Marcello
Musto | A través del último volumen de la Marx-Engels
Gesamtausgabe (MEGA2), accedemos a la publicación completa de la
correspondencia de Karl Marx entre 1860-1861: un capítulo demasiado poco
explorado de su biografía intelectual. Este período comprende la redacción del
polémico escrito El señor Vogt, los esbozos de El capital,
los artículos periodísticos para el New York Tribune y para el Die
Presse, además de los estudios realizados a través de minuciosas lecturas,
las vicisitudes de su salud y la incierta fortuna de su existencia, causada por
la profunda miseria que lo oprimía.
Vicisitudes editoriales de las obras
de Marx y Engels
A pesar de la enorme difusión de los escritos y de la amplia
afirmación de sus teorías, Marx y Engels todavía carecen de una edición
integral y científica de sus obras. La primera razón de esta paradoja se debe
al carácter incompleto y fragmentario de la obra de Marx, de la cual, excluyendo
los artículos periodísticos editados entre 1848 y 1862, los trabajos publicados
fueron relativamente pocos si se los compara a todos los realizados solo
parcialmente o a la imponente mole de investigaciones desarrolladas. Esto lo
testimonió el
mismo Marx, cuando en 1881, en uno de sus últimos años de vida,
al ser consultado por Karl Kautsky sobre la posibilidad de una edición completa
de sus obras, respondió: "antes que nada éstas deberían escribirse".
En segundo lugar, sobre la publicación de los trabajos de los dos autores han
influido las vicisitudes del movimiento obrero, que a menudo lejos de
favorecer, obstaculizaron la edición de sus textos.
El primer intento de publicar todos
los escritos de Marx y Engels se remonta a los años veinte, cuando David
Borissovitch Riazanov, formidable estudioso y conocedor de Marx, además de
director del Instituto Marx-Engels en la naciente república de los Soviets,
dispuso la publicación en el idioma original a través de la Marx-Engels
Gesamtausgabe (MEGA). Sin embargo, a causa de las purgas del
estalinismo, que también recayeron sobre los estudiosos del instituto -el mismo
Riazanov fue destituido y condenado al exilio en 1931-, el proyecto fue
interrumpido en 1935, y de los 42 volúmenes inicialmente previstos, fueron
entregados a las imprentas solamente 12 (en 13 tomos). También en la Unión
Soviética, desde 1928 a 1946, fue publicada la primera edición en ruso: la Sochineniya (obras
completas). Aunque, pese a su nombre, ella reproducía solo un número parcial de
los escritos, sus 28 volúmenes (en 33 tomos) conformaron, para la época, la
compilación cuantitativamente más consistente de los dos autores. La segunda Sochineniya,
en cambio, apareció entre 1955 y 1966 en 39 volúmenes (42 tomos).
Desde 1956 hasta 1968, en la
República Democrática Alemana, por iniciativa del Comité Central de la SED,
fueron impresos los 41 volúmenes (en 43 tomos) de la Marx Engels Werke (MEW).
Sin embargo, esa edición, lejos de ser completa, resultaba tediosa por las
introducciones y las notas que, concebidas de acuerdo al modelo de la edición
soviética, orientaban la lectura según la concepción del
"marxismo-leninismo". No obstante lo cual, ella constituyó la base de
numerosas ediciones análogas en otros idiomas, entre las cuales también están
las Opere italianas, que nunca fueron completadas y
aparecieron solo en 32 de los 50 volúmenes previstos.
El proyecto de una
"segunda" MEGA, que se proponía reproducir de manera fiel y con un
amplio aparato crítico todos los escritos de los dos pensadores, renació
durante los años sesenta. Sin embargo, las publicaciones iniciadas en 1975
también fueron interrumpidas, esta vez luego de la caída del bloque de los
‘países socialistas’.
En 1990, con el objetivo de completar
la edición histórico-crítica, distintos institutos en Holanda, Alemania y Rusia
conformaron la "Internationale Marx-Engels-Stiftung" (IMES).
Desde 1998, luego de una meticulosa fase de reorganización en la que fueron
preparados nuevos principios editoriales y después del traspaso de casa editora
-de la Dietz Verlag al la Akademie Verlag-, se retomó la publicación de la Marx-Engels
Gesamtausgabe, la denominada MEGA2. Esta iniciativa reviste de una gran
importancia si se considera que una parte considerable de los manuscritos, de
la imponente correspondencia, y de la inmensa mole de resúmenes y anotaciones
que Marx solía hacer de los textos que leía, permanece inédita. El proyecto
integral, del cual participan estudiosos que trabajan en Alemania, Rusia,
Japón, Estados Unidos, Holanda, Francia y Dinamarca, se divide en cuatro
secciones: la primera comprende todas las obras, los artículos y los bosquejos
excluido El capital; la segunda, El capitaly todos sus
trabajos preparatorios a partir de 1857; la tercera, el epistolario; la cuarta,
los resúmenes, las anotaciones y las notas al margen. Hasta hoy, de los 114
volúmenes han sido publicados 52 (12 luego de su continuación en 1998), cada
uno de los cuales consta de dos tomos: el texto más el aparato, que contiene
los índices y muchos datos adicionales.[1]
La correspondencia de Marx y Engels
El volumen que aquí se presenta -Marx
y Engels Gesamtausgabe (MEGA2), Dritte Abteilung, Band 11:
Briefwechsel Juni 1860 bis Dezember 1861, Akademie Verlag, Berlin 2005- es el
último editado. Éste incluye una parte de la correspondencia que Marx y Engels
intercambiaron en el transcurso de sus vidas y el que mantuvieron con los
numerosos corresponsales con los que estuvieron en contacto. El número total de
las cartas de este epistolario es enorme. Han sido encontradas, de hecho, más
de 4.000 escritas por Marx y Engels, de las cuales 2.500 son aquellas que se
intercambiaron directamente y 10.000 son las escritas por ellos a terceros.
