A la muerte de Lenin, Nicolai Bujarin (1888-1938) pretendió continuar esa línea de desarrollo; sin embargo, otros miembros destacados del partido, principalmente León Trotski (1879-1940) y Iósif Stalin (1878-1953), propusieron acelerar el desarrollo hacia el socialismo. Las diferencias entre ellos escindieron de nuevo el movimiento obrero: el primero proponía dirigir todas las energías en la construcción del movimiento revolucionario internacional, pero la correlación de fuerzas presente en la coyuntura histórica se presentaba muy adversa,porque la derecha más extrema estaba ganando fuerzas;el segundo propuso la teoría del socialismo en un solo país, sin contar con la inmadurez del desarrollo de las fuerzas productivas en Rusia.El enorme esfuerzo por la industrialización en Rusia, se tradujo en una deformación autoritaria y burocrática del Estado soviético, que acabó siendo inservible para el avance hacia el socialismo.  La crítica de ese desarrollo y la búsqueda de una línea de acción diferente fueron elaboradas por Palmiro Togliatti (1893-1964), fundador y dirigente del Partido Comunista Italiano.

La interpretación leninista del movimiento revolucionario se transformó así en una doctrina sobre la soberanía nacional, y la necesidad de enfrentar el imperialismo de los países capitalistas avanzados por los pueblos periféricos;el Estado obrero era necesario, porque la burguesía dominante de carácter mercantil, se subordinaba a los intereses del capitalismo internacional. Por ello, el marxismo leninismo fue aceptado entre los intelectuales de los pueblos colonizados, que aspiraban a la independencia nacional respecto de los imperios europeos. Como las metrópolis no avanzaron hacia el socialismo –incluso en Europa se retrocedió hacia políticas extremamente reaccionarias-, el leninismo se convirtió en el instrumento para la emancipación de las culturas oprimidas en las naciones colonizadas de Asia, África y América.  El catalán Andreu Nin (1892-1937), secretario de la III Internacional, fundó los partidos comunistas en el ámbito americano, y José Carlos Mariátegui (1894-1930), con sus 7 ensayos sobre la realidad peruana, es considerado como el teórico más destacado en ese continente, adaptando el marxismo a las peculiaridades históricas y culturales de los pueblos amerindios. En Asia fue Nicolai Bujarin el encargado de expandir la Internacional,influyendo en el Partido Comunista Chino dirigido por Mao Zedong (1893-1976).La fundación de la República Popular China –hoy en día en vías de constituirse como la potencia hegemónica del siglo XXI-, constituye el acontecimiento histórico con mayor relevancia desde el punto de vista de la construcción del socialismo. DengXiaoping(1904-1997) orientó el desarrollo económico chino combinando la planificación estatal con el dinamismo del mercado, siguiendo las indicaciones de la NEP diseñada por Lenin y desarrollada por Bujarin.
3.4. Del optimismo a la autocrítica
La cuarta generación vivió el triunfo de los partidos comunistas tras la Segunda Guerra Mundial –en la que el ejército soviético jugó un papel decisivo y los partidos comunistas nutrieron las fuerzas de la resistencia antifascista-;pero más adelante tuvieron que constatar su incapacidad para gestionar esa victoria.  Esa realidad condicionó que buena parte de los marxistas de la segunda mitad del siglo XX, se distingan por su carácter autocrítico. Por un lado, la victoria de las fuerzas aliadas en el conflicto bélico dio un enorme impulso a la teoría marxista. La prolongación de los procesos revolucionarios en los países colonizados, produjo una pléyade de dirigentes que hicieron posible la lucha antimperialista: Ernesto Che Guevara (1928-1967) y Fidel Castro (1926-) en Cuba, Ho-Chi-Min (1890-1969) y VoNguyenGiap(1911-2013) en Vietnam, Nelson Mandela (1918-2013), SamoraMachel (1933-1986) y Agostinho Neto (1922-1979) en África, etc. El marxismo en su versión leninista se convirtió en el principal instrumento intelectual en la lucha a favor de la descolonización, y al mismo tiempo se adaptaba a las peculiaridades culturales de las naciones descolonizadas.

