1/4/14

Los falsos costes esconden la explotación | Marx considera que el trabajador asalariado crea más valor de cambio que el valor representado por su paga salarial

Manuel C. Martínez  |  Desde hace más de 140 años se descubrió la explotación económica del asalariado; lo hizo Karl Marx [1] quien determinó el monto de la explotación del asalariado, lo llamó plusvalía y con ello dio cuenta del origen de la riqueza burguesa, de la ganancia de fábrica, y finalmente acaba con el mito de la ganancia por compraventa de las mercancías diferentes a la fuerza de trabajo (FT). La fuerza de trabajo es la única mercancía cuyo valor de uso o utilidad es capaz de crear valor de cambio mediante su aplicación a los medios de producción. Que estos sean propiedad ajena, sólo significa que el trabajador, o vendedor de dicha fuerza de trabajo, no es dueño de ese valor de cambio creado por él, sino sólo de una porción montante al salario convenido.

Obviamente, este extraordinario hallazgo en materia económica no ha podido ser compartido por la clase burguesa, habida cuenta de que desde la aparición de la burguesía comercial-hace sus buenos 500 años o más-la ganancia del comerciante y luego la del fabricante capitalista han sido vistas como una diferencia entre el precio de compra y el de venta de las mercancías traficadas. Efectivamente, el capitalista compra medios de producción y fuerza de trabajo o trabajo productivo, y con estos bienes fabrica tal o cual mercancía; si
compra estas fuerzas a un precio y logra vender su resultado en un precio superior, parece lógico llamar ganancia a la diferencia entre compras y ventas, y también parece muy razonable y a la vista que sea en el mercado donde se consiga esa ganancia, que el mercado sea la fuente de esta. Se trata de un enfoque muy empírico, metafísico y al alcance hasta de bodegueros y legos en general.

Como quiera que si una mercancía es de valor = x, no puede ser vendida a un precio superior bajo condiciones estándar de equilibrio, entonces cuando revendemos una mercancía en esas condiciones esta tiene que valer justamente el monto del precio a recibir. Marx razona de la siguiente forma: Considera que el trabajador asalariado crea más valor de cambio que el valor representado por su paga salarial, tal como resultaba ganancioso tener esclavos a cambio de comida y afines. Con el trabajador campesino feudal, resultaba ganancioso ponerlo a trabajar media jornada semanal en las tierras del señor feudal, a cambio de cederle posesión de una parcela para que ese campesino la trabajara para sí y produjera sus medios de vida.

Si el salario cubre sólo una parte del valor creado, la diferencia pasa a ser la llamada plusvalía o fuente de la ganancia del fabricante. Como el fabricante valora su producción sólo en términos del monto de su capital aportado y consumido, o sea, salarios más medios de producción consumidos, es obvio que él está subvalorando su propia mercancía y por esa razón termina pensando que como él no monta su empresa para no ganar, que debe vender por encima de su costo en libros, y de allí que la plusvalía negada en la fábrica reaparezca como ganancia de mercado.

Si a esta confusión se suma que el fabricante suele cargar algunos costes indebidos o costes falsos como parte del costo de producción, el consumidor termina pagando el precio justo representado por el costo real de la producción, exclusivo de esos costes falsos, e inclusivo de la plusvalía, es decir, que en el valor de cambio de la mercancía comprada viene el costo de producción que incluye la plusvalía y excluye los costes falsos, independientemente de lo que piense el vendedor, que se trate de costes falsos, o que él llame a la plusvalía  ganancia de mercado.

Nota

[1] Karl Marx, El Capital (Crítica a la Economía Política), 1867, Primera edición