Además, otras 6.000, aunque no fueron transmitidas, han dejado un cierto
testimonio de su existencia. Luego de las nuevas líneas editoriales adoptadas
en la MEGA2, todas las cartas siguen rigurosamente el criterio de la sucesión
cronológica y los volúmenes ya no están divididos, como en el pasado, en dos
partes distintas, una con las cartas escritas por Marx y Engels, y otra con las
recibidas por ellos.
El texto que se examina presenta la
correspondencia intercambiada entre junio y diciembre del año 1861, período que
comprende, esencialmente, las tortuosas vicisitudes relativas a la publicación
de Herr Vogt y al violento encuentro que hubo entre éste y
Marx. De las 386 cartas conservadas, 133 son las escritas por Marx y Engels, y
253 son las que ellos recibieron -entre éstas, 204 son publicadas por primera
vez-. De las primeras 133, 95 son las intercambiadas entre ambos, 73 fueron
escritas por Marx a Engels y 22 por Engels a Marx (de la reconstrucción de la
correspondencia, sin embargo, ha surgido que al menos 17 cartas de Engels a
Marx no fueron transmitidas). Finalmente, son once las cartas escritas por Ferdinand
Lassalle a Marx.
El señor Vogt
Representante de la izquierda en la
Asamblea nacional de Frankfurt entre 1848-1849, Karl Vogt era, al mismo tiempo,
profesor de ciencias naturales en Ginebra, donde vivía exiliado. En la
primavera de 1859, publicó un panfleto Studien zur gegenwärtige
Lage Europas, en el que sostuvo el punto de vista bonapartista en política
externa. En junio del mismo año, apareció en Londres un volante anónimo que
denunciaba las intrigas de Vogt a favor de Napoleón III, en particular, sus
intentos de corromper a algunos periodistas para que dieran versiones
filo-bonapartistas de los sucesos políticos en curso. La acusación -que como
luego se demostró fue obra de Karl Blind, periodista y escritor alemán emigrado
en Londres- fue retomada por el periódico semanal Das Volk, en el
que también colaboraban Marx y Engels, y por el Allgemeine Zeitung.
Esto indujo a Vogt a promover una
acción legal contra el periódico alemán, que no pudo impugnar la denuncia a
causa del anonimato en el que Blind quiso permanecer. Aunque la demanda fuera
rechazada, Vogt fue el vencedor moral de todo el asunto, y al publicar el
informe de los acontecimientos (Mein Prozess gegen die Allgemeine Zeitung),
acusó a Marx de ser el inspirador de un complot en su contra y el jefe de una
banda que vivía amenazando a quienes habían participado en los movimientos
revolucionarios de 1848, chantajeándolos con revelar sus nombres si no estaban
dispuestos a pagar el precio del silencio[2].
Además de tener eco en Francia e
Inglaterra, el escrito de Vogt tuvo un gran suceso en Alemania y causó una gran
conmoción en la prensa liberal: "naturalmente el júbilo de la prensa
burguesa no tiene límites[3]".
En particular, el National-Zeitungpublicó un resumen de dos
extensos artículos fundamentales en enero de 1860. Como consecuencia, Marx
demandó al periódico por difamación, pero el "Supremo Tribunal Real
Prusiano" rechazó la instancia decretando que los artículos no sobrepasaban
los límites de la crítica permitida, y que de ellos no resultaba la intención
de ofender. El sarcástico comentario que Marx hizo sobre la sentencia fue:
"como aquel turco que le cortó la cabeza a un griego, sin malas
intenciones"[4].
El texto de Vogt mezclaba, con hábil
maestría, sucesos verdaderos y otros completamente inventados, para poder
despertar dudas sobre la historia real de la emigración entre quienes no
estaban al tanto de todos los hechos. Para salvaguardar su propia reputación,
Marx se sintió obligado a organizar su defensa y, por eso, a fines de febrero
de 1860, comenzó a juntar el material para un libro contra Vogt. Realizó esto
utilizando dos caminos. Ante todo, escribió decenas de cartas a los militantes
con los que había tenido relaciones políticas durante y después de 1848, con el
fin de obtener todos los documentos posibles referidos a Vogt[5]. Además, para ilustrar de la mejor manera
posible la política de los principales Estados europeos y revelar el rol
reaccionario de Bonaparte, desarrolló extensos estudios sobre la historia
política y diplomática de los siglos XVII, XVIII y XIX[6]. Sin duda, esta última parte es la más
interesante del escrito, además -junto con la que contiene la reconstrucción de
la historia de la "Liga de los Comunistas"- es la única que conserva
valor para el lector contemporáneo.
De todos modos, como le sucedía
siempre a Marx, sus estudios aumentaron mucho las dimensiones del libro que le
"crecía bajo las manos"[7], y los tiempos para completarlo se
prolongaron cada vez más. De hecho, no obstante Engels lo exhortara: "sé,
pues, al menos una vez un poco superficial para poder salir justo a
tiempo"[8], y escribiera a Jenny Marx:
"nosotros siempre hacemos las cosas más estupendas, pero las hacemos
siempre de modo que no salen justo a tiempo, y así todas caen al vacío (...)
les pido que hagan lo posible para que se haga algo, pero de inmediato,
para encontrar al editor y para que el opúsculo finalmente esté listo"[9], Marx se decidió a terminarlo recién en
noviembre. Él hubiera querido titular el libro "Dá-Dá-Vogt"[10], para evocar la semejanza de opiniones
entre Vogt y el periodista bonapartista árabe contemporáneo a él, Dá-Dá-
Roschaid. Éste, traduciendo los panfletos bonapartistas en árabe por orden de
las autoridades de Argel, había definido al emperador Napoleón III como
"el sol de beneficencia, la gloria del firmamento"[11], y a Marx nada le parecía más apropiado
para Vogt que el epíteto de "Dá-Dá alemán"[12]. Sin embargo, Engels lo convenció de
optar por el más comprensible Herr Vogt(El señor Vogt).