Sin embargo, las dificultades en la construcción del socialismo, y los enormes esfuerzos humanos vanamente empleados en conseguirlo, dieron origen a una tensión autocrítica en busca de la renovación teórica y práctica.La década de los 70 marcó el final de la fase de ascenso de la influencia comunista, tras el fracaso de dos procesos revolucionarios que constituyeron la clave política de esta fase de la historia europea: el Mayo 68–la mayor huelga obrera en la historia de Francia-, y la Primavera de Praga en Checoslovaquia –el intento de recuperar el leninismo tras años de dogmatismo ortodoxo impuesto por la Unión Soviética-.
En los países capitalistas más desarrollados, donde la revolución proletaria quedaba eliminada de las perspectivas sociales, la parte principal del movimiento obrero apostó por una forma económica que combinaba la acción del Estado con la economía de mercado, alcanzando importantes cuotas de desarrollo social.  Se adoptaron entonces planteamientos que aceptaban un capitalismo reformado por la planificación política, apoyándose en la teoría económica de Keynes. Esa realidad hizo evidente la necesidad de adaptar el marxismo a las nuevas coyunturas históricas, superando el dogmatismo que caracterizó a la ortodoxia soviética. Esa adaptación se hizo en dos direcciones: el desarrollo científico –la comprobación de la teoría a partir de los nuevos hechos históricos-, y el avance social –la reconstrucción del movimiento obrero y la sociedad civil republicana-.

El trotskista alemán Ernest Mandel (1923-1995) –El capitalismo tardío- estudió los procesos del desarrollo capitalista en el siglo XX, que consiguieron mantener la extracción de plusvalía incrementando la productividad industrial gracias a la revolución informática. En los países socialistas, el checo RodovanRichta (1924-1983) –editor de La civilización en la encrucijada- estudió las implicaciones de ese progreso tecno-científico, gracias al cual el capitalismo pudo sobrevivir a su crisis. Ambos se opusieron a la política represiva de la U.R.S.S. y la deformación del marxismo por la ortodoxia.  La constatación de que el capitalismo conseguía superar su crisis de desarrollo, mientras que el socialismo retrocedía, llevó a un replanteamiento de los problemas teóricos. La crítica marxista se dirigió en dos direcciones: contra el capitalismo avanzado y contra el socialismo deformado.La escuela de Frankfurt, inspirándose en Walter Benjamin (1892-1940) –Tesis de la filosofía de la historia-, realizó la crítica del progreso tecnológico capitalista, que anulaba la conciencia personal en las sociedades avanzadas. Otro miembro de ésta, Herbert Marcuse (1898-1979) –El marxismo soviético-, mostró la incapacidad del marxismo dogmático soviético para realizar un desarrollo humano de las fuerzas productivas.

Entre los numerosos intelectuales que adoptaron ese marxismo autocrítico, la filósofa húngara Agnés Heller (1929-)–Historia y vida cotidiana- estableció una teoría de los valores,el francés Louis Althusser (1918-1990) –Leer El Capital- estudió la estructura teórica del marxismo como ciencia social, y el italiano Valentino Gerratana (1919-2000)–Ricerchedi storia del marxismo- profundizó sobre el historicismo marxista.Los historiadores ingleses adoptaron el marxismo como instrumento para la interpretación de la historia, destacando Edward Palmer Thompson (1924-1993) –La formación de la clase obrera en Inglaterra-desde el socialismo humanista, así como el científico John Desmond Bernal (1901-1971) –La función social de la ciencia-, quien comenzó a trabajar en la sociología de la ciencia. Una importante influencia fue ejercida por el filósofo existencialista francés Jean-Paul Sartre (1905-1980), con su Crítica de la razón dialéctica.

Si bien continuaron produciéndose procesos revolucionarios menores en los países colonizados, el progreso hacia el socialismo quedó estancado en el último tercio del siglo XX; se incrementó la contraofensiva imperialista contra nuevos y antiguos Estados independientes, y la tesis estalinista del socialismo en un solo país quedó desprestigiada por el autoritarismo soviético. El imperialismo adoptó la técnica del golpe de Estado para liquidar los procesos políticos de avance hacia el socialismo; la intervención militar contra la democracia en América Latina significó la destrucción de las posibilidades de desarrollo hacia el socialismo durante décadas. 

