14/4/14

Una idea central del capitalismo | Lo que se llama ‘mercado libre’ lleva en su seno la serpiente de la contradicción: una nueva forma de barbarie

  • “El crecimiento espontáneo, supuestamente “libre”, de las fuerzas del mercado capitalista desemboca en concentración de capitales; esta cae en el oligopolio y el monopolio; y este último acaba siendo negación no sólo de la libertad de mercado, sino también de todas las otras libertades. Lo que se llama “mercado libre” lleva en su seno la serpiente de la contradicción: una nueva forma de barbarie.”.
Karl Marx ✆ Ton Urbi
Francisco Fernández Buey  |   “Marx es un clásico. Un clásico interdisciplinario… Contra lo que se dice a veces, no fue Marx quien exaltó el pa­pel esencial de lo económico en el mundo moderno. Él tomó nota de lo que estaba ocurriendo bajo sus ojos en el capitalismo del siglo XIX. Fue él quien escribió que había que rebelarse contra las determinaciones de lo económico. Fue él quien llamó la atención de los contemporáneos so­bre las alienaciones implicadas en la mercantilización de todo lo huma­no. Leen a Marx al revés quienes reducen sus obras a un determinismo económico. Como leyeron a Maquiavelo al revés quienes sólo vieron en su obra desprecio de la ética en favor de la razón de Estado. Marx no cabe en ninguno de los cajones en que se ha dividido el saber universitario en este fin de siglo. Pero está siempre ahí, al fondo, como el clásico con el que hay que dialogar y discutir cada vez que se abre uno de estos cajones del saber clasificado: economía, sociología, historia, filosofía.

Cuando uno entra en la biblioteca de Marx, la imagen con la que sale es la de que allí vivió y trabajó un “hombre del Renacimiento”. Tal es la diversidad de temas y asuntos que le interesaron. Y eso que lo que él llamaba “la ciencia”, su investigación socioeconómica de las leyes o tendencias del desarrollo del capitalismo, la hizo, casi toda, en una biblioteca que no
era la suya: la del Museo Británico.

Una obra que no cabe en los cajones clasificatorios de nuestros saberes es siempre una obra incómoda y problemática… Bertolt Brecht, que era de los que hacen pe­dagogía desde la Compañía Laica de la Soledad, pudo decir con razón: “Se ha escrito tanto sobre Marx que éste ha acabado siendo un desconocido”…

Karl Marx fue un revolucionario que quiso pensar radicalmente, yendo a la raíz de las cosas. Fue un ilustrado crepuscular: un ilustrado opuesto a toda forma de despotismo… Karl Marx fue, de joven, un liberal que, con la edad, y viendo lo que pasaba a su alrededor (en la Alemania prusiana, en la Francia liberal y en Inglaterra, el hogar clásico del capitalismo), se propuso dar forma a la más importante de las herejías del liberalismo político del siglo XIX: el socialismo…, porque en el mundo que le tocó vivir (…) no había más remedio que ser ya –pensaba él– algo más que liberales.

Desde esa convicción, la idea central que Marx legó al siglo XX se puede expresar así: el crecimiento espontáneo, supuestamente “libre”, de las fuerzas del mercado capitalista desemboca en concentración de capitales; esta cae en el oligopolio y el monopolio; y este último acaba siendo negación no sólo de la libertad de mercado, sino también de todas las otras libertades. Lo que se llama “mercado libre” lleva en su seno la serpiente de la contradicción: una nueva forma de barbarie. Rosa Luxemburgo tradujo plásticamente esta idea a disyuntiva: socialismo o barbarie.

Como Marx era muy racionalista, como aspiraba siempre a la coherencia lógica, y como se manifestaba casi siempre con apasionada contundencia, no es de extrañar que su obra esté llena de contradicciones y paradojas. Y como usaba mucho en sus escritos la metáfora aclaradora y abusaba de los ejemplos, tampoco es de extrañar que algunos de los ejemplos que puso para ilustrar sus ideas se hayan vengado de él, y que no pocas de sus metáforas se le hayan vuelto en contra. Así es el mundo de las ideas.

El propio Marx llegó a ver algunas de esas contradicciones… Él, que despreciaba todo dogmatismo, que tenía por máxima aquello de que hay que dudar de todo, y que presentaba la crítica precisamente como forma de hacer entrar en razón a los dogmáticos, todavía tuvo tiempo de ver cómo se construía un sistema filosófico para los que no tienen duda de nada y se exaltaba su método como llave maestra para abrir las puertas de la explicación de todo.”.

Fuente: ‘Marx y los marxismos’ de Francisco Fernández Buey