Ulteriores problemas se manifestaron
respecto al lugar de la publicación del libro. Engels, a propósito, recomendó
vivamente hacer salir el libro en Alemania: "es necesario evitar a toda
costa imprimir tu opúsculo en Londres (...) Ya hemos experimentado cientos de
veces con la literatura de la emigración, siempre sin ningún resultado, siempre
dinero y trabajo tirados por nada y para colmo la rabia"[13]. Pero dado que ningún editor alemán
estaba disponible, Marx publicó el libro en Londres con el editor Petsch, lo
que fue posible gracias a una colecta de dinero para pagar los gastos. Engels
comentó que hubiese sido "preferible imprimir en Alemania y era
absolutamente necesario lograrlo (:) un editor alemán (...) bien tiene otra
fuerza para desarticular la conspiration du silence"[14].
La refutación de las acusaciones de
Vogt mantuvo ocupado a Marx durante un año entero, obligándolo a suspender
totalmente sus estudios económicos que, según el contrato convenido con el
editor Duncker de Berlín, debían haber proseguido a Para una crítica de
la economía política, publicada en 1859. Aparentemente, el entusiasmo que
lo había invadido durante este suceso contagió también a quienes le eran más
cercanos. La mujer Jenny hallaba en El señor Vogt una fuente
de "placer y deleite sin fin"; Engels afirmó que la obra era
"ciertamente el mejor trabajo polémico que (él hubiese) escrito hasta
ahora"[15]; Lassalle saludó el texto como
"algo magistral en todos los sentidos"[16]; Wilhelm Wolf, finalmente, dijo:
"es una obra maestra de principio a fin"[17].
En realidad, para poder ser hoy
comprendido en todas sus referencias y alusiones, El señor Vogt requeriría
un amplio comentario. Además, todos los principales biógrafos de Marx han sido
unánimes en considerar esta obra como una notable pérdida de tiempo y energías.
Al recordar cómo distintos conocidos de Marx habían intentado disuadirlo de
emprender esta empresa, Franz Mehring afirmaba que "estamos tentados a
desear que él hubiese escuchado esas voces porque ésta obstaculizó (...) la
gran obra de su vida (...) a causa del costoso gasto de fuerza y tiempo que
derrochó sin una ganancia real"[18]. Con semejante parecer, en 1929, Karl
Vorländer escribía: "hoy, después de dos generaciones, razonablemente se
puede dudar si valía la pena desperdiciar en esta miserable cuestión, que duró
casi un año, tanto trabajo espiritual y tantos gastos financieros para escribir
un opúsculo, en el que arremetía contra el odiado adversario, de 191 páginas
redactado con brillante argucia, con lemas y citas de toda la literatura
mundial (Fischart, Calderón, Shakespeare, Dante, Pope, Cicerón, Boiardo,
Sterne, y la literatura en medio-alto alemán)"[19].
También Nikolaevsky y Maenchen-Helfen blasfemaban el hecho de que: "Marx
había empleado más de un año en defenderse contra un intento de acabar con su
vida política con las denuncias (y que) solo hacia la mitad de 1861 pudo
retomar su obra de economía"[20]. También según David McLellan, la
polémica contra Karl Vogt "fue un claro ejemplo de la singular capacidad
(de Marx) para utilizar una gran cantidad de energías en argumentos
absolutamente insignificantes, y de su talento para la inventiva"[21]. Francis Wheen, finalmente,
se ha cuestionado de este modo: "para responder a las calumnias publicadas
sobre la prensa suiza por un oscuro político llamado Karl Vogt, ¿era realmente
necesario escribir un libro de doscientas páginas?" Y a continuación,
señalaba que: "los cuadernos de economía permanecieron cerrados sobre su
escritorio mientras su autor se distraía con una disputa tan espectacular como
superflua (...) una violenta réplica que, ya sea por su extensión como por su
tono furibundo, superaba ampliamente el panfleto originario al que quería
responder"[22].
Aquello que más sorprende de este
escrito es el uso excesivo de referencias literarias en las argumentaciones de
Marx. Junto con los autores ya mencionados por Vorländer, sobre el escenario de
esta obra aparecen, entre otros, Virgilio, distintos personajes de la Biblia
traducida por Lutero, Schiller, Byron, Hugo y, naturalmente, los amadísimos
Cervantes, Voltaire, Goethe, Heine y Balzac[23]. Sin embargo, estas citas -y por tanto
el precioso tiempo ocupado para construirlas- no respondían solamente al deseo
de Marx por mostrar la superioridad de su cultura sobre la de Vogt o al de
hacer el panfleto más agradable a los lectores a través de satíricos ribetes;
ellas reflejaban dos características esenciales de la personalidad de Marx. La
primera es la enorme importancia que él le asignó, durante todo el transcurso
de su existencia, al estilo y a la estructura de sus obras, aún de las menores
o de las polémicas como El señor Vogt. Siempre le suscitaban una
gran indignación la mediocridad, la forma vulgar, la construcción incierta y
con errores de gramática, la falta de lógica en las formulaciones y la
presencia de muchos errores en gran parte de los escritos con los que, en sus
muchas batallas, el discrepó[24]. Por eso, junto al conflicto de
naturaleza teórica, también arremetía contra la vulgaridad intrínseca, la falta
de calidad en las obras de sus contendientes, y quería mostrarles no sólo la
precisión de lo que él escribía, sino también cuál era el mejor modo de
hacerlo.