Se desvaneció la ilusión de un avance rápido hacia el nuevo modo de producción, a través de una dictadura férrea de la sociedad por el Estado obrero inspirado en la ciencia social marxista. De ahí que se propusiera apoyar la actividad autónoma de las masas, a través de los movimientos sociales espontáneos de la sociedad contemporánea. La actividad revolucionaria vino a apoyarse en la movilización de la sociedad civil ante las contradicciones del capitalismo. En primer lugar, se desarrolló un fuerte movimiento pacifista en la lucha contra la proliferación nuclear. En segundo lugar, el feminismo en desarrollo desde el siglo XIX aportó nuevos instrumentos teóricos para pensar la explotación y la alienación en las sociedades humanas.Y entre las feministas de izquierdas con vinculaciones al movimiento comunista, podemos destacar a Simone de Beauvoir (1908-1986) en Francia con un estudio fundador de la teoría feminista, El segundo sexo.  En tercero, desde el Informe del Club de Roma en 1971, se detectaron los nuevos problemas medioambientales que creaba el desarrollo industrial del capitalismo, generando una corriente de pensamiento ecosocialista, entre cuyos pensadores marxistas más destacados cuentan los alemanes Rudolf Bahro (1935-1997) y Wolfgang Harich(1923-1995) –Comunismo sin crecimiento-, el americano Barry Commoner (1917-2012), y el español Manuel Sacristán (1925-1985) –Sobre Marx y marxismo-.  En esa misma línea, el dirigente del PCI Enrico Berlinguer (1922-1984), tal vez bajo la intuición de la importancia de la crisis ecológica y la incompatibilidad del consumo capitalista con la sostenibilidad ambiental, propuso una política económica alternativa en su breve ensayo Sobre la austeridad.
3.5. Volver a empezar
Los resultados de la lucha política por el socialismo en el siglo pasado no pueden considerarse completamente satisfactorios. El capitalismo ha salido fortalecido tras el final de la U.R.S.S., adoptándose un modelo mixto de Estado y mercado, en aquellas naciones donde la ciencia social marxista sigue aplicándose para organizar la sociedad. Sin embargo, es precisamente ahora, en el momento de su triunfo, cuando el modo de producción capitalista muestra sus enormes debilidades, con una profunda crisis económica que está generando una tensión bélica de grandes dimensiones. La hegemonía mundial está trasladándose hacia la República Popular China, donde el Estado se vertebra alrededor del Partido Comunista Chino. Y es este hecho el que permite pensar que un nuevo orden civilizatorio está abriéndose paso tras el predominio del capitalismo liberal y los 500 años de imperialismo europeo.

La quinta generación marxistas intentará repensar los postulados teóricos a la luz de la experiencia histórica, y tomando en cuenta los desarrollos de la ciencia social académica en las universidades de los países avanzados.Son científicos renovadores que han aportado sugerentes perspectivas teóricas que comienzan a dar fruto.Por un lado, el marxismo analítico de John Roemer (1945-) –Teoría general de la explotación y las clases- y John Elster(1940-) –La explicación del comportamiento social-, intenta entender los postulados marxistas desde la teoría de juegos.Por otro, el egipcio Samir Amin (1931-) –¿Primaveras árabes? El árabe mundo en la larga duración- ha incorporado al marxismo la perspectiva de una civilización periférica como es la del Mediterráneo oriental. En otra dirección, Marta Harnecker (1937-),Los conceptos elementales del materialismo histórico,James Petras (1937-), Las dos caras del imperialismo,y Heinz Dieterich (1943-), Crisis en las ciencias sociales, han impulsado una nueva corriente de pensamiento en América denominada ‘socialismo del siglo XXI’, que intenta reforzar el papel de la sociedad civil en la solución de los problemas políticos. Entre los ecosocialistas cuentan Michael Löwy (1938-), Ecosocialismo: la alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista, y Jorge Riechmann (1962-), El socialismo puede llegar solo en bicicleta.

El feminismo se dividió en dos sectores, primero, feminismo de la igualdad que seguía la investigación de Simone de Beauvoir, defendido por Celia Amorós (1944-) en El caballero de la subjetividad, y el feminismo de la diferencia, defendido por las feministas italianas ligadas al PCI, como Silvia Vegetti con suEl niño de la noche.  Posteriormente el feminismo ha dado a numerosas corrientes, algunas de las cuales permanecen ligadas al marxismo.  Entre las representantes del feminismo marxistaLidia Falcón (1935-), autora de la Razón feminista, ha jugado un importante papel en España. En las últimas décadas ha aparecido una pléyade de jóvenes intelectuales, que subrayan el carácter patriarcal del capitalismo y la necesidad del nuevo modo de producción socialista para superar la opresión de las mujeres. Entre las producciones más importantes cuentan Calibán y la bruja de Silvia Federici (1942-), que ha señalado las represión de la cultura feminista por la sociedad a través de la demonización de los contenidos. Y La creación del patriarcado de Gerda Lerder (1920-2013), donde se estudia el origen de la dominación masculina en la sociedad.