La segunda impronta típicamente
marxiana, que se entreve a través del imponente trabajo preparatorio de El
señor Vogt, es la agresividad y la irrefrenable virulencia con la que se
lanzaba contra sus adversarios directos, ya fueran filósofos, economistas o
militantes y se llamaran Bauer, Stirner, Proudhon, Vogt, Lassalle o Bakunin.
Marx quería aniquilarlos, demostrar de todas las formas posibles la falta de
fundamento de sus concepciones, obligarlos a rendirse impidiéndoles producir
objeciones a sus aserciones. Así, conducido por este ímpetu, estaba tentado a
sepultar a sus contrincantes bajo montañas de argumentaciones críticas, y
cuando esta furia se apoderaba de él, al punto de hacerle perder de vista
también su proyecto de crítica de la economía política, hete aquí que no se
contentaba más ‘sólo’ con Hegel, Ricardo o con los acontecimientos históricos,
sino que utilizaba a Esquilo, Dante, Shakespeare y Lessing.
El señor Vogt fue como un encuentro
fatal entre estos dos componentes de su carácter. Un cortocircuito causado por
uno de los ejemplos más eclécticos de la picardía literaria tan odiada por Marx
y por la voluntad de destruir al enemigo que, con la mentira, había amenazado
la credibilidad e intentado manchar su historia política.
Con este libro, Marx esperaba
suscitar revuelo e intentó cuanto pudo para hacer hablar a la prensa alemana.
Sin embargo, ni los periódicos ni el mismo Vogt le concedieron ninguna
atención: "los perros (...) quieren matar el asunto con el silencio"[25]. También "la publicación de una
reelaboración francesa, muy abreviada, que estaba por imprimirse"[26], fue impedida ya que el texto fue
alcanzado por la censura e introducido en la lista de los volúmenes prohibidos.
Durante la vida de Marx y Engels no apareció ninguna otra edición de El
señor Vogt y tampoco fueron reimpresos más que breves pasajes
escogidos. El libro traducido al italiano fue publicado recién cincuenta años
después, en 1910, por el editor Luigi Mongini.
Contra la miseria y la enfermedad
Contribuyeron a prolongar los
retrasos del trabajo de Marx y a complicar terriblemente su situación personal
sus dos enemigas de siempre: la miseria y la enfermedad. De hecho, en este período,
la condición económica de Marx fue verdaderamente desesperante. Rodeado por las
demandas de los muchos acreedores y con el espectro constante de las
imposiciones del broker, el oficial judicial en puertas, él se lamentaba con
Engels afirmando: "no sé cómo podré arreglármelas, porque los impuestos,
las escuelas, la casa, las droguerías, el carnicero, dios y el diablo no
quieren darme más tregua"[27].
A fines de 1861, la situación se volvió todavía más grave y para resistir,
junto a la constante ayuda del amigo -hacia el cual sentía una gratitud inmensa
"por las extraordinarias pruebas de amistad"[28]-,
Marx estuvo obligado a empeñar "todo salvo las paredes de la casa"[29]. Siempre al amigo, escribió: "de
qué júbilo no me habría colmado el ánimo el fiasco del sistema financiero
decembrista pronosticado por mí tan ampliamente y reiteradamente en el Tribune,
si fuera libre de estas piojerías y no viese a mi familia aplastada por estas
miserables angustias!"[30]. Además, a fines de diciembre, al
dirigir los augurios para las vísperas del año nuevo, se expreso así: "si
éste tuviera que ser igual al pasado, por lo que me concierne, más bien
preferiría el infierno"[31].
Los desconsolantes problemas de
naturaleza financiera iban acompañados de los de salud, que contribuían a generar.
El estado de profunda depresión en el que cayó por muchas semanas la esposa de
Marx, Jenny, la volvió más receptiva para la viruela, que contrajo a fines de
1860 y puso seriamente en riesgo su vida. Durante toda la enfermedad y la
convalecencia de su compañera, Marx estuvo cuidándola constantemente y retomó
su actividad recién cuando Jenny estuvo fuera de peligro. En el tiempo
trascurrido, tal como le escribió a Engels, trabajar había estado totalmente
fuera de cuestión: "la única ocupación con la que puedo conservar la
tranquilidad de ánimo necesaria es la matemática"[32], una de las mayores pasiones
intelectuales de su vida. Pocos días después, agregaba, además, que una
circunstancia que lo había "ayudado mucho (había) sido un terrible dolor
de muelas".
De hecho, habiendo ido al dentista
para hacerse sacar un diente, éste le dejó por error una esquirla que le
produjo en la cara "hinchazón y dolor y le cerró media garganta" ¿Y
la ayuda, pues? Era justamente eso. De hecho, Marx afirmaba estoicamente:
"este malestar físico estimula mucho las facultades del pensar y por eso
la capacidad de abstracción, puesto que, como dice Hegel, el pensamiento puro o
la nada son lo mismo"[33]. No obstante los problemas, en el curso
de estas semanas tuvo la oportunidad de leer muchos libros, entre ellos El
origen de las especies de Charles Darwin, publicado el año anterior.
El comentario que Marx comunicó por carta a Engels estaba destinado a provocar
discusiones entre filas de estudiosos y militantes socialistas: "por
cuanto está desarrollado someramente en inglés, aquí está el libro que contiene
los fundamentos históricos-naturales de nuestro modo de ver"[34]. A continuación de este período, a
principios de 1861, las condiciones de Marx se agravaron a causa de una
inflamación en el hígado que ya había padecido el verano anterior: "estoy
atormentado como Job, aunque no tan temeroso de Dios"[35].En particular, el estar encorvado le
producía un enorme sufrimiento y le fue imposible escribir. De modo que, para
superar la "inmunda situación que (le) imposibilita(ba) trabajar"[36], se refugió una vez más en las lecturas:
"a la tarde, para aliviarme (leo) las guerras civiles romanas de Apio en
el texto original griego. Es un libro de gran valor, Espartaco figura como el
hombre más inteligente de toda la historia antigua, como un gran general (no un
Garibaldi), de carácter noble, real representative del antiguo
proletariado"[37].
Y mientras tanto la economía
espera...
Recuperado de la enfermedad, a fines
de febrero de 1861, Marx se trasladó a Zalt-Bomme, en Holanda, en busca de una
solución para sus dificultades financieras. Allí encontró la ayuda del tío Lion
Philips, hombre de negocios y hermano del padre del futuro fundador de la
fábrica de lámparas de la cual desciende una de las más importantes empresas de
aparatos electrónicos del mundo, que aceptó anticiparle 160 esterlinas de la
futura herencia materna. De aquí Marx se dirigió clandestinamente a Alemania,
donde, en Berlín, fue huésped de Lassalle por cuatro semanas. Éste último le
había solicitado reiteradas veces promover juntos la fundación de un órgano de
"partido" y ahora, con la amnistía promulgada en enero de 1861,
también se presentaban las condiciones para que Marx reobtuviera la ciudadanía
prusiana que le había sido quitada luego de la expulsión de 1849, y se
trasladase a Berlín.
Sin embargo, el escepticismo de Marx
en relación a Lassalle impidió que el proyecto fuera considerado seriamente[38]. Al regreso de su viaje, se lo describió
a Engels de la siguiente manera: "Lassalle, deslumbrado por la consideración
de la que goza en ciertos círculos doctos por su Heráclito y en otro círculo de
inmoderados con el buen vino y la cocina, naturalmente no sabe que en el gran
público está desacreditado. Además están su prepotencia, su enredo en el
‘concepto especulativo’ (el jovenzuelo hasta sueña con escribir una nueva
filosofía hegeliana a la segunda potencia), el estar infectado de viejo
liberalismo francés, su pluma difusa, su importunismo, la falta de tacto, etc.
Lassalle, mantenido bajo una rígida disciplina, podría prestar servicios como
uno de los redactores. De otro modo sólo comprometería las cosas"[39]. El juicio de Engels no era distinto, ya
que lapidariamente escribía: "no se puede corregir a este hombre"[40]. De todos modos, la solicitud de
ciudadanía de Marx fue rechazada rápidamente y, dado que él nunca se naturalizó
en Inglaterra, permaneció apátrida por el resto de su vida.
De esta estadía alemana, la
correspondencia de Marx ofrece divertidos informes que facilitan la comprensión
de su carácter. Sus hospedantes, Lassalle y su compañera, la condesa Sophie von
Hatzfeldt, se dedicaron generosamente a organizar para él una serie de
actividades que únicamente sus cartas muestran cuán profundamente las
detestara. En una breve reseña de los primeros días trascurridos en la ciudad,
lo vemos en apuros con la frivolidad. El martes a la tarde se encontraba entre
los espectadores de una "comedia berlinesa de autocomplacencia prusiana:
en definitiva un asunto desagradable". El miércoles fue obligado a asistir
a tres horas de ballet en la Opera -"algo de verdad mortalmente
aburrido"- y para colmo "horribile dictu"[41], "en un palco muy cerca al del
‘lindo Guillermo’"[42], el rey en persona. El jueves Lassalle
dio un almuerzo en su honor del que participaron algunas ‘celebridades’. Lejos
de alegrarse por la circunstancia, como ejemplo de la consideración que tenía
por sus comensales, Marx describió a su vecina de mesa, la redactora literaria
Ludmilla Assig, de esta manera: "es la criatura más fea que jamás haya
visto en vida, con una horrible fisonomía hebraica, una nariz delgada muy
saliente, siempre sonriente y riendo burlonamente, hablando una prosa poética,
esforzándose continuamente por decir algo extraordinario, fingiendo entusiasmo
y salpicando saliva sobre sus oyentes durante los espasmos de sus éxtasis"[43]. A Carl Siebel, poeta renano y lejano
pariente de Engels, escribió: "acá me aburro mortalmente. Soy tratado como
una especie de león de salón y estoy obligado a ver a muchos señores y señoras
‘de ingenio’. Es terrible"[44]. A continuación, mientras escribía a
Engels: "Berlín tampoco es más que un pueblucho", a Lassalle no podía
negarle que la cosmopolita Londres ejercía en el "una extraordinaria
atracción", si bien admitía vivir "como un ermitaño en este agujero
gigantesco"[45]. Y así, después de pasar por Elberfeld,
Bermen, Colonia, su Tréveris y luego también por Holanda, regresó el 29 de
abril.
Esperándolo estaba su "Economía".