4. ¿En qué punto de la historia nos encontramos?

A modo de balance del siglo y medio de historia, podemos señalar que el marxismo ha tenido una influencia fundamental en los acontecimientos del siglo XX. Como teoría social y política con enorme repercusión entre los trabajadores y las clases populares, ha impregnado con sus ideas la cultura mundial, aunque todavía no ha sido capaz de alcanzar sus objetivos de avanzar hacia el socialismo, como nuevo modo de producción encaminado hacia un horizonte comunista.  Se han realizado importantes avances y tanteos, sobre el camino a seguir, y una gran parte de la humanidad asume hoy en día el horizonte socialista como la meta de los esfuerzos históricos por mejorar nuestra condición sobre la tierra. En consecuencia, la causa del fracaso de las perspectivas de un rápido avance hacia el nuevo modo de producción,habrían de buscarse en la inmadurez de los factores que hacen posible la nueva sociedad socialista.  En ese sentido, Marx se equivocó al pensar que el socialismo se establecería en las sociedades capitalistas más desarrolladas, por causa de la irracionalidad de este modo de producción.  Ese error de Marx deriva de una excesiva confianza en la razón humana y del optimismo ilustrado y progresista, que predominaba en los ambientes intelectuales del siglo XIX.  Por el contrario, cada día parece más plausible que el socialismo se desarrolle en las culturas que han formado la periferia del capitalismo en los últimos siglos.

La causa de ello debe buscarse en las dinámicas históricas, determinadas por el desarrollo de las fuerzas productivas y las luchas de clase. El imperialismo europeo ha dominado la historia mundial, gracias a la eficacia del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas; y la superación de esta fase de la historia humana, requiere la constitución de un modo de producción que aventaje la racionalidad capitalista.  La revolución tecnológica que ha impulsado el capitalismo a lo largo del siglo XX, ha sido la razón más decisiva de su perduración, derrotando los intentos de liquidar el liberalismo mediante las revoluciones proletarias, y eliminando las limitaciones políticas establecidas por la lucha reformista de los trabajadores.  A lo que se debe añadir una segunda causa en la resistencia violenta de las clases dominantes, manifestada en la política fascista y militarista que caracteriza al imperialismo.

De ahí que los principales avances históricos inspirados en el materialismo histórico se hayan malogrado: a) los países que hicieron revoluciones de intención socialista, o bien ha vuelto al capitalismo liberal, o han acabado en un capitalismo de Estado;b) el reformismo inspirado por el marxismo consiguió grandes logros tras la segunda guerra mundial con el Estado del Bienestar (control del mercado por el Estado), pero ha sido desmantelado por el neoliberalismo en el proceso de la globalización económica; c) el sistema imperialista ha conseguido imponer la explotación capitalista del planeta Tierra, con consecuencias nefastas para la vida y la sociedad por causa del desastre ambiental y ecológico que provoca. 
4.1. El problema ecológico
Hay muchos factores que nos muestran que el capitalismo es un sistema obsoleto y decadente. El más importante consiste en que el actual desarrollo capitalista está creando las posibilidades para una autodestrucción de la especie humana, en medio de una crisis ecológica que podría llegar a alcanzar dimensiones inimaginables. Los factores que conducen a ese desastre trágico se desarrollan a través de la incapacidad del sistema mercantil para establecer un orden racional en la producción económica. De ese modo, las amenazas se multiplican, y entre las causas del previsible desastre cuentan, como más significativas, la desaparición de los ecosistemas naturales con la extinción de miles de especies vivas, el despilfarro de los recursos escasos, la contaminación industrial de la corteza terrestre provocada por el despilfarro de los recursos escasos del planeta a través del consumo excesivo, la creación de una maquinaria bélica capaz de liquidar a la especie humana junto con la biosfera,…Las advertencias sobre los problemas ecológicos datan de 1970, cuando se publicó el Informe del Club de Roma;sin embargo, cayeron en saco roto: desde entonces los problemas ecológicos no han dejado de crecer y en los últimos 40 años se ha creado una economía completamente insostenible.