Como es sabido, en junio de 1859 Marx había publicado el primer fascículo de Para
la crítica de la economía política y tenía programado continuarlo con
una segunda entrega lo más rápido posible. No obstante los optimistas anuncios
que solía hacer a propósito -en noviembre de 1860 escribió a Lassalle:
"pienso que durante pascua podrá salir la segunda parte"[46]-, por los sucesos hasta aquí mencionados
trascurrieron en vano más de dos años hasta que pudo volver a sus estudios. Por
otra parte, estaba profundamente frustrado por las circunstancias y en julio se
lamentó con Engels: "no avanzo tan rápido como querría, porque tengo
muchos problemas domésticos"[47]; todavía en diciembre: "mi escrito
avanza, pero lentamente. De hecho, no era posible resolver rápidamente esas
cuestiones teóricas en medio de tales circunstancias. Por tanto, será mucho más
popular y el método estará mucho más disimulado que en la primera parte"[48]. De todos modos, en agosto de 1861
volvió a trabajar incesantemente en su obra, y ya para junio de 1863 había
redactado los 23 cuadernos -de 1472 páginas en cuartillas- que comprenden las Teorías
sobre la plusvalía.
La primera de las tres fases de esta
nueva redacción de la "Economía", relativa a los primeros cinco
cuadernos de este grupo, se extendió desde agosto de 1861 hasta marzo de 1862.
Ellos tratan la transformación del dinero en capital -tema abordado en el
primer libro de El Capital- y constituyen la primera redacción
existente sobre tal argumento. A diferencia de las Teorías sobre la
plusvalía, entregadas a las imprentas por Kautsky entre 1905 y 1910, si
bien en una edición tergiversada y a menudo poco conforme con los originales,
estos cuadernos fueron ignorados por más de cien años. Recién en 1973 fueron
publicados por primera vez en una traducción rusa, como volumen adjunto (número
47) de la Sochineniya, y la versión en el idioma original salió
sólo en 1976, en la "segunda" MEGA[49].
Periodismo y política internacional
También durante la última fase de
1861, Marx retomó su colaboración con el New York Tribune y
escribió para el periódico liberal de Viena Die Presse. La mayor
parte de sus cartas de este período estuvieron dedicadas a la guerra civil en
los Estados Unidos. En ella, según Marx, "la lucha se disputa(ba) entre la
forma más alta de autogobierno popular jamás realizada hasta ahora y la más
abyecta forma de esclavitud humana que la historia conozca"[50]. Esta valoración vuelve evidente, más
que cualquier otra posible, el abismo que lo separaba de Garibaldi, que había
rechazado la oferta del gobierno del norte de asumir un puesto de mando en el
ejército, porque consideraba que esa guerra sólo era un conflicto de poder y no
concernía a la emancipación de los esclavos. Con respecto a tal posición y en
relación a un intento de pacificación entre las partes del italiano, Marx
comentó con Engels: "ese burro de Garibaldi se volvió ridículo con la
carta sobre la concordia a los yankees"[51]. Además, en sus artículos, Marx analizó
las recaídas económicas del conflicto americano causadas por Inglaterra, de la
que examinó el desarrollo del comercio, la situación financiera y las opiniones
que atravesaban a la sociedad. En relación a este punto, una interesante
referencia también se encuentra en una carta a Lassalle: "naturalmente
toda la prensa oficial inglesa está a favor de los slave-holders (esclavistas).
Son absolutamente los mismos personajes que han cansado al mundo con su
filantropismo contra el comercio de esclavos, pero: ¡algodón, algodón!"[52]
Finalmente, siempre en las cartas a
éste último, Marx desarrolló distintas reflexiones relativas a uno de los temas
políticos en el que puso el mayor empeño por aquellos años: la violenta
oposición a Rusia y a sus aliados Henry Palmerston y Luis Bonaparte. En
particular, Marx se dedicó a aclarar a Lassalle la legitimidad de la
convergencia, en esta batalla, entre su ‘partido’ y el de David Urquhart, un
político tory de opiniones románticas. Sobre éste, que en los
primeros años cincuenta había tenido la audacia de re-publicar, con un objetivo
anti-ruso y anti-whig, los artículos de Marx contra Palmerston
aparecidos en el órgano oficial de los cartistas ingleses, escribió:
"ciertamente es un reaccionario desde el punto de vista subjetivo (...)
eso de ningún modo le impide al movimiento que él dirige en política exterior
ser objetivamente revolucionario (...) el asunto me es
indiferente como sería para ti, por ejemplo, si en una guerra contra Rusia, tu
vecino disparara a los rusos por motivos nacionales o revolucionarios"[53]. Y además: "por el resto va de suyo
que en política exterior frases como ‘reaccionario’ o revolucionario’ no sirven
para nada"[54].
En fin, también se remonta a 1861 la
primera fotografía conocida de Marx[55]. La imagen lo representa mientras posa
de pie con las manos apoyadas sobre una silla delante suyo. Los espesos
cabellos aparecen ya blancos, mientras que la barba tupida es color negro
corvino. La mirada decidida permite que se trasluzca no la amargura por las
derrotas sufridas y por las muchas dificultades que lo oprimían, sino más bien
la firmeza de ánimo que lo distinguió durante toda su vida. No obstante, la
inquietud y la melancolía también lo recorrían a él, que en el mismo período en
el que fue tomada esa foto escribía: "para mitigar el profundo mal humor
causado por mi situación en todo sentido incierta, leo a Tucídides. Al menos
estos antiguos permanecen siempre nuevos"[56] ¿Cómo no afirmar también hoy, aún
limitándonos a leer únicamente sus cartas, lo mismo del gran clásico de la
Modernidad que es Karl Marx?
Notas
* Ensayo especialmente enviado por el
autor para su publicación en Herramienta. Traducción realizada por
Mora Scillamá. Revisión de Francisco T. Sobrino.