El desarrollo capitalista de las fuerzas productivas en las últimas décadas choca frontalmente con las formas de la vida en la Tierra. Ello se debe a que esas fuerzas productivas son en buena medida fuerzas destructivas. El marxismo ha explicado bajo el concepto de alienación, esa conversión del trabajo en una fuerza para la destrucción, que acaba volviéndose en contra de la propia especie humana. La profunda alienación del modo de producción capitalista, que plantea la necesidad de superarlo, se hará patente a lo largo del siglo XXI.  La planificación democrática de la economía deberá sustituir la producción mercantil, basada en la búsqueda de beneficio privado por encima de los derechos humanos y de los valores ambientales.Si hasta ahora la humanidad no ha sido capaz de superar el liberalismo, la necesidad histórica más acuciante creará la motivación racional para hacerlo. Y entonces la experiencia acumulada por las luchas pasadas deberá servirnos de base para construir el programa de la emancipación humana.
 Según el análisis que Manuel Sacristán hizo en los años 70-80 del último siglo, el error del marxismo consistió en ser excesivamente optimista, acerca de las capacidades humanas para transformar el mundo en sentido racional. Ese optimismo proviene de la burguesía ilustrada y la revolución liberal; los éxitos científicos y tecnológicos, el enorme crecimiento de las fuerzas productivas en los últimos siglos, contaminaron las expectativas de los revolucionarios: se quería hacer lo mismo que los capitalistas, pero mejor. En cambio, el socialismo debe consistir en hacer otra cosa diferente y vivir de otro modo.
4.2. La crisis del imperialismo liberal
En las últimas tres décadas el imperialismo ha impuesto el modelo liberal, fundado en el mercado como principal institución económica, considerado como un agente racional de la actividad económica, que hace redundante y obsoleto el papel del Estado.  El objetivo de las políticas neoliberales consiste en apropiarse de los bienes públicos y la riqueza colectiva, incrementando así la explotación de los trabajadores.  El modo cómo los políticos neoliberales consiguieron imponer sus perspectivas políticas, fue explicado por Naomi Klein en La doctrina del shock.  Golpes de Estado, guerras y presiones políticas –incluido el asesinato de los dirigentes-, fueron las palancas para desmantelar el Estado del Bienestar.  El Estado nacional perdió la mayor parte de sus funciones económicas y sus prerrogativas políticas con la globalización de la economía mundial; el comercio internacional se multiplicó en esas décadas, y el mercado financiero dominado desde los centros imperialistas subsumió los agentes productivos de toda la humanidad, integrándolos en una economía unificada con el apoyo de la nueva red de comunicaciones creada por la informatización.

Sin embargo, ese desarrollo ha vuelto a reproducir la inevitabilidad de las crisis económicas capitalistas, tal como habían sido analizadas por Marx y Engels en El Capital.  La irracionalidad del liberalismo consiste en su postulado básico: considerar el mercado como una institución eficiente a la hora de asignar los recursos y distribuir la riqueza.  Por el contrario, el mercado sujeto a las presiones de los individuos y grupos más fuertes, produce movimientos irracionales de la economía, que acaban generando profundas depresiones económicas.  Además su asignación de los recursos es completamente irracional, como se demuestra por el despilfarro de los recursos energéticos, los combustibles fósiles, por las naciones ricas o países capitalistas mal desarrollados. 

Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, el diagnóstico marxista sobre el liberalismo económico ha vuelto a hacerse realidad, en cuanto se han roto los controles políticos sobre el mercado.  Ese desorden capitalista de la producción acaba produciendo movimientos autoritarios en la población y un nuevo ciclo bélico a nivel mundial.  Se está preparando una nueva guerra fría entre bloques: por un lado, el imperialismo ‘occidental’ dominante en los últimos 500 años, aglutinado en la OTAN; por otro, el nuevo mundo emergente de los países antaño periféricos y que ahora se pueden convertir en emergentes, a partir de la alianza de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS).  Tras la experiencia histórica acumulada, no puede caber ninguna duda de que el socialismo llegará a partir de este último, a pesar de todas las dificultades y obstáculos que presenta.