[2] En 1870, en las cartas de los archivos
franceses publicadas por el gobierno republicano luego del segundo Imperio, se
encontraron los documentos que comprobaban que Vogt había sido pagado por
Napoleón III. De hecho, en agosto de 1859, éste le había dado 40.000 francos de
sus fondos secretos.
[3] Karl Marx a Friedrich Engels, 31 de
enero de 1860, en Marx- Engels Opere, vol. XLI, Editori Riuniti, Roma
1973, pág. 17.
[4] Kart Marx, Herr Vogt, en Marx
Engels Opere, vol. XVII, Editori Riuniti, Roma 1986, pág. 271.
[5] A cerca de la importancia de estas
cartas como medio de comunicación política entre los militantes de la revolución
de 1848- 1849, y para examinar el conflicto entre Marx y Vogt desde una
perspectiva general - no sólo desde el punto de vista de Marx, como también
hace este escrito- remitirse a Christian Jansen, Politischer Streit mit
harten Bandagen. Zur brieflichen Kommunikation unter den emigrierten
Achtundvierzigern - unter besonderer Berücksichtigung der Controverse
zwischen Marx und Vogt, en Jürgen Herres-Manfred Neuhaus (bajo el cuidado de), Politische
Netzwerke durch Briefkommunikation, Akademie Verlag, Berlín 2002, pp.
49-100, que analiza las motivaciones políticas que habrían inducido a Vogt a
responder a Bonaparte. El ensayo también contiene un apéndice de cartas
escritas por Vogt y otras dirigidas a él. También son interesantes, porque
carecen de la previsible y a menudo doctrinal interpretación marxista, los
textos de Jacques Grandjonc- Hans Pelger, Gegen die "Agentur
Fazy/Vogt. Karl Marx’ "Herr Vogt"(1860) y Georg Lommels, "Die
Wahrheit über Genf" (1865). Quellen- und textgeschichtliche Anmerkungen,
ambos en «Marx-Engels-Forschungs-berichte», 1990 (Nr. 6), pp. 37-86, y también
de Lommels, Les implicationes del’affaire Marx-Vogt, en Jean Claude Pont-
Daniele Bui- Francoise Dubosson- Jan Lacki (bajo el cuidado de), Carl Vogt
(1817-1895). Science, philosophie et politique, Georg, Chêne-Bourg 1998,
págs. 67-92.
[6] Fruto de estas investigaciones fueron
los seis cuadernos con extractos de libros, revistas y periódicos de las más
diversas orientaciones. Este material -denominado Vogtiana -, que
muestra el modo en que Marx utilizaba los resultados de sus estudios para las
obras que escribía, está todavía inédito y se publicará en el volumen IV/16 de
la MEGA2.
[7]Karl Marx a Friedrich Engels, 6 de diciembre
de 1860, en MEGA2 III/11, Akademie Verlag, Berlín 2005, p. 250; tr. it.
Marx-Engels Opere, vol. XLI, op. cit., pág. 135.
[8] Friedrich Engels a Karl Marx, a más
tardar el 29 de junio de 1860, op. cit., pág. 72; tr. it., op. cit., pág. 83.
[9] Friedrich Engels a Jenny Marx, 15 de
agosto de 1860, op. cit., pág. 113; tr. it., op. cit., pág. 604.
[10] Karl Marx a Friedrich Engels, 25 de
septiembre de 1860, op. cit., pág. 180; tr. it., op. cit., pág. 108.
[11] Cfr. Karl Marx, Herr Vogt, op.
cit., pág. 180.
[12] Ibídem.
[13] Friedrich Engels a Karl Marx, 15 de
septiembre de 1860, in MEGA² III/11, op. cit., pág. 158; tr. it. Marx-Engels Opere,
vol.XLI, op. cit., pág. 103.
[14] Friedrich Engels a Karl Marx, 5 de
octubre de 1860, op. cit., pág. 196; tr. it., op. cit., pág. 114.
[15] Friedrich Engels a Karl Marx, 19 de
diciembre de 1860, op. cit., pág. 268; tr. it., op. cit., pág. 143.
[16] Ferdinand Lassalle a Karl Marx, 19 de
enero de 1861, op. cit., pág. 321.
[17] Wilhelm Wolff a Karl Marx, 27 de
diciembre de 1860, op. cit., pág. 283.
[18] Franz Mehring, Vita di Marx,
Editori Riuniti, Roma 1972, pág. 295.
[19] Karl Vorlaender, Karl Marx,
Sansoni, Florencia 1948, págs. 209-210.
[20] Boris Nikolaevsky- Otto Maenchen-
Helfen, Karl Marx. La vita e l’opera, Einaudi, Turín 1969, p. 284.
[21] David McLellan, Karl Marx,
Rizzoli, Milán 1976, p. 317.
[22] Francis Wheen, Marx. Vita
pubblica e privata, Mondadori, Milán 2000, pp. 145, 204 e 207.
[23] A propósito, se remite a las
consideraciones del fundamental S. S. Prawe, La biblioteca di Marx,
Garzanti, Milán, 1978, que afirma: «en Herr Vogt parece que Marx
fuera incapaz de considerar cualquier fenómeno político o social sin asociarlo
a alguna referencia a la literatura mundial», p. 263. También señala que este
texto puede ser estudiado «como antología de los distintos métodos que Marx
utilizaba para incorporar alusiones y citas literarias en sus polémicas», p.
260. Por otra parte, la considerable importancia de las influencias literarias
de Marx en sus obras y el muy erudito caudal cultural de su teoría crítica,
cada vez llaman más la atención. A propósito: Thomas M. Kemple, Reading
Marx Writing. Melodramma, the Market and the ‘Grundrisse’, Stanford University
Press, Stanford 1995 y el reciente Francis Wheen, Marx’s Das Kapital. A
biography, Atlantic Books, Londres 2006.
[24] Sobre este punto consultar también las
brillantes consideraciones de S. S. Prawer, op. cit., pág. 264.
[25] Karl Marx a Friedrich Engels, 22 de
enero de 1861, en MEGA2 III/11, op. cit., pág. 325; tr. it. MARX ENGELS Opere,
vol. XLI, op. cit., pág. 162.
[26] Karl Marx a Friedrich Engels, 16 de
mayo de 1861, op. cit., pág. 476; tr. it., op. cit., pág. 188.
[27] Karl Marx a Friedrich Engels, 29 de
enero de 1861, op. cit., pág. 333; tr. it., op. cit., pág. 164.
[28] Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de
febrero de 1861, op. cit., pág. 380; tr. it., op. cit., pág. 177.
[29] Karl Marx a Friedrich Engels, 30 de
octubre de 1861, op. cit., pág. 583; tr. it., op. cit., pág. 217.
[30] Karl Marx a Friedrich Engels, 18 de
noviembre de 1861, op. cit., pág. 599; tr. it., op. cit, pág. 222.
[31] Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de
diciembre de 1861, op. cit., pág. 636; tr. it., op. cit., pág. 237.
[32] Karl Marx a Friedrich Engels, 23 de
noviembre de 1860, op. cit., pág. 229; tr. it., op. cit., pág. 124.
[33] Karl Marx a Friedrich Engels, 28 de
noviembre de 1860, op. cit., pág. 236; tr. it., op. cit., pág. 128.
[34] Karl Marx a Friedrich Engels, 19 de
diciembre de 1860, op. cit., pág. 271; tr. it., op. cit., pág. 145.
[35] Karl Marx a Friedrich Engels, 18 de
enero de 1861, op. cit., pág. 319; tr. it., op. cit., pág. 160.
[36] Karl Marx a Friedrich Engels, 22 de
enero de 1861, op. cit., pág. 325; tr. it., op. cit., pág. 162.
[37] Karl Marx a Friedrich Engels, 27 de
febrero de 1861, op. cit., pág. 380; tr. it., op. cit., pág. 176.
[38] Para más información sobre este
período de Marx trascurrido en Berlín, consultar el reciente artículo de Rolf
Dlubek, Auf der Suche nach neuen politischen Wirkungsmöglichkeiten. Marx
1861 in Berlin, en «Marx-Engels Jahrbuch», 2004, Akademie Verlag, Berlín 2005,
págs. 142-175.
[39] Karl Marx a Friedrich Engels, 7 de
mayo de 1861, en MEGA2 III/11, op. cit., pág. 460; tr. it. Marx- Engels Opere,
vol. XLI, op. cit., págs. 180-181.
[40] Friedrich Engels a Karl Marx, 6 de
febrero de 1861, op. cit., pág. 347; tr. it., op. cit., pág. 171
[41] Karl Marx a Antoinette Philips, 24 de
marzo de 1861, op. cit., pág. 404; tr. it., op. cit., pág. 642.
[42] Karl Marx a Friedrich Engels, 10 de
mayo de 1861, op. cit., pág. 470; tr. it., op. cit., pág. 186.
[43] Karl Marx a Antoinette Philips, 24 de
marzo de 1861, op. cit., pág. 404; tr. it., op. cit., pág. 642.
[44] Karl Marx a Carl Siebel, 2 de abril de
1861, op. cit., pág. 419; tr. it., op. cit., pág. 646.
[45] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 8 de
mayo de 1861, op. cit., pág. 464; tr. it., op. cit., pág. 656.
[46] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 15 de
septiembre de 1860, op. cit., pág. 161; tr. it., op. cit., pág. 615.
[47] Karl Marx a Friedrich Engels, 20 de
Julio de 1861, op. cit., pág. 542; tr. it., op. cit., pág. 212.
[48] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 9 de
diciembre de 1861, op. cit., pág. 616; tr. it., op. cit., pág. 230.
[49] MEGA2 II/3.1, Dietz Verlag, Berlín
1976. La traducción italiana apareció rápidamente bajo el cuidado de Lorenzo
Calabi: Karl Marx, Manoscritti del 1861-1863, Editori Riuniti, Roma 1980,
pero no logró que se la incluyera en los volúmenes de lasOpere.
[50] Karl Marx, Der Bürgerkrieg in den
Vereinigten Staaten, 7-XI-1861, en MEW 15, Dietz Verlag, Berlín 1961, pág. 339.
[51] Karl Marx a Friedrich Engels, 10 de
junio de 1861, en MEGA² III/11, op. cit., pág. 493; tr. it. Marx- Engels Opere,
vol. XLI, op. cit., pág. 190.
[52] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 29 de
mayo de 1861, op. cit., pág. 480; tr. it., op. cit., pág. 658.
[53] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 1 o 2
de junio de 1860, op. cit., pág. 19; tr. it., op. cit., pág. 596.
[54] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 1 o 2
de junio de 1860, op. cit., pág. 20; tr. it., op. cit., pág. 597.
[55] La fotografía puede ser del mes de
abril, véase MEGA2 III/11, op. cit., pág. 465.
[56] Karl Marx a Ferdinand Lassalle, 29 de
mayo de 1861, op. cit., pág. 481; tr. it. MARX ENGELS Opere, vol. XLI, op.
cit., pág. 659.
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